Había sido duro al principio, Ahk se la había pasado encima de él, preguntando cada día sin falta lo que le había dicho el médico, queriendo saber cómo iba el embarazo, algo a lo que su pareja le contestaba con una sonrisa, feliz de sentir el interés de su amante sobre sí.
Claro, que esos duros momentos solo habían sido el principio.
Todos en el museo sabían del estado de Larry, no dudaron en felicitar a los futuros padres y estar al pendiente de si podían ayudarlos en algo, lastimosamente para el azabache, había acabado siendo reemplazado en sus deberes de guarda nocturno desde hacía unos días por sus amigos, todo a causa de algunos síntomas del embarazo que lo estaban volviendo loco.
- ¿Estás mejor?- Sintió las manos de Ahk acariciar su espalda en un intento por reconfortarlo.
- No.- Gimió adolorido, sintiendo como todo le daba vueltas.- Ahk.
El nombrado al momento atendió al pedido de su pareja, sentándose a su lado para atraerlo a su cuerpo, permitiendo que se sentará en sus caderas mientras el menor se abrazaba a él, sintiendo su aroma reconfortarlo un poco.
- Todo es parte del embarazo.- Parecía que más que convencer a su embarazada pareja iba para sí mismo.- Ya verás que todo pasa.
- Lo sé.- Suspiro, acurrucándose en su pecho.- Por favor no te vayas.
- Nunca lo haría.
A Larry no le resultaba fácil pasar por toda esa situación, había tenido que decirle a Nick que Ahkmenrah era su pareja, su hijo a pesar de ser joven era muy inteligente, rápidamente viendo los problemas de esa relación y a la vez deseando ser parte de ella, apoyando a los dos pues de una forma u otra el faraón se había colado en el corazón del adolescente, ganándose su aprecio y que le llamará de forma encantada padre, mismo que hacía sentir al mayor orgulloso.
Gracias a la fortuna de que Nick apoyaba por completo su relación, este se había convertido en su apoyo en el día ya que Ahk por evidentes motivos no podía, ojala eso evitará que le afectarán tanto los síntomas. Recordaba algunos de ellos y cómo les hacía frente.
Náuseas y vómitos
Era la primera mañana tras la que al fin habían podido regular su embarazo, estaba perfecto, deseando poder ir a casa y descansar. No obstante algo le impidió cometer dicha acción, no pudo ni escuchar lo que McPhee le trataba de decir cuando salió corriendo al baño, empujando de manera brusca las puertas para sentarse en el suelo, dejando salir lo poco que había podido ingerir en la noche.
- ¿Larry?- McPhee había entrado, acariciando su espalda de forma preocupada.
- Lo siento.- Fue lo que pudo murmurar tras vomitar, poniéndose en pie con dificultad, todo gracias a que el otro le ayudaba.
- Anda ven, tengo algo que te hará sentir mejor.
No se sentía con ánimo de poder rechazar su oferta por lo que solo asintió, siguiéndole hasta su despacho donde se tumbo en su sofá con su permiso.
- Tomate esto, te ayudará a asentar tu estomago.- Con cansancio, Larry tomo lo que le ofrecía, haciendo una pequeña mueca pero tomándoselo.
- ¿Desde cuándo sabe usted de embarazos?
- Desde que mi esposa se quedo embarazada.- Le contesto con una sonrisa.- Mira, este es mi pequeño Ryan.
Aún desde su posición el Daley vio la foto del hijo de su jefe, junto a ella le contó cómo había sido el embarazo de su esposa y algunos trucos para remitir las nauseas matutinas.
- Será mejor que te vayas a descansar, no te hará bien seguir mucho tiempo más despierto.
- Sí…- Soltó un pequeño bostezo.- Aunque el tren ya ha salido.
- Si quieres puedo llevarte yo.
- ¿Seguro?- Lo vio indeciso de si aceptar o no.
- ¡Por supuesto!- Le sonrió antes de llamar a la subdirectora del museo, dejándola a cargo.- Lo que menos soportaría esa saber que un omega ha podido tener problemas con su embarazo cuando le he podido ayudar.
- Instinto de beta, ¿no?
- Sí.- Suspiro derrotado, dejando que se montará en su coche.- Parece que el mío es más fuerte que el del resto, soy el primero en ayudar a cualquier omega embarazado que encuentro en mi camino.
- Tu esposa debe estar muy feliz por ello.
- Sí aunque a veces eso me hace parecer un loco.
La conversación fue amena hasta que finalmente llegó hasta su apartamento, despidiéndose de su jefe y dándole las gracias por haberle llevado hasta su hogar.
Hubo una ocasión en la que Larry estaba haciendo la guardia, siendo seguido por su amante quien se había vuelto diez veces más sobreprotector, quien le ayudaba a poner orden en el lugar, siempre estando con sus manos entrelazadas o a menos de dos pasos de él.
Al regañar a Atila por asustar a una de las nuevas piezas que habían llegado al museo sintió como un horrible mareo le asaltaba y por mucho que había tratado de mantenerse firme, ignorarlo y seguir con su misión no fue capaz de controlarlo. La oscuridad se lo había tragado por completo.
Cuando despertó se encontraba entre los preocupados brazos de su pareja, siendo rodeado por todos con Sacagawea examinándolo de forma exhaustiva.
- No tiene nada malo.- Finalizo, dando su diagnostico.
- ¡Una persona no se desmaya así por qué sí!- Larry subió su mano, acariciando la mejilla de su pareja para calmarlo.
- No pasa nada, no es la primera vez.- Comentó, aún tratando de ubicarse del todo.
- ¡¿Cómo que no es la primera vez?!
- Es normal en el embarazo.- Apoyó su cabeza en su pecho, cerrando sus ojos.- Según tengo entendido terminará de pasar por completo en al menos un par de semanas.
Había conseguido calmarlo pero no por ello lo había dejado solo, ahora cada vez que se acercaban a las escaleras lo cogía en brazos, alegando que era para evitar que si un desmayo repentino le daba se lastimaran alguno de los dos, eso solo lograba que sus mejillas se tiñeran de carmín, con tres sentimientos distintos en su interior: enternecido, avergonzado y deseando darle un puñetazo para recordarlo que a pesar de estar embarazado no era frágil. Por el contrario, lo único que hizo fue aferrarse a su cuerpo, enterrando su rostro en su pecho.
Dolor en los pezones
Larry estaba sentado en las caderas de su pareja, ambos en la intimidad que daba la tumba de su amante, siendo cubierta por las espaldas de los enromes chacales.
El omega paso sus manos por el pelo de su pareja, gimiendo en sus labios cuando se separaron, sintiendo como su Alfa acariciaba su abdomen con adoración donde se estaba gestando su pequeño, sus labios concentrándose en su cuello. Las manos curiosas de ambos no dudaron en despojar al otro de sus ropas, dejando al faraón sin sus costosas joyas, sin ser capaz de quitarle la túnica al estar sentado sobre él mientras que su pareja ya lo tenía sin la camisa. Sus labios iban bajando poco a poco por su cuerpo, rozando muy levemente sus pezones.
- ¡Ah!- Sus brazos se posaron en los hombros contrarios, apartándolo con una mueca de dolor.
- ¿Qué?- Ahk estaba confundido antes de reaccionar.- ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Qué te duele?!
- Mis…- Se sonrojo un poco.- Me duelen los pezones.
Admitió avergonzado, el miedo de su pareja paso a curiosidad, viendo las zonas antes nombradas.
- ¿Te duele que te toque?
- No, sí…es decir, me duele cualquier tipo de contacto con ellos, incluido el de la ropa.
- Entiendo.- Su voz sonó comprensiva, besando sus labios en un tierno pico.- Pero no puedes ir sin camisa.
- ¿Qué?- No se había esperado esa declaración, menos que lo dijera tan serio.
- Solo yo puedo verte sin ella.
Esa declaración le sacó un sonrojo, no pudo ni decirle nada cuando su pareja se levantó, acercándose a una parte oculta de su tumba para extraer un frasco, colocándose entre sus piernas.
- Sacagawea me dijo que el cuerpo te dolería pues empezaba a prepararse para dejarle espacio a nuestro bebé.- Le explico, extrayendo parte de la viscosa sustancia.- Dice que esta crema te ayudará a que no te duela tanto, quizás pueda ayudarte con tus montecitos.
Un nuevo sonrojo se posó en su rostro ante el monte que le dio a esa parte tan sensible, los dedos viajando con cuidado por el lugar adolorido, repartiendo una generosa cantidad.
- ¿Mejor?- Pregunto mientras retiraba de forma cuidadosa sus dígitos.
- Sí.- Suspiro, sonriéndole a su pareja.- ¿Cuándo le preguntaste?
- Hace un par de semanas, fue entonces cuando me preparó esto.
- ¿Por qué le preguntaste?
- Porque quería estar listo para ayudarte tanto como pueda.- Susurro, juntando sus frentes.- Sé que no puedo estar contigo cómo debería pero trato de hacerlo lo mejor posible, de…hacértelo más fácil.
- Ahk…-Suspiro su nombre, acariciando con la yema de sus dedos una de sus mejillas.- Gracias.
Una sonrisa se posó en los labios de ambos, dándose un dulce toque, uno cálido repleto de sentimiento.
Alteración en la apariencia de los senos
A medida que avanzaba el embarazo Larry se sentía más extraño, cada vez en una parte distinta de su cuerpo, en este caso el “problema” estaba en su pecho.
- ¿Qué miras tanto?
Con cuidado se recortó en el pecho de su pareja cuando esta le abrazo por la espalda, sintiendo como este acariciaba con reverencia su apenas abultado abdomen donde residía su hijo.
- Estoy diferente, ¿no crees?
- Llevas a nuestro hijo dentro, es normal que te notes distinto.
- Ya pero…cada vez se hace más notorio.- Suspiro viendo la imagen que le devolvía el espejo con el ceño fruncido.- Mis pechos han crecido.
- Y creo que sé porque es.- Un beso fue colocado en la curvatura de su cuello, relajándolo.- Estás empezando a desarrollarte por dentro para poder alimentarlo, seguramente crecerán un poco más.
- Y eso me hace ver peor.- Se lamento, ocultando su rostro.
- ¿Qué? ¡En absoluto!- Con cuidado le dio la vuelta, arrodillándose para colocar con cuidado su rostro en su vientre.- Este pequeño solo está haciendo que cambies un poco pero no por ello hace que pierdas tu encanto natural. Eres hermoso y siempre lo serás.
- ¿Aunque sea un viejo decrepito?
- Aunque seas un viejo decrepito.- Un beso en donde se desarrollaba el bebé fue la prueba final a sus palabras.
Alteraciones al paladar y el olfato
Normalmente solía comer fuera del museo, cada vez siendo más difícil que saliera a hacerlo con su hijo o alguno de sus amigos, prácticamente todo le desagradaba, nada se asentaba en su estomago y eso le desesperaba por completo, tanto a él como a todos aquellos que le rodeaban.
- Que asco.- Su ceño se frunció mientras tapaba su olfato, viendo a McPhee prepararse para salir, un buen vaso de café en sus manos.
- ¿Eh?- Lo vio confundido, dirigiendo su mirada a donde veía el omega.- ¿Te desagrada el olor a café?
- ¡No lo acerques a mí!- Dio varios pasos atrás, su rostro se veía pálido.- Me da nauseas.
- Está bien, está bien.- En son de paz se alejo, colocando la bebida lo más lejos posible del otro.- ¿Te pasa esto con muchas comidas?
- Casi todas.- Sus hombros se hundieron en resignación.- Hay cosas que me apetecen comer pero al olerlas o probarlas…-Un escalofrío le recorrió por completo.
- Entiendo.- Se quedo pensativo, dándole un sorbo a su bebida.- te buscaré algo que te pueda hacer bien, quizás a mi esposa se le ocurra algo que no te desagrade.
- ¿De verdad?- Su expresión se ilumino al escucharlo, viendo como asentía.- Muchas gracias.
- No me las des.
Sin darse cuenta el sol había caído hacía unos veinte minutos, las figuras se mantenían en sus sitios para no revelar la verdad a McPhee.
- Lawrence, ¿estás bien?-Teddy al fin pudo bajar, acercándose a su amigo.- Si quieres algo solo tienes que pedirlo.
- No yo…solo quiero algo que no me haga vomitar.
- Yo podría ayudarte.- Vio a su pareja aparecer preocupada junto a los demás.- Solo dinos que necesitas e iremos por ello.
- Yo…solo quiero poder comer algo, ¡algo que no me desagrade!- Sus ojos se llenaron de lágrimas, sintiendo estás derramarse por sus mejillas.- ¡Y no me entra la ropa, me pasó el día cambiando de humor, estoy arto!- Su llanto se hizo más fuerte, actuando violento cuando alguien se le acercaba.- ¡No me gusta esto!
- Larry…
- Déjalo.- Atila le colocó una mano en el hombro al igual que Sacagawea.- Deje que se calme, son las hormonas por el embarazo.
- Sí.- Suspiro inquieto, hasta que una idea se le vino a la mente.- Quiero que me consigáis algo…
Y fue de esa forma que mientras Larry calmaba su crisis propia del embarazo, Ahkmenrah cocinaba algo que aprendió junto a una niñera que tenía de niño y que le cuidaba cuando sus padres no podían, una a la que adoraba y le enseño cocina por si en algún futuro deseaba poder prepararle algo a su reina. Ya no esperaba poder hacer algo así.
- Cariño.- Se acercó con cuidado, viéndolo tumbado en el sofá.- Te he traído algo.
- ¿Qué?
- Una comida típica de mi época, quizás te siente bien.
El chico de piel pálida se giro, dispuesto a rechazar esa oferta cuando el olor hizo que su estomago gruñera, aceptando que se sentará a su lado para probar un bocada, sus ojos iluminándose.
- ¡Está delicioso!
- Me alegra de que te guste.- Se sintió más tranquilo, abrazándolo.- Lo he preparado yo
- No sabía que cocinabas.
- Bueno, soy una caja de sorpresas.
- Sí que lo eres.
Sonriendo le dio un pequeño beso, casi al siguiente minuto volvía a comer. No sabía por qué su hijo no lo rechazaba ese alimento pero le complacía y mucho ser capaz de retenerlo, claro que si supiera lo que se llevaba a la boca no lo probaría. Después de todo las ancas de rana no era algo que le apeteciera probar y quién diría que a su pequeño príncipe le encantará ese sabor.
“Extrañamente” la población de anfibios de Nueva York se vio reducida las próximas semanas de forma considerable.