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The Moon's Child. por Atomic Flea

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Las noticias sobre los cuerpos sin vida corrieron como el fuego entre la población, después de haber sido descubiertos por un joven que se dirigía a primera hora de la mañana a su trabajo. La guardia real ya estaba en plena alerta desde que varios de sus hombres no habían regresado de su ronda nocturna habitual, por lo que cuando un ciudadano apareció corriendo, portando las noticias, sus peores miedos se hicieron realidad.


La calle fue cortada, guardias puestos en cada esquina de la zona en los alrededores de donde se había cometido el crimen. Se empezó a investigar rápidamente, buscar cualquier tipo de prueba que pudiera aclararles qué había pasado exactamente, mientras el emperador en persona era informado.


Luhan se había convertido en el guardia personal del emperador un año después de que éste comenzara su reinado oficialmente, ya que debido a unos desafortunados incidentes el antiguo emperador había muerto años antes de que su hijo fuera mayor de edad, pasándole el trono pero dejando el gobierno en manos de los consejeros reales hasta que Wu Yifan estuvo preparado para ser el cabeza del reino. Mientras todo eso ocurría, Luhan por su parte había estado recibiendo el entrenamiento que se esperaba de la persona dispuesta a dar su vida por el gobernador.


Todos habían puesto sus esperanzas en él, su padre habiendo sido el guardia real del antiguo emperador y esperando que su linaje continuara con su posición.


Luhan siempre había admirado a su padre; la lealtad que profesaba al emperador y el reino le habían costado la vida al final, pero su padre había abandonado ese mundo orgulloso por su trabajo y por haber cumplido con su deber hasta su último aliento. Recordar el momento en el que su padre le había abandonado traía un mal sabor de boca a Luhan, pero también un sentimiento de deber que creció con cada año de entrenamiento recibido hasta que finalmente fue nombrado guardia del emperador en una ceremonia oficial.


Desde entonces no se había despegado del lado de emperador por un momento, estando siempre alerta aunque durante el tiempo que llevaba siendo guardia no existió ningún tipo de peligro relacionado con la seguridad del emperador.


Luhan había permanecido como una sombra, siempre alerta y siempre presente. Había sido testigo de problemas relacionados con intentos de ataque en las fronteras del territorio, los enemigos intentando entrar, pero había visto cómo Wu Yifan había encontrado algún tipo de solución y nada se había vuelto a repetir.


Por eso, ver al emperador paseando de un lado a otro de la habitación con una expresión desesperada tintando su rostro después de haber recibido las noticias sobre un posible ataque en la ciudad era algo nuevo para él. Algo a lo que no sabía muy bien cómo reaccionar.


"¿No se sabe nada sobre los posibles culpables?" preguntó Yifan, parando por un segundo para observar a su guardia como si éste tuviera todas las respuestas. "No, su majestad. Todavía se están buscando pruebas".


El emperador volvió a retomar su pequeño paseo de una pared a otra de la habitación, el bajo de sus ropas haciendo un pequeño sonido mientras arrastraban por el suelo, acompañando los pequeños susurros para sí mismo del hombre que las vestía.


Yifan era alto, incluso más alto que Luhan -que ya de por sí se levantaba sobre muchos de sus hombres por varios centímetros-, tenía el porte esperado en alguien perteneciente a la nobleza y había heredado la mayor parte de rasgos de su padre; su mandíbula afilada, cejas pobladas y rasgos severos, los rasgos heredados de su madre como sus finos labios siendo disimulados por el poder que emanaba su figura. Muchos hombres le temían, creyendo que el emperador se encontraba de mal humor debido a su expresión natural, por eso todos en el palacio le profesaban respeto a pesar de ser muchos años más joven que la mayor parte del consejo real. Luhan había sido testigo de cómo Yifan había lanzado órdenes en salas llenas con la gente del consejo y la guardia, su voz grave resonando hasta la última esquina, y nadie había sido capaz de hablar en contra de él.


En cambio en ese momento el emperador parecía haberse quedado sin voz, los nervios comiéndole por dentro y bajando sus barreras hasta casi hacerle parecer vulnerable mientras esperaba algún tipo de noticia, algo que le hiciera entrar en acción.


Los pensamientos de ambos fueron cortados cuando alguien al otro lado de la puerta llamó al emperador, la urgencia en su voz haciendo que el mismo ni siquiera esperara a que su guardia se moviera antes de que él mismo deslizara la puerta en un solo movimiento.


"Majestad, están llegando caballos provenientes del templo a palacio" dijo el mensajero entre bocanadas de aire, como si hubiera corrido hasta allí para dar la noticia cuanto antes.


El rostro de Yifan se ensombreció aún más, Luhan observándole detenidamente a su lado. "¿Por qué podrían estar viniendo?" preguntó calmadamente, aunque su agarre en el marco de la puerta era férreo. "No sabemos la razón. Han estado donde fueron encontrados los cuerpos antes de venir aquí. Dicen que la cabeza del templo está entre ellos".


Eso sí que era inusual.


Al igual que todo el mundo, Luhan había escuchado hablar del famoso templo y los rumores sobre su relación con el palacio. Pero siendo una persona que había sido criada para creer en los hechos y confiar en el filo de su espada nunca llegó a creer en las supersticiones sobre el gran poder que vivía dentro de esas paredes, de las supuestas profecías y rituales. Lo encontraba otro sacacuartos como otras religiones del mundo de las cuales había leído al respecto, por lo que con el paso del tiempo su escepticismo creció pero al no ser visto nadie proveniente del templo, la indiferencia acabó por empujar el pensamiento al fondo de su mente.


Que de repente, tras años sin saber sobre ellos, un grupo de personas del templo aparecieran justo después de un ataque importante a la guardia real, nada menos, hizo que la sospecha comenzara a crecer dentro de Luhan.


"En cuanto lleguen a palacio traed a la cabeza del templo ante mí" dijo Yifan, cerrando la puerta antes de que al mensajero le diera tiempo a decir nada más.


Minutos pasaron en silencio, Luhan sin mover un sólo músculo. La puerta fue abierta otra vez sin aviso de ningún tipo, dos figuras vestidas de blanco entrando y dejando atrás a un estresado sirviente, probablemente al que habían encargado acompañar a los visitantes y que se quedó sin saber qué hacer ante las acciones de estos.


La segunda figura, caminando siempre un paso por detrás de la primera, cerró la puerta tras de sí y se quedó detrás mientras la primera llegaba a la altura de Yifan y se descubría el rostro - la tela blanca que había estado tapando su cara cayendo sobre sus hombros. Bajo ella se escondían ojos afilados de color castaño como Luhan no había visto nunca, acostumbrado a los ojos oscuros del resto de la gente que había conocido en su vida. El pelo del desconocido era también un par de tonos más claro que el de Luhan o Yifan, recogido en una pequeña coleta en la parte de atrás de su cabeza. A pesar de contar con facciones suaves -con la excepción de los ojos- el aura a su alrededor era de poder, igual de poderosa que Yifan, lo que inmediatamente tuvo a Luhan alerta.


"Yifan" saludó el desconocido, haciendo que instintivamente Luhan sujetara con fuerza el puño de su espada y casi gruñera, interviniendo con un "Es 'su majestad'", pero fue acallado por Yifan levantando su mano, instándole a calmarse.


"Xiumin nunca se ha dirigido a mí por mi título y probablemente no lo hará ni en su lecho de muerte" dijo Yifan, casi como si estuviera intentando levantar el ánimo, pero la tensión siguió presente, Luhan clavando la mirada en el visitante y éste devolviéndosela por un par de segundos antes de volver a Yifan. "¿Qué asuntos te traen fuera del templo? Y más aún, ¿en la zona donde han encontrado los cuerpos?".


"Una de las chicas del templo no regresó anoche" comenzó a explicar Xiumin, calmadamente, ningún tipo de sentimiento haciéndose ver en su rostro. "Su cuerpo estaba junto a los de tus hombres, con las mismas heridas de muerte".


"¿Y eso es tan importante para abandonar el templo tú mismo después de tantos años? Puede que estuviera en el lugar y el momento equivocados" replicó Yifan, su voz volviendo a ser la grave y autoritaria a la que Luhan estaba acostumbrado y que no dejaba sitio para bromas. A pesar de haber compartido unas simples palabras, el guardia sentía que había algún tipo más de relación entre ellos que una simple relación política. "Tus hombres son asesinados y tú estás de los nervios. Entonces ¿por qué el asesinato de una chica de mi templo es menos importante? Me preocupo por mi gente tanto como tú por la tuya". El tono afilado de las palabras de Xiumin cortó de lleno el silencio, clavándose en el pecho de Yifan como una espada oxidada.


"Lo siento, no era mi intención restarle importancia". Luhan nunca pensaba que viviría para ver al emperador pidiendo perdón a alguien, por muy importante que fuera esa persona. "¿Por qué crees que la han asesinado? Si es que hay algún motivo".


"Se cortó el pelo ella misma antes de morir. Únicamente hacemos eso cuando pensamos que hemos deshonrado al templo y lo que representa. Aunque no apoyo el pensamiento, todos en el templo opinan que perder ante un enemigo es motivo de deshonra" explicó Xiumin, la figura detrás suya asintiendo con la última frase, pero volviendo a su postura original segundos después. "Si hubiera sido un ataque sin motivo no lo habría hecho. Estoy seguro de que sabían quién era" concluyó, Yifan observándole pensativo.


"Si lo que dices es cierto tenemos un serio problema. No ha habido delitos de muerte en el reino desde hace años; si algún enemigo del reino de Wei o de Shu ha conseguido entrar, tanto tú como yo corremos peligro". Yifan pasó una mano por su pelo, exasperado. Había estado temiendo el momento en el que algo así pasara, que alguno de los reinos colindantes intentara provocarle, amenazarle, en su propio territorio. El propio Xiumin allí presente le había estado avisando durante años pero él había decidido hacer oídos sordos y relajarse en la paz que había conseguido mantener dentro de su reino. Un simple ataque podía hacer mucho más daño del que todos pensaban; la gente podía empezar a sentirse en peligro, la desconfianza podría instaurarse. Varias generaciones seguían siendo reticentes en cuanto a la paz, habiendo vivido guerras en sus propias carnes. Todos esos factores juntos podían desembocar en odio; odio hacia el emperador que les había prometido seguridad.


"Tengo que hablar de esto con el consejo. Por el momento, deberías quedarte aquí, es el lugar más seguro" dijo finalmente, haciendo que la expresión de Xiumin cambiara de seria a irritada. Luhan podía notar cómo estaba apretando los dientes y su comportamiento hacia el emperador estaba consiguiendo que comenzara a odiarle. "No necesito tu seguridad. He estado muy bien por mí mismo estos años sin tu ayuda".


"Bien, entonces no me dejas más opción. Te quedarás en palacio hasta que sepamos qué está ocurriendo, es una orden" dijo Yifan, acallando por completo las protestas que estaban empezando a nacer en la boca de Xiumin y casi sonriendo cuando éste le fulminó con la mirada, dándose la vuelta para dirigirse a la puerta. "Puedes mandar a tu gente a recoger el cuerpo de la chica y regresar al templo. Tu guardia" señaló a la todavía anónima figura que seguía a Xiumin como una sombra "puede permanecer aquí contigo".


No le dio tiempo a añadir nada más, la puerta siendo cerrada después de que un furioso Xiumin abandonara la habitación. Luhan había observado cómo en cuanto el pequeño hombre -porque era más bajo en estatura que Luhan- comenzó a alterarse, el que supuso que era su guardia personal había alcanzado a agarrar la espada que tenía colgando de su cintura en varias ocasiones. No sabía cuál era la verdadera relación entre Yifan y Xiumin y desde luego no iba a preguntar expresamente al emperador por ella, pero su recelo crecía por momentos y aunque Yifan no le hubiera mandado mantener un ojo puesto sobre Xiumin, lo habría hecho igualmente.


"Asegúrate de que no abandona el palacio, a poder ser ni la habitación donde le alojen" dijo Yifan, mirando a Luhan más calmado pues sabía que podía confiar en la eficacia de su guardia. "Es más escurridizo de lo que parece, ten cuidado".


Se dedicó a seguirle, mantenerse oculto entre las esquinas vigilando cada movimiento. Vio cómo los dos dejaron los pasillos de palacio hasta llegar a la entrada, donde más figuras vestidas de blanco estaban esperando en perfecto orden hasta que Xiumin llegó. "Recoged el cuerpo de Jiangli y encargaos de su sepultura en el templo. A medianoche se llevará a cabo el ritual en su memoria", su voz volvía a ser calmada, propia de un general, alguien entrenado para tener a gente bajo su mando. Nadie dijo nada, simplemente montaron en los caballos con los que habían llegado y salieron de la fortaleza, dejando a Xiumin y su guardia atrás mientras los dos observaban cómo la última de las personas del templo desaparecía a lo lejos.


Regresaron dentro, siguiendo a uno de los sirvientes que les mostró el cuarto donde Xiumin se alojaría hasta que Yifan cambiara de opinión. El guardia le siguió, cerrando la puerta en las narices del sirviente, quien estaba explicándole que él podía alojarse en la habitación contigua.


El palacio estaba lleno de pasadizos, falsas paredes y recovecos donde uno podía esconderse y espiar a quien quisiera, salvo por la habitación del emperador que era como una cámara acorazada. Cada uno de ellos fue enseñado a Luhan cuando comenzó a servir en palacio, dejando ese conocimiento en sus manos para ser usado en caso de urgencia o ataque y tuviera que ayudar a escapar al emperador. Saber si Xiumin estaba pensando en escapar le pareció lo suficientemente importante para usar uno de los pasadizos escondido al lado de la habitación donde los vio entrar, por lo que rápidamente y siendo completamente sigiloso se dispuso a seguir vigilando.


A través de un hueco en la pared estratégicamente disimulado pudo ver la habitación, decorada con lujos y pensada para acoger a visitantes importantes que tenían asuntos con el palacio. En mitad de esta, una cama ocupaba la mayor parte del espacio y ahí era donde Xiumin había decidido sentarse, su espada siendo dejada a su lado sobre el lecho. Siendo dejados a solas, el pequeño hombre dejó caer la fachada que colocaba al estar en público, pasando sus manos por su rostro mientras observaba caminar a su guarda. Éste también se había librado de la tela cubriendo su rostro, dejando a la vista tez pálida –aunque no tan pálida como la de Xiumin-, facciones delicadas y pequeñas


"Debería arrancarle su bonita cabeza real de los hombros" se encontraba diciendo el hombre anónimo, provocando que una ráfaga de ira recorriera a Luhan. "Llevas años advirtiéndole y decidió hacer oídos sordos. Sería mejor que estuvieras tú en ese trono y no él".


"Te agradecería que dejaras la cabeza del emperador en su sitio" intervino Xiumin, haciendo que su guardia parara y se sentara en la cama a su lado, espada siendo dejada contra un mueble en la pared. "Tú mejor que nadie sabes que no deseo ser emperador, aunque sea mi derecho si algo le pasara a Yifan y no tiene heredero para entonces".


"Lo sé, pero me irrita que siga comportándose como si pudiera mandar sobre tu vida después de todo lo que te ha hecho" comentó el guarda, colocándose detrás de Xiumin, en sus rodillas, y comenzaba a masajearle los hombros hasta que un suspiró salió de los labios de la cabeza del templo. "Y lo que más me irrita es que tenga el derecho de poder tenerte si lo quisiera". Esa vez sus labios se juntaron con la piel del cuello de Xiumin, provocando más suspiros por parte de él, sus ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás contra el otro cuerpo.


La curiosidad por las palabras del guarda estaba matando a Luhan, compitiendo con la incomodidad de observar una escena que estaba convirtiéndose en algo íntimo muy rápido. Pero se obligó a seguir observando un poco más, esperar por algún tipo de información, algún tipo de pista que le dijera si tenían planeado algo.


"Chen..." susurró Xiumin, por fin dándole un nombre a su guarda que hasta ese momento había parecido y se había comportado como un fantasma. "No creo que sea el momento adecuado para esto".


"Lo siento" suspiró Chen contra el cuello de Xiumin, dejando un beso más en la pálida piel antes de separarse, pero con sus brazos rodeando la cintura del pequeño hombre. "Pensaba que las cosas relacionadas con palacio habían dejado de afectarme hacía tiempo. Siento haber perdido los papeles por un momento". Debido a la inclinación de la cabeza de Chen contra el hombro de Xiumin, Luhan no fue capaz de ver la expresión del guarda. Pero eso no quitó que las sospechas contra ellos dos crecieran en magnitud ante las palabras pronunciadas por aquel desconocido.


Luhan había crecido en una pequeña casa en el borde de la muralla que conformaba todo el espacio del palacio real, su familia había vivido protegida tanto por aquellas construcciones de piedra como por los soldados que trabajaban bajo el mando de su padre. Había visto lo bien que eran tratados los habitantes por parte del gobierno mientras él crecía con ansias del momento en el que pudiera hacer frente a los enemigos del país con la hoja de su propia espada.


Escuchar a alguien hablando del palacio de esa manera, como si el simple pensamiento pudiera ser dañino, hacía que su sangre hirviera. ¿Qué derecho tenían ellos, que habían pasado tantos años completamente aislados de todo el mundo y sobretodo del palacio, de hablar de esa manera incluso del emperador?


"No te preocupes, lo entiendo". Cuando Luhan volvió a centrar su atención y mirada en lo que estaba ocurriendo en la habitación, se encontró con la mano de Xiumin en la mejilla de Chen – su cuerpo ligeramente girado para poder mirar a los ojos al otro. "Nuestras vidas siempre han sido difíciles. Pero es nuestro deber seguir este camino, da igual lo difícil que sea".


"Por suerte nos tenemos el uno al otro, ¿verdad?" una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Chen, acercando su rostro hasta que dos pares de labios se juntaron por un momento. "No sé qué habría sido de mi si no me hubieras encontrado".


"Habrías seguido robando en las calles y yo no habría conseguido a alguien que cubriera mis espaldas tan bien como tú lo haces" comentó Xiumin, alejándose de Chen con una pequeña sonrisa en su rostro. Poco después se incorporó, suspirando, y dejando a su guardia en la cama. Por mucho que hubiera visto ese tipo de gestos románticos entre ellos, Luhan se negaba a referirse a Chen como pareja de Xiumin. Incluso el simple pensamiento le sentaba como una patada en el estómago. Se suponía que un guardia debía estar constantemente junto a la persona que servía, pero sin llegar a cruzar la línea profesional.


Cuando te estás jugando la vida para proteger a otra persona, los sentimientos están fuera de lugar. Así era como Luhan había sido entrenado y gracias a eso era por lo que había conseguido llegar a ser el guardia del emperador, uno de los más jóvenes que había habido nunca. Los sentimientos son peligrosos, hacen débil a la gente, y por tanto deben ser reprimidos – esa era la primera regla que Luhan se había impuesto desde que había perdido a su familia, en su corazón no había sitio para ellos.


"Aquí dentro no voy a conseguir nada" fueron las últimas palabras de Xiumin antes de salir de la habitación, arma otra vez de vuelta a su cintura, tela blanca tapando su rostro.


El resto del día Luhan se vio obligado a seguirle como si fuera su sombra – la sombra de un fantasma, yendo de un lado a otro de palacio. Las primeras horas pensó que tramaba algo, quizás había descubierto que estaba siendo seguido y estaba intentando librarse de él, pero con el paso del tiempo Luhan decidió que simplemente estaba matando el tiempo. Había intentado ir a hablar con Yifan de nuevo, pero por suerte o desgracia el emperador había estado completamente ocupado después del primer y único encuentro, lo que dejó a Xiumin si nada que hacer.


Fue llegada la noche, y viendo que Xiumin no iba a parar quieto en un sitio donde poder vigilarle sin tener que perseguirlo, cuando Luhan se vio obligado a poner a alguien a cargo de la vigilancia de Chen. No había mucho que durante el día pudieran hacer en el palacio, ya que había ojos por todas partes, por lo que Luhan había confiado en dejarle por su cuenta mientras él se centraba en seguir a la cabeza del templo. Pero una vez que el sol comenzó a ponerse, el palacio se convertía en un lugar lleno de rincones oscuros donde esconderse, dando la oportunidad de escapar. Fue durante ese tiempo que perdió de vista a Xiumin y, cuando volvió al sitio donde por última vez le había visto descansando y no estaba allí, fue cuando tuvo que recorrerse el palacio hasta volver a dar con él.


Lo encontró cuando todos los faroles del palacio fueron encendidos, cuando la oscuridad de la noche era tal que las doncellas necesitaban de ellos para seguir trabajando, caminando con sus cabezas gachas observando el suelo por donde iban pisando.


Luhan había acabado alejándose del centro de palacio, llegando a los jardines. La luna había comenzado a iluminar todo, brillando grande en el cielo y dejando todo a su paso con un precioso reflejo plateado. El agua del lago estaba en calma, algunas flores de loto adornando su extensión – rodeado de esa calma fue donde encontró a Xiumin, sentado en el borde de piedra que contenía el agua, su rostro en la dirección del satélite. Sus ojos estaban cerrados, la tela blanca que había estado tapando su rostro siempre que había más gente cerca de él había sido dejada sobre sus hombros, su pelo brillando como si fuera fina plata.


Se acercó silenciosamente, sus botas de cuero apenas haciendo ruido contra las piedras del camino, hasta quedar a una buena distancia de Xiumin. Desde su posición podía verle completamente, cualquier detalle de su figura alcanzando su vista, pero quedando oculto mientras Xiumin rezaba - las palmas de sus manos unidas frente a él.


De las palabras que flotaban en el aire, algunas llegando a sus oídos, Luhan no reconocía ninguna. Era algún tipo de oración muy distinta a las que él estaba acostumbrado a escuchar en oficios religiosos en los que estaba presente, como cuando se les daba una despedida a soldados caídos en batalla. Pero aun así había sentimiento en esas palabras, un sentimiento que Luhan conocía muy bien y que le dejó completamente asombrado con la persona frente a él por primera vez desde que le conoció.


Era el tipo de sentimiento que uno experimenta cuando ha perdido a alguien muy importante en su vida. Luhan lo había sentido dos veces en su vida y todavía había noches en las que los resquicios de ese sentimiento le perseguían como una pesadilla que se negaba a desaparecer.


Por una vez estaba viendo a Xiumin como una persona humana y no como un enemigo, y eso confundía a Luhan como persona que había estado gran parte de su vida intentando ver a las personas con una etiqueta en su cabeza; enemigo o aliado. Nada más.


"Por favor, cuida de Jiangli por mi" susurró Xiumin, sus ojos abriéndose por fin para mirar directamente a la luna que colgaba sobre su cabeza, lágrimas colgando de los bordes de sus ojos. Luhan reconoció el nombre, recordaba haber escuchado esa mañana a Xiumin hablando de la chica muerta que habían encontrado. Observó la espalda de Xiumin, no había ningún rastro de signo que le hiciera saber si estaba llorando, pero aun así Luhan podía notarlo aunque no hubiera rastros físicos. Las palabras se clavaron en su pecho como si hubiera sido él quien hubiera conocido a la chica, como si hubiera vivido con ella y la hubiera perdido esa noche, dejada morir sola en un callejón oscuro.


Poco a poco, la barrera que Luhan había construido contra la presencia de Xiumin se estaba desarmando sin que él pudiera hacer algo contra ello, sin que él siquiera quisiera permitir que eso ocurriera.


Cuando Xiumin se levantó y se giró, mirándole directamente a los ojos como si supiera que había estado allí todo el tiempo, Luhan sintió algo dentro de él cambiar irreparablemente y eso le asustaba.


Pero lo que más le asustaba era la belleza etérea de Xiumin bajo esa sábana plateada de luz lunar, y el cómo sus ojos habían pasado de ser castaños a verse azules como el agua clara del mar.


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