Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Chilanguitos. por Linlim

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Dos días después el Chilango fue a buscar a “La oficina” al Juguis.


Era un bar grande cuyo dueño era el Boss, en el fondo había un cuarto que le llamaba su Oficina de negocios, ahí planeaba sus “bisnes” como el solía llamarlos, daba ordenes y lo iban a visitar sus trabajadores, distribuidores, halcones, matones, era su centro de control. Aunque eso lo dedujo con el tiempo.

 

Le preguntó a un tipo por el y le señaló la barra, ahí estaba sentado mientras se comía un hamburguesa.

 

-Que pasión mi Juguis, ya no te acuerdas de los cuates-

 

-Que paso Chilango, pasa por esta tu humilde casa- Chocaron las manos y luego en puño, como lo hacen los viejos amigos.

 

Le señaló un banco y lo hizo sentar junto a el , pidió una cerveza para el Chilango al cantinero quien se le dio de mala gana.

 

-Apuntala a mi cuenta- Dijo Juguis, aun cuando sabía que cualquier cosa que consumiera era gratis por orden del Boss.

 

El joven escuálido miraba como una hamburguesa enorme y con papas era jugueteada por el Juguis.

 

-La quieres, cométela, a mí ya se me fue el hambre-

 

No lo dudó y la engulló con prisa , mientras el otro chico lo miraba divertido.

 

Las visitas se volvieron mas frecuentes, sin llegar a ser diarias, esporádicas, pero no en demasía. Tal vez porque le daba lástima o lo recordaba la mala vida que nunca tuvo o cual haya sido la razón, pero siempre le expresaba un poco de compasión, lealtad, amistad o afecto, la razón nunca la supo el Chilango pues jamás se la preguntó y el juguis nunca se la dijo.

 

Este joven Mecenas fue el principal proveedor de comida, Junto con Doña Trini, dueña de una pequeña fonda en el mercado de la Lagunilla, que al terminar el día de ventas solía regalar comida a los niños que deambulaban en la calle, que aunque por mucho que ella quisiera, no podía darle a todos los solicitantes de alimentos que pululaban en las calles, jamás podría multiplicar el pan como ese señor de la historia que les contaba el sacerdote durante la misa , a la que llegó a ir el chilango con su mamá los pocos domingos cuando era pequeño.

 

Después de muchas visitas al bar a pesar de permanecer vigilados siempre por un tipo apodado el Chiquilín, vestido de negro de casi 1.80 metros de alto, grueso y de cabello rasurado casi a rape, su piel morena, menos oscura que la del Chilango y con un cuello prieto con una cadena de acero, de la cual colgaba la Santa Muerte, un cinturón ancho de cuero tejido y una pistola de cachas negras y cañón brilloso enterrada y algo perdida en la cintura amplia.


Sus botas picudas apuntaban ridículamente al cielo, parecía que la punta era como la de esos muñequitos que adornaban la tienda de Don Clemente de la navidad pasada.

 

Juguis siempre le decía perro amaestrado a este sujeto, su vigilante , al tipo no le hacía gracia pero a los chicos sí, en especial cuando lo molestaba diciendo que hiciera trucos.

 

“Tirate, dame la pata, arrástrate en el suelo o ruédate”

 

Estallában en risas y el Chiquilín los miraba con cara de quererlo matar.

 

Y así los días y las semanas empezaron a transcurrir.

 

 

 

-------0-0-0----------

 

 

 

Un día de visita al llegar me encontré con otro tipo parecido al Chiquilín, pero más atlético, parecía que la ropa, botas y cinturón los compraban en la misma tienda, me recordaba a las películas que pasaban en la tele de los hermanos Almada. Reí para mi mismo.

 

-Te espera en la oficina el Boss- Me dijo.

 

-Nel, solo venía a ver al Juguis, pero si no está no hay pedo, me retacho-


Quise darme la vuelta, pensando “Es mejor que digan que aquí corrió y no aquí murió”. Pero el largo y fuerte brazo del tipo me agarro del cuello de mi descocida camiseta. De un tirón me hizo caminar en frente de el.

 

-Ya güey, así por las buenas, si voy-

 

Caminamos hasta el fondo y abrió la puerta. En el fondo de la oficina se encontraba un amplio escritorio, cuando llegue un hombre que en sus piernas tenía al Juguis me miró arrugando la amplia frente, lo aventó para poderse parar y afortunadamente el Juguis no se cayó.

 

Caminó rodeando el escritorio y se recargó en el frente de este mientras me miraba de arriba abajo.


Cruzó los pies y los brazos. Era el Boss , un hombre alto, moreno claro , grueso, velludo, con barba y bigote , cabello negro peinado de lado, nariz gruesa, labios delgados, se viste con pantalones de mezclilla y camisa desabotonada en el pecho para mostrar dos cadenas gruesas de oro, una con un Cristo y otra con una medalla de la virgen de Guadalupe a la que es fiel creyente y por tal razón mandaba todas las semanas a ponerle un arreglo floral a la virgen del mercado, aunque eso lo supe después, su fe era algo rara pensando en el tipo de persona que se decía era, incluso se rumoraba que había matado a algunos, pero nadie lo podía asegurar.

 

-Así que este es tu amiguito-

 

Dijo esta ultima palabra de manera extraña.


-¿A ver cabrón te gusta andar pedaliando bicicletas ajenas?- Me miró directo.

 

-No señor, a mi no me gusta agarrar lo ajeno-

 

-Jajajajajaja , eres cómico escuincle, ahora resulta que eres una persona decente-

 

Yo podía ser drogo, vago y lo que quisieran, pero nunca robaba, los cuates siempre compartían el resistol o el thiner, por lástima la gente solía regalarme cosas y el poco dinero que había conseguido para mi chemo o lo que guardaba cuidadosamente doña Trini, era por los mandados y las cargadas que hacía en el mercado. Pero al ver mis fachas, cualquiera pensaría lo contrario. Solo esperaba que creyera en mi palabra.

 

-De veras deveritas jefe-

 

-Boss, pendejo, dime Boss-

 

Hasta ese momento intervino el Juguis.

 

-Te dije papi que no es nada de otra cosa, es como cuando recoges uno un perrito en la calle, lo vi, me dio lastima y por eso lo alimente, eso es todo, además a el le gustan las viejas-

Le decía mientras lo abrazaba y se le repegaba al cuerpo, era la primera vez que lo veía hacer eso y a mi me dio como asco.

 

–Además mírate papi y míralo a el, no te llega ni a los talones, todo mugrosito y desnutrido-

Pensé para mis adentro: Ya no me ayudes compadre, pero en el fondo sabía que de alguna extraña manera se tenía que proteger y también a mí, por las pocas cosas que me contó se notaba que con ese hombre no se jugaba.

-Tienes un tigre en la casa, pa´ que quieres mas mascotas-

-Pero este habla y me entretiene papi, ya déjalo en paz ¿si?, hazlo por mi- Le decía mientras lo miraba y le daba besos en la cara.

 

-Puta madre, me tienes apendejado pinche Juguis, pero como te caiga en una pendejada, te mando pal otro mundo primero a el y luego a ti, aunque a ti te va a ir peor, porque te voy a hacer cachitos y te voy a dejar en bolsas regadas por todos lados ehhhh-

 

Mientras le agarraba el culo abultado que tenía el Juguis y este solo se rió. Yo sentía que me cagaba del susto.

 

- A ver ¿ como te llamas cabrón?-

 

-Me Lamo Pedro, pero todos me dicen el Chilango, pero solo me gustan las viejas Boss-

 

-Ok, nomas porque mi nalguita dice que eres su mascota no te parto tu madre, pero ándate derechito pinche Chilango naco …ah y eso de que solo te gustan las viejas…te daré un consejo, pero solo uno, nunca digas de esta agua no he de beber, eh, porque cuando el cuerpo quiere, quiere-

 

Dijo mientras se encaminaba a sentarse tras el escritorio mientras el Juguis lo abrazaba.

 

-Ahora largo, que tengo que chambear y tu cuidadito, no me gusta que te largues con los zarrapatrosos drogos esos con los que te juntas para drogarte, te me quedas aquí porque al rato vas a comer riata y vamos a usar los juguetitos nuevos –
mientras le daba una nalgada y lo empujaba riéndose a carcajadas.

 

Su mirada perversa asustaba.

 

Como siempre el Chiquilín nos acompaño al bar de regreso.

 

Nos sentamos en una mesa, en una parte del local una mujer semidesnuda con pechos algo caídos y cuerpo que tal vez en una época debió ser macizo, rebotaba como gelatina, bailaba mientras unos tipos borrachos le aventaban dinero y la manoseaban.

 

En la cara del Juguis se había borrado la sonrisa que minutos antes tenía.
Pidió una botella al mesero y cuando este se la trajo junto con las botanas y los vasos, simplemente toma la botella con desesperación y empezó a tomar directo de esta. Mientras yo me llenaba la boca de cacahuates. Siempre tenía hambre.

 

-¿Estas bien?-

 

-Ay Chilango, no quiero hablar, no me estés jodiendo-

 

No sabía que hacer, si quedarme o irme, pero los cacahuates aún eran muchos y aparte las palomitas que había dejado el mesero se me antojaban.

 

-Lo siento, estoy un poco cansado ¿sale carnal?, mejor vamos a chupar que el mundo se va a acabar-

 

Cuando se terminó la botella y yo los cacahuates con las palomitas, el pidió otra botella, pero el Chiquilín intervino y le hizo una seña al camarero antes de que se fuera , el Juguis enojado iba a replicar cuando el Chiquilín le grito.

 

-¡SABES QUE AL BOSS NO TE VA A QUERER ASÍ!-

 

-¡ME VALE VERGA!-

Le gritó bien encabronado y medio borracho.

Pero se sentó, como estaba algo oscuro no estaba seguro, pero parecía que chillaba. Momentos después venía el Boss Acompañado del el otro tipo y Chiquilín los encontró.

 

-A ver Oso vete por la camioneta que nos vamos a la casa-

 

El Chiquilín tomó al Juguis de la cintura y se lo echo al hombro como costal de azúcar , tambaleó un poco porque ya se encontraba algo mareado y salieron. Nomas me quedé mirando.

 

El encargado del bar al verlos salir me sacó, nomas le faltó usar una escoba para pegarme y sentirme como perro echado de carnicería.

 

 

 

------0-0-0------

 

 

-¡PUTA MADRE CHIQUILÍN, SERÁS TAN PENDEJO, NO DEBISTE DEJAR QUE SE EMBORRACHARA!

 

-No lo deje Boss, hasta le quite la quité la siguiente botella-

 

-Llévatelo para el cuarto y prepara las cosas- Dijo mientras se pasaba las manos por los cabello.

 

Lo cargo y lo llevó a la cama, era un cuarto enorme, la cama era King size con sabanas rojas. Del mismo color eran las cortinas de las ventanas, el baño al fondo iluminaba la habitación. Se acercó a prender la luz, una gran lámpara colgada en el centro de la habitación iluminó todo.

 

De un closet de puertas de madera sacó un botecito , unas bolas pegadas a una cuerda que disminuían de tamaño. un falo enorme de vidrio azul y por último una bolsa con polvo blanco.
Se sentó en un gran sillón de terciopelo rojo y jaló una pequeña mesa de vidrio y metal. De la bolsa con polvo hizo unas pequeñas rayas alineadas una tras otra. A un lado de estas, acomodó los objetos extraídos del closet.

 

El Boss entró en una bata negra de seda y pantuflas blancas. Un cliché inevitablemente.

 

-Papi, no, por favor- El Juguis, se levantó con dificultad, aletargado por el alcohol.

 

-Hoy celebramos nuestro aniversario, así que, muñequito abre las piernas-

Tomó la botella de la mesa y embarró un poco de líquido en las bolas, se acercó al chico, le abrió las piernas e introdujo la primera bola que era más pequeña, así juego con cada una de ellas, con todas ellas.

 

Solo se escucharon los quejidos del menor, que tal vez el interpretaba de otra manera.

 

Aspiró un poco de la sustancia y luego le llevo un poco de ella en una tarjeta al chico que estaba en la cama con las bolas adentro de su cuerpo.

 

-Así te vas despertar muñequito, para que disfrutes-

El juguis no tuvo alternativa, aspiró y eso lo hizo estar consciente de lo que sucedería.

 

Su cuerpo sufrió las vejaciones del Boss, este le hizo todo tipo de perversiones que su mente imaginó , usando su cuerpo y ambos juguetes.

 

La mirada del Chiquilín acompañó todo este proceso mientras se tocaba a si mismo, el Boss gustaba de ser exhibicionista, como si lo que hacía no fuera suficiente. El Juguis sabía que no tenía alternativa, así que solo se dejaba hacer.

 

Al igual que en las películas que solo pueden ver personas de cierto rango de edad, el menor fingió sonidos, grito palabras que expresaban deseos que estaba muy lejos de sentir, sabía que tenía, no, que debía actuar. Si fuera una prueba de actuación, definitivamente hubiera aprobado con honores.

 

Su cuerpo fue tomado una y otra vez por un hombre de 40 años energetizado de sexualidad como si fuera un joven de veinte años, debido al efecto de la droga aspirada y la pastilla azul tomada antes de subir a la habitación.
Cualquiera sabría que la combinación no era recomendable, pero tal vez y solo tal vez , la Santa Muerte que los miraba desde un buró junto a la cama, lo protegía.

 

Notas finales:

Carnal puede ser un hermano de sangre o un amigo muy cercano.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).