Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez días por PokeStand

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Quise publicar ayer y no me dejaba por no cumplir la cantidad mínima de palabras, así que acá hay dos días juntos.

Lunes.

- ¿Qué?

Hanamaki suspiró y se llevó a mano la frente como si fuera una madre estresada. Y después le llamaban dramático a Oikawa.

Matsukawa lo explicó más sencillo. Los señaló a los con cada mano y juntó sus índices en el espacio vacío que había entre los dos.

Cierto. La apuesta. Ambos lo habían olvidado por completo. Era más importante pensar en la práctica matutina que en el extraño experimento de sus dos compañeros. Pero Oikawa quería ser partícipe de la apuesta, que no le afectaba negativamente desde ningún punto de vista: dinero, cena e Iwaizumi sin agredirlo de forma alguna durante diez días. Podía aprovecharse de lo último siendo un completo imbécil sin que nadie pudiera detenerlo. Una situación bañada en oro puro que no pensaba desperdiciar.

Dio un salto y rebotó contra el cuerpo de su mejor amigo, escuchando el momento en que lo dejaba sin aire por el golpe. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello y levantó una pierna como princesa de película para probar qué tan dispuesto estaba Iwaizumi a no cortarle el cuello.

Al parecer, era su día de suerte.

- Cuando pasen los diez días, estás muerto -lo oyó mascullar entre dientes.

Oikawa se rió. El abrazo no le pareció especialmente incómodo, porque todo no era más que un gran chiste por el cual le iban a pagar. Iwaizumi era una piedra en sus brazos, por enojo o vergüenza, o ambos. Por las dudas, lo soltó. Después de todo, ya había cumplido con su deuda de hoy.

- No cuenta si Iwaizumi no aporta -observó Matsukawa, pero el aludido continuaba quieto y con fuego en su mirada, así que rápidamente agregó-. Uh, no tienes que hacerlo ahora. Está bien mañana.

Fácil.

Ya podía sentir el dinero en su bolsillo, las zapatillas en sus pies y la carta del restaurante fino en sus manos.

Fácil.

Luego de ese saludo, se tuvieron que sentar hombro con hombro durante el receso de clases, pero como se quedaron practicando en el gimnasio hasta tarde, nadie les dijo nada sobre el pequeño choque de puños con el cual se despidieron.

Fácil.

 

Martes.

No era la gran cosa; era Iwaizumi. Entre los dos había una confianza ciega, la incomodidad del abrazo provenía únicamente de la manera en cómo sus amigos los miraban. Parecían voyeuristas mirando por la ventana del vecino. Escalofriante.

Fue corto, con una palmada de Iwaizumi en su espalda y un nimio apretón de sus cuerpos. Oikawa quería saltearlo e ir al punto: la práctica de vóley. Se sentía enérgico y se cambió en un santiamén.

Durante el trote para entrar en calor, alguien se le acercó y acompasó su ritmo al suyo. Ni siquiera tenía que mirar para saber de quién se trataba. Tenía su contextura grabada en la mente y podía diferenciarlo de cualquier otro con mirarlo de reojo. Se concentró en la respiración y en no chocarse con los conos que habían puesto para delinear el recorrido por la cancha.

- Sé un buen amigo y ayúdame a enterrar dos cadáveres.

Oikawa sonrió con un toque de sarcasmo, rodeando el cono.

- Enfócate en el dinero, Iwa-chaan.

- Eso intento. Pero mira.

Oikawa echó una mirada sobre su hombro. Tweedledum y Tweedledee, en su afán del mínimo esfuerzo, caminaban mientras los observaban. Matsukawa hizo un gesto sexual bastante fuera de lugar y se cercioró que el entrenador no lo haya visto. Después se echaron a reír, lo que sí llamó la atención del anciano y les sumó diez vueltas más.

- Tienes que ser cariñoso conmigo, no con ellos -comentó Oikawa como quien no quiere la cosa, sugiriendo que podía golpearlos todo lo que quisiera. En tal caso, no tenía problema en ocultar dos cadáveres, algo había aprendido después de ver tantas películas.

Iwaizumi se arremangó, enseñando los músculos para demostrar que no tenía ningún problema con darles una buena golpiza si volvían a fastidiar. Oikawa aguantó la sonrisa.

Pasaron los segundos de la práctica en los que podían cruzar un par de palabras nombrando películas que enseñaran algo sobre asesinatos, lo cual se convirtió luego en un grito de guerra antes de sacar o rematar. Y al parecer, desconcentraba a Matsukawa, por lo que mantuvieron los Hannibal y Kill Bill, entre otras películas sanguinarias y de temáticas oscuras, como frases de suerte antes de tocar el balón.

Era divertido, en especial si lograba irritar a sus amigos.

Oikawa seguía pensando que la apuesta era pan comido.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).