Día 16: Grindr
E instalé Grindr en mi celular. Por lo que averigüé es la aplicación de moda entre los homosexuales, así que decidí bajarla y hacerme una cuenta.
¿Cómo me colocaba de nombre? No quería cometer los mismos errores que en la Webcam. Por suerte vi cómo se hacían llamar los otros chicos (y no tanto, porque está lleno de viejos). Casi ninguno decía mucho. ¡Por dios! ¿Que ya nadie aprende a hablar español? Solo colocan caritas, perritos, monitos, nada de nombre ni eso.
Como me enseñaron que donde fuera hiciera lo que viera, decidí colocar un emoji. Busqué en mi teclado y al final encontré uno de chocolate derretido. Me gustó mucho, porque era tierno y demostraba a la perfección mi estado. Derretido por completo, rico pero desperdiciado.
Luego del nombre venia lo más difícil. La foto. Vi que algunos colocaban imágenes de sus rostros perfectos, otros de sus músculos trabajados, ¿y yo qué tenía? Mi abuela decía que tenía bonita sonrisa, así que me saqué una foto sonriendo.
Al rato comenzaron a llegarme mensajes, muchos mensajes. Mi abuela tenía razón.
Eres un sucio.
Que asco lo que te gusta.
Debería darte vergüenza.
Espero te enfermes.
Y cosas así recibí a cada momento. ¿Qué había hecho tan mal? ¿Mi sonrisa era tan fea?
Me sentí como un patio feo, uno que no se convierte en cisne, sino que en mierda.
Al rato me llegó un mensaje distinto.
Tú eres de los míos, me encantas... Tengo lugar ahora mismo... Ven...
Decía el mensaje. Se trataba de un hombre de mi edad, vestía traje por lo que supuse tenía un trabajo administrativo. No era el hombre más guapo, pero tenía su encanto.
Esta es mi oportunidad. Pensé de inmediato. Así que me arreglé, me eché perfume y salí del departamento en búsqueda de mi primera cita. Todo iba saliendo bien para el viejo Nicolás.
Luego de dos estaciones de metro, llegué al lugar de la cita. Vivía en pleno centro y nos quedamos en juntar a la salida de la estación.
-¿Nicolás? - escuché una voz gruesa a mi espalda.
Al voltear me encontré de frente con el macho. Ay, que me hice pipí tan solo al verle ahí parado, era de verdad, de carne y hueso.
-Ven, vivo cerca... - me dijo antes de guiarme hasta su edificio.
Estaba en trance, todo era perfecto en ese momento, por fin conseguiría perder mi virginidad y quizás encontraría a mi príncipe azul. Estaba emocionado, como perro en carnicería.
-¿Y cuándo te diste cuenta que te gustaba? - preguntó luego de unos pasos. Supuse qué se refería al pene, por lo que me coloqué nervioso, me sonrojé por completo.
-Como a los dieciocho, cuando tuve sexo con una mujer por primera vez... - respondí cohibido.
-Que asco, nunca me han gustado... Siempre he preferido el hedor de los hombres... - escuché antes de entrar a su casa.
Me pareció extraño eso del hedor, pero supuse que se refería a que los hombres tenemos un olor más fuerte que las mujeres. Que estúpido fui.
El hombre ni se inmutó, se bajó los pantalones tras cerrar la puerta. Ahí me encontré, frente a la verga grande y gruesa de otro varón. Tragué saliva para seguir caminando y quedar frente a él, le miré a los ojos y no supe qué hacer.
-Estás nervioso... No te preocupes, yo te daré lo que te gusta.... - señaló antes de tomarme de la mano y llevarme hasta su cuarto.
Cuando entró a la habitación, me lanzó con fuerza y reboté sobre el colchón de plumas. Estaba en el paraíso, por fin me iba a tocar el debut.
Todo iba bien, prometía ser la noche de mi vida, hasta que... Hasta que al muy asqueroso se le ocurrió colocar su trasero sobre mi cara.
-¿Qué estás haciendo? ¿Quieres que te bese el culo? - consulté sorprendido.
-Bueno, si quieres... Aunque espera a que me salga la caca, después puedes limpiármelo con la lengua... - ¿What?
Quedé negro en ese momento, shockeado por lo que acababa de escuchar. Sin embargo, tuve que actuar rápido y me bajé de la cama antes que el asqueroso se le ocurriera defecarme encima.
-¿Estás loco? ¿Por qué quieres hacer eso en mi cara? - grité asqueado.
-¿Cómo que por qué? Si eso estabas buscando en Grindr, ¿o no? Por algo colocarse el emoji de caca... - ¿El qué de qué?
-Pensé que era un chocolate derretido... O un helado de chocolate, qué se yo... - seguí gritando más confundido.
No puedo creer que en el teclado tengan una caca, jamás me lo hubiera imaginado, y mucho menos que hay gente tan sucia como para querer hacer eso. ¡Qué asco! Prefiero quedarme virgen antes que meterme con ese sujeto.
Maricones sí, lesbianas también, drag queen tal vez, pero coprofílicos jamás.