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Forbidden heart por hannastony

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Con mayor pesadez de la normal fue abriendo sus parpados lentamente sintiendo que aun seguía  dormido al no poder procesar nada. Poco a poco y con el pasar de los minutos fue recobrando la conciencia, parpadeando varias veces para tratar de despertarse del todo bien y orientarse un poco.

Lo primero que sintió físicamente al ir recobrando todos sus sentidos fue un muy agudo y fuerte dolor en su torso. Gruñó con dolor mientras cerraba los ojos y apretaba los parpados en simple reacción a sus síntomas. Finalmente levantó la cabeza y se volteó a ver, viendo como toda la parte superior de su anatomía se encontraba desnuda, sin ninguna camisa, levita o saco que él normalmente solía usar.

Fue así como pudo notar que su tronco se encontraba vendado pulcramente, sin embargo, en su costado derecho se encontraba la presión de un paño, sostenido por las vendas, que ya se encontraba algo manchado de sangre a pesar de ser más grueso. La sangre traspasaba solo un poco, por lo que suponía que su herida seguía limpia.

Suspiró con desconcierto mientras cerraba los ojos, tratando de calmarse y recordar lo que había pasado la noche anterior. Su boda con Sharon, el anuncio público de un atraco masivo, el saliendo a enfrentar a los malhechores, el descubriendo que todo el tiempo se trataba de Tony, el tratando de atrapar a Tony… y fue ahí cuando abrió sus ojos con pasmo.

Ya recordaba todo. Fue en el muelle cuando sintió como alguien le disparaba, pero sin saber quién había sido con exactitud, teniendo como último recuerdo en su memoria la mirada aturdida y atemorizada de Tony, viendo como él se desplomaba en el suelo, perdiendo la conciencia por completo.

¿Qué fue lo que pasó después de aquello? ¿Tony habría podido lograr escapar? ¿Dónde se encontraba él?

Y con esa pregunta rondándole la mente comenzó a mirar a sus alrededores, tratando de hallar respuesta alguna entre aquel cuarto en el cual se encontraba.

Era completamente desconocido el lugar en el cual estaba. Algo era seguro, no se encontraba ni en su habitación ni en ningún hospital. Con más curiosidad paseó sus ojos azules por los alrededores notando varias cosas.

El cuarto no era muy pequeño pero tampoco era grande. La cama en la cual estaba recostado era como para dos personas y se encontraba atrapada entre dos paredes de madera de forma horizontal. Se encontraba hasta el fondo, por lo cual de un lado podía encontrar pared de madera, y del otro el resto del cuarto.

Al voltear notó una mesa de madera junto con su respectiva silla. En ella se encontraban esparcidos varios pergaminos, lo que parecía ser una lupa, una brújula, y demás artefactos. Con aquello solo surgieron más dudas que respuestas, por lo que se dispuso a incorporase para salir de ahí y saber que era lo que estaba pasando.

Le dolía muchísimo su herida, no obstante hizo todo el esfuerzo posible por incorporarse y comenzar a caminar hacia la puerta de madera que se mostraba hasta el otro lado de la habitación. Fue cuando se paró por completo y sostuvo sus pies en el piso, que se dio cuenta que no se encontraba en tierra firme.

El leve movimiento y sensación muy poco conocida de encontrarse en una embarcación solo lo hacían sospechar aún más de ello. Con prisa se levantó y caminó hacia una de las dos ventanas  redondas que se encontraban en el cuarto, confirmando aquella sensación de estarse meciendo. Se encontraba en mar, en un barco, pudiendo apreciar por el cristal el azul del océano.

Comenzó a estresarse y entrar en ansiedad, teniendo aún más dudas, por lo que sin limitarse caminó más de prisa hacia la puerta y ya estando casi a nada de abrirla pudo escuchar a lo lejos como un montón de voces se encontraban en medio de una gran discusión.

Aquello no lo detuvo, por lo que tomó el pomo de la puerta pero sin girarlo notó como la puerta era abierta, siendo esta empujada por alguien más de afuera, haciendo el trabajo que Steve había estado a nada de hacer.

Era un muchacho, muy joven a decir verdad, con una cabellera sedosa y castaña que combinaba a la perfección con sus ojos del mismo color.

El joven al abrir la puerta y verlo ahí frente a él, se puso instantáneamente pálido, como si hubiera visto un fantasma y fue después de algunos segundos que pudo finalmente hablar.

—C-capitán —llamó con voz temblorosa sin quitarle la mirada de encima a Steve.

Al rubio por alguna extraña razón aquel rostro se le hacía conocido, sin embargo no podía recordar en donde había visto aquel muchacho tan jovial.

Al parecer el supuesto “capitán” no había escuchado el llamado del joven, ya que Steve notó como no hubo respuesta alguna.

—¡Capitán! —volvió a llamar el pequeño con desesperación.

—¡Ahora no Peter! —respondió el capitán con frustración y fue ahí cuando Steve pudo reconocer aquella voz.

Era Tony, no había duda alguna. Con su enojo e ira consumiéndole por todo lo que había descubierto la noche anterior, fue que Steve apartó a aquel joven de su camino y salió de lo que parecía ser un camarote, para después subir con esfuerzo unas cortas escaleras y encontrar a su vista por fin unas cuantas respuestas.

Sí, se encontraba en un navío, sí, estaba en el mar a kilómetros de tierra firme, y sí ahí estaba nada más y nada menos que Tony, discutiendo con un grupo de personas incluyendo a la que pudo identificar como Natasha, y al hermano de ellos, Thor.

—¡Es un peligro tenerlo aquí con nosotros! —exclamó Clint con desesperación.

—¡¿Y que querías que hiciera?! ¡¿Qué lo dejara morir?! —respondió Tony con la misma desesperación que todos mostraban.

—¡Los oficiales se iban a encargar de él! ellos pudieron haberlo llevado con sus costosos doctores —respondió ahora Loki tratando de lucir calmado, fallando en el intento.

—De hecho se trató de una  hemorragia retroperitoneal masiva, dudo mucho que hayan alcanzado siquiera a llevarlo con un doctor —argumentó Bruce con más clama que los presentes mientras se acomodaba sus gafas.

Tony les dirigió una mirada de suficiencia a ambos, como diciéndoles “¿ven? Yo tengo la razón”

—Independientemente de las circunstancias fue una decisión de nuestro capitán, no sé por qué nos encontramos cuestionándola si tenemos asuntos más importantes los cuales resolver —habló finalmente Natasha luciendo levemente enojada.

Todos al escuchar aquello callaron y bajaron las cabezas estando totalmente de acuerdo con ella.

—Al parecer tendremos que hablar de ello en otro momento —habló finalmente Thor al ser el primero en percatarse de la presencia de Steve a unos cuantos metros de ellos.

Todos siguieron la mirada de Thor, encontrándose con la situación a la que se refería el “dios del trueno”.

Tony instintivamente miró con preocupación al herido, acercándose al caballero sin pensárselo.

—¿Qué haces parado? Deberías de estar descansa-

Y no pudo terminar ya que fue interrumpido por el mismo Steve al verse invadido por el enojo y dolor que sentía.

—Eres un maldito embustero —dijo y se vio caminando al castaño para poder propinarle un buen golpe al no tener ningún arma con él.

Pero justo antes de estar lo suficientemente cerca, Steve vio como un montón de espadas se blandían en contra de él, apuntándole con advertencia de que si se movía solo un centímetro más para atacar a Tony, se vería en grandes problemas por todos los demás de la tripulación, incluyendo a Natasha que le miraba con el ceño levemente fruncido y le apuntaba sin dudas, dispuesta a defender al castaño a costa de todo.

Claro, Steve hasta ahora lo entendía. Natasha y Tony jamás fueron sus amigos realmente, jamás debió de confiar en ellos, todo había sido una farsa para poder atracar la capital. Steve echó una gran carcajada con desgana, desesperación y desilusión. Pues claro, todo había sido una farsa, todo había sido una mentira.

—Vamos Steve, deber regresar al camarote —habló Tony con ahora voz más calmada y mirada seria.

Steve lo miró feo, como diciéndole que no iba a hacer nada de lo que este le pidiera, sin embargo se vio interceptado por aquel hombre de gafas con cabello negro, que parecía ser el más calmado y sensato del lugar.

—Buenas tardes Lord Rogers, mi nombre es Bruce Banner y soy el doctor de esta tripulación. Comprendo su enojo e ira por la situación, pero sus heridas son muy graves y me temo que si no regresa a recostarse y dejarme checar sus vendajes, daremos un gran retroceso en el aspecto de su salud. —habló con armonía el doctor mirando al caballero, viendo como este con sus palabras se iba destensando y aceptando el hecho.

Echando una última mirada de repulsión hacia Tony, fue que Steve volvió sus pasos y se dirigió con trabajos a la cama en la cual había despertado.

><><><><>< 

En la oficina principal de los oficiales encargada de la seguridad de la capital se encontraba un entero revuelco respecto a los acontecimientos ocurridos la noche anterior.

Entre todos los oficiales de alto rango se encontraba lord Harrison Carter, al ser el noble de mayor autoridad y poder de toda la capital. Aquel asunto se había salido del control de sus manos y era algo completamente inaceptable. No solo era el hecho de que Lord Carter tuviera que ver por el bien del lugar, sino que ¡habían atracado en su propia casa! Frente a sus narices y ni siquiera pudo sospechar un poco de ello.

—¡Es inaceptable! ¡Una completa aberración! ¡Y todo su equipo de seguridad no sirvió para absolutamente nada! —reclamaba Lord Carter al jefe de los oficiales, siendo este el de mayor rango por sobre todos los demás.

—Le recuerdo mi Lord que nosotros hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos. A pesar de que mi equipo no sufrió perdidas tengo a varios oficiales heridos a penas en recuperación —respondió el oficial siendo este un señor de avanzada edad con su cabello y barba ya cubierto de canas debido al pasar de los años.

—¿Cómo es que le notificaron de las casas a las cuales iba a atacar aquellos asquerosos piratas? ¿Cómo obtuvieron aquella información? —preguntó el padre de Sharon calmándose solo un poco respecto a todo aquel disturbio.

—Nos llegó esta carta —dijo el oficial mientras se la tendía al Lord—, fue llegada anónimamente, aún no sabemos quién fue el responsable de advertirnos, sin embargo, estamos investigando. Es muy probable que el hombre que haya escrito esa carta también haya sido parte de Los Vengadores, puede que incluso se encuentre aquí en la capital, al no haber zarpado con todos los demás.

Harrison Carter tomo la carta entre sus manos y comenzó a leerla, viendo que la única información que tenía escrita eran los nombres de las familias las cuales fueron saqueadas, junto con una pequeña nota que notificaba que serían atracadas al mismo tiempo que se realizaría la boda de Steve Rogers con Sharon Carter.

No había más pistas, no había mas información, solo aquello, siendo una clara carta de odio y traición hacia aquella peculiar tripulación.

Justo en ese momento fue en el cual la puerta de la oficina fue abierta abruptamente, siendo azotada. Ahí se encontraba Sharon Carter, con un gesto lleno de coraje, desesperación y tristeza. Atrás de ella venia un oficial del todo apenado, sabiendo que no debía de dejar entrar a la señorita al usar sus superiores en una reunión privada, pero lamentablemente no había podido detener a la rubia.

—¿¡Donde se encuentra mi prometido!? —exigió casi gritando al oficial de mayor rango desalineando toda la imagen de delicada doncella que siempre proyectaba. Su padre le dirigió una mirada reprobatoria, pero ella hizo caso omiso a aquello.

—Mi Lady, lamentablemente aquellos rastreros piratas lograron escapar y temo que secuestraron al joven Rogers en aquel ruin acto —explicó calmadamente el oficial tratando de lucir lo más apacible posible.

—Escúcheme bien oficial, no me importan sus excusas baratas por no haber logrado capturarlos, no me importa que sus hombres se encuentren heridos, no importa la cantidad de sacrificios que tenga que hacer, pero le advierto que si no son capaces de traer a mi prometido  de vuelta, yo me encargaré de acabar con su vida quitándole todos sus rangos, títulos, tierras y demás que posea —amenazó Sharon con fuego saliendo por sus pupilas, siendo bastante clara al respecto.

Todos los presentes sabían que ella podía acabar con sus vidas si así lo quisiera, después de todo era la hija de la familia más importante de toda la capital, para ella quitar empleos, puestos y demás seria extremadamente sencillo.

El oficial simplemente se quedó con gesto serio sabiendo que debía de aguantar, sin poder responder nada y asintiendo con obediencia.

—Quiero a MI Steve de vuelta y será mejor que sea pronto si no quieren sufrir las consecuencias. Aún tengo una boda pendiente —exigió la rubia con arrogancia para volver sus pasos y salir de aquella oficina, azotando la puerta nuevamente.

Lord Harrison simplemente apreció aquello, sabía que debía de reprimir a su hija por aquel comportamiento tan agresivo, pero ya sería en otro momento.

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Como Bruce había temido, la herida de Steve se abrió nuevamente debido al esfuerzo de haberse parado tan abruptamente y subir aquellos pequeños escalones, por lo que ahora se encontraban dentro del camarote en el cual Steve había despertado, este sentado observando cómo era que Bruce lo volvía a suturar con habilidad mientras limpiaba su herida.

—¿Qué fue lo que me pasó? —preguntó Steve después de un largo silencio, ya un poco más tranquilo pero sin dejar sus sentires atrás, notando como aquel doctor que parecía bastante amigable no dejaba su trabajo de lado.

—Te dispararon. Aunque aún no estamos seguros de quién fue, tenemos nuestras sospechas. La bala te atravesó por completo, no tuvimos que extraerla, sin embargo, esta alcanzó a dañar tu arteria epigástrica inferior, por lo cual sufriste una severa hemorragia. Como la bala te alcanzó a perforar no se te formó un hematoma y solo tuvimos que detener la hemorragia. Tuviste mucha suerte de que aquella bala no haya dañado tu medula espinal —relató el doctor del todo concentrado haciendo un nudo para terminar la sutura.

—¿Qué hago aquí? —preguntó el rubio nuevamente intrigado respecto al propósito de su presencia en aquel barco de piratas.

—Si te dejábamos lo más probable es que hubieras muerto a los pocos minutos. El capitán no pudo con eso así que te trajo aquí y con su ayuda fue que entre los dos pudimos estabilizarte y salvar tu vida —explicó mientras levantaba la mirada y lo veía finalmente a los ojos.

No pasó mucho tiempo para que la puerta del camarote se abriera y diera paso a aquel muchacho castaño que Steve había visto en un principio.

—El capitán mandó esto para ti Bruce, dijo que probablemente lo necesitarías —dijo Peter mientras se acercaba y le dejaba unos trapos limpios al doctor para realizar nuevamente el vendaje, junto con una pequeña cubeta de madera que contenía agua limpia y fresca.

Bruce asintió agradeciendo por aquello, para después comenzar a lavarse sus manos manchadas de sangre y proceder a colocar nuevamente el vendaje en su paciente.

—¡Hola! Mi nombre es Peter —dijo el adolecente con una radiante sonrisa mientras saludaba al rubio, siendo correspondido en seguida.

—¿Te conozco de algún lado, Peter? —preguntó el caballero curioso, seguro de haber visto ya a aquel muchacho antes.

—Oh, probablemente no me recuerde. En la capital, yo era el lacayo del capitán —dijo Peter con orgullo mientras se enderezaba y se ponía en la pose común de cualquier lacayo.

—¿El capitán es Tony? —preguntó Steve con sarcasmo sintiendo como su enojo comenzaba a volver.

—¡Así es! Es genial, ¿no cree? —dijo Peter emocionado, viendo como aquel rubio fruncía el ceño y rodaba los ojos con disgusto.

—¿A dónde vamos? ¿Qué es esta tripulación? ¿Qué piensan hacer conmigo? ¿Cuáles son sus planes? —preguntó apresuradamente el rubio sintiendo frustración, mucha frustración por encontrarse prácticamente rodeado de puros criminales y en medio de la nada. Había fallado como caballero y ahora se encontraba sin muchas opciones de escapatoria.

—Lamentablemente Lord Rogers, esas son preguntas que nosotros no podemos contestar. Solo hay una persona que puede responder —respondió Bruce acabando ya con el vendado también.

Steve solamente se limitó a suspirar, sabiendo quien era la persona a la cual se debía de dirigir pero que personalmente prefería evitar a toda costa, si no terminaría rompiéndole aquella perfecta nariz que se cargaba el desgraciado.

—Le recomiendo que no haga disgustos y esfuerzos innecesarios si quiere que esa herida comience a sanar —sentenció el de gafas para finalmente levantarse y dirigirse hacia la salida—. Peter se quedará con usted por cualquier cosa que necesite y también para vigilarlo.

Y dicho esto fue que el doctor salió del camarote. Bruce sabía que Steve era un buen hombre y que no haría nada para lastimar al pequeño Peter, por lo que fue lo más conveniente por el momento, esperando que el rubio bajara la guardia con este al ser el más inocente y joven de todos.

Peter por su parte al ya quedarse con Steve y al haber escuchado la orden dada, fue que se paró rectamente y puso su mirada seria al frente, como imitando a un soldado, cosa que por primera vez desde que había despertado, hizo a Steve sonreír.

Notas finales:

Me encanta cuando puedo usar datos o información médica en mis fics. Jajajaj como mis dos cosas favoritas juntas: stony + medicina.

¡Gracias por comentar! Los reviews me inspiran a escribir pronto. 


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