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Mirai Nikki (Percico) por Caterin Eliet

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POV Nico

 Al otro día, Hedge pasó en su auto a buscarnos por la mañana, para llevarnos a… ¿un culto religioso?

— ¿Quieres explicarnos bien? —pregunté.

Me miró a través del espejo retrovisor—Clarisse la Rue fue capturada,

— ¿En serio?

—Así es. Fue capturada por un grupo religioso, el culto In Iure…eso es lo que mi diario del caso dice.

—Eso significa que servir de cebo todo el día no sirvió de nada—soltó Percy irritado.

—Vamos, quejoso, de seguro no te la pasaste tan mal.

 Pareciera que iba replicar, pero lo pensó por un segundo y me miró de reojo. Me dedicó una leve sonrisa y yo sentí mi cara arder.

 Estuvimos viajando al menos media hora, el culto In Iure estaba casi a las afueras de la ciudad. Era un edificio de dos pisos, rozando el estilo japonés, rodeado por altas murallas con una sola entrada. Había muchas personas afuera del edificio principal.

—Esperen aquí—ordenó Hedge, y fue a hablar con una chica que estaba parada en la entrada.

—No sabía que este lugar existía—comenté.

Percy se encogió de hombros—, yo menos.

 Al rato, la chica de antes, se nos acercó—el señor In Iure los verá ahora. Vengan conmigo—se dio media vuelta y camino.

 Lo primero que noté al entrar fue una celda que abarcaba todo el final de la sala. Dentro de la celda, había un chico pálido, casi enfermizo, de ojos azul opaco y cabello rubio. Tenía puesta una túnica blanca por sobre el resto de su ropa.

 Se inclinó un poco hacía adelante—es un placer conocerlos. Soy Octavian, el “señor” del culto In Iure.

 Los tres hicimos una referencia, aún no sé porque, pero parecía lo apropiado.

— ¿Pueden acercarse un poco más? —inquirió.

 Al hacerlo, puse más atención en sus ojos, desde lejos se veían opacos, y es que realmente carecían de brillo…como si estuviera muerto.

—Tus ojos—murmuró Percy.

 Él asintió— sí, nací con muy poca visibilidad. Como resultado, he pasado la mayor parte de mi parte en esta celda…mi único entretenimiento es escribir en mi diario sobre mis visitantes de muy lejos—desenrollo un pergamino que tenía enfrente de él—, pero hace un par de semanas, mi diario comenzó a decirme el futuro.

— ¿El futuro…?

Pestañeo—lo llamó “El diario de la Clarividencia”, me dice el futuro de la gente lejana. Este es mi Mirai Nikki, y yo soy Sexto.

 La sala quedo en silencio. Miré a mi lado, Percy parecía confuso, y Hedge estresado.

Octavian miró su diario—, ya veo. Has preparado una redada por el Departamento de Policía, ¡que prudente!

 Hedge dio un respingo— ¡¿cómo has..-

Levantó su mano para que se callara—solo para aclarar, no deseo convertirme en Dios. Después de todo yo escucho su voz, convertirme en Dios sería una blasfemia. Novena está en una celda abajo, siéntanse libres de hacer lo que quieran con ella.

— ¿Qué planeas?

—Ahora mismo no tengo tiempo que perder—levantó su diario, la frase DEAD END estaba clara en letras remarcadas—, a este paso moriré esta noche…pero tenemos aquí a Perseo Jackson— ¿cómo sabía su nombre? —quien ha evitado tres Dead end—jugueteó con los dedos sobre el pergamino—. Hagamos un trato; yo les daré a Novena, pero a cambio…quiero a Perseo.

 Me aferré al brazo de Percy— ¡de ninguna manera! —no lo iba a permitir.

 Él miró a Hedge, quien parecía estar valorando los pros y los contras de la situación.

—Está claro. Percy, te quedarás con Sexto—declaró.

— ¿Qué? ¡No! ¡No puedes cambiarlo por esa terrorista! —protesté.

 Me fulminó con la mirada— ¡es la única forma de que todo salga bien! ¡Ahora, cállate y coopera, mocoso!

 Juro que lo hubiera golpeado, sin embargo, Octavian habló—si te sirve de consuelo, sólo lo necesito por una noche,

 Percy me rodeó con un brazo— ¿escuchaste? Una noche, no es tanto.

—Una noche. Sí, supongo que está bien—acepté a regañadientes.

 Por supuesto que no estaba bien, era obvio que él estaba planeando algo. Por el momento debía vigilarlo. Estuvimos todo el día junto a él, mientras que Hedge fue a comprobar el paradero de la Novena. La chica, que resultó llamarse Gwen, en un momento le trajo comida y unas mantas extras, por lo visto no mentía cuando decía que vivía en esa celda.

—Hum, Nico, ¿cierto? —Octavian llamó mi atención. Yo sólo lo miré— ¿podrías dejarme un rato solo con Percy?

— ¿Por qué? —respondí seco.

 Levantó levemente las comisuras de sus labios, rozando una sonrisa—me gustaría decirle algo.

 Tenía ganas de estrellar su estúpida cara contra el suelo.

— Nico, ¿podrías? —pidió Percy—sólo será un momento.

Mostré mi mejor sonrisa falsa—claro, no hay problema.

 El alejé arrastrando los pies. Maldito anémico. En momentos como ese, envidiaba a la gente que es capaz de leer los labios. Pero no necesitaba eso, ahora tenía mi diario.

 “17:50, Percy se ve incomodo después de que Sexto dijo algo malo sobre mí” 

Era un usuario. Estaba engañando a Percy. Definitivamente iba a matarlo.

 El diario empezó a reescribirse de repente, ¿qué estaba pasando?

Escuche un grito y miré en dirección a donde estaban Percy y Octavian. Dentro de la celda, donde antes estaban las sabanas, había empezado un incendio. Las puertas de la sala se abrieron y entraron algunos de sus seguidores.

— ¡Señor! —exclamó uno— ¡traigan agua!

 Un chico entró corriendo con un balde y arrojó el contenido al fuego, el cual aumento de tamaño en vez de apagarse.

— ¡Imbécil, eso era gasolina!

 Ok, todos ahí eran inútiles. Arremangué mi pantalón, desaté el cuchillo de cocina que traía, y me acerqué a la celda.

— ¿Por qué tienes eso? —preguntó Percy alarmado.

—No importa. Muévete—me obedeció y yo levanté el cuchillo por encima de mi cabeza.

 Golpeé la madera con todas mis fuerzas logrando hacer unos cortes. Seguí así hasta romperlo casi por completo. Percy le dio una fuerte patada y terminó el trabajo, dejando el espacio justo para que Octavian pasará.

—Gracias—agradeció.

 Escuché otro grito y me volteé. Uno de los seguidores había clavado un hacha en la cabeza de otro. El cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo.

— ¿Qué demonios…? —balbuceé.

 Todas las personas empezaron a pelear entre sí. Sus ojos estaban abiertos de par en par, como si estuvieran poseídos, golpeando entre ellos o directamente matándose sin razón. Uno de ellos me agarró desprevenido y me propinó un golpe en la cara, partiéndome el labio. Percy lo apartó de mí, antes de que pudiera golpearme de nuevo. Mi labio no paraba de sangrar.

 Pero algo estaba claro. Los seguidores se atacaban entre sí, incluso a Percy y a mí, pero no a Octavian. Lo sabía.

—Percy, ve y busca a Hedge—dije—, yo ayudaré a Sexto.

—Está bien—aceptó sin dudar y salió de la habitación.

 Octavian pasó entre medio de las personas—. Bien, vámonos.

 Intentó irse, pero yo lo tomé de la túnica y lo aparté de la salida.

— ¡¿Pero qué haces?! —paró de golpe al ver que yo levantaba el cuchillo hacía él.

— ¿Realmente creíste qué iba a ayudarte? —cuestioné presionando ligeramente el cuchillo contra su cuello.

— ¿Qué diablos pasa contigo?

—Estoy enamorado—reí—, y por esa razón, no dejaré que sigas engañando a Percy. Tú, maldito anémico.

 


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