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Luna Azul por Krad_Elric

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Las consecuencias que la batalla había dejado se podían apreciar al ritmo del fuego ardiendo. Varios lobos habían resultado heridos siendo los más jóvenes los que requerirían atención medica. Algunas costillas rotas, brazos, piernas y muchos raspones y moretones.

 

Bella había sido llevada al hospital por Carlisle y Edward lejos de todos los vampiros para atender sus lesiones, que al igual que las de los lobos consistían en una costilla rota y varios rasguños.

 

Un vez ahí, Carlisle y el personal del hospital se llevaron a Bella a tomarle los rayos X para ver que tan severa era la fractura. Mientras, Edward esperaba en la sala donde casi no había gente. Tomó asiento sin necesitarlo realmente y se perdió en sus pensamientos.

 

Hacía ya mucho tiempo que no sentía tanta sed como cuando la sangre de Christopher había emanado de su cuello durante la batalla. Sólo alguien le había hecho perder el control y había sido Bella cuando recién la conoció. Sonaba muy lógico pues ambos compartían la misma sangre al ser hermanos; sin embargo, ésta vez fue embriagador y casi pierde el control.

 

Ese chico estaba lleno de enigmas desde que había llegado. Él lo sabía y quería pretender que no era así porque su visita iba a ser corta y una vez que se fuera todo volvería a la normalidad. Pero después, todo pasó muy rápido y ahora estaba ahí nuevamente, presente en sus vidas y con él todas las dudas.

 

¿Por qué su sangre le había causado esa reacción al joven metamorfo al tocarla con su pata?

 

¿Por qué su sangre inmovilizaba a los vampiros que entraban en contacto con ella?

 

¿Cómo había sobrevivido al ataque de dos especies diferentes?

 

¿Por qué había desaparecido y había regresado nuevamente?

 

¿Por qué le había resultado tan atrayente en la batalla?

 

Miró el anillo en su mano recordándose que estaba casado con el amor de su vida. Con la persona que lo llenaba y con la persona que ocupaba cada parte de él como si en algún momento hubiera tenido alguna duda al respecto. Ahora no tenía ideas mezcladas ni sentimientos extraños, pero en aquel instante cuando el chico se movía con agilidad entre los neófitos y utilizaba sus cuchillos y su expresión se miraba como si no estuviera haciendo ningún esfuerzo, sólo por un segundo lo vio muy atractivo.

 

Quizá también era un efecto de su extraña sangre o de la sed o de lo que sea que tuviera ese estúpido muchacho que para su mala suerte era hermano de su ahora esposa.

 

 

 

 

 

Los lobos se habían marchado a la reserva cargando con ellos a sus heridos que en un par de días estarían como nuevos después de que Carlisle les asegurara que no había nada de que preocuparse antes de marcharse al hospital con Bella. Jacob se quedaría a averiguar todo eso que los demás se preguntaban ya que él era el único metamorfo que tenía una especie de amistad con —el chico hibrido— como le llamaban en su conexión telepática. Todos sabían que la información no era por lo que Jacob se quedaba con él, pero aún así sería bueno que aprovechara para averiguar también sobre los sucesos que presenciaron en batalla.

 

No les encantaba la idea de tener tantos vampiros cerca de sus tierras, pero ver que todos tenían ojos dorados aminoraba el asunto.

 

Los clanes de vampiros querían saber sobre Christopher también, pero estaban seguros que el saber los expondría, quizá él era una de las razones por las que los Vulturi estaban tan alterados, o quizá ignoraban por completo su existencia. Como fuera, él rompía todo el balance que había en la cadena que hasta ese momento les había funcionado tanto a vampiros como a metamorfos.

 

Eleazar que conocía cada parte de los Vulturi estaba ansioso por irse, no quería tener a su familia cerca de un hombre lobo, o la mitad, o lo que fuera. Sabía el temor que le tienen los Vulturi a esa especie y como los habían estado cazando hasta la extinción y ahora después de ver de lo que ese muchacho era capaz de hacer, realmente lo alertaba de que con él vendrías problemas mucho mayores. Algo no andaba bien y el no saber que era hacía que temiera más que nunca por su familia.

 

Estrechó la mano de todos los Cullen, besó las de las damas, y después de hablar con su familia se marcharon sin dar más explicaciones. Christopher había podido notar como lo miraban antes de marcharse y como habían evitado tener todo tipo de contacto con él.

 

Esperaba en la sala con Jacob mientras los Denali se marchaban. Los nómadas habían escuchado sus platicas sobre como ese chico causaría la muerte de todos los que estuvieran con él —refiriéndose a los Cullen— si los Vulturi se enteraban de su condición, e inmediatamente se fueron también sin decir ni siquiera adiós.

 

Sólo los Thomson se habían quedado y tres vampiros más que habían aparecido en la batalla para ayudarlos a matar a Victoria y que ahora hablaban con Jasper y Alice en otro lado de la casa.

 

Jacob estaba sentado junto a Christopher que para entonces ya se había cambiado las ropas y quemado las viejas, tomando prestadas unas de Edward. Miraban a los vampiros canadienses que no se veían para nada asustados, lo que más se acercaba a sus expresiones era fascinación.

 

Angelica y Emilia de vez en cuando le sonreían a Chris mientras Julian y Eric trataban de charlar con Jacob, que miraba como esas sonrisas hacia Christopher tenían un mensaje oculto, y a Chris le encantaba ver como repentinamente Jacob lo protegía hasta de un inofensivo intercambio de miradas.

 

Vaya que si eran un clan extraño.

 

—Vivimos cerca de una tribu Inuit que al igual que tú, tiene metamorfos entre su gente. Los chamanes de la tribu nos han contado varias leyendas que después de muchos años resultan verdaderas sobre un mundo lleno de magia y criaturas místicas. Pero jamás habíamos escuchado de alguien como tú. —En un momento Julian dejó de hablar con Jacob y su rostro se movió hasta el de Christopher.

 

Él le regresó la mirada y lo observó con más atención. Julian era el más grande de los cuatro canadienses, se veía por ahí de los treintas, de facciones delgadas, cabello ondulado hasta las orejas de tono cobrizo y bastante alto. Hablaba como una persona culta que disfrutaba que los demás lo notaran. Tenía la calma en las palabras y la tranquilidad en la mirada. Seguramente en su vida había escuchado varias historias y quizá por lo mismo de su extrañeza, había decidido quedarse, para saber más de él y así comenzaba su cuestionario del que ya había sido avisado y del que había aceptado ser participe.

 

—Gracias por lo de místico, dejando a un lado la parte hibrida soy un chico común. Quizá más común de lo que me gustaría admitir —decía mientras escuchaba en su cabeza todas las preguntas que se hacían sobre él. Le sorprendía que verdaderamente estaban interesados en el puro conocimiento de su nueva forma y que no hubiera un juicio hacia él.

 

—¿Hace cuanto tiempo que cambiaste? —sonó la hermosa voz de Emilia al fin. Bastante atractiva de cabello lacio y castaño hasta los hombros, pómulos prominentes, se veía alrededor de sus veintes, quizá un poco más joven. Debía ser muy parlanchina porque en su cabeza no dejaba de pensar en qué preguntaría después.

 

—Hace menos de seis meses.

 

Los cuatro se sorprendieron inmediatamente. En su cabeza decían que era impresionante que alguien tan joven y además recién convertido tuviera un control tan impresionante y una fiereza tan letal en el campo de batalla. Se preguntaban si tenía que ver con su parte lobuna, o humana, o humana lobuna.

 

“¿Sería considerado pederastia?” escuchó un pensamiento aislado de Emilia diferente a lo que los otros tres pensaban, ella tenía la idea de que era un chico bastante guapo, y justo en ese momento no pudo evitar reír.

 

No entendían por qué reía hasta que Emilia lo dedujo.

 

—¿Tu también lees mentes? —sonrió inquisitiva.

 

Las carcajadas se detuvieron y la miró serio. Jacob inmediatamente giró para verlo abriendo un poco más los ojos.

 

—No pudieron esperar para el interrogatorio, ¿eh? —bromeó Jasper mientras entraba a la sala seguido de Alice, Esme, Emmett y Rosalie. También entraron los otros tres vampiros que nadie conocía. —Carlisle, Bella y Edward vienen en camino. Estoy seguro que también deben estar intrigados por saber más sobre el impresionante despliegue que vimos hace un rato, así que sería lo más sensato esperarlos —dijo mirando a Christopher sin ocultar su evidente disgusto por él. No necesitaba leer su mente para notarlo.

 

—Deberían ser más cuidadosos al tener dos telépatas entre ustedes, los Vulturi deben quererlos en sus filas y todos sabemos que sus métodos para conseguirlos no van a ser nada pacíficos —nuevamente hablo Emilia. Christopher la maldijo por dentro al revelarlo.

 

—No teníamos idea —dijo Emmett sorprendido mirando a Rosalie y a los demás.

 

—¿Cómo? ¿Puedes leer mentes? —dijo Jacob girando su cuerpo completamente hacia Christopher.

 

—Bien… acepté hablarles sobre lo que soy, pero eso no significa que tenga que decirles hasta el mínimo detalle. Aunque eso ya no importa ahora que la señorita Emilia lo hizo evidente —dijo cruzándose de brazos y rostro serio.

 

—Maldición…murmuró Jacob por lo bajo —¿Cuándo pensabas decírmelo?... ¿Decirlo? —corrigió.

 

—No pensaba hacerlo, pero como dije, eso ya no importa. Y les agradecería a todos que controlen lo que piensan porque de verdad no les gustaría verme enojado —dijo mirando a cada uno a los ojos, dirigiéndose especialmente a Emmett que pensaba que era un desperdicio que un mocoso de quince años mitad vampiro mitad perro tuviera un don así, y después hizo una referencia nada amigable a Cujo, el perro endemoniado de uno de los libros de Stephen King.

 

—Sólo bromeaba —dijo sonriendo sabiendo que había sido descubierto —Eres más amargado que tu hermana —continuó molestándolo.

 

Chris inmediatamente se puso de pie y apareció en un abrir y cerrar de ojos frente a él empujándolo por el pecho, obligándolo a trastabillar. —Sigue hablando, será un placer deformar esa bonita cara tuya —repentinamente se detuvo. Algo llamó su atención. Giró sobre sus talones y encaró a los tres nuevos vampiros que no habían hablado ni hecho un sólo ruido desde que entraron a la sala. Dio unos pasos hacia ellos y los miró a los ojos a cada uno. No podía sentir nada, no podía escuchar nada, no podía leer nada.

 

El chico de cabello largo en coleta lo miró y soltó una sonrisa torcida.

 

Sabían que él sabía que no podía leer sus mentes.

 

Christopher rechinó los dientes. No era el único que guardaba secretos en esa habitación.

 

Se escuchó el auto de Carlisle detenerse, las puertas del auto abrirse y cerrarse y los pasos acercarse hasta las escaleras. La puerta de la casa se abrió y en ese momento entraron Carlisle y Edward con Bella en brazos. Miraron como todos tenían diferentes expresiones y se mantenían estáticos.

 

—¿Nos perdimos de algo importante? —dijo Carlisle sonriendo, mirando extrañado como todos estaban en sus posiciones casi con incomodidad.

 

Edward cargó a Bella y la sentó junto a Jacob, justo donde Christopher se había sentado momentos antes. Lo miró levantado observando a uno de los nuevos sin siquiera molestarse en voltear a ver a ver como estaba Bella. Aún no confiaba en él y no confiaba en lo que había visto en la batalla y no confiaba en quién era después de haberse marchado y regresado tan repentinamente.

 

—Nada importante, simplemente que el mestizo también lee mentes —dijo bromeando Emmett nuevamente, e inmediatamente sintió una mano en su cuello y como era obligado a agacharse.

 

—De rodillas —dijo tranquilamente Christopher sujetándolo por la nuca empujándolo hacia abajo. Sintió las manos de Emmett colocarse en la suya y forcejear para soltarse, pero era inútil.

 

—Chicos dentro de la casa no, no vayan a romper nada —pidió Esme.

 

—Sólo tardará un segundo —la miró como si lo que estuviera haciendo no fuera nada.

 

—Te dije que de rodillas —pateó una pierna de Emmett obligándolo a caer contra sus rodillas, se agachó hasta quedar a la altura de su oído. —Un mestizo de quince años es más fuerte que tú, yo tendría más cuidado con lo que digo si tuviera una boca tan grande como la tuya. —Lo soltó y se dirigió hacia el asiento junto a Bella escuchando la risa de algunos, el aplauso de otros y justo al pasar frente a los tres nuevos vampiros les dedicó una mirada por el rabillo del ojo. Quizá había sido una pequeña demostración de lo que era capaz de hacer, sólo para que ellos lo vieran, como una advertencia, o quizá sólo lo hacía para lucirse porque afrontémoslo, le encantaba llamar la atención.

 

—¿Entonces también puedes leer la mente? —preguntó Edward extrañado y casi molesto.

 

—Creo que es redundante repetirlo, ¿no escuchaste bien? —dijo sarcástico escuchando en su mente toda la palabrería en su contra que pensaba Edward, donde la palabra peligroso se repetía constantemente.

 

—¿Qué más puedes hacer? —preguntó Carlisle igualmente frunciendo el ceño un poco ante la inesperada confesión.

 

—Si les dijera todo, ya no sería divertido. Pero bueno, les hablaré un poco de mi ya que últimamente soy el centro de atención. Después de convertirme, lo primero que sucedió fue que mi parte animal se apoderó de mi, y simplemente perdí todo rastro de cognición y racionalidad. Únicamente tenía hambre, era lo único en lo que podía pensar. Al despertar nuevamente en mi cuerpo humano, había cambiado; mis piernas eran más largas y musculosas, mis heridas habían cerrado, y únicamente quedaron cicatrices de cuando fui un tentempié. Todo en mí lucía normal, pero nada lo era. Mi velocidad era mucho mayor a la de los vampiros y a la de los lobos, mi olfato, mis vista todos mis sentidos se agudizaron y me costó mucho al principio poder controlarlo.

 

En medio del bosque me topé con  una pareja de vampiros que creyendo que era humano intentaron asesinarme y drenarme, pero en cuanto sus colmillos penetraron mi piel quedaron inmóviles al tocar mi sangre. Ya sabía lo que mi sangre era capaz de hacer. Cuando el hombre lobo después de alimentarse conmigo, repentinamente cayó muerto y quizá ese fue el primer indicio. Después, cuando Jacob intentó ayudarme, absorbió un poco de mi sangre y pude notarlo debido a que podía ver sobre su piel como corría en su tracto sanguíneo mi propia sangre, fusionándose con la suya e instintivamente la reabsorbí para que no le afectara, justo como lo hice con el chico lobo en la batalla.

 

Básicamente mi sangre es venenosa para ambas especies, conocí a gente en tribus que me ayudaron a entender sobre mi parte animal y conocí vampiros que de igual forma me explicaron sobre mi parte vampírica. Por eso me marché, para saber qué era lo que había pasado conmigo.

 

También escuché sobre el famoso clan de Forks, al parecer Carlisle tiene muchos amigos por todas partes. Quién diría que mi hermanita se había enamorado de un vampiro. —Finalizó soltando una sonrisa completa mostrando sus dientes.

 

 

Todos escuchaban atónitos, especialmente los tres vampiros que hasta ese momento no habían sido introducidos, pero que dadas las circunstancias, por el momento no importaba.

 

—Si estuviste por ahí, los Volturi deben saber de ti, ¿cuántos saben de tu existencia? —peguntaba Carlisle preocupándose por lo que sucedería a partir de ahora si verdaderamente había estado deambulando por ahí hablando y quebrantando las reglas vampíricas que hasta entonces habían funcionado como ley.

 

—Nadie, me encargué de que no pudieran decir nada más, jamás —los ojos de todos se abrieron como platos y repentinamente ese chico ya no era aquel muchacho de quince años inocente que habían conocido, esta vez era una persona completamente diferente que había confesado un delito grave.

 

Jacob se puso de pie sintiéndose asqueado y completamente confundido abandonando la habitación.

 

—¿Por qué nos estás diciendo todo esto? —preguntó Edward tensándose pensando que si ahora ellos sabían sobre él, quizá también corrían peligro al tenerlo cerca de ellos.

 

—Simple, por ahí conocí a la tal Victoria y escuché sus planes de venganza contra el clan Cullen y en especial contra Bella, fue toda una telenovela llena de drama y venganza. No podía permitir que asesinaran a mi hermana —sonrió —Además de que hay algo por ahí afuera matando vampiros y metamorfos y demás criaturitas mágicas de cuentos de hadas —dijo burlonamente —lo mejor es estar juntos  —relamió sus labios y el chico de la cola de caballo le sonrió ante su evidente indiferencia y altanería.

 

—¿De qué te alimentas? —sonó la voz del chico desconocido. Una voz grave, ronca y sumamente melodiosa.

 

—De sangre como todos ustedes, y de carne —soltó clavándole la mirada.

 

—¿Animal? —preguntó finalmente Bella que se había mantenido callada hasta ese momento escuchando atónita como su hermanito ahora era alguien completamente diferente.

 

—Por supuesto. —Sonrió tomándola de la mano y escuchando como Jacob salía de la casa. —No hemos tenido el gusto, soy Christopher —se levantó en un parpadeo y sujetó la mano del chico de la coleta sin siquiera esperar a que él mismo levantara la mano, y justamente lo había hecho porque debía admitir que escuchar esa grave y ronca voz le había erizado la piel, y además, de toda la casa, era el más atractivo.

 

—Soy Zachary, un placer —colocó más fuerza en el agarre y le sonrió.

 

—Qué mala educación, deberán disculparnos. Soy Béatrice, él es mi esposo Henry y  Zachary que sería como nuestro hijo, o nuestro bastardo mejor dicho. —Sonrió dándole un golpe en la nuca bromeando. —Somos nómadas y pasábamos por éste, su lindo pueblo, cuando vimos la lucha y bueno, quisimos ser parte de la diversión —su voz era dulce pero no dulce como la de una persona inocente que a todo el mundo le gusta, dulce como cuando sabes que debes tener cuidado porque nadie con una voz así puede ser frágil en lo absoluto.

 

—¿Y cómo supieron a qué bando ayudar? —preguntó sonriente Christopher expectante por su respuesta.

 

—Los lobos, cualquier clan amigo de lobos merece nuestro respeto. Como lo han mencionado hay algo allá afuera matando vampiros y se dice que busca erradicarnos por completo. Es imperativo tener buenas amistades y justamente por eso quisimos ayudar. De hecho les hemos hecho una petición a Jasper y a Alice que nos gustaría pudieran considerar—

 

Jasper carraspeó llamando la atención, y dirigiéndose especialmente a Carlisle y a Esme, comenzó —Nos han pedido asilo, creo que es evidente que son de confiar, eso quedó claro en la batalla, pero de igual forma yo no tengo la última palabra, por lo que quisiera hablar con todos ya que estamos presentes —continuaba Jasper. Sin embargo, en un momento la mirada de Christopher se perdió en un ventanal donde Jacob estaba afuera dando vueltas como si realmente algo le preocupara.

 

Se levantó del asiento soltando la mano de Bella que escuchaba con atención lo que Jasper decía y salió de la casa.

 

—¿Qué te pasa? —preguntó Chris acercándose hasta él.

 

Jacob inmediatamente giró y lo encaró con rostro preocupado.

 

—No es nada.

 

—Sí sabes que puedo leer mentes, ¿no?

 

Torció los ojos y le dio un empujón al hombro. —Entonces ya lo sabes, para qué preguntas.

 

—Es que no lo sé Jacob, ni tú mismo te entiendes. ¿Te gusto o no?, ¿sientes algo por mi o no?, ¿te alegra que regresara?, ¿te molesta lo que soy?, ¿me temes?

 

—Deja de repetir lo que pienso.

 

—Entonces sé claro.

 

—¿Podrías dejar de leer mi mente un minuto para que podamos tener una conversación como gente normal?

 

—¿Quién aquí es normal? —bufó cruzándose de brazos. —Está bien, dalo por hecho.

 

—¿Qué más hay de ti que deba saber?

 

—¿Por qué habría de hablar si tu no lo haces?

 

—Porque somos amigos y… y me preocupo por ti. No tienes ni la mínima idea de lo que pasé mientras no estabas.

 

—Eso no pareció ser un problema cuando iba a regresar a mi ciudad.

 

Había tocado una fibra sensible y lo sabía. Estaba empujándolo y era parte de su plan.

 

—¿Cuántas veces debo pedir perdón?, no quería herirte, no controlaba bien mi cambio de fase, y además de qué serviría que hubiera estado ahí si aún así te marcharías.

 

—Significaba mucho para mi que al menos me dijeras adiós, te extrañaré, vuelve pronto. Vamos Jacob, sabes que me gustas desde el momento en el que llegué a Forks y tu jugaste el juego del amigo comprensivo. —Hizo una pausa y se acercó más a él con el rostro molesto —¿Qué se supone que estás haciendo ahora? Protegiéndome, siguiéndome, interesándote por mi. Soy un monstruo letal, lo que menos necesito es un perro guardián.

 

—Buena esa, lo dices como si tu mismo no te rascaras las pulgas.

 

Una pausa y ambos rieron ante el estúpido comentario que había servido para aminorar la tensión.

 

—¿De verdad te preocupaste tanto? Recuerdo que preferías verme muerto antes que ser un chupa sangre, y mira como resultaron las cosas.

 

—Ya deja de recordármelo, yo sé lo que dije. Fui un pendejo, tenía miedo… y sí, no hubo un momento en el que no te estuviera buscando.

 

—Aún así no lo entiendes, ¿verdad?

 

—¿Entender qué? —para ese momento Christopher ya estaba frente a él, levantó una mano y la colocándola en su rostro sintiendo la calidez de su piel.

 

—No lo hagas.

 

—¿Por qué te resistes?

 

—No es correcto, sólo somos amigos.

 

El rostro de Christopher cambió por completo a uno molesto, había arruinado el maldito momento.

 

—Eres un imbécil, Jacob. —Dio la media vuelta y comenzó a caminar nuevamente hacia la casa.

 

—No es nada fácil —iba a decir que no entendía lo que es ser un monstruo, pero se quedó callado; sin embargo, Christopher logró escucharlo en su mente —ponte en mi lugar —fue lo que dijo en lugar.

 

Christopher volteó y lo enfrentó caminando hacia él con pasos firmes.

 

—Te da miedo aceptar que te enamoraste de mi, el hermano menor de Bella, tu antiguo enculamiento. Te da miedo sentir porque temes lastimar a alguien, lastimarme a mi. Te da miedo que me vuelva a ir. Te da miedo en lo que me he convertido. No me vengas con pendejadas Jacob. No hay nada ni nadie que me pueda herir, ¿tú crees que eres un monstruo? —sonrió maliciosamente —no tienes ni puta idea. Soy peor que cualquiera de ustedes, yo soy el que debería temer herir a alguien, yo soy el que cada día despierta y sigue siendo esto —se señaló con asco quise huir y escapar y no volver, pero esta bien —canturreó sarcásticamente— todo está bien. Me queda claro que eres un cobarde, fuiste un cobarde y siempre serás un cobarde unilateral y estúpido.

 

—¿Por qué volviste? —sonó la voz ahora menos fuerte y menos segura de Jacob. Había presionado sus botones, le había dicho palabras llenas de razón, pero también le había dicho que algo lo había obligado a ceder.

 

—Regresé porque ustedes son la única familia que me queda y lo único que me recuerda que hay aún una parte humana en mi. No puedo regresar con mamá y papá porque yo ya no pertenezco a ese mundo. ¿No es obvio? Regresé porque ustedes son mi red. Por qué aquí puedo encontrar un hogar. Porque tú y Bella son mi hogar. Tuve que aprender que mi hermana estaba rodeada de vampiros y mi mejor amigo era un lobo una vez transformado en esta cosa que ahora soy y además por rumores. Ni siquiera pudieron decírmelo antes. —repentinamente sonaba nuevamente como un niño, como el chico con el que había ido a ver las cascadas. Por momentos olvidaba que aún tenía quince años y justo en ese momento lo recordaba.

 

—No es lo primero que dices al presentarte. Hola, soy Jacob Black, a veces me convierto en lobo, y ella, tu hermana; está enamorada de un vampiro de cien años. —sonrió y se acercó a él mirando por primera vez desde que regresó una parte vulnerable en él.

 

—Te extrañé demasiado.

 

—Yo también.

 

Christopher avanzó lentamente hacia él sin leer su mente, cada paso que daba era lento como esperando a que le diera permiso para dar el siguiente. Sus miradas conectadas, el corazón de Jacob palpitaba con rapidez y estaba seguro que en cualquier momento sus piernas fallarían. Pero estaba ahí, frente a él, el chico que buscaba cada día desde hace meses, el chico que en dos semanas se había convertido en su confidente, el chico que con un beso y un hoyo en el estomago le había hecho cuestionarse todo de él.

 

—A la mierda —soltó con fastidio Christopher mientras terminaba con la distancia entre los dos. Colocó una mano en la nuca de Jacob y finalmente unió sus labios.

Instintivamente las manos de Jake se colocaron una en su espalda y la otra en su cintura, mientras las manos de Christopher se colocaban en su cuello. Era lento y rítmico y tierno. Ojos cerrados, piel caliente, labios húmedos y la confirmación de que lo que sentía por ese chico era más que una amistad.

 

 

 

—Vaya, quién lo diría. Paso de la chica Swan al chico Swan, qué goloso —soltó burlonamente Emmett desde adentro de la casa donde evidentemente todos habían escuchado la escena y miraban curiosos por los ventanales. Casi todos sorprendidos, especialmente Bella, que después de escuchar el comentario del vampiro corpulento le soltó un codazo.

 

Un brazo de Christopher se levantó en dirección a la casa y le mostró el dedo medio a Emmett sin romper el beso.

 

 

Algunas risas y finalmente lo que un beso comenzó, otro beso confirmó. 

Notas finales:

Ya viene el lemon! 


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