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Hombre Lobo al descubierto por SigmaIII

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Notas del capitulo:

Hola, en este cap nos situamos aun en la casa de la abuela Malfoy donde Lucius acude regularmente al club campestre, las vacaciones de verano estan por terminar. 

Luna Llena

 

-¿Esto es enserio?- Abraxas no daba crédito.

Lucius recién regresaba. Sus padres no notaron que desapareció por dos horas más de lo normal (Abraxas le contaba bien el tiempo) puesto que una terrible noticia llegaba a sus oídos. Augustus Ferret, representante legal de Hyperion Malfoy les hacía llegar un citatorio.

-¡Tío Ferret!

-¡Lucius! ¡Hola! ¿Cómo estas? –El abogado tenía muy buena relación con la familia. Le removió los cabellos.

-¿Viniste de vacaciones tío?- Mientras Lucius se peinaba con la mano.

-No exactamente. Tu tío demando a tu padre, así que me verás muy seguido por aquí. – Le dio un par de palmadas en el hombro. La abuela Malfoy se acercó.

-Gracias por tu ayuda Ferret, lamento tanto que tengas que lidiar con las tonterías de Hyperion.

-Esta bien señora, no es ninguna molestia, creáme, entiendo el punto de ambos, pero en esta ocasión Hyperion fue el más rápido. -Siguieron conversando mientras lo despedían en la chimenea.

-Y un consejo campeón- A Lucius- Si ves a tu tío, no vayas con él. Podría ir a prisión y no queremos eso, ¡Hasta la próxima!

-¡Adiós tío Ferret!- El hombre sonrió antes de desparecer por red flu. Ganará quien ganará sabía que el chico estaría bien.

Repentinamente Lucius fue jalado por su padre quien lo estrechó fuerte, luego lo condujó al salón donde aguardaba la anciana.

-Madre ¡Mírame a los ojos!, necesito saberlo ¿Maltrato a mi hijo?

-Por supuesto que no, todo lo contrario, lo mimas demasiado.

-¿Entonces por qué? ¿Por qué Hyperion cometé este atentado en mi contra?- Abraxas abrazó a Lucius para evitar que se lo quitarán.

-Porque es igual que tú, un lunático. ¡Dios me libre de hijos así!, ¿Por qué tenía que suceder?

-¿Por qué el tío Hyperion…

-Lucius, no hagas caso- Abraxas lo besó en la cabeza- Ve a tu cuarto, juega un rato.

-…

-Abraxas, deja ir al niño.

-¡No puedo!- 

La matriarca Malfoy no daba crédito pero esto solo probaba que sus hijos perdían la cordura antes que ella, Abraxas e Hyperion eran normales ¡Eran magos normales! Pero apenas nació Lucius se transformaron.

Suspiró cansada.

___________________________

De vuelta en el club campestre, mientras disfrutaba de un aperitivo al aire libre, Lucius se detiene, estaba por dar el primer bocado cuando notó unos ojos fijos en el.

Era una pequeña, la más chica del grupo de Fenrir. Lucius la miró y siguió el trayecto de su vista, miraba con ilusión la rebanada de pay que estaba por comer.

-¿Es de manzana?- Preguntó ella.

-Sí.

-¡Ah!- Contestó pero no se fue. Seguía mirando.

Lucius se sintío tan incómodo. ¿Por qué él?

-¿Eres el novio de Fenrir?

-¿Qué?

-Oye, si eres su novio- Ella no perdía de vista el pay. -¿Irían a la fuente de sodas? Tal vez – Se pusó de puntitas para ver que más había en la mesa. – podamos ir todos y comer helado de sabores.-

Lucius ni siquiera pudo responder.

Llegó otro chico un poco más grande y se la llevó de allí.

…….

-¡Grissband! ¡Tus hermanos molestan al nieto de la señora Malfoy! ¡Suficiente!, ¡Ella ha sido miembro de este club por años y no permitiré que tu familia moleste a su nieto! ¡Un incidente más de estos y puedes olvidarte del empleo! ¡Estas bajo advertencia!

Uno de los empleados le hizo conversación a Lucius para apaciguarlo de acusarlos con su abuela. El rubio lo entendía pero le gustaba que el personal y demás miembros del club tuvieran buena impresión de él así que hizo como si no le molestara. Pero igual se marchó tembrano, antes de partir, se acercaron dos niños, parecían hermanos.

-Eres el nieto de la anciana ¿no?- Lucius los miró enfadado. -Habrá una fiesta hoy a la media noche. Todo el mundo estará allí.

-Fenrir piensa que eres lindo.

-¡Leila, cállate! – La niña se rió y se meció en su lugar.

¿Fenrir quién jodidos es Fenrir? ¡Pero claro! ¡Ese idiota!, ya ni siquiera tenía que preguntar. Fenrir Grissband el idiota que le había jodido la infancia y vacaciones.

-Fenrir quiere que te diga que habrá una fiesta en la posada.- Lucius los miró extrañado.  -Tal vez te interesé asistir. No sirve la chimenea pero se encuentra bajando la colina. Si cruzas el bosque llegas más rápido. – Lo dijo rápido y enfadado, era obvio que a él le molestaba invitarlo.

-¡Fenrir irá!- Dijo la pequeña emocionada.  

“¿Y a mí qué?”- Pensó Lucius.

-Si pero no lo dejaran ir sus padres ¡Vámonos! - Le contestó el chico a la niña Leila y se marchó, ella se apresuró a seguirlo.

-¿Crees que se besen dónde se besan los grandes?

-¡NO!-

Lucius se molestó ¿Por qué anticipaba que no lo dejarían ir? Además, ¿Por qué le interesaría ir a esa estúpida fiesta? ¿Y qué si iba Fenrir? ¿A él qué? Lo odiaba por lo que le hizo. ¡Y JAMÁS SE BESARÍA CON ÉL! ¡PREFIRIRÍA MORIR!

Lucius se cruzó de brazos, estaba muy confundido, lo odiaba –sonrió- pero saber que le gustaba lo hacía sentir bien. Aunque fuera un rufían se sentía halagado. 

-¡Tal vez vaya! -Les gritó.

……..

-Claro que no.- Dijo Abraxas.  

-¡Padreeee!

-Es muy tarde.

-Pero…

-Además no conocemos a nadie allí.

-¡Pero todos estarán allí!

-¿Quiénes son todos? No conoces a nadie.

-¡Precisamente por eso voy a ir!

-¡Dije que no y se acabó!-

Lucius brincó de frustración, se encerró en su alcoba.

¿Y qué si va Fenrir? Con mayor razón no debería ir.

.

.

.

Era de noche.

Lucius salió de la casa. La luz de la Luna iluminaba todo el campo, era fácil moverse, casi como si fuera de día. Apenas iba a dar un paso fuera de la propiedad cuando escuchó un chillido, era Batuta.

-¡Bebé! ¡No me sigas! Tienes que quedarte. – Iba a llevarlo de regresó pero el conejo se escurrió rápidamente de sus manos. -¡Batuta!- Lucius se irritó, no tenía tiempo para esto. Estaba comentiendo la estupidez más grande de su vida por nada. Ni siquiera el mismo entendía el porqué. Tal vez para desquitarse de su familia que no dejaba de pelear.

Fue tras Batuta, debía regresarlo a su sitio para que no se perdiera. El conejito dio la vuelta a la casa, entró en el cobertizo y comenzó a morder las ramitas de una escoba.

-¡Batuta deja eso!- Lucius tomó la escoba para protegerla de los dientes, luego la miró con detenimiento. -Pero que tonto, ¿Cómo no se me ocurrió? – Podía llegar volando en vez de caminar de noche por el bosque, lo que ahora, pensándolo bien no sonaba tan inteligente. –Bueno, te perdono por escapar. –Lucius lo cargó, llevando la escoba en la otra mano, hasta el establo de los pegasos. Lo depósito adentro de uno de los cubículos. –Quédate aquí, no molestes a los demás y no roas la puerta-

Estaba muy asustado por escapar pero una vez que remontó el vuelo y mientras más se acercaba al pueblo más emocionado estaba. Llegó muy rápido. Antes de aterrizar se dio cuenta de que había algo fuera de lugar, le extrañó que no hubiera gente en la entrada de la casa, ni luces o decoraciones.

Llegó a la posada pero no había nadie. Tocó a la puerta varias veces pero no había signos de actividad. Consultó su reloj, tal vez llegó muy temprano. Pero no, ya era la hora.

Miró por la ventana, por un hueco que libraban las cortinas, las luces estaban apagadas.

No había ninguna fiesta. Se sintió tan estúpido.

Era una broma. Apretó los puños furioso. Esos niños seguro estaban burlándose de él. Y seguro fue idea de Fenrir. Dio un pistón al suelo y dio media vuelta para marcharse.

Volvió a la casa, recogió a Batuta del establo y se lo llevó a su habitación, se dejó caer en la cama y sin entender porque, se puso a llorar.

………….

Lucius seguía hecho un ovillo en la cama.

-Se que estas enojado porque no te dejamos ir- Abraxas se sentó en la cama, estiró una mano y acarició a Batuta en la cabeza- Pero entiéndenos, no es apropiado y mucho menos seguro.

-Lo sé.

-Cuando volvamos a casa podrás hacer tu propia fiesta, invitaremos a todos tus amigos. ¿Qué dices? ¿Por qué no bajas a desayunar? -

Lucius asintió.

Su abuela y madre charlaban.

-¿Escuchaste a los lobos anoche? Hacía mucho que no los oía.

-Creí que no había lobos en este bosque.

-Los hay, pero tiene mucho de la última vez que los oí. El olor de la comida debe atraerlos. Últimamente se han hecho muchas parilladas-

…………………

Como no se estaba concentrando, el instructor decidió una pausa. Lucius siguió montando el pegaso, o más bien el pegaso andaba por sí mismo, aterrizó y deambulo por la parcela. Pasaron frente al establo donde Fenrir acomodaba unos costales.Tenía muy mal aspecto y Lucius lo notó pero siguió ignorándolo olímpicamente, ni siquiera lo miró.

Y Fenrir hizo igual, no estaba de humor. Se sentía muy mal. Anímica y físicamente hablando.

-¿Qué ocurre Grissband? Estás muy lento.- Reclamó el capataz.  

-Voy señor-  

Lucius condujó el pegaso de regreso, siguieron a Fenrir por la parcela.  

-Supongo que la fiesta te mantuvo despierto toda la noche. –Reclamó Lucius.

-¿Fiesta?  ¿De qué fiesta hablas?

-Que pena que no pude ir, pero la verdad estaba muy ocupado. Espero no haberme perdido nada interesante.

-¿De qué maldita fiesta hablas? No hubo ninguna anoche.

-¡Estoy hablando de la fiesta a la que tus amiguitos me invitaron ayer! Y…

-¿Te dijeron que cruzarás el bosque?- Estaba muy sorprendido.

-Lo olvide, ni siquiera me interesaba… - Pero Lucius no terminó, agotado como estaba Fenrir se marchó caminando muy enojado en dirección al pueblo. Lucius apretó los puños- ¡Como sea! – Condujó el pegaso de vuelta con el instructor.

………….

-¡GRISSBAND!- Pero el chico ingnoró al capataz. -¡¿Qué parte de no molestes al nieto de la señora Malfoy no entiendes?!

Fenrir detuvó al pegaso y lo hizo bajar para hablar con él.

-¡No fue mi idea!, ¡Fue de ellos!- Se excusó. Lucius se frotó el brazo, no sabía si creerle o no, era un muchacho que le atraía pero ya lo había lastimado varias veces. –Yo no te habría dejado salir de allí. -Lo dijo pensando más para sí mismo.

-¿Qué diablos dices?- Molesto. Fenrir sonrió recuperándose, algo le hacía gracia.

-Mis estúpidos hermanos estan celosos. Como sea, no te acerques al bosque de noche. Hay lobos, podrían comerte. – Lucius palideció, nunca se le ocurrió que tenían esas intenciones. ¡Eran mocosos por todos lo cielos! El licántropo se acercó y lo tomó por el mentón. Lucius se congeló, no supo que hacer. – Ten cuidado. – Fenrir pasó su pulgar sobre los labios del mago, lo miraba muy concentrado, como queriendo besarlo pero sin permítirselo. –Ve a casa- Lo soltó y cabizbajo se marchó.

No estaba feliz, no estaba contento ni enojado. Estaba muy confundido. Sentía que se burlaban de él.

Lucius regresaba a casa de la abuela, lo hizo a pie. No estaba lejos, mientras, era seguido por la pequeña comitiva de “huérfanos” amiguitos de Fenrir quienes decidían si era o no buen material para el mayor. Su razonamiento era sencillo; estaban muy celosos. Si no dejaba en paz a Fenrir y se perdía, lo mataban y si se les unia que fuera como lobo pero que dejara de joder. Los más grandes estaban hartos de que Fenrir se comporatara como un idiota cuando Lucius estaba cerca.

Abraxas miraba desde la ventana. Lucius cruzó la reja la cual se cerró para dejar a los demás afuera. El mago lo recibió en la puerta.

-Lucius no te juntos con esos chicos, no creo que…

-¡Por favor Abraxas! ¡Déjalo que juegue con niños de su edad!- Bramó su madre.  

-¡Pero son malandrínes!

-¡Silencio!

-¡Pero…

-Shhh- Abraxas tembló en su lugar de impotencia. Le torturaba saber que su hijito iría a revolcarse de tierra quien sabe donde con quien sabe quienes y que tal vez se lastimaría sus rodillitas y sentiría dolor y eso lo abrumaba.

Pero Lucius no tenía esas intenciones, se fue a su cuarto donde permaneció el resto del día.

….

Una semana previa al término de las vacaciones, los Malfoy se marchaban de regreso a Wiltshire.

Se enteraron de que estaban haciendo las maletas.

-¿Enserio se van?- Aunque era algo esperado que iba a ocurrir, Fenrir seguía sin dar crétido. Hablaban a las afueras de la propiedad.

-Debo ir a casa. – Fue un momento incómodo.

-Oye, gracias por no decir nada.

-¿Decir qué?

-Que estoy aquí, por no acusarme con tu padre, ni las otras veces. –Lucius miró tras Fenrir, al montón de niños que se asomaban entre los arbustos para espiarlos. Sintió que no podía acusarlo con las autoridades, aunque fueran unos criminales, esos niños lo necesitaban. Decidió olvidarlo.  

 

Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer. 

Hasta la próxima. 


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