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Ni tan casados por jotaceh

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Día 70: Sin pelos de tonta

 

Desperté sobre la misma camilla donde aquellos infelices habían estado follado, puedo jurar que sentía el olor a semen.

-¿Estás bien? - al primero que vi fue a Manuel, quien me preguntaba por mi estado.

Recuerdo pensar en lo tierno que siempre es, tan solo a la milésima de segundo después vino a mi cabeza la imagen de su polla en el trasero huesudo de la señora Mauri.

-¡Desgraciado! ¡Me fuiste infiel con esa momia! - grité mientras me lo sacaba de encima y me levantaba de la camilla.

Ahí volví a mi estado inicial, a mi furia de vieja cornuda. Vi a mi primo con rabia, aún cuando él me observaba como si nada hubiera ocurrido, con el mismo rostro de campesino idiota. ¿Acaso entendía lo que había sucedido?

-Espera... Yo puedo explicarlo... - intervino Claudio, el único con cerebro en el lugar.

-Lo que sucede es que un día vinimos ambos para pedirle consejos a Mauricio, queríamos conquistarte y como no conocemos a ningún otro gay... - comenzó su relato mi examigo y ahora, examante.

-Y en ese momento la vieja ésa les obligó a que la follaran... ¿Verdad?-prefería creer en un chantaje sexual.

-No... Lo que ocurre es que nos abrió los ojos... Nos dijo que era injusto que tú estuvieras jugando con nosotros, porque merecemos mucho más... Que somos guapos y muy dotados, que nadie tiene que jugar con nuestros corazones... - prosiguió.

-Claro... Yo no puedo jugar, ¿pero ella sí? ¿O no se dan cuenta que eso está haciendo? - estúpida anciana, había engatusado a los tarados. ¿Por qué me rodeo de burros? Ojo, lo digo por lo de escasez de inteligencia... Aunque la verdad es que también de vergones.

En fin, tras decir aquella verdad, Claudio se percató que había caído en la trampa de la señora Mauri y se quedó pasmado, no se había dado cuenta, porque claro, sólo le importa meter su pico en algún agujero vivo. Supongo que unos días después Manuel también entendió todo, porque en ese momento seguía con cara de nada.

Respiré profundo para no caer en la rabia animal y asesinar a todos. Volví a hacerlo... Y a la tercera no me aguanté más, salté por la sala para caer sobre la vieja ésa y comenzar a sacarle mecha a mecha de pelo desde su cabeza.

-¡Te voy a dejar calva puta vieja! - grité colérico mientras Claudio intentaba separarnos.

-¡Estás loco! ¡No es mi culpa ser tan sensual! - se excusaba la estilista, antigua barman.

Si no fuera porque de pronto encontré un pedazo de carne entre los pelos, hubiera seguido atacando a la señora Mauri y hubiera quedado pelada de verdad.

-No quiero volver a ver a ninguno de ustedes... Para mí están muertos... Les deseo lo peor de este mundo... Que a ti, vieja horrenda, se te pudra el ano... Que a ti, amigo homofóbico, se te caiga el pito... Y a ti, Manuel... A ti... Bueno, ya eres muy tarado, no te deseo nada peor... - y como gitano, escupí al suelo para hacer más real mi maldición.

Y salí de la habitación como un caballero, decente hasta en los peores momentos, con las manos llenas de pelos y un chichón en la cabeza producto del desmayo.

Llegué al hotel a hablar con la administración para dar de baja la habitación de Manuel. Ya no le mantendría más. Que lo haga la señora Mauri, si tanto le gusta.

-¿Qué te pasó? - me preguntó Clarisa cuando llegué a su cuarto.

La mujer llevaba en su manos a nuestro hijo, a quien tomé en brazos y es que necesitaba el cariño de quienes amo.

-Ay hijo mío... ¿Por qué tu papá tiene tan mala suerte? - le preguntaba a la bola de carne rosada.

-¿Cuál padre? ¿Manuel o tú? - intervino la fea.

-Claro que yo... Y no me hables de ese imbécil... - estaba todavía rabioso.

-¿Qué pasó? ¿Ambos se enamoraron? - ¿por qué todos piensan eso?

-Qué no... Algo mucho peor. Ahora están interesados en la señora Mauri... - no pude soportar no contarlo, y comencé a llorar con mi hijo en brazos.

No recibí repuesta, de hecho Clarisa se quedó callada. Me parecía muy extraño, hasta que la muy desgraciada no pudo aguantar más y se echó a reír en mi cara.

-Es que no puedes tener más mala suerte... Con todos los maricas que han salido del armario últimamente, te tenían que engañar justo con una uva pasada... - la fea terminó en el sofá muriendo de risa. ¡Que no tiene chiste!

Decidí centrarme en mi hijo para no tomar en cuenta la risa de aquella mujer. En realidad me supera y es que no tiene nada de divertido. ¡Que estoy sufriendo!

 


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