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Back in Black por Liesel Meninger

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Capítulo IV: Mis recuerdos... tus olvidos.


Pocas cosas a lo largo de su vida habían logrado asombrarlo y, definitivamente, aquello que estaba sucediendo frente a sus ojos, era una situación merecedora de su fascinación. Había escuchado sobre las hazañas de Sergei Kravinoff, pero ver, como aquel hombre corpulento, derribaba a un rinoceronte y mataba a un león simplemente con sus manos, era realmente sorprendente.


Finalmente, cuando se giró hacia él, quedando en el medio de los dos grandes animales, decidió intervenir nuevamente, acercándose, con un poco de recelo hacia los cuerpos que descansaban a los lados del cazador. A pesar de la gran hazaña que había realizado, no se veía cansado, pero si aburrido.


—Señor Kravinoff, mis contactos tenían razón. Es el...


—Mejor cazador del mundo, eso lo sé. Pero lo que no se, es a que debo su visita, señor Fiers. No creo que viniera de tan lejos simplemente para alagarme —dijo, con un muy marcado acento ruso —. Si permití que interrumpiera mi cacería, fue porque mi asistente dice que tiene algo que será de mi interés. Pero hasta ahora nada de lo que ha mencionado ha logrado captar mi atención. ¿Por qué supuso que me interesaría el sujeto que menciona?.


—Creo que dejare que usted mismo responda a esa pregunta —mencionó, mientras le tendía unas fotos, que el hombre de acento ruso aceptó..


—Creí que solo era una leyenda urbana —cada foto que observaba parecía maravillarlo más—. Es... sorprendente... la presa perfecta —dijo finalmente, con un tinte de excitación. Levanto la mirada. Sus ojos estaban tan abiertos que parecía que se saldrían de sus cuencas, además, parecían brillar.


—Si usted acepta...


—Como puede ver, no necesito dinero. Pero si nuevos retos —se giró hacia el hombre que recogía, del suelo, la camisa blanca y el saco gris, que antes de empezar se había quitado—. Dmitri, viajaremos por unos días a New York—dijo en ruso. El mencionado, como siempre que Sergei le pedía algo, asintió, retirándose, con la intención de preparar todo para el viaje.


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Seis siniestros, ese era el nombre que había elegido Gustav Fiers para el grupo que estaba formando con la intención de destruir a Spider-man. Como su nombre lo indicaba, serían seis personas, de las cuales había información relevante. El primero en ser reclutado fue Aleksei Sytsevich, quien ahora era conocido como rhino; era un criminal que se había enfrentado a Spider-man con una armadura de acero en forma de rinoceronte, y actualmente se encontraba en Ravencroft.


Adrian Toomes, el buitre. Jamás podría olvidar al anciano loco que casi adelanta su muerte. Este era un exingeniero electrónico que había quedado en bancarrota, pero, después de ser vencido por Spider-man, fue internado en Ravencroft.


Sergei Kravinoff, mejor conocido como kraven el cazador, era un aristócrata ruso que tenía como hobby la caza, pero sin la utilización de armas de fuego. Prefiriendo derribar a animales de gran tamaño únicamente con sus manos. Poseía fuerza sobrehumana, pero era un misterio como la había conseguido, al igual que su aspecto, a pesar de su edad.


Otto Octavius, era un físico nuclear que trabajaba en Oscorp. Había desaparecido en una explosión en el laboratorio donde se encontraba. Pero, algunos días después, asesino a dos de sus colegas, utilizando unos brazos de metal que se adhirieron a su cuerpo en el experimento fallido. A pesar de que actualmente estaba recluido en Ravencroft, parecía ser secreto todo lo que había sucedido con él después de la explosión. Supuso que, esto último, tenía que ser obra de Menken, quien seguramente lo había ocultado como el caso de Maxwell Dillon, o como fue conocido, electro.


Flint Marko. Era un convicto que había quedado atrapado en un bombardeo accidental de radiación, en una playa, cuando huía de la policía. También como la mayoría, había sido recluido en Ravencroft.


Y, por supuesto, el ultimo integrante era él; Green goblin, como era denominado en los medios. Sin pensarlo, borró la información que había sobre él. Nadie podía enterarse que el "pertenecería" a los seis siniestros.


Cerró todo, observando simplemente el pequeño cubo negro. Aún no sabía como lo haría pero debía asegurarse de que Peter recibiera esa información, porque, a pesar de todo lo sucedido, necesitaba ayudarlo. No solamente por lo que le había hecho, también, lo haría porque... era Peter.


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Debía reconocer que su tía tenía razón. Mary Jane era una chica muy agradable y hermosa. No podía negarlo. Pero él no estaba interesado en salir con alguien, hecho que su tía no parecía comprender, porque, a pesar de que pudo evitar una cita a solas entre ellos, con una de sus habituales excusas, no pudo evitar ir a la universidad acompañado de Mary Jane, desde de que saliera a mención que estudiaba periodismo en la misma institución que él. Razón por la cual, ese día, caminaban juntos hacia la universidad.


Se podía decir que era una chica inteligente. No en las áreas que el manejaba pero era agradable mantener una conversación con ella, a pesar de que ignorara algunas cosas básicas en ciencias. Pero, en la última hora de su conversación, solo hablaba sobre Sergei Kravinoff, tema que ya lo había aburrido.


—Si la información que me dieron es cierta, seré la envidia de mis compañeros si logro conseguir una entrevista con él —se giró, sonriendo—. Tomas fotos para el Clarín, ¿podrías ayudarme con unas fotos para el artículo?


Se rascó la nunca, un poco incómodo ante su mirada.


—No sé si pueda. Si es tan famoso como dices, el señor Jameson querrá que lo acompañe a entrevistarlo, y si...


—Estuve buscándote después de clases, MJ —giraron hacia la voz que había interrumpido a Peter, observando al rubio que parecía sorprendido por verlos juntos —. ¿Conoces a Parker?... el mundo es un pañuelo —golpeó al aludido en el hombro —. ¿Vamos a almorzar? —dijo, continuando con su objetivo, intentando rodearla con un brazo, pero esta se apartó.


—Estoy ocupada, Flash... tal vez mañana—mencionó, visiblemente desinteresada en seguir una conversación con él.


—Pero dijiste que...


—¿Vamos a comer algo? —se giró hacia Peter, provocando que el rubio la mirara de forma irascible.


—Me gustaría, pero... —miró el reloj en su muñeca izquierda. No había podido analizar la sustancia del tubo que le había quitado a Harry y no podía esperar un día más para hacerlo. Además, de que por como Flash miraba a Mary Jane, seguramente, si le seguía el juego a ella, él intentaría fastidiarlo como en el instituto y, sinceramente, no estaba de humor para soportarlo—...un profesor me está esperando, y después tengo que ir a la biblioteca


—Puedo esperarte —iba a agregar una excusa más, pero Flash lo interrumpió.


—No le insistas, Peter siempre ha sido un ratón de biblioteca. Puede durar horas leyendo libros sin percatarse de nada de lo que sucede a su alrededor


Intentó replicar, pero, esta vez, la interrumpió, añadiendo:


—Si llegas antes y mi tía pregunta por mí, le dices donde estoy, por favor —sin esperar respuesta, se alejó lo más rápido que pudo de ellos.


Después de realizar análisis durante algunas horas y, a pesar de haber repetido varias veces las pruebas, siempre llegaba a la misma conclusión. Harry le había dicho la verdad. Aquella sustancia no producía agresividad, o súper fuerza, pero tampoco parecía producir regeneración celular, por lo menos no como debería. Por ende, no lo sanaría, pero parecía inducir un efecto similar al placebo. O hacer que los efectos de aquella enfermedad fueran más lentos.


— "Morirá" —si no realizaban una cura con su sangre, moriría. Pero eso no debía importarle. Nada que tuviera que ver con un Osborn debía interesarle.


Abrió un pequeño bote, donde echaba la basura, con la intención de cerrar nuevamente ese capítulo de su vida. Pero el pequeño tubo pareció adherirse a sus dedos porque no podía soltarlo, a pesar de que sabía que debía hacerlo. Después, de permanecer con el tendido en el aire, dudando si botarlo o no, decidió guardarlo en un pequeño cajón, pensando que, tal vez, algún día podría serle útil en una de sus investigaciones. O, tal vez, eso quería creer para justificarse por no querer deshacerse de aquella sustancia que, hasta ese momento, seguía manteniendo con vida a, quien una vez fue, su mejor amigo.


Estuvo tan concentrado en los análisis que realizó, que no se percató de que toda la tarde, y parte de la noche, se le había ido en aquella tarea. Por lo cual, cuando llegó a su casa, intento ser lo más cuidadoso posible para no llamar la atención de su tía. Pero cuando estaba a punto de pisar el primer escalón, una voz a su espalda lo hizo girar.


Su tía, estaba acostada en el sofá, cubriéndose con unas mantas, y dando la impresión de que estaba dormida.


—Lo más tarde que has llegado es a las diez... y son las once y media —se sentó en el sofá, lucia físicamente agotada—. Creí que estarías con Mary Jane, pero ella llego hace media hora. ¿Sabes lo preocupada que estaba?


No le agradaba mentirle, y menos cuando tenía esa expresión, que le había visto por primera vez cuando su tío murió, pero nuevamente lo hizo, en esos momentos una mentira era mejor que decirle la verdad. Después de sus patéticas excusas, se fue a descansar. Sin embargo, esa noche tampoco pudo hacerlo.


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No había hecho nada fuera de lo común ese día. Su rutina no había cambiado en lo más mínimo; llegar tarde a clases, balancearse por los edificios, detener uno que otro ladrón y salvar ancianitas que cruzaban imprudentemente la calle. A pesar de que ningún loco disfrazado había aparecido, eso había sido suficiente para olvidarse por unas horas de sus problemas. Sobre todo él.


Se balanceaba por los edificios, sin ser consiente a donde se dirigía. Solo lanzaba telarañas por inercia, tratando de seguir en ese estado de letargo en el que no recordaba ninguna de las cosas que le angustiaban, y la lluvia que caía parecía relajarlo rápidamente.


En esos momentos, siempre deseaba quedarse así. Olvidarse de Peter Parker y ser simplemente Spider-man, lo cual, a pesar de ser peligroso, le hacía sentir libre. Porque, viendo solo con la máscara, nadie le decía que hacer o cómo actuar. Ni siquiera él mismo. Simplemente se dejaba guiar por su instinto.


Apuntó con la intención de lanzar una telaraña, pero algo pesado cayó sobre él, provocando que se precipitara al vacío. Hizo una acrobacia, tratando de soltarse, pero aquello no lo liberó. Lanzó otra telaraña, chocando de espalda, adrede, contra un edificio, logrando soltarse en esa ocasión.


Cuando se percató de que era un hombre, lanzo una telaraña, atrapándolo por un brazo, pero, casi inmediatamente, realizó un giro con la intención de caerle encima. Logró esquivarlo, cayendo en la azotea de un edificio, donde, posteriormente, también cayó un hombre corpulento, que vestía una camisa que aparentaba ser la cara de un león, incluso, en el cuello poseía la melena, el pantalón era amarillo con manchas negras y era adornado por una correa que parecía ser de colmillos de un enorme animal.


—Lindo disfraz. No me digas, eres el gatito, ¿cierto? —el hombre frente a él, estaba sobre la baranda del edificio, mirándolo, y haciendo unos gruñidos parecidos a los que realizan los animales salvajes.


—Soy Kraven, y de la selva soy —se quedó observándolo por algunos segundos, sabía que había escuchado ese nombre antes.


— "¡Claro!, es el cazador ruso con el cual me aburrió Mary Jane" —llegando a la conclusión de que no era un criminal, no por lo menos, según la sociedad, decidió que lo mejor sería marcharse—. Fue un gusto conocerte, pero... —evitó, por segundos, un golpe en el rostro. Giro, observando al corpulento hombre que, a pesar de su tamaño, parecía ser muy ágil —. Creo que te equivocaste de persona. Veras, normalmente no peleo sin ningún motivo... sé que tu traje es un crimen al buen gusto, pero no creo que sea para tanto. La violencia sin sentido no me atrae demasiado


Sus palabras, a oídos del cazador, carecían de relevancia. Lo único que le importaba en ese momento era destrozarlo por simple placer, hecho que evidenció cuando volvió a lanzarse contra él, haciéndolo golpear contra el concreto.Levantó la cabeza, colocándose una mano en esta por el golpe, pero otro fuerte golpe en el rostro lo hizo caer nuevamente.


El cazador intentó golpearlo nuevamente, pero levantó las piernas logrando golpearlo en el pecho, provocando que se enojara más de lo que ya parecía estar. Intentó levantarse, aprovechando el aturdimiento de kraven, pero este lo golpeó en el brazo izquierdo, consiguiendo desestabilizarlo por el dolor, colocándoselo contra la espalda, empujándolo más fácilmente hasta la baranda del edificio.


—Gracias por mostrarme la vista, pero le temo a las alturas —subió la parte inferior de su cuerpo, provocando que ambos cayeran hacia atrás, logrando soltarse—. Vaya... —movió el brazo por el cual lo había retenido anteriormente y golpeado. Apenas podía moverlo—. "Debió golpear algún nervio" —kraven era más fuerte y ágil de lo que había supuesto—. Puedes pertenecer a la lucha libre sin mayor esfuerzo —se apartó, alcanzando a evadir un golpe.


Su sentido arácnido le decía que no se detendría hasta que lo asesinara, por lo cual empezó a pensar en una forma de disminuirlo, sin llegar a realmente lastimarlo. Le dio un golpe en la mandíbula, haciéndolo caer, cuando intentó golpearlo nuevamente —. ¿Sabes algo, kraven?, ya dejo de ser divertido. ¡Ya me hartaste! —en ese momento se sorprendió. Había levantado un poco la voz, pero no creía haber sonado tan temible hasta el punto de provocar que aquel hombre robusto lo mirara con terror, encogiéndose en el piso. Frunció el ceño debajo de la máscara, aquel hombre parecía un simple niño asustado.


Estaba tan pasmado por la situación, que no se percató de que, kraven, quitaba uno de los colmillos que llevaba como correa.


—¡Muere araña!. ¡Muere! —no reacciono a tiempo, recibiendo un corte en el brazo derecho, antes de que el cazador saltara al vacío.


Giró en la dirección en que había huido Kraven, tratando de comprender lo que había sucedido, pero en ese momento un fuerte dolor en la cabeza provocó que cayera de rodillas, mientras se la agarraba con las dos manos. Levantó la mirada, percatándose de que todo a su alrededor parecía dar vueltas.


— "El colmillo... tenía veneno" —tuvo que colocar una de sus manos en el piso para no caer. Sabía que por su rápida regeneración celular no moriría, pero mientras el veneno estuviera en su organismo podía causarle muchos problemas.


Se irguió con un poco de dificultad, tratando de enfocar perfectamente los edificios frente a él, que parecían moverse de lugar. Pensó en ir caminando hasta el callejón cerca a su casa, donde escondía su ropa, pero desechó ese plan al considerar que sería muy extraño, y peligroso, que Spider-manse paseara por las calles de la ciudad como un transeúnte ordinario. Por lo cual, a pesar de que se sentía mal, decidió que era más seguro llegar al callejón columpiándose por los edificios. Y, después de intentarlo varías veces, pudo acertar la puntería en un edificio. Alejándose del lugar, mientras la lluvia empezaba a cesar.


Cayó bruscamente sobre los contenedores de basura que había en el callejón, golpeándose en el costado derecho de su cuerpo, lo cual provocó que un pequeño gemido de dolor saliera de sus labios cuando se levantó, pensando, finalmente, que ese no era su día. Se dirigió, cojeando, hasta el final del callejón, moviendo los contenedores de basura que ahí se encontraban, y de un pequeño hueco saco su morral. Después de colocarse la ropa, se dirigió a su casa, caminando lo más normal que podía, a pesar del dolor.


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Observó la casa frente a él. Hacía nueve años que no iba a ese lugar, pero a pesar del tiempo, lo recordaba perfectamente. Jamás olvidaría la casa de los Parker.


Después de meditar como le haría llegar la información a Peter, había decidido llevarla el mismo, tal vez por la patética ilusión de verlo, por lo menos desde lejos.


Caminó hasta la puerta, percatándose de que en la casa no había nadie. Lo cual, a pesar de que lo decepciono, también lo alivió. Se inclinó un poco con la intención de meter el sobre blanco, donde había colocado una USB, por debajo de la puerta, pero antes de que pudiera sacar el sobre, de la chaqueta negra que llevaba, alguien lo asió por el brazo derecho, colocándoselo detrás de la espalda, para después pegarlo contra la pared.


—Desde hace algunos minutos estas merodeando la casa. ¿Por qué? —como no podía observarle bien el rostro, por el pasamontaña beanie color gris que llevaba, lo giró, lo más rápido que pudo, sin soltar el agarre, a pesar de que dicho movimiento le había provocado dolor en su costado. Aumentó, inconscientemente, la fuerza del agarre, pegándolo más a la pared, cuando lo reconoció—. ¿Qué haces aquí? —una expresión de dolor apareció en el rostro del contrario, gracias a lo cual recordó Harry poseía la fuerza de un humano común y corriente. Inclusive menos, debido a la vida que siempre había llevado. Sin embargo, no disminuyó la fuerza en su agarre—. ¿Por qué viniste? —el tono de su voz, o su expresión de molestia, tampoco había cambiado. Se decidía entre las opciones que tenía para actuar, porque la idea de que había ido a hacerle daño a su tía, sabiendo que él no estaría en la casa, era la única justificación que le encontraba a su presencia, y en caso de que fuera así, haría algo que había prometido no hacer cuando eran niños, por lo menos, no en su apariencia de Harry... dañarlo.


—Yo... —el agarre lo lastimaba, y su cuerpo estaba tan pegado al de él, que lo asfixiaba. Pero a pesar de la situación, un suave rubor empezó a posarse en sus pálidas mejillas. Nunca lo había tenido tan cerca. Sus cuerpos estaban tan pegados que podía sentir, a pesar de la pequeña barrera de ropa, todo el cuerpo de Peter—. Yo... —quería, pero no podía. Cada palabra moría antes de salir de su boca.


Antes de que pudiera seguir, unos pasos se escucharon acercándose, por lo cual, Peter, se colocó a su lado, pero sin soltarle la muñeca. Segundos después, apareció su tía May.


—Peter, creí que llegarías más tarde que yo —le colocó una mano en la mejilla —. Estas un poco pálido. ¿Te sientes bien? —se estiró, después de que él asintiera, dándole un beso en la frente. En ese momento se percató de la presencia del otro chico—. ¿Tú eres...? —se extrañó, sorprendiéndose un poco, ya que Peter jamás había llevado a un amigo a casa, a excepción de... —. ¿Harry? —sonrió. Estando segura de que no podía equivocarse, sobretodo viendo sus ojos y facciones. Lo abrazó, tomándolos por sorpresa—. Eres muy guapo —se separó, con la intención de observarlo más detenidamente, mientras le acariciaba una mejilla —. Sigues pareciéndote a tu madre —sonrió nuevamente, antes de dirigirse hacia la puerta y abrirla. Después de entrar a la casa, se detuvo, girándose hacia ellos.


Ninguno de los dos comprendía lo que les quería, pero, después de que su tía hiciera un gesto con la mano para que entraran, Peter reaccionó—. Él... Harry... —se corrigió cuando su tía frunció el ceño por la forma en que se había referido al aludido, y el tono que había utilizado para hablar —..., ya se iba. Tiene muchas cosas que hacer... de hecho, nos estábamos despidiendo


—Estoy segura de que puede acompañarnos a cenar —Peter intentó excusarlo nuevamente, pero su tía no se lo permitió—. Entren, hace frío a fuera —dijo, esta vez en un tono que no daba cabida a replicas. Esperó a que entraran, y, Peter, cerrara la puerta —. Peter, suelta a Harry, debe ser muy incómodo caminar de esa forma — el aludido bajo la mirada hacia la dirección que miraba su tía y, un poco avergonzado, retiró su mano de la de Harry —. "Igual que cuando eran niños".


No sabía cómo había sucedido. A pesar de que se había negado, con la excusa de ayudarla a cocinar, nuevamente su tía no había admitido objeciones, por lo cual, en ese momento, se encontraban encerrados en su habitación. Él acostado en su cama fingiendo leer un libro, cuando en realidad miraba a Harry de soslayo, asegurándose de que no hiciera nada extraño, mientras este, se encontraba recostado, como desde que había entrado en la habitación, en la puerta, observando a la nada, ya que no se atrevía a ver a Peter.


—Ella no debe sospechar —mencionó, sin dejar de mirar el libro que "leía" —. Si intentas lastimarla, te juro que...


—Lo sé —dijo, interrumpiéndolo, mirándolo por primera vez, haciendo contacto visual, ya que Peter también lo observaba. Su frase provocó un nuevo silencio incómodo, sin embargo, ninguno de los dos parecía querer dejar de mirarse. Pero a diferencia suya, Peter, lo miraba con odio. Ese odio que parecía quemarlo.


El silencio solo fue interrumpido por el llamado de su tía, desde la planta baja, algunos segundos después.


La cena fue un poco cargante. La situación era tan tensa que seguramente podía palparse, pero su tía no parecía percatarse de ello, ya que no dejaba de sonreír, mientras le hacía toda clase de preguntas a Harry. De hecho, si no fuera porque estaba totalmente concentrado en ignorarlo, a pesar de que su tía insistía en incluirlo en su conversación, se hubiese enterado de cosas que en su reencuentro no le había alcanzado a comentar.


Alzó la mirada cuando sintió nauseas, seguramente debido al veneno, que parecía querer hacerle estallar la cabeza. Estaba sentado frente a Harry, por lo cual no pudo evitar observarlo. Parecía un chico tímido, ya que mantenía los ojos fijos en su plato, respondiendo mayoritariamente con monosílabos. Se veía muy frágil, como antes... pero ya no lo era.


Se levantó con un poco de dificultad, excusándose para ir al baño. Necesitaba un respiro. Después de permanecer algunos minutos, tratando de relajarse vanamente, regresó al comedor. Odiaba pensar en él.


Cuando la cena finalizó, por petición de su tía, tuvo que acompañar a Harry a buscar un taxi. Ninguno de los dos se miró, simplemente caminaban alejados uno del otro.


—No es necesario —fue un pequeño susurro que hizo detener a Peter, quien no se había percatado de que Harry se había detenido mucho antes —. Puedes regresar —miraba su espalda, ya que este no se había girado.


—Tía May, me lo pidió —nuevamente utilizaba ese tono hostil con él —. Solo lo hago por eso


Todo fue nuevamente silencio. Peter seguía delante y Harry, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, seguía detrás, alejado por lo menos un metro de él. Estaba tan concentrado en sus meditaciones que no notó el taxi que se había detenido frente a ellos, por lo cual casi choca contra la espalda de Peter.


Lo miró por algunos segundos, como si dudara abordar el carro, pero cuando se percató de que Peter se iría, lo lanzó.


—Te interesa... sobre todo al chico de las mayas —dijo, cuándo Peter se giró, después de atrapar lo que le había arrojado. Y sin permitirle interrogarle, subió al taxi, marchándose del lugar.


Se quedó observando el auto que se alejaba, mientras apretaba el papel entre sus dedos, sintiendo lo que había a dentro. Emprendiendo el camino de regreso cuando las primeras gotas empezaron a caer.


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Al regresar a su casa, se despidió de su tía con una de sus habituales excusas, dirigiéndose lo más rápido, que la mirada de la mujer le permitía, a su habitación. Cuando entró en esta, sacó del bolsillo de su chaqueta la USB que Harry le había entregado. Se quedó observándola por algunos minutos hasta que decidió guardarla en el mismo lugar donde tenía las cartas.


Después de guardar la USB, se acostó en la cama, cerrando los ojos, dispuesto a dormir. Había decidido que nada que tuviera que ver con Harry Osborn volvería a mortificarlo. Pero el veneno de Kraven si parecía dispuesto a no permitirle dormir. O, tal vez, era una mezcla de sus pensamientos con aquel veneno que no le permitían conciliar el sueño.


Se sentó. Aún se sentía mareado, desorientado. Le temblaban las manos, y el estómago parecía darle vueltas. Nuevamente se acostó al sentir que sus síntomas parecían aumentar en su anterior posición. Pero, después de algunos minutos, empezó a removerse en la cama. Se giró, observando el reloj de su celular. Ya no estaba tan seguro de que era lo que no le permitía dormir, pero, si era sincero consigo mismo, prefería que los malestares aumentaran hasta el punto de que no le permitieran pensar en él. Suspiró de forma cansina antes de cerrar nuevamente sus parpados, pero rápidamente se canso de estar en esa posición, por lo cual se levantó, con un poco de dificultad, dirigiéndose al armario y, del pequeño baúl, sacó la USB.


Se sentó frente al escritorio, encendiendo el computador. Y, después de leer la información, llegó a dos conclusiones: estaban formando un grupo de seis personas para matarlo y se estaba enfrentando al tercero de ellos. Pero, además, dos preguntas daban rodaban en su cabeza. Una de ellas era ¿por qué Harry tenía esa información? y ¿quién era el sexto integrante?. Sin embargo, las respuestas también rondaban su cabeza. A la conclusión que había llegado era que todo era una trampa del sexto integrante, Harry. Pero el veneno de arañas ya no parecía producirle efectos secundarios, ya que su fuerza física era la de un humano ordinario. Sin embargo, no podía dejar de preguntarse si lo estaba engañando?. Sin poder resistirse a las interrogantes que lo aquejaban, se colocó el traje, decidiendo ir a la mansión Osborn.


Ya había dejado de llover pero la brisa helada, que golpeaba su cuerpo, le indicaba que nuevamente llovería.


Entre más cerca estaba de la mansión Osborn, se preguntaba si lo que estaba haciendo no era parte del plan para atraparlo. Pero decidió ignorar aquella nueva duda, en ese momento necesitaba respuesta y Harry era el único que podría dárselas.


Entró por la ventana que había utilizado la primera vez que fue como Spider-man. Y así, como la primera vez, Harry se encontraba durmiendo en el sofá. Estaba todavía vestido pero a diferencia de que esta vez se hallaba descalzo.


Bajó un poco, quedando a algunos centímetros de su rostro. Parecía tener una pesadilla porque fruncía su entre cejo y a veces mordía su labio inferior, mientras sus mejillas se empezaban a colocar de color carmesí. Justo de la misma forma que lo hacía cuando eran niños. La persona frente suyo parecía seguir siendo aquel Harry. Pero él sabía que ya no lo era. En ese instante, sin hallar ninguna razón lógica, sintió la necesidad de salir de ahí, por lo cual Saltó por la ventana, pero en esa ocasión no se quedó. Esta vez, se balanceo por los edificios hasta alejarse de ese lugar.


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 ¿Estás bien?


Lo estoy, pero tú...miró de soslayo la mejilla derecha del contrario, ojo derecho y labio inferior, los cuales tenían una anormal tonalidad morada , eres un tontoel tono de su voz provocó que el aludido mirara al piso, por lo cual desvió su rostro, ignorando la extraña sensación que le invadía ver a su mejor amigo en ese estado. ¿Por qué tenías que provocar a Flash?mencionó, esta vez, con cierto ápice de ternura en su voz.


No podía dejar que te lastimaraseguía sin mirarlo, dedicándose a jugar con los restos de la montura de sus anteojos.


Se defenderme, Peter se limpió con un pañuelo la sangre que aún salía de su labio, mientras pensaba en la forma de vengarse de Flash, de hecho, eres más débil que yo... soy quien debería protegerte


Pero... no puedo permitir que te hagan daño, y menos por mi culpa. Yo siempre te protegeré rió ante las palabras de su mejor amigo. Peter era más débil, además, de asmático, pero a pesar de eso, desde que había hecho que Bernard, ya que su padre no tenía tiempo, lo cambiara a esa institución pública, para estar juntos, éste se había empecinado en que debía protegerlo desde que Flash se empezó a meter con ellos. Cosa que había iniciado porque el primer día que llegó, Flash lo confundió con una niña, por lo cual terminó insultándolo. Prometo que no dejare que te vuelvan a lastimar iba a burlarse de esas palabras, pero un casto beso en los labios se lo impidió.


Por lo cual, En respuesta, lo empujó—. ¿¡Por qué hiciste eso!? sus mejillas tenían un pequeño rubor. Había visto a algunos adultos hacer eso, y aunque no entendía por qué lo hacían, solo lo había visto entre mujeres y hombres, y ellos eran chicos, por lo cual no sabía si era correcto que lo hicieran.


Tía May dice que los besos son la muestra más pura de cariño que se dan dos personas que se quieren lo miró a los ojo, a pesar de que se veía avergonzados y no podía observarlo nítidamente. Yo... te quiero, Harry. ¿Tú me quieres?


—Peter... —abrió los ojos y se giró, pero lo único que observo fue el piso. Como siempre estaba solo. Cuando era niño y tenía una pesadilla, en la mayoría de las ocasiones, Peter estaba a su lado, tomándole la mano para que no sintiera temor. Pero eso jamás volvería a suceder porque Peter lo odiaba. Incluso desde su reencuentro había quedado claro que esas situaciones no volverían a repetirse, ya que él olvidado algunas de las cosas que compartieron en su niñez.


— "Para él solo eran cosas de niños...cosas sin importancia, que olvido con el tiempo"


Nuevamente aquella sensación asfixiante lo embargó. Ese dolor en su pecho era igual al que sintió cuando se inyecto el veneno de araña. No. Se equivocaba. Ese dolor que sentía era peor. Porque además, del dolor, aquello parecía destruirlo poco a poco, igual que su enfermedad. Necesitaba sedarse. Era la única forma de que desapareciera aquella sensación. Ya no quería sentirlo más.


Miró hacia la mesa donde deberían estar las botellas de whisky, pero, para su desgracia, ya no estaban. Suspiró, no sabiendo si agradecer, u odiar, a Felicia por deshacerse de ellas. Cerró los parpados, colocándose de espalda en el sofá, observando hacia el techo.


Abrió los ojos, pero solo veía imágenes borrosas. Llevó la mano izquierda a esa zona de su rostro, mientras una sonrisa de amargura deformaba sus labios. Era débil. Las lágrimas eran eso... la muestra más patética de debilidad. Esa frase se la había repetido en muchas ocasiones, su padre, desde que tenía memoria.


En ese punto ya no le importaban las repercusiones que tendrían sus subsiguientes actos, simplemente deseaba desaparecer esa debilidad. Se levantó, sin pensar coherentemente lo que haría, simplemente anhelaba ser la persona que era antes de volver a ver a Peter. Quería volver a ser un Osborn y solo una existía cosa podía que le permitiría ser nuevamente él. Ansioso, se dirigió hacia las escaleras, sintiendo ese pequeño cosquilleo, que aumentaba en cada paso, que lo invadía cuando tenía en sus manos aquel pequeño tubo que parecía brillar, gracias a la sustancia verde que contenía. Pero, cuando iba a mitad de los escalones, recordó una figura borrosa sobre su rostro, lo cual provocó que se detuviera. Apretó con fuerza la baranda de la escalera, antes de que sus ojos se abrieran un poco más. Estaba seguro de que no era eso. No podía serlo. Pero, a pesar de estar completamente seguro, corrió escaleras abajo hasta llegar a aquel sofá. Y, de forma lenta, como si tuviera miedo de lo que allí encontraría, o en este caso, estaba seguro no encontraría, subió la mirada.


— "Peter" —era una telaraña. La prueba de que Peter había estado a escasos centímetros de él. Sonrió, inconscientemente, estirando, del mismo modo, sus dedos para tocarla, pero un fuerte ruido a su espalda lo hizo girar, encontrándose con una imponente figura que inmediatamente reconoció —. Kraven...


—¿Dónde está? —trato de retroceder pero cayó sentado en el sofá, de donde el corpulento hombre lo levantó, agarrándolo por el cuello del suéter que llevaba —. ¿Dónde está Spider-man? —había llegado siguiendo las telarañas, y el aroma que también estaba impregnado en el lugar, pero estaba seguro de que el joven escuálido que tenía al frente no era la persona que buscaba.


—No... sé de qué...—intentaba responderle pero la presión en su cuello se lo impedía.


El cazador apretó más su agarre, impidiéndole respirar, mientras lo levantaba sin ninguna dificultad sobre su cabeza. A pesar de que la falta de oxigeno le dificultaba mantenerse consciente, intentaba soltarse, luchando con las pocas fuerzas que poseía, pero aquella mano en su cuello se afianzaba de forma implacable.


—Si no me dices donde encontrarlo, entonces tendré que hacer que me encuentre —aplicó un poco más de fuerza en su agarre, provocando que el cuerpo que sostenía quedara completamente inmóvil. Pensaba que había encontrado el cebo perfecto para atrapar a Spider-man.


No solo necesitaba encontrarlo por el reto que como presa representaba, además, tenía que cobrarle la humillación que había sufrido, esa ahora era su principal razón para cazarlo.


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