Hasta el fin de los tiempos.
-¡PADRE!-
Draco entró corriendo al dormitorio, creyó que su padre había muerto y por eso no contestó a su vociferador. Claro que se preocupaba, en contra de sus peticiones, el terco hombre se había mudado a un modesto apartamento en un barrio habitado en su mayoría por adultos retirados y unas pocas familias. No quería a un elfo doméstico rondando cerca de modo que se dedicaba a los pequeños quehaceres del hogar el mismo con su magia. Y para cosas más pesadas contrataba a algún joven local que quisiera un par de sickles.
En su mediana edad, Draco sufría problemas de ansiedad que se agudizaron una vez su hijo se independizó. Ahora concentraba toda esa atención en su padre. Quién obstinadamente la rechazaba.
Draco se apareció en la entrada, porque su padre mantenía la chimenea encendida o cerrada haciéndole imposible entrar directo a la casa. ¡Moría de preocupación!
Le aterraba la idea de que los delincuentes locales lo asesinaran o entraran al apartamento a robar. ¡Su indefenso padre!
Temía que le ocurriera algo y él se enterara días después. Muchos ancianos morían solos y eran encontrados días después. Bueno, no había escuchado que a alguien conocido le pasara pero igual se preocupaba.
Tal vez no era para tanto. Su padre, para su edad se veía bastante bien, tanto de aspecto y salud, es independiente. Y tal vez era lo que no concebía, que su padre no fuera un abuelo normal que pasara el día en la casa acompañado de sus nietos. Leyendo el periódico y quejándose de que en sus tiempos las cosas eran mejores. No, en cambio, le dejó la mansión para irse lejos. Estar lejos.
No lo entendía.
Usó el juego de llaves que tenía en caso de emergencia (A las cuales Lucius se negó fieramente por meses)
Lo buscó por la casa y llegó hasta el dormitorio al que entró abruptamente.
-¡Padre! ¡PADRE! ¡OH NO!-
………..
Los dos viejos vestían batas y pantuflas. Contemplaban al joven con molestia, Lucius por sentirse juzgado y escudriñado y Fenrir porque ese no era quién para decirle que no podía salir con Lucius.
Draco se frotaba la cara sin creerlo. Sin creer que esta pesadilla era realidad.
-¿Y bien Draco vas a decirme por qué tu irrupción en mi casa sin invitación?-
Bueno, era su hijo y obvio que tenía la llave para emergencias, pero ahora a quien quería proteger era a su amante.
Malfoy hijo no dijo nada. Se frotó la cara frustrado.
Él le dio la vida. No, no podía reprocharle nada.
-¡Padre!-Sin querer miro la etiqueta del frasco en la cómoda. "Viagrilus"
-¡¡¡PAPÁ NO PUEDES USAR ESTO SIN ANTES HACERTE EXÁMENES DEL CORAZÓN!!!
-¿Qué? ¿Ahora revisas mi botiquín?
-Lo siento.-
Pero era evidente que había un problema. Un problema llamado Fenrir Greyback.
-Bueno, ha sido un placer verte…- Para despedirlo. Dijo desvergonzadamente aunque claro Lucius se aguantaba el bochorno.
-Padre, ¿Qué hace este hombre aquí?
-¡Oh Draco!- Rodó los ojos- Es evidente, está haciéndome compañía.
-Mira siento mucho haber irrumpido sin invitación a tu dormitorio.
-Y despertarme.
-Y despertarte- “claro”- pero - inspiró una gran bocanada de aire- ¿Por qué? ¿Por qué este hombre? ¿Tienes idea de lo que estás haciendo?
-Oh Draco, sé de sobra que Fenrir es un licántropo y trabajo con nosotros para el señor tenebroso.
-¡Es un criminal!
-El término es prófugo de la justicia. - Aclaró el licántropo con una enorme sonrisa.
-¿Y si los aurores vienen?
-No vendrán.- Contestó el mayor ajustándose su bata.
-¿Pero y si lo hacen?
-Dime Remus, ¿Por qué eres Remus Lupin cierto?- A Fenrir.
-Así me puso mi madre.
-¿Por qué te buscarían los aurores?
-No lo sé.-
Se sonrieron entre sí con complicidad. Y para Draco fue detestable.
Aunado a que usar el nombre de un hombre muerto para encubrirlo. No podía creerlo. Inspiró profundo.
-Pa..- Pero Lucius no lo dejó hablar.
-Draco, necesito compañía.
-Pero porqué...
-¡Oh suficiente!, ¡Deja de cuestionarme!
-¿Pero por qué él?- Quería convencerse de que su padre podría entrar en razón.
-A tu padre le gusta darme las nagas desde que me conoció.- Aclaró Fenrir como si nada.
-¡Fenrir!- Lucius exclamó con molestia.- ¡Siempre tan vulgar! ¡Me das asco!
-¿Asco?- Se rió.- Yo te doy todo menos asco. Fue a por su cuello y Lucius no pudo evitar reír.
El ambiente cambió de tono, así como la temperatura del lugar. Draco tuvo que abandonar la habitación por su bien mental.
-Al fin se murió Voldy y todos esos cerdos que querían ponerte sus garras encima.
-¿Había más además de ti?-
Fenrir sonrió. Luego procedió a besar los suculentos labios del rubio, que eran enmarcados por una barba de candado canosa. No podía creerlo. Había tenido que esperar tanto para tenerlo. Pero al fin era suyo. Completamente suyo. Lo recostó en la cama y se lo comió a besos.
Por su parte Draco se alejó buscando la cocina, necesitaba beber algo. Necesitaba algo fuerte, pero solo había agua, té, café, ¿Dónde guardaba el vino? Rebuscó en las gavetas y luego la bolsa de papel con las compras sobre la isla de la cocina, de donde sobresalía un enorme envase de lubricante.
Frotó su rostro sin dar crédito. Horrorizado.
En su vida había visto a su padre o a su madre hacer cosas indecentes. Y si las hacían nunca se enteró, pero ahora parecía que cada que ponía un pie en esa casa había rastros de actividad sexual a donde mirara.
Entendía que su padre necesitara compañía, cercana. Desde la muerte de su madre hacía ya siete años lo entendía, de verdad quería aceptarlo. ¿Pero por qué Greyback? Habiendo tanta gente espléndida en el mundo. Al menos el profesor Lupin era agradable (A pesar de su pésimo gusto para vestir), pero al menos con él se sentiría cómodo. Entonces ¿Por qué Greyback?
Odiaba verlo secretear cosas al oído de su padre y que éste riera. Que los dos se sonrieran como tontos. Debía ser un imperius. No había otra explicación.
Entonces Lucius gritó.
Draco regresó corriendo, abrió la puerta de sopetón y entró a la alcoba. Dio media vuelta en cuanto contempló la escena. Regresó por donde vino. Se dejó caer en el sofá de la sala.
¿Y cómo no iba a gritar? Le dio un calambre.
-¡DRACO!- Exclamó con enfado Lucius. -¡Ahmmm! -
-Yo hablaré con él.- Dijo el licántropo incorporándose.
-No nnnnmmmm!!
-Ya, no desperdicie mi saliva para que un mocoso lo arruine, ahora tu trabajo es mantener esto erecto y si te vienes sin mi te castigaré-
Lucius inspiró profundo muy emocionado, ciertamente no quería levantarse y menos con la erección, tan incómodo. Siguió masajeandose preguntándose si aguantaría o sería castigado. Con la maldita edad seguramente castigado lo que tampoco estaba mal.
.
.
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Draco se fue, no sin antes amenazar a Fenrir con llamar a la policía mágica y a los aurores sin se atrevía a algo. Claro, lo dijo temblando de miedo.
Ahora hacía sueño.
Estaban en la sala, abrazados y cubiertos por una manta mirando el fuego de la chimenea.
-Siento lo de “ese día” –Lucius tardó en contestar.
-¿Cuál de todos? ¿Hace cuarenta años, o hace veinte, o la semana pasada? ¿O ayer? -Le tapó la boca para que dejara de hablar.
-¿Llevas la cuenta?-
Lucius iba a contestar pero Fenrir optó por callarlo con un beso.
FIN