Dìa 96: Trato hecho
Tampoco es que me importara tanto, pero se trataba de un bebé y por eso, acompañé a Bárbara hasta la clínica. La pobre se había caído accidentalmente de las escaleras, o por lo menos, eso le dije a los policías que me interrogaron.
-¿Estará bien? - me preguntó asustado Manuel.
-Supongo, hierba mala nunca muere - traté de bromear un poco, aunque como no era el momento adecuado, nadie sonrió.
-A mí me cae fatal, pero de ahí a lanzarla por las escaleras, es demasiado - comentaba Anastasia, como si quisiera hacerme sentir peor.
Está bien, debo reconocer que me preocupé bastante y es que no quería ser el causante de la muerte de un inocente. Aunque el remordimiento me duró poco, sólo hasta que hablamos con el doctor.
-¿Cómo está Bárbara? ¿Y su hijo? - se apresuró en consultar el padre de la criatura.
-La paciente se encuentra estable, solo fueron algunas contusiones, nada muy grave - estaba sereno el médico.
-¿Y su hijo? - está vez preguntó Ani.
-¿Qué hijo? Ella entró a urgencias sola - el hombre no entendía qué le preguntábamos.
-Ella está embarazada - aseveró sorprendido mi primo, ¿cómo no se había dado cuenta?
El doctor revisó los papeles que llevaba en la mano, con una expresión de extrañeza.
-No sé qué les habrá dicho la señorita, pero ella no está embarazada ni lo ha estado nunca - y cuando escuché eso me arrepentí de no haberla botado más fuerte, por accidente.
En realidad nadie se sorprendió mucho y es que sabíamos que la rubia está lo suficientemente loca como para inventar un embarazo, todos menos Manuel, quien quedó impactado con la noticia.
-No puedo creer que me haya engañado de esa manera. ¿Entonces no voy a tener otro hijo? - pobre, le cuesta comprender las cosas.
Cómo mi cargo de conciencia había desaparecido, tomé mis cosas y me fui a la casa. Todavía había un tema que tenía que solucionar.
-¡Gianluca! ¡Hijo de puta! ¡Ven acá desgraciado! - grité al entrar a la casa, le iba a encarar por sus fechorías.
Como no recibí respuesta, subí hasta la habitación de Clarisa para buscarlo, tan solo que me llevé una gran sorpresa y es que estaban follado. Qué digo, estaban reescribiendo el kamasutra. Todavía me pregunto cómo le entró el pito si tenía las piernas en la pared y el hombre estaba en cuclillas.
-¡Avisa antes de entrar! - reclamó la madre de Gabriel.
-Entro dónde se me da la reverenda gana y más si se trata de ese mal nacido - odio con todas mis fuerzas al musculín.
-No lo trates así, está arrepentido y me ha prometido que nunca más me va a tratar mal- ay por Dios, si Clari es tan inocente.
-Por favor, no puedo creer que confíes en su palabra después de todo lo que te ha hecho. Estoy seguro que lo volverá a hacer ¿y qué vas a hacer cuando eso pase? ¿Lo vas a perdonar de nuevo? - ahora estaba enojado con ella.
-Cuando hay amor todo es posible, sé que no volverá a ocurrir - fueron las palabras suficientes para entender que no entraría en razón.
-Está bien, haz lo que quieras, eres libre de hacerlo, pero cuando tengas problemas no vuelvas a pedir mi ayuda, porque todo lo que te suceda desde ahora es por tu culpa. Solo te pido que no metas en esto a nuestro hijo - y me largué de allí, con una mezcla de sentimientos, entre ira y decepción.
Supongo que sigue temiendo quedar sola, que prefiere a un imbécil antes de enfrentar la soledad o de buscar a otro que en realidad la ame.
En esos momentos, solo quería ver a mi hijo, por lo que fui hasta la habitación de Fabricio, quien lo estaba cuidando.
-Buenas noches, ¿sigue despierto el gordito? - le pregunté al muchacho quien leía un libro mientras Gabriel dormía a su lado.
-Tomó su leche y se durmió. Será mejor que lo dejes tranquilo, o sino no conciliará el sueño hasta la mañana - escuché.
Me senté en la cama para contemplar el rostro sereno del bebé. Me alegra verle, es como una pastillita de alegría para mí.
-¿Tú cómo has estado? Me dijeron que no has querido comenzar a trabajar todavía. ¿Es por Ani? - me dirigí a Fabricio, quien con la expresión de su rostro me respondió todo.
-Todavía me duele que me haya rechazado, y es que no puedo dejar de pensar en ella. ¿Qué hago? Me gustaría perder la virginidad con alguien que amo antes de trabajar en esto, pero parece que es imposible - sigue siendo un romántico.
-Tienes que tener paciencia, ya llegará la persona indicada para ti - eso me sonó a mamá divorciada.
-Pero no quiero a otra persona, la quiero a ella - y seguía insistiendo.
-Ya te dijo que no le gustabas, no te sigas arrastrando. Anastasia es un alma libre, tampoco creo que quiera atarse - ¿por qué es tan testarudo?
Fabricio se quedó pensando un momento, hasta que una idea alumbró su rostro. ¿Qué se le había ocurrido?
-Quizás si me ve con otra persona, se coloque celosa y entienda que en realidad me quiere - era su brillante plan.
-Por favor, es una idea terrible - no dije nada más.
-No, es brillante. Sé que funcionará... Especialmente si me ayudas tú - quedé helado cuando me tomó la mano para pedirme ayuda.
-Ah no, eso sí que no. No, no, no - y no podía decir nada más que eso.
¡Está loco!
-Si no tenemos que intimar, solo fingir que somos novios, nada más. Es simple - quería convencerme.
-Es que me gusta mucho el pico, se van a dar cuenta que es mentira - es verdad.
-Pero existen los dildos, los dedos - insistía.
-Ay cariño, que no es lo mismo - se nota que no sabe del tema.
-A ver, para convencerte... Si me ayudas, yo... Te ayudo a destruir a Gianluca - la oferta era tentadora.
Lo pensé un momento, y es que era obvio que no podríamos tener nada. Me encanta la verga y él solo la tiene psicológicamente, no íbamos a convencer a nadie. Aunque después pensé, se supone que queremos convencer a Ani que Fabricio es un buen partido. Supongo que si cree que yo pude destruir la barrera del falo, ella también pueda.
-Está bien, te ayudaré, pero recordaré que me ofreciste tu apoyo para desenmascarar a Gianluca - estaba cerrado. Trato hecho, jamás deshecho.