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Mirai Nikki (Percico) por Caterin Eliet

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Percy POV

 Corrí hasta afuera alejándome lo más posible de los seguidores. Me preocupaba un poco dejar a Nico solo, pero estaba seguro de que se las arreglaría. Mientras corría llamé a Hedge, quién me contestó enseguida.

— ¡Hedge! ¿Dónde estás? Los seguidores están…—no me dejo terminar.

—No tengo tiempo para eso—espetó—Estoy intentando capturar a la Novena.

— ¿Cómo? creí que estaba encerrada.

—Estaba—afirmó—Nico y tú tienen que salir de aquí rápido, hay otro usuario.

— ¿Otro usuario…?

 En ese momento, se escuchó una explosión, justo de donde había estado hacía sólo unos minutos.

— ¡Oh, por favor! ¡¿De dónde sacan tantas bombas?! —colgué y volví sobre mis pasos.

 A poco tiempo me encontré con Nico y Octavian, quienes parecían haberse salvado por poco. Me sentí aliviado de verlo bien, y me apresuré a llegar hasta ellos.

— ¿Están bien? ¿Qué paso?

Octavian negó con la cabeza—No lo sé…

En menos de un segundo, Nico levantó su cuchillo, amenazándolo— ¡Como si no lo supieras! ¡tú planeaste todo esto!

 Sexto frunció el ceño—no hagas falsas acusaciones, chico delirante.

—Nico, cálmate—pedí sujetándolo por los hombros—. Él no tiene la culpa.

En ese momento, escuchamos una voz sobre nosotros—, así es, ¡he sido yo!

 Encima del techo, había un chico parado, con ambas manos a los costados, mirando con travesura en los ojos. Bueno, el ojo, ya que tenía un parche sobre el izquierdo.

— ¡Tú! —exclamó Octavian.

Saludó moviendo los dedos—, hola.

— ¡¿Qué hiciste?! ¡Teníamos un trato! ¡Yo te ofrecía protección si me entregabas a la Novena! —espetó furioso.

—Sí, pues, el trato ya expiro—lo miró con rabia, presionando algo en su oreja izquierda—, sé tus intensiones, Sexto, no mereces vivir y mucho menos ser Dios.

— ¿Quién eres? —preguntó Nico.

Él se fijó en nosotros y sonrió—oh, perdona no haberme presentado. Soy Ethan Nakamura, el Duodécimo usuario—dijo tranquilamente.

— ¿Revelas tu identidad tan fácil?

—No nos volveremos a ver en un tiempo, prefiero que tengan claro mi nombre. Después de todo—volvió a presionar su oreja izquierda—Mi trabajo aquí terminó. Suerte. —dio media vuelta y bajo del techo de un saltó.

—Suerte, ¿para qué…?

 Nico soltó un grito ahogado, y al darme vuelta, lo vi siendo sujetado por dos seguidores. Quise ayudarlo pero también me sujetaron a mí, dejando así, sólo a Octavian libre, y él sonreía con triunfo.

— ¡¿Qué estás haciendo, Octavian?! —grité.

­— ¿Aún no te das cuenta, Perseo? Estás a punto de morir. Mi plan era usar a la Novena como carnada, para poder eliminar al Primero, Segundo y Cuarto al mismo tiempo—apretó los dientes— ¡pero él lo arruino todo!

No quise creerle en ese momento—No puede ser… ¿no eres un señor divino que sirve a Dios?

—No hay nada divino en mí…no desde ese día—me miró con desdén—. Acostúmbrate a ser engañado, virgen. Ahora con esto—sacó su diario—, mi DEAD END debería haber desaparecido—al ver el pergamino, su expresión de confianza se convirtió en una de horror—. No puede ser…

— ¡Arg! —miré en dirección a Nico. De alguna forma logró liberarse, y en ese momento, fulminaba a Octavian con la mirada— ¡NO TE ATREVAS A DAÑAR A PERCY!

 Corrió hacía él, hecho una furia con el cuchillo en mano. Octavian logró apartar su diario, y gran parte de su cuerpo, pero no su mano. La sangre salpicó el suelo y su ropa, y la mano derecha de Octavian cayó al suelo. El chico se arrodilló por el dolor y todos se acercaron para ayudarlo. Nico apartó a los que me sujetaban, y luego, me entregó su celular y el cuchillo.

— ¿Qué…?

—Escóndete—quise protestar— ¡Hazlo! —me suplicó.

 Esperando que Nico supiera lo que hacía, lo obedecí y escapé mientras a él lo volvían a atrapar. Me escondí detrás de un muro, justo atrás de la sala principal. Los demás seguidores me buscaban, mientras que yo guardaba el mayor silencio posible, hasta que algo me llamó la atención. En el suelo había una esfera, decorada con un estilo japonés, en tonos rojos con varias estrellas. No sé por qué, de cierta forma sabía que serviría para algo, por lo que la guardé.

 Vi el diario de Nico, deslizando a las anotaciones anteriores,

“Percy y yo tenemos una cita~ Bueno, algo así” Eso había sido el día anterior.

“Percy cayó en la broma de la bombilla”  Pequeño mocoso.

“Percy me obligó a nadar con él. No me gusta, pero fue divertido” Sí, fue divertido.

“Percy entendió mis razones. Incluso me abrazo~” Nico…

 Su diario se llenó de estática, mostrando al final un claro DEAD END. De inmediato miré mi diario, “Nico muere apuñalado múltiples veces, después de ser vio..-“ No terminé de leer cuando ya había salido de mi escondite. Al diablo con todo, iba a salvarlo.

 La voz de Octavian se escuchó a través de unos altavoces, que quien sabe dónde estaban. Su voz estaba llena de arrogancia y malicia— ¿Puedes oírme, Perseo? Segundo está a punto de convertirse en bienes dañados—podía escuchar los gritos de Nico de fondo—. Sí quieres salvarlo, muéstrate.

 Corrí lo más rápido que pude, con los seguidores que se encontraban afuera detrás. Uno de los seguidores me sujeto del brazo, y por impulso le hice un corte en el pecho, no quería hacerlo, pero al menos con eso me soltó. Una vez dentro, fui guiándome por el ruido.

— ¡¡¡PERCY!!! —su gritó me llegó hasta el alma y, dicho sea de paso, me reventó los tímpanos.

 Entre en la habitación donde se encontraban. Los seguidores estaban intentando desvestir de Nico, pero este no paraba de moverse y defenderse como podía.

— ¡Aléjense de él! —espeté empujándolos y amenazando a algunos con el cuchillo.

—Percy…—Nico me miraba muy sorprendido.

—Así que viniste por él, Primero—resopló—. Puaj, el amor es asqueroso. Como sea…—dio unos pasos al frente—, te mataré y me convertiré en Dios, y luego destruiré este mundo.

 Sostuve con más firmeza el cuchillo y me coloqué en frente de Nico.

—Es inútil que lo intentes. Ahora que te revelaste a mis seguidores, puedo usar mi diario de la Clarividencia para matarte en cualquier momento. Puedo ver todo lo que intentes, no hay nada que puedas hacer contra ellos.

—Te gusta hablar, ¿verdad? ¿por qué no cierras la boca un poco? —saqué la esfera que había encontrado y la lancé al airé— ¡Mira esto!

 Realmente no esperaba que funcionará, pero lo hizo, mejor de lo que hubiera esperado. Todos los seguidores se miraron la esfera, incluso el propio Octavian, quien tenía una expresión dolida y de asombro. Aproveché la distracción, corrí hacía él y, antes de que pudiera reaccionar, corté su pergamino al medio. Octavian ni siquiera me miró, sólo soltó el pedazo de pergamino que quedaba en su mano.

— ¿Por qué…? ¿por qué ahora? Es muy tarde…—murmuró mirando la esfera.

 Y tal como los otros usuarios, su cuerpo se distorsionó, como si de un mundo virtual se tratará, siendo consumido por sí mismo. Los seguidores huyeron, gritando que yo era una especie de demonio del infierno, blah blah.

 Me arrodillé al lado de Nico.

— ¿Estás bien? —pregunté.

—Pensé…que no vendrías. —murmuró.

Me reí un poco—, por favor, yo no voy a dejarte.

 Él me abrazó con fuerza, ocultando su cabeza en mi pecho. Todo el tiempo…me había estado protegiendo, sin importar qué, lo hacía sin dudar. No como yo. Él podría haber muerto hace un instante, sólo por mi culpa. Le debía mucho.

—Nico…—susurré. Levantó la mirada, apartándose de mi pecho, y yo aproveché para tomarlo del rostro.

 Junte mis labios con los suyos. Nico dio un respingo, pero no se separó de mí. Sentí ese mismo calor y dulzor que cuando me había besado en la escuela por primera vez; no me detuve hasta pasado unos cuantos segundos. Su cara no tenía precio, estaba completamente rojo, con la respiración agitada y el labio temblando.

—Percy...

—Yo debía hacerlo, ¿no es así? —le aparté un mechón de la cara.

Entrecerró los ojos—Percy, yo...y-..v..ode.. —balbuceó algo incomprensible antes de colapsar en mis brazos.

— ¡Nico! ¡¿estás bien?! —toqué su frente. Ardía.

 Lo alcé en brazos y lo cargué hasta la salida. Hedge nos estaba esperando, mostró una sonrisa al verme, la cual se borró al fijarse en Nico. Preocupado, se acercó a nosotros.

— ¿Qué le paso?

—No estoy seguro, pero tiene fiebre—comenté.

—Súbelo al auto—ordenó—, será mejor llevarlo a casa.

Asentí—sí, pero… ¿qué paso con la Novena?

—Te contaré en el camino—abrió la puerta del auto—. Sube.

 Novena había escapado. Según lo que me contó Hedge, él ya la había capturado, cuando el Duodécimo se presentó, y aprovechó la confusión de los seguidores para poder escapar. Por lo visto, lo único que habíamos logrado hoy era deshacernos de Sexto, aunque esa no era la idea en un principio.

 Como a la mitad del camino, Nico, que estaba con la cabeza sobre mis piernas, se despertó bastante confuso.

— ¿Qué paso? —fue lo primero que preguntó.

—Te desmayaste—respondí. Él movió sus labios como diciendo “Oh…”—, por lo que vi el otro día, no comes mucho…pero últimamente, ¿has dormido bien siquiera?

Miró hacía otra parte—, revisó el diario gran parte de la noche, para asegurarme de que estás bien.

—Nico, no debes pensar sólo en mí, debes cuidar de ti mismo también. Puedes enfermarte.

A pesar de que era de noche pude notar el sonrojo en sus mejillas— ¿estás preocupado por mí?

—Por supuesto, después de todo eres mi amigo.

Mordió su labio—sí...soy tu amigo—de cierta forma, sabía que había dicho algo malo. 


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