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Y ante todo, ¿por qué él? por Miraku

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Notas del capitulo:

Canción: Ante tus ojos -Zenobia 

(Pueden escuchar cualquiera de las dos versiones, ambas son divinas. Tanto la metal como la tranquila)

Hola, chicos

¿Que por qué me perdí la semana pasada? Ah, pues fue porque... me secuestró una amiga D:. Hablando enserio, una amiga me llevó con ella para acompañarla en unas giestas y pues se me fue el tiempo. Lo siento.

Está editado el capítulo y creo que les va a gustar

Sin más, a leer:

Cuando Hinata dejó de llorar y sintió que por fin dejó ir terrenalmente a su abuela, suspiró con resignación. La vida sigue y él debe continuar. Ahora haría lo imposible para demostrarle a su abuela que encontraría todo lo que le prometió de pequeño: la felicidad y el amor. Por nada del mundo rompería su promesa por el simple hecho de que su querida abuela ya no esté.
            Había que seguir adelante.
            La lluvia seguía cayendo pero ya no parecía que el cielo se fuera a romper. Hinata sonrió torcido, nunca sintió tan reconfortante estos días como ahora. Normalmente al DJ le gustaban más los momentos soleados y llenos de azul; pero así, grises y melancólicos, le demostraron que la vida se pinta de diferentes matices.
            Y el que Vinx haya estado junto a él todo este tiempo le sonrió a su triste alma. Sus lágrimas se fueron con la lluvia y con su abuela. Su sonrisa no era falsa, de verdad se sentía mucho mejor. Tal vez estar siempre solo no es la mejor solución y el haber tenido a Vinx junto a él se lo confirmó. Sentir su fuerte hombro como apoyo le llenó de dicha. Porque Vinx fue el único que se quedó allí. A Hinata le hubiera gustado tener a sus padres junto a la despedida de su Abuela; más no lo hicieron. Sus progenitores decidieron que era más importante una fiesta, que lo más seguro su abuela no hubiera querido, que quedarse con su único hijo, llorar y estar en silencio con quien estuvo dando tanto cariño como lo fue la abuela Mathilde por casi noventa años.
            Sentía su estómago revolverse, su vista nublarse más sus fuerzas recobrarse. Todo, gracias a un tonto homofóbico que no sabe cerrar la boca cuando le conviene. Gracias a Vinx no se sintió solo. Porque aunque muchos hoy en día insisten en que es mejor estar solos, no lo deseamos. Necesitamos cariño, necesitamos compañía, compañía real y sincera. Alguien que no te dé la espalda, alguien que te dé su confianza y hombro. Alguien que te sonría cuando lo necesites.
            Ese alguien, para Hinata, se acababa de ir al otro mundo.
            Mientras seguía viendo el agujero sin tapar donde descansa el inerte cuerpo, sintió molestia al ver los arreglos florales. Todos tenían unas bellísimas flores que atentaban contra el ambiente: eran falsas. Enojado, Hinata, se levantó y fue a tirarlos, a despedazarlos, a pisar y romper cada pétalo de hipocresía que le estaban regalando a su abuelita. Cegado en furia e impotencia, fue deshaciéndose de todos y cada uno de los arreglos. Los pétalos caían como si fueran parte de la lluvia. Y, sin decir nada, Vinx vio todo el espectáculo y comprendió que Hinata estaba muy mal.
            La gente que vino no lo hizo por despedirse, fue por compromiso de la alta sociedad.
            Hinata y Patricia –aunque esta última no tenía permiso de quedarse– fueron los dos únicos que sí lo hicieron. Vinieron a llorarle a la abuela Mathilde, a desearle buen viaje en el más allá y que, si podía, los cuidara ante cualquier adversidad.
            Ni siquiera el propio Vinx vino desinteresadamente.
            Por lo que dejó que Hinata soltara su enojo, ira y frustración contra los ramos falsos de sentimientos. Tal vez era lo menos que podía hacer ante la situación. Por eso Vinx odiaba a la gente rica y derrochadora; por eso Vinx se odiaba a sí mismo. Pero sólo son humanos.
            Ya que ningún presente floral quedó, Hinata, con la respiración agitada, volteó a Vinx y volvió su mirada a la nueva lápida. Ya se sentía mejor.
            Más el día seguía llorando.
            Ambos se vieron y Vinx invitó a Hinata para que lo siguiera. Tal vez lo mejor sea irse ya de ahí. Al DJ podría afectarle seguir con tanta gente estirada. Y a lo que vino el chico fue al funeral, no a la fiesta. Por lo que mejor es irse a cambiar y retirarse. Mejor volver a trabajar y tratar de hacer o al menos fingir que estos momentos no les afecten. Pero el plan se vio interrumpido por nadie más ni nadie menos que Azuki, la madre de Hinata.
            La mujer de rasgos asiáticos se acercó con discreción a los dos músicos que ya estaban tomando rumbo hacia los autos y, tal vez, retirarse. Vinx hablaba intentando animar a Hinata. Azuki lo vio detenidamente: ese chico no era nada feo y se veía que podría sacar muchas cosas de él. Porque a Azuki no le bastaba la vida obscenamente llena de lujos que lleva junto a su esposo, no, a ella le gusta mucho divertirse con otros hombres. Y si eran jóvenes, mejor. Vinx era el perfecto candidato para divertirse y, conociéndolo, lo más seguro es que no se lo negaría. Por lo que sólo habría que comportarse elegante y dulce, justo como siempre lo hace.
            Ni el baterista ni el DJ se dieron cuenta cuando Azuki se acercó a ambos. La mujer estaba frente a ellos y sólo cuando ambos chicos levantaron la vista se congelaron. Ni el hijo ni el fundador se esperaban encontrar a la elegante mujer frente a ellos con un paraguas en mano, ¿cuándo había llegado? Eso era un misterio para ellos dos.
            —¿No se van a quedar a la fiesta? —Preguntó Azuki sonriendo tenuemente.
            Hinata frunció los labios algo indignado. Para él no era nada normal ver a su madre tan serena si es que no estuviera tras un objetivo. Y Hinata palideció. Miró desapercibidamente a Vinx y luego a su madre y se enojó: ¡su madre quería algo con Vinx!  No podía ser otra cosa más que eso. Hinata conoce bien los comportamientos de su madre y sabe que actuar tan educada y agradable es porque quiere sacar algo de alguien.
            El DJ no dudaba que se parecía en varios aspectos a ella. Y ser manipulador era uno de ellos.
            —No creo que sea conveniente —respondió forzado Hinata—. Yo no soy muy bien recibido y Vinx ni siquiera se quería quedar. Lo mejor sería que nos fuéramos ya de aquí..., mamá.
            —¿Molestia? —Se “sorprendió” la mujer—, ¡para nada! La fiesta es en honor a tu abuelita, hijo. Es obvio que debes estar presente, ¿qué dirá la gente? Malas cosas, además, es bueno que estés con tu familia un poco más de tiempo. Vengan a la fiesta, disfruten, beban un poco y ya mañana se pueden ir. Lo que más importa es la buena imagen, ¿no es así, Hinata?
            Hinata vio el cielo gris: ya había dejado de llover cuando menos se lo esperó. Y luego volvió hacia su madre y suspiró resignado. “Lo que más importa es la buena imagen” esa frase siempre le recordaba Azuki a Hinata cuando pequeño mientras veía cómo las criadas lo arreglaban. Ya no quería escuchar ni una vez más esa tonta frase. Ni una sola puta vez más. Suspiró y pidió mentalmente disculpas a Vinx, pero se tendrían que quedar.
            —Está bien, nos quedaremos —contestó resignado el chico—. Pero primero debemos cambiarnos. Estamos mojados y llenos de lodo, no querrás que nos vean así, ¿verdad?
            —Cierto, cierto. Vayan a cambiarse, pero los quiero de regreso en el salón en menos de media hora. Los estaremos esperando.
            Y sin dejar que ninguno de los dos pudieran replicar, Azuki se retiró de ahí con ese caminar tan elegante y ligero que la caracterizaba. Era genuinamente una flor de loto sin marchitar... pero completamente contaminada en la avaricia. Porque ni para Vinx ni para Hinata les fue completamente creíble ese papel de mujer benevolente, compresiva y amorosa. Ella no era como las demás mamás... ella era parte de los casos especiales.
            Una sonrisa coqueta y pedidos siniestros bajo una máscara de buen comportamiento era lo que a ella le caracterizaba mejor. Siempre era así. Y Hinata sólo la conocía de esa manera. A decir verdad, él no conocía completamente a su madre, y le gustaría poder hacerlo, de verdad que sí. Se preguntaba las razones por las cuales ella actuaba de esa manera con todos, se preguntaba con quién era realmente sincera o si tan siquiera lo fue alguna vez...
           Su madre era un misterio y un gran peligro. Y Vinx es el siguiente objetivo. Tendría que estar al pendiente de él. Y no porque no sea independiente, no, sino que el problema recaía en que Vinx era un completo urgido sexual que no se negaba a ninguna mujer mientras estuviera buena; y que su madre no se rinde fácilmente. Por resultado le daba a Hinata un dolor de cabeza. La única forma de evitar problemas con Azuki sería que Vinx le negara todo contacto. Tendría que ver para actuar.
            Se subieron al auto y notó que Vinx no había dicho palabra alguna desde que habían saludado a los padres de Hinata antes del comienzo del funeral y cuando iban de regreso al auto. Estaba bastante absorto en sus pensamientos que todo lo estaba haciendo en automático. Prendió el motor y dio reversa para salir del lugar del estacionamiento que tomó, que claro fue estacionarse mal y tomar dos mitades de dos lugares disponibles.
            Vinx retomó rumbo a la enorme mansión para tener que cambiarse. De todas formas prometió quedarse con Hinata. Si el chico decidió que lo mejor es sí quedarse, no le serviría de nada pelear al respecto. El camino se vio opacado por un profundo, denso e incómodo silencio.
            —Pues... —dijo de pronto Vinx llamando la atención de Hinata—, tu mamá se ve muy joven.      
            —Pues claro —respondió algo incómodo el DJ—, ella me tuvo cuando apenas tenía los dieciséis años recién cumplidos y se hace cada año un retoque facial para evitar arrugas y blah, blah, blah.
            —Bueno, no puedes negar que es muy linda... Te pareces mucho a ella.
            —¿Está diciéndome lindo a mí también?
            Vinx se quedó completamente congelado. Él no se refería a eso. Pero si lo pensaba mejor era que sí parecía que le estaba diciendo lindo a Hinata. Torpe tenía que ser.
            —Ya quisieras, traga pelotas —respondió algo dudoso el baterista.
            Hinata rodó los ojos algo divertido y confundido: —Como sea..., igual, no te acerques tanto a ella. Y hablo enserio, Vinx. Mi madre es una mujer bastante aprovechada y peligrosa, no quiero que lo aproveches y te metas con ella. Y cuando digo que hablo enserio, hablo enserio, no vayas a cometer una estupidez con Azuki.
            —¿Tanto te preocupa que alguien esté con ella? Debe ser muy fácil, sin ofender...
            Hinata negó y miró a otro lado. Era la única forma que conocía de su madre: la de una mujer fácil, avariciosa y aprovechada.
            El DJ no dudaba que se parecía en varios aspectos a ella. Y ser fácil es uno de ellos.
            Después de haberse ido a cambiar por el mismo atuendo pero seco y limpio (y que Vinx peleara tantito más con Antonio), se regresaron a la fiesta.
            Era un pulcro y reservado salón con ventanales en sus cuatro paredes, con unos bellos acabados dorados que hacían magnífico juego con el color blanco que pintaba el lugar. Un piso moderno y amarillento evitaba que uno se resbalara, aparte de que los candelabros y los elegantes arreglos florales delataban la muy buena posición económica de la familia del DJ.
            Andrew dejó el auto con el valet parking y se dirigió a la entrada con Hinata a su costado derecho. El baterista no pudo evitar soltar un silbido de asombro ante el bonito lugar. Y entraron.
            Hinata saludó a todos los presentes y agradeció por los falsos pésames que le daban ante la pérdida de su abuela. El DJ veía cómo justo después se iban los invitados para degustar de algún manjar que estaban ofreciendo los meseros o la mesa de botanas, y beber cuanto vino blanco o tinto se les ponga enfrente. Tal vez un trago no le haga mal. Hacía rato que no tomaba algo líquido y se estaba comenzando a sentir asfixiado entre tanta hipocresía y perfumes caros. Así que se dirigió cual niño pequeño a la fuente de sodas y se sirvió, en un vaso de plástico color dorado, soda de piña.
            Vio que una mesera bastante chaparrita pero de adorable rostro le ofrecía una copa de vino tinto a su acompañante homofóbico. La chica se veía en un sueño al saberse atendida por el músico de una de las bandas más reconocidas de ese tiempo. Más sin embargo, Vinx no tomó ninguna copa y la chica, aun así, se fue rápidamente pero con el gesto contento; después, el baterista se acercó a Hinata con tranquilidad bastante bien fingida.
            No había nadie más que ellos dos en la recepción del salón.
            —¿No vas a beber? —Preguntó asombrado Hinata mientras veía que Vinx tomaba un puñado nueces de la India y comenzaba a comerlas.
            —No me gusta mucho el vino, y mucho menos el tinto. Le encargué que me consiguiera una cerveza.
            —Uy, qué fino.
           —Y me lo dice el que está tomado refresco de piña en un vaso de plástico. No es como si tú no bebieras, Hinata. He visto en varias noticias que te han atrapado drogado y ebrio, ¿qué te detiene aquí?
            —Eso mismo, no quiero ponerme borracho frente a esta gente. ...A mi mamá no le gustaría eso.
            Vinx no dejó ir ese detalle: parecía que, para Hinata, hablar sobre su madre era un tema difícil e incómodo. No era ese el primer dato que encontró. Desde que la mencionó por primera vez supo que Hinata no se sentía nada feliz hablando sobre quien le dio la vida. Y cuando vio al chico de lindos ojos encontrándose con su progenitora y la forma en que ambos se trataban daba a entender la nula relación que ambos tienen. Era como si dos personas completamente ajenas a la existencia se tuvieran que conocer e intentar llevarse de alguna manera civilizada. Se veía más falsa que la propia relación que Vinx tiene con su madre. Y la razón enfatizaba en el hecho de que Azuki no conocía a Hinata y Hinata no conocía a Azuki.
            Sí, eran dos completos extraños intentando parecer cercanos.
            Tal vez por eso a Hinata le estaba doliendo tanto la pérdida de su abuela. Parecía ser que de verdad se quedó completamente solo en medio de un gran cumulo de gente plástica y vacía que intentaba llegar a él con el propósito de hacerlo caer, de sacarle provecho. Eso siempre hace la gente rica, siempre se aprovecha cuando se puede sacar más de lo que ya se tiene, u opacar al contrario con presunciones falsas o verdaderas.
            Era triste pero si ser humano implicaba ser tan pecaminoso entonces es porque hemos olvidado a la verdadera naturaleza de la razón. El pecado es un instinto y la verdad y voluntad es un don que muy pocos verdaderos humanos han logrado desenvolver.
            Para Vinx, Azuki era un bello estuche que guardaba una mórbida y putrefacta basura sin valor. Un desperdicio de instinto que busca más y más poder y aprovechamiento. Una flor de bello color y sin ni un nutriente, una planta carnívora que le encanta hacer caer a sus presas en sus garras y destruir lo exterior para después obtener lo interior. Era una mujer bastante superficial para el gusto de Vinx y se arrepentía de haber dicho que Hinata se parecía a ella. Era cierto que el DJ sacó la inexplicable belleza de la mujer de rasgos asiáticos, pero era imposible que tuviera tales actitudes tan dolorosas y mentirosas que logra sacar lo peor de uno mismo: el pecado.
            La mesera pronto llegó con una lata de cerveza y se la entregó a Vinx con una amplia sonrisa en boca que fue recompensada con una sonrisa galante de parte de Vinx. El baterista esperó a que la chica del servicio se fuera y así abrió su cerveza. Un poco de espuma salió de la lata pero de forma moderada. Vinx tomó un trago y volteó a ver a Hinata. El DJ no había dejado de ver ni un acto de parte del baterista. Desde que abrió la bebida hasta cuando posó la lata en sus delgados labios y bebía del alcohol; la perforación en su labio inferior era atrayente. Y cuando ambos pares de ojos se encontraron, el silencio se volvió más tenso.
            Vinx acercó su lata.
            —Brindemos —dijo el fundador de CaNniBaL mientras alzaba su bebida—, por tu abuela que se ha de estar burlando de todos estos estirados desde el más allá. ¡Salud!
            Hinata se sorprendió de la dedicatoria y luego sonrió agradecido.
            Su abuela debe de estarse burlando de toda esta gente que finge preocupación y dolor cuando sólo vinieron a beber tanto alcohol como se vea educado.
            —¡Salud! —Exclamó un poco más animado el DJ.
           Chocaron las infantiles bebidas y bebieron en honor a quien sí se debía de hacer: en honor a la Abuela Mathilde.
            Rato después, la fiesta seguía siendo igual de aburrida y monótona para Vinx. Claro que él está acostumbrado a que se lance la casa por la ventana pero es que, literalmente, eso ya estaba casi muerto. La música aburrida, la gente aburrida, la decoración cara pero aburrida, la comida aburrida, todo era aburrido. Según el punto de vista de Vinx siendo un funeral o un “spring break” no hay porque dejarla en ese estado. Siempre había que llenar de vida a una fiesta porque eso son: fiestas.
            Más sin embargo, Vinx no era recibido en ese lugar. Nadie se esperaba la presencia del baterista y sabía el mismo fundador que la gente de esa “clase” lo veían como un mal ejemplo y desperdicio de tiempo. Poco le importaba a Vinx pero cuando de verdad le ofenden sí que les contesta por donde más les duele: el orgullo y la fortuna.
            Además de que Hinata se debió separar de él para atender a los invitados. Azuki lo vio y le pidió en falsa amabilidad que fuera a hacerse cargo de los presentes y había ignorado que el baterista estaba junto a él. Vinx no quería y no debía estar cerca de la mujer, por lo que decidió quedarse donde mismo: en la recepción, solo y tomando de otra fría cerveza mientras veía su teléfono y se mensajeaba con Henri. El vocalista debía saber sobre la imprevista salida de su mejor amigo con Hinata; Henri tenía todo el derecho de estar al tanto y así poder poner en orden todo allá. Confiaba ciegamente en su amigo y ahora no fue la excepción.
            Viendo que eso ya tronó, Vinx fue hacia donde estaban los empleados. Era una gigantesca cocina con todo lo necesario para estar preparando lo que se necesite allá en la reunión. Chefs preparando o calentando la comida que estaba predispuesta en el menú de la ocasión. Chicas y chicos preparando los carritos donde iría los alimentos y otros más preparando bebidas, ya sea sirviendo o elaborando. Y entre ese tumulto estaban Patricia y Macarena. No conocía a nadie más de ahí, por lo que acercarse a ellas fue la única opción.
            Patricia estaba abriendo unas botellas de vino y terminando de cortar verduras y frutas para los aperitivos. Y Macarena estaba sentada a su lado pelando los mismos vegetales. Se veían muy felices ellas dos juntas. Incluso Andrew olvidó que se trataba de una relación homosexual por el cariño y confianza con la que ellas dos se hablaban.
            —¿Les molesta si les ayudo? —Preguntó Vinx tomando por sorpresa a Patricia que fue la única que no había caído en cuenta de la presencia del baterista.
            Todos los demás empleados sí que vieron que se trataba de Vinx, el fundador de CaNniBaL.
            —¿Por qué no estás en la fiesta? —Cuestionó confundida la chica morena.
            —Porque no veo ninguna —respondió Andrew refiriéndose a su obviedad. Macarena rió y Patricia sonrió estando sumamente de acuerdo—, y no es como si quisiera estar con tanto aprovechado.
            —Y cuidado si la mamá de Hinata fija un ojo en ti. —Soltó Macarena mientras seguía en su labor.
            —¿Por qué tanta advertencia con esa mujer? —Preguntó el baterista mientras se quitaba el saco, subía sus mangas y comenzaba a ayudar a la novia de Patricia. Parecía que ya no le molestaba el hecho de que es un transexual con quien habla. Andrew, de alguna manera, podía hablar con confianza con ellas dos. Le agradaban a pesar de su odio a la homosexualidad. Tal vez estar tanto tiempo pegado a Hinata le afectaba, debería ver un psicólogo.
            —No es cualquier advertencia, Vinx —habló esta vez Patricia—. Azuki es una mujer manipuladora y muy convenenciera. Hinata no tolera esas acciones de ella. Y no lo culpo, si no fuera por él, ya me habría ido de aquí, es imposible tratar con ella. Y si Hinata te pidió que te alejes de ella debes de hacerle caso, no preguntes por qué ni para qué, sólo hazlo. Él lo hace porque no quiere que te hagan daño; Hinata cuida mucho a la gente que aprecia y si él te cuida de su madre es porque eres importante para él. Hinata es cerrado ante todo y todos, siempre se ha considerado un error, sin un lugar en este mundo, siente que está solo y, aunque parece no tenerlo, tiene miedo. No puedo cuidarlo todo el tiempo y me preocupa esa fragilidad suya.
            —Además —continuó Macarena—, el chico es muy despistado y dudoso. Le cuesta abrir su confianza así que la disfrazó con esa actitud que tiene frente a todos los medios. Vinx, si Hinata insiste en que te alejes de su madre, que no lo dejes, o que lo acompañes es porque realmente desea abrir sus sentimientos a ti. No es novedad lo tonto que eres pero creo que podemos tener fe de que cuidarás a Hinata de todo mundo, incluyéndote de ti mismo, ¿verdad?
            Todas esas declaraciones impresionaron a Andrew. Eso fue muy increíble. Jamás imaginó que Hinata necesitara de tanto cariño como esas dos chicas están diciendo. Sonaba hasta irreal. Siempre le ha parecido que Hinata le venía valiendo una reverenda mierda la vida y que él la veía como sólo diversión, sexo con hombres, alcohol y drogas. Siempre se hizo ver de esa manera. Que ahora dos chicas, que realmente conocen a Hinata, le estén diciendo la importancia de las advertencias y de lo muy cuidadoso que debía ser con Hinata, entonces se trataba de verdaderamente algo serio.
            Y Andrew quería acercarse más a Hinata. A pesar de todas las circunstancias: a pesar de su homofobia, a pesar de sus pecaminosos pensamientos ante el chico de ojazos color carmín, a pesar de haberse masturbado más de una vez pensando en él (porque sí, Vinx volvió a tocarse de vez en cuando pensando en Hinata), a pesar de sus diferencias, a pesar de todo eso y más, el fundador de rubios cabellos estaba realmente dispuesto a acercarse como debe a Hinata.
            Esos extraños sentimientos que lo han estado raspando en el alma le estaban indicando que esas dos mujeres le estaban dando claves. Claves para estar con Hinata.
            —No se preocupen. Cuidaré de él.
            Y después de decir, Vinx siguió ayudando en lo que podía en la cocina. Era un completo caos y tener una par de fuertes brazos más no estaría para nada mal.
            La fiesta seguía avanzando con fluidez. Los meseros entraban y salían con las bebidas y platos para los invitados. Y se podía ver toda la atareada actividad del personal porque la cocina tenía una ventana larga de forma rectangular que permitía ver a ambos lados. Los que estaban dentro de la cocina veían a los que estaban en la fiesta y viceversa. Eso fue de beneficio para Vinx. Podía ver a Hinata cada cierto tiempo y asegurar que estaba todo en orden.
            El DJ, por su lado, estaba en la mesa principal. Las mesas se dividían por la importancia de los invitados y siendo Hinata el único nieto reconocido y predilecto, era obvio que estaría en el lugar más vistoso; con el gratificante lujo de ver a todos los demás y disfrutar de las mejores atenciones. Pero todo eso se le hacía muy vacío a Hinata. Era un funeral, se suponía que debería estar con su abuela, acompañar hasta sentir que la dejó ir debidamente. Ya lo hizo pero sentía que no debía de estar allí. Tanta gente lo veía de reojo y hablaban en murmuros a sus espaldas. No le importaba, realmente nunca le importó lo que los demás pensaran de él. Sólo ha buscado la opinión de alguien que jamás le dio: de su mamá.
            Hinata decidió no intentarlo más; aun así, su abuela siempre le dio un punto positivo para la vida. Con esa opinión basta y sobraba. Y su abuela ya no está con él, entonces, ¿quién vería ante sus ojos y le cuidaría? Sin amor no puede. Nadie puede sin algo de cariño ajeno.
            Y cuando vio fugazmente al ventanal que dejaba ver la actividad de la cocina supo que no era así. Supo que no estaba solo: Vinx estaba con Patricia y Macarena mientras bebían –lo más seguro es que alcohol– de unos vasos de plástico y jugaban UNO, las cartas de números y colores. Los tres muchachos reían y estaban disfrutando del momento. Hinata hubiera ido con ellos de no ser que sus padres le pidieron que se quedara al margen en esa mesa y atender a cuanto invitado se acerque a él. Aunque la gran mayoría le preguntaba sobre su vida pública y no sobre la pérdida de su abuela, Hinata tenía la obligación de responder a todas esas entrevistas.
            El tiempo siguió continuando. Avanzaba lentamente pero por fin el manto estrellado alumbró la oscuridad del aquel grisáceo día: con la noche se fueron prendiendo los candelabros y comenzar con el servicio de la cena. Para esos momentos mucha gente ya no había. El vino llegaba y la gente disminuía. Eso quería decir que la fiesta cambiaba de ambiente.
            Por parte de Vinx, recordando de que éste debía estar lejos de la mujer de rasgos asiáticos y que la gente del otro lado no lo querían cerca, se la estaba pasando bastante bien. Patricia y Macarena son muy agradables y divertidas. Pero eso que ni qué, cada que podía, volteaba a ver a Hinata y checaba su estado. El chico de cabellos negros estaba sonriendo muy falsamente a todos. No lo culpaba porque él mismo ya hubiera gritado e insultado a todos esos pingüinos que se le hubiesen acercado.
            Y Patricia no lo pasó por alto. La mujer morena sonrió por esos actos que estaba haciendo el baterista de una de sus bandas favoritas, aunque eso no lo piensa admitir. Primero muerta antes de que ese engreído sepa de ese gusto y su ego se le suba por los espacios siderales. La criada veía cómo cada cuanto Vinx checaba a Hinata y quienes estaban a su alrededor. Aunque éste también vaya a intentar negarlo, Vinx se preocupaba por Hinata y eso era de agradecerse.
            Con sigilo y discreción, Patricia se acercó a Vinx. Como el servicio de cena comenzó y ellos ya habían adelantado la parte de su trabajo, tenían esos momentos libres y ya se habían aburrido de jugar y beber, Vinx estaba viendo de una esquina cercana al ventanal hacia donde estaban los invitados. No es difícil intuir que está viendo a Hinata y lo que hacía. La morena llegó a su lado y lo acompañó sin avisar ni pedir permiso para checar al chico DJ. Y algo llamó la atención de ambos: un joven hombre de cabellos rubios, piel bronceada y cuerpo medianamente fuerte llegó junto al centro de ocupación del baterista y le empezaba a hablar con cierta familiaridad e insistencia. Pero lo que más llamaba la atención era que Hinata se notara claramente molesto, ansioso y hasta algo asustado.
            —¿Qué hace Nicolas aquí? —Se preguntó Patricia con un tono molesto.
            Andrew saltó del susto y miró a la mujer. ¿También notó ese detalle?
            —¿Quién es ese tal Nicolas? —Pidió información el baterista. Sentía molestia.
            —Fue un novio de Hinata, de hace ya un tiempo. Ese tipo está obsesionado con el cuerpo de Hinata, nunca dejaba de tomarle fotos porque pensaba que debía inmortalizarlo cuanto sea posible. Pero lo curioso es que se guarda las fotos sólo para él, nadie ve las capturas, es un completo psicópata en cuanto al físico de Hinata; así que el chico decidió terminar con él. El problema fue cuando Nicolas fingiera que ya lo superó y sigue buscando con insistencia a Hinata. Intenta parecer que no le importa pero siempre que puede lo busca y le habla y nomás no le llama por teléfono porque Hinata lo cambió una vez que terminaron.
            —¿Y por qué no llama a la policía o algo?, ese tipo es un completo zafado.
            —Porque a pesar de esa obsesión, Hinata le guarda aprecio, fue su novio, después de todo. Y sabe que tarde o temprano Nicolas parará de buscarle. Y, como no le hace daño físicamente ni nada por el estilo, no hemos tenido la necesidad de hacerle algo.
            —Bueno, pero si veo que se empieza a pasar de mano no duden de que iré a partirle la cara y algo más.
            Andrew se fue molesto de ahí. Y Patricia sonrió sorprendida. Eso jamás se lo esperó y fue cuando comenzó a entenderlo: Vinx buscaba a Hinata y Hinata buscaba a Vinx. Si sus suposiciones son ciertas, sólo tendría que observar un poco más e ir sacando conclusiones.
            Macarena llegó por detrás a su novia y la abrazó de la cintura con cariño. Paty volteó y le sonrió con cariño a su pareja para que después sintiera esos labios tan nuevos y tan conocidos por ella. Según Patricia, Macarena era demasiado para ella y agradecía tenerla.

La velada terminó. Ya no había invitado alguno. Los familiares más cercanos se retiraron ya a la mansión principal para descansar y cuartos no faltaban. El servicio de limpieza comenzó con su labor. Se debía de barrer, trapear, limpiar mesas, sacudir, hacer inventario, muchas, muchas cosas. El otro personal de la cocina ya había terminado de limpiar su lugar de espacio, guardado los restos y vajilla, y también haber realizado el inventario. Ya se podrían ir a dormir a sus respectivos lugares de descanso. A menos que Adam, el señor de la casa, y su esposa Azuki interrumpieran el relajo que estaban haciendo los criados. Cuando cayeron en la cuenta de sus presencias, el silencio reinó. Patricia frunció el ceño, Macarena hizo un puchero y alzó una ceja y Andrew se comenzó a preguntar dónde estaba Hinata. Sin querer lo perdió de vista por estar ayudando en la limpieza. El baterista tenía cierta ansiedad debido a que Nicolas seguía aun cuando esa taza ya se había roto y estaba muy encimado al chico de cabellos negros.
            —Debo de agradecer su esfuerzo —dijo Adam—. Hicieron de la fiesta un momento muy agradable y eso se los reconozco con creces. ¿Patricia, ya hicieron el inventario del licor?
            —Sí, señor.
            —Bueno, hagamos como que en la fiesta se tomó unas botellas más. Disfruten del vino y lo que resta de la noche.
            Y sin que alguien pudiera decir algo, Adam se fue con Azuki abrazada a su brazo y dejó a los empleados con tanto alcohol como quisieran beber.
            Varios comenzaron a vociferar y celebrar. El que Adam les dejara con tanto licor, botanas y un salón de fiestas a su completa disposición era porque al día siguiente a ellos no les tocaba turno sino a los criados mayores. Todos los jóvenes decidieron aprovechar esta oportunidad.
            Algunos fueron sacando el vino y las cervezas que habían en el gran refrigerador. Otros fueron trayendo los vasos y hielos. Otros las botanas. Y otros pusieron música en el gran y moderno estéreo: un enorme aparato de ligero peso y gran potencia que conectaba de diversas maneras a los teléfonos, computadoras o directamente del internet toda la música que uno desee. Ahora sí que la fiesta se prendió.
            En menos de media hora la cosa se aceleró por completo. Decidieron no usar los tontos candelabros y activaron las luces de colores y el piso de led. Unos jóvenes movieron las mesas para dejar espacio para un escenario. En una larga mesa es donde estaba el vino, cerveza, tequila y demás licores para combinar y quedar peor que una cuba como uno quiera. Las botanas estaban de más y un grupo de chicos habían metido cocaína a la situación. Así que ya varios estaban fuera de sus cinco sentidos en toda su extensión.
            Las mujeres bailaban pegadas a los hombres y viceversa, la música sonaba fuertemente y el ambiente estaba por lanzar a la casa por la ventana. Música movida, era una canción que hizo Hinata hace un tiempo: era una contribución que hizo con un grupo de cantantes de música con ese estilo dance y movido. El DJ hizo el ritmo y la edición de las voces, con esa letra de tomar hasta no poder más y volverse loco y ese ritmo era perfecto para el momento.
            Más Hinata no estaba en la pequeña fiesta que se armó. Andrew se sentía inquieto al estar en la fiesta y no ver al chico con el que prometió quedarse. La fiesta lo tomó desprevenido y ya no supo qué hacer, era una fiesta y a él le gustan las fiestas. Así que se dejó ir y cuando Macarena y Patricia lo arrastraron a la pista y le ofrecieron un vaso de cerveza helada no pudo decir que no. Aprovechó su belleza y que varias chicas llegaban como fieles fans a pasar un rato con el guapo baterista; siendo Vinx tan caballeroso se dejó halagar y tomar una que otra foto. Incluso bailó con chicas que se le hicieron muy candentes y atractivas. Pero igualmente no dejaba de sentirse mal por no ver a Hinata. Sintiendo que ya bailó y bebió demasiado (cerca de media botella de vino, varios tequilas y quién sabe cuántas cervezas) y que la vista se nublaba, supo que era hora de buscar al DJ.
            Lo más seguro es que Patricia sepa algo de él. Lo conoce bien y aun sin verlo, tal vez sepa dónde está.
            Con paso vacilante, Vinx caminó hasta la chica de cabellos oscuros. Patricia se estaba devorando la boca con Macarena, sus lenguas peleaban mientras sentía que su novia le apretaba con ligereza sus senos, así que Paty decidió ir bajando mano hasta la vagina de Macarena e ir estimulando para que se mojara. Pero la situación se vio rota por el carraspeo de Vinx. Patricia volteó molesta mientras Macarena miraba algo confundida: el alcohol revoloteaba por todos los cuerpos de los presentes.
            —¿Saben dónde está Hinata? —Preguntó con algo de dificultad el baterista.
            —Si no está en esta fiesta debe de estar en el techo de este salón, si no lo está es porque lavaron el cerebro de Hinata —respondió Patricia con ligera molestia debido a que la interrumpieron de estar como le gustaba con Macarena.
            Andrew levantó los brazos en señal de paz y pidiendo que Patricia dejara de verlo de esa manera. Pero igualmente se fue retirando una vez que las dos mujeres morenas volvieron a besarse sin importarles quienes estuvieran a sus alrededores. No sabía si era culpa del alcohol, de la hora o de estar tanto tiempo rodeado convenientemente de homosexuales, pero, por instante, ese acto le excitó. Antes de sacar cualquier conclusión, el baterista se largó de esa esquina, fue por una botella de vino blanco abierta y a medio servir y fue a buscar a Hinata.

La noche estrellada no dejaba evidencia alguna de que ese día estuvo llorando por la muerte de la abuela de Hinata. El chico estaba viendo la inmensidad del cielo y su belleza con algo de nostalgia. Le gustaba ver ese manto estrellado cada que se sentía triste o abatido. Ahora era una buena oportunidad porque una estrella nació allá arriba: su abuela ahora lo vería desde donde quiera que esté. El aire hacía volar superficialmente a sus cabellos y le reconfortaban, no estaba haciendo frío y con el saco que traía lo usó para sentarse en el techo de ese salón. Dejó que sus pies colgaran de la cornisa y veía hacia la enorme grandeza que es la residencia de sus padres. Él jamás pidió nacer con tanto lujo y no tener que compartirlos. Su madre decidió no tener más que un solo hijo; su padre consiente en todo lo que pueda a su madre; su abuela siempre se enojaba por la vanidad de Azuki; y Hinata deseaba la atención de su madre que jamás recibió, recibe o recibirá. La vida lo ha puesto en una dudosa imagen.
            El chico que cambia constantemente el color de su cabello disfruta con dulzura los pequeños momentos como esos, donde nada ni nadie le criticaría. Esos momentos donde no se debe preocupar por nadie más que él mismo. Esos momentos donde la vida le obsequiaba la oportunidad de estar entre la naturaleza de la libertad.
            Dicen que Hinata es un amante del sexo, y lo es. Ama tener relaciones sexuales, ama tenerlas porque es lo más cercano a la atención que jamás obtuvo. Ni su abuela ni Patricia bastaban para llenar el vacío del alma del chico: el siempre deseó estar rodeado de amor, no de lujos y caprichos innecesarios. Sentía que sólo así tendría algo; jamás tomó en cuenta que sólo tener sexo lo dejaría mucho más triste. Hinata, entonces, pidió un deseo a la estrella en la que se convirtió su abuela.
            «Permíteme amar y ser amado» pidió en silencio el chico mientras cerraba los ojos y suspiraba.
            No deseaba que nadie más que su abuela lo escuchara y ayudara.
            —¿Es necesario estar en el silencio en plena fiesta?
            La voz borracha de Vinx sorprendió a Hinata. Cuando volteó la mirada vio que el chico de cabellos rubios, ahora agarrados en una sensual coleta mal hecha, lo miraba con duda, burla y hasta algo de... cariño. Hinata jamás vio tan guapo a Vinx hasta que estuvo frente a él, borracho, tambaleándose y fuera de sus sentidos.
            El fundador de CaNniBaL se acercó con paso dudoso y se sentó con cuidado al lado del chico con bellos ojos carmín. Hinata vio que Vinx traía una botella medio llena de alcohol y que le daba un buen trago sin pudor alguno. No evitó reírse un poco. Estaba ebrio.
            —¿Cuánto has bebido? —Preguntó Hinata mientras veía al baterista.
            Después de expulsar un ligero eructo, Vinx miró al DJ: —No importa la cantidad sino la rapidez con la que lo tomes. Aún estoy bastante cuerdo y sé lo que estoy haciendo. Pero, dime, ¿por qué decidiste quedarte aquí arriba? Creo que ahora sí hay una fiesta decente allá abajo.
            —Necesitaba despedirme aún más de ella..., no hay de qué preocuparse. Por cierto, no sabía que supieras manejarte en la cocina.
            —Aprendí por pura curiosidad y deseo. De hecho, de pequeño no me dejaban entrar a la cocina, me decían que eso era de mujeres, así que sólo pude aprender lo básico hasta que me molieron a regaños por intentarlo; pero siempre insistí en ser chef, aunque luego conocí la música y el resto de la historia se cuenta por sí sola. —Después, se quedó callado por unos segundos, suspiró y miró nuevamente al DJ— Hinata...
            —¿Qué pasa?
            —¿Nicolas es un problema para ti?
            Es pregunta sorprendió a Hinata. ¿Cómo fue posible que Vinx supiera de la existencia de ese chico? Lo más seguro es que lo vio por la ventana que conecta a la cocina con el salón de fiestas. Y también debió ser probable que Patricia le haya contado la situación; esa chica le gustaba contar las cosas personales de su vida como si nada. Pero, de alguna forma, a Hinata le emocionó saber que Vinx quería saber sobre sus cosas.
            —No como antes..., de hecho, hoy me pidió disculpas. Creo que por fin me superó... —Hinata rió ante su propio comentario.
            Vinx asintió lentamente. Saber que ese tipo ya no sería un problema le aliviaba.
            Y se acordó del porro. Con emoción, el baterista buscó en su saco y encontró la bolsita en perfecto estado. Sólo había un porro –que era más que nada para emergencias de estrés– pero tal vez con eso baste.
            —¿Tienes fuego? —Preguntó Vinx mientras mostraba el porro.
            Hinata se confundió y luego, luego, recordó que se había robado unos cerillos del baño de hombres para fumar un cigarrillo que le ofreció Nicolas en la tarde. No pudo fumar casi nada porque su madre venía en camino y el que oliera a tabaco daba una mala imagen. Ya de por sí se conocía a Hinata como alguien mal guiado en su vida, dar una buena impresión en esa fiesta era la única dignidad que le quedaba entre la gente de su clase.
            Con silencio tranquilo, Hinata sacó los cerillos y se los pasó al baterista. Vinx sonrió complacido y sacó uno para prenderlo. Puso el porro entre sus labios y acercó el fuego para darle llama al cigarro. Una vez prendido, le dio una ligera calada y dejó el humo por unos instantes dentro de su cuerpo para expulsarlo un poco más espeso de lo que es en realidad. Se quitó el porro de la boca y se lo ofreció a Hinata. El DJ, por su lado, sonrió y aceptó la invitación.
            Ambos comenzaron a compartir un porro de marihuana.
            —No se nota que haya llovido —dijo Vinx mientras le daba un trago a la botella y veía al cielo.
            —Así es mejor —contestó Hinata mientras fumaba—. Vinx.
            —¿Qué sucede?
            —Gracias... de verdad que muchas gracias.
            Vinx miró a los bellos ojos de Hinata y quedó embelesado. Estaban brillando como nunca, se veían preciosos y se notaba todos los sentimientos que atravesaban por el alma del DJ. Toda la gratitud en una sola mirada y tenue sonrisa le demostró a Andrew que hay otras formas de encontrar la belleza. Hinata se veía precioso en esos instantes.
            En respuesta, el baterista le pasó la botella al chico y brindaron una vez más.
            Dejaron ir a la abuela Mathilde, y pudieron estar cómodos el uno con el otro.

La fiesta de los empleados había terminado cerca de las cinco de la mañana por completo. Muchas horas antes Hinata y Andrew se habían retirado del lugar, cerca de las tres de la mañana ya se habían ido del recinto. La razón fue porque tenían planeado irse de la residencia en cuanto el sol saliera. Lo mejor sería que Andrew durmiera un poco, de todas formas la cruda ya la traía encima.
            Decidieron irse caminando, la mansión estaba un poco lejos, pero manejar en esos momentos no era la mejor opción para Vinx; y Hinata no sabe hacerlo. Además de que los gemidos de Patricia indicaban que estaba muy ocupada con Macarena en la pequeña sala de cine que hay en el salón de fiestas. Y haber caminado fue reconfortante. Ambos músicos dejaron que el aire jugara con sus ropas y cabellos, ambos reían y bebían de otra nueva botella de vino. Hinata bebía más que Vinx. A pesar de todo lo bebido, ese baterista aún aguantaba y estaba cuerdo.
            Llegaron a la mansión haciendo bromas de mantenerse en silencio pero más bien hacían todo el ruido posible sin exagerar. Se reían a carcajadas y gritaban susurrando que la culpa de todo era todo. Se veían felices los dos juntos.
            —¿Quieres un vaso de agua? —Preguntó Hinata riendo porque Vinx no sabía subir ya las escaleras.
            —Y algo para la cabeza ya que vas de paso —pidió el baterista mientras subía las escaleras sintiendo que el suelo se movía. El haber tomado tanto y fumado (aunque fue poquito) le aturdieron un poco.
            Hinata sonrió y se dirigió a la cocina. Él conocía perfectamente la casa pero Vinx no. El baterista sólo sabía la ruta del cuarto que le prestaron a la entrada y viceversa.
            Cuando el DJ volvía con dos vasos de agua y algo para la cabeza para Vinx vio espantado lo que deseaba que fuera una alucinación o, si se puede, una pesadilla: su madre estaba hablando con Vinx. Azuki insistía algo con el baterista, la mujer estaba usando un pequeño y corto camisón de seda color azul, dejando ver sus piernas y su cabello largo lo traía de lado, se veía muy guapa a pesar de todo. Hinata pedía mentalmente que Vinx se negara, pero no lo hizo. Vinx dejó que Azuki entrara a la habitación.

CONTINUARA
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Perdón por las faltas de Ortografía.

Notas finales:

¿Qué les parece? Ese Vinx tan estúpido...

VINX: ¡Nocierto!

(Por cierto, el siguiente capítulo les tengo una GRAN sorpresa)

Espero sus comentarios con ansias, me anima mucho. Lo que pasa es que ando muy atareada con los estudios y un concurso se escribir un cuento ya me escogieron para hacerlo y pues ando estresada. Pero de que no abandono este fic, no lo abandono.

(Perdón si los molestés con mi vida xD)

Los Quere Musho, Miraku, SAYO~


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