Naruto se sentía enfermo. Todos estaban sentados en la sala de reuniones, todos mirándolo con miradas de preocupación mientras los adultos hablaban entre ellos al frente sobre las acciones que deberían tomar.
La atención de Kiba e Ino fueron dirigidas hacia Sai, quién estaba sentado entre ellos con su mirada dedicada a la pantalla de su teléfono. El chico tenía los teléfonos de ambos Naruto y Sasuke, buscando por algo que podría ayudarlo a encontrar al quién estaba detrás de todo esto.
Sasuke, aún molesto, se sentaba hundido en su silla al lado de Naruto. Estaba en silencio, demasiado silencioso y concentrado mientras Naruto se sentaba en el mismo estado de silencio pero deseando poder levantarse e irse.
—...solo evidencia los convencerá.— La voz de Tsunade era cada vez más fuerte al igual que su ira. Kakashi no tenía nada que decir ante ello.
—Naruto, creo que es mejor si nos dejas tu teléfono.—Iruka habló, distrayéndose de la tensa discusión entre Kakashi y Tsunade.
—Iruka, quiero irme a casa.— Naruto le respondió. Iruka volvió a mirar a los otros dos adultos, viendo que todavía estaban en discusión, y luego miró al rubio.
—Claro, no hay problema.— Dijo, —Los llevaré a casa.— Iruka luego caminó hacia Kakashi y metió su mano en los bolsillos del pantalon del peliplateado para sacar las llaves de su auto; este ni se dio cuenta por estar en discusión. Iruka los guió hacía fuera, donde se cruzaron con alguien en el camino.
—¿Qué hace usted aquí, Iruka? Ya no eres profesor.— Sakura lo dijo en manera que hizo enojar a Iruka un poco.
—Sakura, que- — Sasuke fue retenido por el brazo que Iruka colocó sobre su pecho, recordándole que no pierda su control y que no le diera a Sakura la satisfacción de verlo afectado.
—Lo mismo pregunto de usted, señorita. Son horas muy tardes para estar en la escuela todavía.— Iruka dio un paso por delante, escondiendo al rubio de la mirada de la chica.
—Tuve que regresar a recoger algunas cosas que se me olvidaron.— Ella respondió, cruzándose los brazos y sonriendo. —Oh, Ino, no te vi allí, querida. ¿Como estas?— Su tono sonaba falso al igual que su sonrisa. —Kiba, no te he visto tampoco. No nos has abandonado, ¿verdad?
—¿Eh? Uh- — Miró hacía Ino. —N-no, no lo he hecho. Iba a estar con ustedes, pero me atrasé y-
—No hay necesidad que vengas más al grupo. Ellos y yo ya no estamos interesados en ti.— Interrumpió a Kiba al levantar su mano para deternelo, y luego: —Por cierto, ¿como va tu registro policial?
—¿Que?— Preguntó Kiba, un poco sorprendido de que ella le había preguntado eso. Como si fuera convocado, Gai apareció de la esquina, pareciendo estar pensando en algo conflictivo y se sorprendió cuando casi chocaba con el grupo parado en medio pasillo.
—Iruka, ¿que hace todavía aquí?— Preguntó Gai al saludarlo, mirando a su alrededor y parando su mirada sobre Kiba. —Kiba... necesito hablar contigo.
Kiba de pronto se puso nervioso, mirando a Sai e Ino, quienes también sospechaban algo. Viendo como Sakura sonreía, también supo que ella había hecho algo y que tenía que ver con la razón por la que Gai quería platicar con él. Lentamente, empezó a caminar con Gai a su oficina.
—Bueno, chicos, me voy.— Sakura luego dijo, —los veré mañana.— Y con eso, se alejó.
—No me gusta nada de esto,— Sai dijo. Ino estuvo de acuerdo mientras los ojos de Iruka y Sasuke miraban la espalda de Sakura.
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—¡¿A que te refieres?! ¡Ni siquiera he hecho nada!— Kiba golpeó su puño contra el escritorio de Gai. —Puedes preguntarle a Sai y a Kakashi; ¡siempre estoy alrededor de ellos!
—Kiba, hay evidencias contra ti, a estas alturas, no hay nada que pueda hacer.— Gai sacudió la cabeza tristemente, incorporándose en la silla. —Ya no sé que creer.
—Gai, escuchame, ¡me estan culpando por algo que no hice! ¡No hay manera de que yo haga algo tan estúpido como eso! Claro, me meto en peleas, ¿pero meterme con estudiantes de Suna? ¡¿Que tan loco creés que soy?!— Kiba enfureció. —¡Son prácticamente invencibles; no hay manera de que yo pueda pelear contra uno de ellos y mucho menos dejarlo inconsciente! El que terminaría así sera yo, ¡y peor!
Gai trató de creerle, en verdad que trató, pero había evidencias y todo apuntaba hacía Kiba. No había nada que pueda hacer, y además, el muchacho no tenía el mejor record de permanecer fuera de problemas. —Kiba, hay evidencias.— Gai repitió.
—¡Llamo mierda; todo es falso! ¡Mentiras!
—Kiba,— Gai suspiró, —simplemente no pelees contra esto. El informe ya ha sido archivado- hay testigos y evidencias físicas, Kiba. El chico esta en el hospital, por el amor de dios.
—¿Hospital? Gai, ¿cuando he mandado a alguien al hospital? ¡¿Qué no vez que esto es algún tipo de marcha contra mi?!— Antes de que Gai pudiera responder, alguien toco la puerta y entraron- lo que parecerían ser hombres de negocios profesionales resultaron ser la policía de Suna.
—¿Es él Inuzuka Kiba?— Preguntó uno de los hombres mientras Gai se paraba de su silla.
—Lo siento, Kiba, son del distrito de Suna. Están aquí para arrestarte hasta...— Gai apartó la vista. —...hasta que se aclare todo esto.— Los hombres asintieron, y Kiba se tensó cuando empezó a acercarse uno con esposas en la mano.
—Inuzuka Kiba, estas siendo arrestado por violencia contra un estudiante de la Academia de Suna y por posesión de drogas ilegales. Ven silenciosamente.— Uno de los hombres dijo mientras Kiba luchaba.
—¡Esto es algo contra mi, Gai, lo sabes! ¡Sueltame!— Kiba discutió, ahora inclinado sobre la mesa mientras le ajustaban las esposas alrededor de sus muñecas.
—Confía en mi, haré lo que pueda, Kiba, pero esta vez, creó que has ido demasiado lejos.— Gai dijo tristemente, sentándose en su silla de nuevo mientras los hombres empezaron a sacar a Kiba de la oficina. Lo último que vio fue el rostro de Kiba mientras lo empujaban hacía adelanté con una mirada incrédula y expresión rota en su cara.