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Forbidden heart por hannastony

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Al amanecer, Tony fue el primero en despertar; parpadeó un par de veces para adaptarse a la luz, dando luego un largo bostezo, dándose cuenta de la situación al estar acostado encima de Steve, ambos completamente desnudos. Fue así como todos los recuerdos de la noche anterior lo invadieron; sonrió ampliamente para sí mismo, sin poder reprimir la inmensa felicidad que lo invadía.

Después de que ambos se corrieron por primera vez, fue demasiado fácil dejarse llevar para seguir haciéndolo; duraron teniendo sexo prácticamente toda la noche hasta quedar completamente agotados, tanto que hasta Tony perdió la cuenta de cuantas veces se había venido, y ni que decir de Steve, que lo llenó por completo hasta quedar sin un poco de energía.

Al principio el castaño había pensado que solo él era el que tenía aquel inmundo y potente deseo de tener relaciones con Steve, pero después de la noche anterior, le había quedado más que claro que aquella necesidad la compartía por completo con el rubio que se encontraba en la cama con él.

No podían culparlos, ambos habían sentido tanto apetito,  anhelo y pasión por el otro, que ahora que habían cruzado aquella delgada línea ya no se podrían contener y seguramente no habría vuelta atrás.

Luego, estaba lo que habían confesado. Tony tenía la seguridad dentro de su corazón de que aquellas palabras hacia su persona eran verdaderas. La mirada que Steve le dedicaba, acompañada de la sonrisa que siempre le mostraba no podrían ser fingidas; sin contar que Steve no tendría ninguna razón para mentirle al respecto. El hecho era que él jamás se había propuesto encariñarse con el rubio de tal manera, su intención nunca fue incluir sentimientos en su relación, pero aun, en sus planes, jamás había estado el incluir sus propios sentimientos.

No sabría decir a ciencia cierta si se estaba enamorando, sin embargo lo cierto era que el caballero le hacía sentir cosas que jamás había sentido por alguien y le aterraba; aunque al mismo tiempo, también lo hacía sentir seguro, con verdadero cariño, con amor y eso era algo realmente indescriptible. Lo único que sabía a ciencia cierta era que quería estar con Steve, no sabía hasta cuando dejaría de sentirse así, pero algo era seguro en aquel instante y eso era que le gustaría seguir descubriendo, lo que podría ser la relación de ambos.

Steve al sentir el leve movimiento de Tony al haberse despertado, él también fue despertándose de su sueño, abriendo los ojos y volviendo a la realidad tras un sueño aún más perfecto y gratificante, uno que al parecer, era real.

—Buenos días… —dijo Steve con voz ronca y suave al ver los hermosos ojos de Tony siendo lo primero que su vista enfocó.

Tony le respondió con una radiante y sincera sonrisa, para luego acercarse a él y besarlo.

Steve correspondió la suave caricia, pasando uno de sus brazos alrededor de la cintura del moreno, abrazándolo con fuerza haciendo que ambos cuerpos desnudos se pegaran aún más, sintiendo el calor de la piel ajena.

La combinación de sus bocas y lenguas trabajando junto con la cercanía de ambos sólo provocó que tanto Tony como Steve, se volvieran a excitar una vez más. Aun cuando habían quedado completamente exhaustos de la agitada noche.

Tony comenzó a mover sus caderas encima de Steve, frotando su semi erección con la del rubio tratando de aliviar un poco el cosquilleo que se formaba en su pelvis, provocando así, que con unos cuantos movimientos, ambos quedaran completamente erectos, con ganas de más, mucho más.

Steve gimió entre el beso al sentir el pene del castaño restregándose con el suyo; sin reprimirse, pasó ambas manos hacia las nalgas del moreno apretándolas, acompañando los movimientos de Tony con los suyos, haciendo aún más intensa la fricción.

—¡Ah!... uff —soltó Tony en un largo gemido al sentir las manos contrarias estrujándole tan delicioso, pero eso en vez de hacerlo sentir aliviado lo desesperó aún más, por lo que colocó sus palmas en los hombros de Steve y levantó su torso, enderezando su columna para colocarse a horcadas en la pelvis del rubio, dándole a este último una vista tremendamente candente que se quedaría plasmada en la mente de Steve como una de sus imágenes favoritas.

El castaño se dejó de juegos y se levantó solo un poco para dar paso a su mano y tomar el pene hinchado del ojiazul, lo masajeó unas cuantas veces, subiendo y bajando su mano por todo el tronco, antes de tomar la base de este y enderezarlo a su merced para dirigirlo directamente a su entrada que gracias a las rondas de sexo anteriores, aún se encontraba bastante dilatada y preparada.

Sintió cómo la punta del glande de Steve con muy pequeñas gotas de presemen presionaba contra su agujero y tembló por ello. Sin dejar su labor de lado, poco a poco fue metiendo la gruesa polla del rubio, hasta quedar totalmente empalado, dejando caer todo su peso en ella, sintiéndola hasta al fondo, muy adentro, provocando que gimiera en el proceso.

Steve no pudo evitar soltar un largo jadeo y echar su cabeza para atrás con los ojos cerrados debido a lo bien que se sentía la estreches de Tony alrededor de él, sintiendo cómo su pene podría explotar del éxtasis.

Tony se quedó así, quieto, con sus manos apoyadas ahora en los fuertes y perfectos pectorales del rubio, mirando con emoción al hombre debajo de él que parecía deshacerse con las placenteras sensaciones. Esperó hasta que Steve recuperara el aliento y volteara el rostro a verlo nuevamente con aquellos preciosos ojos vidriosos y la boca sonrosada; éste lo miró suplicante, con ganas de follarlo duro y mover sus caderas sin recato. Tony entendió a la perfección el mensaje en la mirada llena de entusiasmo que muchos hombres antes le habían dedicado, pero que solo Steve hacia que su corazón retumbase de emoción.

—Quédate quieto, te haré sentir muy bien cariño —dijo Tony con una sonrisa pícara sin dejar de mirarlo directo a los ojos; sin querer perderse ni un solo detalle del rostro ensimismado de placer del rubio.

—Tony…. ahhh —gimió Steve sintiendo a Tony moverse alrededor de él en pequeños círculos, levantándose solo lo suficiente.

De esa manera el castaño comenzó a montarlo, tomando impulso del pecho contrario para moverse, contrayendo a su vez los músculos de su esfínter para apresar aún más el pene dentro de él.

Pasado un rato, Tony cambió sus movimientos y ahora en vez de hacerlos circulares, comenzó a hacerlos de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás, cabalgando, acelerando con cada minuto, provocando que ambos comenzaran a gemir sin recato alguno.

Steve en todo ese tiempo no había necesitado moverse ni un poco debido a que Tony lo estaba montando tan perfecto, tan bien, que se sentía prácticamente en una nube de lujuria y placer; se sentía demasiado bien el dejar a Tony proporcionarle todo el placer que quisiese, la manera en que movía sus expertas caderas era una forma verdaderamente exquisita y el solo ver el rostro lleno de satisfacción de Tony al estarse auto penetrando, hacía sentirse aún más excitado de lo que ya estaba.

A él jamás lo habían montado de aquella forma, él estaba acostumbrado a ser el de arriba las veces que había tenido relaciones sexuales. Él era el que se movía a su antojo y las mujeres solo se dejaban a hacer, pero ahora, con Tony arriba de él, follándose él solo de forma increíble, Steve había descubierto una nueva y muy deliciosa forma de tener sexo, y estaba de más decir, que le encantaba.

Mientras Tony seguía moviéndose, Steve había estado apretando aquellas redondas y bien formadas nalgas, sin poder dejar de mirar con bastante perversión como su pene desaparecía en aquel estrecho, resbaladizo y húmedo agujero.

Fue hasta que sus ojos azules subieron un poco la vista que se percató de la erección desatendida del moreno que rebotaba con cada movimiento entre sus abdómenes, con la punta húmeda, salpicando levemente las pieles. Si Tony lo estaba haciendo sentir tan bien, él podía hacer lo mismo ¿cierto?; Steve no quería ser el único en sentir tan desmesurado placer, por lo que con aquel pensamiento soltó su mano derecha que se encontraba amasando uno de los glúteos contrarios y la pasó hacia al frente, para comenzar a atender a la erección del pirata, masturbándolo al ritmo de las penetraciones.

Tony gimió, y por un momento dejo sus movimientos de lado, cerrando los ojos para centrarse en aquella grande y gruesa mano que envolvía su muy duro pene. Lo bombeaba en ratos, para luego pasar su pulgar por el glande en círculos, unos cuantos segundos, para luego continuar de arriba hacia abajo, pasando de vez en cuando por los testículos del castaño, apretándolos muy suavemente, y luego volver a la base y terminar una vez más en el glande. Justo como a Tony le encantaba.

Tardó solo unos momentos en recuperarse y acostumbrarse a como su erección era atendida, para luego continuar con sus movimientos, acelerando el ritmo y con ello, las auto penetraciones, apretando de vez en cuando a Steve como si lo quisiera exprimir hasta el fondo.

Ambos aceleraron el compás de sus actividades. Steve se movió cada más rápido, masturbando a Tony con mayor desesperación y Tony por su parte, comenzó a mover más rápido sus caderas, brincado con velocidad en la polla de Steve, haciendo que los sonidos de los gemidos y jadeos se convirtiera más obscenos al ser acompañados de los ruidos de ambas pieles chocando, del chapoteo de la humedad de la entrada y de la fuerza de los músculos golpeándose entre sí.

—Agh Tony… me montas... ah... me montas tan bien —soltó Steve en un gruñido-gemido sin dejar el movimiento de su mano, ajustando el ritmo de su cadera a los descensos de Tony, provocando que las embestidas fueran más profundas.

Después de unos minutos, Steve sintió el característico cosquilleo en la parte baja de su vientre, clara señal de que estaba a punto de venirse. Lo penetró una y otra vez hasta que a la tercera arremetida, se sintió en el punto máximo del clímax y gimió largamente, notando cómo se corría dentro de Tony haciendo que este también gimiera al sentir el semen caliente invadirlo, escurriéndose entre sus nalgas y muslos al no poder contenerlo todo.

El rubio no perdió el tiempo, y una vez que terminó de venirse, aceleró la masturbación que le proporcionaba al moreno, haciendo que  experimentara las mismas sensaciones que él, viniéndose en el abdomen de Steve, manchando gran parte del torso del rubio.

Tony se dejó caer en el pecho contrario, sin importarle el desastre pegajoso que habían dejado y que después tendrían que limpiar.

—Qué encantadora forma de comenzar el día —expresó Steve una vez que ambos comenzaban a recuperar el aliento, más tranquilos y en paz luego de un muy buen orgasmo.

—Dímelo a mí —respondió Tony levantando solo un poco su rostro para poder alinearlo con el de Steve y besarlo larga y profundamente.

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Querido padre y madre:

Soy yo, Steve, verdaderamente soy yo el que está escribiendo esta carta por mi propia voluntad.

Les escribo para decirles que me encuentro muy bien en donde estoy; soy feliz, libre. Los piratas que atracaron la cuidad prácticamente me salvaron la vida y no han hecho otra cosa más que apoyarme y cuidar de mí.

No me encuentro siendo esclavo, ni prisionero o maltratado, todo lo contrario. La razón por la que aún no he regresado si ya no me retienen en contra de mi voluntad, es porque así lo he decidido.

Sé que parecerá una locura, pero es la más absoluta verdad. No se preocupen por mí, estoy muy bien, les pido que no se martiricen con malos pensamientos.

Por otro lado, los extraño, y a su vez, deseo que se encuentren bien. Por favor cuiden de Snow, es un caballo un tanto problemático si no se le da la atención adecuada y seguramente el pobre me extraña al igual que yo lo hago con él; les aseguro que no me he olvidado de nadie.

Espero pronto, en cuanto lleguemos a otro puerto, volver a tener la oportunidad de escribirles. Nos mantenemos en constante movimiento, por lo cual, será imposible que nos rastreen. De igual forma, planeo no comunicarles y seguir en secreto el lugar de donde envío estas cartas, sé que no parece que sea lo mejor, pero es para bien.

Los quiero mucho y me gustaría recibir una respuesta de ustedes, sin embargo, eso implicaría demasiados riesgos, por ahora, esperen a volver a recibir las noticias sobre mí.

Con cariño, Steve Rogers

 

Querida Sharon Carter:

Espero te encuentres muy bien. En un principio había planeado dirigir esta carta hacia la familia Carter, pero al final decidí hacerla un tanto más personal debido a que considero, eres la persona más importante a la cual le debo una explicación de mi decisión.

Quiero que sepas que eres una mujer increíble, noble, bella, gentil, pura, educada y con un sin fin de virtudes más las cuales te convierten en una dama verdaderamente extraordinaria que cualquier caballero podría desea tener. Es por esta misma razón que creo que mereces a alguien que te ame con todo su corazón, a alguien que tú puedas elegir, y no a alguien que la sociedad te imponga, sino, un amor verdadero.

Lamentablemente, ese hombre no puedo ser yo. El tiempo que he pasado fuera de la capital me ha hecho recapacitar sobre mi persona, mi destino y lo que realmente quiero para mi futuro.

Te expreso mi más sincera disculpa Sharon. Siento mucho no poder cumplir con el compromiso que tengo contigo ni con nuestra boda; por lo cual, mediante esta carta te hago saber a ti y a la familia Carter que yo, Steve Rogers, cancelo todo compromiso y la planeada boda que la familia Rogers tiene con los Carter.

Eres libre Sharon, libre de vivir tu vida a lado de quien elijas, libre de contraer matrimonio con alguien que no sea yo, te ofrezco una vez más una disculpa si mis palabras te pudieran llegar a hacer daño. Nunca fue mi intención, lamento haber hecho las cosas de tal forma.

 

Con cariño, Steve Rogers.

 

Ambas cartas llegaron a la capital siendo trasportadas y enviadas días después por un cartero directamente a la casa Carter y a la casa Rogers.

Claramente, la carta que fue dirigida a la señorita Sharon Carter no fue recibida por esta misma al encontrarse lejos de la capital, en la excursión para atrapar a los Vengadores. Sin embargo, sí fue abierta, siendo leída por el matrimonio Carter.

Lady Amanda Carter fue la primera en recibir en sus manos la carta.  Fue ella misma la que la abrió con desesperación y extrañeza al notar el nombre de Steve Rogers en el remitente de la carta. En un principio creyó que se trataban de malas noticias en cuanto a la vida del caballero, pero al leer el contenido, el matiz de su mal presentimiento cambió un poco.

Su rostro se fue deformando poco a poco, pasando de una mueca sorprendida, a una disgustada para finalmente tornarse a una enojada. Aquello no podía ser posible. Esperó a que su esposo llegara para hablarle de aquella funesta carta.

Cuando lord Harrison Carter la leyó, hizo exactamente las mismas expresiones que su mujer. Era, además de una falta total, una completa locura; era prácticamente imposible que esa carta la haya escrito el mismo Steve Rogers. Pero, lo que en definitiva era aún peor, era que hubiese tenido el atrevimiento a cancelar aquel importante compromiso que tenía con su hija, de tal manera.

— ¡Ahora mismo iremos a la casa de los Rogers para que nos puedan confirmar que esta es la verdadera firma del primogénito de los Rogers! — sentenció Lord Carter saliendo se su hogar indignado y ofendido, siendo seguido de cerca por su mujer.

Una vez que llegaron al hogar de los Rogers vieron al otro matrimonio, en la sala de la casa, en completa incredulidad leyendo otra carta.

Lord Carter llamó la atención de ambos pidiéndoles una explicación, mostrando, como evidencia, la carta que había llegado destinada a Sharon.

Los Rogers la leyeron y de igual forma les enseñaron la carta dirigida para ellos a la familia Carter. Una vez que los dos matrimonios acabaron de leer, Lord Joseph Rogers se animó a hablar.

—Esto no puede ser verdad. Sí es la letra y firma de Steve, pero conozco a mi hijo, y jamás se revelaría de tal forma en contra de su familia; jamás estaría del lado de unos vándalos criminales y quedarse con ellos así sin hacer nada, aceptando su destino. El jamás dejaría de pelear —declaró el patriarca de los Rogers mirando a los presentes en la sala.

—Debe tratarse de una trampa de esos rufianes —declaró ahora Amanda Carter, atrayendo la atención de todo hacia ella, quienes analizaban sus palabras— piénsenlo, aquellos ruines piratas lo único que quieren es asegurarse que los oficiales de la Capital dejen de perseguirlos. Pudieron haber obligado a Steve a escribir esa sarta de tonterías, dando por hecho que nosotros las creeríamos, al ser de su puño y letra, de ese modo se quitarían un peso de encima.

—Tiene razón, no podemos asegurar nada con una simple carta, seguramente amenazaron a mi pobre hijo teniéndolo como prisionero sin dejarle otra opción —añadió la madre de Steve con la preocupación creciendo en su interior.

—No se preocupen Lady y Lord Rogers, estoy seguro que los oficiales de la Capital están haciendo bien su trabajo y pronto regresaran con su hijo sano y salvo, junto con aquellos despreciables criminales. Y créame que tendrán la justicia que se merecen —dijo lord Harrison —. Creo que lo mejor para todos será ignorar estas cartas y su propósito, no caeremos en su juego —sentenció finalmente, viendo a su esposa y al matrimonio Rogers asentir, estando de esa forma, de acuerdo con su decisión.


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