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Medios Tonos (Omegaverse) por kurerublume

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Notas del capitulo:

Cap IV, yeah :D

Agradezco a Angelyyd lyd, Nekot y Anónimo por sus reviews.

¡Espero les guste! :)

CAPÍTULO IV: Antes de la fiesta

 

Ese día era particularmente molesto para él. Una puta fiesta de todos los blancos de mierda más pretenciosos que pudieran  existir, toda la basura en un mismo lugar. De solo imaginarlo la piel se le erizaba.

 

—Puta madre —susurró a su espejo para acabar de acomodarse la mugrosa corbata que no se quedaba quieta.

 

—¡Aomine Daiki, no digas esas palabrotas! —exclamó su madre, así que el moreno maldijo internamente por verse  descubierto.

 

—Estoy en mi habitación, es mi espacio. Además, esta estupidez no se queda quieta —con una leve sonrisa le fue a ayudar su madre.

 

—Lo sé, se supone que esta fiesta la hacen cada 4 meses, pero creo que la van a empezar a hacer cada 2. Probablemente quieren que su hijo ya consiga una buena pareja. A todos los padres nos pone nerviosos que su hijo siga sin pareja, ya sabes, por lo de…

 

—Lo sé. En especial a nosotros. No te preocupes —apretó con suavidad las manos de su madre—, no caeré por nadie, mucho menos por alguno de esos pálidos sin gracia.

 

—La verdad sí espero que caigas por alguien, pero de nuestro rango. Una bella morena para que tengan hijos preciosos y…

 

—Madre, no. Prefiero trabajar, aunque mis necesidades están más que cubiertas —soltó una risa al ver la cara de su madre—. Solo bromeo, siempre tomo mis pastillas —con una satisfacción enorme por espantar a su madre con su “bromita” salió de la casa, más que indispuesto a atender esa maldita fiesta.

 

Tomó el transporte y se dirigió a la parte trasera con fastidio al sentir esas miradas que le exigían en silencio irse hasta el fondo, donde nadie fuera intimidado ni perturbado por su presencia.

 

Minutos más tarde ya se encontraba en la entrada para gente de color. Ahí fue recibido por una sirvienta algo regordeta, pero eso sí, con una piel bellísima, más oscura que la de Aomine. Se llamaba Hiri, llevaba ya 5 años de conocerla.

 

—Llegaste demasiado en punto, Aomine Daiki. Deprisa, lleva esto a la sala informal y luego ve al comedor principal a ayudarle a Mina, no quiero que rompa nada —dijo dándole una charola con varios utensilios, probablemente de plata.

 

—Entendido, señora.

 

Salió a paso apurado de ahí, la señora Hiri era «o lo haces rápido o lo haces más rápido». Sin demorar, ya se encontraba ayudándole a Mina, una Omega apenas 2 años menor que él.

 

—Qué emoción, ¿no crees? Todo se ve tan bello —suspiró alegre la Omega.

 

Aomine puso los ojos en blanco mientras le pasaba la charola. Esa niña no sabía lo que decía. Se le hacía extraño que esa fuera la primera fiesta con la que ayudaría, es verdad que apenas llevaba 2 meses con ellos, pero aun así era extraño que en su anterior trabajo de sirvienta no hubiera ayudado.

 

—Si te emociona eso, la verdad es que estás loca —le dijo sin cuidado y sin arrepentirse por eso.

 

—Sé que no es agradable, pero esta familia es más amable que la anterior en la que trabajaba —Aomine percibió un deje de tristeza.

 

—¿Por qué? —aprovechó su apertura para sacarle información.

 

—Pues… eran más tradicionales, ¿sabes? Solo diré eso.

 

Al saber que le era incómodo seguir hablando, prefirió asentir en silencio y volver a acomodarse esa corbata quisquillosa que parecía querer salir de su vestimenta.

 

Los primeros en llegar fueron los encargados de los postres. La señora Hiri había hecho la comida, pero para esa ocasión sus jefes habían llamado a un repostero, claramente solo para la parte de los postres.

 

Se asombró al ver quién le acompañaba.

 

—Ho… —el recién llegado se calló y después de unos segundos volvió a hablar— Buenas tardes.

 

—Buenas —saludó el gigante de cabello morado.

 

—Buenas tardes, señores —hizo una leve reverencia, apretando la quijada al saberse frente a un Alfa tan fuerte. Hasta podría decirse de su “altura”—. La cocina es toda suya, ¿puedo ayudarles en algo?

 

—No, gracias… —el moreno se dio cuenta que quería llamarle por su nombre, y con una leve sonrisa respondió.

 

—Aomine Daiki, señor Murasakibara Atsushi. Un placer.

 

—Igualmente. Él es Sakurai Ryo, será mi asistente hasta que llegue el otro Omega.

 

—¿Cómo se llama, señor? Para anotarlo y que los demás sirvientes le permitan la entrada sin problemas.

 

—Muro-chin —se quedó en silencio, mirando al techo—. Mejor, Tatsuya Himuro. Llegará en 2 horas aproximadamente.

 

—Perfecto —aseguró dando media vuelta para ir por otras cosas que le había pedido la señora Hiri—. Maldición, esto no va a aquí —miró con frustración una decoración muy peculiar— ¿Dónde está Mina cuando se le necesita? —estaba algo mal lo que iba a hacer, pero sabía muy bien que ese adorno iba a generar un escándalo si alguien notaba que había desaparecido.

 

Intentando ser muy sigiloso fue hacia las escaleras. Pasó saliva y se dirigió hacia aquella habitación que una vez en la vida había visto. Tocó la puerta casi con miedo, no recibió respuesta y se sintió seguro para entrar.

 

Observó la cama perfectamente limpia y decidió dejar ahí ese adorno que sabía muy bien iba a decorar el cabello dorado del Omega. Dio media vuelta y el sonido de una puerta abriéndose lo descolocó.

 

Los ojos dorados y los oscuros chocaron. Una bata de baño y un traje de servidumbre; una piel blanca a medio descubrir y una piel morena sudando por la situación.

 

—¡Disculpe! Vine a dejarle esto —se inclinó y observó con determinación el suelo. Una caricia le tomó por sorpresa en su cabello—. No encontré a alguien que pudiera entregarle esto. Toqué a la puerta, pero nadie respondió.

 

—Tranquilo, Aomine —levantó la vista y por un momento su lado Alfa se hizo más presente que nunca. Esa bonita sonrisa, esos ojos… esa piel. No tuvo más remedio que acariciar esa mano que le había tocado primero.

 

—Espero no haberte asustado, Kise Ryota —su voz había sonado más grave de lo que esperaba, casi como si quisiera… ¿seducirlo? ¡Ja! Obvio no, entonces ¿por qué seguía acariciando esa mano?

 

—Me tomaste por sorpresa —admitió algo descolocado el rubio, notándose cómodo con esa caricia y ansioso por más. Solo ver cómo sus pieles contrastaban fue suficiente para sonrojarse y regresar a la realidad —. Si no te molesta, tengo que cambiarme, tienes que salir —le pidió con suavidad—. Alguien de tu rango no puede estar aquí, así que no vuelvas a entrar si no es una emergencia —terminó de hablar sintiéndose mal consigo mismo, pero así era como debía responder, ¿cierto? La gente de su color podía aprovecharse si mostraba vulnerabilidad. Algo impensable.

 

—Comprendo —dijo con el orgullo algo herido. Había usado, sin querer, su voz “seductora”, esa que solo usaba con gente que se quería coger. Y ese blanco lo había rechazado—, no volverá a suceder, se lo aseguro —le dedicó una última mirada a ese recién bañado Omega, le costó fruncir el ceño para mostrar su enojo a esa belleza frente a él.

 

Ryota se quedó inmóvil durante unos segundos. Había tratado a alguien exactamente como no toleraba, pero exactamente como debía hacerlo.

 

¿Sería prudente comentarle eso a su amigo Tetsuya? Total, lo iba a ver en un par de horas y él era el más comprensivo de todos. Aunque seguro quedaría como un Omega idiota, pero no importaba, Tetsuya le había dejado en claro que odiaba la clasificación y los rangos. Aunque no estaba seguro si él lo hacía, después de todo, realmente no había una buena razón para ello.

 

--------------

 

—¡Sakurai, necesito que pongas estos platos en la mesa del fondo! —ordenó Murasakibara.

 

—De inmediato, señor —su corazón se sentía muy presionado, sin Tatsuya era más difícil complacer a su jefe. Sentía que todo lo estaba haciendo mal y eso no le agradaba para nada.

 

—Maldición, vamos 10 minutos de retraso. ¿En cuánto llegará Muro-chin? —cuestionó con un tono infantil y molesto. Por alguna razón, Ryo ese día no estaba haciendo su mejor esfuerzo.

 

—N-No lo sé, espero que no tarde demasiado. Disculpe las molestias —cerró sus ojitos, alejándose de ahí para llevar la decoración de la mesa de postres. Sus sentidos se pusieron en alerta cuando percibió de manera muy sutil aquel olor, de ese Alfa mandón, pero amable. Sus manos comenzaron a sudar cuando lo vio entrar con parsimonia a la casa.

 

—Oh —fue lo primero que escuchó de ese rubio—, hola, Sakurai —dio una leve, muy leve reverencia y se fue hacia el salón donde estaban reunidos los demás Alfas. Eso decepcionó un poco al castaño, esperaba una reacción más… amistosa o algo así. En fin, una reacción más entusiasta.

 

Lástima que no podía notar lo emocionado y sorprendido que estaba Wakamatsu por dentro. Sí, volver a ver a esa belleza en la casa de uno de sus compañeros fue… espectacular. Movió sus manos para quitarse ese cosquilleo que sentía solo con ese Omega, lo cual le dio algo de curiosidad, su Alfa normalmente era muy tranquilo, en especial cuando se tomaba sus pastillas. Pero parecía despertar cuando estaba frente a ese pequeño, tendría que aclararlo a la brevedad.

 

—Muy bien —susurró para sí cuando se determinó a volver a encontrárselo “accidentalmente” y también saber cómo reaccionaba su cuerpo con otros Omegas, pero solo eso. No, mejor a la inversa: primero con otros, luego con ese Omega en particular.

 

Estaba ensimismado en sus pensamientos que decidió salir un momento al jardín, y ahí, fue testigo de una escena que le generó furia. Sakurai Ryo estaba hablando con un moreno, con alguien de rango inferior a él. ¡Pero qué se creía ese Alfa!

 

—Sí, entiendo —escuchó decir al Omega antes de ponerlo atrás de él.

 

—Hey, mejor deja en paz a este lindo Omega —dijo intentando defenderlo, pero también para alejarlo de alguien que no fuera él.

 

El de cabello azulado solo ladeó la cabeza, completamente confundido.

 

—Wakamatsu, no es lo que cree. Le pedí al joven Aomine que me ayudara a cargar unas cosas —se excusó el menor, acariciando inconscientemente el brazo del recién llegado.

 

Oh, pero para Kosuke eso no pasó inadvertido, mucho menos para sus pobres mejillas que furiosas se tiñeron de un rojo intenso— Entonces, pídemelo a mí —aseguró relajando su voz—. No es molestia —terminó de decir con una leve caricia al pequeño, quien por tal acción retrocedió asustado.

 

—Solo dime qué debo mover —intervino Aomine, algo molesto por observar cómo esos dos se mostraban tan ridículos.

 

—¡No!  —gritó algo descolocado el rubio— Yo lo haré. Vamos, Sakurai, te ayudo —dio media vuelta, jalando del brazo al otro.

 

—Sí —afirmó Sakurai sin dejar de sentirse aún más nervioso. ¿Sería que ese Alfa lo estaba celando?

 

Y lo que faltaba por vivir en esa “bella” velada.

Notas finales:

Espero les haya gustado este cap ????????. Nos seguimos leyendo.

¡Besoos! ????????????????????


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