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Me dedique a perderte por Haku1008

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Capítulo 3

 

Despertó alarmado y asustado, las fuertes manos de Kurogane aún se aferraban a sus delgados brazos luego de que le moviera bruscamente para lograr arrancarlo del mundo de la inconciencia.

 

—¿Q-qué sucede?

 

—Eso debería preguntarlo yo— respondió Kurogane mientras lo soltaba —son las 02:00 de la tarde y sigues en la cama— le recriminó con molestia.

 

—¿Las 02:00? ¿Tú qué haces aquí?

 

—Esta mañana contrate a alguien para que reemplazara el espejo, le di la dirección para que viniera. El hombre ya ha venido a la casa dos veces tocando insistentemente sin obtener respuesta.

 

—L-lo siento

 

—Me ha llamado y eh tenido que salir del trabajo para venir a abrirle la puerta yo mismo.

 

Fye bajó la mirada completamente avergonzado, sabía lo mucho que molestaba al moreno el salir en horas de trabajo —Realmente lo lamento.

 

Kurogane no respondió nada, simplemente se limitó a salir del cuarto en busca del hombre que había contratado y al que había dejado esperando en la sala. Fye se apresuró a levantarse para ir tras él, una dolorosa e incómoda sensación de ardor en su mano llamó su atención, debía tratarse de la herida pero no le dio importancia.

 

El hombre tomó las medidas para el nuevo espejo y aseguró que volvería más tarde con el reemplazo. Un incómodo silencio se hizo entre ambos esposos apenas quedaron solos ¿En qué triste momento se habían vuelto tan desconocidos?

 

—Déjame ver qué es eso— pidió Kurogane tomando la mano vendada de Fye, entorno a la zona herida, por encima de la venda, se había hecho un tono amarillezco y desagradable. Con cuidado fue quitando los vendajes aunque el rubio quiso negarse e intentar apartarse.

 

Lo que el moreno encontró sorprendió al mismo Fye. La herida tenía un aspecto aún más terrible que cuando la había vendado y la piel alrededor tenía una coloración bastante fuera de lo normal, dándole un aspecto bastante asqueroso y alarmante.

 

—Mierda, se ha infectado ¡Rápido, hay que ir al médico!

 

—…………— Bastante sorprendido el rubio simplemente accedió —me cambiare de ropa— dijo apresuradamente al recordar que aún llevaba puesto el pijama y corrió a cambiarse.

 

—¿Cómo te hiciste eso?— preguntó Kurogane una vez que ambos estuvieron en el auto y conducía rumbo a algún médico cercano.

 

—¿Eh? Fue… cuando limpiaba los rastros del espejo que rompí por accidente, fui algo torpe y…

 

—¿¡Qué!? De eso tiene bastantes días. Dime que al menos desinfectaste la herida.

 

—Al parecer no lo hice apropiadamente— murmuró quedito, no era un niño, sabía perfectamente lo que debió de haber hecho y que aun así no hizo, realmente no podía sentirse más estúpido.

 

—Evidentemente no, tiene un aspecto alarmante.

 

—………..

 

—¿Te duele?

 

—¿eh? ah, n-no… no mucho— mintió.

 

—Mierda ¿Qué sucede contigo?

 

Ante la pregunta Fye llevó su mirada hacia Kurogane, sus oídos no lo habían traicionado, realmente había podido identificar una nota de preocupación en la voz del moreno… Aún le importaba a Kurogane ¡Aún le importaba! el simple hecho de sentir que aún era apreciado por su esposo le trajo una cálida alegría que parecía brincarle salvajemente en el pecho, tuvo la sensación de que de un momento a otro lloraría de pura y sincera felicidad pero se contuvo lo mejor que pudo.

 

 

 

 

 

El médico que atendió al rubio le dio una tremenda reprimenda, la infección había alcanzado niveles casi peligrosos pero, afortunadamente, aún nada que no pudiera revertirse. La herida de Fye fue tratada debidamente y además tuvieron que inyectarle alguna dosis de algo que combatiría la infección que se había generado tras la nula atención del rubio hacia semejante herida que le atravesaba de tajo por toda la palma de la mano.

 

—La próxima vez no tomes algo así tan a la ligera— le dijo el moreno sin llegar a sonar como un regaño, suficiente había tenido Fye con los que el médico le había dado ya.

 

—Sí, no lo hare— dijo con más animo en la voz —K-Kuro

 

—¿Qué?

 

—Muchas gracias.

 

—¿Por qué agradeces?

 

—Por traerme, por preocuparte… por estar aquí… muchas gracias.

 

—… Es completamente normal que me preocupe por ti— dijo sin mirarle.

 

—Aun así, gracias— entonces le regaló una sincera y hermosa sonrisa, sus esperanzas volvían a la vida con esa muestra de interés de parte del moreno, no se rendiría sin pelear, lucharía por lo que es suyo, sí, iba a recuperar a su esposo por mucho que el camino fuese largo y difícil, lucharía hasta el final.

 

El teléfono del moreno comenzó a sonar y él se apresuró a sacarlo del bolsillo para contestar.  

—Es de la oficina

 

—¡Espera! No contestes— pidió Fye.

 

—¿De qué hablas? Salí supuestamente sólo por unos cuantos minutos, eh tardado demasiado y los deberes deben haberse acumulado.

 

—Pero…

 

—… Diga— respondió el teléfono —…. para ello te deje a cargo… me retrase, mi esposo tuvo un accidente, nada grave, pero tuve que traerlo al médico.

 

En algún momento dado el moreno se alejó del rubio, no fue por mucho tiempo, habló algunas cosas que Fye no logró escuchar y luego colgó.

 

—Vamos, te llevare a casa, tengo que regresar al trabajo— dice sin mirarle, anticipando sus pasos de regreso al auto.

 

—……..— Todo el ánimo recién recobrado casi pareció desvanecerse de sus ojos, casi, sonrió levemente y apresuró a alcanzar a su esposo —¿En verdad tienes que regresar tan pronto? 

 

—Es obvio, ni siquiera debí de haber salido de la oficina para empezar.

 

—Pero es casi la hora de la comida. Podemos ir a comer juntos.

 

—¿Qué?

 

—Tú y yo. Después regresas al trabajo— dijo bajando la mirada, jugando con su ropa y sus manos, nervioso ante el posible rechazo.

 

—No puedo.

 

Ante sus palabras directas y frías sintió que iba a soltarse a llorar, sin embargo el ruido que soltó su estómago pareció adelantarse a todo, el rugido fue tan evidente que se sintió avergonzado, ahora que lo recordaba llevaba días sin comer. Intentó entonces fingir que no había ocurrido aquello, pero como burlándose o revelándose mejor dicho, su estómago volvió a protestar por alimento ahora con más fuerza. Su rostro enrojeció.  

 

—Yo….

 

—¿¡Hace cuanto que no comes!?— soltó el moreno sorprendido, avergonzado, sin querer, un tanto más al pobre rubio —¿A dónde quieres ir a comer?

 

—¿¡eh!?— Le miró sorprendido, luego su rostro se ilumino de encantadora manera.

 

 

Terminaron yendo a un restaurante del centro, hacía tanto tiempo que no salían a comer juntos que Fye estaba muy emocionado. Ordenaron su comida y mientras esperaban a que sus órdenes llegaran un silencio incomodo comenzó a llenar el ambiente, por lo que el rubio se apresuró a romperlo con lo primero que vino a su mente.

 

—¿Quién llamó hace un rato? ¿Era Noa?

 

—Sí, era él— respondió el moreno con aparente indiferencia, Fye se sorprende de la facilidad con la que lo ha hecho, sin una pizca de nerviosismo, sin rastro alguno de culpabilidad.

 

—Ya veo— murmura sin saber qué otra cosa decir al respecto… —Oh, es verdad, se acerca la fecha de tu cumpleaños.

 

—Es verdad— dice sin emoción alguna.

 

—¿Cómo te gustaría celebrarlo ^^?

 

—No soy muy fanático de ello, lo sabes.

 

—¿“fanático”? ¡Es tu cumpleaños! Hagamos algo especial ^^ tal vez un viaje

 

 —Tengo mucho trabajo, me es imposible viajar.

 

—Entonces otra cosa, mmm ¿Qué tal una cena? o quizá….— se interrumpe cuando sus órdenes llegan, agradecen al mesero y a al rubio le es imposible resistirse por más tiempo así que empieza a comer de inmediato, prácticamente devorando la comida.

 

Kurogane le observa un poco sorprendido, pareciera que el rubio haya tenido mucho tiempo sin probar bocado, una parte de él tiene el deseo de preguntarle si se ha estado cuidando debidamente, pero otra parte también suya, le dice que el rubio tendría que haberlo estado haciendo y es precisamente esa parte quién gana, así que deja el tema de su esposo y se dispone a comer cuando su celular comienza a vibrar.

 

Es un mensaje proveniente de Noa. Lo lee y contesta, cuando levanta la mirada del móvil nota que los ojos del rubio están posados en él.

 

—Avise a la oficina que llegaría tarde— explica ¿o en realidad se justifica?, para el rubio resultan ser lo mismo.

 

—…. Sí.       

 

Cuando la comida ha terminado (luego de que Fye repitiera porción como tres veces) Kurogane lo deja en casa y él regresa a la oficina, lo hacen justo a tiempo pues el señor que reemplazaría el espejo aparece con el repuesto.

 

—Muchas gracias— Fye despide al hombre y vuelve a quedar solo en casa. Suspira. Sin duda una ardua batalla lo esperaba.

 

 

 

 

***

 

08:42pm. Se despide de su secretaria y baja hasta el estacionamiento, hacía ya mucho que la mayoría de los empleados se habían retirado de sus respectivas jornadas laborales, incluido Noa. Al salir con el auto se despide del vigilante y toma camino rumbo a casa… o al menos es  lo que pareciera. Se detiene frente a una pequeña cafetería, de ella sale Noa quien se apresura a subir al auto y lo saluda con un beso en los labios.

 

—Tardaste— le reclama el menor con un puchero.

 

—Lo siento, tuve que terminar unas cosas de último minuto. Pero ya estoy aquí.

 

—No puedo esperar, eh aguantado todo el día, no sabes cuánto te eh anhelado.

 

Sus bocas se unen en un beso más apasionado y largo que el anterior, al terminar ambos sonríen y el moreno vuelve a ponerse en marcha, su destino: el departamento de Noa. 

 

                                      


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