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Ave Versus Cristus por Xora

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Notas del capitulo:

Estoy de regreso, espero te guste este nuevo capitulo a ti quien lees.

En un día normal dentro del orfanato los niños jugaban a los afueras de la casa, reían y se perseguían con las sonrisas plasmadas en sus infantes rostros, llenando el ambiente de ruidos escandalosos. Algunos preferían disfrutar del viento fresco que entregaba la presente estación del año a Inglaterra, entre ellos había quienes lloraban, quienes realizaban juegos crueles contra insectos y animales rastreros. Otros simplemente se quedaban dentro del edificio para aprovechar lo más posible la tranquilidad de esa semana sin eventos curriculares que ya significaban una tradición importante a diferencia de otros orfanatos del país. Los niños estaban tan ocupados en sus rutinas diarias, asegurandose de vivir lo más plenamente posible, que todos y cada uno de ellos ignoraban el sonido común de las campanas agitandose ritmicamente sobre la capilla ubicada a un costado considerable de Wammy's House y cuyos llamados marcaban las horas transcurridas del día, anunciando la muerte de los segundos y la tragica agonía de los minutos avanzando como las manecillas del reloj. Las religiosas solían referirse a ese llamado como la voz de los Cielos solicitando la atención de la humanidad, sólo quien tuviera la necesidad de acercarse lo haría, quienes lo ignoraran quizas fuese porque no poseían la inquietud o sus almas ya pertenecían a Satanás. Y entre esas afirmaciones evasivas a la lógica, Mello se encontraba simulando como linea divisoria entre Ciencia y Religión, pero su presencia en el interior de la silenciosa capilla era pan de otro plato, porque la figura blanca y brillante frente a sus ojos llameantes en motivación iracunda siempre era razón suficiente para hacerlo seguir un sendero que no necesitaba trazar, además de la barra de chocolate en las palidas manos estimulandolo danzar cual títere sobre acertijos retorcidos. El blanco de pureza vistiendo a su proclamado rival -que además se camuflaba con los relucientes muros- dañandole la visión era de por si incoherente. Lamentaba desde lo más profundo de su alma el haberle confundido con un ángel el día que lo conoció entre los pilastrones caoba del Wammy's House. Near no era un ángel, era una entidad de lo más horrida que podría existir en la Tercera Vertical, más bajo que un demonio con aspectos tergiversos pero superior a un ser humano común en distintos ambitos mentales; era la manera en que Mello le clasificaba. 
 
Near estiró uno de sus desordenados caireles hacia delante y lo devolvió a su puesto haciendo ondas sobre el mismo, no había dejado de hacerlo mientras establecía en su mente los movimientos que haría Mello en su busqueda por la barra de cacao descansando entre sus dedos pues, desde esa mañana que se habían visto y se vieron obligados a salir del comedor; Near había estructurado un juego con el que intentaría manipular las acciones de Mello mientras él aguardaba por su llegada en la recta final. Satisfactoriamente logró conseguir su objetivo, por lo tanto, no le sorprendía ver su gesto duro mientras estiraba una mano en su dirección, exigiendo una recompensa que el rubio consideraba absurda. Si, había hecho todo lo que el albino quería para llegar hasta él pero porque era su derecho tener en sus manos el chocolate que desde un principio le pertenecía. 
 
—Hiciste un gran trabajo al encontrar mi escondite— felicitó Near dejando escapar en su sonrisa malsana un acento de sorna, diversión por el suceso. El ceño fruncido del otro niño desapareció para dejar atrás una expresión repulsiva, las facciones de su aniñado rostro se tornaron sombrías, maldiciendo con su silencio la propia existencia del chico albino.
 
—No soy uno de tus robots para que puedas usarme a tu antojo— escupió en un tono indiferente, un tono tranquilo que reflejaba el odio en su estado más puro, consecuencia del frustrante camino que recorrió todo ese fatídico tiempo. El Infierno sabía cuánto detestaba seguir los juegos de Near pero también de este modo terminaba por alimentar su propio ego y vanidad; todavía podía sentir en sus labios la dulzura con la que se forjaron sus sonrisas victoriosas, las cuales había lanzado con cada acertijo que resolvía, con cada pista que encontraba de manera estrategica sin cometer errores. Solían decir que su insana convivencia era necesaria para que ambos se superasen a sí mismos y, esta vez, Mello corroboraba tan descabellada teoría.
 
—Debido a que esta será la última barra de chocolate para Mello hasta el siguiente mes por incumplimiento a las reglas, supuse que no te importaría jugar un poco conmigo con el objetivo de salvar la integridad de tu vicio.
 
—Cierra la boca— exigió bajando el brazo y avanzando con pasos firmez hasta la silueta de Near, dispuesto a usar la violencia si le era negado obtener su chocolate de vuelta. —No tienes derecho de tomar algo que no te pertenece. Sabes que está estrictamente prohibido entrar a mi habitación, especialmente para ti. Y usurpar objetos de la índole de mi chocolate merece un castigo.— La tensión de una sonrisa estiró las comisuras de los labios de Mello, ofreciendo a su rostro pulcro una apariencia maniaca, casi infrahumana. —Un muy severo y aterrador castigo. El peor que se te pueda ocurrir.
 
—¿Me entregarás a Roger?— cuestionó el menor sin evitarse formar una sonrisa digna de un desquiciado sin escrúpulos, su acento era vehículo particular de ironía y burla, algo que desfiguró el rostro risueño de Mello en milesimas de segundo. —Considerando que la última vez te convertiste en mi agresor, él estará muy feliz de reprenderme a mi en tu lugar.
 
—No con Roger, él sería la última opción a la que acudiría para hacerte lamentar tu existencia. Hablo de algo más inovador y perverso, uno que te ayudará a comprender que no debes meterte conmigo.
 
—Golpearme no te ayudará a devolver tu ración de chocolate a la normalidad o, ¿debo suponer que prefieres empeorar tus puntos de conducta? Además, debo señalar que tal es un metodo muy primitivo para nuestra sociedad moderna.
 
—¿Quién mencionó algo de agresión física?—. Mello alzó su barbilla con sobervia ante la mirada expectante de Near. —Me convertiré en el número uno, cuando logre superarte y seas el hazmereír de todo el orfanato, ese será tu castigo. Resolveré todo de forma intelectual y esa será la última vez que veré tu inexpresiva cara.
 
—Suerte con ello, Mello— dijo entonces el niño albino extendiendole el envoltorio de chocolate a quien se lo arrebató de las manos de un sencillo movimiento y cuyos pasos emprendieron el camino de vuelta a la salida, repentinamente apurado por escapar de esas paredes con pulcras esculturas barrocas. No le gustaba la capilla, aunque Mello se había auto-inculcado la creencia hacia Dios o la Virgen gracias a la ayuda del propio orfanato, jamas le había parecido placentero adentrarse a esa construcción medianamente lujosa porque -como creyente- se asqueaba de la genuina iluminación que más buscaba cegarles a guiarles por el camino correcto, y escapó como escaparía una sombra de la incandescente luz violando la zona mientras Near se mantenía quieto, observandole marchar, para enseguida volverse a sus espaldas donde la imagen esculpida de la Virgen y demás estatuas reposaban sobre altares atestados de rosas. Para él, esos santos no eran otra cosa más que invenciones creadas con el único propósito de sobornar la fe de la gente credula y activar la corriente de un negocio tan inmenso que en la actualidad ocupaba una octava parte del dominio universal referente a Religión. A él tampoco le gustaba la capilla pero le resultaba indiferente y la razón principal por la que la había escogido como escondite final fue porque a Mello si se le acomodaba la Religión que ahí se impartía, con todo y sus santos salvadores del pecado. Retorció de nuevo su niveo cabello gesticulando una expresión reprobatoria a las miradas vanidosas de los santos, aparentemente plasmadas por sus escultores, sintiendo en su cuerpo el impulso de imitar a Mello y alejarse de ese sitio pero decidió quedarse un poco más. No esperaba nada concreto o milagroso al quedarse, simplemente quería observar por más tiempo el irrecuperable trabajo manual que habían gastado los albañiles contratados por Wammy's House  para levantar tremendo edificio; una gran serie de tiempo y esfuerzo perdido inútilmente en un sentido espiritual.
 
 
Un avión de papel viajó por la concurrida sala común, esquivando a varios niños que se movían libremente de mesa en mesa entre la atmósfera ruidosa hasta que finalmente golpeó contra la nuca de una cabellera pelirroja, cual toque hizo que la distraída atención del receptor -perdida en un mundo de pixeles proyectados sobre una pequeña pantalla- se alzara hacia alfrente y luego viajara en sentido contrario esperando encontrar algo o alguien que quisiera hablarle, por eso, cuando descubrió el origami en el suelo a los pies de su silla, ignoró por completo el mundo y se sumergió de nuevo en su videojuego. Matt no se percató del momento en que otro niño del orfanato se acercó para recoger el avión y volvió junto a otros niños a sus actividades, ciertamente no le importaban la humanidad y sus circunstancias en el momento que atendía a sus aparatos electronicos y era por ello que siempre fue reconocido por un vago sin remedio, ni siquiera el peligro que estaba corriendo al fumarse un cigarrillo dentro del recinto a la vista de todos lo inquietaba. Que supiera de la existencia de los huerfanos chismosos y la vigilancia de las monjas que continuamente repasaban las habitaciones para asegurarse que no había ningún desaparecido, no le servía para preocuparse de los castigos a los que se exponía. Matt siempre fue despreocupado, el vago que varios niños pequeños trataban como un hermano mayor introvertido, figura de respeto fraternal, y que otros señalaban como una deshonra pues -aún siendo el tercero en la estricta linea de susceción a L- se perdía importantes clases que podrían ayudarle ascender de puesto y convertirse en un potencial rival para los primeros mejores pero, en cambio, se hundía en prácticas degenerativas e inservibles que no hacían más que perjudicarlo a grandes escalas a los ojos de los adultos. Incluso una gran parte de los encargados se habían resignado y abandonado la tarea de enderezar su camino; representaba un caso incorregible para quienes, en algún momento, tuvieron expectativas.
 
—Sino guardas esa porquería alguien te va a delatar— exclamó una voz en acento irritado, palabras que vinieron acompañadas de un golpe desconsiderado sobre su nuca, exactamente donde había sido golpeado la primera vez pero el nuevo impacto era de todo menos ligero. Al girarse identificó el rostro inconfundible de Mello: los labios torcidos, las cejas cruzadas y la mirada ardiente de un puberto revelde, alguien a quien Matt podría considerar una grata compañía cuando no estaba haciendo una rabieta.
 
—Ya decía yo que no te había visto en todo el día— comentó al chico, dedicandole una leve sonrisa de compañerismo a su vez levantando la guardia, el rostro furioso del rubio le decía mucho y no quería ser victima de uno de sus famosos arranques iracundos que tan reconocidos eran entre los huerfanos y adultos del orfanato.
 
—Tampoco me buscaste.
 
—No sentía la necesidad de hacerlo, eres muy activo y yo soy demasiado perezoso para seguirte la pista. 
 
—Creí que a los perros falderos les gustaba seguir los rastros.— Con sus palabras inyectadas de frustración, Mello decidió tomar asiento enfrente del chico pelirrojo. Arrastró una silla colocandola justo a un lado de la mesa donde Matt mantenía recargadas las plantas de sus pies, ahí planeaba retirar la envoltura de su chocolate para empezar a comerlo; lo necesitaba para calmar las ansias que había sufrido al verse frente a frente con Near después de que toda esa semana avanzó con relativa tranquilidad sin verle la cara.
 
—Que suerte que no soy un perro faldero todavía, sería comprometedor perseguirte a todos lados sin razón. Deja de joder, rubia.— Los irises azules de Mello vibraron ante el cambio tan drástico de humor en Matt. A simple vista parecía tan flojo como siempre pero Mello había aprendido, después de años de convivencia, que Matt no era tan paciente como lo juzgaba su apariencia. Era consciente de que, de no haber conseguido inspirar un poco de amistad en él, con el mínimo insulto lo hubiese  tomado a golpes. —No necesito que otro rumor se suma al arsenal de rumores persiguiendome a pocos meses de graduarme de este nido de fenómenos, así que te sugiero no me involucres en tus problemas.
 
—No dije nada de involucrarte, supera tu trauma— replicó rompiendo la primera pieza de chocolate con más fuerza de la necesaria, se había irritado con la osadía de su amigo pero no tenía pensado iniciar una pelea, no rivalizaba con él en lo que a fuerza bruta se refería.
 
—¿Y? ¿Vas a decirme dónde estuviste?— cuestionó Matt de paso, bajando la mirada de vuelta a su PSP, el cual nunca abandonó de la seguridad de sus manos. 
 
Mello lo miró, preguntándose si debía hacerlo participe de los pensamientos que aturdían su cerebro ya que no lograba confiarse de su juicio o mentalidad. También Matt le preocupaba pues con su edad estaba próximo abandonar el orfanato como ya hicieron muchos otros con anterioridad y eso no parecía causarle nervios, en lugar de unirse hombro a hombro con él en las boletas semestrales perdía su tiempo en la tecnología que podría servirle de otra manera, una más provechosa. No sabía si considerarlo admirable por elegir una vida de calles o demasiado estúpido por evitar a toda costa el puesto de L que podría alcanzar con un poco de esfuerzo. Matt era inteligente, quizás no tanto como Mello, pero con su astucia podía compensar su falta de intelecto con la experiencia que le confería la edad. Vaya desperdicio. Mello tomó aire.
 
—Estuve... siguiendole el rastro a Near.— El joven pelirrojo dejó de presionar botones con sus dedos de forma abrupta cuando escuchó a Mello expresarle algo que podía ser considerado íntimo dependiendo de quien lo escuchara, no pudo evitar estirar una sonrisa en sus labios, una que liberó un bufido burlón de la tensión en su garganta; esto disparó una alarma de incertidumbre en el organismo de Mello. —¿Qué?
 
—Así que lo asechabas como su cazador natural. ¿Qué hizo él esta vez?
 
—Primero quiero que borres esa sonrisa de satisfacción en tu rostro.
 
—Lo siento.— Pero aunque Matt se había disculpado, no existía ni una pizca de arrepentimiento en su acento. —Puedes continuar.
 
—No lo busqué porque quisiera verlo sino porque preparó algo sumamente desagradable para jugar con mi razonamiento.
 
—¿Y tú lo seguiste obedientemente hasta sus últimas consecuencias?
 
—Robó mi chocolate para obligarme a cumplir sus esquemas al pie de la letra, de no haber sido eso, jamas me habría rebajado a ser su entretenimiento.
 
—Aún así lo fuíste. Hay algo malo contigo, Mello, persiguiendo a Near con tanta obseción. Eso va a terminar consumiendote por completo algún día, de tal modo que serás incapaz de discernir entre tus verdaderos propósitos y el propio Near.
 
—No seas estúpido.— Mello dejó caer el puño contra la superficie de la mesa donde sostenía su peso, emitiendo una estela de determinación en su mirada. —Si hay una función para Near en mi vida, es que debe quedarse quieto para que yo pueda superarlo en intelecto, lo rebajaré a ser el número dos.
 
Matt exhaló un suspiro resignado en compañía al aleteo descontrolado del humo de cigarro contaminando su alrededor, abandonando la idea de hacer a Mello entrar en razón pues, al parecer, sería en vano. Mello no lo estaba escuchando ni prestando atención a sus palabras; y él que llegó a pensar que eran ciertos los rumores que le etiquetaban sobre su falta de interés al mundo, quien realmente tenía un problema serio era Mello, no él.
 
—¿No te parece esa una excusa barata? Quiero decir, si tan mal te pone no ingerir chocolate, ¿por qué no asaltamos la despensa? Sería mucho más sencillo y no tendrías que persuadir a Near por la entrega de tus preciadas tabletas.
 
—No voy a convertirme en ladron, Matt. Tal vez esa sea a la vocación que tú aspiras, y te deseo suerte, pero yo no planeo ser otro criminal contaminando el mundo allá afuera.
 
—Si, si, ya sé que tu sueño dorado es heredar a L con toda su fortuna.— Matt retiró el cigarrillo de sus labios al percatarse de la cantidad de cenizas que comenzaban a desintegrar la punta y con un dedo golpeó el cilindro mientras reposaba su mano sobre la madera de la silla. —¿Haz oído el consejo universal que dice: "En la vida hay que aprender de todo"? Estoy completamente seguro que eres consciente de ello, Mello. No sabemos dónde vamos a terminar el día de mañana.
 
—Me preocuparé por eso cuando llegue el momento.
 
—Muy ingenioso, de verdad. Me abruma tu inteligencia.
 
—Deja de usar el sarcasmo conmigo, maldición— replicó Mello sintiendose irritado.
 
—Lo haré cuando dejes de ser tan testarudo.
 
Mello chasqueó la lengua con enfado, decidido a no seguirle el juego a Matt, tenía suficiente con la furia que ya provocó Near esa mañana en él después de todo y no planeaba generarse mayor estrés al que cargaba consigo en ese momento. Mordió su tableta con fuerza, creando un nuevo sonido metalico al romperse contra sus dientes sobre la ruidosa atmósfera creada por el sin número de niños ocupando un lugar en la sala.
 
 
Mientras tanto, Near -que continuaba sentado en una banca de la capilla- admiraba las estatuas con calidad analitica siendo consciente de los pasos que se aproximaban a su silueta. Retorció un cairel de sus cabellos y bajó la mirada a las brillantes baldosas, reconosiendo -por la frecuencia de los pasos- de quién se trataba, no necesitó dirigirle siquiera una mirada cuando la voz femenina invadió sus oídos con la misma energía.
 
—¿Le dedicas una oración a Wammy's?—. La sonrisa en los labios de Linda era evidente, seguramente feliz por encontrar en Near algo similar a ellos como huerfanos. Near extendió una pausa, esperando que la niña de coletas castañas prosiguiera pero ésta inesperadamente no dijo más. 
 
—Yo no rezo— aseguró deslizando la pierna contraída contra su pecho de vuelta al suelo para ponerse de pie y mirar por última vez hacia el altar, acción que Linda imitó.
 
—Escuché que es una buena forma de comunicarte con Dios. Yo lo he hecho muchas veces y me ha funcionado, deberías intentarlo, te hará bien— animó Linda.
 
—¿ÉL te ha respondido alguna vez?—. El gesto alegre de la castaña se deformó a tristeza cuando Near le hizo esa pregunta, entonces sólo pudo mirarlo sin comprender de dónde provenía aquella soledad indiferente que Near transmitía con su receloso acento. —Me parece una gran pérdida de tiempo hablar con algo que no existe. Las oraciones que mencionas son literatura, poesía distribuída con ayuda de la Religión.
 
—Aún con el apoyo de la ciencia no podemos sentirnos seguros de que vivimos de forma lógica— comentó Linda, logrando que los plateados irises enfocaran en su dirección. —Si es verdad o mentira no lo sé, yo sólo entiendo que los humanos necesitan apoyarse en algo para sobrellevar su vida. Para mi es mucho mejor pensar que no estamos solos en el mundo sin importar las circunstancias y pienso que la Religión es una forma de unir a las personas. Ahora mismo tú estás aquí conmigo y, aunque no compartamos los mismos puntos de vista, somos parte del mismo mundo. Somos uno solo a pesar de que nuestros caminos sean diferentes. Al final, todos los seres humanos creen en algo, tienen fé. Los medios no son relevantes, eso es lo que creo.
 
La sonrisa de Linda acentuaba sus palabras y las amplificaba, en su mirada habitaba cierto brillo que Near nunca fue capaz de comprender, la humanidad que la vestía era tan inmensa que podría ser reflejo de traumatizantes experiencias pero aún así mantenía una compostura difícil de asociar con una connotación. Aquella niña era inocente pero adoptaba madures en su personalidad tímida. Near se preguntaba si el miedo que despedía en sus acciones pretendían ocultar secretos peores que alguna vez le había escuchado revelar a las sombras en forma de llanto y gritos angustiados; recordaba la sensación de terror que ella le causó cuando, en un apagón dentro de la casa, había expuesto traumas que durante demasiado tiempo había mantenido en la confidencialidad de una sonrisa desinteresada.
 
—Entiendo— asintió desviando la vista en dirección opuesta. —Es un argumento valido.
 
—¿¡En serio!? ¡Si! ¡He vencido a Near!— exclamó con naturaleza juguetona pues era ya un hábito de todos los huerfanos el figurar una competencia con el primero en la linea de suscesión a L, la única figura de aspiración que conocían desde que formaron parte de aquella sociedad juvenil e infantil, ya que Mello no se comportaba nada flexible.
 
—He aceptado tu argumento, lo cual no quiere decir que me hayas vencido ya que, desde el inicio, jamas estuvimos debatiendo un tema especifico.
 
Claro que Near no era poco orgulloso tampoco. Linda infló ambas mejillas con descontento.
 
—Acepta tu derrota, Near. Gané.
 
Ignorando el aniñado gesto, Near la esquivó a ella y a su alta figura que superaba la suya por 6 centímetros para continuar caminando a la salida. Linda no dudó un instante en seguirle los pasos tarareando un cantico de la capilla que se disponían abandonar mientras efectuaba pequeños saltos sobre las baldosas del interior y el pavimento del exterior.
Notas finales:

El MeroNia da inicio.

No tengo nada especial que decir salvo que la dinamica tradicional de la OTP me puede en verdad así que no puedo evitar los encuentros entre rivales, lo siento.

Si, es pairing secundaria pero eso no significa que será menos importante al BxL. Yo amo ambas ship's. 

 


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