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Forbidden heart por hannastony

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Después de unos cuantos días navegando finalmente arribaron a Wildwood, anclando el barco a unos metros del puerto, mar adentro. Nunca habían estado ahí, pero habían escuchado que era un lugar tranquilo por el cual algunas embarcaciones pasaban de vez en cuando.

Thor y Peter tomarían uno de los botes y bajarían solo parar poder abastecerse de suministros, ya que tampoco pensaban comprar mucho; más que nada era tener alimento para los días en los cuales seguirían navegando.

—Estaba pensando en bajar. Me gustaría ver si puedo enviar otra carta desde aquí hacia la capital; ya les comenté a Thor y a Peter para irme en el mismo bote con ellos —le dijo Steve a Tony mientras se encontraban en el borde del navío cerca de la proa.

—Me parece buena idea. ¿Estarás bien solo? quisiera acompañarte, pero tengo que organizar el mantenimiento del barco —respondió Tony  mirándolo con las cejas levemente caídas debido a que no podía ir con él.

Y es que la verdad Tony quería utilizar el tiempo que les llevara estar anclados para cambiar cuerdas, verificar que las velas estuviesen en buen estado y demás.

—Estaré bien —respondió sinceramente Steve dedicándole una confortadora sonrisa.

— ¡Capitán! ¡Ya nos vamos! —gritó Peter a todo volumen para que el mayor lo escuchase, antes de comenzar a subir al bote.

—Bueno, nos vemos en un momento entonces —dijo Tony mirándolo con cariño.

Steve sonrió feliz por la mirada llena de brillo que le dedicaba su castaño; sin contenerse, lo tomó de ambas mejillas y le dio un largo pero casto beso. Separándose con mucho esfuerzo sin dejar de mirarlo.

Alejó sus manos de su rostro y caminó unos cuantos pasos lejos, volteando en dirección a Peter, pero de la nada regresó su cuerpo y su mirada a Tony.

—Bueno, uno más y ya —dijo antes de volver a tomarlo de la cara y besarlo con mayor profundidad, presionando fuertemente sus labios contra los contrarios, provocando que Tony sonriera entre el beso.

Ahora al rubio le costó mucho más el separarse, pero poco a poco lo fue haciendo con resignación, mirándolo con apego, pero sin quitar sus manos de las mejillas contrarias.

—Uno y ya —repitió y una vez más lo besó casta y largamente.

— ¡Teniente Steve! —gritó Thor tratando de apurarlo. El “Dios de trueno” sabía cómo eran las cosas; a él también le pasaba lo mismo con Loki y ahora se encontraba viendo un reflejo de sí mismo frente a sus ojos, ya que se comenzaba a notar cómo Tony y Steve se veían con la misma chispa especial con la que él y el pelinegro se miraban.

Y sí, Thor sabía que si seguían así,  podría ser que jamás partirían a Wildwood.

Steve se separó de él, resignado, dedicándole una pequeña y divertida sonrisa al moreno.

—Ya ve —dijo Tony con una misma sonrisa divertida, viendo a Steve asentir, para finalmente, darle un corto beso en la frente.

Se separó y salió corriendo hacia el bote en el cual Peter y Thor ya se encontraban montados, subiéndose con ellos y así comenzando a bajar para poder remar hacia tierra firme.

No muy lejos de aquella escena se encontraban Clint, Natasha y Loki, mirando con detenimiento la interacción entre su capitán y teniente.

—Yo digo que es un empate —dijo Natasha de la nada recibiendo la aprobación de parte de Loki mientras asentía.

—Cual empate ni que nada, hicimos una apuesta y por lo que parece yo gané —expresó Clint con una sonrisa triunfante, antes de extender su mano con la palma abierta en gesto de que quería recibir su recompensa—. Paguen, perdedores.

—Lo que yo vi, fue que Steve no se quería despegar de Tony —argumentó Loki en un intento por no perder su dinero.

— ¿Estás bromeando? Mira a Tony, sólo MÍRALO. Trae la sonrisa de un bobo enamorado —contraatacó Clint provocando que todos, incluyéndolo, voltearan a ver a Tony, quién en ése momento, se encontraba con el codo hincado en el borde del barco, apoyando su mejilla en la mano mientras su rostro mostraba la sonrisa más atontada posible, mirando hacia la dirección en el que sus demás compañeros habían desaparecido.

—Wow. —dijo Natasha de forma seca, sin siquiera un tono de sorpresa en su voz.

—Ciertamente es gracioso verlo así, quien iba a pensarlo —comentó Loki cruzándose de brazos.

—Bueno, creo que ha quedado más que claro —agregó Clint extendiendo de nueva cuenta su mano, para que le entregaran su parte de la apuesta.

Natasha simplemente bufó y sacó 10 monedas de plata para entregárselas de mala gana a Clint, haciendo que éste solo sonriera aún más.

Loki por su parte, se limitó a rodar los ojos y de igual manera, entregarle sus respectivas 10 monedas.

—Fue un placer hacer negocios con ustedes —comentó Clint en forma de burla mientras guardaba el dinero ganado en sus bolsillos.

—No te creas demasiado —agregó Loki levantando su rostro en un gesto de dignidad, retirándose de ahí. Con lo que odiaba perder.

Clint no pudo más que sonreír más y encogerse de hombros. Aquella apuesta había salido más que bien para su propio beneficio.

Por otra parte, Tony se encontraba perdido completamente en su nube rosa de pensamientos y sentimientos dulces, sin poder dejar de recordar en su mente una y otra vez a Steve.

—Hey Tony —habló Bruce acercándose a él.

—Bruce —contestó el otro sin despegar su mirada de la dirección en la que Steve había partido.

—Parece que te encuentras en otro mundo —dijo el doctor logrando que el castaño enderezara su postura y finalmente lo volteara a ver, borrando poco a poco su sonrisa idiotizada—. Es la primera vez que te veo así, tan feliz…

—Es la primera vez que me siento así Bruce —se sinceró por completo el capitán.

Bruce era como un hermano para él. Era cierto que con todos y cada uno de los Vengadores Tony tenía una conexión muy especial, pero con Bruce era un poco diferente; era muy probable que eso fuera así porque él fue el primero con quien hizo un verdadero contacto humano. Fue el primero en quedarse a su lado, en apoyarlo, quien le ofreció sin nada a cambio su amor después de la muerte de sus padres. Y fue el primero en unirse a su revolucionara tripulación hace ya tantos años. Y a decir verdad, Bruce siempre lo aconsejaba de la mejor manera posible.

—Al principio pensaba que era simple atracción física y que una vez que saciara mi deseo de estar en la intimidad con él, todo sentimiento de querer tenerlo conmigo desaparecería; tú lo sabes, yo no soy alguien que dure mucho tiempo en una relación formal. Incluso me engañaba a mí mismo diciendo que su personalidad no me atraía, que se me hacía muy iluso y poco experimentado, pero me equivoqué terriblemente. Siento que después de haber estado con él, mi deseo y pasión se intensificaron el doble o incluso el triple.

Todo el tiempo me gustaría estar a su lado; disfruto muchísimo de su compañía, como ninguna otra, me hace sentir tan bien, tan cálido, querido y extrañamente, me hace querer ser mejor persona. —Soltó Tony sin ningún filtro y con plena honestidad siendo escuchado por su amigo—. Es que simplemente es perfecto, soy consciente de que tiene defectos como cualquier otra persona, pero para mí, él es perfecto Bruce. ¿Cómo a pesar de ser un caballero de familia noble, lo último que le importa es el dinero y el poder? Él es todo lo contrario a los de su clase; es uno de los hombre más correctos, nobles y sinceros que he conocido en mi vida, con esos ojos azules tan puros y llenos de amabilidad; y sólo para agregar es el hombre más jodidamente sexy y ardiente del planeta. Steve podría fácilmente ser un príncipe azul que salió de unos de esos típicos cuentos de hadas que se venden en los libro para niños.

—Supongo que no hay otra explicación más que te has enamorado, Tony.  —le dijo Bruce con una ligera sonrisa, notando cómo Tony lo miraba con la impresión pintada en sus ojos abiertos, analizando sus palabras.

El castaño sabía que lo quería, de verdad estaba comenzando a agarrarle un cariño y sentimiento que jamás creyó posibles. En todos esos días pasados se había cuestionado y atormentado acerca de que probablemente se estaba enamorando, pero ¿Qué tal si ya estaba enamorado? ¿Y si aquello que sentía tan fuerte dentro de su pecho y corazón era lo que se conocía como amor?, tal vez para los demás a simple vista podían verlo y discernirlo pero a él le estaba costando trabajo el asimilar todo esos sentimientos, ya que era algo completamente nuevo y bello.

— ¿No se supone que eso es algo malo? —preguntó Tony sabiendo que llegado a aquel punto, corría el riesgo de que el rubio tuviera el completo y entero poder de romperle el corazón en mil pedazos y destrozarlo.

—Es lo más hermoso que te pudo haber pasado Tony, sé lo que estás pensando y a decir verdad no te lo puedo negar. Pueden pasar muchas cosas, pero la verdad es que debes sentirte realmente afortunado por haber encontrado a una persona tan especial como lo es Steve; que te haga sentir todo este mar de sentimientos. Disfruta tu amor, se feliz, no te preocupes por lo que pueda pasar, solo disfruta el momento, eso es lo que tú siempre dices ¿cierto? —dijo Bruce sabiamente levantando una ceja.

Tony solo necesitó de aquellas palabras para librarse de aquel momentáneo terror y malos pensamientos.

—Gracias Bruce —dijo por último el capitán, sonriéndole.

><><><><>< 

Al pisar las tierras de Wildwood Thor y Peter se separaron de Steve, ambos fueron por las provisiones mientras que el otro se disculpaba para poder enviar su carta, quedándose de reunir con los otros dos en un punto exacto.

Después de una hora caminando y recorriendo las calles había encontrado un lugar por el cual podría enviar su carta hacia la capital, siendo dirigida específicamente hacia su hermano del alma, Bucky, al no haber tenido oportunidad la primera vez de enviarle una; y claro, él también merecía una explicación. La carta en sí no contenía nada de relevancia, era muy parecida a la que le había enviado a sus padres, relatando lo mucho que lo quería y lo extrañaba, esperando que se encontrase bien.

Tenía la confianza de que sus dos cartas anteriores hubiesen llegado correctamente a manos de Sharon y sus padres. No sabía cómo estos reaccionarían con la noticia respecto a la cancelación del matrimonio arreglado;  él suponía que muy seguramente se lo habían tomado mal, sin embargo, sabía que no había nada que se pudiese hacer. Ya estaba más que decidido el camino que quería tomar y la persona con la que quería estar.

El dueño del palomar, junto con su hija apenas mayor, le proporcionó los materiales para la carta y una vez escrita, Steve vio como sujetaban la carta a la paloma correspondiente y la soltaban, dejándola salir volando del lugar.

Steve agradeció y pagó, mientras la hija del criador de las palomas trataba de sacarle conversación. El rubio por amabilidad le contestó lo que esta le preguntaba, siendo privado en ciertos aspectos que tuvieran que ver con la tripulación.

La muchacha le comentó acerca de Wildwood, que a pesar de no caracterizarse por ser un lugar muy comercial, mencionó algo que le llamó mucho la atención.

Por aquellas temporadas, dirigiéndose hacia al este, dentro del mar, si se tenía suerte se podría apreciar la migración de la majestuosa especie de las ballenas, algo digno de ver.

Steve tomó nota y lo apuntó dentro de su cabeza, emocionado con la idea de que pudieran verlas. Agradeció por los servicios con una leve sonrisa y educadamente se retiró de ahí para dirigirse hacia Peter y Thor.

El sol se comenzaba a ocultar cuando ellos finalmente se reunieron, con costales y cajas llenas de fruta, verduras y pan.

Subiendo toda la mercancía al bote comenzaron a remar, llegando pronto hacia su barco, notando que este ya se encontraba con las velas amarradas, limpio, y restaurado en materiales que ya estaban muy gastados.

—Me preguntaba hasta cuando llegarían —dijo Loki al ser el primero en notar su llegada y cómo subían el bote, ayudándolos en ello.

Thor una vez arriba, se lanzó hacia Loki y lo abrazó con fuerza y una sonrisa grande, levantándolo del piso, recibiendo reproches del pelinegro, quejándose una y otra vez para que lo soltara mientras el grandulón lo llenaba de amor.

Clint, Bruce y Natasha también se acercaron al círculo que se formaba.

— ¿Y Tony? —preguntó Steve paseando su mirada entre los piratas. Habían pasado casi todo el día separados y ciertamente Steve lo había resentido, había notado su ausencia y al igual que Thor, también lo quería tener entre sus brazos.

— ¿Me extrañaste? —preguntó Anthony a su espalda llamando su atención por completo, haciendo que se girase inmediatamente con una sonrisa llena de cariño.

Steve no contestó, simplemente posó su mano en su cintura y lo pegó a su cuerpo para luego besarlo larga y pacíficamente, soltando un leve suspiro. Una vez que terminó el beso se separaron y se quedaron viendo con fulgor.

— ¡Capitán! —llamó Peter, provocando que Tony dejara de perderse en aquellos irises azules y lo volteara a ver con atención, sin despegarse mucho de los brazos de Steve—, en Wildwood esta noche se va a organizar un pequeño festival, al parecer son fechas especiales ahí, nos preguntábamos si podríamos bajar.

Preguntó con emoción el pequeño, haciendo que todos a penas se enteraran del plan, estuvieran de acuerdo con la idea.

— ¡Por supuesto! No veo porque no —respondió Tony, viendo como daba un brinco de la emoción—, yo me quedare aquí, me siento un poco cansado y así cuidaría el navío; pero no se preocupen, ustedes salgan a divertirse.

Dicho esto, los demás asintieron y prepararon todo para bajar en los botes hacia las tierras.

— ¿Seguro que no quieres ir? —preguntó Steve un poco extrañado haciendo que los ojos cafés se volvieran nuevamente a él.

—Sí… no me siento con muchas ganas de un ambiente de fiesta, prefiero quedarme aquí. Pero ni se te ocurra limitarte, si quieres ir ve, diviértete, estaré bien —dijo Tony tranquilamente y con completa honestidad.

Steve se quedó pensativo ante el hecho. Los piratas comenzaron a subirse a los pequeños botes y cuando estaban todos arriba a excepción de la parejita, Natasha gritó en su dirección.

— ¡Steve! ¿Vienes?

— No, me quedaré con Tony a hacerle compañía —se giró y respondió el rubio, notando cómo Natasha le sonreía mientras negaba con su cabeza en signo de resignación.

Después de aquello comenzaron a bajar los botes para empezar a remar y perderse en la oscuridad.

—Hey, si querías bajar sólo lo hubieras hecho, deberías saberlo. —regañó levemente Tony, pero sin poder negar que la decisión tomada por el rubio le había satisfecho en creces, aumentando el calor en su pecho.

—Y tú deberías saber que prefiero mil veces pasar el tiempo contigo, que en una fiesta en la cual no estarás —respondió Steve como si nada, poniendo fuerza en el brazo que mantenía en la cintura del moreno para apegarlo aún más—además, estamos completamente solos…

—Hum, Steven Grant Rogers, ¿en qué estarás pensando?—comentó con diversión el castaño acercándose a sus rosados labios y besarlo.

Comenzó succionando el labio inferior de Steve haciendo que éste por instinto abriera su boca, dándole paso al moreno para continuar el beso más profundamente, esperando un pequeño tiempo, antes de meter su lengua y encontrar la contraria, haciendo una deliciosa fricción entre ambas, enredándose a la par.

Se mantuvieron así, unos cuantos segundos, besándose con parsimonia, disfrutando la delicia del momento, moviendo lentamente su lengua y labios sin dejar de hacerlo profundo. Fue hasta que Steve posó ambas palmas en el trasero de Tony, que ambos se comenzaron a calentar.

Para aquel punto, a ambos se les hacía difícil mantenerse separados, sin excitarse a cada instante en el cual se quedaban solos. El sexo se había vuelto una ardiente obsesión de la cual no podían escapar por más que lo hicieran, por más que se vinieran; parecía que nunca quedaran satisfechos. Siempre que tenían la oportunidad, querían seguir haciéndolo por el simple hecho de que se sentía tremendamente bien y había sido un nuevo y adictivo placer que ambos habían descubierto y probado; es como si hubieran encontrado su actividad favorita por hacer y obviamente, querrían hacerla todo el tiempo y a todas horas.

El beso pasó de ser lento a uno largo, rápido y fogoso, ocasionando que sus respiraciones se agitaran, haciendo un rio de saliva entre sus bocas, moviéndose con frenesí.

Fue hasta que sus pulmones les exigieron un poco de oxígeno que ambos finalmente cortaron el beso y se separaron, respiraron grandes bocanadas de aire por la boca, debido a la turbación y temblorosos de la excitación. Tony podía comprobar la situación al sentir la dureza del miembro de Steve rozarse contra su propia entrepierna.

— ¿No se cansa de tener sexo, teniente Rogers? —preguntó  juguetonamente Tony  paseando su mano sobre la erguida erección del rubio, por sobre la ropa y masajeando de arriba hacia abajo.

—Con usted es imposible contenerse, capitán —respondió Steve con voz gruesa y ronca debido a las caricias proporcionadas en su entrepierna. Por su parte, retiró sus manos del culo contrario, dejando de amasarlo, y colocándolas ahora sobre sus caderas.

Tony sonrió satisfecho ante la respuesta y después de lamer sus labios en un acto de provocación, desabotonó rápidamente los botones de la camisa de Steve, abriéndola con facilidad y aventándola con prisa hacia algún lado lejos de su vista.

El rubio sintió el frio aire de la noche calarle por la caliente piel, sensación que agradeció bastante, ya que contrastaba a la perfección con la sangre que comenzaba a hervirle por dentro.

Tony se acercó de nuevo hacia su pareja; colocó sus manos en cada pectoral descubierto y comenzó a besarlo en el cuello, paseando su lengua seductoramente por toda la yugular, antes de besar y lamer la zona antes acariciada, escuchando a Steve soltar un suspiro por la acción, ladeando su cabeza hacia el lado contrario para darle mayor acceso a esa zona.

El moreno se quedó así poco tiempo, ya que después bajó las caricias hacia el pecho de Steve, paseando de vez en cuando su lengua en los pezones rosados que se mostraban erguidos debido a la excitación, escuchando cómo Steve jadeaba levemente con satisfacción. Sin embargo, su camino no terminaba ahí.

Continuó bajando, tomándose su tiempo para saborear la piel de Steve, llegando hasta su ombligo, dándole un beso corto para poder seguir descendiendo hasta toparse con la hebilla del cinturón que mantenía sus pantalones arriba.

Para ese punto Tony se había agachado, cayendo de rodillas frente a la pelvis de Steve, mirando con devoción cómo por sobre la ropa se marcaba el imponente y grueso pene del rubio que parecía suplicar por liberación.

—Tony… ¿Q-qué vas a hacer? —preguntó Steve por demás agitado, mirando desde arriba como el moreno levantaba la mirada de su miembro para mirarlo a los ojos, con una sonrisa pervertida que ya se estaba acostumbrando a ver.

— ¿Qué parece que voy a hacer Rogers? Voy a darme el manjar de mi vida —contestó Tony mojando nuevamente los labios.

Steve lo miró con sorpresa e incredulidad, si era lo que él pensaba…. El rubio tenía que admitir que siempre sintió curiosidad respecto a cómo se podría sentir el sexo oral, pero nunca se atrevió a pedir algo como aquello a sus anteriores parejas sexuales; además de que era sabido que a la mayoría de las señoritas les desagradaba hacer algo tan morboso. Pero ahora se encontraba ahí con Tony. Al parecer se encontraba viviendo el pleno auge de su sexualidad, descubriendo cada día nuevas formas de darse placer entre ellos; todo gracias al moreno. Aunque ciertamente, le encantaba.

No tuvo tiempo de pensar más al sentir las manos de Tony trabajar con su cinturón para desabrocharlo, bajando sus pantalones y ropa interior solo lo suficiente para dejar al descubierto su polla que se encontraba tan dura y alta como un mástil.

El castaño debía admitir que el verla así, tan cerca y perfecta, hizo que comenzara a salivar. Tony ya había hecho aquello varias veces, pero solo para complacer al contrario, jamás se le había antojado comerse un pene con la intensidad con la que ahora se le antojaba, pero ya no le extrañaba, después de todo, era el pene de Steve, su Steve.

Tragó saliva antes de tomar la base de la polla con una de sus manos, acercando sus labios hacia el glande, y soplando su aliento gentil y muy despacio, luego, miró hacia arriba para ver que Steve se encontraba con las pupilas completamente dilatadas, las mejillas sonrosadas y la respiración jadeante, pero sin decirle nada, sin imponerle nada; simplemente a la expectación de lo que Tony haría a continuación.

Y lo que hizo fue darle una larga y húmeda lengüetada a todo el pene, desde la base hasta la punta, para luego continuar con otra y otra, lambiendo el tronco y el glande, una y otra vez, llenándolo por completo de saliva, escuchando placenteramente  jadear a Steve cada vez más fuerte.

Tony se complació al escuchar los desesperados jadeos del contrario; esto lo animó a que posara su boca en el rosado glande, succionándolo y chupándolo por unos segundos antes de meter por completo el pene en su boca.

Fue una tarea difícil, el castaño no podía negarlo, pero por ello comenzó lentamente, poco poco, tratando de relajar su garganta lo máximo posible para que ésta le cupiera, subiendo y bajando de forma pausada pero continua, agradeciendo que Steve se quedara quieto y no arremetiera inesperadamente contra su boca.

Después de unos cuantos intentos finalmente pudo relajarse lo suficiente para que le cupiera la mayoría en su cavidad bucal, comenzando a subir y bajar la cabeza, chupando sin dejar su lengua atrás en la labor de seguir saboreando el sabor de Steve, sintiendo cómo salía liquido pre seminal de su propia uretra debido a la fuerte erección por la excitación que le provocaba el simple hecho de estarle haciendo una mamada a Steve.

El rubio, por su parte, se encontraba en pleno placer. El sentir la húmeda y suave boca de Tony alrededor de él lo hacía querer moverse como desquiciado para arremeter contra esa boquita con barba de candado que comenzaba a llenarse de saliva que esta estaba escurriendo.

Ya no sabría decidir que le gustaba más, su polla en la boca de Tony o su polla en el culo de Tony; ya que ambas cosas se sentían extremadamente bien, demasiado excitantes y placenteras.

No podía dejar de observar cómo la cabeza de Tony se movía de adelante hacia atrás, una y otra vez, chupándolo y en ratos intercalando suaves besos para luego volver a meterse su erección en la boca. Le encantaba cuando Tony subía la mirada y se le quedaba viendo con aquellos ojos café penetrante y tan pero tan excitante, que solo lo alteraban aún más.

Con todo aquello Steve sencillamente no pudo evitar poner su mano derecha sobre los cabellos castaños, enredando sus dedos en las suaves hebras e incitándolo levemente a que siguiera un ritmo más rápido, cosa que Tony acató, moviendo su boca con más firmeza y rapidez, tomando un ritmo más veloz y desesperante. Se escuchaba como el moreno ahogaba todos y cada uno de sus gemidos al tener su boca y garganta bastante ocupadas, provocando un sonido como si se estuviera ahogando con el duro pene de Steve, creando música para los oídos de este que comenzaba a sentir que no duraría mucho tiempo así, gimiendo y jadeando ahora más fuerte, apretando los cabellos castaños que se mantenían entre sus dedos.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que el rubio sintiera su clímax acercarse, sabiendo que en cualquier momento se vendría.

—Ah… T-Tony ah… ya casi —logró formular entre jadeos y gemidos tratando de separarse de la boca rojiza del contrario, sin poder lograrlo correctamente debido a que Tony se seguía manteniendo con fuerza en su labor.

Fue así como inevitablemente Steve después de unos pocos segundos se comenzó a correr a unos milímetros de la boca de Tony, mientras éste la mantenía abierta con su lengua de fuera, recibiendo todo el blanco semen en su lengua y mejillas, cayéndole un poco en la nariz.

Decir que aquella morbosa imagen hizo sentir a Steve un potente tirón de excitación por todo su miembro mientras se corría abundantemente era decir poco. Steve gimió como nunca y se desplomo en el suelo, cayendo de rodillas quedando a la par con el rostro de Tony. Aquel fácilmente podría haber sido el mejor sexo oral de la historia y para Tony, la mamada que más había disfrutado hacer.

—Lo…. Lo siento —se disculpó Steve una vez que pudo correrse por completo, recuperando nuevamente la compostura al ya no sentir el golpe tan brusco del orgasmo.

El rubio buscó su camisa en el suelo y cuando la encontró el tomo para con esta misma limpiar con delicadeza el desastre que había hecho con su semilla en la cara de Tony.

—No pasa nada, así me gusta —respondió el moreno con una sonrisa una vez que había cerrado por un momento su boca para poder tragar todo lo que había quedado de Steve dentro de su cavidad.

Steve le sonrió, como si fuera lo más perfecto del universo; una vez que acabó de limpiarlo, le besó la frente y luego los labios.


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