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Chilanguitos. por Linlim

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Notas del capitulo:

Cuando suelo comer,   regularmente  voy intercalando alimentos salados con dulces me permite distinguir   los sabores, de la misma manera, como he escrito estos últimos capítulos muy oscuros, además de los que vienen también lo son, redacté uno  un poco mas amable, aunado a que tenía ganas de escribir algo  como esto, ojalá y les guste, porque lo hice con todo mi corazón.
 

 
-Apúrate Bonito-
 
-Ya casi termino, no me apures porque me baño mal-
 
-Perdóname, tienes razón-
 
Era domingo, el menor se sentía un poco más animado, aunque un dejo de tristeza desdibujaba su rostro. Pedro  esperaba  a que Pablo se bañara, Doña Trini hacía varios días  los había invitado  a los quince años de su hija la Chula.
 
-Aprovecha a lavar los trastes, para que no estés de flojo mientras yo termino… la pileta esta llena-
 
-Chale Bonito, mejor miéntame la madre…-refunfuño un molesto Chilango.
 
-Que dijiste que no te oí-
 
-Que orita en chinga los lavo Pablito-
 
-Ahhh es que escucho otra cosa-
 
Los trastes del desayuno junto con los del día anterior ,   que aunque pocos, estaban amontonados en el lavadero, su pocillo de peltre chorreado de leche con nata pegada, unos jarritos de barro con migajas endurecidas en el borde , platos de plástico, un sartén negruzco cuyos residuos de arroz  se encontraba pegoteados en el fondo era el mas amenazante,  a simple vista hubiera sido confundido como material para pegar el periódico  de las piñatas y que sin embargo le había parecido suculento  al degustarlo  con sus frijolitos y su respectivo kilo de tortillas. 
 
Tan entretenido estaba observando con terror  esos aditamentos, que no notó cuando el rubio se le acercó a su espalda.
 
-Bien lavados eh-
 
Pedro lo vio, estaba enrollado con una toalla, su cuerpo frío por el agua, pero oliendo a jabón como a el tanto le gustaba, su piel, con marcas muy visibles en el cuerpo y cara, pero que en ningún momento atenuaban su belleza, el cabello sobre la frente dejaba caer pequeñas gotas de agua, sus labios rosados, sus ojos grises un poco opacos, su naricita respingona, ese niño adorable le robaba el aliento.
 
-Ey Pedrito reacciona que te estoy hablando y cierra la boca que te va a entrar una mosca- 
 
-Perdón Bonito me distraje - En ese momento Pedro se había reclinado para darle un beso pero no lo creyó prudente pues no sabia si podría controlarse al tocar ese cuerpo que sabía estaba desnudo bajo la pequeña toalla y apenas habían pasado dos días del trágico acontecimiento.
 
-Voy a cambiarme apúrate a bañarte, pero báñate bien y quítate toda la mugre que traes en el cogote…ah yo termino de lavar los trastes- Lo hizo a un lado iniciando la ardua labor.
 
Pedro  sonrió ampliamente enseñando todos los dientes incluyendo los chuecos.
 
Después de bañarse Pedro entró a la pequeña habitación chorreando un poquito de agua turbia por los codos. El menor apenas se iba a cambiar, el cuerpo delicado de este le antojaba abrazarlo, pero se contuvo.
 
-Pedro, no te oí entrar se cubrió con la camiseta-
 
Pedro agachó la mirada mientras miraba de la mesa que contenía los pocos tratos ya limpios y escurridos, sobre la silla estaba la ropa de Pedro ya dispuesta    que días antes habían comprado en un bazar , pero ya lavada por el menor, habían sacando algo de dinero de los ahorros  que ambos juntaban y  aun cuando el menor también  pensó en comprar en la mismo bazar, Pedro se opuso, comprándole  ropa nueva, sencilla que aunque  barata, fue  especial para el rubio , era la primera vez que no usaría ropa usada o regalada pero también lo seria de ir  a una fiesta como invitado.
 
De espaldas a Pablo, se vistió esperando a que este terminara.
 
-Como me veo- Preguntó el menor, haciendo que el Chilango volteara.
 
-Te ves bien Guapote, te voy a tener que espantar a las viejas que se te quieran acercar.
 
Pablo difuminó una tenue sonrisa triste. Pedro quiso decirle tantas cosas pero no las creyó prudente, el menor se recuperaba apenas. Con  el dorso de sus dedos acarició el rostro.
 
-Tú siempre serás mi Bonito, con ropa nueva o sucia, eres tan bueno, que mereces tantas  cosas que no puedo darte, pero  lo que si puedo darte es mi corazón -.
 
 Besó la frente del menor, si bien es cierto que el adolescente exagera en asuntos amatorios creyendo siempre que el primer amor será el único que guiará su vida y cuando adulto recuerda con un poco de vergüenza lo banal que este era, el amor de Pedro había empezado a madurar pues se estaba convirtiendo en adulto.
 
Pablo se refugió en los fuertes brazos de Pedro , hundió su nariz en el pecho de este oliendo, identificando el aroma que le generaba tanta seguridad, el estar a su lado se sentía protegido, amado, necesitado, respetado  y otra serie de verbos que conjugados describen el amor de pareja.
 
-Debemos apurarnos sino queremos llegar tarde a la misa-.
 
Pablo trato de alisar un poco  con las manos la camisa un tanto cuanto arrugada del Chilango, se veía tan varonil, tan alto con su ancha espalda y sus fuertes brazos, pues el filtro del amor transforma la visión del enamorado, que a ojos de otros era un chico larguirucho, prieto y sin gracia alguna. 
 
-Oye Bonito y ¿tu eres católico?- Empezó a hablar Pedro para romper el silencio incomodo mientras se dirigían a la pequeña capilla.
 
-No se, mi mamá nunca me llevaba a la iglesia-
 
-Mi jefa si, incluso me obligo a hacer mi primera comunión, chale mi madrina se fue a vivir a su pueblo una vez que terminó de construirle su casa mi padrino y nunca volví a saber de ella, pero lo que mas odiaba aparte de ir a la doctrina, era escuchar la misa, mi jefa me metía cada pellizco porque me quedaba bien jetón, es que sentía bien chido como me arrullaba la voz del Padre-
 
Una risita del menor lleno de alegría a Pedro, pues le gustaba verlo contento.
 
-Mira Pablito vamos a sentarnos mero enfrente-. El menor asintió, la iglesia no estaba muy llena porque probablemente los invitados preferían llegar temprano a la fiesta para apartar una zona de mayor confort.
 
Dentro de la capilla  estaba la Chula ya frente a el altar con un vestido típico Oaxaqueño regalo de su madrina  oriunda  de Oaxaca, era negro con grandes flores bordadas de colores vivos: rojo amarillo, rosa, blanco, verde,  en el pecho y la falda, que estaba rematada por un faldón blanco bajo esta, su cabello adornado con gruesas trenzas y listones de colores, un maquillaje tenue resaltaba su enormes ojos  bordeados de grandes pestañas , sus pequeños labios en formas de corazón y  una ligera tristeza coloreaba su rostro,  se veía angelical y virginal.  Doña Trini batallaba para espantarle a la bola de gañanes que la rondaban, pues anhelaba que fuera una mujer de bien, que estudiara y encontrara un buen trabajo, para después casarse y formar una familia con muchos hijos, que ella como abuela consentiría,   pues ese es el deseo  de las madres para con sus hijos, al menos para muchas en México. 
 
Repitiendo experiencias de antaño el Chilango se quedó dormido al inicio de la misa, ajeno a todo, recargado sobre el hombro del rubio que escuchaba atento el sermón, de cuando en cuando le daba un codazo,  sobre todo cuando se escuchaba el fuerte vibrar del sonido emitido de su garganta. Al finalizar la misa el rubio se percato que tenía una mancha de humedad en su hombro, justo a lado de la boca abierta de Pedro. Quien al sentir un fuerte pellizco en su brazo rápidamente se despertó, persignándose apuradamente tres veces formando una X en su rostro.
 
Cuando llegaron a donde sería la fiesta ,la calle se encontraba cerrada por tiras adornadas con globos rojo  y amarillos, la calle resplandecía,  pues en lo alto tenía tiras con popotes y flores de papel en el mismo tono, las mesas adornadas con manteles blancos en cuyo centro tenían un florero en forma de cisne con flores de tela en color…fácil de intuir: rojo y amarillo, algunos recuerdos que decían mis quince años como  servilleteros, saleros y pequeños rosarios de plástico, todos dados por los padrinos de recuerdos que en su mayoría eran  trabajadores de Tepito  pues eran amigos y clientes  de Doña Trini , así como en la mesa principal estaban cada uno de los 15  pasteles acomodados en una estructura de metal en forma de escalera, que robaron un ¡Oh! de asombro del rubio e hicieron relamerse los labios al Chilango. La entrada de la vecindad  tenía un gran corazón de unicel con la imagen de una chica con un vestido pomposo que  decía Mis XV años.
 
Realmente era una fiesta que involucró a todos los seres queridos de Doña Trini, pues muy de madrugada Don Goyo el esposo de la prima Mary llegó a llevarle mañanitas con el coro de la capilla a la muy estimada quinceañera y la vecindad completa había degustado un champurrado que Doña Juani la del 5 y Toñita del 7 dieron y  que hizo el favor de preparar Doña Cholita la atolera que vendía en el mercado. Por no quedarse atrás el camotero, que fue muy amigo del  ya finado padre de la Chula, le llevó tamales que  su esposa la tamalera preparó, los de dulce, los de raja y los de mole pulularon generando algarabía entre los presentes que degustaron con gran placer.
 
Cuando llegó la quinceañera y luego de acomodarse, empezó a sonar la música de vals que  con sus quince chambelanes enfundados en trajes negros,  alguno con camisas en tonos rojo y otros amarillos, unos se veían  rebosantes dentro de  ellos, otros les quedaban enormes,  unos altos, otros bajos, pero bastante coordinados en las cargadas.  Posterior  a ello vino el vals familiar. Doña Trini bailó primero con su hija pues al ser viuda era lo pertinente, gruesas lagrimas caían conmoviendo a los presentes, incluyendo al rubio que era consolado por Pedro, lo mantenía abrazado por los  hombros. Cuando inició el arribo de los familiares Pedro se animó a bailar  a pesar de la negativa del rubio, siempre le había tocado ver las fiestas desde el otro lado de la barrera y esta vez como invitado quería participar, aunque después de tres compases mal ejecutados fue relevado por un primo de la Chula. 
 
-Pedrito también invitaron al Juguis verdad-
 
-No creo, nunca lo vi  hablar con doña Trini-
 
-Pero, estoy seguro que lo vi por donde está el sonido, a lo mejor lo invitó la quinceañera-
 
-Nel, no creo, el es muy banda pa´ tener de amiga una muchacha tan buena como la Chula-
 
-Pedrito, no seas grosero, que es tu amigo-
 
-Oh, pus es que…-
 
La platica fue interrumpida cuando Pedro vio como empezaban a repartir la comida,  Doña Trini, su prima Mary y  la madrina de la Chula a quien se le asomaba el medio fondo bajo su falda ,  se desvivían  vaciando las  cazuelas de barro que parecían no tener fondo, las  cucharas de madera acuñaban porciones de  carne a la mexicana, chicharrón en salsa verde, mole, barbacoa,  romeritos, rajas con crema, chicharrón prensado, nopales con pollo, al pastor,   para ser aterrizadas en tacos de doble tortilla . Les siguió los pequeños platos con pozole, acompañados con sus aditamentos y su salsa bien picante. Los refrescos de 3 litros saciaban la sed y calmaban el escocer del irritante, todo fue  guisado por las manos expertas de Doña Trini y que hacía que literalmente los invitados se chuparan los dedos, incluyendo la gente que se encontraba en la cercanía de la barrera de globos que cerraba la calle, pues también les fue compartido los alimentos.
 
 Pedro repitió platillo e incluso se comió un taco del Güero.
 
-Mira Pedrito, ya te manchaste la camiseta de mole, no se si le podré sacar la mancha –
 
Pablo con una servilleta trataba de quitar la mancha, ante la sonrisa placentera de Pedro, mientras se sobaba la panza, pareciendo perro de rancho.
 
En algunas mesas ya se escuchaba el sonar de las botellas al brindar, las medias y los cuartitos de cerveza bailaban de mano en mano, aspiradas rápidamente con el pretexto de que el mundo se va a acabar.
 
La música resonaba fuerte en la calle, el encargado de esta fue un primo de la Chula, a uno que le decían el Elote, por la cantidad de  granos que tenía en la cara, era un sonidero que trabajaba en Tepito  vendiendo música pirata, agradablemente combinaba un amplio repertorio de cumbia,  la bulla se hacía notar, los niños corrían y las parejas  ya bailaban demostrando las jaladas y las vueltas sincrónicas, rítmicas y ondeantes. Otros solo bamboleaban y se retorcían como si quisieran rascarse la espalda con los codos y no se alcanzaran.
 
-Vamos a bailar Pablito anda-
 
-No se bailar-
 
-Yo te enseño-
 
-Me va  dar pena-
 
-No importa, vamos-
 
-No iré, ve tu-
 
-Mira hasta don Agüita Tibia está bailando- Señalo a un hombre en el anochecer de la vida.
 
-¿Porque le dicen así?-
 
-Porque el ca…nijo de su yerno dijo ya le faltaba poco para enfriarse-
 
Ese era la Moronga, su yerno, un sujeto más prieto que  Pedro ( como si esto fuese posible)  le había puesto el apodo, sin embargo sarcásticamente la Moronga ya había sido intervenido dos veces, una para extraerle la vesícula y otra para extraerle  el apéndice , padecía hipertensión y seguido se le subía el colesterol e irónicamente Don Agüita Tibia, seguía vivito y coleando…y sano. 
 
Era un señor de madera antigua, de esos que la vida se ha ido  llevando de manera sigilosa y anónima, cuantas voces extintas, parte de nuestro pasado arrebatado y  que ignoramos, porque somos ahistóricos, porque olvidamos, porque nos avergonzamos de nuestra identidad. El aún seguía  levantándose a las 4 de la mañana para estar listo a las 5 e ir a comprar sus periódicos, para religiosamente  estar a las 6 de la mañana  en su puesto igual que en antaño, cuando inicio las ventas en su viejo Kiosco, que rindió fruto para mantener a su numerosa familia. Aunque actualmente las ventas disminuyeran porque la gente prefería leer por internet en sus celulares, tablets  o computadoras, eso si, la visita de los muchachos seguía siendo asidua por las mañanas, un grupo de señores jubilado que le hacían coro remembrando su tan diferente pasado en contrastación con la actualidad.  ¿Cuantas cosas habrá visto?, ¿cuantas historias por contar? ¿Cuantos dispuestos a oír? Pero… ¿qué las hace interesante? El oído que las escucha. Una de esas personas era Rosita su bisnieta,  que lo quería rete harto, todas las tardes le llevaba su comida y se quedaba a hacerle compañía. El, sentado en un banquito, cruzado de piernas, mientras comía, contaba  historias del México antiguo, muchas de ellas relatadas varias veces, casi aprendidas de memoria por la niña, aun así, ella escribía con diligencia cada crónica  contada por  su Papá Toño, como ella cariñosamente lo llamaba.  Y ahí estaba el casi centenario hombre sacándole  brillo a la pista junto con Rosita que feliz trataba de seguir el ritmo que marcaba el alegre señor.  El amor tiene diversas formas de expresión. 
 
Después del insistir de Pedro  y el resistir  de Pablo, el Chilango se levantó para sacar a bailar  a Doña Trini, quien ni tarda ni perezosa aceptó. Pedro bailaba con donaire, las vueltas y las jaladas al bailar cumbia le sentaban bien. Reía contento  mientras el rubio lo admiraba en la lejanía.
 
Una chica menuda y bonita parecida a la Chula, se le acercó a Pablo.
 
-¿Bailas conmigo?-
 
-No se bailar-
 
-Anda, nomas un ratito-
 
-Es que no me gusta,  gracias-
 
-No seas apretado, nomas porque estas güerito y soy morena…¿verdad?-
 
-No, es eso, es que yo…-
 
-Vamos- Lo jaló la chica, sin darle tiempo a replicar.
 
Estratégicamente poco a poco se fue colando hasta estar   cerca de donde bailaba Pedro, a quien la situación no le sentó muy bien. Su sonrisa fingida, en cada vuelta denotaba la molestia hacía la chica,  quien al darse cuenta de la situación, a propósito bailaba repagandose al menor, le había pasado los brazos por los hombros, mientras este solo se balanceaba cual boya en alta mar. 
 
-Comadre ya hay que repartir el pastel- Una mujer delgadita, madrina de uno de sus hijos menores se le acerco-Y no encuentro a la chula para que me ayude y yo sola ando pariendo chayotes.
 
-Esa chamaca últimamente se me pierde mucho, vamos –
 
-Sale mijo, te dejo y ya deja de ver a sí a la chamaca,  es mi sobrina, es tranquila, no te lo va a quitar-
 
-Ay Doña Trini no ande usté a pensando de mi,  si yo ni color me di de que estaba bailando con Pablito y que lo estaba abrazando demasiado apretado y que se le queda mirando como mensa-
 
Doña Trini le dio un sape.
 
-Más respeto…cuidadito con que le hagas algo a mi sobrina o al Güero-
 
Doña Trini se alejó y Pedro se quedó parado sin saber que hacer. Pero una mano al percatarse de su semblante lo jalo.
 
-Ven baila con nosotros- La chica que bailaba con el Güero lo jaló dándole  espacio. Pablo sonrió agarrándolo del codo mientras los tres bailaban asincrónicos.
 
La música cambió a un ritmo moderno, en los cuales nunca se coordinaron, Pedro ya se encontraba sudando y Pablo se esforzaba en secarle  el sudor de su frente con una servilleta, la chica un poco olvidada por ellos se retiro,  pues fue rescatada por su amiga, quedándose solo ellos, que al percatarse de la situación generó incomodidad en el menor.
 
-Debemos sentarnos ¿no?-
 
-¿Por qué?, mira el Chilaquil anda bailando y nadie dice nada-
 
El Chilaquil era un homosexual que solía vestirse de mujer y se veía muy ´guapa´, decían que como platillo mexicano se veía muy sabroso, lastima que tuviera dos ´güevos´, bailaba con un tipo que al parecer estaba muy borracho y le pasaba las manos por todo el cuerpo del Chilaquil, cual policía buscando alguna arma oculta y que seguramente la había encontrado e indudablemente deseaba confiscarla pues disimuladamente la sobaba.
 
En eso se escuchó el sonido de la canción ´Caballo de rodeo´ retumbando en la calle y preparó a la gente para la batalla campal de pasos y persecución.
 
-Nooo, baila conmigo-  Le dijo Pedro en el oído, mirándose de frente sonrieron y continuaron sin que a los demás le importara lo que sucedía. Pedro posicionó sus manos en los hombros  del menor , que confundido,  era guiado de manera desordenada para seguir el ritmo de baile, que en definitiva fue un desastre, ya que iban en direcciones opuestas, pero el menor reía divertido de su falta de coordinación y equilibrio, pisoteando a todo incauto que osara atravesarse en su camino.
 
El ágil y presto D.J. Elote había puesto música lenta,   Pedro giró al menor que quedó frente a el, de manera sigilosa su mano llega a la cintura de Pablo, sin apresar, solo con un suave toque, de esos  que te dejan  con ganas de mas, solo se balanceaban, la distancia se reducía centímetro a centímetro hasta que permitió que Pablo pusiera su cabeza sobre el pecho de Pedro, tan tibiecito, no estaban abrazados, ni tan juntos, ni tan alejados, sin embargo la calidez del momento los recorría con necesidad de poder estirar los brazos , de poder  estrecharse, de poder  fundirse con el otro, tan lindo es amar y ser correspondido.
 
Ya caía la madrugada cuando la música paró,  el padrino de la quinceañera forcejeaba con su esposa  que trataba de quitarle el micrófono. El sujeto se tambaleaba por culpa del alcohol, las risillas y los cuchicheos empezaron a escucharse.
 
-Quiero brindar por mi ahijada…hic…porque ahora se ha convertido en una paloma que emprende el vuelo…hic…shi, shi es ahora cuando el tropel de caballos a galope …a galope…que…no me distraigas mujer, ya te dije que no estoy borracho… y entonces tu Chula te has convertido en una paloma que emprende el vuelo…hic…-
 
Pablito reía bajito.
 
-Lo hubieras escuchado cuando hablo en la boda de su hijo, unos amigos  estábamos  en  la esquina y podíamos escuchar sus gritos en el micrófono…fue muy gracioso, la señora terminó cacheteándolo y el llorando.
 
-Pues a mi me gustaría, si tuviera a mi papá que hablara en la boda, eso significa que me quiere, aunque estuviera tomado no me importaría-
 
-¿Tú quieres casarte?-
 
El rubio reaccionó ante sus palabras, no quería que se malinterpretara, incluso no supo lo que significaban o que pensaría Pedro, se sintió mortificado. Solo alcanzó a agachar su cabeza. Pedro sonrió, le alzo delicadamente el rostro y le dio un suave beso en los labios, casi sin tocarlo, casi no fue beso, pero aun así lo fue. 
 
Pablo se sonrojó  ante ese gesto por primera vez público.
 
-Vámonos ya es muy tarde y tengo sueño-.
 
-Espera, mi recuerdo- El rubio corrió a la mesa por su florero en forma de cisne.
 
Pedro le sonrió, no sabía lo que eran, no sabía si tenían futuro, pero que diablos, eran jóvenes con tendencias fantasiosas y anhelantes de un vislúmbrante quizás.
 
Pedro tomó la mano del menor, uno a uno alineo los dedos, pulgar con pulgar,  índice con índice, medio con medio, anular, con anular, lo mismo los meñiques, observo la fila de dedos y las entrelazó calzando cómodamente cada uno de ellos, sin embargo la libertad del pulgar, permitía acariciar tiernamente el dorso de la mano del rubio.
 
Tomados de la mano, empezaron a caminar por la oscura calle rompiendo el frio de la madrugada  con la calidez del tacto y sus palabras.
 
-Yo no me pondría traje, me daría calor- Dijo Pedro iniciando el dialogo.
 
-Yo si-
 
-Yo no daría mole –
 
-Yo pondría globos rojos en forma de corazón-
 
-Yo daría tequila en lugar de chelas-
 
-Yo pondría una maceta en lugar de flores de tela-
 
-Yo…-
 
Prosiguió la conversación perdiéndose un poco ante los sonidos  reanudados  por el  Elote, a lo lejos sonaba la voz grave de Alejandro Fernández cantando ´Como quien pierde una estrella´ , mientras sonaban las botellas de vidrio brindando, las aguardentosas voces roncas de los últimos invitados trataban vanamente de entonar  la canción llena de  dolor. Y  por un momento, solo por un momento,  la pareja olvidó los malos acontecimientos vividos… al menos por ese día.
 
 
 
 

Notas finales:

 

 
Creo que algunos tildarían de naco este tipo de eventos, pero… ¿que hay de malo en ser un poco naco? por si alguien que no es de México lee, también están las fiestas pomposas en salones adornado de manera fastuosas, con cristalería y vajilla finas, candelabros, platillos refinados en varios tiempos, personas vestida de etiqueta , vinos añejados. Trate de describir esa parte que muestra la solidaridad del mexicano, la importancia del compadrazgo y la cercanía de los lazos familiares  y de las amistades que no solo se da en situaciones dolorosas sino  también en la de felicidad.  
 
 
P.D. Hay pequeños  detalles que  tienen significado en capítulos posteriores, ojala los recuerden.
 


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