Obituario.
Habían pasado unos meses. Para este entonces Lucius ya se había casado. Su hijo cumplía quince años en Junio. Y ya tenía dos meses del deceso de Abraxas y siendo un hombre tenía que anteponerse y seguir adelante. Por eso estaba en el bar, para fingir que no le importaba, que las cosas seguían como si nada. Pero por lo regular no bebía solo y no quería que su familia lo viera tomar, no en estos momentos.
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Era tarde. No quería seguir más allí. El establecimiento se tomaba en serio la seguridad de sus clientes pero Lucius enfadado, borracho y obstinado no quisó que le pusieran las manos encima, el podía marcharse por sí mismo en red flu; solo que en su confusión pronunció equivocadamente las palabras “Malfoy Manor” terminando en “Moribundo” la maldita tienda de bisoñés en Knockturn.
Salió a tropezones preguntándose hacia donde quedaba el Caldero Chorreante. En esas estaba, de noche en un lugar con altas probabilidades de ser acuchillado y asaltado con violencia de no ser porque chocó con otro ebrio.
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-mmm mnnn ¿Pero qué rayos?- La luz lo cegó y cerró de nuevo los ojos. Se incorporó muy lento, le dolía fatal la cabeza- ¿Qué pero... ¡OH NO! ¡NO! ¿POR QUÉ TU?-Gimoteó fastidiado. Lo que le faltaba, terminar en la cama de Greyback. ¡¡Había caído tan bajo!! (por segunda ocasión) Si esto iba a hacer con la vida que le dio su padre…entonces mejor debía quitársela. Lo habría meditado más a fondo, de no ser por la resaca.
Nunca había estado en este lugar. Como había cosas en todos lados supusó que allí vivía. Fue a la puerta más cercana. El baño, un poco descuidado, con ropa en el suelo. Pero Lucius ni se molestó, vomitó en el lavabo. Escupió.
Greyback poco a poco iba despertando.
-No entres allí- sugirío Lucius mientras apilaba su ropa en la cama para vestirse y marcharse. Pensó tristemente en Narcisa y en sí mismo. La ilusión del buen esposo se rompió con esto. Pero no se sentía culpable, menos, ya que la rubia se la aplicó primero no con uno, sino con ambos conyugues del matrimonio Zabini. Regresó a unos pasos y miró los recipientes vacíos. Supó que era cerveza pero nunca la había bebido en lata. Había varias así. La botella de licor Himalaya se le hizo más familiar.
-Me haré responsable- dijo el hombre lobo, con resaca pero muy feliz.
Lucius se sentó a los pies de la cama para vestirse y se hechó a reír.
-¡Tu no vas a hacerte responsable de nada!-
Greyback se incorporó y se sacó el cobertor de encima. Gateo hacia el rubio que le daba la espalda y le beso el hombro. Los vellos de la barba le produjeron cosquillas al rubio.
-Así que he llegado más lejos que nadie ¿eh?- preguntó coqueto.
-Lejos ni que nada. Sólo un accidente.
-Un feliz accidente.
-No te confundas, ¡Olvídalo antes de que se te suba a la cabeza! Mi mujer y yo tenemos algo y no dejaré que lo arruines.
-Lo dudo- Le mordió suavemente el hombro. Y luego el cuello más insistentemente.
-Deja-
Fenrir lo hizo dar vuelta y lo besó.
La verdad es que lo enfurecía, pero esto se sentía bien, Lucius posó ambas manos en los hombros de Greyback. Lo detestaba, pero amaba a los hombres. Y Fenrir era uno. Muy varónil, fuerte y ….
-No. Me duele la cabeza.- Pero no debía dejárselo tan fácil.
-¿A mí también y qué?-
Seguramente era medio día y su familia moría de preocupación.
Se besaron.
Y se acariciaron. El abundante bello facial de Fenrir le daba cosquillas en el cuello. Su barba no era rasposa y los labios se sentían bien contra los suyos. No podía ni quería sacárselo de encima. Era como si el infame hubiera estudiado su cuerpo. Todo lo que hacía le gustaba.
Antes de llegar más lejos se desplomaron y siguieron dormitando. Lucius sobre el peludo y firme tórax del licántropo. Tras media hora este se incorporó y hundío el rostro en el pecho de Lucius, lamiendo y besando los pezoncitos. El rubio tembló. Separó un poco las piernas ¡PARA ACOMODARSE! ¡SOLO QUERÍA ACOMODARSE! ¡NO PENSABA EN SEXO NO SEÑOR!
Y Fenrir, también para acomodarse reposó su pelvis en medio de las piernas de Lucius. Fue tan excitante sentirlo rozar cerca que su cuerpo reaccionó.
-Ni se te ocurra mencionarlo o te castro ¿Entendido?
-Yo me haré cargo.
-¿Qué?
-Me haré responsable de ti y de lo que surja de nuestro amor.- Fenrir nunca había hablado así pero por primera vez se dio la oportunidad de ser cursi, de confesarlo.
-Al diablo. ¡Además soy casado! ¡Te enteras tarde!
-Ya lo sé, y eso no te importó retorcerte en mis brazos.- Lucius se preocupó por un instante pensando en las posibles consecuencias.- No le diré nada a tu esposa, nada que no quieras.- Porque una cosa era él, pero Fenrir… Sus pensamientos se vieron interrumpidos en el siguiente beso.
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Volvío a casa solo para cambiarse y marchar al ministerio. Lo que creiría un alegre encuentro se volvió amargo. Aquel día Remus planeaba una sorpresa. Después de todo a veces quedaban para un arrumaco en la oficina y fue el aroma, únicamente perceptible para el licántropo quien lo delató.
-¡¡Maldito doble cara!! ¡Cómo te atreves! ¡A abrirte de piernas para Fenrir Greyback! ¡¿Cuál es tu problema?!- Por su pasado, no podía reaccionar de otra forma.
-¡MI PROBLEMA ES QUE MI PADRE MURIÓ!- Remus se quedó a cuadros con la respuesta pero Lucius lo detuvo de decir cualquier cosa señalandolo con el dedo como diciendo “No tienes permiso para hablar”- No- luego movió las manos en un “calmate” para si mismo- Tomó asiento de nuevo frente al escritorio y estrecho sus propias manos.
-Señor Lupin tendré que pedirle que…
-¡Lo siento!, ¡Lo siento mucho perdóname! ¡Sí hay algo...!- Se odio tanto por presionar así a Lucius quién obviamente atravesaba un mal momento. Fue insensible. Se olvidó de su propio dolor y furia.
- ¡Sólo vete!-
Remus quería hacer algo para apoyarlo pero no quería hacer más daño, se limito a un “Lo siento” y se retiró.
Lucius inspiró muy profundo, intentó relajarse. Y permaneció mirando a la nada por un buen lapso de tiempo hasta que la asistente entro a la oficina y le recordó que aun le faltaba terminar un informe.
Pasada una hora envió una lechuza a casa solo para avisar que estaba bien.
Continuará…