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Me dedique a perderte por Haku1008

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Notas del capitulo:

Hoooola!!!!

 

Antes que nada me gustaría expresar que, desde dónde sea que se encuentren espero de todo corazón que se encuentren bien, ya saben, entre tanto sismo, tormentas y huracanes.

 

Segundo, hay una parte del capítulo que nada más no terminaba de convencerme, no tenía el sentimiento que buscaba, por suerte me topé con esta canción; Irrelevant de Lauren Aquilina, les recomiendo escucharla en el momento que les indicare en el fic.

 

Por último, me disculpo por la demora, en compensación les traigo cap 2x1

 

Sin más que decir, todo suyo…

Capítulo 15

 

Con preocupación volvió a tocar, en espera de que esta vez Fye sí abriera la puerta o de que le diera alguna respuesta al menos, pero una vez más Kurogane no obtuvo ni lo uno ni lo otro. La noche anterior había estado insistiendo por varios minutos en los cuales no escuchó ningún tipo de ruido del otro lado, desconocía el, o los motivos, que tenían al rubio en aquel estado y por ende se sentía intranquilo y muy torpe ante la manera de cómo proceder, al final había optado por darle al rubio su espacio con la esperanza de que al día siguiente Fye se encontraría más tranquilo y de que esa decisión era la mejor.

 

Pero ya era ese día siguiente y todo apuntaba a que Fye no se encontraba mejor ni más dispuesto a hablar con él.

 

—Fye, realmente me estás preocupando. Al menos quita el seguro de la puerta— Dijo y al instante pegó su oreja a la madera en un intento de escuchar algo, cualquier cosa, pero no se escuchó algún rastro de movimiento siquiera.

 

Suspiró pasándose las manos por la cara en un ademán de comenzar a desesperarse.

 

No podía recordar, ni una sola vez en todo el tiempo que llevaba con el rubio, alguna ocasión en la que Fye haya estado tan triste, tan… ¿destrozado? Sí, probablemente eso era, lo cual le preocupaba cada vez más.

 

¿Qué había ocurrido? Tenía que ser algo realmente importante para Fye ¿Pero qué? Lo único que se le ocurría era la exhibición de pinturas en la galería ¿Acaso se trataba de ello? Dado que ese día en la mañana había dejado a un rubio emocionado con la felicidad desbordándole en la mirada y que, luego de la galería lo encontrara tan desmoralizado no había más opciones, así que supuso que sí, algo había ocurrido en la exhibición. Tal vez no le fue como esperaba o había recibido malas críticas de sus obras, oh Fye, pensó con pesar, realmente había esperado que al rubio le fuera bien durante la exhibición, el rubio se había esforzado tanto para ello que se lo merecía, merecía cumplir sus sueños y realizarse cada vez un poco más, claro que sí. 

 

No pudiendo resistir más de aquello fue en busca de la copia de la llave que aún conservaba del cuarto, pero justo cuando se disponía a abrir, su celular comenzó a sonar.

 

Su primer pensamiento fue Noa, el chico debía de estarlo esperando en el hospital, impaciente por que le dieran de alta. Sacó el teléfono de su bolsillo esperando ver en la pantalla el nombre de Noa, sin embargo el número que encontró era el de su madre.

 

—Hola, mamá.

 

—“Kurogane, cariño”— Saludó su madre con afectuosa voz, voz que a su vez delataba cierto toque de nerviosismo.

 

—¿Sucede algo?— preguntó el moreno con preocupación. 

 

—“No… bueno, en realidad….”— balbuceó indecisa —“¿Podemos hablar en persona? Es importante.”

 

—Sí, claro. Justo ahora estoy en casa pero salgo para haya ahora mismo.

 

—“No. Yo estoy yendo hacia tu oficina en estos momentos, te esperare ahí.”

 

—De acuerdo— dijo no muy convencido, sintiéndose completamente dividido; por un lado estaba Fye, encerrado sin querer hablarle, luego estaba Noa en el hospital a quien debía de ir a recoger para llevarle a casa y encima ahora su madre cuyo tonó de voz nervioso y angustiado no le dio un buen presentimiento para nada. ¿Qué hacer?

 

El timbre de la casa sonó en aquellos momentos. ¿Y ahora qué? pensó antes de dar una mirada compungida a la puerta de la habitación para luego ir en dirección de la puerta principal.

 

—Hola, buenos días ¿Se encuentra Fye?— Saludó con frescura un tipo de tez blanca y una larga cabellera negra de lisas hebras.

 

¿Y ese quién era?

 

El tipo debió de haber notado su desconcierto y desconfianza pues rápidamente se presentó como Ashura, el organizador de la galería en la que Fye había participado, al instante Kurogane cambió su actitud para con él a una menos agresiva.

 

—Fye está algo…— No encontró palabra adecuada así que se limitó a llevar la vista al interior de la casa, más específicamente a la habitación en dónde Fye permanecía encerrado.

 

—………..— Como por automático Ashura siguió la mirada de Kurogane sin entender ni un poco lo qué pasaba —Yo… me gustaría hablar con él, se trata de algunos asuntos pendientes de la galería. Seré breve.

 

—¿Es realmente muy urgente? Fye no se encuentra muy bien en estos momentos.

 

El rostro fresco y tranquilo de Ashura cambió por completo a una clara expresión de preocupación —¿Está enfermo? ¿Crees que pueda pasar a verlo?

 

Kurogane dudo, recordó entonces su dilema y vio la posibilidad en aquel extraño de recibir ayuda involuntaria.

 

—Justo ahora yo tengo que salir pero…— le extendió los duplicados de las llaves de la habitación —Puedes pasar a verlo.

 

De aquel modo extraño y casi sospechoso, Ashura se quedó con aquel juego de llaves mientras veía estupefacto como el moreno se marchaba apresuradamente.

 

¿Aquello era en serio?

 

Con desconcierto pensó en lo raro que era el esposo de Fye. Desconfiado observó el juego de llaves en sus manos antes de dirigirse a la habitación que el moreno había señalado anteriormente. Con cautela metió la llave y giró el picaporte sin tener la menor idea de que encontraría, que bien podría tratarse de un enfermo Fye en cama o cualquier otra cosa.

 

Para su alivio, o quizá no tanto, no encontró nada de eso, tan sólo halló una habitación en perfecto orden, incluso la cama estaba hecha y no había rastro de Fye por ningún lado. ¿Se había equivocado de habitación? No lo creía, estaba seguro de que esa era la habitación que le había indicado el esposo de Fye.

 

—Fye— Llamó. No hubo respuesta así que caminó hasta la puerta del baño y tocó dos veces… al no recibir respuesta intentó entrar pero se encontró con que la puerta tenía puesto el pestillo. Al menos ahora tenía la certeza de que había alguien más ahí. —Fye, soy yo, Ashura.

 

Esperó pacientemente por una respuesta de algún tipo, cuando tuvo la certeza de que el rubio no le respondería volvió a hablar.

 

—Fye ¿Estás bien?— Hizo una pausa para ponerse alerta a cualquier clase de ruido. De nuevo nada —Tu esposo me dijo que no te sentías bien… Fye, el hecho de que no me respondas me preocupa, si puedes hacer algún tipo de ruido para que sepa que estas bien te lo agradecería, de lo contrario voy a entrar ahí como sea ¿Me escuchaste?

 

Alerta esperó una vez más por cualquier tipo de señal, si el rubio no estaba en condiciones de responderle esperaba al menos que hiciera ruido con algún objeto, que bajara la cadena ¡Lo que fuera! lo que sea que le sirviera para saber que el rubio no se había desmayado ahí adentro o algo por el estilo.

 

Rápidamente se dedicó a averiguar si el juego de llaves que le habían proporcionado tendría también la llave de la puerta del baño, con frustración descubrió que no. Se disponía entonces a echarse contra la puerta con todas sus fuerzas pero la voz rota y apagada de Fye se lo impidió.

 

—Estoy bien. Vete.

 

—¿Te sientes mejor? Podemos ir al médico si quieres.

 

—…. Esto no lo puede reparar un médico— Le escuchó decir con un hilo de voz seguido de un casi imperceptible sollozo.

 

El silencio llegó entonces como si de neblina se tratase, invadiendo el lugar con sigilo, pero a pesar de que no lograba escucharle, Ashura sabía que Fye lloraba lastimosamente del otro lado. Se sintió estúpido por haber supuesto simplemente que el malestar del rubio era uno físico.

 

—……. Sal de ahí, por favor.

 

—………..

 

—Fye.

 

—Tan sólo vete.

 

—Estoy preocupado, no puedo irme.

 

—Pues despreocúpate y vete— Ordenó el rubio.

 

—No me iré de aquí hasta que salgas— Dijo con tranquila convicción.

 

—Por favor, por favor ya vete— pidió suplicante, sin poder mantener en silencio sus sollozos por más tiempo comenzó a llorar una vez más.

 

—……………..— Ashura apretó los labios formando una línea recta. Probablemente Fye no quería que él le escuchase llorar o que le viera tan roto como se escuchaba, porque ¿a quién podría gustarle que lo vieran destrozado o que presenciaran cómo se derrumbaba?... Seguramente a nadie.

 

Estaba muy preocupado por Fye, pero entendía y respetaba sus deseos de querer estar solo, así que con pesar fue retrocediendo, alejándose y dándole ese espacio que Fye parecía querer.

 

[……]

 

Al llegar a su oficina se encontró con el rostro tenso de su madre, en persona podía apreciarse la ansiedad y los nervios que la mujer intentaba ocultar a toda costa y que por teléfono apenas había podido notar Kurogane.

 

Se saludaron a prisa con un beso en la mejilla antes de abordar tan alarmante tema, fuera cual fuera como para tener a su madre en tal estado.

 

—Se trata de Fye— Comenzó la mujer con evidente dificultad, parecía realmente muy indecisa a lo que iba a decir.

 

—Si es por lo que pasó en la fiesta de papá…— Comenzó Kurogane viéndose interrumpido al instante por su madre.

 

—No, no se trata de eso.

 

El moreno le miró con curiosidad ¿De qué se trataba entonces?

 

—No sé cómo decírtelo— Tomó una gran bocanada de aire antes de proseguir —Souma me contó que vio a Fye con un hombre.

 

—¿Qué?

 

—Los vio entrar a una cafetería del centro, ella estaba ahí con algunas de sus amigas y los vio, dijo que la actitud de ambos le pareció muy extraña, ese hombre estaba demasiado cerca de Fye. Ella incluso tomó una fotografía.

 

—¿Estás queriendo decirme que Fye me engaña?

 

—¡No! No… es tan sólo… a Souma le pareció muy extraño, aunque no es como si los hubiese visto besándose ni nada como eso.

 

Su madre le extendió la fotografía, el moreno reconoció en ella a Fye y al tipo de hace unos momentos.

 

—Lo conozco— Comenzó a explicarle entonces el asunto de la galería y la relación profesional que unía a aquel hombre con Fye —Souma debió de haber malinterpretado las cosas, mamá, no hay nada de qué alarmarse. 

 

—Es un alivio. Eh estado tan preocupada, debatiéndome entre si era correcto decírtelo o no hacerlo.

 

—Has hecho bien en decirme, así hemos podido aclarar todo esto— dijo volviendo la mirada a la fotografía de manera distraída antes de dejarla entre sus cosas.

 

—Por cierto ¿Cómo está Fye? Luego del incidente en la fiesta de tu padre no eh hablado con él. ¿Todo va bien?

 

Kurogane soltó un suspiro involuntario antes de responder —En realidad… no está muy bien, creo que algo pasó en la galería, algo que lo puso muy triste. Lleva encerrado desde ayer en la noche y se niega a abrir o a hablar conmigo. Estoy preocupado, realmente no sé qué hacer.

 

—………. yo podría intentar hablar con él.

 

—¿En verdad? Me harías un gran favor con ello.

 

—Claro, si no lo hago no podré sentirme tranquila. También me preocupa lo que suceda con Fye.

 

—Muchas gracias, mamá.

 

[……..]

 

Por algunos lapsos de tiempo su mente se tornaba en blanco, aquella era la única manera en la que no sentía dolor. Había llorado toda la noche hasta que el cansancio lo venció, regalándole al menos un poco de anestesia mientras estuvo dormido, porque inmediatamente al despertar el dolor de su triturada alma, de sus sentimientos y de su corazón, se abalanzó sobre él como apretándole con garras y dientes de un depredador cuya presa débil e indefensa ha encontrado. Entonces volvió a llorar de dolor, intermediando el llanto entre momentos de calma en los que su mente no divagaba ni pensaba en nada, tornándose ajeno a su realidad por apenas unos breves segundos.

 

Desconocía qué hora sería, o cuánto tiempo llevaba de aquella manera, más no le importaba, no quería salir de ahí, no tenía la voluntad para salir o de hacer otra cosa.

 

Todos sus recuerdos felices al lado de Kurogane se paseaban en fila frente a él para ser asesinados por la noción de que Kurogane le había mentido todo ese tiempo, que sus “te amo” nunca fueron sinceros, que el amor que había creído ver en sus ojos no era más que una máscara que ocultaba muy bien lo que el moreno en realidad sentía, que las veces en las que él le amó en cuerpo y alma Kurogane tan sólo había tomado su cuerpo desechando sus sentimientos y, entonces, cuando se aburrió de su cuerpo lo desechó también, cambiándole por otro.

 

Y lo peor, lo más triste, lo más patético… era que aún con todo eso lo seguía amando. Y quizá fuese esa la razón de que doliese tanto.

 

¿Cómo rayos se supone que se le explique algo así al corazón? ¿A dónde y cómo se envía la solicitud para que deje de sentir, de amar y de latir por alguien que no le quiere ni un poco?

 

—Fye— Escuchó que le llamaban y luego dos toques suaves a la puerta.

 

No podía ser cierto.

 

—Te dije que te fueras.

 

—Y yo te dije que no puedo hacer eso.

 

Fye no podía creer que el pelinegro siguiera ahí, había creído que luego de que hablaran en la mañana Ashura se había marchado ya, tenía bastante desde aquello, por lo que realmente creyó haber estado solo todo ese tiempo.

 

—No me iré hasta ver que estas bien— aseguró Ashura y Fye no dudo entonces de que así sería.

 

Suspiró derrotado.

 

—¿Por qué eres así?— preguntó una vez que abrió la puerta mostrándose ante el otro —Ya me viste, ahora vete.

 

Pero en vez de darse vuelta y marcharse, Ashura fue directo hasta él, envolviéndole en sus brazos, no con un abrazo sutil y casual, sino más bien, uno de esos abrazos que parecen van a durar para toda la vida.

 

Aturdido como estaba Fye no respondió de ningún modo, simplemente se quedó ahí, quieto, sintiendo con claridad la noción de haber estado ya en ese lugar…

 

Es verdad, su refugio…. Cerró los ojos con lentitud, estar ahí era mucho más efectivo que esforzarse por mantener la mente en blanco y era mucho mejor anestesia que huir de la realidad.

 

—Estoy aquí— Susurró Ashura contra sus rubios cabellos —Yo estoy aquí.

 

Con calma las manos de Fye buscaron el abrigo del pelinegro aferrándose a él.

 

[……..]

 

Las gotas de agua caliente caían sobre su piel, había entrado a ducharse supuestamente, pero una vez que se había puesto bajo el agua su mente había comenzado a divagar y su cuerpo dejo de moverse. Pensaba en cosas tales como la vida; propósitos, razones, oportunidades, deseos… y llegó a la conclusión de que no poseía nada de eso, entonces ¿Por qué seguía ahí?

 

—Te prepararé un té— anunció Ashura desde el otro lado de la puerta.

 

Fye reprimió un suspiro y se dispuso a terminar de bañarse. Realmente quería que Ashura se fuera pero el pelinegro parecía no tener intención de hacerlo. Se cubrió con una toalla y salió a la habitación, extrañándose de escuchar voces en la sala que se aproximaban hacia el cuarto.

 

Por la puerta aparecieron Ashura y la madre de Kurogane. Un silencio llenó el ambiente, Fye, perdido como estaba, no se percató de la expresión desaprobatoria de su suegra quien examinaba a detalle aquella situación, lanzando miradas de sospecha y desconfianza para Ashura. Probablemente el rubio tampoco se percató de lo “extraño” que podría parecer el encontrarse prácticamente desnudo estando a solas con un desconocido en casa.

 

—Me gustaría hablar a solas contigo Fye— Y el rubio debió percatarse de la hostilidad que llevaban esas palabras pero tampoco lo hizo.

 

Aturdido, Fye simplemente asintió con la cabeza, esperando el momento de quedarse a solas para poder cambiarse, cosa que tardó en suceder pues, por una parte la madre del moreno esperaba que aquel pelinegro tomase la iniciativa y así seguirle fuera de la habitación y, por su parte, Ashura esperaba a que la mujer saliera para poder hablar un momento a solas con Fye.

 

Fue Akiko quien cedió finalmente y una vez a solas el pelinegro se acercó hasta Fye.

 

—¿Está bien si te dejó a solas con ella?

 

—…………— Fye simplemente se limitó a asentir.

 

—De acuerdo— dijo suavemente —Me voy entonces.

 

De nuevo el rubio simplemente asintió con la cabeza. Una vez solo se puso las primeras prendas que encontró, cepilló su cabello apenas un poco y salió al encuentro con la mujer que le esperaba sentada en la sala.

 

Tomó asiento en silencio, esperando que la mujer le dijera el motivo de su visita. En ningún momento le dirigió la mirada, tan destrozado como se sentía; y como estaba; era ya bastante que no se hubiese negado a hablar con ella argumentando algún pretexto cualquiera.

 

—¿Qué hacia ese hombre aquí?— comenzó su suegra.

 

—Él…— Fye cayó en la cuenta de qué desconocía las razones de Ashura al venir a su casa —Vino a verme, supongo.

 

Un silencio por demás inusual se formó entre ambos.

 

—… Desde el momento en el que Kurogane te llevó a la casa para presentarnos te he tomado mucho cariño, tú eres la persona que hace feliz a mi hijo… él realmente te ama demasiado— Guardo silencio por unos segundos en espera de alguna respuesta o reacción por parte del rubio, sin embargo no ocurrió ni lo uno ni lo otro, como si aquellas palabras no significaran nada para él —Fye, sabes que te quiero como a un hijo pero…. créeme que no voy a perdonarte si llegas a lastimar a Kurogane.

 

Aquellas palabras llenas de decisión le hicieron reaccionar un poco, frenando sus caóticos pensamientos acerca de lo equivocada que estaba Akiko si creía que él era la felicidad de Kurogane cuando ni siquiera era importante para el moreno, pero entonces llegó aquella advertencia que le descolocó por completo ¿Lastimar a Kurogane?.... ¿Él?

 

Fye buscó la mirada de su suegra encontrándose con la misma decisión y firmeza que había plasmado en sus palabras.

 

—Lo siento, no estoy entendiendo— Confesó —¿De qué…?

 

—… Sabes bien lo que quiero decir— le interrumpió —Ese hombre y tú, aquí, a solas, todas esas salidas con él. ¿No es extraño que te ofrecieran una oportunidad como la de la galería prácticamente de la nada? Tal vez Kurogane no lo encuentre extraño, pero yo sí.

 

—……….

 

—Sé que sientes que el trabajo absorbe a tu esposo por completo, que probablemente te sientas descuidado por él, sé que la situación no es sencilla para ti pero Kurogane realmente se está esforzando y tú no puedes simplemente darle la espalda cuando más te necesita. Lo que estás haciendo no es correcto y es mejor que termines con ello antes de que Kurogane se entere y lo lastimes de esa terrible manera. Yo no voy a permitir que le hagas eso.

 

—…. ¿Usted piensa que yo...?

 

De nuevo se hizo un silencio entre ellos. Fye suspiró.

 

—Realmente ustedes me creen capaz de todo ¿eh?— Murmuró con una sonrisa amarga. Nunca había sido suficientemente bueno para nadie en esa familia —Admiro mucho su determinación y la manera en la que está dispuesta a luchar y defender a su familia. ¿Sabe? Usted siempre fue lo más cercano que yo tuve a una madre, y a pesar de todo yo a ustedes siempre les vi como a mi familia.

 

Fye detuvo sus palabras para tomar aire y prosiguió.

 

—Le aseguro que no tiene por qué preocuparse, no engaño a Kurogane, ni con el hombre de hace un momento ni con ningún otro. Yo lo amo, lo amo más de lo que usted y el mismo Kurogane pueden llegar a imaginar— Sus ojos se humedecieron y la mujer desvió la mirada al notar toda la sinceridad en sus palabras, arrepentida por todo lo que le había dicho y pensado de él —Le aseguro que yo no soy capaz de lastimar a Kurogane de ninguna forma.

 

En primera: porque no sería capaz de hacerle daño de ninguna manera; en segunda: a Kurogane nunca le importaría lo que él hiciera porque simplemente no le quiere ni un poquito.

 

—Así que no tiene nada de qué preocuparse, créame.

 

—Fye, yo… realmente lamento todo esto.

 

—No, no tiene por qué disculparse, después de todo, yo no soy nada de usted y Kurogane es su hijo.

 

—¿Fye?

 

—Disculpe pero, quiero tomar aire— dijo poniéndose de pie, caminando a la salida para irse sin mirar atrás dejando a la mujer sola en su casa.

 

 

[…….]

 

Caminaba sin rumbo aparente, sintiéndose cansado de todo aquello.

 

Empecemos por el final

Convirtiéndonos en desconocidos una vez más

O tal vez eso es lo que siempre fuimos

 

Sintiéndose solo y apreciado por absolutamente nadie en el mundo.

 

¿Sabes lo que se siente desear un cuerpo hecho de acero?

¿El entregarlo todo sin recibir nada a cambio?

 

Porque estuve corriendo maratones

Mientras tú todavía continúas parado

 

 

Probablemente…

 

Y yo sería cualquier cosa por ti

Pero nunca tengo lo suficiente

 

Probablemente si el desaparecía simplemente nadie lo notaria.

 

Porque soy irrelevante

Estarás bien sin mí

Y es evidente, se nota

 

Ya no podía más.

 

Y en tu excelencia

Olvide que solía tenerme a mí mismo

 

Ya no quería sentirse de aquella manera.

 

Ni siquiera notaras que me eh ido

 

Ya no más.

 

Consumes mis pensamientos

No estoy seguro de que yo esté en los tuyos

Tu mente está demasiado lejos como para poder ver

 

Vio a lo lejos un puente y dirigió sus pasos hasta ese lugar.

 

La peor parte de todo esto

Es que todavía quiero desesperadamente,

a alguien que nunca me quiso a mí

 

Subió lentamente cada escalón, caminando por el puente hasta detenerse justo a la mitad, observando los autos que pasaban por debajo, observando el atardecer que agonizaba con hermosura…

 

Porque has estado quemando puentes mientras

yo eh estado construyendo casas

Y sólo soy tu todo

Cuando te sientes solo

 

Tomó la decisión de hacerlo apenas el atardecer desapareciera por completo.

 

Porque soy irrelevante

Estarás bien sin mí

Y es evidente, se nota

 

Y en tu excelencia

Olvide que solía tenerme a mí mismo

Ni siquiera notaras que me eh ido

 

Algunas cuantas personas cruzaban por el puente sin prestarle atención al rubio que al parecer simplemente estaba absortó en la vista desde aquel lugar, probablemente si esas personas hubieran conocido las intenciones de aquel rubio, entonces, seguramente, ninguna le habría pasado simplemente de largo.

 

Son los días en los que me aferraré a ti

Lánzame a los leones y comienza de nuevo

¿Quién demonios eres tú, por todo el infierno que me hiciste pasar?

 

La noche fue abriéndose paso de encantadora manera, cubriendo el cielo con un manto azul oscuro en el que poco a poco se apreciaban más y más estrellas.

 

Pero soy irrelevante

 

Fye supo que era el momento indicado.

 

Estarás bien sin mí

Es evidente, se nota

 

Comenzó a subir la protección con agilidad, saltándola sin ningún problema, ahora ya nada le separaba de aquel abismo con falso sabor a libertad.

 

Y en tu excelencia

Olvide que solía tenerme a mí mismo

 

Obviamente sentía miedo, su instinto de supervivencia se sabía en peligro y hacía que sus manos se aferraran con fuerza a la protección que había quedado detrás de él, pero Fye tenía claro que no valía la pena dar marcha atrás.

 

Ni siquiera notaras que me eh ido.

 

Cerró los ojos dispuesto a dar ese último paso, preparándose para ello…

 

 

 De pronto un bruto agarre se aferró a su cuerpo lastimándolo en el proceso y arrastrándolo de vuelta detrás de la protección.

 

—¡No!— Se retorció intentando zafarse y caer —¡Suéltame!

 

A pesar de los intentos del rubio su cuerpo fue tirado con rudeza, logrando ponerle a salvo y provocando que ambos cayeran sobre el suelo del puente.

 

—¡No!— Sollozó intentando ponerse de pie con desesperación pero aquella persona logró aferrarse a su cintura, abrazándole por la espalda con firmeza —¡No!

 

Forcejeó con aquella persona sin tener éxito alguno, rindiéndose cuando entendió que no lograría soltarse.

 

—¿Por qué?— Sollozó con fuerza.

 

—Lo siento— dijo aquella persona que seguía aferrándose a él, su voz temblaba al igual que todo su cuerpo debido al susto —Lo siento.

 

Fye reconoció la voz de Ashura, sintiéndose molesto con él al instante —Te odio… ¡Te odio! ¿¡Por qué!? ¿Por qué me haces esto?— preguntó entre sus sollozos.

 

—No te vayas— suplicó Ashura.

 

—¿………?

 

—No te vayas aún… Este mundo tiene muchas cosas malas, hay dolor, injusticia, perdidas, odio… y a veces estás cosas no nos dejan ver que este mundo también tiene cosas maravillosas.

 

Fye comenzó a negar con la cabeza, allí ya no había nada para él, no tenía a nadie y la felicidad parecía completamente ajena a él.

 

—Déjame mostrarte, todas esas cosas maravillosas, déjame mostrártelas. Permíteme ser para ti esa persona por la cual vivir, dame sólo una oportunidad y te prometo que estaré ahí para ti.

 

—Ya no quiero… ya no quiero… duele demasiado.

 

—Lo sé, yo lo sé. Sé cuánto duele… pero no te vayas aún— volvió a suplicar.

 

El rubio simplemente se quedó ahí, abandonando sus intentos por escapar, sujeto por aquellos brazos que le aferraban a la vida, casi literalmente.

 

—¿Por qué eres así?— se quejó con la voz rota.

 

—Hm, no lo sé… supongo que soy así por tratarse de ti.

 

 


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