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Crónicas de un villano por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Les dejo un capitulo mas.

Gracias a las personas que han comentado, espero que les siga gustando.

Apenas las estrellas comienzan a desaparecer, Han y yo comenzamos a movernos. No he sentido la presencia de otro mago por aquí, lo cual es bueno. Perturbadoramente bueno. Suspiro, caminando hacia el puerto.


— ¿En que estas pensando?-  Han se detiene, mirándome. Anoche le conté sobre la presencia de Kiran en este lugar solo para que no se le ocurriera hacer algo y que le quedara claro que teníamos que irnos.


— En que no he hecho nada demasiado malo últimamente— Han sonríe. Ah, este niño en serio hará grandes cosas— ¿a qué hora saldrá el ferri?


—  a las siete. Faltan dos horas.


— en ese caso, tomémonos un pequeño desvió— le digo, dando la vuelta— veras, Han, cuando pasas demasiado tiempo por todos lados, terminas conociendo personajes bastante curiosos. Iremos a visitar a un viejo amigo.


— como quieras. ¿Qué haremos ahora?


— umm. Ayer recordé algo. Quizá podremos… cambiar un poco las cosas— sigo caminando, dando vuelta muchas veces, alejándome del puerto. Han camina a mi lado, sin preguntar nada. Hago que un espíritu se acerque— guíame— el espíritu comienza a andar.


— ¿a dónde vamos?


— no lo sé, por eso le pedí que nos guiara. No puedo llamarle como si nada si hay magos del parlamento por aquí—  Ya hay personas andando por las calles. Egipto es un lugar muy madrugador. Damos un largo rodeo, y finalmente nos detenemos en una tienda de antigüedades.


— ¿Qué hacemos aquí?


— ah, al parecer si es aquí— toco la puerta mientras el espíritu se desvanece. No se oye nada.


— Quizá estén dormidos.


— claro que no— la puerta se abre, pero no se ve que nadie se acercara. Entro primero. Dentro hay toda clase de cosas, lámparas, figuras de metal, alfombras, libros.


— ¿Quién se atreve a perturbar mi descanso? — la voz suena de la oscuridad misma de la tienda.


— Si lo que quieres es impresionar, deberías fijarte mejor a quien le abres la puerta, Hassim.  


— ah, Hadrien, pero que sorpresa. Pasa, pasa—  inmediatamente  la voz se vuelve amable, alegre— y has traído un pequeño  aprendiz. La última vez que viniste no tenias uno— la voz tiene un fuerte acento árabe.   


— ¿Quién es? — Han pregunta, aun no puede ver a Hassim. Hassim no es una persona normal, vamos para empezar ni siquiera es un humano. Él es un ifrit, un poderoso genio sacado de las más fantasiosas historias.  Aunque ahora no sea más que un tendero.


— Hassim, un viejo conocido— la habitación se ilumina, y el propietario nos sonríe. Su piel es morena y no de alguno de esos colores grotescos que hacen parecer en los cuentos, de hecho Hassim parece una persona normal, de cabello negro y algunas partes naranja oscuro. Solo sus ojos, también de color naranja oscuro pueden demostrar que no es humano, aunque el color se confunde con facilidad con el tono arena del desierto.


— no lo diría así, pero…   hace cuanto tiempo que no te veía ¿Qué te trae por aquí? a mi tienda más específicamente.


— Negocios.


— ah bien. ¿Por qué no se sientan y conversamos tranquilamente? — me siento en una mesa con cojines, Han me sigue, dudando. Un ifrit es cosa seria,  algo como hacer un pacto con un demonio, solo que con menos daños a mi alma. Eso no significa que salga ileso de tratar con uno.


— tenemos el tiempo medido, Hassim— él asiente, sentándose con los pies cruzados. Hay una tetera, misteriosamente caliente y tres tazas de porcelana blanca.


— Bien, al menos deja que atienda como se debe a mis invitados— no somos invitados,  pero rechazarlo me hará perder el tiempo. Sirve el té en las tazas, y nos extiende dos— ¿entonces?


— ¿Dónde están las joyas malditas?


— ¿Así las llamaste?- ahoga una risa— que nombre tan cliché— Han me mira, tampoco entiende. Tomo la taza, dando un sorbo al té, esperando— en serio, pudiste elegir un nombre mejor.


— no me interesa como llamarlas.


—  ¿para que las quieres, Hadrien?


— Eso es sencillo— miro de reojo como Han levanta la taza, y sin mirarle, pongo la mano sobre su taza y se la quito— las quiero para usar su poder.


— Oye— reniega Han, intentando alcanzar su taza.


— Té de Khat, no beberás esto*— Hassim saca otra tetera, llena otra taza y se la extiende.


— este es de menta y hierbabuena. Hadrien, lo que pides es algo muy interesante.    


— ¿sabes donde están?


— claro, ¿quieres que te haga un mapa? —paso por alto su sarcasmo.


— claro, seria de mucha utilidad— las joyas, por su maldición, no pueden ser encontradas con facilidad. Solo alguien que no es de este mundo podría encontrarlas. Le doy un suave golpe a Han.


— Iré a ver por ahí, ¿puedo comprar algo? — le digo que si, mientras se levanta. Han de seguro causara un lio aquí.


— el diamante de la esperanza, el Diamante Koh-i-Noor y el Zafiro Púrpura de Delhi*. Poderosas maldiciones que trajeron desgracia a sus propietarios. ¿Para qué querría un nigromante juntar estas tres joyas?


— creo que ya lo sabes ¿no?


—  piensas potencializar una maldición ¿no? hacer una maldición tan poderosa como ninguna otra.


— sí, una que permita al que la reciba solo usar magia negra—  él me ve, luego se pone a reír.


— ¡Convertirías a todos en lo que más odian!-   también sonrió. Han silba de asombro al enterarse de mi objetivo— estás demasiado loco, Hadrien.


— es una idea excelente, Hadrien.


— ingenioso, y malvado, debo darte mis reconocimientos. Podrás incluso convertir a ese Kiran.


— No— digo cortante. Kiran está bien como es— de momento no lo usaría para eso, como sea. ¿Dónde están las joyas entonces?


—  es más complicado…


— ¡Gato! — se oye un siseo furioso, y luego algo metálico que cae.   Los pasos de Han corriendo y más cosas cayendo y golpeando.


— oye, ten cuidado con las cosas. Niño…— algo peludo pasa por mi lado, segundos antes de que Han pase, volcando la mesa. Hassim se levanta, maldiciendo.  Todo sobre la mesa está en el suelo, roto. Algo ha comenzado a arder en la sala. Le doy otro sorbo a la taza que tengo en mis manos— no puede ser, esto… ¡Alto!  


— ¿Ah?- el poder se extiende en la habitación. El fuego de apaga, cuando me giro Han esta inmóvil en medio de la habitación, el gato flotando en medio salto de una vitrina a la ventana.


— en serio, tienen serios problemas. Hadrien, creo que…


— como sea, mejor nos vamos. El ferri sale a las siete, y nos tomara un tiempo llegar al puerto— Hassim asiente. Han se mueve, lanzándose hacia el gato— ah, por cierto, tu también vienes.  


— ¿Qué te hace pensar que voy a ir con ustedes? Son una calamidad—  sonrió, vaciando la taza. Quizá por eso piensan que causamos desgracias, creo que los nigromantes no podemos quedarnos quietos por mucho tiempo.  Me levanto, dejando la taza en el suelo.  Le muestro mi mano— ¡Tu!..— él se lleva las suyas al cuello, tanteando desesperado en busca del anillo que llevaba colgado y que tome cuando Hassim se inclinó para levantarse a controlar a Han, y  que ahora tengo en mi dedo índice— ¡Me engañaste!


— bien hecho Han.


— ¿puedo quedarme con la gata?


—  claro


— ¡Ustedes dos me engañaron! ¡No lo puedo creer! Vienen a mi tienda y...—Me pierdo una sarta de palabras en árabe— ¡Hadrien!


— relájate, te lo devolveré cuando encontremos las joyas. No necesito de un ifrit comúnmente, pero esta es una situación especial— los seres como él están ligados a un objeto, se convierten en servidores de quien tome ese objeto. Tener un ifrit sería interesante, pero no está en mis planes, encontrar uno con el suficiente poder como para que no tenga limitaciones es un lio. Y no siempre hacen lo que les pides.


— eres un malnacido, Hadrien.


— lo sé, tienes diez minutos para hacer equipaje y ordenar tus asuntos. 


— Más te vale que esto valga la pena,  me alejare de ti lo más que me permita este planeta—  le veo perderse en una de las habitaciones.


— maestro, ¿Qué fue lo paso?


— ah, solo un negocio. Disculpémonos después con Hassim por lo de su tienda ¿de acuerdo?


— sí.


— No quiero las disculpas de un mago oscuro— gruñe, apareciendo de nuevo. Salgo a la calle, se ha comenzado a iluminar el cielo. Apenas salimos, la  tienda desaparece y en su lugar queda una casa vacía y destartalada.   


— Ya se le pasara— le digo a Han, que me mira curioso, con la gata de color blanco y ojos amarillos entre las manos.


— Solo para que conste, pienso que buscar las joyas es una locura— sigue gruñendo.  A ellos no les gusta servir a las personas. Creo que a nadie en realidad.


— no lo es. Solo conozco tres nigromantes además de mí, y uno ni siquiera puede invocar decentemente un espíritu.


— Oye—  Han arruga la frente.


— podría funcionar, servir de algo.


— Y estamos haciendo esto por un “Podría”— sisea Hassim— si no fueras tú, hace mucho que te hubiera matado— sigue murmurando un montón de cosas, y luego simplemente desaparece.


— ¿A dónde fue?


— De regreso a su contendor— le muestro el anillo, una cosa un poco fea, de hierro grueso y una gema roja en forma de rombo— cuando se le pase el enojo saldrá de nuevo. Es mejor, no pagare otro pasaje.


— ¿los malos pagamos pasaje?


— No tengo nada en contra de los marinos— me encojo de hombros. Mientras pago y luego subimos al ferri que nos llevara a Grecia, pienso en lo que dijo Han, “Los malos…” da mucho en que pensar si alguien tan joven ya se considera de los malos. Eso puede cambiar.  El ferri navega tranquilamente, sin contratiempos. Han juega con el gato que encontró. Hace calor, pero el frescor del mar lo hace agradable.


— Percibo demasiados pensamientos negativos aquí—  Hassim aparece a mi lado, en lo que creo es la mitad del trayecto. Trae unos lentes de sol que le hacen parecer turista—  tantos que podrías oscurecer el cielo con ellos.


— Umm.


— ¿en que estas pensando ahora?


—  en lo que cambiaria todo si pudiera conseguir las joyas. Ahora somos los malos porque es lo que la mayoría dice, pero si de pronto nosotros somos la mayoría… ¿seguiríamos siendo malos?


— amigo, el bien y el mal están sobrevalorados. Mira, hace siglos que nosotros somos solo ifrit,  para algunos somos buenos, para otros malos ¿y eso qué?


— No es igual.


— No, pero intento hacer que lo consideres un poco— se encoje de hombros— no me afecta nada ayudarte, ni me importa si lo que quieres es destruir el mundo.


— No quiero destruir el mundo.


— Me alegra, porque serias uno más del montón— me abstengo de preguntarle más. Las aves sobrevuelan el barco, es muy tranquilo— ayer sentí que había otro mago por aquí, y era muy parecido a…


— Kiran estaba ayer en el bazar. Hable con él, por eso teníamos que irnos pronto.


— ¿Todavía sigues obsesionado con él? — arrugo la frente cuando le veo.


— no estoy obsesionado con Kiran.


— si vemos la definición literal, si. Claro que la gravedad de esa obsesión puede variar. Dime ¿el chico lo sabe?


— Han solo sabe lo necesario— ¿Por qué Hanley tendría que saberlo? Puedo hacer una vida completamente independiente de Kiran. Me gusta verle, si, y enfrentarle también. Pero no dejo que eso tenga que ver con lo que tengo que hacer— esa es historia vieja.


— y sin embargo de ahí empezó todo ¿no?


— ¿Tienes que ser tan entrometido?


— solo quería ayudar.


— no creo en las buenas intenciones. Creo que existe el destino, la fatalidad y el azar. Ahora mismo vamos en busca de un destino marcado por la fatalidad.  


— ¿Y el azar?- me sonríe, le sonrió también.   Han se nos acerca, su cara luce un poco verde. Suspiro, caminando a la sombra y obligándolo a sentarse. Hago que el viento se concentre a nuestro alrededor.


— ¿falta mucho?


—  no tanto, puedo ver Grecia desde aquí— Hassim responde, de pie a nuestro lado.


— Han, estas asfixiando al gato— Han afloja el agarre de la gata. Los ojos del gato son muy parecidos a lo de él.


— Morrigan,  decidí llamarla Morrigan. Le hare un collar cuando lleguemos. ¿A dónde iremos después?


— Sí, ¿A dónde iremos?- miro a Hassim. El suspira, quitándose los lentes.


— no es tan sencillo de conseguirlas, todas son joyas muy conocidas.  Para empezar, el diamante de koh-i-noor, dime ¿Cómo planeas robar una de las joyas de la corona inglesa?


— ehh, eso podremos dejarlo para el final— Hassim muestra una sonrisa.


— bien, entonces… las otra dos…


— ¿Por qué no solo las haces aparecer?


— las arg, joyas malditas no pueden ser solo aparecidas. Sería fácil con cualquier otra joya, pero las maldiciones que tienen son demasiado fuertes. Solo se pueden conseguir tomándolas. Aunque eso implique quedar maldito.


— somos nigromantes, Hassim, no podemos caer más bajo.


— solo porque no hay más a donde caer. Como sea, cuando lleguemos a tierra localizare la más cercana y entonces sí, partir.


— Bien.


—y no esperes que te llame amo, nunca. Jamás, ¿entendiste?— no puedo evitar una carcajada.


— Que lastima, pero puedo vivir sin eso—  bajamos del ferri, aún es temprano, y todo se siente libre de magos. Aun así, no me quedare aquí, demasiado cerca, debo alejarme más. Viajamos toda la mañana, de hecho todo el día hasta llegar a un hotel de paso en alguna  ciudad pequeña. Han se deja caer en el suelo, soltando a la pobre gata.   


— Hare el collar— murmura.


— No llames mucho la atención—  ha ido juntando cosas por el camino, y se pone a usar magia para armar el collar.


— Bueno, a trabajar ¿Cuál quieres encontrar primero?-  Hassim aparece una tabla redonda, con letras árabes. Se lo que hará, le he visto hacer eso muchas veces.  Arrojara un puñado de tierra sobre la tabla y pasara horas leyendo lo que dice la arena en la tabla.  Es casi lo que yo hago con los espíritus,  pero para algo tan grande como esto, es mejor tener ayuda.  


— El diamante de la esperanza— digo, seguro. Necesitaremos un buen augurio  para iniciar con todo esto. Enciendo la televisión, mirando aburrido los programas.


Conocí a Hassim hace varios años, cuando buscaba ayuda para poder leer algunos libros escritos en árabe.  Fue el primer ifrit que conocí, aunque en aquel entonces era más amenazador que ahora.  ¿Cuánto tiempo ha pasado? Nunca he sido muy consciente del tiempo, ni siquiera cuando todavía tenía un significado para mí.  ¿Noventa? ¿Más de cien? Cuando puedes usar magia para vivir por cientos de años no tiene importancia.


 


Ah, ¿me dormí? Me siento mejor en la cama, Han está dormido en la otra cama, con la gata a un lado.


— ¿pesadillas?


—  no se para que preguntas—  Hassim sigue en el suelo, sus ojos se despegan al fin de la arena.


— Curiosidad— se levanta, estirándose— esas joyas sí que son escurridizas,  pero al fin lo tengo.


— ¿Dónde?


— cruzando el océano. En una ciudad americana—  hago una mueca. No me gustan esas ciudades humanas, demasiado bulliciosas— ¿quieres que duerma contigo?


— ¿estás burlándote de mí?


— Eso funciona ¿no?-  se sienta en la cama— además no vas a  obligarme a dormir en el suelo o volver a ese anillo.  


— recuérdame porque pensé que ese trato era una buena idea—  hablo del primer trato que hicimos, a cambio de que pudiera leer esos libros yo le permití a Hassim ver mis recuerdos.  Eso pareció algo mínimo en aquel entonces.


— gracioso. Hazte a un lado— me muevo.


—  entonces tendremos que ir a américa…  no me agrada mucho la idea.


— ¿Qué harás cuando tengas las joyas? Me refiero a que harás realmente, no solo a lo que crees que harás—  ambos miramos al techo.


— puedo iniciar convirtiendo a humanos normales en magos, nigromantes. Aunque necesitaría ayuda para instruirlos, no es sencillo hacer estas cosas. Han lleva años y a penas lo comienza a dominar. Mi plan tiene algunos huecos.


— de tiempo. ¿Porque no le pides ayuda a otro nigromante?


— esto es solo entre nosotros. Es mi plan, mi idea. No la dejare a cualquiera.  Bien podría solo convertirles, hacer que haya más y más magos oscuros solo porque les temen. Ni siquiera hacen daño. ¿Qué daño puede hacer alguien como Han? — Exceptuando que es tan torpe que puede destruir una tienda  en menos de un minuto sin usar magia— le temen a lo oscuro, a la magia que esta fuera de su conocimiento. Eso es muy ignorante.


— entiendo.


— Yo les daré… su conocimiento—  murmuro, no puedo evitar sonreír. Quizá sea por fin el momento de alzarme en la gloria. Mi momento de brillar.  

Notas finales:

 * Khat es una planta con un poderoso efecto narcótico y estimulante.

*Estas joyas realmente existen, y se supone que cada una tiene una maldición que le ha traido desgracias a su portador. 

 

Bueno, claramente no podemos hablar de un villano sin un plan malvado ¿No? Y aquí esta el plan de nuestro villano. Espero que les guste, nos leemos la proxima semana.


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