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Te Odio por Yugui

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Notas del capitulo:

Basado en la obra de Yana Toboso.

 

Capítulo ll: Instinto animal

Una figura oscura caminaba elegantemente por el pasillo, su porte y delicadeza eran únicos. Lo que llamaba la atención era el hecho de que iba muy lento, como si un pie le pidiera permiso al otro para pasar.

Sebastian, definitivamente, estaba en su mundo. Sumergido en sus pensamientos repetía, -mi señor la espera en sus aposentos- pero cada vez que intentaba pronunciarlo un escalofrío recorría su cuerpo. Algo extraño para alguien que en cientos de años no había sentido absolutamente nada. Así siguió intentando pronunciar estas palabras sin titubear, cuando de repente una voz un tanto chillona lo despertó.

-¡Qué lindo que estas Sebastian!...Y ¿Ciel dónde está?- Una niña de cabellos rubios se asomaba por encima del mayordomo buscando al conde.

-Mi amo dice que la espera en su habitación- Sebastian respondió con ojos furiosos, no podía ver en estos momentos a Lady Elizabeth con su "dulzura" normal. Al pronunciar esas palabras todo su cuerpo se puso rígido.

-Te sucede algo Sebastian?- El demonio tenía una ira interna incontrolable, ni siquiera podía comprender como no podía controlarse, así que volteó la cabeza por unos instantes y se volvió hacia ella con su sonrisa habitual. "Sucede que no creo conveniente que unos prometidos se vean SOLOS en la habitación antes del matrimonio, mi Lady"(parpadeó muchas veces al decirlo sin poder notarlo)

Lady Elizabeth se sonrojó completamente y le dio la razón.
Sebastian ofreció ir en busca de su amo, aunque ella no estaba completamente segura.

 

Ciel por su parte estaba esperando ansioso, cuando de repente se abrió lentamente la puerta asomándose, al mismo tiempo, unos ojos verdes e inocentes.

El conde rápidamente se paró y la invitó a pasar. Ella como acostumbraba quiso abrazarlo de manera tan brusca y repentina que ambos cayeron sobre la cama. La rubia intentó disculparse y le dijo "Ciel, ¿acaso nunca ríes?"

Ciel apartó su mirada. Normalmente aguanta a su prometida, pero hay temas de los cuales sabe que no le gusta hablar. Ella esbozó una sonrisa como si le tuviera lástima. Entonces le preguntó si podían hacer cosas que lo hicieran reír, y comenzó a hacerle cosquillas.

Ciel no reía, solo se retorcía mientras la niña movía sus dedos rápidamente por su cuerpo. El intentó frenarla tomándola fuertemente por las muñecas, pero quedaron ambos en una posición extraña, con las caras tan cerca que podían sentir la respiración del otro.

Ciel se sentía extraño. No era como estar con la habitual Lizzy. Tenía una extraña sensación de atracción, de duda, de enojo, casi como lo que siente en las mañanas al despertar y ver los ojos de... de él.

-Ciel, sabes que puedes hacer lo que quieras conmigo. Verdad?- Le decía con palabras inocentes.

-¿Qué te parece si nos ponemos más cercanos Elizabeth?¿Está bien que te llame así ¿verdad? Como si fuéramos adultos.
La niña sonrió

"Me encanta que me llames así"

En el momento en que Ciel escuchó esas palabras cambió su rostro. Golpeó a Lizzy de una manera que la alejó y gritó: ¡Sebastian sé que eres tú!

De entre las sombras apareció la figura de un mayordomo infernal.

La imagen de Lizzy quedó tiesa, como una estatua, como si en ese mismo momento le hubieran puesta pausa. Sebastian pasó sobre ella y la imagen se desvaneció en forma de niebla púrpura.

"Disculpe mi lord, creí que ya comenzábamos a acercarnos y conocernos mejor"

-A qué te refieres Sebastian?-

-Bueno, en realidad la ilusión que usted vio es completamente controlada por mi, por lo tanto veo, escucho y siento todo lo que la Lady Elizabeth falsa sintió.- El mayordomo tocaba sus muñecas y su mejilla como si hubiera recibido los golpes que había dado Ciel.

-Si quieres jugar conmigo, no te será tan sencillo, recuerda que eres mi perro-

-Si, mi lord. Pero me gustaría poder preguntarle, ¿Cómo se dio cuenta?-

Ciel comenzó a pararse y a caminar cerca del mayordomo, lo rodeaba mientras clavaba su mirada en él. Le respondió: "instinto"

-¿Como un animal?-

Ciel esbozó una leve sonrisa, mientras meneaba la cabeza afirmando lo que su sirviente le decía. Sebastian pidió permiso para salir de la habitación recordándole que la verdadera Lady le esperaba en el comedor. "En realidad mi lord, gané Yo la batalla"
Ciel lo miró con una expresión de duda.

-Le dije que lo haría sonreír, y lo logré-

El conde se sonrojó un poco, y se volteó de manera rápida totalmente enfadado. Al mismo tiempo su mayordomo caminaba por el pasillo para continuar con sus labores. Ambos pensaban "Si quiere batalla, la tendrá"

 

Notas finales:

Después de un tiempo largo, aca está la continuación. Espero que les guste y me comenten qué les pareció.


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