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Back in Black por Liesel Meninger

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Capítulo XIII: Una palabra no tan problemática.


En la mansión Osborn era poco probable que los interrumpieran y, al no ser su cama tan pequeña como la de Peter, tendrían mayor comodidad. Pero, a pesar de que ir hasta esta había sido su plan inicial, ni si quiera su propio cuerpo parecía querer esperar. Habían logrado llegar, entre tropezones y besos, hasta la habitación de Peter, guiados por la urgencia que sus cuerpos expedían. Sin embargo, inmediatamente cruzaron la puerta de la habitación, se instauró un silencio, incomodo, entre ambos.


El primero en romper la distancia entre ellos fue Peter. Abrazándolo por la cintura, y fundiéndolos nuevamente en un beso. El contacto se intensificó paulatinamente, siguiendo el ritmo de los pasos que daban hacia la cama. Cuando las piernas de Harry tropezaron con esta, los dedos de Peter se colaron debajo de su camisa, subiéndola lentamente mientras acariciaba la piel que estaba a su alcance.


—Espera... —trataba de hablar entre cada pequeña bocada de aire que los labios, impacientes, de Peter le permitían tomar—... necesito ducharme


—Claramente lo habías hecho antes de venir acá —lo besó nuevamente, intentando arrastrarlo nuevamente a la nubla de placer en que antes estaba inmerso. Pero, después de intentar vanamente que lo soltara, Harry se alejó lo más que los brazos de Peter se lo permitieron, interrumpiendo sus besos.


—Si... pero no para esto —dijo esto último en un tono más bajo; aún no se acostumbrada a que lo harían de esa forma—. Es... diferente —aclaró su garganta pero, a pesar de esto, su voz salió en un pequeño susurro —, no me prepare para esto


—Pero... —intentó replicar. Su propio cuerpo se rehusaba a romper el contacto que mantenía junto a sus labios sobre el cuerpo contrario.


—Si deseas... que lo hagamos, permíteme ducharme


La mirada de Harry fue tan firme, que los dedos de Peter se deslizaron, en contra de su voluntad, soltándolo. Tomó una toalla y, dejando a su pareja en la habitación, se dirigió hacia el baño, apretando contra su pecho aquella porción de tela. A pesar de haberlo deseado por muchos años, jamás se había imaginado hacerlo de esa forma; nunca había deseado ocupar aquella posición que, aunque aceptaba, también aborrecía de cierta forma.


En ese momento se convenció completamente de que realmente tendrían relaciones sexuales, y que Johnny había tenido razón sobre la posición que ocuparía. Estaba seguro de que, si se enteraba, no dejaría de recordárselo.


Se detuvo frente a la puerta del baño, tentado a regresar a la habitación y negarse. Hacerlo de esa forma, más que pavor por el dolor, le provocaba vergüenza. Sería aceptar finalmente que su padre tenía razón. Apretó la tela entre sus manos y, sin pensarlo, se giró, dirigiéndose, nuevamente, a la habitación.


Sin embargo, a mitad del pasillo, se detuvo. Al pensar en su padre, estaba tentado a negarse, pero era algo que llevaba deseando desde que sus apetitos sexuales habían despertado. Sin importar la posición que ocupara, o la mella que las palabras de su padre aún provocaran sobre su ego, finalmente estaría físicamente con Peter, y eso realmente era lo único que importaba. Ya no rehuiría a sus deseos para satisfacer al falso ego que su padre había moldeado. Decidido, retornó nuevamente la marcha hacia el baño, tratando de ignorar los agitados latidos que golpeaban en su pecho.


Pasados algunos minutos y, después de realizar el acto más vergonzoso que había hecho en su corta vida, volvió a la habitación, a paso lento, siendo únicamente cubierto, de la cintura para abajo, con una toalla. Cuando ingresó nuevamente a la habitación, Peter se encontraba sentado en la cama, jugando nerviosamente con sus dedos, por lo cual se percató de que se había quitado los lanzadores de sus muñecas, pero su mirada era de impaciencia.


Al notar su presencia y, después de observarse mutuamente por algunos segundos, Peter se levantó, acercándose a él, sin dejar de observarlo a los ojos. Le gustaba mucho mirar los ojos de Harry. Le agradaba saber que el deseo que sentía en ese momento era mutuo, al igual que el miedo y la vergüenza que sentía. Con manos temblorosas, lo tomó por la cintura, rozando levemente la piel que no cubría la toalla, acercándolo hacia él. Posó una mano en la mejilla contraria, logrando que Harry suspirara ante dicha caricia, cerrando levemente sus parpados. Y, sin pensarlo, lo besó, dándole una suave caricia en cada mejilla, retardando el momento en que sus labios se rozarían nuevamente.


Harry cerró los ojos, aferrándose a la tela de la camisa del contrario, como resultado de la ansiedad y deseo que ese acto le generaba. Cada movimiento era, para su gusto, muy lento, quemante y asfixiante. Cada una de las zonas que él le besaba, parecían consumirse lentamente por una sensación de calor abrazador. Apretó más fuerte la tela entre sus dedos, dejando escapar un suave gemido, que fue acompañado por muchos más hasta que finalmente los labios de Peter los acallaron, robándole de forma inclemente el aliento.


Mientras Peter le besaba, colocó sus manos por debajo de la camisa, sintiendo el perfecto contraste que provocaba la ardiente piel del mencionado con sus frías manos. Los besos y caricias aumentaban en intensidad, al igual que aquel fuego que parecía estar incrementando paulatinamente en sus entrañas, como resultado de cada pequeño roce y caricia. Sintió un pequeño escalofrió recorrer el cuerpo de Peter, erizando la piel bajo su tacto. Peter se separó, ayudándole a retirarle la camisa, dejando al descubierto un torso fuerte, casi lampiño como el suyo.


Volvieron a besarse, como si el aire que se les escapaba en cada contacto no importara, como si su vida dependiera realmente de cada roce en que sus labios se encontraban. Sin dejar de besarse, y acariciándole la espalda hasta llegar al inicio de la toalla, intensificó el contacto de sus pieles desnudas, provocando que Harry se aferrara a su espalda. Lo condujo hacia la pequeña cama, donde ambos cayeron sin romper verdaderamente el contacto que los unía en ese momento, intensificando los pequeños jadeos que ya empezaban a hacerse presentes.


Harry cerró los ojos, reprimiendo un gemido, cuando Peter se pegó más a su cuerpo hasta frotar sus empalmes, que solo eran separadas por la delgada tela que aún recubría la parte baja de sus cuerpos. Se relajó momentáneamente, tratando de captar el aire que parecía haber perdido. Las manos de Peter empezaron a subir por sus piernas, colándose lentamente por debajo de la tela, deteniéndose justo en la parte donde estas se unían con su pelvis, aumentó la fuerza de su agarre, y lo levantó sin ninguna dificultad, logrando que la fricción de sus cuerpos aumentara de forma proporcional a la descarga de placer que en ese momento los invadía. Logrando con ello que, esta vez, el gemido producto de aquella acción resonaran en la habitación, debido a que su boca no estaba sobre la contraria para acallarlo. Tomó los cabellos castaños entre sus dedos, deteniendo momentáneamente las caricias y mordidas que le daba sin clemencia y pasión sobre su frágil piel. Intentando llamar su atención, pero al no conseguirlo, trató de hablarle, sin llegar hacerlo por el temblor que nacía en sus piernas y se expandía por el resto de su cuerpo.


Jaló levemente el cabello de Peter, tratando de comunicarse silenciosamente con este, cuando sus ojos se encontraron. Sus orbes parecieron brillar cuando comprendió aquella orden silenciosa. Volvió a besarlo, sin importarle retirar los dedos que aún aprisionaban su cabello, levantando levemente su cuerpo hasta poder despojar a Harry de la tela que lo cubría, para posteriormente, desabrochar, impacientemente, el botón del pantalón que se fue cayendo, cubriendo solo la parte inferior de sus piernas hasta desaparecer completamente y perderse, al igual que las demás prendas, en el piso de la habitación. Cuando finalmente al alcanzó nuevamente su boca, lo besó, como si quisiera arrancarle hasta el último suspiro, tirando suavemente de los labios contrarios.


—Peter... —le acarició la mejilla, notando que estaba caliente, como muestra infalible del rubor que las cubría; de la misma forma que, en ese momento, se encontraban las propias.


Se unieron nuevamente en un beso, húmedo e intenso, que migró lentamente por su barbilla, bajando por su cuello, hasta llegar a su pecho. Cuando sintiendo el aliento de Peter rozar esa área, tiró su cabeza hacia abajo, apretándola contra su pecho, tratando de aumentar el leve contacto. Y su piel lentamente se erizó, como resultado evidente de las caricias que le daba, con su lengua y labios, en esa zona, mientras su mano bajaba, acariciando, hasta colarse entre sus muslos, pero sin llegar a tocar en lugares indebidos.


Sintió el aire escapar de sus pulmones cuando Peter, sin dejar de observarlo, empezó a bajar, acariciándolo lentamente con sus manos por los costados de su cuerpo hasta llegar a su cadera. El roce de sus manos era igual a las alas de una mariposa, palpando y acariciando ligeramente, pero provocándole placer.


Empezó a besar sus piernas, rozándolas con sus labios ligeramente húmedos, y la habitación, nuevamente silenciosa, lentamente se comenzó a llenar con los pequeños ruidos de su boca sobre la piel de su, ahora, amante, siendo levemente ahogados, segundos después, por los suaves sonidos que se escapaban de su boca con cada caricia que los labios de Peter realizaban sobre su piel. Cerró los ojos, cuando la suave y caliente caricia comenzó a migrar lentamente por el interior de sus muslos, provocando que su respiración se acompasara con los acelerados latidos de su corazón. Apretó las sabanas, en reflejo a la culmine de su excitación, al igual que su cabello, cuando su boca ávida rodeó su sexo, con leves besos y mordidas, sin nunca dar en el blanco, a pesar de que su cuerpo se lo exigía fervientemente, moviendo, como prueba de ello, la cadera rítmicamente, pero Peter no parecía querer complacerlo, por lo menos no en ese momento.


En ese punto, ya no existía aquel excitante contraste en la temperatura de sus cuerpos, ahora, solo los envolvía aquel intenso calor que parecía ir en aumento con cada pequeño toque en que sus pieles se encontraban. Cada beso que Peter le daba parecía quemar lentamente la piel en la cual sus labios lo rozaban.


Lenta y tortuosamente, los labios de Peter siguieron subiendo por su piel hasta llegar a su cuello, en el cual, después de dar una pequeña caricia similar al aleteo de una mariposa, le dio una mordida que, en lugar de provocarle dolor, le indujo otra descarga de placer, la cual, sumada a la caricia que le proporcionó en la oreja derecha con su lengua, le produjo una punzada en su entrepierna, que aumentó en mayor intensidad cuando aquel cálido aliento chocó contra su piel, logrando que soltara la sabana y se aferrará al antebrazo contrario, tratando de estabilizarse al creerse caer.


Gimió al escuchar su nombre en un pequeño susurro, y tiró de los cabellos que aún reposaban en sus dedos hasta guiarlo y lograr que lo besara nuevamente. Pero rompiéndolo casi instantáneamente, producto de la necesidad de respirar, porque cada vez más el aire escaseaba. Cada vez más sentía que estaba a punto de tocar la cumbre del placer.


Se estremeció cuando Peter bajó, en un acto de generosidad, hasta el, que hasta ese momento conocía, como el único centro de gravedad del placer masculino, olvidándose de todo en ese momento, incluso de como respirar. Se aferró más fuerte a los hombros del castaño, enterrándole las uñas en la piel, encontrando, momentáneamente, una pequeña ancla a la cual sostenerse.


Apretó sus parpados, tratando de olvidar que Peter estaba entre sus piernas haciendo practicándole una felación, porque estaba seguro de que si seguía mirándolo las sensaciones que le producía terminarían arrastrándolo fácilmente.


Cuando estaba a punto de liberar la tensión en sus entrañas, Peter se apartó, deslizándose sobre su cuerpo hasta alcanzar sus labios, robándole completamente el aliento con otro de sus excitantes besos. Por lo cual, tratando de liberarla, se aferró al cuerpo de Peter, rodeando el final de su espalda con las piernas, moviendo su cadera rítmicamente, logrando que Peter, por primera vez, gimiera. Pero antes de que pudiera realizar su cometido, Peter deshizo el beso, levantándose un poco, a pesar de la renuente actitud de Harry de liberarlo, estirando la mano hasta el pequeño velador, del cual extrajo una botella con un líquido transparente. Una botella que le pareció ligeramente conocida a Harry.


—Peter... ¿eso es...?


—Lubricante —respondió, pareciendo levemente incomodo —, es necesario para que... sea perfecto


Se enterneció ante la expresión del castaño y, tratando de ocultar el bochorno que lo invadía, asintió con la cabeza, uniendo nuevamente sus labios, mientras bajaba sus piernas hasta liberarlo.


Los besos migraron lentamente de sus labios hasta alcanzar el cuello, uno de los lugares donde se concentraba más el olor de Harry y, nuevamente, su urgencia aumento, reflejándose en aquel dolor pulsante que dominaba en su parte baja.


Aplicó un poco de aquella sustancia transparente sobre sus dedos, mientras su mano libre migraba hasta acariciar el interior de sus muslos, tocando áreas que antes había ignorado, y lo besó nuevamente, llevando, sin previo aviso, sus dedos a la pequeña entrada de placer de Harry, logrando que se sobresaltara.


—Esta... frió —mencionó, mirando hacia un lado ante la insistente mirada de Peter —. Se siente raro... —se cubrió el rostro, intentando protegerse de aquellos ojos —... pero no duele


Reanudó las caricias con su digito, incluyendo, posteriormente, algunos más hasta que Harry se acostumbró a la intromisión, relajando completamente su cuerpo, incluso, el brazo que cubría su rostro, cayó a un lado de su cuerpo, mientras leves gemidos salían de su boca. Después de algunos minutos y, olvidándose de los pequeños envoltorios que también estaban en la gaveta de la mesa, abandono aquella pequeña zona, colocándose nuevamente entre las piernas que le recibían completamente.


Lo miró a los ojos y, después de darle un casto beso en los labios, hablo nuevamente:


—Lo siento...


Estuvo tentado a preguntarle a que se refería, pero la pequeña presión en su cadera lo distrajo momentáneamente y el roce, entre sus muslos, lo tensó. Y antes de que pudiera enlazar la frase con aquellas acciones, Peter empezó a adentrarse en él, uniéndolos lentamente, con todo el cuidado y control que aquella situación le permitía conservar.


Dolía. Mentiría totalmente si asegurara lo contrario. A pesar de que Johnny le había advertido al respecto, sentía que aquel dolor no podría soportarlo. Sentía como si Peter estuviera a punto de desgarrarlo en dos.


— ¿Estás bien? —sonaba verdaderamente preocupado.


Cerró los ojos, negando con la cabeza, sin ser capaz de emitir cualquier sonido que no reflejara su dolor.


—Es mejor que nos detengamos... —mientras hablaba, empezó a deslizarse, tratando de romper la pequeña unión que mantenían, pero, además, del dolor que le causaba aquel movimiento, quería seguir, ansiaba por fin cumplir su deseo. Por lo cual, sin pensarlo, subió, con un poco de dificultad, las piernas hasta rodear la cintura de Peter —... no quiero dañarte


—No lo harás — Peter estuvo tentado a replicar, pero al ver su expresión no pudo; sus ojos brillaban suplicantes, reteniendo aquellas lágrimas que deseaban curar su dolor, incluso su nariz empezaba a tornarse roja, al igual que sus mejillas —. Lo deseo... Siempre lo he hecho. No te detengas... por favor


Peter no emitió ninguna palabra, simplemente bajo su rostro, colocándolo sobre el hombro de Harry. No quería dañarlo, no podría soportarlo, a pesar de que paulatinamente un deseo quemante por unirse a él amenazaba con nublar completamente sus sentidos. Posó un beso en su cuello, antes de empezar a moverse nuevamente, amortiguando contra aquella piel todos los gemidos, jadeos y quejidos que le provocaban todas las sensaciones que se mezclaban lentamente ante cada pequeño y doloroso avance que realizaba en aquella cálida cavidad.


Cuando por fin se introdujo completamente en su cuerpo, uniéndolos, entrelazándolos finalmente, se sintió feliz y pleno, a pesar del dolor que inicia en sus entrañas y se expandía lentamente hasta invadir todo su cuerpo. Decidió no moverse y su rostro se sosegó, al igual que el de Peter.


—No... te muevas —susurró, tratando de relajar, vanamente, todo su cuerpo.


Respiró profundo, cuando pequeños besos empezaron a migrar en toda la zona de su rostro, pero sin atinar nunca en sus labios.


—Lo siento... —dijo, en un pequeño susurro, sin dejar de posar sus labios en todos los rincones del rostro contrario —... también... —posó su rostro sobre el de Harry, uniendo sus frentes —... lo deseaba, perdón por no decirlo


Dio un último beso en su nariz, antes de, finalmente, besar sus labios


—Hazlo —jadeó, casi sin aliento, rompiendo el beso y sujetándose fuertemente de las sabanas.


E inicio, deslizándose lentamente, desligándose del cuerpo de Harry, tratando de no causarle ningún malestar o dolor en dicho proceso.


Inicialmente no sentía absolutamente nada diferente a la, aunque ahora menos intensa, molestia en su parte posterior. Cerró los ojos, tratando de concentrarse en cualquier sensación diferente, pero nada sucedía, las sensaciones no se asemejaban en nada a las que Johnny le describía. Pero, cuando finalmente su cuerpo parecía estar relajándose y sus dedos aflojaron su agarre, Peter se movió con un poco más de fuerza, desligándose de su cuerpo casi por completo, para nuevamente hundirse nuevamente en su pequeño abrigo, hasta lo más profundo que pudo, arrancándole un fuerte gemido, producto de un flujo de placer intenso, que incluso le hizo abrir los ojos completamente.


Escuchó un pequeño susurro provenir de Peter, pero estaba impactado y sumergido en aquella extraña sensación, que ni siquiera, a pesar de tenerlo tan cerca, lo comprendió.


A esa corriente de placer le siguieron algunas otras, cada vez más intensas, que provocaban que su cuerpo se arqueara, arrancándole un conjunto de sonidos completamente indecorosos y, que estaba seguro, jamás emitiría siendo completamente consciente de sus actos. Ni siquiera las explicaciones descriptivas de su amigo podrían expresar lo que en ese momento estaba sintiendo.


Se aferró nuevamente al cuerpo de Peter al sentir una suave caricia en sus piernas, antes de dejar que, por guía de este, sus piernas rodearan nuevamente su cintura, enterrando sus uñas cuando las estocadas fueron aún más profundas y, por ende, más intensa aquella sensación electrizante que parecía nacer en su parte baja. En ese momento cada célula de su cuerpo parecía ser más sensible y perceptiva que normalmente.


Trataba de que sus parpados no se cerraran por los flujos de placer y poder mirarlo directamente, así como lo hacia él.


Todo su cuerpo, toda su alma parecían desgarrarse en dos ante todas las sensaciones que le estaban embargando. Y, mientras se aferraba al cuerpo de Peter, una oleada de placer más intensa lo invadió. Era tan intensa, que parecía arañarle el vientre mientras se abría paso por sus entrañas, provocándole pequeños espasmos que amenazaban con hacerle perder el sentido.


La cabeza le empezó a zumbar sordamente, dándole la sensación de haber perdido todos los sentidos; su cerebro parecía haberse desconectado por completo, siendo solo consciente de lo que estaban haciendo. Se aferró aún más a su amante cuando este aumentó aún más el ritmo de su excitante vaivén.


Involuntariamente, su cuerpo se arqueó, provocando que abriera desmesuradamente los ojos, mientras apretaba con más fuerza el agarre que mantenía en Peter.


Otro fuerte gemido, y sus de sus ojos empezaron a salir lágrimas, pero no eran producidas por dolor físico o emocional.


Otra estocada, y el zumbido pareció detenerse momentáneamente, dejando su audición más aguada de lo que era y su mente en blanco, mientras un extraño, pero placentero, hormigueo subía lentamente por sus piernas hasta encontrarse con la presión que parecía nacer en su pelvis, provocando una explosión de sensaciones placenteras que se propagaban por todo su ser, contrayendo y relajando, al mismo tiempo, cada uno de los músculos que formaban su cuerpo.


Un sonido gutural se dejó escuchar en la habitación, acompañando todos los sonidos que salían involuntariamente de su boca. Peter también había sido consciente de aquella descarga que había contraído sus músculos, arrastrándolo también a él.


A través de la cortina que empañaba sus ojos, pudo diferenciar vagamente, en el rostro de Peter, una expresión de total relajación, antes de realizar un último movimiento que provocó que todo a su alrededor se tornara de color blanco.


Fue efímero, pero lo sintió. Fue consciente en ese momento de cómo sus almas se entrelazaban mientras una suave melodía parecía unir eternamente sus cuerpos.


Lo sintió. Con mayor intensidad que las primeras veces y se dejó arrastrar por aquella placentera sensación, expulsando frenéticamente su placer y coincidiendo con el del castaño, en el mismo instante en que el descargaba el suyo dentro de su cuerpo, llenándolo de su placer a la vez que él descargaba violentamente el suyo en su encuentro.


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Dejó caer su rostros sobre el hombro de Harry, siendo incapaz de mantener el peso de su cuerpo mientras aquella explosión de sensaciones lo recorrían completamente, haciéndolo temblar igual que al cuerpo que permanecía debajo del suyo. Sus respiraciones aún estaban agitadas cuando Harry se removió incómodo, después de emitir un gemido de dolor.


Peter levantó la mirada, observándole.


—¿Te lastimé?


—Mis dedos... —le indicó, con la mirada, hacia sus pies—... Se encalambraron


— ¿Se te encalambran los dedos de los pies como resultado de un orgasmo an...?


—¡Cierra la boca! —Peter sonrió, comprendiendo que era la primera vez que le ocurría —. Si se lo cuentas a alguien te arrepentirás


Besó su cuello, riéndose por la reacción de Harry. Después, se dejó caer hacia un lado, tratando de no lastimarlo cuando su unión, física, finalmente se rompió. Se colocó de perfil, observándolo por algunos segundos hasta que giró la cabeza hacia él. Su rostro aún presentaba tintes rojizos, y sus ojos seguían viéndose anormalmente brillantes.


Tenía muchas cosas que decir en ese momento, pero no sabía cómo comenzar a hacerlo. Simplemente lo observaba fijamente, de la misma forma en que Peter lo hacía, sintiendo, nuevamente, como si lo estuviera acariciando con la mirada, mientras aún permanecían en aquella nubla de placer. Sin embargo, sentían la necesidad de fundirse nuevamente, pero ninguno de los dos se atrevía a dejar de mirarse. No se atrevían a dejar de acariciarse con sus almas.


—Debería odiarte... —finalmente Peter se atrevió a pronunciar lo que estaba pensando. No sabía si eran los resquicios del orgasmo, pero las palabras fluían normalmente—... porque me haces sentir cosas que no deseo, y desear cosas que no quiero... o no quería hace algunos meses. No quería sentirme nuevamente débil


Posó la mano sobre la mejilla de Peter. Él también sentía exactamente lo mismo, pero en ese momento no le importaba si sus sentimientos eran una muestra de su debilidad. Sonrió, bajando levemente los parpados —. ¿Debo tomarlo como una declaración de amor eterno? —inquirió, con una mezcla de broma e inocencia, dejándose llevar por las ganas de dormir que le consumían.


No le respondió. No pudo hacerlo porque se concentró únicamente en su sonrisa. Era hermosa, no como las tantas otras que había observado a lo largo de su vida. La de Harry era diferente, y solo podía ser comparable con su mirada. Al observarlo le embargaba una de esas sensaciones que no pueden ser explicadas con palabras, pero que dominan todos los sentidos, doblegando tu voluntad.


Sonrió de forma cálida, colocando su mano sobre la de Harry, deteniéndola en un solo punto de su rostro.


—Supongo que no necesito dar una respuesta a eso


No respondió. No quería saber realmente que sentía Peter por él. Simplemente se quedó observándolo, en la misma posición, de la misma forma en que este lo hacía. Luego, de algunos minutos, sus parpados se cerraron levemente, pero la voz de Peter provocó que los abriera nuevamente.


—Cielos... Lo olvide — mencionó, visiblemente avergonzado—. Tenía... preservativos y olvide usarlos


Miró, en la misma dirección que lo hacía Peter. Y, en la mesita de noche, al lado del lubricante, los encontró.


—Lo siento...


Observó a Peter por algunos segundos, sin saber exactamente el por qué de su frase, o más específicamente, su preocupación.


—Estamos en problemas —dijo, llamando la atención de Peter—. Las arañas tienen muchos bebes ¿Cuántos crees que serán? —se empezó a acariciar el vientre, ante la mirada atenta del contrario—. Solo espero que los bebes no arruinen mi figura


—Tía May nos matará —dijo, con exagerado temor—. Esta vez no te salvaras de la charla de sexo responsable


Después de dichas palabras, ambos empezaron a reír. Pero, después de algunos segundos, una duda abrumó a Harry, la cual rápidamente desechó. No importaba si ambos eran hombres. No era relevante si en el futuro Peter quería tener una familia que incluyera hijos, porque él no viviría lo suficiente para sufrir por las decisiones que tomara para conseguirlo. No estaría ahí cuando Peter decidiera unirse con una mujer.


—¿En qué piensas?


La voz de Peter, y una pequeña caricia en su mejilla, lo sacó de sus cavilaciones.


—Tonterías


—Creí que de eso me encargaba yo —sonrió, pero Harry no le respondió al gesto. Pero en el tiempo que llevaban juntos había podido relacionar esa expresión con los comentarios que hacia su tía sobre su, supuesta, relación con Mary Jane—. Estamos juntos... Nada más importa


Lo abrazó, tratando de memorizar su olor y calor. Cuando ya no pudiera hacerlo, lo extrañaría en demasía. Extrañaría esos momentos que complementaba con sus caricias.


Bostezó, siendo arrastrado por las caricias que Peter le hacía. Sus parpados se cerraban lentamente, a pesar de que quería seguir observándolo. Quería enmarcar ese momento en su mente.


Cuando la puerta se cerró, se espabiló completamente, buscando, con sus manos, el cuerpo contrario, pero sus manos llegaron al final de la cama sin encontrar ningún rastro. Abrió los ojos, encontrándose completamente solo en la habitación. No pensó ni siquiera la posibilidad de realizar su principal cometido, simplemente se levantó. Pero, inmediatamente, llevó una de sus manos a la cadera, dejándose caer hacia atrás, lo cual, incrementó el dolor que ya sentía. Dolía más de lo que Johnny le había mencionado. Bajó la mirada, observando las marcas de dedos que poseía en esa zona, pensando que Peter, fácilmente, pudo haberlo desecho.


Decidió ignorar el dolor que sentía, y se levantó, cojeando levemente. Se acercó a donde antes había visto el celular pero no lo encontró. Se hinco, lentamente, buscándolo en el piso, pero una pregunta lo sobresalto, provocando que cayera hacia atrás y gritara por el dolor.


—¿Necesitas algo? —preguntó, entrando a la habitación, llevando una toalla rodeándole la cintura—. ¿Estás bien?


Asintió en respuesta, pero Peter no pareció tranquilizarse cuando observó las marcas de sus dedos.


—Lo siento... Creí que había controlado mi fuerza —se hincó frente a él, acariciando la zona donde se encontraban marcados sus dedos, haciéndolo estremecer.


—Supongo que debo agradecer que no me fracturaras la cadera —sonrió nerviosamente, buscando, disimuladamente, el celular, sin importarle su desnudez y tratando de ignorar las caricias de las cuales era víctima —. ¿Qué haces?, puedo hacerlo solo


A pesar de la queja, lo tomó en brazos hasta la cama, donde lo sentó.


—¿Qué buscas? —pregunto nuevamente.


—Nada


—¿Seguro? —Peter arqueó una ceja, y él asintió—. Creí que buscabas esto —levanto la mano, mostrándole su móvil.


Pensó en negarlo, pero la expresión de Peter le indicó que sería en vano.


—¿Lo... escuchaste? —no supo cómo logró articular las palabras que, parecían, quemar su garganta. Sentía la boca seca y las manos empezaron a sudarle. Hacía mucho tiempo que no mostraba una reacción tan obvia de temor—. Lo que escuchaste... —intentó aclarar ante la silenciosa respuesta de Peter, pero este lo interrumpió.


—No te preocupes, ya eliminé el mensaje de voz. Debiste preguntarme antes y así te ahorrabas todo esto. No debiste obligarte a hacerlo solo para conseguir mi celular... —parecía contrariado y decepcionado—. Siento haberme aprovechado, traté de evitarlo, pero... Lo siento, aunque realmente no es así —dijo esto último en voz baja, visiblemente avergonzado por, según él, aprovecharse de Harry. Después, colocó el celular sobre la cama, junto a una caja de toallitas faciales —. Pensaba asearte mientras despertabas —sacó una de las toallitas y, sin mirarlo, empezó a limpiarle el abdomen.


—Peter... —estaba seguro de que lo había escuchado desde antes de que él llegara, y su forma de actuar se debía a la molestia que aún sentía —. Nosotros... —el aludido detuvo sus movimientos pero no lo observó. Se tomó algunos segundos para proseguir. Tenía miedo de que Peter no le creyera —... No es... —pero no supo cómo proseguir. Lo que tenía pensado decir se escucharía muy idiota.


—No hace falta —dijo finalmente, retomando su tarea —. Olvidemos esto, por favor


—¡Lo hace! —ante el aumento de su tono de voz, Peter dirigió su atención hacia él. Pero, a pesar de eso, no se acobardo —. Esto no sucedió por esa razón... Yo no... —a pesar de que lo miraba, Peter no parecía estar interesado en escucharlo —. Si, está bien, vine por eso, pero...


—No hace falta —repitió, con una calma que le produjo escalofríos a Harry —. Storm me explico cómo sucedieron las cosas. Hablamos mientras te bañabas —posó una mano en su mejilla, tratando de infundirle calma, y sonrió —. No estoy molesto por ello... olvidemos este incidente, por favor —le dio un beso en la frente, para, después, retomar su trabajo. Ahora, solo le quedaba justificar, ante su tía, el haber partido en dos la cómoda, al ser esta la diana de su furia cuando escuchó el mensaje de voz.


—¿Estás bien? —inquirió, al escuchar el pequeño gemido que Harry había emitido —. ¿Sientes más dolor?


—No... —se ruborizó, apartándose de Peter.


— Harry? —preguntó, cuando el aludido miró hacia abajó y se cubrió con la sabana. Iba a preguntarle lo que le sucedía pero lo comprendió al recordar el detalle que había olvidado—. Está saliendo mí...


—¡No te atrevas a decirlo! —se cubrió el rostro con una mano, y después susurró —. Ya es lo suficientemente vergonzoso para que lo digas en voz alta —se cubrió lo mejor que pudo, con la sabana, antes de proseguir, mirándolo a los ojos —. Si vuelves a olvidar usarlos, te matare —simplemente asintió en respuesta, tratando de no reír ante lo adorable de aquella escena; su voz sonaba amenazante, pero su faz estaba completamente roja, producto de su bochorno —. Llévame al baño, ahora


—Creí haber escuchado que podías hacerlo por ti mismo —sonrió, esta vez, sin poder evitarlo. Harry lo miraba de forma irascible, pero no mencionaba absolutamente nada. Podía, con un poco de dificultad, pero no quería —. Pero no era necesario que lo pidieras —lo tomó en brazos, saliendo de la habitación.


—No lo hice — posó la cabeza sobre su pecho, relajándose gracias a sus latidos —. Te lo ordené, lo cual es diferente — la risa de Peter provocó que hundiera el rostro más en su pecho. No quería acostumbrarse a eso.


Mientras se aseaba, tuvo que descansar, más de una vez, su cuerpo sobre la pared. Nuevamente la sensación de pesadez lo invadía. Cuando finalmente salió del baño, se encontró a Peter en el pasillo. Parecía venir del primer piso. Intentó caminar hacia él, pero tuvo que sostenerse en el marco de la puerta, tratando de no caer al piso. Cerró los ojos, tratando de recuperar el equilibrio.


—¿Te encuentras bien? —preguntó, mientras lo tomaba en brazos.


—Si —mencionó, en un efímero susurro, sin importarle acurrucarse en sus brazos. Cada vez se sentía más cansado.


Cuando Peter lo colocó sobre la cama, su cuerpo se fue hacia atrás. No levantó los parpados, simplemente se acomodó mejor en la cama.


—Harry —le acarició la mejilla hasta que abrió nuevamente los ojos.


—Me siento muy cansado —sus parpados se cerraron levemente, a pesar de que luchaba por mantenerse consciente.


—¿Usaste tu medicamento ayer?


Asintió, bostezando —. Esta mañana también. No lo comprendo... —bostezó nuevamente, acomodándose sobre la almohada y cerrando los ojos.


—Tal vez es mi culpa —se acostó a su lado, acariciándole el cabello para que se relajara más rápido —. Es la primera vez que lo haces con un hombre con supe fuerza


—Es la primera vez... —dijo, de forma somnolienta, pegando su cuerpo al de Peter —... que estoy con alguien


—¿Qué? —levantó la cabeza, fijando toda su atención al rostro que reposaba a su lado, pero que parecía estar inconsciente.


—Nunca había tenido relaciones con alguien —su voz era cada vez más baja, como señal de que estaba hablando de forma inconsciente.


—¿Eras...? —tosió, tratando de liberarse de la sensación de incomodidad que sentía—. Pero Johnny...


—No pasó nada... —se quedó en silencio por algunos segundos, pero Peter, llevado por la curiosidad, le movió levemente el hombro, sin embargo, Harry no contesto. Pero, cuando había decidido olvidar el asunto, habló nuevamente —. Ni con la chica con la que salí en la revista. Con ella confirmé que no me gustan las chicas. La única vez que estuve a punto de hacerlo con un chico, Bernard llamó a informarme sobre la enfermedad de mi padre... Yo simplemente tiré el preservativo y vine aquí —bostezó nuevamente.


—Pero...


—Te quiero, Peter, pero... quiero... dormir... —y su respiración se acompasó.


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—Peter...


Se removió levemente, cuando el agarre en su cuerpo se afianzó. Distinguió el sonido de una voz, que claramente era de mujer, pero no comprendía las palabras que pronunciaba.


—Despierta


Abrió los ojos, de forma lenta, cuando comprendió que la voz mencionaba, además de cosas inentendibles, su nombre. Subió lentamente los ojos, encontrándose con un cuerpo sobre el suyo. Levantó la mirada hacia el techo, en dirección a la voz, y se encontró a Mary Jane, sonriéndole.


—Siento despertarte, pero...


—¿Qué sucede?


—Les advertí que no tardaríamos. Les di todo el tiempo que considere necesario, aunque fue un poco difícil —se irguió —. Tu tía esta abajo, tienes suerte de que me ofrecí a llamarte


Se quedó observándola por algunos segundos, recordando lo que había sucedido después de que se habían acostado en la cama. Se removió un poco, cubriendo mejor a Harry, tratando de no abochornarse por estar semidesnudo y, en esa posición, frente a una mujer.


—Nosotros... no... simplemente... —intentó justificar el hecho de que estuvieran en esa posición. Pero la situación era más vergonzosa que cuando su tía los había descubierto.


Mary Jane sonrió, y él supo que no necesitaba darle ninguna explicación. Ella lo comprendía y aceptaba.


—Bajen. Dile a Harry que use una camisa de cuello alto — se dirigió hacia la entrada, pero se detuvo en esta —. Por cierto... después te paso la foto que les hice. Se veían muy tiernos —le guiño un ojo, antes de cruzar la puerta.


—¿Foto? Mary Jane... —intentó levantarse, queriendo perseguirla, pero los brazos de Harry se lo impidieron. Miró nuevamente hacia la entrada. Tendría que conseguir el celular de Mary Jane posteriormente.


Al quedar a solas, despertó, con un poco de dificultad, a Harry. Todavía parecía estar un poco cansado.


Cuando finalmente se arreglaron, bajaron al comedor, encontrándose a las tres mujeres disponiendo todo para la cena.


—Harry ¿estás bien? —inquirió, con preocupación, tía May, al percatarse de la expresión de dolor del mencionado, al sentarse.


—Yo... —bajó la mirada, cuando las mujeres dirigieron su atención hacia él, tratando de ocultar la posible muestra de la vergüenza que le invadía. Peter parecía estar pensando en una excusa—. Me caí de las escaleras. Pero no fue nada grave —aclaró, cuando la expresión de tía May cambió.


Escuchó una pequeña risa, disimulada con tos, provenir de Mary Jane. Y, aunque estaba seguro de que no podía odiarla más, se dio cuenta de que estaba completamente equivocado.


—¿Y tu ropa? —dejó el cubierto sobre el plato. Esa mujer era igual de metiche que su sobrina —. Cuando llegamos vestías diferente


—Ahora que lo menciona la señora Watson, incluso tu cabello...


—Dejé caer jugo sobre él —Peter interrumpió a su tía, mencionando lo primero que se le había ocurrido. Pero al ver las expresiones de Harry y Mary Jane, sobretodo del primero, se arrepintió de haber usado esa excusa —. A veces soy un poco torpe —finalizó, retomando la comida.


—¿Cambiaste las sabanas por esa razón? —la pregunta provocó que las miradas de las invitadas recayeran en los dos—. Entré al lavado buscando algunos productos de limpieza y estaban tendidas —simplemente asintió, sin atreverse a mirarla a los ojos. Pensaba que si su tía seguía indagando se percataría de todo —. Sabes que no me gusta que laves la ropa, la última vez manchaste todo —dijo finalmente, para dar fin a la conversación, dando alivio a los dos implicados.


Finalmente, dejaron de ser el centro de la conversación siendo reemplazados por temas triviales en los que escasamente participaban. Cuando terminó la cena, las tres mujeres se dirigieron hacia la entrada de la casa.


—¿Estás bien? —preguntó cuándo estuvieron nuevamente solos.


—Si... —miró hacia la entrada, antes de proseguir—... Simplemente se siente raro —se levantó de la silla, no soportando más el efecto de cosquilleo y abertura que sentía en su punto íntimo, sumado a la pequeña sensación de dolor.


—¿A qué te refieres? —no hizo falta que le contestara, la expresión de Harry respondió a su pregunta. Le tomó de la mano, entrelazando sus dedos—. Lo siento —le susurró, cerca del oído, separándose al escuchar los pasos provenientes de la entrada.


—Supongo que esta noche vas a quedarte a dormir, Harry —ni siquiera espero una respuesta, simplemente se dirigió hacia las escalaras —. Prepararé tu cama en la habitación de Peter


—Si —mencionó Peter, antes de que Harry se negara —, tendremos noche de juego —lo tomó de la mano, arrastrándolo con él hacia la escalera, sobrepasando a su tía en el proceso—. No te preocupes, yo prepararé todo


—Como cuando eran niños —sonrió la mujer, viendo como desaparecían en el pequeño pasillo—. ¡Pero no se acuesten muy tarde, no importa que mañana sea domingo, jovencito!


—¡Trataremos, feliz noche!


—No acepte quedarme —dijo, mientras Peter aseguraba la puerta.


—Lamento no haberte dado aviso de mis planes, pero te dormiste antes de que pudiera proponértelo —le besó el cuello, antes de dirigirse a su guarda ropa.


Harry miró por la ventana, mientras se quitaba la ropa, concentrándose en la pequeña luz que era observable atreves de las cortinas que cubrían la ventana del frente. Pensando en la relación que mantenía Peter con Mary Jane. Ese día, mientras interactuaban, había confirmado que ella sería la mujer perfecta para él. Estaba seguro de que ella lo comprendería y lo haría feliz. Tal vez cuando muriera, ellos podrían estar juntos. Y aunque agradecía el hecho de que Peter tuviera en su vida a alguien que le comprendiera, al mismo tiempo le desagradaba su presencia y pensar que en el futuro ella podría llegar a ocupar su lugar.


—Lo que dijiste... —la voz de Peter provocó que detuviera el hilo de sus pensamientos y sus movimientos —... antes de que te quedaras dormido —Harry lo miró, sin comprender realmente a que se refería —, no me importaba saber sobre ello...


—¿De qué...? —recordó, levemente, lo que le había mencionado a Peter, y se cubrió el rostro al recordar la vergüenza que sintió cuando la modelo, con la cual intentó mantener relaciones, se había quedado observándolo cuando su excitación desapareció al verla desnuda. Una humillante escena. Solo esperaba no haberle contado completamente aquella bochornosa anécdota—. También soy un perdedor... —giró nuevamente hacia la ventana, retomando su trabajo. Pero deteniéndose nuevamente, cuando las manos de Peter se posaron sobre sus hombros.


—Me agradó saberlo —buscó sus labios hasta unirlos en un casto beso, antes de dirigirse nuevamente hacia su guarda ropa.


Cuando consiguió lo que buscaba, se acercó nuevamente a él, dejando la ropa en la silla que, ahora, estaba al lado de la cama. Lo abrazó por la cintura, dándole un beso en el cuello. Le desabrocho el pantalón, bajándolo hasta perderlo en el piso. Se suponía que simplemente lo ayudaría a vestirse, pero al parecer su cuerpo llevaba otras intenciones.


—Le dijiste a tu tía que tendríamos noche de jugo


—Por supuesto —le besó la espalda, mientras sus dedos bajaban lentamente por esta—. Pero trata de modular tu voz, no queremos que tía May se percaté específicamente del tipo de nuestra sesión de juegos —pero detuvo sus caricias al recordar la incomodidad que estaba sufriendo Harry minutos atrás. —. Lo siento, creo que es mejor que descansemos...


Lo besó, interrumpiéndolo.


—No hables... Existen otras formas, simplemente trata de no dejar marcas que sean visibles


Asintió, retomando el contacto. Su tía tenía razón, ahora parecía un joven hormonado. Desde ese día, ese sería uno de sus hobbies favoritos.


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—Creí que habías salido —mencionó, entrando a la cocina, captando la atención de Peter, quien buscaba en la nevera.


—Lo siento, no quise despertarte —volvió a hincarse, extrayendo lo que necesitaba—. Tía May tuvo turno nocturno casi toda la semana; quería que descansara hoy todo el día —pasó a su lado, dándole un beso en los labios, para sorpresa de Harry—. ¿Estás bien?


Asintió, aunque realmente las sensaciones en su parte baja no habían desaparecido totalmente, exceptuando la de dolor —. ¿Necesitas ayuda?


Peter pensó por algunos segundos, antes de contestar —. ¿Sabes preparar cereal?


—El mejor del mundo


Mientras terminaban de preparar el desayuno, tía May bajó, dándole un beso a cada uno.


—No era necesario. Estoy segura de que se durmieron más tarde de lo que prometieron


Ninguno de los dos se atrevió a darle una respuesta. Por lo cual, Peter decidió desviarse del tema, logrando que su tía no volviera a realizar ninguna clase de comentario al respecto.


Mientras desayunaban, decidieron pasar el resto del día fuera de la casa.


—Nos ducharemos mientras te arreglas —mencionó Peter, mientras su tía subía ingresaba hacia su habitación.


—Tu tía se dará cuenta —intentó cerrar la puerta del baño, pero Peter ingresó con facilidad a pesar de su resistencia—. No podemos ducharnos juntos


—Sí, solo no demos tardar. No se dará cuenta —Peter se empezó a quitarse la ropa, pero Harry no lo hacía—. ¿Te avergüenza hacerlo?


—Por supuesto que no, pero contigo... es diferente


—¿Incluso después de lo de ayer?


—Eres un idiota —se giró, retirándose la ropa—. Tienes que aprender a callar


Se metieron a la ducha juntos. Pero, cuando Peter abrió la regadera, una expresión de desagrado se reflejó en el rostro de Harry cuando el chorro de agua fría toca su piel. Peter lo mira, divertido, con el jabón en la mano, sin importarle que el agua, a la que ya está acostumbrado, cayera sobre su piel. Lo abrazó, tratando de transmitirle un poco de su calor corporal, mientras le untaba jabón en las partes del cuerpo que le eran alcanzables.


—¿Quieres que te lave el cabello? —asintió, apartándose el flequillo del rostro. Cerró los ojos, recargándose sobre el cuerpo de Peter, cuando este empezó a darle masajes en el cuero cabelludo—. Podría acostumbrarme a esto —mencionó, distraídamente, para sí mismo, pero Harry logró escucharlo.


—¿Masajearme? —bromeó, mientras las caricias de Peter migran hasta alcanzar su cuello, perdiéndose cada vez más abajo—. ¿O ser "amo de casa"?


—No es necesario que lo haga —sus manos subieron, lentamente, por su espalda —. Es un placer hacerlo — abrió nuevamente la regadera, sobresaltando a Harry, quien se había concentrado en las caricias—. ¿Ser "amo de casa"? —rió, mientras le enjabonaba el cuerpo—. Si fuera necesario, no me molestaría hacerlo


—Si usas un delantal de encajes y ropa interior del mismo material...


—Si así lo deseas... aunque creo que a ti te quedaría mejor —le tomó por la cadera, apartándolo un poco de su cuerpo, observándole—. En definitiva, tenemos que comprarlo — abrió nuevamente la regadera, haciendo gritar a Harry—. Lo siento, esta vez era muy necesaria


Cuando los tres estuvieron listos, fueron al cine, invitados económicamente, en contra de su voluntad, por Harry. Entraron a ver una película de comedia romántica, elegida, obviamente, por la única mujer del pequeño grupo. Al finalizar la película, fueron a un parque, donde permanecieron algunas horas, conversando y disfrutando del paisaje, regresando finalmente a casa de los Parker.


—Debiste invitar a Mary Jane —dijo, mientras abría la pizza que habían comprado al regresar a casa, ofreciéndoles una porción —. Debes pasar más tiempo con tu novia. Tal vez quiera comer pizza


—Ella ya tenía planes —mencionó, mirando a Harry de soslayo.


—Que lastima, me agrada mucho verlo juntos... Hacen una hermosa pareja, ¿no lo crees, Harry?


El aludido mordió su porción de pizza, asintiendo, tratando de no reflejar la incomodidad, y molestia, que le invadía siempre que la tía de Peter le recordaba que Mary Jane era la chica perfecta para estar con él. Ya lo sabía pero tenía la esperanza de no vivir lo suficiente para verlo.


—Siempre le preguntas lo mismo. Deberías de dejar de hacerlo —no estaba molesto con su tía, pero le desagradaba que hiciera ese tipo de comentarios, sobre todo si eran en presencia de Harry—. Además, la relación que tengo con Mary Jane no es algo de mucha importancia


—Deja de bromear, Peter, si se te nota lo enamorado que estas de Mary Jane —mencionó, al ver la expresión escandalizada de la mujer—. Si tu tía lo dice es porque tiene razón; Mary Jane es perfecta para ti, y tú también lo sabes


La mujer pareció complacida ante su respuesta, ya que no volvió a agregar nada más. Después algunos minutos, se retiró, dejándolos a solas, excusándose en que estaba cansada.


—No vuelvas a repetirlo —Harry no se giró a observarle. Siguió comiendo una porción de pizza. Peter sabía que estaba molesto, pero, a pesar de eso, prosiguió —. No debes volver a hacerlo jamás


—Tú eres quien dice cosas que no debe —no le importó mostrar, en su tono de voz, que estaba enojado—. ¿Cómo se te ocurre decir, frente a tu tía, que no eres nada de la chica con la que, supuestamente, te acuestas? Para ella siempre serás el chico correcto. Debes de dejar de decir idioteces y pensar debidamente antes de hablar


—Ya que no me dejas decir lo que quiero... —Harry lo miró, dejando la pizza sobre la caja—. Esto es tu culpa. Si decidieras terminar con esta tontería


—Peter...


—No, esta vez no. Siempre que hay posibilidades de tratar este tema tomas esta aptitud. No quieres que todo siga exactamente como hasta ahora... ¡Pero te comportas de esta forma!


—No comprendes nada


—¡Explícamelo entonces!


No respondió. Su expresión y mirada fueron suficientes. Se levantó, tomando la bufanda, que reposaba a su lado, y se la colocó sobre el cuello. No comprendía por qué Peter siempre quería hablar sobre ese tema. Todavía no comprendía que odiaba hablar sobre eso. Aún no entendía que no valía la pena hacerlo, ya que probablemente ni siquiera un año le quedaba de vida. No quería causarle un disgusto a su tía por algo que sería tan efímero. Sin despedirse, se dirigió hacia la entrada, pero un agarre en su muñeca lo detuvo. Su cuerpo, en contra de su voluntad, giró hasta los brazos de Peter, quien le empezó a dar besitos en la frente, migrando, posteriormente, por el resto de su cara, mientras lo miraba de forma suplicante, tratando de tranquilizarle.


—Esto no va a funcionar —dijo, con molestia, tratando de alejarse, aunque con cada beso su enojo se esfumaba lentamente. Odiaba que hiciera eso para disminuir su enojo.


—Lo siento. También es complicado para mí —finalmente unió sus labios, en un beso casto, al cual Harry no se negó—. Pero esto es suficiente para mí —entrelazó los dedos con los de Harry—. Acabo de pasar todo el día con mi novio y quiero que finalice como inició. ¿Para ti no es suficiente?


—No uses esa palabra


—¿Suficiente?


—Esa no —lo miró con molestia—. Novio, no lo soy


—Storm la usó hace algunas semanas para referirse a nuestra relación


—Es diferente, Johnny es un idiota que jamás comprendería por más que se lo explicara —trató de deslizar sus dedos, apartarse del contacto con la piel de Peter, pero este no se lo permitió—. Tú tienes prohibido utilizarla porque sabes que no somos novios... No me gusta lo problemático, ¿lo recuerdas? Y esa palabra es sinónimo de ello —miró hacia el piso, respondiendo al agarre que Peter tenía en sus dedos—. Además... nunca lo acordamos, o me lo pediste —susurró esto último, mientras pensaba en lo hilarante que era la situación.


—Si lo somos —lo jaló hacia él, observándolo fijamente—. Eres mi novio. Creí que no era necesario pedirlo directamente. Hasta donde recuerdo, incluso aceptaste casarte conmigo —los dos sonrieron, recordando su vieja promesa—. Pero si quieres que lo haga...


Le hizo una advertencia silenciosa de que no se atreviera a hacer lo que fuera que estuviera pensando. No quería que la situación se tornara más vergonzosa.


—Es un sí. Eres mi novio —concluyó Peter.


—¿Lo soy? —Peter le besó los dedos que aún estaban entrelazados con los suyos. Y decidió finalmente exteriorizar lo que por vergüenza no decía—. Si, supongo que lo soy


Se besaron nuevamente, sonriendo en medio de cada contacto. Jamás cambiaria de opinión sobre la relación que tenían, pero, aunque fuera efímero, se encargaría de disfrutarla totalmente.


—Y también es suficiente


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