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Y ante todo, ¿por qué él? por Miraku

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Notas del capitulo:

CANCIÓN:  Try –P!ink.
(Esta canción puede definir muchas cosas hermosas y tiernas, si no la conocen, pues, pues no sé cómo sentirme: bien..., mal..., no lo sé)

¡Hola, roqueros!

CHARLIE: ¿Ahora sí, verdad?

MIRAKU: ¡Ahora sí no se la acaban! *Hace pose gay de venganza (?*... Si creyeron que el capítulo anterior es todo: ¡pues es que no me conocen! Ahora verán a Hinata y la noticia y todo lo que va a ocurrir. Recuerden, #YaSePrendióEstaMierda. Allá abajo, les cuento cosas sensuales.

CHARLIE: Pero no insinúo que sean aburridas...

Sin más, a leer:

Había un muy serio problema con aquella revelación. Bueno, Vinx quería que fuera de esa manera. No podía ser cierto lo que escuchaba. No ahora en esos mismos instantes. Su cuerpo, de pronto, se sintió exageradamente ligero pero con un peso muy doloroso y que le provocaba a sus extremidades temblar de angustia. La forma en que Alexandra le dijo de manera tan cínica y simple algo tan fuerte e importante como aquello, era inaudito, vomitivo y descarado para todos los involucrados.

Si era una excusa para amarrarlo a ella, bueno, Vinx casi se deja ir por esa confesión. Algo como lo que acaba de decir Alexandra no es cosa de juego, ni mucho menos de excusa. Se trataba de una posible vida dentro de un cuerpo, siendo formada y en espera de ver, algún día, la luz del día. De un ser que no es culpable de los externos. De una criaturita que está exenta de cada error, y que no merece ser dada a luz en un contexto tan enfermo y sinvergüenza como lo es la vida de Vinx. El baterista sabía que ahora no era tiempo.

No ahora.

No.

No...

¡No!

El baterista volteó su mirada verde pasto para toparse con la verde cristalina de su novia. Cuando la encaró, supo algo muy importante: ella estaba decidida a no dar su brazo a torcer. Esa astucia y austeridad con la que seguía con la frente en alto, intimidó a Andrew.

—Alexandra, no juegues con esa mierda —pidió dudoso el baterista mientras se regresaba a la sala.

Al parecer aún no tenía permitido retirarse y escapar de ella como tenía en un inicio de plan. Quería irse y no escucharla, quería ir con Hinata y olvidarse de aquella chica que lo fue destruyendo cada día más y más hasta convertirlo en el pobre diablo dependiente de mendigar algo de cariño. Tan dolido y roto está Andrew que haber escuchado el tópico de embarazo ya le estaba cobrando factura a su desnivelada mente.

—No estoy jugando, Andrew —respondió segura la modelo, mientras se cruzaba de brazos—. Estoy embarazada y sé que el niño es tuyo. Llevo casi cuatro semanas.

—¿Pero, cómo...?

La modelo sonrió con simpleza y victoria. El baterista estuvo tan estúpido aquella ocasión. Alexandra jamás olvidaría ese día. Muchos no podían hacerlo. Fue en la noche de la premier de la película por la que tantos problemas y sorpresas todos se han llevado grata o dolorosamente.

—La noche en que se estrenó la película —comenzó a narrar la modelo—; esa noche, después de la pequeña reunión del estreno, bebiste de más. Me tomaste y tuvimos sexo cerca de tres horas. Pero, ¡sorpresa!, se nos olvidó el maldito condón, y te viniste dentro. Sabes lo que pienso de las pastillas abortivas, así que me dijiste, antes de quedarte dormido, que me hiciera un lavado vaginal. Pues mira lo que tu consejo resultó. Estoy embarazada, Andrew. No me puedes hacer esto. No puedes hacer esto a alguien que será tu hijo.

El nombrado bajó la mirada. Ya lo recordaba, habían ido muy deprisa y pagaron las consecuencias con un pésimo método anticonceptivo. Estaba siendo egoísta y no tomaba en cuenta esa razón: su novia está embarazada de un hijo suyo, no debe haber duda de ello. ¿Y qué estaba haciendo él? Queriendo quitarse la responsabilidad. Podrá ser todo un hijo de puta con su actitud pero no un irresponsable. Con esta situación es que debía reconocerlo: estaba siendo cruel con un alma inocente y no quería encararlo.

No hay duda de ello.

No debe negarlo.

Embarazó a Alexandra. Punto.

El acto ya se cometió y un embarazo, por más que lo queramos justificar de esa manera, no es ningún error. Una vida no es una equivocación ni merece ser tratada de aquella manera. Andrew debía reaccionar y pensar con claridad y pleno juicio. Era cierto lo que Alexandra le decía: no puede dejarla así como así por estar ella embarazada. Embarazada de un niño suyo, de alguien que lleva sus genes.

No puede ser así con esa criatura.

Ya no querrá a Alexandra y todo, pero hay una tercer vida en riesgo sin ésta haber podido ver la luz siquiera.

El baterista bajó la mirada y vio sus manos como si fueran lo más interesante del universo, como si de ellas emergiera abruptamente la respuesta que necesita para toda esta situación. Y ojalá así fuera de sencillo, cuando más se necesita de un “milagro”, éstos son crueles y deciden no aparecer. Vinx cerró sus palmas en puños con fuerzas, encajando sus uñas en su rasposa piel para tratar de despertar. Nadie estaría para darle el hombro donde apoyarse, pero él se encargaría de ser el soporte de Alexandra.

«Lo siento tanto... ¡Lo siento tanto por todos!» Pensó impotente el baterista y cerró sus ojos con fuerzas.

Se sentía sumamente débil y destruido. Como si hubiera sido abandonado en medio de un cruel desierto o en medio de un paraje triste y decadente. Sea como sea, a pesar de tener tanta gente cerca de él, estaba completamente solo. Nadie más que él sería capaz de llevar las riendas de la situación y debía ser el responsable de la misma.

Pero dolía, dolía demasiado estar de esa manera, en especial si Hinata es parte del embrollo. Andrew comprendía que tendría que hablar con Hinata y, posteriormente, terminar todo contacto con él que no sea profesional. Adiós a sus escapadas por todas las oficinas para darse aunque sea un beso, todas las veces que Andrew se refugió en la casa de Hinata y olvidar que allá afuera es terrorífico, las ocasiones donde no requería de más que a su novio para sentir que todo saldría bien, y sus incontables sesiones de sexo. Todo aquello... tenía que terminar. Por el bien de Alexandra, por el bien del bebé, por el bien del DJ y por su propio bien. Ya no quería seguir así, la verdad es que no. No quería tener que seguir soportando esa inquietud que le embarga el razonamiento y le desarma cruelmente con sonoros chirridos aberrantes de soledad.

Estaba solo, a final de cuentas.

Más no dejaría sola a una vida inocente.

Y cuando unas lágrimas salieron de sus ojos, cobardemente pensó que Alexandra tendría un mínimo de compasión y lo recubriría con sus brazos en un consuelo de fortaleza para dejar en claro que los dos no están solos. Que no hay porqué preocuparse. Más no fue así, la mujer nunca se movió de donde estaba y seguía con la frente en alto y su gesto nunca se transformó por algo mejor o por algo peor, continuó estoico e imperturbable.

—¿Ya vas a dejar de llorar o qué? —Preguntó Alexandra después de unos largos minutos donde Andrew fue consolado por nadie más que por su propia y destruida fortaleza.

El chico de cabellos rubios suspiró abandonado y limpió superficialmente su nariz para controlar sus sensaciones. Habías sido patético –y lo comprendía de mejor manera que nadie más–, pero no pudo evitar querer sacar sus pensamientos y purgar sus penas con el llanto. Sentía que ya había aguantado por demasiado tiempo ese dolor y escozor dentro de su cuerpo, que le ardía y mataba lentamente. Todo recae en él y nada ni nadie podrían consolarle. Su novia estaba enojada por todo lo que pasaba; Hinata, en cuanto se dé cuenta, era obvio que también se molestaría; todo mundo tendría que darle la espalda porque el propio Andrew provocó aquello teniendo tantos errores y secretos. Él mismo, sin previo pensamiento, se lo buscó.

Asintió y desvió por completo su mirada de la verde acusadora de su novia.

Sentía mucha vergüenza y temor al ser diagnosticado con tan gélido gesto.

Se sentía tan adolorido.

—¿Hace cuánto sabes que estás embarazada? —Pidió saber de pronto el rubio.

—Si no mal recuerdo, hace casi unos tres días... ¿No me quieres creer, verdad? Pues hazlo, Andrew. Estoy embarazada, mira.

La chica se levantó de su lugar y desapareció de la vista periférica del baterista por unos cuantos instantes. Instantes donde sintió que por fin respiraba un poco antes de volver a sumergirse en el profundo océano que es su vida. Resopló con pesar y miró a su alrededor. Nunca se sintió tan aterrado como ahora. Y no por el hecho de haber embarazado a su novia, era lo menos asfixiante de todo; se sentía de aquella manera debido a los problemas externos a esa cuestión, ¿la principal?: Hinata. Tendría que pensar rápido y buscar medidas para evitar menos dolor en ese martirio. No lo quería decir en voz alta pero no quiere perder a Hinata y seguía en pie su querer terminar la relación con Alexandra. A pesar de todo y todos, seguía con esos deseos y por ello seguía con malestar en todos sus movimientos.

Era tan patético, tan infantil, tan humano...

La mujer volvió con su caminar tan característico: derecha y curveando su espalda para presumir mejor sus atributos. En sus manos tenía lo que la mente del baterista predijo: una prueba desechable de embarazo, y eran de las más sofisticadas del medio. Alexandra, al verse de frente al rubio, le extendió el dispositivo. Era positivo.

—De hecho, tengo cita con el ginecólogo en tres días para hacerme las pruebas formales. Quería estar cien por ciento segura y avisarte la buena noticia como se debe, Andrew. Pero no me quedó de otra que adelantar los hechos por querer hacerte recapacitar, ¿puedes tener un hijo de tu sangre con otro hombre?, ¿será fácil adoptar estando con un hombre? No, Andrew. Es un ‘no’ para ambas preguntas y es inapelable. Me obligaste a confesarte esto porque tienes la peor idea que pudiste haber tenido: revolcarte con un simple sinvergüenza como lo es Hinata. De todos los hombres, justamente él.

—De igual manera, no hables así de él —regresó Andrew con tono seco—. Y está bien, yo mismo quiero ir a la cita con el ginecólogo para acompañarte, te creo, Alexandra.

Ella sonrió ladinamente y con autosuficiencia: —Entonces, termina con Hinata y cásate conmigo. Es lo más correcto después de todo lo que me has hecho. Me has abandonado y lastimado, ¿eso es cumplir tu promesa?

Andrew desvió la mirada, dolido. Era cierto lo que la chica decía.

Más lo que no podía comprender el baterista por estar tan abrumado debido a la abrupta cantidad de información, fue que Alexandra, una vez más, lo estaba manipulando a su antojo y estaba teniendo buenos resultados. Estaba lastimando a Andrew y metiendo fuertemente el dedo en la yugular de la débil y tambaleante moral del rubio. ¿Acaso no es eso jugar sucio? Claro, pero en la guerra y en el amor, todo se vale.

—Debí suponerlo, te dejo ir a que hables hoy con él y le dejes en claro cuál es tu responsabilidad —suspiró cansada la mujer y se dispuso a retirarse—. Andrew, espero que esto te haga ver que has jugado sucio y cruel. Y no sólo conmigo, sino contigo y con Hinata, aunque me cueste admitirlo. Acaba con esto y hazte cargo de lo que has hecho, pero que quede claro: yo no pienso firmar nada para que te alejes de mí. Y lo más correcto sería que nos casemos, estaré esperando por tu propuesta.

La chica se fue y dejó a un devastado y rayado hombre en la sala. Completamente solo y con demasiados pensamientos taladrando su conciencia. Le dolía demasiado la cabeza a esas alturas del juego. Por más que lo quiera negar o lo quiera evitar, era imposible: era todo correcto lo que Alexandra exigía. Tenía que responsabilizarse con todo esto y, lamentablemente, eso también tiene que ver con que su relación con Hinata nunca pudo florecer. Él mismo mató esa oportunidad de dejar que su noviazgo secreto lo salvara. Más él se culparía a sí mismo, sólo a sí mismo y nadie más. No era lo correcto, pues fueron sus actos los que propiciaron a todo lo que ahora sucede. Nadie podía tomar algo de la culpa que ahora carcomía cada centímetro del cuerpo y alma de Andrew Newman. Estaba completamente solo en esto.

Alexandra fue cruel con él. Pero nadie fue más desalmado que el propio baterista.

Tenía que hablar con Hinata por más que en el alma le doliera. Tal vez... y se..., y se pueda llegar a una solución. ¿Cómo podría encontrar una salida cuando estás encerrado en el infinito? No había escapatoria alguna a todo lo que le ha pasado y tenía que reconocer que la vida lo ha golpeado de la manera más dura posible: le ha enseñado que ha hecho las cosas a su antojo y no midió las consecuencias; aunado a que éstas también afectan en cierta medida a los ajenos a la retorcida mente de Andrew.

Soltó un último suspiro lastimero y se fue del lujoso pent-house que está bajo su nombre en propiedad. No sabía si lo que estaba a punto de hacer era lo correcto o siquiera tenía sentido para contrarrestar todo su lastimoso sentir en lo que tiene que ver con que se ha jodido todo. Está asustado, cómo negarlo. Y lo más preocupante de ello es que Andrew no puede evitar sentirse solo, abandonado y sin nadie que le quiera apoyar. Sentía que él mismo provocó la pérdida de su gente, y, de alguna manera, es así.

Estaba por alejar a Hinata de su vida, sin siquiera comenzar una junto a él.

~*~

El timbre de su pent-house sonó con algo parecido a la distancia. Aquel chillar lo sacó de su estado de adormecimiento y reaccionó esperando a que se volviera a escuchar y rectificar que era real que tenía visita a las casi una de la madrugada. Y así fue. El timbre volvió a resonar en la soledad de sus cuatro paredes. Suspiró para soltar la pereza y se acomodó los lentes de armazón negro, marcó la página del libro que estaba leyendo y lo dejó bien posicionado sobre la mesa de centro de su sala para poder ir a atender a quien sea que esté del otro lado. Se levantó y estiró su cuerpo mientras caminaba con flojera y algo de lentitud. A tan solo unos cuantos pasos de la puerta avisó de que iba en camino, más no recibió respuesta de regreso sobre quién podría ser.

Abrió la puerta y sus mejillas se tornaron de color rosado, su corazón se disparó a mil por segundo y todo rastro de flojera desapareció como si ésta nunca lo hubiera acariciado para invitarlo a dormir. Hinata se sorprendió de ver ahí a su novio secreto. Más se desconcertó cuando vio el gesto serio que cargaba, a pesar de la mueca: Hinata lo notó perfectamente. Los ojos del baterista estaban apagados y tristes, desesperados y sumamente aterrados. Algo debió ocurrir, y no dudó en sentirse de la misma manera con respecto a la posibilidad de que algo peligroso estaba a punto de cernirse sobre sí.

—Andrew..., cariño —dijo en un susurro el DJ—, pasa. ¿Qué sucede?

Antes de poder preguntar u hacer algo más, Andrew se lanzó al cuerpo del chico con cabellos azules y lo abrazó con fuerza. El baterista sentía que ese sería el último afecto que tendría para con el DJ. Estaba asustado, no iría a perder tiempo y le diría la verdad: había embarazado a Alexandra y esto tendría que terminar ya. No quería, de verdad que no quería que su noviazgo llegara a su fin. Ama a Hinata, lo ama con todo su ser y quiere seguir descubriendo sobre aquel hombre que le fue demostrando diversas maneras de ver y amar al mundo y a la vida. Le demostró que todo concepto tiene distintos caminos y no únicamente dos caras. Ama a aquel hombre que con cada beso que le compartía, sentía que perdía todo cabal restante, cada caricia, cada abrazo, cada gesto era su perdición y su salvación al mismo tiempo e instante. No quería perderlo, pero ya no había de otra. Era mejor ahora a que después todo se vuelva peor. Mejor que se dé cuenta por él que por un ajeno chismoso. De todas formas, desde la noche de la premier de la película es que había perdido a Hinata.

Quiso volver a llorar cuando sintió cómo Hinata correspondía con cariño y fuerza, sentía cómo las delgadas y suaves manos del chico se aferraban con necesidad e ímpetu a sus ropas. Había un ligero temblor que no pudo pasar por desapercibido. Era imposible dejar ir aquello si se trataba del DJ del cual se enamoró como nunca ha imaginado.

—Perdóname... —susurró con dolor en su voz al oído lleno de perforaciones del chico que le abrazaba de vuelta con tanta necesidad.

Era como si se hubieran abrazado después de tantos años sin verse.

Porque cuando escuchó aquello, Hinata apretó más su agarre y comenzó a pedir por un milagro. Presentía que esto sería doloroso.

Cerró la puerta tras haberse separado del baterista y fue a la sala, esperando a que su novio se acerque y pueda desvelar todo lo que se escondía tras la densa situación. No podía evitar sentirse nervioso y muy ansioso. Quería creer y confiar en que todo estaría bien y que nada podría salir siempre mal. Su vida con Andrew eran los momentos más especiales que ha tenido en su vida, sin embargo, aún eran escasos y no podía permitir que sigan siendo tan pocos.

—Andrew, ¿qué sucede? Dime, por favor... —dijo después de ya no aguantar más aquel silencio el DJ.

El nombrado suspiró y cerró los ojos, no estaba listo –y nunca lo estará–, pero era hora de decir la verdad. Era el momento de perder al hombre que ama.

—Yo..., yo quiero ser cínico antes de decirte todo lo que debes saber —dijo Andrew sin dirigirle la mirada al que es su novio secreto—, quiero que sepas que te amo, ¿sí? Te amo, Hinata.

De no ser porque estaba sentado en forma de indio en el cómodo sillón de su casa, se hubiera caído de la emoción. No cabía en la felicidad de saberse amado por el hombre que también ama. Jamás tuvo tanta necesidad de tener un sentimiento como lo es amar de manera recíproca. Sus mejillas ardieron, su corazón arremetió contra su cuerpo y sus ojos brillaron junto a la sonrisa melancólica que le llenó el cuerpo. ¡Él también a Andrew! ¡Lo ama mucho, mucho!

—¡Yo tam-...! —Fue interrumpido.

—No lo digas, por favor —cortó adolorido el baterista—. No merezco que me lo digas porque sé que me odiarás después de lo que te diré. Directo al grano: embaracé a Alexandra.

Hinata tembló pero ahora de impresión y miedo. ¿Acaso escuchó bien? ¡No podía ser cierto! ¡Era imposible que aquello fuera real! El estúpido de Andrew le juraba que ya no había persona más en su vida que él; que Alexandra ya no le interesaba en lo más mínimo y que estaba preparando todo para que ellos fueran felices juntos. Lo había traicionado. Vaya que tenía razón Andrew: fue un cínico de mierda al decirle ‘Te amo’ para después romperle el corazón al ser remarcado a que sólo siempre ha sido un plato de segunda mesa. Sus ojos y garganta ardieron, de pronto.

—¿Por qué? —Susurró con dolor—. ¡¿Por qué, Andrew?! Me mentiste, aún te acostabas con Alexandra y también conmigo, ¿qué no tienes vergüenza? Siempre supe mi posición, soy tu amante; pero fui el típico amante que se creyó la mierda de que pronto sería amado como única y primordial opción, que dejarías a Alexandra. Y ahora la embarazaste, si quieres terminar conmigo, hazlo, pero no digas esas cosas.

—¡No es mentira! No te daría una excusa de ese tamaño, tampoco soy degenerado. He sido un idiota de mierda, sí, sí que lo fui. Pero...

—¿Pero crees fielmente que el niño es tuyo?

Andrew desvió la mirada aún más de lo que tenía moralmente permitido. Era cierto, aún a pesar de todo, seguía creyendo ciegamente en esa mujer que tanto le ha envenenado. Lo mataba, lo mataba lentamente ese veneno llamado chantaje. A pesar de todo, no era capaz como presumía de encarar y dejar a su novia. Y, sin embargo, había la mínima esperanza de que todo lo que hace esa mujer no es más que un teatro para romper el corazón de dos destrozados hombres cuya único deseo era algo de felicidad y plenitud.

—¿Qué harás, entonces? —Preguntó Hinata serio—. Dime la maldita verdad, Andrew. ¿Todo este tiempo fui realmente un juego para ti? Está bien, ya me tocaba el escarmiento por yo haber jugado con tantos hombres tiempo atrás. Pero, si pudiera ser egoísta, quiero que sepas que realmente deseaba que contigo todo fuera diferente, que todo fuera posible... Que podría amar y ser amado, por fin.

—No me digas eso. No jugué contigo. Yo..., yo no-

—¡¿Ah, no?! Te acuestas conmigo y con Alexandra a pesar de que el trato libertino que tienes con ella estipula que todos los acostones sería cosa de una noche y rompiste la regla conmigo. Hemos hecho cosas terribles los dos, pero... ahora ¿me harás esto? Dime, ¿Qué harás?

—Sólo fue en la noche de la premier, pero desde que estoy contigo sólo lo he hecho contigo...

—Es lo de menos cuando fue lo que hiciste..., ¿qué harás?

Ambos se quedaron callados tras la pregunta final del DJ. El chico estaba a punto de llorar. Se sentía usado, devastado, maltratado, traicionado, principalmente. Todo lo que le dio al hombre frente de él fue su corazón destrozado para que fuera reconstruido. Y se lo volvieron a machacar, y dolió mucho más que los golpes continuos del pasado. Estaba totalmente sorprendido y furioso, ¿por qué negarlo? Vinx lo utilizó en cierta forma. A pesar de las promesas, el estúpido baterista no cuidó ninguno de sus movimientos y ahora embarazó a la mujer de la que se planeaba separar. Todo era aquello para que ambos fueran felices, más eso ya no será posible. Hinata comprendía que ahora Vinx cargaba con la responsabilidad de una criatura ajena.

Pero dolía demasiado... porque no quería terminar con Andrew.

A pesar de todo, lo sigue queriendo con todos y cada uno de sus defectos.

Y quería seguir intentando por buscar una medida factible para no perderlo. Sentía que de su sueño, era hora de comenzar con la pesadilla y así llegar al final feliz. No quiso que fuera de esta menara, pero no significaba que por ello quería estar exento de ella.

—Quiere que me case con ella... Yo- —Andrew calló al ver a Hinata llorando en silencio.

Se lo esperaba, pero quemaba en dolor ver esa escena.

—Vete, vete de aquí, Andrew —sentenció el DJ con voz quebrada y ahogada en lágrimas—. No quiero verte ahora mismo, no quiero saber nada de ti en estos instantes. ¡Lárgate de mi casa antes de que me arrepienta y de verdad cometa una estupidez!

Andrew se sorprendió por lo que Hinata dijo. Y no por el hecho de que lo estuviera corriendo de su casa, eso ya se lo temía; sino del hecho de que Hinata parecía desesperado por buscar una manera de encontrar otra solución. Andrew no era el único que quería encontrar una manera de salir ilesos de ahí. No pudo evitar sonreír con esperanza. Era cierto, Andrew no era el único que ha roto reglas.

Existe la posibilidad de que aquel niño no sea suyo. Y hasta que se hagan los estudios correspondientes y el nacimiento del niño para comprobar la genética, Andrew aún contaba con el beneficio de la duda. Quería quedarse con la misma para aferrarse a la esperanza de que Hinata esté en el final de su camino y lograría estar con él.

—Tampoco estoy seguro de que sea mi hijo o hija... Pero, por favor, no dejes de intentar conmigo para que por fin seamos felices, te lo ruego... Buenas noches, Hinata.

El baterista se retiró del pent-house con un sabor agridulce de en su boca. Sabía que Hinata está molesto y estará de esa manera un buen tiempo; tiempo que tendrá que respetar hasta que pueda volver a hablar con su aún novio y buscar la manera de salir de aquel embrollo. Tal vez pueda encargarse del niño sin tener que estar con Alexandra, sería cuestión de precisión y mucha negociación. Pero no se dejaría caer, lo intentaría a toda costa.

«Porque sea como sea, te amo a ti, Hinata —pensó Vinx viendo al cielo nocturno—. Y no quiero dejarte ir. Es hora de enmendar mis pecados y ganar mi perdón de tu parte.»

No todo puede ser tan literal. Tanto Andrew como Hinata estaban dándose apoyo.

No estaban solos.

CONTINUARÁ
#$%#$%#$%#$%#$%#$%#$%#$%
Perdón por las faltas de Ortografía.

Notas finales:

#LavadoVaginal

#NoEsdeAndrewHastaQueSeHagaLaPrueba

#ElHashtagAteriorEsMuyLargo

#DejenDeHacerSufrirAHinata

(Usen el de su preferencia, por fis... Se les quiere)

 “El Mundo de Miraku” es patrocinado por los nuevos audífonos que su abuelo le compró (abuelo, si llegas a leer, esto, ¿qué haces aquí?, gracias por tu regalo y saludos, te mando saludos):

MIRAKU: Ya saben que Charlie, el siempre buen amigo Charlie, nos acompaña en estas transmisiones porque es al que mejor confianza le tengo después de mi almohada de emoji que tengo desde hace unos años. ¡Hola, roqueros!

CHARLIE: O sea, ahora sí preparaste tus notas para antes y después del capítulo y tratas de no editar nada. ¿Eres así de floja?

MIRAKU: Y más, tanto que no volví a editar la primera parte de la introducción. Mátame esa, Charlie *con pose del pingüino, cuyo Copyright no poseo*

CHARLIE: Tus referencias apestan.

MIRAKU: Groserote eres conmigo, me dueles </3 Y sí, Hinata seguirá sufriendo. A partir de aquí, todo se va a complicar y MUCHOTE. En serio, ya todo se volverá bien difícil. Espero que no se hayan ofendido con las posturas impuestas en este fic sobre el aborto: yo respeto MUCHO lo que cada mujer y hombre piense sobre el tema. Pero yo creo que fui un intento dé, le provoqué mucho sangrado a mi santa madre

CHARLIE: Suficiente, eso no se cuenta, es asqueroso y descortés. Ve directo al grano

MIRAKU: No realmente, te quiero, Charlie, ya deja de odiarme (ódiame má)... ¡Ahora, dos curiosidades!:

  • 1.- Hubo un capítulo donde lo escribí la mitad, enserio que LA MITAD, estando semi dormida. Cuando me desperté bien, tuve que arreglar muchas cosas, daba pena lo que escribí, pero tenía una buen reflexión. XDDD
  • 2.- El apellido de la mamá de Andrew lo tomé a última hora y, de hecho, es el nombre de un diccionario que tenía ahí a lado.

MIRAKU: Eso es todo (es difícil escoger curiosidades que no den spoilers importantes sobre la historia), espero con ansias sus reviews. Leo sus reviews todo el tiempo y éstos me inspiran y motivan a no rendirme, créanme que enserio hacen un fuerte efecto en mí sus bellas palabras. Así que espero sus reviews con amor porque, ya saben, un review es alimento para el alma del escritor. Despídete, Charlie. Y no, no pienso editar esta parte, es como los videos de You Tube: Es lo que me define quién soy.

CHARLIE: ... Suficiente, cada vez te entiendo mucho menos y tus referencias en serio son malas. Me largo de aquí.

*Miraku lloró esa noche en un esquina mientras se repetía de que sus referencias son las mejores*

Los Quere Musho, Miraku, SAYO~


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