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Forbidden heart por hannastony

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Notas del capitulo:

Ok, antes de que comiencen a leer quiero informarles que cambié poquito la información de la historia al pensarlo mejor. Steve va a contar con 26 años y Tony con 30 y ya jajaj listo. Ya arreglé el texto también para que aparezca con esa edad, perdón por cambiarla poquito pero es que lo pensé mejor ;) sin más los dejo leer y espero sus comentarios con ilusión. 

Steve en todo lo que le había tocado conocer y aprender a lo largo de su vida, podía afirmar con entera seguridad que jamás había entrado a un lugar parecido en el cual él y su amigo Bucky se encontraban en este momento.

Era bastante comprensible el que lo primero que sintiera Steve al entrar a aquel lugar fuera miedo y temor. La música, las risas, el canto y el alboroto en especial estaban a un nivel inimaginable. Borrachos por doquier, prostitutas por doquier, en sí, el vicio por doquier.

Algo que estaba mal visto por la aristocracia era que los jóvenes nobles cayeran en la lujuria, se emborracharan o se dedicaran a los juegos de azar. Los códigos afirmaban que estas actividades no conllevaban a nada bueno, sino a "daños corporales y espirituales". Sin embargo, esas eran precisamente las actividades que se llevaban a cabo en aquel lugar.

Ellos tenían prácticamente prohibido el estar ahí, sería del todo malo que alguien se diera cuenta de ello ya que afectaría mucho la reputación de sus nombres, por lo que Steve rápidamente entendió por qué Bucky insistió en cambiarse las ropas. No obstante, el joven Rogers no se sentía para nada más tranquilo al sentir que estaba del todo encubierto. Todo esto era nuevo para él y tenía el temor de que en cualquier momento las cosas se les salieran de las manos.

Steve siempre fue acatado a todas las reglas y estatutos, demasiado siendo sinceros. Por lo que desobedecer a todo lo que se le había fomentado y dejarse llevar por sus pasiones no era algo que siquiera se planteara hacer.

—Bucky… no deberíamos de estar aquí —fue lo primero que dijo el rubio casi en una súplica tratando de hacerle entrar en razón para que salieran de esa taberna cuanto antes.

—Por favor Steve ¡vamos a pasarla genial! Deja de ser un amargado y relájate, que para eso estamos aquí —respondió el castaño del todo ilusionado al ver como toda la gente de sus alrededores convivía para después hacer un ademan de saludo a alguien que se encontraba al otro lado donde servían las bebidas.

Steve se vio prácticamente jalado hasta el otro lado de la taberna donde su amigo parecía estar más que familiarizado en el ambiente.

—Hey hey, miren quien tenemos aquí, Bucky hace ya unos días que no te pasabas por aquí —comentó con una gran sonrisa el adulto que se encontraba separado de los nobles gracias a la  pequeña barra en la que se encontraba.

—¿Qué hay Philip? No había tenido un rato libre en mi trabajo pero por fin pude darme un descanso —contestó con lo que a Steve le pareció demasiada naturalidad para después continuar—. Te presento a mi amigo Steve, ya tiene unas semanas que llegó a la capital pero no había tenido oportunidad de traerlo a conocer ¡la mejor taberna del lugar!

Steve instintivamente se tensó al escuchar como su amigo ya había dado su nombre a lo que él consideraba un completo extraño. De verdad podía ser que estuviera más paranoico de lo normal pero el solo hecho de ser descubiertos le causaba nauseas.

—Es un poco tímido. —volvió a hablar Bucky a la vez de que apuntaba a Steve con el pulgar—. Pero hay que asegurarnos de que se quede con el mejor recuerdo del sitio ¿no crees Philip?

—Estoy completamente de acuerdo Bucky, debemos de ver que su estadía esté lo mejor posible —respondió el hombre que respondía con el hombre de Philip para después apuntar una mesa cercana a ellos—. Esa mesa de ahí esta libre Bucky. Siéntanse como en casa, en un segundo les llevo sus bebidas.

Y con esto último dicho fue que Bucky llevó a Steve a la mesa que les habían indicado para sentarse y ver como en segundos ya tenía cada quien un tarro de cerveza en la mano.

—Bucky… no creo que deberías de dar nuestros nombres tan fácilmente… ¿Qué tal si nos reconocen? —reprochó el rubio con una mirada sería una vez que ambos estuvieron sentados

—Tranquilo, Steve estás demasiado tenso, no te preocupes yo tengo viniendo a este lugar un poco más de un año y créeme que en todo este tiempo no he estado ni un poco cerca de ser descubierto. Aquí a nadie le importa nada. ¡Mira a tu alrededor! Cada quien está en su propio asunto sin ponernos la más mínima atención, bueno, al parecer ya atrajimos las miradas de unas cuantas jóvenes pero por mejores razones —Bucky dijo esto último en tono picaron para después mandar una mirada del todo seductora a una muchacha joven de cabello castaño que se encontraba unas cuantas mesas después de la suya. Después de lograr una cornisa provocativa de parte de la joven fue que volvió su atención a su mejor amigo—. Solo no menciones tu apellido y listo, joder que hay cientos de Steves en la zona como para que te puedan relacionar.

—Está bien…. —Fue lo último que dijo Rogers para finalmente darse por resignado y pasar el rato en aquel lugar.

Así de rápido como llegó la primera bebida, fue que le siguió la segunda, la tercera, la cuarta y la quinta. Bucky quería pedir la sexta ronda cuando Steve decidió que era suficiente, al menos para él. Ya se sentía un tanto mareado gracias al alcohol que había ingerido y por nada del mundo quería terminar como los ebrios que se mostraban frente a sus ojos. De hecho, no sabía la exacta razón por la cual había accedido a ingerir cerveza de aquel local. Él nunca tomaba a menos que fuera del todo necesario en reuniones sociales y el haber aceptado a hacerlo solo por gusto hasta a él le extrañaba. Probablemente fue porque quería dejar de sentirse tan nervioso al respecto de estar ahí, probablemente porque una parte muy escondida de él se quería dejar llevar por lo que sus instintos le pedían y el que se le haya presentado la oportunidad frente a él era más que pertinente.

Bucky decidió seguir tomando unos tarros más, los suficientes para que comenzara a hablar incoherencias y tonterías. Steve le paró  de seguir rellenando su tarro cuando vio que su amigo ya no podía seguir tomando más o terminaría vomitando en un rincón de por ahí.

Afortunadamente Bucky  se podría decir que seguía consiente de todo lo que pasaba a su alrededor por lo que obedeció a Steve sin rechistar.

En todo este tiempo se habían encontrado ahí varias mujeres de diferentes edades que se les habían acercado con el propósito de pasar una noche con ellos y poder sacarles dinero. Incluso a Steve dos mujeres un tanto bellas le habían propuesto el pasar la noche con él y no cobrar absolutamente nada por sus servicios, seguramente porque la cara y el cuerpo del distinguido Rogers llamaba mucho la atención para cualquiera, tanto que incluso las prostitutas dejaban de lado su trabajo con tal de probar a aquel adonis.

Steve obviamente las rechazaba a todas inmediatamente y de modo firme para no recibir insistencias por parte de las mujeres. Bucky en cambio les seguía un rato el juego, sentándolas en su regazo por un tiempo y coqueteando gustoso con ellas para después alejarlas y divertirse con las nuevas que llegaban.

En este momento Bucky se encontraba tonteando con una pelirroja mientras que Steve simplemente se quedaba observando con expresión del todo seria a su alrededor como todos bailaban, cantaban y se divertían también con las mujeres que se encontraban.

De repente fue que escuchó como las puertas de la taberna se abrían e instintivamente dirigió su mirada hacia las personas que habían entrado al no estar haciendo nada más que mirar a su alrededor.

Las personas que entraron llamaron rápidamente la atención de algunas personas que se encontraban dentro, al punto de llamar incluso la atención de Steve.

Eran cuatro hombres acompañados de una sola mujer, pero lo que llamó la atención de ellos fue que los hombres eran demasiado atractivos y la mujer demasiado hermosa para lo que unas personas promedio podrían ser. No solo eso, Steve al voltear completamente su mirada para observar mejor a aquel grupo pudo darse cuenta que su tipo de vestimenta incluía unas cuantas joyas  que no un simple plebeyo pudiera obtener, sin embargo, hubo un especifico individuo que para los ojos de Steve resalto por sobre todos los demás.

No sabía si era por su cabello castaño agarrado en una singular coleta, o sus incontables aretes y anillos de lo que parecía ser oro, o por aquella peculiar barba que estaba cortada en forma de candado resaltando aun más el atractivo del galante.

No solo era por el cómo lucia aquel hombre que llamaba la atención, también el aura que emanaba al momento en el que pisó el sitio fue lo suficiente como para sentir el tipo de persona de la cual se trataba.

Con una sonrisa impecablemente segura y galante, con porte de alguien que sabía que tenía el poder sobre todos y con una mirada lo suficientemente arrogante para cualquiera fue que hizo presencia en aquel lugar.

Egocentrismo y narcisismo fueron las primeras cosas que Steve sintió al continuar viendo sus expresiones de lo más inquebrantables.

Después de unos segundos vio como todo aquel grupo se dirigía a una mesa del lugar y comenzaban a pedir bebidas por montones, como si no tuvieran límite alguno mientras pasaban el rato. Por alguna extraña razón Steve no podía despegar su mirada de aquel castaño de barba la cual se limpiaba después de tomar unos buenos tragos de cerveza. No podía dejar de mirarlo, de ver como actuaba y de como sus expresiones cambiaban en diferentes momentos.

Steve se quedó observando como todo aquel grupo seguía ordenando y ordenando rondas de bebidas hasta perder la cuenta. Después de un tiempo notó como aquel mismo castaño que había estado observando desde el momento en el que llegó al lugar se paraba abruptamente de su asiento y le decía algo a la chica pelirroja que los acompañaba para después, tomarla de la mano y encaminarla al centro del lugar.

De un instante para otro fue que entre los dos tomaron las mesas más cercanas a lo que era el centro y las juntaron hasta crear un espacio considerable. Claramente a ninguno de los dos piratas les importo que algunas de esas mesas estuvieran ocupadas e incluso tuvieran comida en ellas. Todos o al menos la mayoría de las personas que se encontraban ahí estaban los suficientemente borrachas como para poder protestar que unos extraños se llevaran sus mesas.

Así de rápido como las juntaron todas, fue que quitaron los tipos de alimentos que se encontraban encima hasta que quedaran completamente vacías. Una vez hecho esto, fue que Steve notó como el atractivo castaño tomaba una vez más la mano de la pelirroja y la ayudaba con caballerosidad a subirse encima de aquellas mesas hasta quedar de pie. Una vez que la pelirroja ya estaba arriba, fue que rápidamente la acompañó y se subió de la misma manera hasta que ambos estaban arriba de las mesas.

El alboroto no se hizo esperar para nada, muchos chiflidos, gritos, piropos, cumplidos e incluso majaderías se hacían escuchar entre la multitud mientras todos los que se encontraban ahí comenzaban a rodear las mesas para tener mejor vista de lo que parecía ser un espectáculo. Steve no tenía la más mínima idea de qué esperar con todo aquello por lo que volteó con urgencia a mirar a su amigo Bucky para ver si le podía dar una explicación de todo aquello.

Bucky no le hizo el más mínimo caso a la mirada cuestionadora de su amigo, ya que, aunque hasta Steve le costara admitir, su amigo Bucky estaba demasiado embelesado con la escena que se estaba presentando, con sus ojos plenamente abiertos, con sus facciones totalmente estáticas y con su boca levemente abierta de la impresión. Estaba tan concentrado en lo que estaba pasando en el centro que hasta estaba ignorando olímpicamente a la otra pelirroja que tenía sentada en sus piernas, tratando de llamar su atención.

—¡Deme su mejor canción! —fue lo que gritó el hombre con joyas que a simple vista Steve lo estaba comenzando a considerar del todo interesante.

Ese grito claramente fue dirigido al músico de ahí, por lo que el señor, con una enorme sonrisa, comenzó a tocar su guitara con frenesí.

A la agraciada y energética melodía que dirigían las cuerdas de la guitarra se le comenzó a sumar el zapateo que ambos bailarines comenzaban a dar en sus pasos acoplándose rápidamente  junto con sus palmas, complementando así, la melodía musical.

Todos los que se encontraban alrededor de ellos comenzaron a sumar sus palmas al son del cual el castaño y la pelirroja indicaban hasta crear un sonido bastante agradable para los oídos de cualquiera.

Steve consideró rápidamente que aquella pareja ya tenía muchísima experiencia en el arte del baile al hacer sus pasos de lo más precisos y coordinados. Las extendidas sonrisas que ambos se dedicaban a mostrar hacían que su destello se intensificara aun más y que incluso contagiaran la misma expresión a todo el público que los miraba.

Bailaban muy bien y se veía que ambos estaban disfrutando bastante aquel momento. También se podía ver como ambos ya tenían la cerveza necesaria en su organismo como para carcajearse y reírse por cualquier movimiento que hicieran.

Ambos se veían directo a los ojos, del todo divertidos y entretenidos por sus acciones, y esos gestos que se dedicaban el uno al otro, a la vez de que seguían zapateando y aplaudiendo mientras hacían piruetas hacían que Steve se considerara si aquellos dos tenían establecida una relación amorosa. Se veían en plena confianza el uno con el otro, y sobre todo se veía que ambos tenían el mismo espíritu aventurero que los caracterizaba para hacer ese tipo de cosas que Steve ni en toda su vida se atrevería a hacer.

Steve sin embargo, no pudo apreciar todo el cuadro del baile con sus ojos, ya que inevitablemente, tenía su vista enteramente concentrada en un solo sujeto. Aquel castaño con coleta.

Se movía tan agraciadamente, sus piernas y brazos con cada movimiento marcaban sus músculos y sobre todas las cosas su sonrisa, su sonrisa era en exceso resplandeciente. Hacía que sus ojos se mostraran más pequeños y su blanca dentadura se mostrara a la vista. Steve no tenía la más mínima idea del porque no podía dejar de mirarlo, era algo sumamente extraño incluso para él, pero en cierta forma sentía que aquel hombre emanaba algo que te hacia no poder dejar de prestarle atención.

—Pero que belleza —habló su mejor amigo por primera vez después de mucho tiempo.

Steve instintivamente pegó un brinco al escuchar a Bucky decir aquello y rezó porque su amigo no hubiera visto el cómo se había quedado observando tanto tipo al sujeto que seguía bailando arriba de las mesas. Cuando Steve volteó el rosto para ver a su amigo fue que notó como Bucky también tenía toda su atención fijada en aquella pareja que estaba hasta el centro entreteniendo a todos, pero al seguir más específicamente su mirada pudo percatarse de que Bucky estaba viendo específicamente a aquella chica pelirroja que acompañaba al castaño en su danza.

—Fuera, fuera, no te quiero aquí —dijo Bucky del todo grosero a la mujer que seguía sentada en su regazo mientras la chica simplemente lo fulminaba con su mirada para finalmente pararse y retirarse de ahí dejándonos en paz.  A Bucky no le importó en lo más mínimo aquella descortesía con aquella mujer de vida fácil, ya que parecía ser que ni siquiera parpadeaba de lo embobado que se encontraba con aquella nueva mujer de cabello rojo.

Fue por esta razón por la que Steve comenzó a prestarle un poquito más de atención a aquella mujer que se encontraba encima de las mesas. Con una falda negra y blanca que a cualquier movimiento hacia notar sus bien formadas piernas, una pañoleta amarrada en su cabeza y un negro corsé haciendo resaltar aun más su espectacular figura digna de una mujer de ensueño.

Steve podía comprender a la perfección el porqué su amigo se encontraba casi babeando por aquella mujer que se mostraba frente a ellos. Pero fue por ello precisamente que Steve comenzó a preguntarse por qué no le había prestado tanta atención a aquella mujer, como lo hacían todos los hombres presentes. “Seguramente no es mi tipo” fue lo que pensó el joven Rogers volteando a ver nuevamente a su amigo y viendo que parecía estar prácticamente hechizado por aquella mujer.

Bucky por su parte sentía que en cualquier momento se le saldría el corazón. La gente podía llamarlo como quisiera, pero algo era totalmente seguro, esa mujer estaba llamando la atención del joven Barnes a niveles inimaginables. Bucky jamás había visto a una mujer tan más hermosa, era como un ángel de seducción que sabía a la perfección como podía encantar a todos los hombres presentes con excesiva facilidad. La forma en que sonreía, la forma en que movía sus caderas, la forma en la que danzaba a la par del hombre junto a ella hacían que todo su encanto cegara a cualquier macho.

Bucky también notó el como la mujer parecía actuar de forma demasiado familiar con su pareja de baile como para que el noble de alta clase comenzara a sentir envidia y celos sin ningún derecho o justificación. Ni siquiera había cruzado una sola palabra con aquella pelirroja, pero de algo estaba seguro Bucky, él no se iba a ir de aquel lugar sin saber quién era esa mujer.

Después de dos canciones fue que ambos bailarines se tomaron de una mano e hicieron una reverencia a todo el público que los aclamaba para dar gracias por sus halagos y cumplidos. Fue así como ambos bajaron de aquellas mesas dando por terminado su pequeño espectáculo y alboroto para irse a reunir nuevamente con el pequeño grupo que ya los estaba esperando con aplausos y aclamaciones.

—Esa mujer debe de ser mía —fue lo último que Bucky a su mejor amigo para después dar un muy prolongado trago a su ultimo tarro de cerveza, vaciándolo enteramente y armándose de valor para poder pararse de ahí e ir a comenzar a cortejar a aquella chica.

—Bucky ¡espera! —gritó  Steve en un inútil intento de parar a su amigo.

A pesar de que Bucky no estaba del todo borracho, se podía observar que los efectos de alcohol ya le estaban superando al tambalearse para poder caminar directo a la otra mesa.

Steve no pudo soportar el permitir que su amigo pudiera hacer el ridículo con aquellos desconocidos, pero al observar mejor a aquel grupo que desde el principio se hizo notar, fue que comprendió que aquellos desconocidos también estaban ebrios e incluso se podría decir que se encontraban en peores condiciones que su amigo.

Además, él no lo había parado ni cuestionando en ningún momento cuando Bucky había decidido flirtear con todas las jóvenes que se encontraban en la taberna, entonces ¿Por qué iba a pararlo ahora? era lo que su amigo quería hacer después de todo, por lo que Steve simplemente decidió quedarse sentado en su lugar, viendo como todos pasaban por sus ojos y aburrirse como ya lo había estado haciendo antes de que aquel grupo tomara su atención.

 

El capitán Anthony Stark, o como ahora era llamado, Tony, debía de admitir con toda la sinceridad del mundo que ya se encontraba en estados serios de ebriedad.

Desde el momento en el que él y su tripulación pisaron aquella taberna que Natasha había recomendado fue que comenzaron a beber como locos al sentir el animado ambiente que los rodeaba. No podían culparlos, habían pasado demasiado tiempo en el mar y necesitaban desahogarse por completo de sus necesidades de diversión.

Thor fue el primero que comenzó con aquel estúpido juego de ver “quién podía aguantar más cervezas” por lo que sus amigos del todo animados decidieron seguirle el juego y comenzar el reto pidiendo tarros sin siquiera tomarse la molestia en contarlos.

Desde que ellos pisaron aquel lugar y se sentaron en su respectiva mesa fue que tanto hombres como mujeres en su mayoría se acercaban a ellos o a Natasha con tal de sacar algún buen provecho de la noche. Todos los de la tripulación, incluyendo el mismo capitán, rechazaban a todos lo que se les acercasen al estar demasiado concentrados en aquel tipo apuesta que habían creado entre todos y no querían ser interrumpidos, estando bastante a gusto con su reducido grupito de amigos. 

Cuando Tony sintió que los efectos del alcohol comenzaban a pegarle fue que paró por completo todo aquel jueguito que todos se traían a la vez de que se le ocurría una idea y le comentaba a Natasha de ello para después irse hasta al centro, pegar las mesas y comenzar a bailar arriba de ellas.

No era como algo muy extraño para los de la tripulación en general. Tony consideraba a Natasha, no solo una buena pirata, sino también una grandiosa amiga, por lo que ellos ya habían compartido demasiados momentos juntos, en danzas, bailes y aventuras. La confianza que había entre cada miembro de la tripulación era indiscutible y hasta se podía afirmar que lo lazos que compartían superaban en creces a los de una familia que solo está unida por la sangre.

Con Natasha siendo su cómplice de travesías, fue que ambos comenzaron a bailar y divertirse en aquel pequeño lugar.

Tony lo había notado, desde que llegaron a aquella taberna lo había notado. Tenía varias miradas posadas exclusivamente en él, pero sobre todo la mirada de un rubio demasiado apuesto para la gente común. Tony decidió restarle importancia a aquella atractiva mirada que estaba instalada en él, pero al momento en el que decidió comenzar a bailar con Natasha y hacerse el centro de atención, fue que sintió como aquella mirada se intensifico en su ser.

Por supuesto que no le molestaba, al contrario, le agradaba que pudiera captar la mirada de un hombre tan mas apuesto de aquella forma, pero no quería pensar cosas de más al saber que todos a su alrededor se acataban a reglas y no tenían la mente tan abierta como lo era entre su tripulación o entre piratas en si, por lo que simplemente decidió restarle importancia y continuar regocijándose como si no hubiera un mañana.

Después de que ambos bajaron y volvieron a su respectiva mesa con sus amigos fue que retomaron aquel jueguillo de ver quién podía tomar más y siguieron ordenando bebidas cada que se terminaban.

Tony se dio cuenta que no tuvo que pasar mucho tiempo después de aquel show para  que los hombres comenzaran a llegar como lobos con Natasha tratando de llamar su atención. La pelirroja los rechazaba con su mirada gélida y palabras cortantes hasta que de repente llegó frente a su mesa un joven de cabellos castaños y ojos azules que a pesar de que llevaba ropas del todo comunes entre los de clase pobre, se veía que tenía porte y clase.

Claramente esto era algo que no se podía ver a simple vista, pero como Tony en todo este tiempo como capitán había tratado con todo tipo de personas, había aprendido a ser de lo más observador con los detalles casi invisibles para la gente  común.

Por sorpresa su amiga no lo corrió al instante, al contrario, se veía un tanto interesada en aquel joven que se veía atractivo físicamente y Tony comprendió al instante que Natasha también había notado que aquel joven no era cualquier joven, era el hijo de una familia noble.

Tony decidió dejar a Natasha encargarse del asunto y por su parte seguir bebiendo como desquiciado, manteniéndose al pendiente de sus propios asuntos.

Pasó un largo rato después de aquello, Natasha seguía conversando con aquel tipo mientras todos los demás integrantes de la tripulación se encontraban casi al límite de licor.

De repente a Tony le entraron unas ganas infernales de mear, por lo que se paró abruptamente de su asiento, sin darle ninguna explicación a nadie y comenzó a caminar hacia la salida para poder orinar en algún rincón.

Se sostenía de pie como podía, pensando que tenía todo bajo control y que él solo podría llegar a la salida sin problemas, hasta que de repente fue que sintió como tropezó y cayó sentado en lo que parecían se las piernas de una persona.

Tony ya veía como todo a su alrededor daba vueltas, con trabajos estaba consciente de que había caído encima de alguien, así que lo primero que hizo fue levantar la mirada, encontrándose así, con los ojos azules más bonitos que había visto en toda su vida. 

Notas finales:

Debo de confesar que me está costando trabajo hacer la redacción en narrador omnisciente jajajaja me sorprendo a mi misma escribiendo en primera persona pero espero llevarlo bien. Voy a tratar de actualizar dos veces a la semana, pero cuando se trate de un capitulo bastante largo voy a publicar unos semanal. Muchas gracias a las personitas que comentan y me dejan su opinión. 


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