Día 106: Manos a la obra
A la semana de haber firmado el contrato llegaron las cámaras y los productores, revolucionaron todo el ambiente del burdel y es que mientras ellos estaban, no podíamos atender a nuestros clientes.
-¿Y de qué se trata la historia? - preguntó Bárbara.
-Un hombre tiene un pene, otro un trasero. El pene entra en el trasero, y fin - dijo con sarcasmo Renato.
Era obvio que no hay una historia muy elaborada, es sólo una película pornográfica, no una obra de Almodóvar, aunque se parezcan.
-Todo parte cuando un joven soñador llega a la casa de su tía en la ciudad, muy humilde todo hasta que se entera que en realidad es un burdel. Ahí entra en shock porque está criado en el ceno de una familia católica, pero no le da tanto asco cuando conoce a Johny, el hombre estrella del local de su tía - Diego dijo amablemente con esa sonrisa que le regaló diosito.
-Una historia muy profunda y yo supongo que la tía trata de aconsejar a su sobrino que está mal que se meta con ese prostituto, porque ella es muy bondadosa - Mauri no quería perder su oportunidad de ser una estrella de cine.
-La vieja solo abre la puerta y le dice al protagonista "Tanto tiempo, ¿cómo ha estado tu mamá?". Y eso sería todo, no hay más participación - Renato se estaba cansando de la vieja.
-¿Y quiénes serán los actores? - pregunté y es que no veía a ningún chico guapo.
-Johny será Diego y yo el protagonista - el productor ni siquiera se inmutó al revelar que eran ellos quienes follarían delante de la cámara.
-¿Pero no se suponía que era un joven? - Bárbara es muy astuta, porque Renato no es para nada un adolescente.
-Sí, por eso voy a interpretar yo ese papel. Hemos hecho muchas películas juntos y siempre han sido un éxito - se ufanaba Prats.
-Hace diez años querrás decir, porque ya nadie ve las cintas que protagonizan, todos comentan que estás muy viejo y que se te cayó el trasero - Bárbara hizo ese comentario tan ácido. ¿Cómo sabe tanto de las películas eróticas homosexuales?
Renato miró con odio a la rubia como si le hubiera dicho el peor de los maleficios.
-Son sólo haters que me envidian, las ventas dicen todo lo contrario - el hombre no iba a reconocer una derrota.
-Pero si todos saben que estás en la bancarrota, si no fuera porque usas el dinero de tu herencia ya hubieras quebrado hace mucho. ¿Cuánto te queda de lo que recibiste? - la rubia sí que sabe.
-En realidad acabamos de gastar lo último que le quedaba. Si nos va mal ahora, todo acabó - Diego es mucho más sincero. Y guapo.
-Entonces tenemos que hacer una película espectacular - sentencié, intentando interrumpir ese ambiente tan hostil.
-Y nosotros vamos a actuar - Renato no daba su brazo a torcer.
-Lo que nunca he visto en una peli porno es a un anciano con experiencia... Creo que.. - tan solo que no dejamos que la señora Mauri siguiera hablando, no iba a actuar ella.
-La estrella más conocida en este momento es Michael Red, todos quieren trabajar con él, creo que podríamos intentar contratarlo - Bárbara nos daba cátedra de la industria.
-Es inalcanzable, cobra muy caro y es una diva. Muy desagradable - al parecer Prats lo conocía bien.
-Trabajó con nosotros cuando estaba comenzando su carrera. Nosotros lo descubrimos y cuando se hizo famoso, nos dejó - Diego era más sincero.
-Creo que tengo un plan - dije, a lo que todos se sorprendieron.
-¿Qué? ¿Tú? - me preguntaron como si no se me pudieran ocurrir una idea.
-Sí, yo. Quizás no necesitamos tanto dinero, porque hay otras formas de conseguir convencer a ese hombre. Creo que podríamos intentar enamorarlo, nadie le dice que no al amor de su vida. Yo puedo hacerlo si quieren - me ofrecí gustoso, todo sea por la película.
-Es pasivo - Bárbara arruinó mis planes.
-Entonces no, muy mala idea - siempre me tiene que suceder algo malo.
En ese momento me percaté que tanto Renato como Diego se veían de una forma extraña. ¿Qué estaban pensando?
-En realidad no es tan mala idea, porque cuando trabajaba con nosotros solía estar enamorado de mi esposo. Quizás si él lo seduce, puede que acepte - Prats era malvado.
Todos nos quedamos mirando extrañados y es que no veíamos muy bien la idea de utilizar al hermoso de Diego. ¿Por qué mejor no me seduce a mí?
-Pero, yo conozco a alguien parecido a él - comentó Bárbara.
¿A quién iba a proponer ahora? ¿Algún hermano?
-Podemos pedirle ayuda a Manuel - tenía que hablar de él de nuevo, qué manía.
-Él se fue y no creo que quiera regresar - no, no era una opción.
La señora Mauri y la rubia me quedaron viendo un tanto raras, como si me estuvieran escondiendo algo.
-¿Qué? ¿Por qué me miran así? - ay no, algo había pasado y no me lo habían informado.
-Bueno... La verdad es que... - Bárbara quería mencionar la verdad, pero le costaba.
-El pobre no tiene dónde caerse muerto, así que volvió al otro día de haberse ido y lo hemos escondido en el ático - a la vieja metiche no le importó contar el secreto.
Estaba enfadado, así es que subí las escaleras para ir hasta la pequeña escalera escondida que llega hasta el techo. Tenía que ver con mis propios ojos si estaba allí Manuel. Todos los invitados me siguieron, como si se tratara de un show.
-Nicolás, ¿qué haces aquí? - mi primo se asustó al descubrirlo.
-Vine a buscar ratas y me encontré con la más grande - me burlé.
-Lo siento, tuve que pedirte permiso, pero es que tenía mucha vergüenza - se justificaba.
-Aquí nadie te echó - le dije.
-Pero te enamoraste de otro y eso me hizo sentir muy mal. Me rechazaste - se hacía la víctima.
-Pobre muchacho, tan guapo y ha sufrido tanto - Renato se acercó hasta él para consolarlo, tan solo que de repente decidió bajarle los pantalones para verle el pito, sin ningún pudor, dejando al pobre campesino sonrojado.
-Sí, la tiene suficientemente grande como para enamorar a Michael. ¡Es perfecto! ¡Hagámoslo! - el productor había decidido aceptar la idea de Bárbara y utilizar a Manuel.
-Está bien, puede quedarse en la casa, pero con la condición de enamorar a ese actor. Si no lo logra, se va - fue mi sentencia.
Y así nos embarcamos en la tarea de enamorar al famoso Michael Red, aún cuando a Renato le parecía mejor idea que él actuara y ante la sorpresa de Manuel, que no entendía nada de lo que había sucedido. La señora Mauri se lo explicó ocho veces durante esa tarde para que entendiera.