El mundo parece detenerse. Mis clases en la universidad, mis sesiones con Emma, mi taza de café, los libros nuevos que no pude leer, las sonrisas forzadas de cada día, mis amigos y mi hermana… todo parece detenido en el tiempo, como algo irreal y salido de mi imaginación. No sé como pude estar de pie por tanto tiempo en las condiciones, en que estaba. Duele como el fuego volver a tocar fondo, soportando miradas compasivas, siendo evaluado, siendo descubierto en las mentiras que por tanto tiempo fueron mi verdad. Tengo miedo del pasado, del presente y lo que pueda pasar en el futuro, estoy flotando entre las manos de Magda, quien me promete gentilmente que puede arreglar las cosas, que tan solo necesito tiempo, tiempo y hablar de lo pasa por mi mente, mi mente ya no es un lugar al que pueda recurrir para sentirme seguro, no logró ocultar mi infelicidad al despertar cada día, al tener que ir a la cama temprano, duermo pocas horas y analizó el techo las horas restantes. Juego con la comida, me limitan el café, ajustan mis medicamentos, hablo y hablo sin decir nada. Salgo afuera, pasos que me llevan hasta la banca y miro el cielo, con mis manos en mis bolsillos, teniendo la sensación de que el mundo parece detenido, no gira, no brilla la luz reflejada en el agua, el viento no lleva las nubes de un punto cardinal a otro, no existe la vida a excepción de la vida que puedo ver aquí, afuera, afuera de aquí parece otro mundo, un mundo en que nada parece estar detenido. Mis alumnos siguen asistiendo a clases con otro profesor, Emma atiende a otros pacientes, mis amigos siguen reuniéndose, festejando que mi hermana pronto se casara. Ese mundo tan bonito me ha vomitado, rechazado ante la adicción que tenía, castigado al alejarme de mi casa, de mis cosas y las cosas de Moira. Estoy aquí, sentado en esta banca. Estoy aquí, no veo ningún cambio. Estoy aquí, aguantando las ganas de mandar todo al diablo. Estoy aquí, humillado y derrotado. Estoy aquí, siendo valiente. Estoy aquí… estoy aquí… estoy aquí, semanas tras semanas.
La forma extraña en que sonríe, esos penetrantes ojos, sus manos grandes y torpes cuando escribe la ruta de viaje que pronto seguiremos. Su voz cargada de esperanzas y sueños, son cadenas que se enredan en mis pies, me arrastran ante la visión que tiene del mundo, del verdadero mundo. El mundo sigue girando, sigue siendo un lugar caótico pero hermoso a la vez. “Tienes que verlo Charles, tienes que verlo” Dice Erik sosteniendo el papel y sonriendo ante la idea de visitar una nueva ciudad. Muchas veces he guardado silencio, no siendo capaz de decirle que no, que no quiero nada, pero semana tras semana, las cadenas me atan a él, comienzo creer, comienzo a querer, a esperar lo bueno de esto, a imaginarme en mis clases, con mis amigos y en boda de mi hermana. Muchas veces lo he mirado atento, curioso por la forma de su rostro serio cuando sabe que estaré otra semana más aquí. Sé que está enojado, cuando alguien supervisa sus visitas, pero pronto se enfoca en sus propios sueños y sonríe, sonríe de esa forma tan extraña y terrorífica, no puedo decirle que no, no quiero decirle que no.
“Nos vemos Charles” Se despide cuando el tiempo se agota.
El mundo vuelve a detenerse, vuelvo a dudar y trato de esconderme detrás de una sonrisa, pero es hora de mis medicamentos, de hablar de mi día, de comer y alistarme para ir a dormir. No tengo tantas pesadillas, pero sigo mirando el techo, esperando al amanecer cuando sin darme cuenta, me quedo dormido.
El mundo parece dividirse en lo que fue y lo que es, no esperaba mucho después de Moira, pero ahora quiero, anhelo. Miro mis pies y me pregunto si pueden volver a sostenerme otra vez. No como antes, ahora quiero vivir un poco mejor. Erik sigue dibujando nuestra travesía en papel, se esfuerza, pero sé que no puede ser real. ¿Acaso no trabaja?, ¿no tiene otra cosa que hacer? Un mundo como el suyo iluminando un mundo prácticamente congelado, que soy yo. Sonríe ante la mención del fin, el final de nuestro viaje es el mar. Sigue hablando, pero no le escucho, porque escucho las olas rompiendo en la costa, el viento, las aves. La sensación de la arena y el agua al avanzar sobre ella, me sobrecogen. Quiero estar ahí, quiero tener aquel instante... me gustaría que Moira también lo viera, pero en mi visión Erik es quien está a mi lado, ahora lo vuelvo a escuchar.
“Nos divertiremos” Dice mirándome, sosteniendo el papel y mapas, su lápiz entre sus dedos.
El mundo parece detenido, pero la fuerza de gravedad de Erik, lo obliga a volver a girar. Siento el movimiento, la sensación de no estar en el mismo lugar, la luz iluminando lugares oscuros y fríos.
“… Nos divertiremos” Digo mirándole, aceptando el papel con una sincera sonrisa.
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