Chilanguitos. por Linlim

 
Pedro se subió a la camioneta y se quedó meditabundo y cabizbajo. Como todo joven, no tenía idea en que se había metido o tal vez si, pero no la magnitud de la situación.
 
En algunas comunidades de ciertos estados de la República Mexicana, había chicos y chicas que se hacían novias o novios de sujetos “guapos”  por internet, para esos tipos era fácil conocerlos por sus paginas de face , si tenían pareja o no, sus actividades cotidianas, la música que escuchaban, sus lugares preferidos, las cuentas abiertas al publico eran de fácil acceso y una vez que los “conocían” lo que hacían eran engancharlos, diciéndoles las palabras que querían escuchar, decían compartir aficiones   y después estos tipos que estaban “caritas” iban a conocerlos personalmente  y durante una semana terminaban de enamorarlos , fueran hombres o mujeres, buscaban que estuvieran mas o menos atractivos, las presas mas comunes eran personas de bajos recursos, para que no tuvieran medios para buscarlos en el momento de que los ´desaparecieran´, sobre todo en zonas rurales, aunque las urbanas tampoco estaban totalmente salvas, les prometían el cielo y las estrellas y… ´Vualá´,   se huían para poder vivir felices por siempre, tontamente credulos con la promesa de que estando en la ciudad de México  se casarían, sobre todo porque en el caso de los hombres, ahí era legal el matrimonio homosexual, así que cargando una pequeña maleta de ropa y una mas grande cargada de  de sueños y esperanzas, se iban con el ser amado, pero es que…¿no es acaso una de las necesidades mas imperante en el ser humano? Amar.
 
 El problema es que el  amor que los medios televisivos han vendido, es el análogo de la película de la Cenicienta, donde el príncipe apuesto y todopudiente, se fija en la insignificante y hermosa chica, pobre y andrajosa que en una perfecta metamorfosis se trasduce en  una delicada y hermosa doncella. Malditas telenovelas, enajenadoras de mentes y mucho más de almas. 
 
Si se habla de amor, este va más allá del cliché, del género, de la belleza, del nivel socioeconómico, es un sentimiento tan basto y embriagador, que así sea un adefesio alejado del prototipo  de belleza social actual. Cuando se ama, el sentimiento sobrepasa la imagen. No importa si es gordo o flaco o alto o chaparro o prieto  o pecoso o ignorante, el ser amado es perfecto cuando se le conoce en amplitud (Al menos eso había experimentado Pablo y de ello estaba medianamente consciente el Chilango). Pero acostumbrados a la venta de imágenes e historias, ahí estaban chicos y chicas comprando el amor barato que los sujetos les vendían, junto con la promesa de amor eterno. Ilusos productos del sistema.
 
Llegaban a alguna casa, donde se rompían sus sueños, el príncipe se convertía en verdugo,  eran regenteados al mejor postor que se encargaba de entregar a la madam o padrote que les  venderían o prostituirían, dependiendo la belleza de la cara, el cuerpo o los rasgos, podía ir desde un burdel de mala muerte hasta un político de alto rango.
 
 Esa era la razón por la cual le  preocupaba el futuro de Pablito, no intuía el nivel de riesgo, ni tenía una imagen clara del sistema y como operaban,  lo que si infería era que  los rasgos hermosos y finos de Pablo lo ponían en el mas alto riesgo, de pornografía o cosas mas graves que no quería ni imaginar. Su mente se había llenado de todos estos pensamientos y preocupaciones mientras se  dirigían en dirección opuesta a donde habían ido antes. Llegaron  a una mansión que se divisaba desde afuera. 
 
-Vente Chilango, en tu perra vida vas a poder disfrutar de esto- 
 
El Boss camino seguido de sus dos guaruras mas otros 2 tipos que  se sumaban, probablemente en el terreno baldío, pero tan inmerso en sus pensamientos estaba que ni cuenta se  dio. Los tipos los guiaron hasta una zona más lujosa.
 
Caminaron por amplio patio empastado, en la parte central, por una camino empedrado, a la izquierda había en un área pavimentada  donde estaba un área de estacionamiento ,  varios carros lujosos desde camionetas negras tipo Hummer , autos deportivos en vistosos colores como amarillos y rojos , limusinas , denotaban que la gente que debía estar dentro tenía poder económico, porque es la única manera de poseer semejantes posesiones motrices, cualquier actividad que les permitía vender, comprar, negociar, invertir o ganar cualquier producto o servicio, el negocio podía ser  legal o ilegal, mientras fuera lucrativo no importaba,   nadie cuestionaría el origen mientras su estatus le permitiera  Pagar.
 
La entrada de la casa era majestuosa, de color blanco,  una entrada con escaleras llevaban al elevado primer piso, a los lados jardineras con todo tipo de flores y arbustos, que sin duda alguna dejarían anonadado a Pablo, dos columnas blancas tipo griego se elevaban hasta el segundo piso, dejando ver un enorme ventanal de vidrios tipo espejo que se elevaban hasta el techo.
 
Dentro de la casa había gente con poca ropa caminando por el enorme recibidor, el piso de mármol pulido resplandecía bajo la luz de la lámpara de araña colgante en el centro acompañada de lujosas lámparas empotradas en la pared de cristal cortado cuyos reflejos tornasol desprendían halos de luz blanca con tonos de arcoíris, las largas y lujosas cortinas daban un ambiente lujoso. Tras un recibidor de madera tallada estaba una mujer con un diminuto vestido rojo, enormes zapatillas y medias de red, el escote hasta el ombligo con su cabello largo ondulado suelto, su maquillaje profesional acentuaba su belleza pero no disimulaba su corta edad, uno de los sujetos que los acompañaban y que el Chilango no conocía se le acerco y le dijo algo al oído y ella le murmuro algo en respuesta, el sujeto les hizo una seña y caminaron para atravesar la amplia sala de la casa, mujeres y jovencitos varones   caminaban de un extremo a otro, portaban pequeños bikinis que no tapaban con ningún recato.
 
El lugar le hizo a el Chilango  evocar  una de esas historia que les contaba el Padre Jacinto, en su pequeña capilla,  ese que los obligaba a escuchar el sermón especial  los domingos, el aguantaba porque después  les daba comida gratis cuando era niño y asistía a el catecismo , el Padre Jacinto era un hombre de edad incalculable, con el cabello cano  , producto de la edad o las experiencias vividas,  tenia un ligero parecido a Beto de los moppets, pero con mas edad, sus cejas espesas y algo levantadas llenas de canas, a Pedro siempre le dieron ganas de tirar de los vellos que le sobresalían de la nariz como si trataran de escapar de esta. 
 
 ´Sodoma y Gomorra´, la perdición del hombre es el sexo, decía el padre y al gritarlo escupía un poco sin querer, le hacía falta uno de los dientes en la parte inferior, por ello cuando hablaba solía ensalivar un poco al que tenía enfrente , imprudentemente , no intencionalmente  , por eso nadie quería sentarse delante a el y los niños solían llegar tarde para ocupar la tercera o cuarta banca  ,  el Padre se apasionaba de su labor, decía que los hombres eran arrastrados por sus pasiones y les hacía cometer actos lascivos, que iban en contra la naturaleza humana ya que el sexo solo se había hecho para procrear, los demás chiquillos cuchicheaban a lo bajito, niños desarrapados igual que el y que asistían con la misma intención que Pedro: comer. A esa edad no entendían el significado de las palabras en su profundidad, solo sabían que hablar de sexo era morboso, por eso reían y cuchicheaban a lo bajo, lo cual les hacía ganar un coscorrón o jalón de orejas tronado. Años después supo de lo que hablaba el Padre, pero era hasta ahora que entendería la extensión de las palabras.
 
En medio de la gigantesca  sala  los blancos pisos brillantes servían de cama  para algunos hombres o mujeres que cabalgaban sobre otros hombres en sexo  “frenético y descontrolado” en palabras del Padre  Jacinto, mientras que  otras personas miraban lujuriosos, estos observadores eran hombres con la camisa arremangada, mostrando ostentosos relojes brillantes y enormes anillos con piedras o alianzas en el dedo anular. Hombres con familias presumibles, de esas que salen en sociales en periódicos de prestigio, pero solo son la podredumbre de la sociedad.
 
En otra área en el fondo,  varios sillones negros de piel,  servían de cama para otros cuyas mujeres o jovencitos desnudos bailaban sobre ellos, la música fuerte acallaba las estruendosas risotadas de esos  hombres y  tal vez los gritos, chillidos o quejas  de algunas que se veían ahí,   las mujeres casi sin busto y los jóvenes por sus rasgos,  su estatura y poco vello corporal podía casi confirmar que no rebasaban los quince años, tal vez menos.
 
La imagen sexual se extendía hasta las columnas internas de la casa, hombres  que se recargaban sobre otros jovencitos o  para comerles la lengua mientras recorrían los cuerpos de estos,  al menos sus lágrimas delataban que no estaban por voluntad bajo las garras de esos hombres mayores que las manoseaban , los acorralaban por las paredes. Hombres mayores que no solo podrían ser sus padres, no cabía la menor duda que incluso podrían ser sus abuelos. 
 
Hombre hedonista en su búsqueda interminable del placer sensual, cegado por la lujuria en cuyo nombre comete actos atroces sin percatarse de la destrucción que consigo lleve, a si mismo y para con los demás, arrebatando halos de vida e ilusión, mancillando, marcando, hombre insaciable que cercena fragilidades.  
 
 
 Caminaron por el centro del salón hasta la parte posterior de la casa donde se observaba nuevamente un patio con zonas de pasto y otra en un estilo colonial , adoquinado, una amplia alberca llena de gente en trajes de baño o al menos una parte de esto en algunas mujeres que nadaban dentro, hombres de diferentes colores y tamaños se encontraban en los asientos, algunos acompañados de una o dos mujeres otros de hombres fuertes o varones jovencitos, en el fondo había un bar cuyas vasos y copas eran repartidos por mujeres y jóvenes del sexo masculino con pequeños mandiles y sin ropa interior, que difícilmente tapaban sus partes nobles frontales, pero que la parte posterior quedaba libre de ser manoseada.
 
 
 Un jalón en el brazo alertó al Chilango de su aletargamiento.
 
-Tardaron en llegar  Boss, ya deberías cambiar tu carcacha, es muy lenta cómprate una Hummer como la mía. 
 
-Jajaja , seguro Gabo, nomas que jale mas el negocio- Sabía que era una broma la camioneta en la que el manejaba era una todo terreno.
 
-No me digas que ese escuincle es tu hijo.- Señaló al chilango.
 
-¿Que paso?, si se van a tener hijos hay que mejorar la raza, no seguirla cagando… es mi nuevo trabajador, tengo mucha esperanza en el, se ve que es abusado el escuincle, lo voy a entrenar, no se que tiene que me late que lo ande trayendo conmigo, tal vez me recuerda un poco a mi…pero en feo- Dio una sonora carcajada. -Solo espero que no me defraude, por el acto de caridad que estoy haciendo.- Sonrió burlón.
 
-Como cree Boss, usted confié en mi-
 
-Dale un regalito de bienvenida Gabo, a mi nombre-
 
-Pinche codo, Boss, pero pa´ que veas que soy bueno y hoy ando de esplendido  le voy a regalar un rato con una vieja, pero de las ya usaditas ehhh-
 
-No Gabo, este güey es  medio puñalón, mejor dale un escuincle que así le gustan, pa que el Chilango le de duro- Rió con mas  ganas y malicia.
 
El Chilango quedó callado ante lo que decían, seguramente el Boss, se imaginaba la relación que tenía con el Güero. Su corazón se sobresaltó, pero pese a ello se quedó callado.
 
-Nel, mi Boss, esos cuestan lana, le voy a mandar uno mas madurito, ya que ellos se arreglan a ver como se acomodan-
 
-Pues de lo perdido, lo que aparezca, sale Chilango, atáscate ora que hay lodo, una vez que acabes, te me largas pa´tu casa, que el Brandon te lleve y se regresa en chinga- Señalando a unos de los tipos que nos acompañaban, no te me desveles mucho que mañana empiezas.
 
-Gracias Boss-, así será-
 
-Nomas que antes te bañas mugrosito, ve a una habitación del fondo, ahorita te mando a uno de mis muchachos, cortesía de la casa y tu Boss ven a que te entregue tu regalo- 
 
-Gracias Don Gabo-Tal vez ni lo escuchó, se alejaron rumbo al bar. Pedro se dirigió al fondo, había varios cuartos, de algunos se escuchaban gritos, de otros quejidos y en algún momento creyó  escuchar a alguien ladrar como perro o tal vez si era un perro. El tipo le señaló una habitación  abrió la puerta con una llave, mientras veía de reojo como de la habitación contigua sacaba a un jovencito ensangrentado de la cara, enrollado en una sabana rosa también manchada…tal vez de sangre , el sujeto que lo cargaba vestía de negro, era alto musculoso y de piel oscura, le hizo una señal al tipo, que empujo a Pedro a la habitación y la cerró, dejándolo confundido.
 
 La  habitación parecía silenciosa, era de un color gris claro  con una sola pared roja,  sobre la que había recargada una cama tipo matrimonial, muy  bien arreglada,   las sabanas eran de color gris, las almohadas del mismo color y varios cojines unos cuadrados de color gris  mas oscuro y otros redondos en rojo, la colcha era gris oscuro igual que los cojines, doblada en el borde de las almohadas,  con pequeñas líneas rojas, las cortinas de color gris oscuro que no dejaban entrar la luz de afuera y unas lámparas de color blanco  en unos taburetes a lado de la cama, estas iluminaban la habitación tenuemente.
 
Se quitó rápidamente la ropa y se  metió  al baño siguiendo las instrucciones dadas, nunca en su vida había pisado un lugar tan bonito, solo había visto películas porno con baños parecidos, pero solo en las películas que vendía el Chucho y que en ocasiones los dejaba ver por las noches, cuando se juntaba con ellos  y les invitaba un poquito de marihuana en su vieja y enmohecida casa, aunque en definitiva no era ni la mitad el lujo.
 
 El baño era también gris claro con azulejos jaspeados simulando mármol, tenía una tina blanca y  una regadera que al abrirla tenía agua calientita, los jabones eran en forma de florecitas y pescaditos, había otras botellitas que olían bonito, de diferentes colores, no sabia si era para bañarse porque estaban pegajosas algunas y otras mas  resbalosas, pero igual se untó todo lo que pudo, olería bonito esperando que Pablito lo oliera…Pablito, vino a su mente, estaría preocupado, y sin poder avisarle algo, era ya la madrugada y desde la tarde había salido,  el no tenía teléfono y hablar a esta hora con el portero sería casi punzar al Pitbull, así le pusieron de apodo a la mamá del portero a sus espaldas, tenía tantas arrugas en su cara gorda, que hasta anillos se le hacían en su cuello. Temía que si se iba antes el Boss se enojaría y por lo que veía, eso no era bueno,
 
Se escuchó el sonido de la puerta, terminó de bañarse, se secó con las toallas blancas, dejando un poco de mugre en ellas y salió. Sobre la cama estaba un muchacho mas o menos de su edad, tal vez un poco mayor, desnudo,  de un tono moreno claro, el cabello pintado en un tono café y lacio, largo hasta los hombros, su cara aniñada y sin embargo sus rasgos parecían mas maduros de la edad, sin decir nada , se incorporó y jaló la toalla que el Chilango llevaba enrollada en su cintura y al verlo una sonrisa ilumino su cara, se acostó  boca arriba y abrió las piernas, chupo uno de sus dedos y mientras que con una mano se estimulaba el pene con la otra comenzó a meter un dedo ensalivado en su ano, lo miró y sonrió. 
 
-A ver  naquito…¿arriba o abajo? –