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Ni tan casados por jotaceh

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Día 81: El puterío de Nicolás punto com

 

-¿Cómo puede ser que una chica tan linda como tú quiera ser hombre?... Yo creo que no has probado a un macho de verdad… Si quieres puedo ayudarte en eso –es la forma en que Gianluca se le insinuaba a Fabricio.

 

La mamá del muchacho decidió aceptar nuestro burdel teniendo solo dos condiciones: que nos hiciéramos cargo de su hijo, y que todo quedara entre cuatro paredes, nada de andar exhibiendo mucha piel ni hacer ruidos molestos. Con ello, estábamos listos para comenzar de nuevo y ahora con un nuevo integrante en el equipo.

 

Fabricio llegó muy emocionado a la casa, con un par de maletas y la sonrisa más grande que he visto en alguien a punto de convertirse en puto.

 

Cuando Gianluca lo vio, de inmediato afloraron sus dotes de don Juan, por lo que quiso conquistarlo, quedando anonadado al contarle que en realidad era un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer. Para nuestra suerte, Anastasia se apuró en actuar y le explicó claramente la situación.

 

-Mira mandril, si vuelves a tratar mal al chico, te juro que voy cortarte las bolas y te las coser en el cuello para que te queden de corbatín…¿entendido? –le advirtió tomándole con ambas manos el paquete.

 

Luego de aquella interrupción, el gigoló no volvió a meterse con Fabricio y es que para ser sinceros, todos le tenemos un poco de miedo a Anastasia.

 

Como es un asunto complicado, decidimos con Clarisa que nuestro nuevo muchacho debía prepararse antes de comenzar a trabajar.

 

-Creemos que tienes que ir a un psicólogo para que te acompañe en este proceso… Conocemos una clínica especializada en operaciones de reasignación de género… Esto no será un proceso rápido –intentamos explicarle la situación .

 

-Pero… pero… yo quería follar… -en realidad parece un púber cachondo.

 

-Mira querido, estás en un burdel, creo que eso no será problema para ti… Tan solo que antes de comenzar a atender, debes estar lo más cómodo posible con tu cuerpo –intentó calmarlo Clarisa.

 

Y en eso quedamos, que nos tomaríamos un tiempo para hacer las cosas bien. Aunque, para adelantar, Fabricio se cortó el pelo por completo, comenzó a vestirse de forma masculina y a fajar su busto.

 

-Ay por favor, ¿a eso llamas tetas? ¡Estás si son tetas! –bromeó Anastasia al ver al chico sin polera, y es que su atributo no era para nada grande.

 

De esta manera, reabrimos el burdel, comenzamos a recibir clientes nuevamente e intentamos hacer todo de tal manera que los vecinos no se dieran cuenta, por eso agendamos citas por internet, en una página que creamos: www.elputeríodeNicolás.com, que ha sido todo un éxito. La clientela agenda su hora con el acompañante de desee, a quienes les hicimos un álbum de presentación, es como comprar por internet. ¿Deberíamos adherirnos al cyberday?

 

Todo iba viento en popa, el negocio repuntaba, me había reconciliado con Clarisa, la que suele estar acompañada del papacito de Gianluca, Gabriel está cada vez más grande, todo iba bien.

 

-Puta…-escuchamos de pronto una voz muy baja.

 

-Clari… que ha dicho su primera palabra… -le comenté a mi amiga y es que quien había dicho esa palabra había sido nuestro hijo.

 

-No puedo creer que su primera palabra sea puta –sentenció algo acongojada.

 

-Está bien, que se acostumbre de bebé a que el mundo es así… En algún momento se va a tener que enterar que tú trabajaste también en esto –traté de tranquilizarla, aunque me fue imposible.

 

-¿Y si se avergüenza de nosotros? –estaba realmente triste.

 

-Clarisa… es nuestro hijo, hemos intentando darle todo nuestro amor y lo haremos hasta que partamos de esta vida. Le daremos lo mejor y lo protegeremos de todo peligro… De eso se trata amar, ¿no crees que es mucho más importante que lo que somos? Tú eras puta y yo soy maricón… ¿Y qué tiene? ¿Nos hace malas personas? Claro que no, porque lo realmente importante es todo el amor que le damos –no ven, si también tengo un lado profundo.

 

Abracé a mi amiga, quien pudo respirar profundo después de nuestra conversación. Supongo que todos tenemos nuestros altibajos de vez en cuando, aunque nada justifica lo que hizo finalmente. Es que… es que… ¡No tiene perdón de Dios!

 

-Por favor ingrese… ¿tiene una cita agendada? –hice ingresar a uno de nuestros clientes una noche cualquiera.

 

-¿Nico? ¿No te acuerdas de mí? –y tan solo al escuchar su voz, decidí cerrarle la puerta en la cara.

 

Mierda, ¿qué hacía él aquí?

 

Volvió a sonar el timbre, pero sabía que se trataba de ese sujeto, por lo que no le atendí.

-¿Qué sucede? ¿Por qué no abres? –justo en ese momento llegó Anastasia.

 

-Hola papacito… ¿tienes cita conmigo? Porque yo feliz me pongo en cuatro contigo –la muy coqueta se le insinuó de inmediato.

 

-No… no vengo a eso… señorita…-el hombre estaba nervioso, y no lo contradigo.

 

-¿Entonces qué quieres? –la mujer se enfadó.

 

-Vengo a visitar a Nicolás… Soy un… amigo… No, en realidad se supone que soy su primo, pero no lo soy porque soy adoptado… Me lo dijo mi papá, que al final es gay y está con una mujer que tiene una afición con los homosexuales, y que ahora está más obesa que antes… En fin…¿puedo hablar con él? –pues sí, se trataba de Manuel.

 

-¿Qué haces aquí? ¿Por qué quieres hablar conmigo? –salí detrás de Anastasia, ya no me escondería.

 

-Hablé con Clarisa, ella me dijo dónde estaban viviendo… Vine a hacerme cargo de mi hijo, quiero participar en su crianza también –dijo convencido.

 

Claro, todo tenía sentido ahora. La muy desgraciada pensaba que como Manuel es un hombre heterosexual y cisgénero podía ser mejor figura paterna ¿no?

 

-Él es mi hijo, y nadie me va a relegar… ¿entendiste? –me enfadé mucho con sus palabras.

 

-¿Quieres quitarle el bebé a Niquito? Ay no, eso no te lo pienso permitir… Sostenme en chicle Nico, yo a este le pego…-la mujer estaba a punto de golpearle cuando apareció Clarisa.

 

-¿Qué están haciendo?... Aquí nadie le va a quitar el hijo a nadie, solo que él tiene derecho a conocer a nuestro hijo y quererlo tanto como nosotros… No seas egoísta Nicolás… Él me llamó muy apenado, no tiene a nadie en este mundo, todos quienes le rodeamos le hemos mentido… No ha cometido ningún error, ¿no crees que merece una oportunidad? –lamuy malvada quería convencerme.

 

-Pues no… ¡Sobre mi cadáver! –y me fui corriendo de la casa.

 

Me sentí muy mal esa noche, lloré mucho y es que el solo hecho de pensar que Gabriel terminaría llamando papá a Manuel porque es más varonil que yo, me rompía el corazón. ¿Por qué nunca nadie piensa en mí?


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