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Momentos en familia por Ayumi Kuran

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Como cada martes traigo la actualización del fanfic, esta vez es una pequeña historia con cierto chico con aspiraciones de conquistar el mundo...que fracasaron.


¡Espero que os guste!

No estaba seguro, en lo absoluto, de cómo había acabado en el museo más grande del mundo o el por qué sus amigos (y familia) habían acabado en él, con varios guardias egipcios apuntándoles con sus lanzas…así, ya recordaba.


McPhee había decidido, o mejor dicho, la genta había tomado la opción de modernizar el museo, llevándolos a todos a los almacenos más grandes y por mucho que él había tratado de que eso no ocurriera nadie le había hecho caso. Ahkmenrah había pasado semanas consolándolo, recordándole de que al menos ellos estarían juntos y que en un futuro se podrían reencontrar. Pero parecía que se había olvidado de un pequeño y peludo problema: Dexter.


El maldito mono al que le iba a dar una buena cuando le pusiera las manos encima, había decidido robar la tabla, dándole a todo el museo vida al anochecer. En un principio se había extrañado y preocupado al ver que su amante no volvía a la vida al anochecer, aunque entendió todo cuando Jed le llamó explicándole la situación. Todo eso dio lugar a que se encontrará en la situación en la que estaba.


- Maldito macaco toca pelotas.- Gruño al verlo con la tabla por una de las rendijas de la puerta.- Espera a que te ponga las manos encima, te vas a enterar.


Estaba furioso, no lo iba a negar pero debía calmarse o no podría pensar con calma. Tomó varias respiraciones, calmando sus pulsaciones y la reciente ira que se había acumulado en su interior. Le dio un vistazo a los objetos que había por el lugar y decidido tomo la lanza de uno de los guardias, acercándose tanto como pudo para tratar de tomar la tabla con ella. Fue una odisea pero cuando la tuvo fija sintió que su corazón palpitaba con fuerza, viendo como si esta fuera a caerse en cualquier instante. Fue un milagro que pudiera cogerla entre sus manos.


- No, no ¡maldita sea no!


La tabla había empezado a brillar con un resplandor dorado, obligándole a cerrar los ojos para oír unos gritos en lo que era egipcio. Lo admitía, amaba cuando su amante le hablaba en esa lengua mientras lo poseía, haciéndole ver las estrellas porque estaba convencido de que le decía cosas tan tiernas y dulces, las mismas que suponía no se atrevía a decirle de otra forma, quizás por miedo. Al menos eso era lo que esperaba desde lo más profundo de su ser.


- Parlevou françes?


Saliendo de su ensoñación giro su rostro de forma lenta, viéndose aprisionado en un círculo que lo apuntaba con sus armas, dispuestos a ensartarlo en el momento que hiciera un solo movimiento brusco…o no obedeciera al otro.


- ¿Disculpa? ¿Quién eres tú?- Decidió cortar el problema de raíz, era mejor que se entendieran de una vez a que siguiera diciendo cosas inentendibles para él.


- Soy Kahmunrah, gran rey de los grandes reyes y desde las tinieblas de la antigua historia, ¡he vuelto a la vida!


Larry podía notar el orgullo que denotaba su voz, la pose en la que lo decía y hacía, sus ojos brillando con triunfo…sí, estaba más que feliz ese tío de haber vuelto a vivir,. Claro que sí él llevará siglos muerto y pudiera resucitar una noche para hacer lo que le diera la gana, también lo estaría.


- Aja.- Asintió tras oírlo, mostrándole que le prestaba atención.


- Quizá no escuchaste lo que dije.- Parecía extrañado de su reacción.- Soy un faraón egipcio de cientos de años. Estaba muerto pero ahora, ¡he vuelto a la vida!


Su voz resonó con fuerza, por unos momentos sintió que se iba a quedar sordo pero por suerte se repuso pronto, asintiendo con su cabeza.


- Sí,  ya te escuche. Bienvenido.- Asintió, tamborileando sus dedos en la tabla. Una pequeña sonrisa algo incómoda a causa de las lanzas se le fue cedida.


La expresión que puso en ese momento el otro le hizo gracia, mucha. Parecía tan desconcertado y frustrado que era divertido. Parecía que en cualquier momento se iba a tirar de los pelos.


- ¿Quién eres tú?- La curiosidad e incredulidad estaba presente en él.


- Oh, sí lo olvidaba.- Levantó su mano, dándose un pequeño golpe en la frente.- Soy Larry Daley, guardián nocturno en Nueva York.- Tras esto alzo su mano para estrecharla con el otro pero el sonido de las armas al ser levantadas bruscamente le hizo retroceder, sujetando con firmeza la tabla.- De hecho fue allí donde conocí a otro faraón egipcio, a Ahkmenrah, no sé si lo conozcas.


No sabía cómo romper ese tenso silencio, se sentía demasiado tenso en esos momentos, quizás si escuchará a sus amigos se relajaría algo.


- Oh, sí lo conozco.- No lo decía de un tonó muy animado, eso no le sentó bien.- Pero como no hacerlo si es mi querido hermano


Ante eso se tensó, viéndolo con una profunda sorpresa. Kahmunrah no sabía por qué se sorprendía tanto aunque al fin le había sacado una expresión distinta a ese omega.


- ¿S-Su hermano?- Su voz apenas salía de su cuerpo, después de todo… ¡¿Estaba frente a su cuñado?!


- Desgraciadamente.- Un pequeño gruñido salió de sus labios.- Era el favorito de mis padres, el niño consentido.- Un bufido escapó de sus labios, cruzándose de brazos antes de comenzar a caminar por el lugar como un gato enjaulado.- Y no estoy exagerando.- Negó con su dedo.- Siempre le dieron todo lo que quería, todo lo que pedía… ¡incluso le cedieron el trono!


Su voz estaba llena de ira, con un mandato de Alfa en él tan potente que no pudo evitar retroceder, mostrando parte de su naturaleza sumisa, era algo inevitable. ¡Y lo odiaba con todas sus fuerzas!


- No había ni un solo momento en el que estuviera rodeado de cientos de personas que le cumplieran sus caprichos.- Por un momento vio al otro, siguiendo con su acelerado ritmo.- Incluso tenía a todos los omegas que te puedas imaginar, ¡cientos de amantes!- Ante ello sintió una punzada en su pecho.- Siempre…


- Disculpa pero…- lo cortó, viendo como esto le molestaba.- ¿cómo que cientos de amantes? Creo que estas exagerando un poco.- Rogaba porque lo hiciera.


- Oh, no, más bien estoy omitiendo muchas cosas.- Su voz sonaba segura, dejando de lado que lo había interrumpido pero por algún extraño motivo no le quitaba los ojos de encima.- En nuestro reino éramos miles de millones, tantos omegas que habían pasado por la cama de mi hermano al igual que tantos otros betas y muy pocos alfas. De hecho te puedo asegurar de que mi querido hermano debía tener algún hijo bastardo por el reino, claro que estos no eran pocos. Bueno, como iba diciendo…


Eso le dolió a Larry, podía entender que hubiera tenido algún amante pero ¿cientos? ¿De todas las clases? ¡¿Hijos bastardos olvidados?! ¡Eso ya era demasiado!


- Pero dime algo, Larry Daley, guarda nocturno de Nueva York.- El nombrado dio un pequeño saltó en su sitio al tener a su cuñado demasiado cerca de él.- ¿Por qué la curiosidad sobre el tema?


¿Debía decirle la verdad? Se notaba a  leguas que le tenía un gran odio y rencor a su hermano, si lo hacía podía estar metido en muchos más problemas de los que ya estaba pero si lo negaba estaba rechazándolo como su pareja, proclamándose un omega libre aunque no lo fuera…bueno, en cierto modo era libre y a la vez no.


- Yo soy…


- ¡No le digas nada gigantón!- La voz de Jed le hizo ver hacía la caja donde estaban encerrados.- ¡Usará cualquier cosa en tu contra, es malvado!


- ¡Callaros!- Kahmunrah camino hacía ellos, golpeando la metálica puerta hasta que se mantuvieron en silencio.- No me obliguéis a entrar,


- ¡Nunca me harás callar!- Chilló el omega, siendo secundado por su pareja.


- Bueno, y dime ¿qué relación tenéis vosotros?


La forma en la que se acercó a él por un momento le recordó a esos dibujos animados que solía ver Nick cuando era apenas un bebé, donde un gato acechaba a un canario, esperando el momento justo para devorarlo.


- Yo…soy el novio de tu hermano.- Su voz sonó segura, sonriendo débilmente mientras apretaba la tabla.- Soy su omega.- Lo dijo con orgullo, recordándoselo a sí mismo.


El otro, por el contrario se encontraba muy disgustado al oírle, examinándole con profundidad con su mirada, por unos instantes tuvo la imperiosa necesidad de retroceder, no obstante se mantuvo firme en su sitio.


- ¿Su omega?- Lo dijo de una forma nada feliz, frunciendo su ceño.- ¿Por qué siempre tiene que llevarse él lo mejor?


Su gruñido lo tomó desprevenido, sin saber cómo reaccionar ante lo oído. Por un momento creyó que lo había tomado como una buena opción de pareja sin embargo pronto lo negó, algo así era imposible.


- Perdona, ¿podrías repetirlo?- Su risa sonó algo nerviosa.- Creo que te he escuchado mal.


- He dicho…- Sus pasos eran felinos hasta estar a su lado, su mano sujetando con firmeza su mentón mientras acercaba un poco sus rostyros.- Que él siempre se lleva lo mejor. Hasta ahora me ha quitado algo preciado.


- ¡¿Qué?!


No pudo evitar que su voz sonará alterada, ni que con su mano libre lo apartará de su cuerpo mientras lo veía como  si fuera la representación de la locura misma.


- ¡Ya entiendo! Te refieres a la tabla, ¿verdad?- Quizás era mejor no mencionarla pero debía de sacarse esa perturbadora sensación de encima.


- No me refería a ella.- Cada paso que daba el príncipe egipcio él lo retrocedía hasta que se vio atrapado entre su cuerpo y una de las lanzas.- Sino a ti, Larry Daley. Tengo que admitir que no eres como el resto de los omegas, eso te hace ver excitante. No estás mal y pareces resistente, con carácter. No estaría nada mal que llevarás a mis crías.


- ¡¿Qué, qué?!- Parecía que no era el único sorprendido, no cuando el resto de los que mejor lo conocía se encontraban tan alterados al oírlo.


- ¡Oye vaquero, yo no te lo aconsejo! A tu hermano no le gustará nada cuando se enteré de esto.- Larry estaba de acuerdo con Jed aunque algo le decía que sería él quién pagaría los platos rotos.


- No es ético que un hermano trate de arrebatarle su pareja al otro.- Recordó Sacagawea tratando de dar algo de razón.


- ¡He dicho que os calléis!- Su voz sonó aún más dura que antes al igual que el golpe, haciendo que reinará el silencio antes de que sus ojos viajaran hasta él.- No estas marcado.- ronroneo al verlo libre.- En ese caso yo podría reclamarte sin problemas.


Una muy mala sensación se posó en su estomago al verlo relamerse los labios, escapando de sus brazos en el momento justo aunque siendo sincero, el estar rodeado de guardias que no le dejaban apenas movimiento no le ayudaba mucho.


- No, te equivocas. Sí que estoy marcado lo que pasa es que al estar muerto pues…la marca desaparee cada noche.- Lo dijo con nerviosismo, vigilando sus movimientos.


- Um...- Ronroneo con una lujuriosa mirada.- Mejor, de esa forma te puedo hacer solo mío.


- Em…, no, yo diría que no.- Estaba desesperado, buscando una salida lo antes posible.- Sería la situación igual que con tu hermano además yo no…


- No tienes que preocuparte de eso mi escarabajito.- ¿Escarabajito? ¿Estaba de coña? ¡No podía haberle dado un “cariñoso” mote!- Voy a convertirme en el Dios del mundo y entonces no podrá separarnos nada.


Sí, era definitivo. Ese tío ya se había vuelto loco, mucho más si de verdad creía que se iba a convertir en su pareja.


- El devolver a la vida objetos o muertos es solo un juego de niños,- explicó mientras lo devoraba con la mirada.- abriré un portal que nos permitirá traer a mi ejército de las tinieblas, con él en mi poder en unas escasas horas este mundo estará bajo mi completo dominio y yo…volveré a la vida de forma definitiva, no habrá manera de que al caer el sol me vuelva un ser inanimado una vez más.- Mientras hablaba se acercaba hacía él, sacándole un estremecimiento de asco cuando posó sus manos en sus caderas.- Y tú…serás mi reina.


- Tu plan tiene un par de fallas.- Le hizo ver.


- ¿Así? ¡Cuáles?- Arqueo una ceja mientras trataba de acercarse más a ese cuerpo.


- Primero que yo no voy a permitir que algo así ocurra.- Le enseño un dedo para después mostrarle el otro.- Y para continuar yo NO voy a ser tu reina. Ya lo soy de tu hermano.


- Eso ya lo veremos querido.- Sus ojos relampaguearon ante el desafío, alejándose de él (para su alivio), mostrándole su mano.- Dame la tabla.


Y fue así que conoció a su cuñado, fue de esa forma que recordó por qué no le agradaba conocer a la familia de su pareja. Porque siempre iba a pasar algo que le iba a dar una gran cantidad de problemas, podía ser los rechazos que estos le daban, podía ser que hiciera el ridículo obteniendo la mayor humillación posible o…que uno de ellos tratará de marcarlo como su pareja y hacerlo la reina del mundo sin que lo deseara.


Sí, definitivamente lo suyo no era conocer a la familia de su pareja. Por ello lo sentía mucho por Ahk pero si tenía más hermanos no pensaba conocerlos y en cuanto a sus padres…era mejor que siguieran sin saber de su existencia.

Notas finales:

¿Qué tal? ¿os hizo gracia? He intentado hacerlo con un toque cómico pero los de humor no son mi fuerte, espero que os hayan echo reír aunque sea un segundo...


En fin, muchas gracias por haberlo leído, ¡nos vemos la próxima semana!


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