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Hombre Lobo al descubierto por SigmaIII

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Notas del capitulo:

ffuuu, alcancé a actualizar. Mucho trabajo. En fin, ¡Hola! En este capítulo los chicos inician curso en Hogwarts solo que la historia se centra en Lucius y sus primeras vacaciones. Descubré una prescencia insoportable en el club campestre al que lo inscribieron. 

Vacaciones de Verano: La pacífica campiña no lo será más.

Severus Snape estaba por iniciar curso en Hogwarts. Su mami lo dejó en la estación 9 y ¾ , también estaba Lili, cuando terminaron de despedirse de sus respectivas familias siguieron a los demás alumnos para abordar el tren, a unos metros de ellos, un mago peleaba con una mujer.

-¡NO!-gritaba él.

-¡DÉJALO ESPOSO YA! ¡DOBBY!- El pobre elfo tiraba de la pierna del mago para obligarlo a retroceder. Mientras que su compañero Ikky lo tiraba fuerte de la capa- ¡LUCIUS CORRE!

-¡Adiós madre, padre los amo!-

-¡NO! ¡NO HIJO NO TE VAYAS!-

Entonces lo reconoció, al muchacho de Diagon, ese mismo muchacho rubio que le robó el aliento frente a la Herbolaria, fue como si el cielo se hubiera abierto e iluminado con su luz a ese ángel de cabellos platinados, que corría hacia ellos y que sin importarle a cuantos empujo se coló a la fila para abordar el tren y entró.

Su corazón latía muy rápido.

-Vamos Severus- dijo Lili.

-ss si-

Así fue como Severus conoció a quien sería el amor de su vida, sin embargo, no contaba con que el rubio se haría novio de Remus Lupin y mucho menos que otro licántropo lo tenía en la mira.

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¡Vacaciones de verano!

Después de un mágico primer en año en el famoso colegio de magia y hechicería, Lucius, junto con sus padres visitaron a la abuela Malfoy en la casa de campo de la familia en la comundiad mágica de Yorkshire, lugar famoso por sus paisajes campestres y mansiones antigüas. Muchas familias de la aristocracia se reunían en el verano para compartir y participar de la temporada de caza.

Se acostumbraba la organización de varios eventos, entre ellos competencias de pesca, caza y equitación mágicas. Y en la última noche, el gran baile.

La abuela Malfoy era dueña de dos de los pegasos más hermosos de la competencia, y Lucius no podía irse sin aprender a montarlos. Por eso estaba allí, en una de las muchas parcelas para montar y acompañado de su intructor.

Cuando terminaron se bajó del pegaso y quitó el casco. Se secó el sudor de la frente, caminaron hacia el establo donde un muchacho apilaba pacas de heno. Lucius se detuvó en seco cuando lo reconoció.

-¡Tu! ¿Qué haces aquí?- Fenrir frunció el ceño intentando reconocerlo.

-¡Ah! ¡Eres el joven amo! Si, el hijo del tipo del ministerio- Lucius tembló al oírlo llamar “tipo” a su padre. -Así que a ti también te gustan estas tonterías.- Señaló las instalaciones del club mientras se mordía los labios para aguantarse la risa. Lucius comprendió que se reía de él, de su uniforme de equitación. Se sintió muy avergonzado aunque no supo porque, habría preferido no encontrarse nunca.

-No son tonterías ¿Y qué haces aquí? Tu no deberías estar aquí.

-¿Y por qué no joven amo? 

-¿Cómo llegaste aquí?- Exigió saber. No le gustaba que un delincuente anduviera suelto en este lugar.

-Por red flu, como todos.- Lucius estaba muy molesto. Como ya había terminado la clase, el instructor se llevó a los pegasos para darles agua. Fenrir aprovechó para explicar más- Muchos ricos vienen aquí de vacaciones, hay buenos pagos y sobras. A ellos les gusta ver las cosas bonitas que tienen- Señaló con un movimiento de cabeza al grupo de niños que jugaban a su espalda. Lucius los miró aun con el cejo fruncido. Dio media vuelta para marcharse pero Fenrir alcanzó a decir. -Si tienes algo que te gusta, no lo dejes donde yo pueda tomarlo- Lucius lo miró serio, parecía una amenaza. Siguió su camino y cuando se alejó regresó corriendo con sus padres.

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No sabía si decírselo a sus padres, que ese villano trabajaba aquí en Yorkshire desde hacía un mes. En el club campestre al que iba todos los días. Y había engañado a todo el pueblo haciéndoles creer que solo era un muchacho común y corriente que quería mantener a sus hermanos.

Lo veía todos los días en la parcela para montar, y por supuesto lo ignoraba. Aunque era muy difícil porque sus estúpidos hermanos se metían en problemas todo el tiempo. Hoy por ejemplo. Molestaban a los animalitos del corral, querían atrapar al cerdo más pequeño en sus vanos intentos abrieron la puerta del corral, el cerdo escapó golpeando a un montón de gallinas que se paseaban tranquilamente por allí. Una de ellas salió despavorida y huyó hacia la carpa donde habían servido el té para los miembros del club, por supuesto Lucius estaba allí y por capricho del jodido universo fue víctima de la gallina que salió de la nada y trepó sus piernas arañando su pantalón para librarse del cerdo que subió sus patas en sus piernas; haciéndolo brincar del susto, derramando su té en el resto de su ropa. La gallina siguió, el cerdo fue tras ella, los niños por él y Lucius se quedó allí, batido en porquería, plumas y té. Fenrir llegó tras los niños y dejó caer una toalla mojada en sus piernas. Lucius tembló conteniendo la ira. Pero no le quedó más que aguantarse y usarla para limpiarse.

Comenzaba a creer que este atentado en su contra era a propósito. Salió aguantándose las lágrimas de humillación, uno de los empleados iba atrás ofreciéndole un cambio de ropa.

Lucius quería marcharse pero lo convencieron de aguardar, el capataz llegó tirando a Fenrir de la oreja para pedir disculpas.

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Llegó a la casa y fue directo a su habitación dando un portazo, se sumergió en el agua por horas. Se reunió con sus padres más tarde.

-Ya no quiero ir al club campestre.

-¿Por qué no?

-Los empleados son unos tontos, se la pasan rompiendo cosas.

-Tu abuela te obsequió la membresía- ¡Y lo apreciaba! Pero no quería seguir yendo.

Cuando la anciana se les unió para compartir un postre, Lucius se lamentó por dentro pero no tenía de otra, no quería romperle el corazón a su abuela.

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Desde que se encontraron nunca se habían vuelto a dirigir la palabra hasta esa mañana.

-Oye, siento lo de tu uniforme. Pero quedó limpio ¿no?- Fenrir se acercó para inspeccionarlo de cerca. Demasiado cerca, Lucius lo apartó para que no lo tocara- Ni siquiera se nota.

-Porque es otro. –Constestó cortantemente sin casi abrir la boca- El anterior se arruinó.

-Oye enserio lo siento- No parecía ser así. Lucius quizo dar por saldada la conversación y seguir su pasó. Fenrir se alzó de hombros y quisó aparentar que no le importaba pero se dio cuenta de que esta vez si se pasó. Aunque no fue su culpa ¿El cómo iba a saber que un cerdo enlodado se le subiría encima? Odio sentirse culpable, y odio que el rubio lo ignorará más, mucho más de lo usual. ¡Más!

Fastidiado, Fenrir suspiró y se frotó las sienes, les dio una regañiza tan fuerte a los chiquillos que no se volvieron a asomar por los alrededores en todo el día.

Hacía calor y a Lucius le habría gustado beber algo de té antes de marcharse pero no lo hizo. Prefería irse a casa, por alguna razón se sentía muy cansado, más de lo usual.

-Oye, ven, hablemos. – Fenrir se le acercó furtivamente para que el capataz no lo regañara. – Salgamos un rato.

-¡No! ¡Eres y sigues siendo un delincuente!

-¡Oye ya me disculpe por lo de tu ropa!

-¡Si pero jamás voy a perdonarte por lo de Diagon!

-¿Sigues molesto por eso?- Lucius lo miró incrédulo ¿Enserio creía que lo perdonaría? Fenrir iba a contestar pero se calló. – Perdón., lamento si te agredí.- Sin tener certeza de si era sincero, Lucius escuchó. -Ven, te compensaré- Lo tiró del brazo.

-¡No, espera!- Con gran facilidad, Fenrir lo cargó en su espalda. Para Lucius fue tan incómodo.

-¡Oye, tienes lindas pompis!

-¡Cállate! ¿Cómo me dices eso? ¡Estas loco!

-Es un cumplido.

-¡Eres un majadero!- Se estaban alejando de la construcción.

-Es un cumplido, ¿O qué quieres? ¿Qué diga que tienes pompis feas?

-¡Cállate! ¡Cállate!-

Fenrir soltó una carcajada, hechó a correr, corrió tan rápido que Lucius sentía que se caía, lo abrazo del cuello conteniendo un gritó. Dejaron atrás las parcelas y llegaron al bosque donde se internaron.

-¿Qué haces? ¡Nos vas a matar!- Sin mayor problema el licántropo dio con un peñasco por el que descendieron. Fenrir lo bajó de su espalda. Llegaron a un arrollo.

-¿Qué tal joven amo? ¿Visitaste un lugar así antes?– Era un lindo sitio. Como de un bosque encantado. Había un montón de mariposas volando sobre sus cabezas.

-No. Creo que no. – Dijo harto Lucius, quería marcharse. Entró en pánico, sabía que sus padres no sabían que estaba allí. Estaba pasando otra vez.

-Disfrútalo-

Fenrir se sentó en el suelo. Luego se recostó y cerró los ojos. Tras unos instantes Lucius se sentó, lo hizo sobre una roca. Miró arriba curbiéndose con la palma para que el sol no lo lastimara. El fuerte zumbido de las cigarras y el cantar de los pájaros se escuhaba sobre sus cabezas. Al frente el correr del arrollo. Lucius se relajó, miró de nuevo al muchacho, no parecía tener malas intenciones, solo que era muy torpe e idiota y corriente. Suspiró.

Pasados unos minutos, Lucius ya se había quitado la chaqueta, jugaba a la orilla del arrollo improvisando barcos con hojas y ramitas.

-¿Qué harás al terminar el verano?- Lucius lo miró. Llevaban un buen rato sin hablar. Lo creía dormido. 

-Iré a casa.

-¿No vives con tu abuela?

-No.-

Silencio.

-¿Entonces tú y tus hermanos vivirán aquí?

-Yo no tengo hermanos. ¿O te refieres a los niños que siempre estan conmigo? ¿Los que te arrojaron un cerdo encima?

-Obviamente.-

Fenrir inspiró profundo.

-No, nos irémos al término del verano. Pero si me extrañas siempre puedes preguntar por mí al capataz, el sabe como contactarme.

-Sí, claro. – Lucius miró su reflejo en el agua. –Si no son tus hermanos, ¿Por qué siempre estan juntos? Son muy chicos para que sean solo amigos.

-Son mis hijos- Lucius lo miró escéptico, Fenrir sonrió. –Claro que no, pero casi lo son. – Se sentó incómodo. No le gustaba hablar de eso. Lucius casi entendía que era lo que pasaba. –Soy responsable de ellos, no me queda de otra.

-Pues no lo haces muy bien que digamos.

-¡Cállate!- Lucius se indignó por como le habló, se pusó de pie para salir de allí, Fenrir rápido se pusó de pie para alcanzarlo. - ¡Oye! ¿Por qué siempre te enojas por todo?

-¿Yo? ¡Tu eres un grosero! ¡No sé como permití que me trajeras aquí! ¡No quiero volver a verte! Ni a ti ni a tus groseros amigos. 

-¡Es difícil sí! ¡Era más fácil cuando estaba Lizzi! – Gritó Fenrir. Lucius se detuvó, los ojos del chico se habían puesto rojos. 

-¿Tu amiga de Diagon?- Fenrir asintió.

-Se murió el año pasado.- Se aguanto las lágrimas, y regresó unos pasos, se dejó caer en la tierra y se acomodó hecho bolita.

-Lo siento- Fenrir no contestó.

Pasaron varios minutos en silencio. El croar de una rana distrajó la atención de Lucius, pudo calmarse y preguntar.

-¿Por qué murió?

-No sé, cuando nos despertamos tenía una herida muy grande en el brazo y se desangró.- Se pasó el brazo por los ojos- Bueno ya, no me preguntes eso. – Lucius se frotó el brazo incómodo. –Pregunta otra cosa.-

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.

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Se econtraban sentados uno junto al otro. Apilando piedras pequeñas.

-¿Por qué no vas a la escuela?

-No puedo– Lucius iba decir que si era cosa de dinero, Hogwarts es una institución pública pero se abstuvo, no quería verlo allí. Hubo un silencio muy prolongado hasta que el licántropo continuó. -Yo, digamos que tengo un secreto.

-¿Un secreto?

-Una enfermedad, lo llaman enfermedad, yo lo llamo talento.

-Ajá.

-No puedo ira a la escuela, no lo toleraría, necesito estar al aire libre, no en interiores.-

¿Acasó será? ¿Claustrofobia? – pensó Lucius.

-¿Enserio? ¿Y por eso no puedes ir a la escuela?

-No.- Contestó cortantemete- No solo yo, si supieras a cuantos niños en la misma situación he encontrado. No solo niños, también adultos– Negó indignado- A la sociedad mágica no le importamos, por eso nunca fui a la escuela, como si el gobierno fuera a molestarse en gastar y preparar instalaciones adecuadas, y la gente nos mira como bichos raros. Sí, es decir, ¿Quién nos ha dado el apoyo? ¡Nadie! – Era obvio que había mucho resentimiento – Por eso decidí que no los necesitamos, yo y mis chicos saldremos adelante.

-Bueno, seguro hay escuelas o instituciones. Alguna escuela con exteriores.

-¿Es enserio? ¿Y qué me va a dejar estudiar? –A Lucius le enfadó que no lo dejara terminar- Para terminar trabajando en un lugar lleno de cerdor y asquerosos corruptos como los del ministerio- Lo miró furioso. Fenrir sonrió- Obvio tu papi no es así, aun. El si parece saber que es el trabajo honesto. – Hubo un silencio–Ya te conté mi triste historia. Ahora entinedes porqué le robé a tu familia, necesitabamos cosas, así que sí, las robé, pero no fue por mala intención.

-Hay modos- Reclamó Lucius.

-Que no sirven, pero para hacer las paces ¿Qué te parece si te brindo protección?

-¿Protección? ¿A mí? , y dime, ¿De quién me tengo que cuidar?

-Hay muchas cosas malas allá afuera, están donde no las ves, mezclados entre las multitudes, en las esquinas, en las sombras.

-No gracias, no necesito tu protección.

-¿No? Considéralo, es más, si necesitas un favor, de esos que su alteza no puede realizar por ser muy bajo para su clase y se requiere de un mensajero con rapidez y discreción.

-Como si yo necesitara algo así- Lucius se puso de pie. Se limpió la tierra de la ropa y miró el peñasco entendiendo que no podría librarlo. Inspiró profundo intentando tranquilizarse. Dio media vuelta y llegó a donde Fenrir quien sonreía. -¡Llévame de regreso!

-Pero pensé que no necesitabas nada.

-¡Ahora!-

Continuará…

Notas finales:

Un poco de humor:

-¡Ese día en el arrollo! ¡A eso se refería ese licántropo infeliz!- Voldemort no daba crédito, pero era cierto. Lucius había tenido un momento especial con el infeliz. -¡No importa! ¡Nosotros también tendremos nuestro momento especial! ¡Vamos! ¡Irémos a pasear a un lago! Nos subiremos a esos botes con forma de cisne y tu llevarás una sombrilla ¡Y nos besaremos! ¡Vamos gatito! ¡Ya!

-¡LOOORD! ¡Es media noche!

-¡Pero tenemos que ir ya! Ahora antes de que a ese licántropo se le suba a la cabeza ¡Lucius!-

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Gracias por leer. Saludos. 


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