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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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///Escena eliminada///

 

—Ugh —murmuró Bakura, mirando la forma inhumana frente a ellos —no parece tan fuerte.

 

—Cualquiera podría decir lo mismo de tu serpientita —le contestó Yami —pensé que estarías por encima de juzgar por una sola mirada.

 

La serpiente blanca siseó al tricolor desde su posición, enroscado en los hombros de Ryou, dónde había estado la mayor parte del tiempo.

 

—Cuida tus palabras, faraoncete. Mi Diabound te ha pateado el trasero antes y puede volver a hacerlo en cualquier momento.

 

—No es momento para eso —los reprendieron Ryou y Yugi a coro.

 

Los yamis no se disculparon pero si pararon el retador intercambio de palabras, al mirar hacia sus luces notaron que estos observaban atentos como el poder del cetro recubría la figura del Ka y trataban de maniobrarla hacia la lápida de Anubis.

 

La cosa oponía resistencia, emitía chillidos desagradables y se retorcía. Lento pero seguro, Marik y Malik lo apartaron de la barrera, sin embargo, perdieron el control sobre él a medio camino.

 

—Oh no —suspiró Malik.

 

—Ya casi le tenemos, tenshi —trató de animarlo Marik —hagámoslo de nuevo.

 

Ryou se acercó a la pareja de egipcios y colocó una mano en el brazo de su amigo, llamando su atención —quizás necesiten un poco de ayuda —en respuesta a sus intenciones, Diabound se deslizó por su brazo, dispuesto a un enfrentamiento.

 

Malik le sonrió con alivio —sí, estaría bien.

 

Bakura avanzó hasta el límite de la barrera, ladeando la cabeza de un lado al otro para hacer tronar su cuello, como si estuviera a punto de hacer ejercicio —muy bien, esto será rápido —se llevó dos dedos a la boca y silbó. En respuesta, Diabound se deslizó de Ryou al suelo, creciendo rápidamente en tamaño tras pasar por una pequeña abertura que Bakura le hizo en la barrera. Para cuando llegó frente al otro Ka, ya había vuelto a su forma habitual.

 

Yugi miró a su pareja — ¿No deberíamos ayudar? 

 

Yami solo sonrió de lado —si no puede él solo, me voy a reír —le advirtió, sólo para sentir un empujón de parte del oji-amatista —descuida, aibou. Si vemos que se le sale de las manos traeré al Mago Oscuro —lo tranquilizó.

 

Pero no parecía que hiciera falta. Diabound tenía a la otra criatura aprisionada con la mordida de su cola-serpiente, en la zona del cuello, y lo empujaba hacia la tablilla dándole fuertes manotazo en los hombros.

 

— ¿Qué les dije? No es tan fuerte —se encogió de hombros, cerrando los ojos en confianza.

 

—No deberías bajar la guardia.

 

—Creo que está haciendo algo —señaló Malik, casi al tiempo que Anubis.

 

Las almas que quedaban a su alrededor perdieron luz, al punto que apenas se las podía distinguir en la habitación. Nazuna cayó de rodillas, encogiéndose en sí misma detrás de la deidad egipcia, casi igual de débil que el resto de las almas.

Al mismo tiempo, la criatura se sacudió a Diabound de encima, empujándolo en su centro para safarse de su mordida.

 

—Oh no —Ryou se cubrió la boca con ambas manos.

 

Bakura bufó —Tsk. Parece que sabe hacer algún truco —sacudió la cabeza con desdén —no me impresiona ¡Sigue presionando, Diabound! 

 

Su grito, al parecer, alertó a los tres que esperaban fuera de la puerta. Joey, Duke y Tristán asomaron la cabeza, uno encima del otro, para mirar lo que acontecía — ¡hey! Están en duelo y ni nos invitan.

 

—No alces la voz, Wheeler —lo chistó Tristán, empujándole la cabeza.

 

— ¡Oye! —Joey fue a quejarse, pero repentinamente se sintió mareado, lo suficiente como para que el empujón de Tristán lo mandara de sentón al suelo.

 

—No hacía falta ser tan bruto, Tristán —lo reprendió Duke, tendiéndole la mano a Joey cuando vio que este no se levantaba.

 

—Lo está exagerando, no lo empujé tan fuerte —se defendió el moreno — ¿Joey? —se quedó mirando al pelinegro y al rubio cuando, al intentar este último levantarse, ambos terminaron en el suelo — ¿qué pasa Duke?

 

—N-no me siento… bien —negó el pelinegro, sujetándose la cabeza mientras él y Joey se apoyaban el uno contra el otro.

 

Tristán se arrodilló junto a ellos para comprobarlo, exclamando "¡Chicos!" como alerta para los demás, antes de tener que sentarse también por una repentina sensación de debilidad.

 

Yami, Yugi y Ryou fueron los que atendieron al llamado y voltearon a comprobar que sus amigos.

 

—No solo toma energía de las almas, ahora también de nuestros amigos —sentenció Yami.

 

—Entonces… —alertado, Ryou se giró de vuelta a la batalla que se desarrollaba en frente, solo para ver al ka de su pareja recibir un potente golpe de las garras de su contrincante — ¡Diabound! —exclamó, preocupado, y tomando el brazo de Bakura a sabiendas de que este debió resentir el golpe a pesar de no dar ninguna señal de ello — ¿están bien?

 

Bakura desestimó su preocupación con un bufido —perfectamente, yadonushi. Esa cosa no es para tanto.

 

— ¡Se prepara para atacar de nuevo! —advirtió Marik.

 

El Ka oscuro parecía inhalar hondo y largo, acumulando poder, al parecer, para una onda de choque. Diabound se adelantó para atacar pero ambos chocaron golpes mientras la criatura de la casa seguía cargando energía.

 

Yami chasqueó la lengua —pedazo de inútil —se quejó para sí mismo, aunque sin importarle si Bakura lo escuchaba o no —vas a provocar que nos caiga el techo encima.

 

—Cierra la boca, principito. No te veo haciendo nada —le reclamó de vuelta. Aunque Ryou tuvo que atajarlo cuando se tambaleó, en consecuencia de los golpes que ambos Ka estaban intercambiando.

 

El de ojos verdes se movió debajo del brazo de su pareja para que este pudiera apoyarse en él y se concentró para tratar de enviarle su energía. Estaba pensando seriamente en insistir para que Bakura ocupara su magia para invocar otro monstruo de su baraja, cuando Malik lanzó otro aviso.

 

— ¡Va a atacar!

 

Efectivamente, el Ka de colores oscuros parecía listo para lanzar su ataque. Y así lo hizo, directo a Diabound.

 

Yami tenía el grito para convocar a su mago protector en la punta de la lengua, sin embargo, otra persona se le adelantó.

 

Tan rápido como ameritaba la situación, un pequeño portal de sombras apareció cerca de Diabound, y una pequeña criatura café flotó en medio de ambos monstruos. Con una rápida orden de su invocador —Kuriboh, multiplícate —la pequeña bola de pelos se convirtió en más y más, mientras la onda de choque se estrellaba contra sus pequeños cuerpos y se disipaba sin afectar a nada más.

 

Todos se habían quedado en silencio durante esos pocos segundos que parecieron eternos. Incluso Yami miró a su novio con los ojos muy abiertos mientras el eco de los Kuriboh indicaba que seguían multiplicándose.

 

Bakura fue el que rompió el silencio, llevándose una mano a la frente para cubrirse parcialmente la cara —Maldita sea. Qué me condenen. Jamás en la vida pensé que mi criatura sería salvada por esas fastidiosas y diminutas bolas de pelo.

 

Lo siguiente que salió de su boca fue un siseo ahogado, cuando sintió las uñas de Ryou clavarse en su antebrazo, en reprimenda.

 

—Como sea. Aparta a tus peluches, enano. Diabound, vamos a terminar con esto ¡Onda Expansiva!

 

///

 

Yami miró el reloj, en la pared contraria de la habitación, solo para encontrar que iban siendo las cuatro de la mañana. Suspiró antes de que un bostezo se le escapara y volvió la mirada hacia su preciado compañero, acurrucado entre sus brazos.

 

Hacía ni bien veinte minutos se había despertado por una extraña sensación de humedad en su hombro, deslizándose por su cuello. Casi se había sentado en un primer momento, de no ser porque había notado el ligero peso del cuerpo de Yugi en su costado, aferrado a él y… ¿temblando?

 

Su primer instinto había sido despertarlo, en especial cuando se dio cuenta de que el rostro del oji-amatista, enterrado en su cuello, era la fuente de la humedad que lo había despertado.

 

Yugi estaba llorando.

 

Pero Yami no podía sentir inquietud, dolor ni miedo proveniente de su luz. Eran las primeras emociones que se derramarían a través de su enlace y no estaban, por lo que Yami no podía ni empezar a imaginar qué estaría soñando su pequeño.

 

Quiso averiguarlo. Estaba tentado a inmiscuirse, o al menos observar el sueño de su luz, pero Yami siempre había respetado la privacidad de Yugi, por lo que -a menos que el menor empezara a quejarse, revolverse, o sufrir emociones muy fuertes- se limitó a acunarlo suavemente, como a un bebé, zumbado por lo bajo para arrullarlo y calmarlo.

 

En los próximos diez minutos Yugi ya se había calmado. Las lágrimas habían dejado de caer y se había movido para acurrucarse más hacia el pecho de Yami.

El tricolor solo se lo quedó mirando, esperando para comprobar que su luz volvía a tener un sueño pacífico.

 

Volvió a bostezar, así que resolvió acomodarse para volver a dormir, y ya mañana le preguntaría a su luz qué había soñado o si incluso lo recordaba.

...

 

Sin poder evitar un quejido, Malik se encogió en su posición cuando algo de luz solar le irritó los ojos, tras sus párpados cerrados. Se quejó para sus adentros, pensando en que la noche anterior no comprobó las ventanas antes de acostarse; hizo un movimiento con su muñeca, sin abrir los ojos, para que las cortinas cubrieran el espacio por donde se filtraba la luz y volvió a acurrucarse, dispuesto a volver a dormir.

 

Hacía frío fuera de las mantas, así que tiró más de ellas sobre su cuerpo y suspiró de satisfacción cuando una fuente de calor a su lado lo hizo sentir aún más cómodo.

 

Una fuente de calor… ¿qué respiraba?

 

Abrió un solo ojo, curioso, pero con la extraña sensación de que no debía alarmarse.

Descubrió la tentadora curva de una garganta expuesta, piel canela y, mientras se movía un poco hacia atrás -para poder mirar a Marik- toda la noche anterior empezó caer en su mente como un rompecabezas.

 

Sonrió. Una noche que volvería a sufrir cien veces con tal de tener a su Marik a su lado, justo como ahora, compartiendo una cama cómoda, colchas abrigadas y el calor de ambos.

 

Un instante perfecto.

 

Se movió más cerca, intentando no despertarlo mientras se acurrucaba más hacia su calor y la comodidad que le profería. Notó que uno de los brazos de Marik lo rodeaba cuando la extremidad se tensó alrededor de su torso. Temió haberlo despertado, pero Marik simplemente lo atrajo más a su pecho, de un modo que parecía instintivo, e inclinó la cabeza hasta que sus labios rozaron la frente de Malik.

 

Todo eso, aún dormido, según podía notar el oji-lavanda.

 

Su sonrisa se ensanchó —Marik… —susurró, de forma amorosa, mientras levantaba una de sus manos al hombro ajeno, para acariciar superficialmente la piel, sin querer despertarlo.

 

Era la primera vez que podía observar a Marik dormir. Lucía sereno y apacible, la respiración relajada y profunda era arrulladora, y poder oír el latido de su corazón era maravilloso; le confirmaba una vez más que su otra mitad estaba allí, con él, porque lo quería a él y quería estar a su lado para siempre.

 

No había modo más perfecto de empezar ese día. Ni siquiera el angustioso pensamiento de tener que explicarles lo que había sucedido a sus hermanos interfería con su mañana. Solo quería quedarse en ese cómodo calor envolvente, disfrutar de su compañía, y esperar a que Marik despertase para llenarse de besos y mimos mutuamente.


Realmente quería volver a sentir los labios de Marik en su piel, anoche la sensación había sido incomparable con nada más, y eso que su cuerpo aún no se acostumbraba a lo que había pasado con su espalda. Los resquicios de la magia curativa habían desaparecido y su cuerpo se sentía de vuelta como siempre. No pudo evitar preguntarse cómo se sentiría la boca de su yami allí de nuevo.

Con esos pensamientos en mente, cerró los ojos, y se volvió a dormir.

.

Cuando volvió a despertar, notó que se había movido. Ahora le estaba dando la espalda a Malik, y podía ver el armario de la habitación; bostezó y se frotó los ojos antes de girar la cabeza para mirar a Marik por sobre el hombro, y asegurarse de que su cabello no le estaba molestando.
Nada, el otro continuaba plácidamente dormido.

“Debió de estar muy agotado sin apenas notarlo” pensó el menor, luego de extender su aura hacia su compañero de cama, solo para notar que sus niveles de magia y energía aún se estaban estabilizando.

Malik procuró moverse cuidadosamente cuando sintió la necesidad de ir al baño. Le costó un poco retirar el brazo de Marik alrededor de su cuerpo, pero lo consiguió sin perturbarlo. Se colocó las pantuflas de andar por casa y salió en silencio para dirigirse al baño.
Echó un vistazo hacia la habitación de sus anfitriones temporales, pero parecía que ellos tampoco habían salido de la cama, pues no se escuchaba ni un sonido en toda la casa, aun así, tuvo un ligero sentimiento de aprehensión, pero este se desvaneció rápido, así que Malik lo ignoró y se metió al baño para hacer sus necesidades y lavarse un poco.

Al salir del baño tuvo una réplica de esa sensación de inquietud, sin embargo, desapareció en el momento en que regresó a la habitación y vio a Marik en la cama, abrazando la almohada que él había dejado desocupada.

No pudo evitar reírse bajito, se veía adorable.
Le habría gustado tener un celular en mano para poder tomarle una foto.

¡Rayos! Tenía ganas de abalanzarse sobre él y empezar una larga sesión de besos que la noche anterior no pudieron disfrutar por el cansancio.
Pero no, lo dejaría dormir un poco más.

Agarrando un almohadón, Malik volvió al lecho y se acomodó. Una sonrisa se asomó en sus labios cuando se le ocurrió algo para matar el tiempo hasta que Marik se despertara… o escuchara a Ryou salir de su habitación. Lo que pasara primero.

Tomó su cetro y, con un hechizo rápido, tele-transportó su peluche de kuriboh desde su habitación. Se acurrucó un poco en él antes de aplicar el mismo hechizo que Atem y Bakura habían usado en el centro comercial para transferir la consciencia del pequeño monstruito de duelo al peluche.

El Kuriboh parpadeó un par de veces, mirando a su invocador antes de comenzar a chirriar de alegría. Malik le sonrió, indicándole que no hiciera mucho ruido antes de comenzar a apapacharlo.

Podía entender por qué Yugi tendría a este amiguito en su deck ¡Los kuriboh eran demasiado tiernos!

Se puso a jugar con el pequeño peluche.

.

El bostezo de Marik fue encubierto por los ruiditos que el kuriboh lila estaba haciendo, mientras Malik lo lanzaba hacia arriba, a pocos centímetros del techo, para luego atraparlo y repetir el proceso. Esto le dio la oportunidad de observar a su luz jugar como un pequeño lo haría con su peluche favorito. Malik sonreía, realmente divertido, y su sonrisa era nada menos que hermosa, si le preguntaban a su yami.

La sensación de ser observado hizo que Malik se detuviera en seco, luego de atrapar al pequeño peluche, y volviera la mirada hacia los ojos fucsia de su par.

—Buenos días —susurró el oji-lavanda suavemente, dándole una pequeña sonrisa, pero no menos encantadora.

—Hola Tenshi —Marik se adelantó lo suficiente como para presionar un beso en la mejilla de su precioso hikari — ¿dormiste bien?

Malik asintió, inclinándose para corresponder el gesto de afecto en la frente del recién levantado —sí ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te sientes, Marik?

El aludido levantó una mano para acariciar la mejilla de su luz — ¿despertando a tu lado? Es como si todavía estuviera soñando —le susurró de vuelta, sincero. Eran solo él y su Malik, después de todo.

Un suave rubor se extendió por las mejillas del de pelo lizo —temía que tuvieras pesadillas durante la noche. Me alegra que no haya sido así.

Malik iba a inclinarse para obtener un beso en los labios, cuando los ruiditos curiosos del kuriboh, aun en sus manos, atraparon la atención de ambos peli-cenizos.

— ¿Qué con esa bola de pelos? —preguntó Marik, manteniendo el tono bajo.

—Oh, Yugi y Ryou me regalaron el peluche hace unos días —explicó, moviendo al kuriboh para frotar su mejilla contra él a modo de despedida —Bakura y Atem hicieron este hechizo con la carta de Los Hermanos Kuriboh para nosotros —mientras le contaba, cortó el hechizo y, la forma suave y afelpada regresó a ser solo un peluche inanimado —son adorables, es como tener una mascota en el momento que quieras —añadió, volviendo a mirarlo con esa sonrisa de niño pequeño.

A Marik le encantaba verlo así. Sus ojos tenían un brillo que no había visto nunca, y la alegría en su voz era contagiosa.

No quería nada más que besarlo… así que eso hizo. Con la mano que aún estaba en el rostro de su hikari, le acomodó unas pocas hebras rubias que se le había movido hacia la cara mientras cerraba el espacio entre ellos.

Malik mentiría si dijera que no lo había visto venir, pero era lo que él también había estado esperando, así que se movió en consecuencia y dejó que sus bocas se encontraran a medio camino, amoldándose la una a la otra de inmediato, como si hubieran sido diseñadas para encajar juntas.

Igual que sus cuerpos.   

Ambos se movieron hacia el centro de la cama, hasta que sus torsos se pegaron. Marik movió la mano desde la mejilla hasta el suave y liso cabello de Malik, enredando sus dedos entre esas hebras de oro mientras profundizaba el beso, para que sus lenguas pudieran empezar a jugar.

La caricia le provocó al oji-lavanda un escalofrío agradable que le erizó la piel. Cuando se quiso dar cuenta, la lengua de Marik estaba recorriendo libremente el interior de su boca, y una de sus piernas había subido hasta la cadera de su yami, acercándolos más, si cabía.

 

A Marik pareció gustarle eso. Cuando se tomaron un momento para respirar entre besos, soltó una risita maliciosa y bajó su mano hasta la cintura de Malik para afianzarlo contra su cuerpo, entonces, sin previo aviso, giró en la cama para quedar de espaldas y se llevó al oji-lavanda consigo, para que quedara sobre sí.

 

— ¡Wo~! —Malik ahogó un sonido de sorpresa cuando su yami lo hizo girar, y se apoyó instintivamente en sus piernas, ahora a los lados del regazo de Marik, para no dejar todo su peso en él — ¿qué haces? —consultó, curioso, mientras apoyaba las manos en el pecho ajeno para levantar levemente el torso.

 

—No puedo soltarte —fue la única respuesta que obtuvo, antes de que Marik se sentara y lo tomara de la nuca para retomar los besos. Malik no pudo contener una risilla, enternecido con esa declaración, mientras subía ambas manos al pelo erizado de su compañero y frotaba sus dedos allí, caricias que al otro parecieron gustarle — /Eres tan tibio, y me encanta besarte, ore no tenshi/ —las manos de Marik hallaron lugar en las caderas del oji-lavanda. Malik podía sentir el calor de sus palmas a través del pijama.

 

Malik suspiró cuando Marik le mordisqueó suavemente el labio inferior, dándose un momento para respirar — /ahora entiendo a los adolescentes de mi tribu que veía a veces escabulléndose para besarse. Esto se siente demasiado bien/ —una de sus manos bajó para aferrarse al hombro ajeno cuando Marik volvió a adentrar su lengua ansiosa en su boca.

 

—Se siente increíble—concordó el yami, cuando finalmente se separaron una distancia prudente, sus respiraciones ya eran jadeos forzosos para recuperar el aliento.

 

Malik se inclinó para plantar un par de besitos en la mejilla de su par —te quiero, Marik —había un ligero rubor en sus mejillas junto con esas​ palabras.

 

—Te adoro, tenshi —correspondió Marik, sonriendo como un niño ante la declaración de afecto de su Malik —mi hikari, mi perfecto y brillante sol.

 

Malik se sonrojó más ante la comparación de su par. Acto seguido, emitió un chillido de sorpresa que no pudo contener, cuando sintió las manos del otro colarse por entre su pijama, hacia su espalda.

Los dedos de Marik estaban ligeramente fríos, y le provocaron un cosquilleo contra su piel un poco más tibia, pero era agradable de algún modo.

 

Suspirando ante la sensación, y notando como las manos de Marik se aclimataban lentamente con su espalda, Malik se inclinó hacia adelante, para acurrucarse en el pecho de su par. 

Estar así, en sus brazos, se sentía como el lugar perfecto. Un refugio del resto del mundo, del cual no quería salir.

 

Marik se maravillaba al sentir la tibieza de Malik contra sus palmas. Subió lentamente sus dedos, arrastrándolos por el centro de la espalda ajena mientras se planteaba el pedirle a su luz que le permitiera volver a besarlo allí.

 

Sin embargo, todos los pensamientos de Marik se dispersaron cuando Malik se irguió de golpe en su regazo, con una expresión que no supo definir ¿incomodidad? ¿angustia? ¿qué era?

 

— ¿Malik? —lo llamó vacilante, preocupado — ¿hice algo mal? —frotó suavemente sus pulgares en el centro de su espalda, dónde detuvo sus manos. No había forma de que lo hubiese lastimado ¿verdad? Aunque quizás le había despertado un recuerdo fantasma del metal caliente marcando su piel hace años. Se preocupó de no estar obteniendo ninguna respuesta — ¿pequeño?

 

Malik se había sentado de golpe por un escalofrío desagradable, que nada tenía que ver con las caricias de su Marik, subiéndole por la espalda junto a una sensación de angustia. Frunció el ceño. Esa emoción no era suya ¿de dónde provenía?

 

Los llamados de Malik a través de su enlace mental lo regresaron a la realidad —uh, no… lo siento, Marik —sacudió ligeramente la cabeza —no es por algo que hayas hecho, yo… tengo este raro presentimiento desde que me levanté… no sé lo que es —Malik miró un momento hacia la pared, en dirección a la habitación de Ryou, cuando la imagen del albino apareció en su mente, como un relámpago.

 

La expresión de Marik se volvió más seria cuando empezó a comprender la inquietud de su hikari — ¿qué te preocupa? —siguió su mirada un momento antes de regresar a su rostro, la mano de Malik estaba apretando su ropa sin darse cuenta.

 

Un suspiro tembloroso abandonó los labios de Malik antes de lanzarse fuera del regazo de su yami, para salir de la habitación. Al de ojos fucsia le tomó un momento seguirlo.

 

—Creo que algo no está bien con Ryou —alcanzó a susurrarle a su guardián, mientras caminaba por el pasillo hacia la habitación de los albinos.

 

—Bakura está con él ¿no? —respondió el más alto, sin poder comprender como el hikari de pelo blanco estaría en peligro en su propia casa y con su yami cerca. El bienestar​ de su pequeño ángel era lo más importante para Marik, y suponía que Atem y Bakura se sentían de la misma manera.

 

Ambos peli-cenizos se quedaron estáticos cuando, al acercarse a la puerta, escucharon ruido desde dentro de la habitación. Malik pegó la oreja a la puerta solo para abrir los ojos al máximo de su capacidad cuando escuchó más claramente el sonido: llanto…

 

Ryou estaba llorando.

 

Miró a su yami, con una repentina angustia creciendo insoportablemente en su pecho antes de llamar a la puerta.

 

 

Yugi abrió los ojos, sintiéndolos un poco pesados, pero con la somnolencia disipándose rápidamente.

Respiró profundo y notó una presión en el pecho que lo inquietaba. Instintivamente se volvió para mirar a Yami, pero su novio estaba durmiendo pacíficamente a su lado, cubierto casi por entero bajo las sábanas y respirando suavemente, de esa forma que en que sus labios se entreabrían por momentos 

 

El oji-amatista no pudo evitar quedarse mirándolo unos momentos. Incluso dormido Yami lucía tan guapo. Se sonrojó ligeramente mientras se inclinaba a presionar un beso fugaz en los labios ajenos antes de salir de la cama, y posteriormente de la habitación​.

 

Mientras tomaba una ducha rápida, con agua caliente para sacarse el frío y la pereza matutina, y cambiarse de ropa, sus pensamientos viajaron hasta la casa de su amigo Ryou, preguntándose cómo habían pasado la noche por allá.

Malik lucía claramente feliz, y Marik aun amodorrado. Recordaba la noche de Halloween haber llegado a casa completamente agotado. Se había levantado al día siguiente a hacer el desayuno por pura voluntad y saber que debía darle una explicación a su abuelo, pero después del almuerzo había regresado a la cama, para una muy necesaria siesta.

Vistiendo un suéter violeta, un poco más oscuro que sus ojos, y pantalones de mezclilla negros, Yugi regresó a su habitación con cuidado. Tomó su celular, comprobando que aún faltaba para las siete de la mañana. El abuelo abría la tienda a las ocho.
Dio una última mirada a su pareja, acurrucado bajo las sábanas ahora que había perdido el calor extra del cuerpo de su hikari, y bajó a la cocina.

Solo tenía que dejar hecho el desayuno de su abuelo. Ryou le había escrito a poco de que les dejaran en casa para invitarlo a desayunar, sabiendo ambos que Malik apreciaría la compañía el apoyo para enfrentar a sus hermanos.

Sin embargo, mientras más pensaba en sus amigos, más notaba la presión en su pecho. Su rostro mostró su creciente preocupación sin que él mismo se diera cuenta, y tampoco notó los pasos que bajaban las escaleras mientras revolvía perezosamente los huevos.

Lanzó un suspiro tembloroso, y en un segundo hubo una mano gentil posándose en sus cabellos, pero Yugi apenas y lo registró —Ryou —susurró apenas. El nombre de su amigo ocupando su mente junto a la preocupación.

La persona detrás él frunció el ceño — ¿Aibou?

Eso bastó para sacar a Yugi de sus pensamientos. Miró sobre su hombro los hermosos ojos color vino que tanto amaba, bajo un ceño fruncido en confusión.

—Oh, buenos días Yami —saludó con voz plana, los párpados ligeramente caídos sobre los ojos amatistas provocaron que Yami frunciera más el ceño —no te escuché bajar.

—Lo noté —respondió el mayor, bajando la mano del cabello de su luz hasta su rostro para acariciarlo suavemente — ¿te sientes mal, habibi? —Yugi se inclinó suavemente hacia el toque amoroso de su yami, sintiéndose menos intranquilo en su presencia —ah, Yugi, la sartén —avisó, escuchando el crepitar de los huevos, indicando que ya habían pasado el tiempo apropiado de cocción.

— ¡Oh! —Yugi giró la perilla para apagar la llama y colocó la tapa sobre la sartén, todo sin alejarse del toque de Yami. Cuando la comida estuvo a salvo, dejó los utensilios que estaba ocupando y se giró para pegarse al cuerpo del mayor —estoy bien, yo solo… estoy preocupado.

Yami atendió a su silenciosa exigencia rodeando su cintura con un brazo para acercarlo a más su cuerpo — ¿preocupado por Malik?

El menor ladeó un poco más la cabeza, y Yami respondió acariciando su mejilla —debería ser… pero por alguna razón es Ryou quién me preocupa.

El ex-espíritu arqueó una ceja, confundido — ¿Ryou? ¿Qué pasa con él?

Yugi negó ligeramente con la cabeza —eso me gustaría saber, pero me desperté con esta angustia en mi pecho —llevó una mano entre sus cuerpos, colocando la palma contra su propio corazón —y Ryou es lo único que viene a mi cabeza… es como un mal presentimiento.

El mayor tarareó reflexivamente, luego se inclinó y colocó un beso en la frente de su luz. Yugi zumbó suavemente de felicidad, sonriendo por el afecto brindado, sonrisa que se convirtió en pequeñas risitas cuando los labios de Yami extendieron besos por sus mejillas y la punta de su nariz.

— ¿Nos vamos ya? —pidió suavemente.

— ¿No es muy temprano, aibou?

Yugi compuso un puchero, terriblemente adorable en opinión de Yami —Por favor, esta sensación no se irá hasta que no lo vea.

Yami solo asintió con la cabeza, incapaz de contenerse a besar esos suaves labios frente a él —como desees. Iré a cambiarme entonces —lanzó una mirada a sí mismo, aun vistiendo el pijama invernal.

El menor asintió, con una sonrisa, pero antes de que Yami se alejara, lo pilló del cuello de la playera y tiró de él para que sus labios se encontraran de nuevo.
Yami no pudo evitar reírse contra los labios de su aibou por lo repentino de su acción, pero lo sujetó de la cintura y profundizó el beso, lamiendo y chupando suavemente los labios de su pareja, adorando los pequeños suspiros que el menor no podía contener.

—Te amo, Yami —susurró Yugi, cuando finalmente se separaron para respirar.

Yami le sonrió, plantándole otro beso rápido antes de soltarlo —yo también te amo, mi precioso hikari —un último beso y Yami se obligó a soltarlo para subir a la habitación y alistarse.

Yugi se quedó con una sonrisa en los labios, enrojecidos y húmedos. Lanzó un suspiro, completamente enamorado, antes de girarse a lavar los trastes que había ocupado.

//

Malik miró a su yami, aun escuchando los sollozos de su amigo detrás de la puerta, y sin saber qué hacer. Marik simplemente se encogió de hombros, podía sentir la preocupación de su luz, pero él no tenía la más mínima idea de tratar personas, con excepción de Malik.

 

El oji-lavanda tragó en seco antes de decidirse a golpear la puerta. Obtuvo un gruñido en respuesta — ¿Qué? 

 

—Soy yo, Bakura… ¿Ryou está bien? —Malik esperó unos segundos —escuché ruido y… algo no se sentía bien.

 

Más silencio. Malik se quedó allí, de pie, hasta que escuchó un suave click, y la puerta se entreabrió ligeramente bajo su palma. 

Tragando el nudo en su garganta, empujó un poco más la puerta y asomó la cabeza para echar un vistazo. Sintió la cabeza de Marik sobre la suya.

 

Ahora que la puerta no estaba cerrada, el sonido llegaba directamente a sus oídos, aunque más parecía estar llegando a su corazón por la forma en que este se retorcía dolorosamente en su pecho al oír el llanto de Ryou.

 

El menor de los albinos estaba sentado en medio de la cama, encorvado y con el rostro hundido en sus manos, aunque parecía estar haciendo más por intentar contener las lágrimas y menos por ahogar su voz.

 

Marik hizo una mueca de incomoda. Malik sintió que los ojos se le humedecían automáticamente.

 

El llanto de Ryou era desgarrador, te hacía empatizar con todo el dolor que estaba sintiendo, y su aura atormentada se extendía por toda la habitación.

 

Bakura estaba justo a su lado, las manos sobre los hombros de su luz. Su rostro hablaba de dolor y desesperación. Claramente era a quien más lastimaba ver a Ryou de ese modo.

 

Yadonushi, dime algo, lo que sea —suplicaba el mayor en voz baja —no puedo ayudarte si no me dices qué pasa —Ryou solamente negaba con la cabeza, su llanto incontrolable no parecía tener la mínima intención de parar, ni tan siquiera menguar. El pobre chico no podía elaborar ni una palabra y Bakura tenía miedo de que le faltara la respiración.

 

Malik se acercó con cautela. La figura de su amigo temblaba notablemente a causa de los sollozos, no podía ver nada de su rostro, ya que el cabello blanco caía descuidadamente allí donde las manos no lo cubrían. El egipcio tenía que parpadear para apartar las lágrimas que amenazaban con formarse también en sus ojos lavanda.

 

— ¿Ryou? —finalmente, Malik decidió subirse a la cama, se arrastró hasta el lado contrario de dónde estaba Bakura, aunque no pudo ni poner una mano en su amigo porque Bakura reaccionó atrayéndolo contra su cuerpo, y siseando en advertencia a Malik. El hikari egipcio tembló, dándose cuenta que el aura sombría de Bakura estaba aumentando por momentos, seguramente desesperado por proteger a su luz de lo que le causaba sufrimiento — ¿por qué llora?

 

—Si lo supiera estaría haciendo algo mejor para tranquilizarlo —espetó Bakura, ira contenida en su voz. Malik tuvo el impulso de retirarse físicamente, pero el dolor en el llanto de Ryou lo mantuvo allí, a su lado.

 

Marik, quien se mantenía apenas unos pasos más allá​del umbral de la puerta, miró a Bakura con ojos molestos —no le hables así solo porque tú~

 

—No importa, Marik —lo interrumpió su luz, antes de que ambos pudieran iniciar una pelea. Lo miró, y le dio una pequeña sonrisa —está bien, nos preocupa Ryou.

 

El más alto bufó, pero aceptó las palabras de su contraparte y se quedó allí, en silencio y de brazos cruzados.

 

—Ryou… eh, amigo ¿qué tienes? —tanteó suavemente Malik, inclinándose hacia su rostro — ¿puedes decirme? ¿Ry? —susurró cariñoso.

 

Pero Ryou solo seguía llorando, desgarradoramente, con la cabeza apoyada en el pecho de su yami. Sin embargo, pareció reconocer la presencia de Malik, y su voz, tratando de balbucear algo, pero no consiguió ni una palabra.

 

Malik hizo una mueca, llevando una mano al cabello blanco, alborotado, de su amigo — ¿qué pasó? ¿un mal sueño? —se dirigió esta vez a Bakura.

 

—Es lo que supongo —resopló él —desperté porque lo noté temblar, y de repente estaba sintiendo toda esta angustia y dolor a través de nuestro enlace —Bakura retiró una de las manos del hombro de Ryou para llevarla al centro de su pecho, dónde empezó a frotar sobre la camisa de pijama color celeste pálido que Ryou tenía puesta —se sentó de repente y empezó a llorar en silencio, le pregunté si había tenido una pesadilla pero no ha dicho ni una palabra, de ningún modo —siguió explicando, con el ceño fruncido. Había tratado de que Ryou le respondiera por su enlace mental, pero eso había resultado igual de inútil —en cosa de segundos empezó a llorar más y más fuerte.

 

Malik asintió en comprensión —Ryou… vamos amigo —la mano de Malik jugó suavemente con su cabello, estaba ligeramente enredado —nos tienes preocupados, dinos qué pasó, te hará sentir mejor.

 

Pero Ryou solo sacudió la cabeza, de nuevo balbuceando en un intento inútil de formar palabras. Aparentemente frustrado consigo mismo, retiró una mano de sus ojos, limpió bruscamente las lágrimas de una de sus mejillas, sin hacer mucho en realidad porque las gotas salinas caían como ríos, y llevó esa misma mano a uno de los brazos de Bakura, aferrándose a su bíceps mientras volvía la cabeza hacia su pecho.

 

El corazón de Bakura latía dolorosamente fuerte. Tenía la necesidad de hacer algo por Ryou, cualquier cosa para que dejara de llorar. Tenía que hacer algo para eliminar ese dolor de su preciosa luz, su Ryou no tenía por qué sufrir, nada debía ser capaz de lastimarlo. Pero ahí estaba, impotente y sin saber qué hacer para ayudarlo.

 

Bae —lo llamó en un susurro​ doloroso, y agachó la cabeza para besar el cabello de su pareja.

 

Ahogando un suspiro, Malik desvió la mirada un momento por la habitación​. Las sombras se acumulaban en las esquinas y parecían expandirse lentamente, más y más. Si Ryou no se tranquilizaba pronto, Bakura iba a perder el control.

 

Ryou opacó un gemido en el pecho de su pareja, cuando el aura sombría de este lo envolvió como una suave manta. La sensación fue fría contra su rostro, enrojecido por el prolongado llanto, pero el alivio que deberían haberle brindado estaba rivalizando muy reñidamente con el dolor en su corazón.

 

Malik abrió y cerró la boca un par de veces, tratando de pensar en algo útil —ah… ta-tal vez ¿deba llamar a Yugi? —propuso —puede que tenga alguna idea para calmarlo. Definitivamente sabe tratar con las personas mejor que yo.

 

—Vienen en camino —advirtió Marik, antes de que Bakura pudiera responder.

 

El oji-lila despegó su rostro del pelo blanco de su pareja —Ryou les había invitado a desayunar —añadió en explicación.

 

Bakura gruñó, tratando una vez más de crear una protectora burbuja de sombras alrededor de Ryou, que lo aislara de lo que fuese que lo estaba lastimando. sin embargo, ni bien unos segundos más tarde, abrió los ojos al máximo de su capacidad, mientras tensaba los músculos para evitar alejar a Ryou de su abrazo por mero impulso. Se sintió herido. Ryou se estaba aferrando voluntariamente a esos sentimientos, tan duro, que rivalizaba con los sentimientos de amor, de estar a salvo y de protección que las sombras de Bakura deberían otorgarle sin mayor esfuerzo.

 

/ ¿Por qué? Maldita sea ¡Dime por qué! —gritó entre sus mentes —¿qué puede ser tan importante como para que te aferres a un clavo ardiente que te está quemando desde dentro? —se quejó, herido, impotente, enojado. Pero no enojado con su luz. Nunca con su pequeño y dulce hikari.

 

Ryou lanzó un doloroso gemido, de forma temblorosa y entrecortada, como un niño que está siendo regañado, que era, básicamente, lo que sucedía en ese momento. Aun así, Ryou se aferró más a su pareja, sin dejar de llorar en ningún momento.
Era tanto su dolor y angustia, que no era capaz de notar cómo su llanto hacia que Bakura perdiera los papeles, o la impotencia que este sentía.

 

El timbre de la puerta principal sonó, dándole a Malik un respiro — ¿por qué no intentas llevarle abajo, Bakura? Iremos a atender la puerta —le indicó mientras se levantaba de la cama y tomaba la mano de Marik para salir de la habitación, dejándoles un momento.

 

—Ryou es quien se siente mal, pero ¿por qué tú…? —empezó a preguntar Marik, mientras se dejaba arrastrar por su luz, escaleras abajo.

 

—Es mi amigo, Marik —explicó, con voz suave, y la vista en el piso —cuando algo les pasa a Ryou o a Yugi, me preocupa tanto como si algo les pasara a mis hermanos. Ambos se han portado como una familia conmigo y son importantes para mí —cuando llegaron a la planta baja, le dedicó una sonrisa —además, hay algo ahí que nos une. No sé si se debe a nuestros artículos del milenio, o a que nuestra magia es de luz, pero sé que hay algo —se llevó una mano al corazón.

 

Marik lo miró un momento, forzándose a no perderse en la bonita sonrisa en los labios de Malik, que quería volver a besar —creí que aun querías salir, conocer el mundo, pero… te siento cómodo en este lugar —mencionó.

 

Malik resopló una risilla —aun quiero eso, pero aquí, con ellos, es un lugar al que querré regresar siempre —aclaró —ahora sé lo que es un hogar. Con personas que me quieren y aceptan como soy y las cosas que quiero —Malik lo miró de frente y entrelazó ambas manos, negando suavemente con la cabeza, cuando se dio cuenta de un error en su forma de hablar —tenemos un hogar.

 

Marik correspondió su sonrisa, inclinándose para volver a probar lo dulces y suaves labios de su pareja, pero un nuevo toque en el timbre hizo que Malik se sobresaltara, avergonzado de dejar esperando a Yugi y Yami, así que corrió hasta la puerta y abrió.

 

— ¡Hola! —saludó, apenado —disculpen la tardanza, estábamos arriba.

 

—No importa. Buenos días, Malik —saludó Yugi, sonriendo con tranquilidad.

 

—Buen día —añadió Yami, mientras él y su luz entraban, para dejar los abrigos en el perchero.

 

Marik contestó los saludos con un movimiento de cabeza.

 

— ¿Qué tal pasaron la noche? —consultó el oji-amatista, moviéndose hacia la cocina.

 

—Bastante bien, gracias —contestó el oji-lavanda —sin embargo… —dirigió sus ojos hacia el piso superior.

 

Los tricolores siguieron su mirada mientras todos tomaban asiento — ¿Dónde están esos dos? ¿Siguen durmiendo? —preguntó esta vez el oji-vino.

 

Malik negó con la cabeza —algo… algo no está bien con Ryou —mencionó, con preocupación en la voz.

 

Yugi se llevó una mano al pecho, lanzándole a su yami una mirada de conocimiento —de algún modo, lo sabía —explicó al otro hikari —tenía un mal presentimiento desde que desperté ¿Cómo se encuentra?

 

Malik abrió la boca para contestar, pero el sonido de sollozos lo interrumpió. Todos volvieron a ver a las escaleras. Bakura venía con Ryou en brazos, dando cada paso con cuidado, a pesar de que se conocía cada centímetro de la casa, y eso se notaba en que ni siquiera miraba por donde iba, solo miraba al niño que llevaba.

Ryou estaba encogido lo más posible entre sus brazos, acunado contra su pecho, con la cara enterrada en el mismo para ahogar sus sollozos, y las manos apretadas contra su corazón, como si se le fuera a escapar en algún momento.

 

Yugi sintió que se mareaba de ver así a su amigo. Se tambaleó, de hecho, y le tomó mucha fuerza de voluntad el no correr hacia Bakura e inundar a Ryou en preguntas mientras lo abrazaba.

 

Se miró con Malik.

Ambos pares de ojos, de diferentes tonalidades violetas, estaban vidriosos, amenazando con unirse al estado de su amigo por la mera empatía espiritual a su dolor.

 

Bakura se dirigió a una silla libre en la barra de la cocina y la movió un poco con el simple pensamiento, para tener espacio de sentarse y apoyar a Ryou en su regazo.

 

Yugi respiró profundo — ¿Ryou? —tanteó suavemente. Estiró una mano y Yami la apretó de inmediato, para darle un poco de estabilidad.

 

El albino de ojos verdes trató de murmurar algo, para que Yugi supiera que lo había reconocido, tal como lo había hecho con Malik, pero de nuevo no salió ni una palabra entendible.

 

—No ha dicho ni una sola palabra en toda la mañana —musitó Malik, estirándose para alcanzar la espalda de Ryou, frotando allí sobre la tela del pijama.

 

— ¿Ha estado llorando desde que despertó? —preguntó el ex-faraón, un poco sorprendido de que Bakura se estuviese conteniendo cuando su luz estaba sufriendo tanto.

 

“Y aquí pensando que este tipo no sabía el significado de la palabra autocontrol” alcanzó a pensar. Supuso que, cuando menos, Bakura era consciente de que no lograría nada de beneficio para su luz si se permitía perder la cabeza… pero, escuchando el llanto entrecortado de Ryou, supuso que eso no duraría mucho más. Era un llanto que te quebrara el corazón, incluso a él, que no era su pareja.

 

—Sí —confirmó Bakura, con voz distraída. Simplemente miraba a su pequeño, temblando en sus brazos.

 

Malik miró a los tricolores, mientras seguía frotando suavemente la espalda de Ryou —sentí cierta inquietud cuando me desperté… al rato, Marik y yo salimos de la habitación, fue cuando lo escuché.

 

— ¿Ha sido por un mal sueño? —volvió a consultar Yami, mirando de reojo a Yugi.

 

Bakura solo movió la cabeza —eso creo —de nuevo, su voz era apática.

 

Yugi suspiró —Bakura… —esperó un momento, a ver si el yami albino volteaba a verlo, pero no parecía tener intención de ello — ¿puedes decirnos exactamente qué emociones puedes sentir en él?

 

Los ojos lilas parpadearon un par de veces, pareciendo espabilarse. Malik y Yugi se preguntaron por un momento si estaba tratando de hacer que Ryou le contestara mentalmente —Dolor… Angustia… —frunció el ceño.

 

— ¿No está asustado? —preguntó Yugi, a sabiendas.

 

Esta vez, Bakura sí lo miró, porque notó algo en el tono del oji-amatista —no —pronunció lentamente —más bien… añoro o… nostalgia ¿tal vez? —Bakura entrecerró sus ojos en el niño — ¿sabes algo?

 

Yugi solo le dio una pequeña sonrisa, soltó la mano de Yami mientras se ponía en pie para dirigirse al otro lado de los albinos —Ryou —volvió a llamarlo con voz suave, cariñosa —lo entiendo, Ryou —movió una mano, para rozar lo que pudo de la mejilla del albino —también soñé con mis padres anoche.

 

Y, al decir esas palabras, fue como si Yugi hubiese presionado la combinación de botones correcta.

Ryou ahogó un doloroso grito en el pecho de Bakura, antes de dejar de llorar finalmente. No fue instantáneo, claro, pero sus lamentos y lágrimas empezaron a menguar, hasta que solo eran sollozos silenciosos, hipidos y temblores.

 

Pasados unos cuantos minutos, en los que solo se escuchaba el suave tarareo que Yugi entonó para ayudar a Ryou a calmarse, el pequeño albino empezó a ser más consciente de todo a su alrededor, de la mano de Malik en su espalda, la de Yugi en su mejilla húmeda, las sombras de Marik y Atem cerca, en silenciosa compañía… y de las dulces sombras de Bakura envueltas celosamente a su alrededor; se dio cuenta de que, inconscientemente, las había estado rechazando, solo por querer aferrarse a la imagen residual de aquel sueño.

 

—Lo… siento —apenas fue capaz de murmurar, con la garganta adolorida y seca. Solo fue un hilo de voz, y tuvo que carraspear después de eso.

 

Apretó entre sus manos, la tela del pijama de Bakura cuando lo sintió -más que escucharlo- resoplar —no empieces a disculparte o prometo que te dejaré caer al suelo desde aquí —murmuró bajo, desviando la mirada, luego de no haber podido dejar de mirarlo la última media hora. Evitó lanzar un suspiro de alivio.

 

Ryou volvió a abrir los labios, pero primero se le escapó una ligera tos —no… lo harías —consiguió decir.

 

Bakura frunció el ceño — /Carajo, Ryou, no vuelvas a hacerme algo así. Maldita sea/

 

El menor sonrió ligeramente, aunque no le llegó a los ojos. Ni se molestó en reprender a su pareja por las malas palabras — /no quise hacerte sentir mal, Kura. Lo sien-/ —empezó a decir, solo para ser interrumpido.

 

Una de las manos de Bakura aflojó sutilmente su agarre en el cuerpo aún tembloroso — /Te dejaré caer/ —repitió su amenaza, sin nada de convicción en su tono.

 

Dándose cuenta de que finalmente Ryou estaba respondiendo, cuando menos a Bakura, Malik y Yugi se retiraron un poco.

 

—Así que… ¿también tuviste uno de esos sueños? —preguntó Malik en voz baja.

 

Yugi movió ligeramente la cabeza —algo así, aunque no me desperté llorando.

 

—Lloraste —rebatió Yami, sentado tranquilamente mientras apoyaba el rostro en una de sus manos empuñadas —unos pocos minutos durante la madrugada, pero sí, y no fue tan intenso, ni siquiera despertaste.

 

Los ojos amatistas se ensancharon al escuchar eso, pero luego sonrió —de algún modo, no me sorprende —resopló una risilla, luego notó la mirada dudosa de Malik sobre su persona, sabiendo que temía preguntar, aunque tenía curiosidad —básicamente era mi madre, abrazándome como a un peluche mientras me “regañaba” —hizo un gesto de comillas con sus dedos —por irme a meter a lugares o situaciones peligrosas para ayudar a los demás “sin pensar ni por un segundo en mi bienestar” —citó —y papá diciéndole que exageraba, y que yo era idéntico a ella en ese aspecto —se rió, recordando la mirada de disculpa en los ojos de su padre, mientras era apachurrado contra el cuerpo de su madre —oh, y ella dando gracias a los dioses porque Yami está conmigo —el oji-vino saltó en su asiento al oír eso. Malik y Marik se rieron al verlo perder su postura serena —dijo, y cito literalmente “así mi bebé tiene a alguien que sí se preocupa de que esté a salvo” mientras papá lucía apenado por sus exageraciones —hubo un sonrojo allí, mientras citaba a su madre, pero fue divertido ver como Yami se había puesto nervioso al escuchar que los padres de su compañero habían opinado de su relación.

 

Malik se mordió el labio inferior, conteniendo una risita —en cierta forma, eso es muy dulce —comentó, colocando​ una mano en el brazo de Yugi —desearía que Ishizu pensara algo parecido —añadió en un suspiro, para inmediatamente sentir la mano de Marik en su espalda baja.

 

El oji-amatista le dedicó una sonrisa tomando la mano en su brazo para apretarla cariñosamente —ella es tu hermana, no tu madre —le contestó, aunque Malik no supo si eso era mejor o peor —de cualquier modo, si te quiere tanto como ha demostrado hacerlo, creo que acabará por entender que tu corazón es quien tomó esta decisión, y que estás completamente seguro de que la correcta.

 

Malik le sonrió —gracias, Yu~

 

El egipcio fue interrumpido cuando Ryou se les abalanzó, abrazándolos a ambos con cierto tinte desesperado en su expresión corporal.

 

— ¿Ryou? —lo llamaron ambos.

 

—No fue mi intención preocuparlos —se disculpó, aún con voz baja y rasposa. Rozó sus mejillas contra las de sus amigos de forma cariñosa —gracias.

 

— ¿Por qué nos agradeces? —preguntó Malik.

 

Ryou los miró con los ojos aún vidriosos por la humedad —por ser mis amigos.

 

Yugi negó con la cabeza, dirigiéndole una sonrisa antes de que él y Malik lo envolvieran mejor en un abrazo que hizo a Ryou sentirse un poco mejor.

 

—Voy a prepararte un té caliente para la garganta, seguro te ha de estar matando —comentó Yugi, soltándolo luego de un momento.

 

Ryou asintió, con una mirada de agradecimiento y quedándose en el abrazo de Malik mientras Yugi se volvía hacia la cocina.

 

Bakura, por mientras, recostó la espalda contra la barra, soltando un silencio suspiro con el que dejó ir, finalmente, la tensión en su cuerpo. Yami le dirigió una mirada divertida mientras que Marik le palmeó un brazo ligeramente.



Notas finales:


.

Datos curiosos:

*La escena de la confrontación con el Ka oscuro fue la que más cambios tubo a lo largo del fic. Estaba la del Kuriboh, que puse al principio. Había otra donde era Ryou quien convocaba a su Cambio de Corazones, y una donde había pensado en que mejor convocara a Necrotemor Oscuro porque, vamos! La figura de una mujer con un bebé en brazos? No soy la única que nota la similitud no?

*El nombre de la bebé, Gisei, viene de la expresión japonesa Gisei ni suru que significa sacrificar. Y sí, la nombró el hombre, no Nazuna.

*No queriendo alargar mucho más este epílogo, Ryou soñó con su madre y hermana menor, Amane. Esto le produce ambivalencia, por eso llora desconsoladamente y, sin embargo, lucha por aferrarse al sueño. Eso es porque Ryou las extraña profundamente y nunca ha superado su muerte, pero siente que les ha fallado por distanciarse de su padre sin tener apenas remordimiento al respecto y teme que ellas le reclamen eso o estén disgustadas con él.

*Finalmente, este fic tiene un OS relacionado, LEMON PUZZLESHIPPING. Se titula Pasado y pueden encontrarlo en mi fictober del 2019 

 

Sin más que decir, despido finalmente este fic después de ¿qué? ¿Dos años y medio?

Bueno, a este fic y saga, que comienza con Misterios de la vieja casa. Sigue con Un deseo en Halloween y termina con este y el OS antes mencionado.

 

Gracias a todos los que lo leyeron y comentaron. Espero sus estrellitas y comentarios. Pueden preguntar si al final de todos aún les queda alguna duda ^^

 

Flu, flu. Volé. Me fui.

Ja ne~nya.


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