Encuentro.
Había terminado y todos huían.
-¡Cissy! ¡Espera!- Corrió tras ellos tan rápido como pudo. Pero entonces algo lo detuvo de súbito. Fenrir lo sujetó por la túnica. Había salido de entre un montón de escombros.
-¡Fenrir!
-¡No te irás! ¡No vas a dejarme!- Porque si permitía que se fuera ahora, estaba seguro de que nunca más se volverían a ver.
-¡Déjame! ¡Lo nuestro no…
-¡Ahora es cuando se puede!- Lucius lo miró muy sorprendido.- El Lord murió, y ella no creo que te espere.- Lucius no se pudo mover, no pudo hablar. Estaba muy asustado, solo quería irse, deseo nunca haberse involucrado con los mortífagos. –¡Quédate!, si huímos nos verémos aun más sospechosos, si nos quedamos al menos podemos fingir. No nos acusarán. Yo te cuidaré, lo prometó.-
Lucius se congeló. Porque amaba a demasiada gente como para decidirse. Incluso a Tom quien aún con lo terrible...con lo horrible que fue en sus últimos momentos no lo dejaba de querer y no tenía tiempo para llorarlo.
Y Fenrir ¿Como se atrevia? ¿Como se atrevia a detenerlo así? ¿Que no entendía que no era nadie? Maldijo el día en que lo conoció.
-¡Quédate!
El agarre del licántropo se intensificó. Primero una muñeca y luego la otra. Fenrir sujetó fuerte a Lucius.
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Treinta años después.
Soledad.
La muerte de Cissy hacia unos años. Y otras más que se juntaban.
Lucius disfrutó cuidando de su snietos. Y si bien su hijo le ofreció un sitio en el hogar. Se negó. No quería ser un estorbo. Ahora la casa era tan grande. Abrumador. Mantenerse ocupado para no pensar demasiado comenzó a cansarlo. Optó por mudarse, mudarse a un pequeño apartamento en una planta baja. Cerca de un parque.
Rutinario.
Jugando ajedrez con otros ancianos, al menos había conversaciones con otros.
Estaba sentado en la banca, era temprano y hacía frío.
Apoyó ambas manos sobre el bastón. Una masa negra se acercaba, viró sorprendido por la inmensidad del animal, una mota negra y grisácea que caminaba erguido hacia él. Cualquiera habría gritado y corrido, paralizadose de miedo o temblado. Pero a su edad ya había visto de todo. Calmadamente regreso la vista al frente y luego al cielo, era de mañana y muy temprano, al igual que esa vez….. Y había Luna llena. Luna llena de día.
El animal tenía un aspecto cansino, se acercó cada vez más encorvado hasta que sus patas delanteras tocaron el suelo, camino en cuatro y posó el hocico sobre su rodilla. Acarició su cabeza y el animal la ladeó para optimizar el contacto.
Pronto aclararía más y la gente saldría a las calles.
Lucius se puso de pie.
-Vamos a casa. - En animal se separó y ando a su lado.
Cuando llegó, apenas entreabrió la puerta el lobo entró rápidamente.
Alzó la vista y negó con gracia.
-El perro por delante ¿no?- Pero la criatura lo ignoró, quería explorar el lugar.
Un cómodo lugar, pequeño pero reconfortante.
Con un hechizo, Lucius encendió la chimenea. El lobo se subió al sofá y allí se quedo. Su anfitrión busco algo en la cocina para ofrecerle.
Nada de filetes. Ya sabía que el té con crema era una buena opción, era refrescante y adecuado para la época. No muy caliente. Lo sirvió en un tazón para que bebiera.
Era agradable tener algo que acariciar y que moviera las orejas de gusto. Que empujara sus piernas para apresurarlo. Y que unas horas más tarde hablara.
Aún seguía regresando.Pero tampoco le sorprendía, estaba acostumbrado, contaba con ello. Es más se había tardado.
-Que leal, viniste.
-Nunca te negaste a mis visitas, ¿Por qué no iba a venir?-
Los dos ya eran viejos y necesitaban compañía.
Continuará.....