Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bendita Maldición por chibigon

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-8-

Bendita Maldición

Por Ladygon

 

Capítulo 8: Determinación Winchester.

Sam y Dean siguieron tan habilidosos como siempre. Aprendían con una velocidad increíble todo lo referente a los cazadores y Hombres de Letras. Entre más estudiaban, más se fascinaban con el hallazgo.  Castiel se vio sobrepasado, cuando comenzaron el aprendizaje de los hechizos, Dean no desperdiciaba nada. Por un tiempo, estuvo tranquilo sin sacar las cosas a flote o mejor dicho “ponerse raro”, pero cuando aprendió a inmovilizarlo con esposas enoquianas, la cosa se puso peliaguda.

—¿Qué haces? —preguntó confundido Castiel.

Estaban en la sala del búnker, parados a un lado de la mesa del mapa y las manos del chico se movían sobre él.

—Pues, aprendiendo el arte de los encantamientos de anulación. Tengo que probarlo con un ser sobrenatural y como el único que tengo a mano eres tú, por eso… —respondió Dean con simpleza.

—Ah, entiendo… pero, ¿por qué me quitas la ropa?

—Quiero ver si tienes lo mismo que yo.

—Claro que tengo lo mismo que tú ¿Por qué no lo tendría? Mi recipiente es de un humano.

—Ah, por eso.

—Por eso qué.

—Por eso eres igual, pero tú tienes alas, ¿por qué no se ven?

—Hay personas especiales que pueden verlas.

—Yo soy especial.

—No en ese sentido.

—Quiero verlas.

—Te las mostraré.

—No, quiero verlas por mí mismo.

—No creo que puedas Dean.

—Claro que puedo.

Castiel lo quedó mirando confuso. No era cosa de querer o no verlas, simplemente no podía y punto.

—No se me ocurre otra forma de que las veas Dean.

—A mí se me ocurren varias.

—¿Cómo cuáles? —Castiel ladeó la cabeza, confundido.

Dean sintió derretirse con esa acción del otro y sus mejillas se encendieron.

—¡No hagas eso! —chilló el chico.

—¿Qué cosa? No te entiendo nada Dean.

Dean pegó un chillido, luego un largo suspiro y se dejó caer en una de las sillas.

—Cas, escúchame lo que te voy a decir… Estoy locamente enamorado de ti.

—¿Eh?

Tuvo que esperar bastantes minutos para digerir la confesión de Dean.

—¿Cas?

—¿Eh?

—¡Cas!

—Sí.

—¿Comprendes lo que te dije?

—Este, nooo…

—Ya sé que crees que no soy gay, pero sí, lo soy, porque estoy loquito por ti.

—Mmmmh, técnicamente no soy un hombre, soy un ángel sin sexo por eso…

—Corta el rollo.

Dean tomó su rostro y le dio un beso arrebatador con lengua. Castiel no supo cómo lo alcanzó tan rápido. Un ser celestial, siendo reducido a la nada por un niño, adolescente, pero niño al fin. Debían ser efecto de las esposas enoquianas. Fue cuando reaccionó. Lo apartó de él con delicadeza para mirarlo a la cara.

—Dean, eres muy joven todavía. Tendrás más experiencias y te volverás un amante eficaz con las mujeres.

—No me gustan las mujeres, me gustas tú y me volveré un experto amante, pero contigo. —Dean sonrió con desfachatez.

Castiel lo quedó mirando con preocupación. Es que todavía no asimilaba lo que decía ese niño, quizás cometió un error cuando lo estaba criando. La mente del ángel se estaba rebanando, buscando ese error en sus recuerdos, mientras el chico lo miraba con impaciencia.

—¡Cas!

—Está bien Dean, debió ser mi culpa.

—No es tu culpa Cas, ¿por qué ese afán de buscar una explicación? Solo debes dejarte llevar por tus sentimientos.

—A ver, Dean, ¿cómo te lo digo para que lo comprendas? Yo no soy humano. No siento como ustedes los humanos.

—Te equivocas, Cas. Tú eres como un humano, solo que estás muy pendiente de ser el ángel Castiel, que no te das cuenta de eso.

—Dean, eres un niño, no puedo.

—¡Dios, Cas! ¿Por qué eres tan cabezota?

—No puedo evitarlo, lo siento, me acostumbré tanto a ser tu guardián, que verme en otro rol me cuesta mucho.

—¿No harás un intento aunque sea? —Dean mostraba un puchero adorable.

—Cuando cumplas dieciocho quizás.

—¡Pero, falta mucho para eso!

—Solo tres años.

—¡Mucho tiempo! —chilló el chico.

—No tanto, con exactitud son dos años, tres meses y nueve días.

—Es mucho… —recalcó sin efecto.

—Lo siento, Dean, es lo que te puedo ofrecer por el momento.

Dean lo quedó mirando con cara de borrego degollado. Su otro yo fue un verdadero estúpido al no poseer al ángel cuando tenía todo para hacerlo. No entendía al antiguo Dean, pues era imposible que no sintiera nada por el ángel, porque él era Dean y estaba completamente enamorado desde que tenía memoria. La espera era insostenible, una tortura constante, pero no estaba todo perdido, si el ángel le daba una pequeña luz al final del túnel, él vería como entrar a ese túnel. Una sonrisa maliciosa adornó su rostro adolescente.

—¿De qué te ríes? —preguntó Castiel.

—De nada —dijo con inocencia, pero la cara que puso no fue inocente—. Tendré paciencia contigo, porque te lo mereces, pero te amo y eso no cambiará. Te lo aseguro.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

—Eres Dean Winchester, después de todo.

Dean hizo un movimiento de cejas de extrañeza. Castiel sonrió enigmático, dejando al chico perplejo con una salida desconocida del ángel.

Eso lo dejó con más ganas de poseer al ángel por completo. Algún día lo haría, quizás más pronto de lo imaginado.

Castiel, mientras tanto, disfrutaría de los pequeños humanos, como lo estuvo disfrutando en todos estos años. De esa manera tan desinteresada y velando por ellos, día y noche por su bienestar. Al menos eso era lo que creía él, pero en el fondo, muy en el fondo de su interior, algo gestado desde hace años, estaba latente a despertar, sin que lo supiera.

Dean lo haría. De eso estaba seguro. Castiel no dudaba del humano y sus dotes de hacer lo imposible, posible. No estaba molesto por eso, sino confundido, porque si bien, él creía firmemente en Dean, Dean dudaba a cada rato. Solo era necesario un no, para que él empezara a dudar.

Por ejemplo, tres meses después, el día en que lo invitó al cine.

—No puedo. —Fue la cortante respuesta de Castiel.

En ese instante, Dean sufrió una especie de turbulencia cerebral de dudas, que realmente, impresionó a Castiel.

—Pe… pe… pero… ¿y mañana? —preguntó Dean con timidez.

¿Dean tímido? Eso pocas veces lo había visto, aunque quizás también, nunca lo había visto enamorado. Era cuando se acercaba a continuación y lo miraba muy de cerca, arriesgando que el chico se le tirara encima y lo violara. De todas formas, eso era prácticamente imposible, por la diferencia de fuerzas. 

Aun así, Dean se le tiró encima, pero no lo violó, sino que solo lo besó en la boca con desesperación. Fue tanta la desesperación, que Castiel lo abrazó, como tratando de tranquilizarlo y dejó que robara ese beso.

Dean besaba bien para ser un niño. Debió tener práctica en algún lado, quizás viendo pornografía de la misma forma como había aprendido él. No, si fueron las novias esas que tuvo, debió ser de esa forma. Sin embargo, Castiel no podía imaginarse eso por más que lo intentara y mejor que fuera de esa forma. La sola idea de ver a Dean besando a una mujer, le dolía el estómago y eso era muy raro, porque lo ángeles no se enferman del estómago.

El momento se congeló en el espacio y Castiel no pudo reaccionar a eso. Así cuando Dean se separó del beso y escondió su rostro en su cuello. Castiel lo retiró de ahí y lo quedó mirando como si fuera la primera vez que lo hacía, como esa vez cuando, con su nuevo recipiente, apareció en el galpón, haciendo estallar las luces y diciendo “tenemos que hablar”. He aquí el momento donde “tenían que hablar”.

—Tenemos que hablar…—dijo Castiel—… a solas.

—Estamos solos. Sam está en el colegio —respondió Dean con sinceridad.

—Ummh…

No se esperaba tan buena acogida de Dean con esa sinceridad. La última vez que clamó esas palabras exactas, Dean quería matarlo con la mirada. Claro que no lo conocía, a diferencia de este chico al cual crio.

—No quiero que hagas eso otra vez —regañó Castiel como el buen padre que era, o así lo pensaba.

Dean miró al suelo como pensando con seriedad. Luego, los ojos azules y verdes chocaron con intensidad.

—Cas, no importa —dijo el chiquillo—. Tú eres inmortal, tienes todo el tiempo del mundo. Yo puedo crecer y lo haré rápido para estar contigo.

—Ya estás conmigo.

—Me refiero a estar de otra forma.

—¿Cuál forma?

Dean sonrió con dulzura. “¿Y ahora quién es el adulto?”, se preguntó Castiel.

—¿Te refieres al sexo? —preguntó el ángel.

—Pues, ¡claro que me refiero al sexo! —exclamó el chico.

—¡Ah! Por supuesto, pero debes crecer primero.

—Espera, ¿me estás dando permiso?

—No, claro que no. Soy tu padre en esta “sociedad” donde has crecido. Para todos, yo soy el padre tuyo y de Sam.

—Arreglaré eso. No te preocupes.

—¿Y cómo harás eso?

—Ya veré. Cruzaremos ese puente cuando lleguemos. Pronto cumpliré dieciséis años y tengo dos años para pensarlo, pero lo arreglaré.

Ahí estaba la determinación Winchester en todo su esplendor. Castiel sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Eso quería decir, que Dean lograría su cometido no importando lo que se le pusiera por delante.

—Ummh.

Castiel tragó saliva. Ya veía lo que se le venía por delante, o por atrás, dependiendo, y eso lo preocupó en demasía. Otra cosa para preocuparse, además de volverlos a la normalidad, lo cual faltaban tres años para que Sam cumpliera quince, e intentarlo con un margen mínimo de error. Debía esconder las esposas enoquianas, sino quería ser violado por el joven que todavía no entendía el poder de dicho aparato sobre él. En el momento que lo supiera, estaría en grave peligro de caer en la perdición por abusar de un menor de edad, aunque mirándolo de esa forma, Dean sería un menor de edad siempre, tuviera la edad que tuviera, en relación con los miles de millones de años que tenía él. Sin embargo, no debía confundirse con esto, pues el Dean anterior siempre lo trataba como un niño, incluso como un bebé a causa de su ignorancia por este mundo. No podía evitarlo, la Tierra era un lugar hermoso, pero muy complicado para él. Después volvió  a confundirse, porque no tenía claro, quién de los dos sería el violado en caso de caer con las esposas enoquianas. Sacudió la cabeza llena de ideas raras. No caería en la humana condición de complicar las cosas antes de tiempo. Aun así, escondió las esposas enoquianas por precaución.

Los siguientes días las cosas se calmaron, pero Castiel decidió no bajar la guardia por si Dean tenía otro arrebato hormonal de esos adolescentes perturbados, o algo así. La rutina volvió a la casa, la escuela, el trabajo de internet, las compras y mantener la vida social lo mínimo posible por futuros ataques demoníacos.

Dean volvió al equipo de béisbol,  con su grupo de amigos y parecía un niño normal. Sam seguía con sus estudios, ya que el chico era muy inteligente. De seguro si seguía por ese camino, iría a la universidad. Castiel ahorraba todo lo que podía para ese día en especial, aunque poco claro tenía, de si era correcto o no, mandarlo a la universidad, cuando en esa fecha podía volverlos a la normalidad. Quizás debería conversarlo con Sam, después de todo, era su vida. Pero faltaba mucho para eso, o eso pensaba. Los humanos crecían demasiado rápido para el gusto de Castiel. Eso lo comprobó cuando un día, Sam apareció con una chica de la mano.

—Es mi novia —presentó Sam con naturalidad.

La chica era rubia, muy linda. Tenía una sonrisa dulce y la mirada inocente. A simple vista, no parecía ser ni ángel, ni demonio, ni monstruo. Eso era bueno en un noventa y cinco por ciento, el resto debía investigarlo, por si resultaba ser una mala persona.

—¡Felicidades Sammy, es muy linda! —Se adelantó Dean y le dio la mano a la chica para su presentación—. Hola, me llamo Dean Smith y soy el hermano de Sam.

La chica saludó con efusividad a la familia de su novio.

—Hola Dean, un gusto ¿Y usted debe ser el tío Cas?

—¿El tío Cas? —repitió Castiel como si estuviera en alguna realidad alterna.

—Sí, quién nos cuidó por todos estos años —confirma Sam.

Ahora era tío, después de ser padre por más de doce años. No podía imaginarse que sería en tres años. Por un instante, las fantasías de Dean podían ser realidad. Y era obvio, pues él no envejecía, ¿qué diría más adelante cuando sus edades se aproximaran? ¿Qué eran hermanos? Eso ya lo había pensado como una realidad futura.

Ser hermano de Dean… por alguna extraña razón no le gustaba la idea. En realidad nunca le gustó, ni cuando él mismo se lo dijo, esa vez, con el fin del mundo cerca. Mejor ser padre, un ser protector, porque eso se consideraba. Se consideraba desde siempre, desde que los conoció, e iba a ser muy difícil cambiar eso.

Fin capítulo 8

Notas finales:

Hola a todos, gracias por leer hasta aquí y comentar este fic. El próximo capítulo es el último, espero que lo disfruten ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).