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Mirai Nikki (Percico) por Caterin Eliet

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Percy POV

—Percy...

Hice caso omiso de lo Nico me decía y me aparté de él. Pensé que me atacaría o algo, pero simplemente parecía destrozado.

—Hey, Percy, ¿ya te vas?—preguntó Leo.

—Sí.

—Jason y yo iremos al cine ésta noche, ¿quieres venir?

—Claro, ¿por qué no?

—Nico también puede venir—agregó Jason.

—Él...me dijo que estaría ocupado hoy—mentí.

 Leo se encogió de hombros—. Otro día será. Nos vemos a las 10 en el cine.

Les sonreí—está bien, nos vemos más tarde—me despedí.

 Volví a mi casa sin ningún problema. Mi madre aún no había vuelto del trabajo, por lo tanto la casa era mía. Sinceramente, soy un desastre cocinando, por lo que prefiero pedir una pizza; y eso es lo que hice.

 Mientras esperaba que llegué me recosté en el sofá, mirando a la nada. No lograba sacarme de la cabeza la mirada de Nico, parecía tan dolido y roto por dentro, ¿por qué? Admito que fui un poco duro con él, se lo merecía de todas formas, pero no creía que se pusiera tan mal por alguien con quien sólo lleva dos semanas de amistad.

Son dos semanas, ¿verdad? Siempre había tenido la extraña sensación de haberlo visto antes...en algún momento, hace años, pero no lograba recordarlo.

 El sonido del timbre me hizo espabilar, o bien la entrega llegó rápido o yo realmente había estado tan perdido en mis pensamientos que no había notado el tiempo. Me levanté y abrí la puerta, pagué lo que correspondía y el chico me entregó la pizza.

Me senté a comer mientras miraba la televisión. 
"Asesino serial suelto"
—En las últimas semanas, ha habido una serie de asesinatos atroz—dijo la periodista—Ayer mismo fueron encontrados dos cuerpos en el zona norte de Manhattan, ambos con cortes contundentes como el resto de víctimas anteriores.  Los asesinatos empezaron poco después del incidente en la escuela secundaria, por lo que se sospecha que puede tener alguna relación.

 Hasta ese momento no lo había pensado. Quiero decir, hay cada loco por ahí que un asesino sería algo relativamente normal pero, ¿y si tenía algo que ver con los diarios? Hay 10 usuarios, descontándome a mí, rondando por ahí, y si todos estaban tan locos como Bryce Lawrence, no me sorprendería. Debería preguntarle a Nico que piensa...oh, claro, no podía.

 Una idea apareció súbitamente en mi cabeza, ¿y si Nico tenía que ver con los asesinatos? No, no,  sabía lo que había visto anoche,  pero no había forma de que él pudiera hacer algo así.

 Aquello del juego de supervivencia me estaba fastidiando. Subí las escaleras y me fui a mi cuarto, tirándome directamente en la cama, quizás dormir me ayudaría.

 

 Cuando abrí los ojos, no estaba en mi cuarto. La habitación era como el interior de una esfera, con paredes moradas y gruesas. En el centro, sentado sobre un trono flotante, se encontraba Deus; quien me estaba mirando.

—Vaya, es bueno verte, Primero—dijo.

— ¿Qué es este lugar?

—Algo así como su habitación—canturreó una voz.

 Miré en dirección a la voz y me encontré con una pequeña chica, con cabello lavanda atado en dos coletas, mejillas sonrojadas y potentes ojos violetas. Vestía una chaqueta y unas botas exageradamente grandes, ya que le llegaban hasta el muslo. Por alguna razón tenía cola, la típica cola que les dibujan a los demonios.

 Deus apuntó a la chica—, ella es MuruMuru. Ignórala—MuruMuru le sacó la lengua—Y, bien, ¿tienes algunas preguntas?

— ¿Preguntas?

—Claro—dijo MuruMuru mordisqueando un maíz: que quien sabe de dónde sacó— Si no, ¿para qué viniste?

Busqué en mi mente—Hem…Quería saber si los asesinatos tienen que ver con alguno de los usuarios…

—Deus no puede revelar información sobre los usuarios, niño.

—No te preguntaba a ti—la callé.

—MuruMuru tiene razón—aclaró Deus—. Sin embargo, sí puedo decirte que se trata de un usuario, ¿quién es? Eso tendrás que averiguarlo tú.

 Así que uno de ellos, ¿eh? Pero, ¿quién podría ser? El único usuario que conocía era Nico, no sabía nada sobre los demás.

—Sí te sirve para dormir tranquilo—agregó MuruMuru—, no tiene nada que ver con tu querido noviecito, Segundo—lo último lo dijo tirando besos al aire.

— ¡No es mi novio!

— ¡Claroooo! —me escupió unos granos de maíz a la cara.

Estaba por patearla cuando Deus me habló— Primero, ¿tienes otra pregunta?

—Sí…—me aparté de la chica— ¿por qué algunos usuarios ya sabían las reglas del juego antes de las explicarás, como Bryce y Nico?

—Ellos hablaban conmigo, de seguro me veían como un simple amigo imaginario o un sueño recurrente, pero todo cambio cuando les di sus diarios. Tuve que explicarles lo básico, y por lo visto comprendieron por su cuenta cómo funcionan.

Supuse que tenía sentido—y, ¿por qué me elegiste a mí para este juego?

Deus sonrió—, pensé que sería divertido.

— ¿Divertido? —inquirí.

—Así es, poner a chicos como tú es divertido e interesante. Los adolescentes son impredecibles, sucumben a la presión y son capaces de hacer cualquier cosa por desesperación o amor, ¿no lo ves? Son perfectos para hacer este juego interesante.

La rabia me subió hasta la cabeza— ¿bromeas? ¡Vas a matarnos a todos!

— Primero, ¿de qué crees que se trata este juego?

— ¡Eres un maldito! —grité.

La habitación desapareció y todo se volvió negro.

“¡Percy! ¡Percy!”

Al despertar vi a mi madre sonriéndome—Alguien estaba cansado, ¿eh? Has dormido todo el día.

Tan sólo parecieron minutos.

— ¿Qué hora es?

— Las nueve y media, cielo—me revolvió el pelo.

—Nueve y media…— ¡Claro! — ¡Tengo que juntarme con los chicos a las diez! —Exclamé y me puse de pie.

— ¿Eh? ¿vas a salir?

 Busqué en mi armario un pulóver y me lo coloqué— sí, al cine. Volveré apenas termine la película, lo prometo —tomé mi celular y las llaves de mi casa— ¡Adiós, mamá! —supongo que iba a decirme algo, pero yo ya me había ido.

 Caminé lo más rápido que pude, realmente no estaba muy lejos, pero Jason es una “drama Queen” con eso de ser puntuales. Rubio exagerado. Mientras caminaba veía a otras personas pasar, la mayoría llevaba paraguas a la mano. Para cómo estaba el cielo en ese momento, completamente nublado, era probable que lloviera, ¿eso habría querido decirme mi madre? Bueno, daba igual.

 Llegué al cine. Leo y Jason estaban esperándome en la entrada.

—Wow, Percy Jackson llegó temprano, por eso es que va a llover—dramatizó Jason.

—Cállate, Grace, ¿qué vamos a ver?

—Encuentros paranormales 2 —responde Leo.

— ¿Esa película tiene segunda parte? —inquirí.

 Movió la mano restándole importancia—, eso parece. Bueno, nos asustamos o nos morimos de risa por lo mala que es, ¿qué tenemos que perder?

---

Al final fue lo segundo. La película en terror es un asco, pero si tienes amigos como los míos al lado, es pasable. Una vez que termino, nos despedimos y nos fuimos cada uno por su lado.

 Mientras que caminaba, es cielo se volvía más oscuro, tanto porque era de noche como por las nubes. Debía apresurarme si no quería terminar hecho sopa. Aceleré el paso a una caminata rápida y seguí mi camino.

 Aunque estaba inquieto, tenía un mal presentimiento. Sentí unos pasos detrás de mí. Frené y me volteé lentamente. Una figura encapuchada me estaba viendo.

— Eres Percy Jackson, ¿verdad? —no respondí— tomaré eso como un sí —dio unos pasos al frente—, me costó encontrarte, demasiado diría yo, pero por fin he dado contigo…Primero.

 Me bastó esa última palabra para dar media vuelta y salir corriendo. Demonios. Corrí y corrí, lo más rápido que pude, la figura encapuchada me siguió de cerca, con un machete en mano. En un intento inútil por escapar terminé en un callejón sin salida.

— Eres rápido, niño—levantó su machete—, pero ya todo termino.

 Intentó darme de lleno en el cuello, pero yo me tiré hacía un lado y rodé por el suelo. El machete se clavó en unas bolsas de basura que había detrás de mí. Me puse de pie y retrocedí, mientras que él sacaba el machete de la basura y venía hacía mí dando un grito de rabia.

 Estaba acorralado.

El ruido de un disparo resonó por todo el callejón. Frente a mis ojos, el encapuchado, cayó inerte. La sangre manchó el suelo antes de que el usuario empezará a desaparecer.
 Finalmente levanté la mirada; Nico estaba parado aún con el arma en alto, miró levemente la sangre antes de dejar caer el arma.

Su cuerpo temblaba de pies a cabeza—Percy...—respiró hondo— ¿estás bien?

Me miré el cuerpo: entero estaba—, bien...sólo intentó comprender que acaba de pasar...

Nico sacó su celular y lo levantó en mi dirección— ¿Lo olvidaste? Mi diario me dice TÚ futuro. Supe que estabas en peligro y vine a ayudarte

—Pero, ¿y la pistola?

—Es de mi padre—la recogió del suelo y la guardó, luego me tomó del brazo y me hizo seguirlo—. Tenemos que alejarnos de aquí para no levantar sospechas.

 Me dejé llevar por Nico unas cuadras, y cuando estábamos lo suficientemente lejos me aparté de él.

Me miró extrañado— ¿ocurre algo, Percy? 

—Sí, escucha. Te agradezco que me hayas salvado, pero como te he dicho, no te quiero cerca —recalqué.

Pestañeó. Unas pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer—pero...yo, puedo ayudarte y..
—No, Nico, quiero que..- —empecé pero él me calló.

— ¡Lo siento! ¡En serio lo siento! —gritó— ¡No sé en qué estaba pensando! Por favor…—su voz se quebró— ¡Por favor no me odies!

 Lagrimas empezaron a caer por sus mejillas, y al verlo de esa manera, me sentí la peor persona del mundo. Nunca he soportado ver a alguien llorar, y Nico no era la excepción…se escuchaba tan dolido, tan roto. Me acerqué a él y lo tomé por los hombros.

Sus ojos, como cristales rotos, se fijaron en mí—Percy…

— ¿Por qué haces esto…? ¿Por qué actúas de ésta manera?

Bajó la mirada—, no quiero hablar de eso ahora…solo, por favor…

Suspiré. Estaba seguro de que me arrepentiría— ¿volverás a hacer eso?

— ¿Eh?

—Rachel—dije simplemente—no volverás a hacer eso, ¿cierto?

Negó con la cabeza frenéticamente— ¡No, lo prometo!

—Está bien. Más te vale no mentir, Nico.

 Él sonrió abiertamente, aún con lágrimas en sus mejillas y las gotas de lluvia brillando en su cabello. Me abrazó con fuerza, refregándose en mi pecho, con si de un gato se tratase. Se quedó así por un minuto. La lluvia chisporroteando en las calles le daba un aire de película.

 Cuando se separó, conservaba esa gran sonrisa, acompañada de unos ojos brillantes—Deberíamos irnos…está lloviendo—comentó, como si no fuera lo más obvio del mundo.

—Claro.

—Te acompañaré a casa—dijo un tanto emocionado.

—Como quieras—dije y di medía vuelta.

 Me dirigí a casa, con Nico siguiéndome de cerca canturreando de felicidad. Nunca comprendería a ese chico.

Luego de un par de minutos llegamos a mi casa, por su puesto, completamente empapados. Antes de que pudiera abrir la puerta, mi madre se me adelantó.

— ¡Percy! Debiste escucharme antes de irte—me regañó. Pestañeó y se fijó detrás de mí— ¡Oh, lo siento, no te había visto!

 Nico le sonrió de lado—no importa. Es un gusto conocerla, señora Jackson, me llamo Nico—se presentó.

—El gusto es mío, cielo—lo saludó con un beso en la mejilla—. Bueno, entren, van a enfermarse.

—Yo…tengo que volver a casa…—dijo Nico.

— ¿A esta hora y con esta lluvia? No, Nico, ¿hay alguien en tu casa?

Él asintió—sí, mi padre.

—Dame el número—pidió—Te quedarás esta noche, ¿te parece? Yo hablo con tu padre.

¿Qué se quedará? Bromeaba, ¿cierto? Antes de que pudiera protestar, mi madre ya lo había hecho entrar.

—Voy a ducharme—dije simplemente y subí las escaleras dejándolos solos en la sala.

Me quite la ropa y me metí a la ducha. Menuda noche. Digo, no todos los días intentan matarte, te ves obligado por tu moralismo a perdonar a alguien cuyo estado mental es dudoso y ya de paso, llueve. Estaba destrozado. Estuve como cinco minutos dejando que el agua recorra mi cuerpo, hasta que decidí que era suficiente.

 Salí y me envolví una toalla alrededor de la cintura antes de salir. Cuando entré en mi cuarto, Nico estaba de espaldas a mí, colocándose una de mis remeras.

— ¿Nico?

—Oh, perdona, Percy. Tu madre insistió, ya que mi ropa esta empapada…—dejó de hablar cuando se volteó a mirarme. Su cara se puso roja y comenzó a balbucear—Yo…ah…Hem…

— ¿Estás bien?

—Yo… ¡Te veo en la cena! —dijo rápidamente y pasó corriendo a mi lado, no sin antes de irse, cerrar la puerta de un portazo.

---

Luego de la cena, mi madre preparó un colchón al lado de mi cama, por lo que Nico dormiría en mi cuarto. Desventajas de no tener cuarto de invitados.

—Buenas noches, chicos—se despidió mi madre antes de salir del cuarto.

—Hasta mañana—respondimos.

 Nico se dejó caer en el colchón y se estiró—Estoy muerto—bostezó.

— Sí, yo también.

Se tapó hasta la cabeza con las sabanas—buenas noches, Percy.

—Buenas noches…

 Me quedé unos minutos despierto mirando a la nada. Nico ya estaba profundamente dormido. Me incorporé en la cama y lo miré. Se veía tan tranquilo, las facciones de su rostro estaban relajadas, parecía un ángel, como si le hiciera honor a su apellido "Di Angelo"

 Pero a la vez, en el tiempo que estado con él, me he dado cuenta de lo impulsivo e intimidante que puede ser. Lo calmado que se veía en ese instante es una simple máscara.

Me volví a acostar, sin dejar de mirarlo, debería estar nervioso de dormir en una habitación con él al lado, pero...es como si supiera que no me haría daño.

-

Desperté, debí quedarme dormido en algún momento. La cama de Nico estaba vacía, quizás se había ido a su casa. El olor a panqueques llegó a mí desde la cocina, y me puse de pie como si mi estómago mandará.

 Me cambié de ropa, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina. Mamá estaba poniendo la mesa, mientras que Nico estaba con una sartén en el fuego.

—Wow, te despertaste temprano—me sonrió—. Mira, Nico me ayudó, es muy bueno cocinando.

—Gracias, señora Jackson.

—Puedes decirme Sally, querido.

Nico se acercó a mí con un plato con panqueques azules—hice estos especialmente para ti—se sonrojó—Sé que te gusta la comida azul.

—Aunque tanto colorante puede acerté mal—agregó mi madre.

—Mamá—advertí—. Gracias, Nico...—le agradecí tomando el plato.

Me senté en la mesa y miré los panqueques. Se veían bien. Corté un pedazo y me lo llevé a la boca... ¡Dios, sabía fantástico!

—Esto está delicioso—balbuceé.

— ¿En serio te gusta?—preguntó.

—Sí, de verdad—respondí. Él me dedicó una sonrisa radiante, y por un segundo, pensé en lo lindo que se veía.

—Te lo dije, es muy bueno—dijo mi madre.

—Sí, bueno...papá trabaja mucho así que por lo general debo cocinar—le explicó.

—Oh, ¿y qué pasa con tu madre?

La sonrisa de Nico se borró al instante—. Está muerta...

Mi madre se cubrió la boca y lo miró apenada—en verdad lo siento, cariño, no debí preguntar.

—Está bien, pasó hace mucho, así que...—forzó una sonrisa— ¿Por qué no comemos?

Comenzamos a comer, el silencio incómodo duró unos minutos, hasta que Nico comenzó a hablar de un libro que le gustaba, cosa que hizo que los ojos de mi madre brillasen ya que sueña con ser escritora. Realmente no entendía nada de lo que decían, pero parecían divertirse.

 Cuando terminamos de desayunar, ya eran las 7:10, por lo que nos despedimos de mi madre y nos fuimos a la escuela.

 El aire seguía húmedo por la tormenta de ayer, esto hacía que las mejillas y nariz de Nico estén sonrojadas por el frío. Me atreví a pensar que se veía adorable, pero obviamente no lo diría en voz alta.

 Cuando llegamos, fuimos directo a nuestro curso, donde nos esperan, como siempre, Jason y Leo.

—Hola, chicos—nos saludó Jason.

—Hola—dijimos a la par.

— ¡Hey, Nico! —Leo se sentó sobre la mesa— que lastima que no pudiste venir con nosotros ayer. No es que te hayas perdido de mucho, pero fue divertido dentro de todo.

— ¿Ayer? —preguntó confundido.

Tosí de forma disimulada—No importa, será otro día.

 Él siguió mirándome de forma confundida, pero lo pasé por alto. La puerta del curso se abrió y entró una profesora que no había visto antes. Tenía un cabello largo y claro, tez pálida y unos ojos color miel.
—Buenas tardes, ¿pueden tomar asiento, por favor?

 Todos le obedecieron y se sentaron en sus respectivos lugares.

—Soy la profesora Melli—se presentó— La señorita Dodds se encuentra ausente hoy, por lo que seré su remplazo—dio una mirada nerviosa alrededor, como si no supiera que hacer—Ejem…ahora, ¿podría alguien mostrarme que han hecho estos últimos días?

 Una chica rubia, Annabeth si mal no recuerdo, le mostró su carpeta. Luego de revisar, Melli comenzó a explicar otros temas, yo solo me apoyé sobre mi mano y fingí prestar atención. En un momento de la clase fue a buscar unos libros, solo para darnos un trabajo áulico, el cual termine a duras penas por cierto.

—Bien, eso es todo por hoy. Tengo una reunión importante—dijo agarrando su bolso— ¿Podría alguno de ustedes devolver los libros a la biblioteca?

—Yo lo haré—se ofreció Leo—Nico ¿me ayudas? —preguntó levantando la mitad de los libros.

—Claro—tomó la otra mitad y salió detrás de Leo, no sin antes guiñarme un ojo, lo cual provocó que sienta un cosquilleo en la espalda.

 Me dejé caer en mi asiento, mirando mi diario, mientras el resto salía del curso, ¿qué me sucedía? No me gustaban los chicos...y aunque así fuera, ¿por qué Nico? Bien, no podía negar que es lindo...muy lindo, pero al mismo tiempo estaba lo que le hizo a Rachel y esa extraña obsesión que parecía tener conmigo.

 Sentí unos golpeteos y miré hacia la puerta. Había una chica mirándome, aparentemente de 20 años, alta y corpulenta con el cabello largo castaño. Vestía unas botas y pantalones militares, una musculosa negra y unas cadenas en las muñecas.

—Disculpa, ¿podrías ayudarme? ¿Dónde está la sala de maestros? Tengo algunas preguntas respecto a la señorita Dodds

—Ah...

— Es tu profesora, ¿cierto?—mostró una leve sonrisa—tengo información de que es también el asesino serial.

¿Qué...? Fue lo único que pasó por mi cabeza.

— La señorita Dodds está ausente, ¿no? ¿Sabías que el asesino serial...está muerto?

Di unos pasos hacia atrás—, no sé de qué estás hablando—mentí, pero ella continuó.

—Su diario del futuro...era el diario homicida. Creyó tener al Primero arrinconado, pero terminó muriendo. Exacto...Dodds era el Tercero.

¡No podía ser cierto!

 Dio unos pasos hacia mí, levantando mí brazo para ver mi celular—es un buen celular—me aparté de forma brusca—. Así que eres tú...tú eres el primero ¡Percy Jackson!

El ya conocido sonido de estática se escuchó en todo el curso. Estaba jodido.

— ¡Percy!—escuché a Nico gritar antes de que entrara corriendo con Leo detrás.

 ¿Lo que tenía en las manos es un extintor? Sí, era un extintor. Nico intento golpearla pero la chica esquivó su golpe, llevándose unas mesas de por medio, y se paró en el marco de la ventana.

— ¡Soy la novena usuaria! ¡Clarisse la Rue! 

 

 


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