Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Me dedique a perderte por Haku1008

[Reviews - 130]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!!!!

 

El Cap me quedo inoportunamente corto (xD) por lo que decidí traerles promoción de dos por uno!! Dos capítulos en uno solo.

 

Capítulo 6

 

Lentamente comenzó a abrir los ojos, recibiendo un duro golpe de realidad apenas distinguir el lugar en donde se encontraba. Apretó los ojos con frustración y algo muy parecido al arrepentimiento, girándose sobre la cama pudo observar a su hermoso acompañante que, al igual que él, yacía desnudo, cubierto parcialmente por una sabana. Noa aún dormía conservando una casi sospechosa sonrisa de satisfacción en los labios…  

 

Con sigilo Kurogane se levantó de la cama, siendo cuidadoso de no despertar al pelinegro, buscó su ropa con la mirada encontrándola toda casi al instante, sólo hacía falta su saco  que seguramente debía de estar en la sala de Noa, el lugar en donde habían comenzado a desnudarse. Comenzó a vestirse, deteniéndose extrañado al ver su teléfono celular en el suelo a un lado de la cama ¿Qué hacía ahí? según recordaba lo había metido en la bolsa de su saco tal como siempre hacía, aunque seguramente sólo estaba un poco confundido y lo había olvidado.

 

Levantó el teléfono revisando el historial de llamadas, encontró tres llamadas perdidas de su hermana Souma y una de la casa de sus padres… ninguna de Fye.

 

 

oOoOoOoOo

 

Sintió frio y fue eso lo que le despertó. Se encontró tirado en el suelo de la cocina, su cabeza dolía terriblemente, además de que sentía las manos extrañamente pegajosas y un tanto tiesas. Con mucho cuidado se incorporó y caminó hasta el fregadero en donde lavo sus manos y luego su cara, cuando terminó se viró y vio el desastre que era su comedor….

 

—ahh— llevó las manos a su cabeza, realmente dolía. Dio un suspiro mientras se encaminaba a su habitación, apenas salía del comedor cuando se encontró con él. Kurogane recién regresaba a casa —………

 

—….. yo…… tuve una emergencia en la oficina y….— no terminó de excusarse pues Fye prácticamente lo había dejado hablando solo.

 

El rubio llegó hasta su habitación seguido de Kurogane, la verdad no se sentía de ánimos para escucharlo, simplemente no tenía ánimos para él. Entró hasta el baño, desnudándose y entrando a la ducha al instante, relajando su castigado cuerpo apenas un poco. No quería pensar en nada y no quería sentir nada más haya que aquel molesto dolor de cabeza y los músculos tensos debido a haber dormido en el suelo.

 

Cuando terminó salió de nuevo a la habitación, no había llevado toalla así que simplemente lo hizo desnudo.

 

Un poco sorprendido por aquella espontanea acción por parte del rubio, los ojos del moreno se posaron inevitablemente sobre su anatomía. Desde hacía ya bastante tiempo que aquella perfecta figura se había quedado grabada en su mente, tenía memorizado cada centímetro de aquella piel nívea, sabía perfectamente cuál era la sensación al tacto con ella, incluso conocía las partes más sensibles y erógenas de ésta, aquel cuerpo le era tan conocido como el camino que tomaba todos los días para ir al trabajo, de manera que de a poco, le llegó a parecer algo común… tenerlo todas las mañanas al lado suyo, sentir su calor cada noche, tenerlo siempre a disposición… le amaba… pero todo se volvió monótono, tan común. Y a pesar de eso ¿Cuánto tiempo hacia que no lo tocaba? ¿Cuánto había pasado desde la última vez que habían hecho el amor o tenido sexo? ¿Cuánto desde que no le veía por completo desnudo? ¿Cuánto tiempo había dejado pasar que ahora de nuevo volvía a atraerle aquella desnudes tan común? Probablemente hubiera seguido observándole pero el rubio, completamente ajeno a eso que pasaba por su cabeza, comenzó a vestirse y él mismo recordó que iba tarde para el trabajo así que se apresuró entrar a la ducha.

 

El rubio terminó de arreglarse y buscó algo entre sus ropas, luego se dedicó a esperar a que Kurogane terminara su aseo. El moreno salió ya vestido con el traje a medio poner, se notaba que estaba apresurado. Sin decir palabra alguna Fye se interpuso en su camino y con sutileza le estampo en el pecho una pequeña cajita negra, un tanto confundido Kurogane tomó en su mano aquella caja.

 

 

—Feliz cumpleaños— murmuró apenas, sin mirarle a la cara, sin ninguna emoción aparente, porque realmente no quería sentir, no quería pensar en lo ocurrido porque sabía muy bien lo que pasaría en cuanto lo hiciera. Apenas el moreno tomó su presente él salió de la habitación, sin prisa aunque tampoco con calma, escuchó que el moreno le llamaba pero no se detuvo, salió de casa y continuó andando sin rumbo fijo.

 

—Mierda— musitó, el rubio estaba molesto y con justa razón, pensaba el moreno. Abrió la cajita, dentro había una hermosa medalla con las iniciales de ambos K&F —….. Fye.

 

***

 

Fye no supo cuánto tiempo pasó caminando con la mente aparentemente en blanco, pero ahora estaba cansado y demasiado lejos de casa como para emprender el regreso, además tampoco traía su billetera o celular consigo. Lo primero que hizo fue identificar el lugar en dónde estaba, luego de otro poco caminar logró encontrar el parque central de la ciudad. No podía seguir caminando así que decidió mezclarse entre las personas en el parque y buscó asiento en alguna banca bajo la sombra de uno de los grandes árboles.

 

Un doloroso nudo se formó en su garganta, la voz de Kurogane con su amante  al otro lado del teléfono resonaba aún en su cabeza, las lágrimas escaparon aunque él no se los haya permitido e inevitablemente los sollozos llegaron también. Era muy consciente del engaño del moreno, de lo que hacía a sus espaldas e incluso sabía con quién lo hacía, y aún así escucharlo gemir de placer, engañándole sin piedad, lo había dejado destrozado… o más destrozado de lo que ya estaba.

 

De nueva cuenta no supo cuánto tiempo fue que estuvo llorando hasta que finalmente pudo tranquilizarse y luego pasó más tiempo ahí, tan sólo viendo algún punto en la nada. Llegado algún momento alguien se sentó a su lado.

 

—Disculpa pero, no pude evitar observarte desde hace rato.

 

El rubio llevó la mirada a donde esa voz, era una mujer de unos treinta y algo, de rostro redondo y facciones dulces, sus ojos le observaban transmitiéndole comprensión pero para Fye aquello fue demasiado, desvió la mirada avergonzado.

 

—No es mi intención incomodarte ni nada por el estilo, descuida, tan sólo…. bueno, fue inevitable no sentirme preocupada.

 

—……..— Fye hizo ademán de levantarse para marcharse, no es que quisiera ser grosero pero tampoco le agradaba la idea de causar lastima.

 

—¡Espera!— la mujer le tomó del brazo —Tan sólo quiero darte algo— se apresuró a buscar dentro de su bolso, entonces sacó una hoja, una especie de tríptico que terminó por ofrecer al rubio.

 

Un poco extrañado tomó aquel folleto; “Grupo de ayuda para la depresión”, aquello no hizo más que hacerle sentir peor.

 

—A primera instancia no parece algo aceptable, pero te aseguro que realmente podrán ayudarte.

 

—No necesito de esto— soltó un tanto molesto e intentó regresarle el dichoso folleto.

 

—Lo más difícil es aceptar que necesitamos ayuda, yo lo entiendo, pase por ello, por eso, por favor no lo tires y consérvalo, si alguna vez lo necesitas, acude allí— entonces la mujer se levantó y se fue.

 

El rubio estrujó la hoja y estuvo a punto de botarla, sin embargo una parte dentro de él se negó a hacerlo, ¿Qué tan lastimero debía lucir como para que una extraña viniera a recomendarle ayuda? Volvió la vista a la hoja, no decía demasiado, en resumen aquel era un grupo de ayuda para las personas con depresión, no comprendía de qué iba la cosa pero de algo estaba seguro: él no necesitaba de ese folleto, no llamaría a los números que ahí había para pedir informes y por sobre todo nunca terminaría acudiendo a ese lugar.

 

Dobló la hoja y la guardó en sus bolsillos traseros, era hora de volver a casa.

 

Era tarde cuando llegó al fin, aunque no demasiado. Moría de hambre y la cabeza aún le dolía demasiado, probablemente su aspecto era deplorable luego de haber llorado por tanto tiempo, incluso en cada parpadeo que daba podía sentir como le ardían los ojos. Suspiró con pesar, planeando que comería un poco y luego se iría a la cama para dormir un poco o lo que le restara del día.

 

—¿Dónde estabas?— preguntó Kurogane molesto desde la sala con la vista fija en varios documentos, al parecer se había instalado ahí mismo en la sala para trabajar.

 

—¿Qué haces aquí?— Fye preguntó extrañado, para esas horas el moreno debía continuar en la oficina.

 

—¿En dónde estabas? — preguntó una vez más sin voltear a verle.

 

—Salí a caminar un poco— murmuró —pero ¿qué haces tú…?

 

—Esta mañana Souma fue a buscarme a la oficina— fue entonces que dejó los documentos para posar una mirada molesta en el rubio, notó al instante los ojos hinchados en el otro pero lo pasó de largo, cegado por otras ideas en su cabeza que le revoloteaban como si de avispas se trataran —¿¡Cómo te atreviste a correr a mis padres de la casa!?

 

—…………….— Souma ¿por qué no le sorprendía? Tomó aire, realmente no se sentía capaz para enfrascarse en aquel asunto, ni en ningún otro en realidad —Sí, lo hice.

 

—¡Pues no debiste! Ahora mismo vamos a ir a verlos y les vas a pedir una disculpa— dijo con firmeza mientras se acercaba al rubio para tomarlo del brazo y jalarlo con él hacia la salida.

 

—¿Qué? Espera ¡No!— se detuvo —¡No voy a hacer eso! De ninguna manera pienso disculparme— dijo intentando zafarse ocasionando que el moreno lo tomara con más fuerza.

 

—Vamos a ir a su casa y te vas a disculpar— repitió retomando el camino a la salida, forzando a Fye a seguirlo.

 

—No, suéltame, me haces daño— decía intentando zafarse de aquel bruto agarre, no pudo soportarlo más y su ira colapsó, con brusquedad logró liberarse —¡No puedes obligarme!

 

—¡Y tú no puedes invitarlos a la casa para luego hacerles una grosería!— respondió el moreno dejándose guiar también por la ira, los dos se miraron con la furia asomando en sus ojos y desde ese mismo instante debieron haber previsto que aquello no terminaría nada bien, pero no lo hicieron.  

 

—¿¡Ahora resulta que ellos son las victimas!? ¡Para empezar no debieron de venir a tratarme como basura a mi propia casa!

 

—Te recuerdo que esta también es mi casa y por ende mis padres y mi familia son bienvenidos aquí.

 

—¿Incluso cuando sólo vengan a insultarme?— dijo con los ojos brillando con amenaza de llanto.

 

—…………….

 

—Yo nunca le he agradado a tu padre ni a tu hermana y no pierden una sola oportunidad para hacerme sentir menos.

 

—¿Y eso te da derecho a humillarlos y tratarlos como lo hiciste?

                                                                                  

—Pero yo no…— tomó en cuenta por primera vez que Souma bien pudo haber distorsionado, poco o mucho, el cómo fue que sucedieron las cosas —ya basta, no quiero seguir con esto. No me voy a disculpar con alguien que no lo merece— dijo fríamente dando la vuelta pero el moreno le tomó del brazo una vez más, girándole con brusquedad.

 

—¡Ya dije que vamos a ir y te vas a disculpar con ellos!

 

—¡No! ¡No lo voy a hacer! ¡No me voy a disculpar con tu estúpida hermana ni con tu estúpido padre!— gritó molesto, casi al instante después de ello todas sus emociones se habían ido por la borda, sintió el dolor en su mejilla acompañado por el ardor que llegó poco después, aquella bofetada lo había tomado tan desprevenido que por poco le hace perder el equilibrio, estaba tan sorprendido que su mente quedo en blanco. Su mirada fue en busca de la del moreno. Nunca alguno de los dos había llegado a los golpes de ningún tipo, por ningún motivo, era algo impensable el que sucediera, pero ahora Kurogane se había atrevido a pegarle y sin embargo en su rostro no encontró culpa ni arrepentimiento alguno.

 

—No te voy a permitir que te expreses de esa manera de mi familia— soltó el moreno, dolido.

 

—……………..

 

Kurogane buscó algo entre sus bolsillos y sin ceremonia alguna lo arrojó a los pies de Fye para luego regresar a la sala y recoger de prisa sus documentos para irse de la casa.

 

—¿A dónde vas?— preguntó el rubio pero sólo obtuvo un portazo como respuesta, con movimientos lentos se inclinó a tomar el dije con las iniciales de ambos que había mandado a hacer especialmente para el cumpleaños de Kurogane.

 

Las lágrimas se acumularon de nuevo en sus ya adoloridos ojos.

 

 

oOoOoOoOoOo

 

 

No tenía ánimos ni ganas de levantarse, desde  hacía ya una semana que no las tenía, era ya una semana desde que Kurogane se había ido molesto de la casa y desde entonces no había regresado. Para ese punto Fye le extrañaba a mares y le mataba pensar en dónde se estaría quedando Kurogane, seguramente con Noa… su amante. No podía soportar aquello por más tiempo.

 

Con decisión se puso de pie y fue a darse un baño, se arregló y se dispuso a salir. Tomó un taxi y le indicó la dirección a la que menos le hubiera gustado ir.

 

—Hm ¿Te estás disculpando conmigo?— preguntó el padre de Kurogane con incredulidad y un tono de burla evidente.

 

Fye tomó y liberó aire antes de poder responder —Así es. Lo lamento— repitió, sintiendo claramente como con aquellas palabras se estaba traicionando así mismo… pero estaba dispuesto a hacerlo.

 

—Pero no lo sientes realmente— afirmó.

 

—Eso sería imposible— respondió con sinceridad.

 

—Y aun así estás aquí “disculpándote” — dijo sonriendo con superioridad —¿Por qué?

 

—Por su hijo, sólo por él. Ahora, debó ir a disculparme con la única persona que en verdad lo merece—  Dicho esto salió de la oficina de su suegro para ir por los pasecillos de aquella lujosa casa en busca de la madre de Kurogane.

 

Disculparse con ella no le presentó problema alguno, con ella realmente se sentía avergonzado por su comportamiento y sus disculpas fueron cien por ciento sinceras. La mujer se mostró compresiva con él y le facilitó muchísimo las cosas. Con Souma no estaba dispuesto a disculparse por ningún motivo así que luego de hablar con su suegra se marchó con destinó al trabajo de Kurogane.

 

—Señor Fye, que gusto verlo— Saludó de manera amable la secretaria de su esposo.

 

—Nozomi, igual es un gusto— dijo intentando sonreír aunque fuese un poco, no lo logró, se sentía demasiado nervioso y ansioso como para lograrlo —¿Puedes decirle a Kurogane que estoy aquí, por favor?

 

—Por supuesto, en seguida vuelvo— la mujer se puso de pie y se dirigió a la oficina del moreno.

 

Fye tomó todo el aire que pudo, sabía que aquello no sería sencillo y la seguridad en sí mismo parecía un fantasma que se lamentaba quedito en algún rincón bastante escondido dentro suyo, pero nada más, odiaba aquel sentir pero no daría marcha atrás, estaba decidido a llevar a Kurogane de regreso a casa, el lugar donde debería de estar. Observó a Nozomi salir de la oficina, su expresión se mostraba contrariada, se notaba lo mucho que deseaba no ser ella quien le comunicara lo que el moreno había respondido a su petición de verle.

 

—Ahora tiene mucho trabajo y no puede atenderle— dijo dándole una mirada de disculpa ¿Por qué se disculpaba? pensó Fye, después de todo no era su culpa que su esposo se negase a verlo.

 

—…. Dile que no importa, que esperare aquí hasta que se desocupe— dijo y se dirigió a los sillones que había en el centro, se sentó ignorando las miradas sobre él y la manera en que seguramente hablarían de aquello: “¿Por qué el esposo del jefe estaba ahí en la oficina esperando para poder hablar con su esposo como una persona cualquiera?”.

 

Los minutos comenzaron a transcurrir, lenta y largamente para el desprecio del rubio, una hora transcurrió y de forma torturante se convirtió en dos, moría de aburrimiento pero mostraba un semblante tranquilo y paciente a pesar de todo.

 

—Señor Tatsuya— le llamó Noa con sorpresa, Fye sintió como si un balde de agua fría le callera sobre la espalda.

 

—……………— levantó la mirada hacia él. Verlo fue doloroso de varias maneras; el pelinegro estaba tan jovial y alegre, su piel y ojos parecían irradiar una especie de luz propia que le hacía lucir despiadadamente atractivo.

                                                                                         

—¿Qué hace aquí? ¿Quiere que le avise a su esposo que está aquí? — preguntó amablemente, sonriéndole sin ningún esfuerzo, provocando en Fye auténticas ganas de vomitar.

 

Viéndole de aquella manera, tan amable con él, le parecía difícil pensar que se trataba del amante de Kurogane, aquel que había respondido el celular del moreno y que le había hecho escuchar la manera en que su esposo tenía sexo con otro.

 

—… N-no— su voz sonó tan débil que tuvo que volver a repetirlo —voy a esperar hasta que Kurogane este desocupado.

 

—Ya veo. ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Un café? ¿Agua?

 

—Estoy bien, gracias— murmuró, no se sentía capaz de seguir con aquello, tener una charla con la persona que le estaba destrozando la vida, como si nada, de la manera más casual posible…. sus ojos se humedecieron.

 

—¡Noa!— llamó bruscamente Nozomi —El señor Tatsuya está esperando su encargo.

 

—¡Es verdad! bueno, tengo que irme— dijo alejándose con algunas bolsas en las manos, entrando en la oficina del moreno sin tocar siquiera, porque él tenía acceso libre a lo que Fye no podía cruzar.

 

El rubio apretó las manos sintiéndose molesto y herido por este hecho, se puso de pie y se dirigió a los sanitarios, mojó su rostro dejando que sus lágrimas se enjuagaran con el agua, si no lo amara tanto como lo hacía entonces, seguramente, jamás se lo perdonaría… pero lo amaba demasiado ¡mierda! estaba estúpida y jodidamente enamorado… y como dolía aquello.

 

Observó su reflejo en el espejo, estaba hecho un completo desastre, y no se refería precisamente a su aspecto físico.

 

Prácticamente se forzó a sí mismo para volver a tomar asiento en la sala de espera de la oficina en vez de salir huyendo de ahí.

 

—Mire, tome esto. Es un té— Nozomi le sonrió amablemente y se alejó de vuelta a su lugar en su escritorio. El rubio observó la tasa en sus manos antes de comenzar a tomarlo.

 

Otras tres horas transcurrieron, todos cumpliendo con su función en ese lugar, con él pareciendo una especie de planta, fijo en el mismo lugar, sin poder hacer nada más que observar… estaba dispuesto a marcharse cuando Nozomi volvió a acercarse a él y le informó que Kurogane lo recibiría. Apenas escuchó esto se apresuró a entrar en su oficina.

 

Sus ojos se encontraron luego de aquella eternidad que le había parecido esa semana sin él. Casi con timidez se acercó hasta los asientos frente al escritorio del moreno, la mirada seria que le daba Kurogane no le ayudaba demasiado.

 

—Yo…— Comenzó y calló al instante, golpeado por la certeza de que no sabía qué decir, las palabras se deshacían en su lengua y su mente no era nada más que una hoja en blanco.

 

—¿Qué es lo que quieres?— preguntó notablemente irritado por la manera en que el rubio parecía hacerle perder el tiempo, pidiendo hablar con él y esperando por horas para finalmente no decirle nada.

 

—Yo…— sus labios se apretaron, cerrándose e impidiéndole hablar. 

 

 —¿A qué se supone que estás jugando?

 

—¡Yo no….! yo… lo lamento.

 

—………— Kurogane alzó una ceja, no comprendiendo exactamente por qué se estaba disculpando Fye, es decir “lamento no estar diciendo nada”, “lamento estar aquí”, “lamento haber insistido tanto en hablar contigo sin tener una razón para hacerlo” o simplemente “lamento hacerte perder el tiempo”.

 

—Lo que dije el otro día, lo lamento…. realmente lo siento— dijo sin ser capaz de verlo a los ojos —Ya me eh disculpado con tu familia así que…

 

—….

 

—Así que… por favor— suplicó —por favor regresa a la casa… vuelve.

 

—¿Crees que una disculpa puede solucionarlo todo? Las cosas no funcionan de esa manera, Fye.

 

—……………— Sus ojos se humedecieron, miró al moreno completamente desesperado —¿Qué quieres entonces? Dímelo… dímelo y lo hare, pero deja de hacer esto… ya para— dos rebeldes lágrimas descendieron con dolorosa calma por la piel blanca de sus mejillas —Regresa.

 

—No lo sé, ni siquiera estoy seguro de que lo entiendas, ellos son mi familia y no puedo ni quiero cambiar eso.

 

—No te dije aquello porque realmente lo pensara, estaba muy molesto por lo de la fiesta, fui impulsivo y lo lamento de verdad— se apresuró a explicarse —No volverá a pasar, te lo aseguro.

 

—Tengo que pensarlo— dijo, realmente lucía contrariado —Por el momento, creo que deberías irte ya, tengo mucho por hacer.

 

Un tanto más destrozado de lo que había llegado se puso de pie, aquello de “tengo que pensarlo” lo había llenado de un miedo atroz ¿Sería acaso el final? ¿No era esa pelea la excusa perfecta para que Kurogane lo dejase? Acaso ¿Kurogane quería separarse de él? Claramente sintió una estocada en el pecho. A pasos de llegar a la puerta un mareo le hizo detenerse de súbito, cerró los ojos y al abrirlos de nuevo todo pareció tornarse borroso, sus miembros le parecieron de pronto muy pesados o quizá era que él no sentía fuerzas, intentó continuar pero tambaleó evidentemente y por poco termina en el suelo.

 

—¿Qué se supone que haces ahora?— preguntó el moreno con rudeza.

 

—N-no me siento… no me siento bien— murmuró apenas pudiendo, había comenzado a sudar de pronto.

 

—¿Puedes dejar de hacer eso?— dijo con exasperación —Intentas primero con disculpas, excusas, llanto y como eso no te funcionó ¿Ahora usas chantaje?— preguntó con indignación.

 

—No, yo no…— No pudo continuar hablando, sus pocas fuerzas no le dieron para ello, apenas si podía mantenerse en pie.

 

—No estás ayudándonos en nada con esto, Fye. Vete ya.

 

No quería que  pensara que estaba intentando chantajearle, realmente quería arreglar las cosas y que el moreno regresará a la casa, pero como había dicho Kurogane, aquello no estaba ayudándoles a ninguno de los dos en nada, claro que, tampoco es como si fuese su culpa. Intentó respirar hondo y se forzó a llegar hasta la puerta, por poco termina estampándose con ésta cuando sus piernas parecieron dejar de responderle pero afortunadamente logró sostenerse de ella. Escuchó al moreno bufar con molestia, lo que pareció a apresurarle a salir de la oficina. Todo a su alrededor pareció distorsionarse en no más que borrosas manchas, con andares torpes intentó llegar al elevador, un nuevo mareo le atacó y se detuvo cerrando los ojos, esperando a sentirse mejor, cuando pareció sentir un poco más de fuerza intentó dar unos cuantos pasos más y fue entonces que todo se desvaneció.

 

 

Realmente se sentía muy molesto con el rubio por aquel intento de chantaje, revisaba algunos documentos cuando la conmoción afuera de su oficina llamó su atención, cerró los ojos con exasperación, no le fue difícil imaginar lo que estaba pasando, ni quién era el responsable. ¿¡Hasta dónde pensaba llegar Fye!?

 

Se puso de pie y salió a donde todo el alboroto, su molestia paso a plano inexistente cuando quedo horrorizado con la escena. Noa reposaba en su regazo la cabeza de su esposo mientras Nozomi intentaba hacerlo reaccionar sin ningún resultado, algunos de los empleados ahí presentes observaban con preocupación, guardando distancia para no entorpecer las cosas. Fye se veía notablemente pálido y el sudor en su rostro le daba un aspecto terriblemente alarmante.

 

Se apresuró a tomar al rubio entre sus brazos y corrió hacia el ascensor, Noa apenas si alcanzó a entrar tras él. Bajaron directamente hasta el estacionamiento, subiendo en el auto del moreno y dirigiéndose de prisa al hospital más cercano.

 

***

 

Cuando volvió en sí lo primero que sintió fue el dolor de la aguja clavada en su muñeca administrándole suero. Miró la habitación encontrándose solo, genial, pensó molesto consigo mismo, seguramente ahora Kurogane creería que había hecho todo a modo de chantaje, con pesar cubrió su rostro con las manos, sin duda las cosas se complicarían debido a eso. La puerta de la habitación se abrió, el medico seguramente, pero no se sentía de ánimos para nada, tan sólo de echarse a llorar quizá.

 

—¿Cómo te sientes?

 

—¿¡……!?— Ahora menos apartaría las manos del rostro —Lo siento, yo realmente no eh podido evitarlo y…

 

—Lo lamento.

 

—¿Eh?— ¿Kurogane se estaba disculpando con él?

 

—Hey— Sus manos se dirigieron a las ajenas, apartándolas con cuidado para encontrarse con el rostro del rubio y sus ojos azules—Lo lamento.

 

—… Kuro— Susurró sorprendido.

 

—Tu presión descendió y el que al parecer no hayas comido nada en todo el día lo complico todo… lo siento, por no haberte creído.

 

—………….— Desvió la mirada sin poder ser capaz de sostener la del moreno por más tiempo.

 

—Siento haberte tratado como lo hice, fui un verdadero estúpido.

 

—……….

 

—Y lamento haberme ido de la casa de esa manera.

 

—………….— el rostro de Fye pareció iluminarse entonces, volvió su vista a Kurogane —¿E-eso quiere decir que… volverás a casa?— preguntó esperanzado y temeroso por igual.

 

—Un vez que termines el suero te darán de alta y podremos volver juntos a casa, sí.

 

—…………— Sonrió, sus ojos brillaron en felicidad y se lanzó a abrasarle con fuerza —Gracias, gracias, gracias.

 

Un tanto sorprendido tardo en corresponder el abrazo, el cuerpo del rubio le pareció más delgado pero no le dio mucha importancia a ese detalle, su mirada se perdió en algún punto en específico sintiéndose miserable, la culpa estaba presente, había estado acompañándole desde la primera vez en que esas mismas manos y brazos con los que estrechaba al rubio estrecharon a otro cuerpo, disfrutando y bebiendo otros labios que no eran los de su esposo, pero la culpa tenía un terrible defecto, nunca llegaba a tiempo, siempre atenazaba justo después cuando ya era demasiado tarde y se iba en los momentos menos oportunos.

 

Notas finales:

Si algo no quedo muy claro o no se entendió no duden en preguntar con toda confianza. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).