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Mirai Nikki (Percico) por Caterin Eliet

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 Nico POV

Después de despedirme de Percy, volví a casa lo más rápido que pude, rogando que Rachel no hubiera despertado.

 Entré en la casa y corrí a mi habitación. Por fortuna ella seguía inconsciente, había durado bastante desde que salí de la escuela. Si tan solo Percy no lo hubiera descubierto...

Toqué su cara con mi pie—. Me vas a causar muchos problemas.

 No. Ella no sabía que había sido yo, lo único que tenía que hacer era convencer a Percy de que todo estaba bien. Sí...todo estaba bien.

 Cargué a Rachel y salí de la casa. Sus brazos estaban cubiertos, por lo que si alguien me veía simplemente pensaría que se ha quedado dormida y la llevó a su hogar. Después de todo, todos en este barrio me conocen...o creen conocerme al menos, nunca pensarían que sería capaz de hacer algo malo. Idiotas.

 No me malinterpreten, no me gusta dañar a las personas, sólo...sólo quiero asegurarme de que los que me importan se queden cerca de mí.

Una vez alejado del barrio, dejé a Rachel recostada en un árbol—. Mañana no recordarás nada...—dije, mientras escribía una nota—, pero hay algo que te quedará claro.

Miré la nota, en la cual está escrito en rojo
z98;Si sabes lo que es bueno para ti, no volverás a acercarte a Percy Jacksonz99; Até la nota a su muñeca y di unos pasos atrás.

—Rachel Elizabeth Dare...lo siento, pero, Percy es sólo mío.

Di media vuelta y me dirigí a casa como si nada hubiera pasado.

〰〰〰〰

Al despertar, lo primero que hice fue fijarme en mi diario.
15 de marzo
"Percy no ha dormido por lo de anoche y piensa llamar a la policía" 6:35

Mi vista fue directo al reloj en mi pared. 6:34.

Escribí un mensaje para Percy lo más rápido que pude y lo envié.

"Yo: ¿A quién estás llamando, Percy?"

 No contestó, pero el diario cambió, así que no llamó a nadie. Eso lo mantendría asustado por el momento...al menos hasta que pudiera hablarle.

 Pero... ¿qué excusa podía darle? Quizás...debería decirle la verdad, la razón por la que hago todo esto por él.

 

Paso hace seis años, papá y yo acabamos de mudarnos a Nueva York, poco después de la muerte de mi madre y mi hermana. Ambas murieron en un incendio.

 Eso fue un golpe duro. En un principio traté de ser fuerte, no quería causarle problemas a mi padre, no más de las que ya tenía. Pero no podía soportarlo.

 No podía soportar estar en casa, donde a cada rincón que miraba, me inundaba la mente de recuerdos. Ni siquiera era capaz de dormir; cada vez que cerraba los ojos...las veía en mis sueños, las escuchaba. Y todo terminaba consumido en llamas.

 Así estuve durante meses hasta que mi padre decidió que era mejor alejarnos de Italia. Nos mudamos a Nueva York.

 Un día, en verano, fuimos al parque. Aún me sentía abatido, no quería jugar con nadie, me conformaba con ver a los demás divertirse.

Papá tocó mi hombro—. Ahí en frente hay una heladería, ¿no quieres un helado?

—Sí—lo miré—pero, ¿puedes ir tú? Quiero quedarme aquí.

Él vacilo—Hum...bueno, pero no te muevas de aquí. Volveré enseguida—dijo mientras se iba.

—Aquí te espero...—murmuré.

Seguí mirando a la nada. No importaba que hiciera, yo seguía pensando en ellas, y no había nada que me alegrará. O eso pensaba.

—Hey ¿estás bien?

 Levanté la mirada y me encontré con un chico de mi misma edad, con el cabello despeinado y unos brillantes ojos verdes.

— ¿Cómo te llamas?—preguntó.

—Nico..—respondí vacilante. No estaba del todo seguro de que me había preguntado, aún no comprendía bien el inglés.

—Yo soy Percy ¡Percy Jackson!—dijo con una enorme sonrisa—. Te ves triste, ¿quieres jugar?

—Hem...

 Tomó mi mano y me obligo que me levantara de mi asiento— ¡Vamos a jugar, Nico! ¡Eso te animará!

 Y así termine siendo obligado a jugar por Percy. Pero...a fin de cuentas me divertí. Me divertí mucho, era la primera vez en meses que me sentía feliz.

Incluso cuando mi padre volvió, compartí mi helado con él. Debimos haber estado al menos 4 horas jugando, porque cuando mi padre me llamó ya era de noche.

— ¿En serio tenemos que irnos? —pregunté a mi papá en italiano. Percy puso cara de confundido.

—Sí, hijo, ya es tarde—dijo. Tenía una sonrisa en los labios, sin duda le alegraba verme bien.

—A lo mejor vuelven a verse alguna vez—soltó la madre de Percy mientras acariciaba el pelo de su hijo.

—Eso sería genial, parecen que se llevan bien.

—Así es—Sally miró a Percy—. Cielo, tenemos que irnos también, despídete.

Él vino corriendo hacia mí y me dio un abrazo—. Adiós Nico, espero que podamos jugar de nuevo.

—Sí, yo también—respondí en mis pobres intentos de hablar inglés.

—Jeje hablas raro—me soltó— ¡Nos veremos pronto!—prometió mientras se daba media vuelta para irse.

 

 Sin embargo no volví a verlo hasta que entré en la secundaria. Cuando me saludó, no por acordarse de mí si no por ser amigable, juro que me quedé mirándolo como idiota.

No me importaba que él no me recuerde, me bastaba con verlo todos los días para ser feliz.

—Pero ahora tengo una razón para mantenerme a su lado—levanté mi celular con ambas manos, mirando las anotaciones del Mirai Nikki—, voy a protegerte, Percy...—puse mi celular sobre mi pecho, presionándolo—sin importar el costo...porque me haces feliz...porque te amo.

—Nico, ¿ya estás despierto?—preguntó mi padre desde afuera. Trabajaba tanto que a veces olvidaba que vivía aquí.

—Sí, papá, ahora voy—contesté mientras me levantaba de la cama.

Me vestí rápido, acomodando mi pelo hasta que estuviera medianamente decente (algo que ya daba como caso perdido)  y salí del cuarto. Miré hacía la sala, no había nadie.

—Estoy aquí—anunció mi padre tomándome por sorpresa, por lo que di un respingo.

—Me asustaste—me quejé—, pensé que no vendrías hasta tarde.

—Así es, pero tengo un tiempo libre. Quería verte—me revolvió el pelo. Y yo no pude evitar soltar una sonrisa.

 Me atrevería a decir que si había una persona que me importe igual o más que Percy, era mi padre. A pesar de que casi nunca estaba en casa, se preocupaba mucho por mí y aprovechaba cada tiempo que tenía para estar conmigo. Para él era el hijo perfecto, ni siquiera se tomó mal el hecho de que me guste un chico, por el contrario se puso contento de que le tenga la confianza necesaria para decírselo. Lo sé, el mejor padre del mundo.

— ¿Y bien? No me has contado, ¿Qué tal el nuevo instituto?

—Muy bien, tenemos un compañero muy divertido, Leo Valdez, veo a Hazel durante los recreos y he estado más tiempo con Percy.

Mi padre sonrió de lado—. Eso es muy bueno, ¿verdad?

Sentí que la cara me ardía—S-Sí, eso creo...

—Lo es, hijo—me dio unas palmaditas en la espalda antes de irse a la cocina.

—Suponiendo que no me odie en estos momentos...—murmuré para mí.

Mi celular vibró, me apresuré a sacarlo pensando que era el diario pero sólo era una llamada.

— ¿Hola?—contesté.

— ¡Buenos días, Nico!—saludó mi amiga Hazel desde el otro lado.

Hazel Levesque, 15 años, bajita, afroamericana con largo cabello rizado de color castaño y unos hermosos ojos dorados. Ha sido mi mejor amiga desde que vivo aquí, salgo con ella, la acompañó hasta la escuela...es como mi hermana pequeña de otra madre.

—Buenos días, ¿qué pasa?

—Quería saber si ya salías, se hace tarde

— ¿Eh?—miré la hora, 07:05—Oh...ahora voy—tomé mi mochila y abrigo— ¡me voy a la escuela! ¡adiós, te quiero!—me despedí mientras salía de la casa. Me hubiera chocado con Hazel de no haber frenado a tiempo.

— ¡Eh, eh!—rio tomándome por los hombros—, por poco, Neeks—me dio un beso en la mejilla— ¿Nos vamos?

—Claro.

 

 Llegamos justo a tiempo, me despedí de Hazel y fui a mi curso. Apenas entré mi vista se fue directo a Percy, estaba sentado rayando una hoja, ignorando por completo a Jason y Leo que hablaban a su lado.

Me acerqué a él—. Hola, Percy.

Levantó la vista, parecía asustado, pero de un segundo a otro frunció el ceño y me miró con odio. Lo sabía.

Estaba por decirme algo cuando Leo se apoyó en su banco y me sonrió.

— ¡Hola, Nico! Ya se hacía tarde, pensé que no vendrías.

—Me quedé dormido—me aparté un mechón de la cara—, hola, chicos.

Jason me sonrió y luego miró a Percy—pareciera que se turnaran con su ánimo.

— ¿Qué quieres decir?

—Cuando uno está feliz, el otro está enfadado—explicó.

— ¡Como una pareja de casados!—saltó Leo.

Percy tocio como si se hubiera ahogado con su propia saliva. Yo, por mi parte, sabía que me había puesto rojo, ¿Casados...? Eso sería lindo.

Reí nerviosamente y abracé a Percy en juego— ¡Estoy seguro de que pondrá mejor!

—Quítame las manos de encima—espetó, apartándome de un empujón. Todo el curso se lo quedó viendo.

—Percy...

La puerta se abrió y la señorita Dodds, mejor conocida como arpía, entró. Dejando su bolso sobre el escritorio, me miró severa—Di Angelo, siéntate—ordenó.

—Sí...perdone, maestra—dije. Me fui a mi banco sin decir una palabra.

—Bien. Hoy seguiremos con lo que vimos la semana pasada...—de seguro estaba diciendo algo importantísimo pero yo no la escuchaba.

 Miré hacia atrás por el rabillo del ojo, Percy seguía mirándome con odio, ¿por qué...? ¿por qué tenía que entrar en mi cuarto? Todo estaba bien.

 Todo estaba bien, debía tranquilizarme...solo tenía que hablar con él y explicarle lo que pasó.

 Y esa es la idea, pero al parecer Percy lo dedujo y en cada receso se las arreglaba para salir antes que cualquiera y mezclarse con los alumnos. Pero no se iba a deshacer de mi tan fácil.

 Una vez que las clases terminaron, fui a fuera y esperé a que Percy saliera. Cuando lo vi pasar, lo tomé del brazo y, entre quejas, lo llevé lejos de los demás alumnos.

— ¡Déjame!—protestó.

— ¡No! Percy, por favor, escúchame—rogué—lo que pasó anoche, yo...te lo puedo explicar.

—No me interesa

—Pero, Percy...

— ¡No, Nico!—me cortó—sean cual sean tus motivos, no puedes darme una razón lógica para eso, ¿crees que puedo olvidar lo que vi? ¡Claro que no!

Lo tomé de la camisa— ¡por favor, escúchame!

Me apartó—. No. Escúchame tú, Di Angelo—me quedé callado—no he llamado a la policía, no pienso hacerlo, confórmate con eso—me miró serio—, pero no te quiero cerca.

Se me hizo un nudo en la garganta—P-Percy...

—Aléjate de mí—culminó.

Lo vi alejarse, se despidió de sus amigos y siguió caminando. Me odiaba. Di unos pasos despacio, de repente me sentía enfermo.

—Hey, Nico. Voy a ir a comer pizza con Reyna, ¿quieres venir?—preguntó Hazel al verme.

—Hoy no, gracias...—respondí. Me odiaba...

—Oh, está bien. Nos vemos...—debía tener mala cara porque me observó intrigada.

Caminé a paso moderado sin fijarme muy bien, por poco me atropellaron. Me odiaba. Llegué a casa, como ya esperaba, papá no había vuelto aún. Me odiaba. Dejé mi campera y mi mochila sobre el sofá, y entré en mi cuarto. Me odiaba.

Cerré la puerta y me apoyé en ella, dejándome caer hasta terminar sentado en el suelo—Percy me odia....

 Mi habitación se volvió borrosa debido a las lágrimas acumuladas en mis ojos—No puedes odiarme...—sollocé— ¡No puedes! ¡¡Deberías quererme!!

 Mi pecho subía y bajaba a medida que tiraba de mi pelo con manos temblorosas. Me encontraba al borde de la histeria pero debía mantener la calma. No importaba que Percy no me quisiera cerca, permanecería a su lado de todas formas. Yo mismo lo había dicho, ¿no? iba a proteger a Percy a toda costa.


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