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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Yugi-oh! Y sus personajes no me pertenecen. Si fuera así Yami no se hubiera ido y terminaría estando con Yugi, igual que Ryou con Bakura y Malik con Marik.
Además Tea se iría al tártaro por p*rr* xD.
Denle like a mi página de face, se los agradecería un montón, allí se entraran sobre los fics que subo y cuando actualizo, también subo imágenes de Yugioh =3 
https://www.facebook.com/pages/DanyNeko/786629491430778?ref=hl

 

Los ojos lilas se posaron en el techo blanco sobre él sin emoción alguna, parecía como si no tuviesen vida, pero en realidad ocultaban un cansancio muy bien disimulado a ojos ajenos.

El lugar estaba fresco, por suerte había hecho caso a su hermana y se había dejado por fuera de la maleta su chaqueta de mezclilla porque, con su playera gris sin mangas, seguro que dentro de poco pillaba frio.

Bajó la cabeza y se cubrió el rostro con su pelo para ahogar un bostezo, iban ya dos semanas así pero aun no entendía a que venía todo el cansancio de aquellas noches especificas si había días en los que se dormía súper tarde y aun así se despertaba de lo más normal.

Y bueno, ya había dejado de preguntarse por esas noches.

No era que tuviese pesadillas… bueno, no al menos de las que se recuerdan, simplemente era como entrar en trance, las noches se le pasaban en un parpadeo y a la mañana siguiente despertaba con una pereza y un cansancio que no eran para nada normales.

Era como si le drenasen la energía al dormir… vaya tontería.

Un aviso se escuchó, con el número que había memorizado, así que se levantó con su maleta de mano y siguió por el pasillo señalado junto a sus familiares.

Quizás podría dormir un poco en el avión. Definitivamente no quería ver a sus amigos con esa poca energía que se cargaba, parecía que estaba de mal humor y no era así.

-o- Al día sgt.

— Entonces ¿lleva así desde la semana pasada? —preguntó Yugi, llevándose la taza de té a los labios.

—Sí, a veces se despierta sin energías, como si no hubiese dormido nada. Otras, como vieron en la escuela, tiene pesadillas horribles —le respondió Ryou, sirviendo otra taza de té para el faraón —me preocupa mucho, es que, no sé cómo ayudarle —suspiró afligido, sentándose al otro lado de su pequeño amigo.

—Tranquilo, seguro hallaremos una solución —Yugi le regaló una cálida sonrisa esperanzadora y le empujó suavemente el hombro con el propio — ¿verdad Yami?

— ¿Hmm? —el aludido miró a su compañero, notando las miradas de ambas luces fijas en él —ah, sí, por supuesto —carraspeó un poco y tomó un trago de su té —dime Ryou… ¿Bakura no te ha contado algo respecto a sus ‘pesadillas’? —consultó con suavidad.

El aludido bajó la mirada a su taza de té, notando las pequeñas ondas que se formaron cuando su agarre en la taza se tensó. Se mordió el labio inferior, no sabía si decirle, sentía que traicionaría de alguna manera la confianza de su oscuridad.

— ¿Ryou? —lo llamó está vez su amigo, en voz baja.

—Bueno… la semana pasada m-me dijo que… amm, que había soñado en el reino de las sombras —suspiró.

Yugi abrió los ojos como platos y volteó hacia su yami con precaución y curiosidad.

El tricolor mayor parpadeó lentamente, procesando la nueva información, generando y descartando hipótesis sobre la situación —Él… está durmiendo en tu habitación ahora ¿Correcto?

—Sí —asintió para el mayor.

— ¿Me permites subir? Creo que puedo hacerme una idea de lo que sucede pero… necesito comprobar algo primero —pidió respetuosamente. Ryou emitió un ahogado sonido de duda —no lo despertaré, si es lo que te preocupa —aseguró, con una sonrisa amable.

Ryou miró a Yugi y este asintió suavemente —está bien, adelante Atem —lo invitó a subir con un ademan.

El aludido se tomó el último sorbo de su té y recibió un beso en la mejilla por parte de su luz antes de ponerse en pie para dirigirse a las escaleras y subir a la segunda planta.

—Todo estará bien, Ryou —Yugi le regaló un amistoso empujón por los hombros —encontraremos una solución a esto y pronto verás que volverá a ser el mismo gruñón que solo tú puedes domar —Ryou se ruborizó un poco a ante el ‘consuelo’ de su amigo —y dirán adiós a esas pesadillas.

—Eso espero Yug —tomó otro sorbo de su té —eso espero —suspiró.

.

Yami entró con cuidado a la habitación de los albinos. Las cortinas estaban extendidas y la habitación en general a oscuras.

Sobre la cama descansaba el yami albino, de perfil, dándole la espalda a la puerta. El cobertor lo cubría hasta el cuello y, para ser sincero, el tricolor podía intuir la posición fetal -bastante- acurrucada del cuerpo en reposo.

Se burlaría, pero él afrontaba lo mismo. Las brisas de las frías noches desérticas en Egipto no se comparaban con el invierno japonés, y eso que aún no había caído la primera nevada de la temporada.

Yami se sentó al filo contrario de la cama y analizó la figura del albino con ojos críticos, se miraba tranquilo y no parecía que su magia fuera a fluir de un momento a otro sin control como hace días en la escuela, sin embargo, sabía perfectamente como de fácil podría descontrolarse su magia, en especial sin la presencia de su luz.

Se sentó de piernas cruzadas y reposó los brazos sobre estas, juntando sus manos en puño con los pulgares hacia arriba. Empezó a concentrarse y el ojo de Horus iluminó su frente con cálido destello.

Era una fortuna que Bakura estuviese profundamente dormido por el cansancio de las noches previas sin poder dormir bien, por lo que la magia ajena a su alrededor no lo despertó; honestamente Yami no tenía ganas de enfrentarse al gruñón e irritante ladrón, reclamándole por su privacidad y que no fuese entrometido y bla, bla, bla.

Trató de indagar lo posible sin perturbar el sueño del albino y se golpeó de lleno con la conocida pesadez del reino de las sombras, arrolladora, como cadenas que lo jalaban a hundirse.
Resistió estoicamente el llamado a su luz que trataba de brotar naturalmente de su pecho, lo último que necesitaba era a los dos hikaris entrando preocupados en la habitación porque su aibou sentía que él lo necesitaba.

Se halló a si mismo teniendo que caminar por las nebulosas del Reino de las sombras, con cadenas de energía color lila brillante en sus muñecas. Suspiró, implorando paciencia a Ra y empezó a caminar. Definitivamente no lo sentía tan natural como Bakura, pero se guiaba por una presencia que resaltaba en medio de toda esa amalgama de oscuridad, era muy diferente de cuando le había conocido, pero por pura obviedad sabía de quien se trataba.

-o-

La campanilla en la puerta tintineó cuando esta fue empujada, dejando pasar a un muchacho de estatura promedio, piel bronceada y de ojos claros.

El anciano tras el mostrador se irguió de entre las vitrinas inferiores, donde estaba acomodando mercancía, y sonrío para atender al posible cliente por lo que se sorprendió al ver una cara conocida.

— ¿Él se encuentra en casa? —sonrió educadamente.

El mayor negó —salieron hace un rato —le dio las indicaciones cuando el adolescente preguntó amablemente -algo confundido por el hecho de que el hombre habló en plural- y lo despidió.

-o-

Yami continuó andando hasta toparse con una superficie diferente, era líquido, pero espeso y algo pastoso, como el agua estancada y lodosa de un pantano.

— ¡Buah, que asco! —no se reprimió el quejido cuando la piel se le puso de gallina al sentir la humedad adherirle -aún más- la tela de su pantalón a las piernas, por lo menos unos ocho centímetros sobre los tobillos. Sintió arcadas al intentar moverse.

Una estruendosa risa, burlona a más no poder, resonó en sus oídos, y realmente se estaba arrepintiendo de hacer todo esto.

—Bueno, dentro de lo malo, esta es una vista que se aprecia —dijo Bakura entre risas.

El tricolor murmuró una maldición en egipcio antiguo y se dirigió al albino, iba a responderle con algo igual de mordaz pero le llamó más la atención el estado de Bakura — ¿por qué diablos tú estás por encima de este… agua, fango o lo que sea?

—A lo mejor porque yo no ando arrastrando cadenas su alteza —se burló con ganas —por los dioses, esto es de lo más irónico ¿dónde hay una cámara cuando se la necesita?

El aludido gruñó.

—Eso te pasa por entrometerte en mis sueños, con un demonio ¿qué haces aquí de todas formas? —se puso más serio —te dije que te quedaras fuera de esto —añadió con gesto molesto y tono amenazante.

Amenaza que, por supuesto, no afectó de ninguna forma al faraón —mira que eres desagradecido —bufó —si estoy aquí es porque tu luz está muy preocupado por ti, y más atrás mi aibou —suspiró —lo hago como un favor hacía Ryou, no te emociones.

—De ninguna forma, Atem —negó con la cabeza —ahhh, mi dulce yadonushi… —suspiró para sí, dejando escapar una sonrisa sin querer… joder, estaba perdidamente enamorado.

— ¡Argg! —de un instante a otro, el tricolor se halló hundió casi hasta las caderas en aquella sustancia —Maldición —escupió, con asco en su voz.

— ¿Hum? —Bakura se inclinó, desde su aventajada posición, mirando al contrario — ¿qué te pasa? —inquirió, más que todo por curiosidad.

—Estoy bien, gracias por preguntar —se quejó, irónico —algo jaló las cadenas —explicó, tratando de levantar las muñecas.

—Genial, a lo mejor te traga el monstruo del Lago Ness —dijo con una sonrisa, y Yami lo miró con una cara que decía “¿en serio?” — ¿Qué? Cuando se trata de mitos, las clases de literatura valen la pena —se encogió de hombros —déjame soñar.

— ¡Te das cuenta que estamos en esto por tus malditos sueños! —le gritó, harto de la posición en la que estaba.

— ¡Eso no es cierto! ¡Estamos aquí porque ese idiota no me deja en paz! —le regresó del mismo modo.

Un destello de reconocimiento brilló en los ojos de Yami “Lo sabía”

— ¡Ahh-Arggg! —las cadenas en las manos de Yami se tensaron y empezaron a tirar de él, arrastrándolo en una posición parecida a quien practica esquí acuático.

—Umm —Bakura apenas atinó a sujetarse de la chaqueta-capa, solo para ser arrastrado junto con él.

— ¡Juro por nuestro padre sol que no vuelvo a ayudarte, sin importar que tan preocupado este mi aibou por Ryou o por ti!

—Calla —dijo Bakura con voz calma, ignorando los berridos del otro.

— ¡No voy a callarme porque tú lo dig… Ah! —las quejas de Yami fueron interrumpidas por la vista de una tercera persona, estancada en medio de ese sitio.

El chico en cuestión estaba hundido por completo en el líquido oscuro, simplemente se le veía el rostro.

—… Marik —reconocieron los dos.

Duraron un minuto en silencio — ¿no piensas ayudarlo? —le dijo Bakura a Yami.

El tricolor gruñó, levantando como pudo las manos y enseñando las cadenas.

—Está bien, está bien, ya entendí —levantó las manos —yo voy, ya voy —caminó con las manos tras la nuca hacia Marik y se inclinó para agarrarle el pelo de entre la espesa sustancia —uff, esto sí que huele mal de cerca.

—Dímelo a mí —gruñó Yami.

—Huele como a metal oxidado —murmuró.

— ¿Metal? —Yami levantó su mano, con un poco de líquido en la palma, que escurrió hacia abajo, relucía el color gris plata a la luz dorada del ojo de Horus —es mercurio—musitó en reconocimiento.

— ¿Qué?

— Plata líquida —respondió, así era como le llamaban en el pasado —si fueras de vez en cuando a la clase de química con nosotros no estaría mal ¿sabes? —bufó burlón.

—Bien, por lo menos no soy yo está hasta el culo en esa cosa toxica —le regresó con el ceño fruncido.

Yami abrió los ojos como platos al recordar ese detallito. Bakura se rio — ¿recuerdas que es solo un sueño, cierto? —Yami lo fulminó con la mirada.

—…Ri —el murmurar de Marik apenas y fue audible.

— ¿Qué dice? —preguntó.

—No lo sé Atem, se la pasado balbuceando cosas sin sentido —le respondió, encogiéndose de hombros.

El tricolor negó con la cabeza y trató de acercarse, mordiéndose los labios para tratar de hacer a un lado el asco — ¿y no se te ocurrió que lo que dice podría ser la solución a estas pesadillas?

Bakura resistió el impulso de facepalm solo para no dejarse en vergüenza frente a Atem. En su lugar trató de recordar las cosas que él decía —solo… son murmullos… en realidad…

—Hi…

—Shhh —lo calló Yami.

Bakura lo atesó más por los cabellos, levantándolo un poco —por una vez, intenta hablar correctamente —gruñó.

—Hi… Ka…

—Marik…

-o-

—Y estaba pensando en pasarme el juego con las gafas de realidad aumentada, pero cuando me pasé la beta había una escena en donde pasabas por rincones llenos de insectos y te juro que eso no lo soportaría —se quejó Ryou, para luego llevarse una galleta a la boca.

Yugi se estremeció —tienes razón, eso es desagradable —frunció los labios.

—Así que yo… —el timbre los interrumpió —discúlpame, iré a ver.

—Claro —Yugi lo vio desaparecer por el pasillo de la entrada y se llevó la taza de té a los labios…

…Hasta que un grito lo sorprendió —Tú… estás… ¡No es posible!

Yugi casi cayó del sofá cuando escuchó a Ryou gritar, así que olvidó sus bocadillos en la mesa del salón y corrió hacia donde su amigo.

Ryou estaba abrazado a un moreno de pelo cenizo y ojos lavanda que estaba sonrojado pero sonriendo de alegría.

El tricolor parpadeó incrédulo — ¡Malik!

Enseguida fueron los tres hikaris los que se fundieron en un cálido abrazo.

— ¿Qué haces aquí? / ¡Qué alegría que estés aquí! / ¿Cuándo llegaste? / ¿Cómo llegaste? / ¿Y tus hermanos?

—U-una pregunta a la vez… si no les importa —pidió algo mareado, llevándose una mano tras la nuca.

—Oh sí, lo siento —se apenó Yugi.

—Discúlpanos, pero que modales —se sonrojó Ryou —pasa por favor, afuera está helando —lo invitó.

—Sí, gracias.

Luego de que el recién llegado se sacara la chamarra y la dejara en el perchero, los tres chicos pasaron al salón, dejando a Malik sentarse en medio.

—Llegamos ayer por la noche —le dijo el egipcio —nos instalamos y juro que terminé muerto de cansancio, por eso ni siquiera les llamé —dramatizó un suspiro de pesar —Luego pensé en darles una sorpresa así que fui a casa de Yugi, pero el señor Motou me dijo que habías salido y muy amablemente me indicó como llegar.

—Pues vaya sorpresa que nos diste —le sonrió Ryou, sirviendo la otra taza de té, donde antes había tomado Yami —ten, está caliente.

—Muchas gracias, me tomará un tiempo acostumbrarme a este clima —aceptó Malik, ignorando el hecho de que había una taza extra allí.

Se escucharon pasos en el piso superior —ah Ryou… disculpa ¿acaso tienes más visitas? —consultó con inocencia, mirando hacia el techo.

Los otros dos hikaris se miraron entre sí, tragando en seco —bueno… a decir verdad.

-o-

—Hi…Kari

— ¿Él dijo…? —susurró Bakura.

Luz —asintió Yami.

—… Hikari —dijo por fin del tirón, cerrando los ojos con fuerza y empezando a retorcerse en medio del espeso mercurio.

Yami asintió —Claro… él está buscando a…

— ¡Malik! —Bakura recordó de improvisto la pesadilla en la azotea de la escuela.

Yami volteó a verlo, con algo de curiosidad.

Marik seguía revolviéndose, con la mandíbula tensa. De la nada, el mercurio empezó a arremolinarse, como si estuviesen dentro de una bañera y alguien retirara el tapón.

— ¡Ahhhg! —Yami fue arrastrado hacia abajo por el peso de las cadenas, igual que Marik, así mismo, se aferró a la camisa de Bakura y jaló con ellos.

— ¡Oye suéltame!

-o-

Yami se resbaló por el filo de la cama por el impacto emocional que le transmitió ese abrupto final de ese sueño.

— ¡Auch! —se sobó el orgullo, el piso estaba frio, pero por suerte estaba alfombrado.

Bakura por otra parte se sentó de golpe, sacándose las sabanas de encima pues se sentía ahogado con la respiración tan agitada.

—Maldición, juro que quiero molerlo a golpes —se quejó el albino —umm —miró al piso — ¿fue entretenido andar de vieja chismosa, su alteza?

—Cállate de una vez, ladrón ¡Me largo de aquí! —se puso en pie, aunque algo tambaleante al principio —necesito un baño caliente, aun siento esa cosa encima de mi —agitó la cabeza.

Bakura se rio —ere bienvenido a largarte de mi casa —le llevó una mano al pecho y estiró la otra, como ofreciendo la puerta.

—Maldito ingrato.

Yami salió de la habitación y Bakura fue más atrás de él, solo por seguir dándose el gusto de burlarse —oh, y espero que no se te ocurra decirle nada a mi yadonushi —gruñó.

—Honestamente, me trae sin cuidado —Yami bajaba las escaleras con el ceño fruncido y el mentón elevado, en una pose muy digna.

Escucharon a sus luces hablar, y una tercera voz allí. Yami no tuvo tiempo de identificar muy bien quien le había preguntado a Ryou si había alguien más en su casa cuando Bakura, a velocidad de rayo, bajó las escaleras a su lado y se dirigió hacia la persona dueña de esa voz, que estaba sentado entre medio de sus luces, y lo tomó por el cuello de la remera, levantándolo con brusquedad.

— ¡Tú! —le gruñó en la cara al desorientado moreno que había levantado del sofá. Ni Yugi ni Ryou tuvieron tiempo de reaccionar — ¡Haz algo con el idiota de tu oscuridad, me tiene hasta las narices!

Malik solo pudo balbucear en medio de su shock, aterrado con los ojos de Bakura sobre su persona.

Y Yami se llevó una palma a la cara.

Por amor al Sol ¿Qué tanto más debía de soportar a ese muchacho?

Continuará…            

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Solo diré.... que juro que no sé qué me dio hoy para fastidiar tanto al pobre Yami xD


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