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Seiteki VIRUS por metallikita666

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III

“Oh very FAT go on eating forever

Not satisfy a hunger

Bound flabby breathe very feebly

Go up and down the stairs” Fat Fetishism

 

En ese momento, Takayuki volvió a bajarse de la banca y fue a colocarse junto a los otros dos.

-Bien, ya que tú perdiste y te corriste primero, es mi turno.-

El castaño, quien lentamente se retiraba de la cavidad del menor, volteó con semblante ofendido. Todo mientras Itakura llevaba la mano a en medio de sus piernas y recogía el semen que salía de su interior; posteriormente, se lo acercó a la nariz, lo olfateó y lo probó.

-Nmmm… El tuyo es más ácido. ¡Sabe como a yogur!-

-¿Qué? No me mires así. Te dije que complacieras a Tecchan; no que te satisficieras tú. Así que ahora, con permiso.-

-¡Oye, no es justo! ¡No fue mi culpa! El enano ya se había venido una vez…- El mayor, quien miraba fijamente a Takayuki, hizo una pausa, esbozó media sonrisa y se relamió con los labios muy separados: es decir, de una manera bastante obscena. –Y tú ya sabes dónde…-

De pronto, las ínfulas dominantes que tenía el pelicolorido mayor se disiparon un poco y su rostro volvió a encenderse en carmín. Aquel desgraciado lo descolocaba, pero siempre con un efecto paralizante de por medio y escalofríos provenientes del bajo vientre.

Pero por suerte para Tomioka, ahí seguía el pequeño demonio del hanbo.

-Takashima-kun tiene razón, Yuki-chan. Así que… ¿qué tal si nos dedicamos un poco más a él?- El menor se había levantado también, ya más repuesto y menos agitado. Y sin que los otros dos lo notaran, debido a lo ocupados que se encontraban en provocarse mutuamente, fue a ubicarse tras Kouyou,  lo tomó por los hombros con ligera brusquedad y lo empujó de nuevo hacia la banca, mas esa vez de frente a esta. -A brindarle todas las atenciones que como nuestro senpai merece y estamos obligados a darle…-

Un sorprendido Uruha, reconociendo la verdadera fuerza que sin duda alguna poseía el pequeño chinpira -más de la esperable para su tamaño-, por inercia se tomó de la pared con las manos, quedando con una rodilla sobre el asiento y la pierna contraria estirada.

-¿¡Pero qué demon--¡?- Iba exclamando al tiempo que se volteaba, mas en ese instante se dio cuenta de que ambos chicos se habían acercado a él por el dorso y lo acariciaban. Yuki coló la diestra en medio de sus posaderas, mientras rozaba el miembro aun duro contra su bien formado muslo izquierdo y besaba la zona de su músculo trapezoidal. Tetsu, por su lado, le recorría el vientre, pecho e ingles con las yemas en un contacto electrizante, lamiéndole la espalda con grandes lengüetazos y unos cuantos mordisquitos. -Nh-nhh… Mmmm…-

Inesperadamente, Tomioka llegó hasta el pabellón auricular del castaño e irrumpió con la lengua en su canal auditivo, forzándolo a gemir con potencia. Ante el grito, Takayuki lo tomó por la parte baja del cabello, improvisándole una coleta, y tiró de esta.

-Cállate… Que no es para tanto, ¿o sí?-

Segundos después, era Tetsuya quien se ensañaba con el trasero del guitarrista mayor, pues lo nalgueó sonoramente tres veces y, cuando parecía que estaba por cachetearlo a la cuarta, sorpresivamente separó sus nalgas y hundió la cara en ellas.

-Grrrr… aahhm… Tetsu mal…vado…- Murmuró Kouyou con el rostro acalorado, riendo tenuemente al sentir unas punzadas de placer que se originaban en su retaguardia y le recorrían por completo. El estímulo le exigió inclinarse más y llevar las manos de la pared al sobre del asiento. Prácticamente a cuatro patas, su espalda se arqueaba y sus dedos se crispaban, deleitándose además con el lascivo sonido de los íntimos y tiernos pliegues humedeciéndose con la saliva ajena, pues Tetsuya le sorbía como si degustara un delicioso bol de ramen.

Empero, y tras un rápido movimiento, pudo percibir que la que devoraba su entrada no era la boca del más chico, pues esta se desvió camino abajo por su muslo. Era nada más y nada menos que Yuki: su tan deseado y esquivo Yuki. El malnacido niñato que tanto trabajo le había costado atrapar en sus redes, las cuales nunca antes ninguno pudo esquivar con éxito por más que se lo propusiera. Naturalmente, tal preludio lo hacía ansiar un sobreentendido desenlace con el que tantas veces fantaseó desde el día en que lo vio entrar a su salón, con su espléndida estatura, estilizada complexión y esa actitud belicosa que tanto le encendía.

Pensar en ello hizo que su miembro diera un par de saltos, y en eso fue capturado por la mano de Itakura, quien lo masajeó suavemente. A como pudo, el más bajito se coló en medio de las piernas de Takashima para alcanzar los genitales de este con la lengua y los labios, agachado y de espaldas a la banca de cemento, mientras que Takayuki seguía hundiendo su músculo oral en el apretado esfínter del de Kanagawa. Uruha no aguantaba más, pero por mucho que su cuerpo temblara y sus piernas estuvieran a punto de flaquear, prefirió morderse el labio antes que rogarle al menor que se introdujera en él de una vez por todas.

-Mmm, Tecchan… Dime, ¿qué opinas?- Inquirió Tomioka, retirándose del trasero de su continuo acosador y teniendo que limpiarse un poco los labios y mentón a causa de la gran cantidad de fluido; llamando finalmente la atención de los otros dos.

El aludido, por toda respuesta, subió una mano y rodeó con la punta de los dedos el ano del mayor. Su índice se empapó en la saliva de su mejor amigo y rozó delicadamente la íntima zona, dejando algo intrigado a Kouyou.

-Déjame ver…-

Y antes incluso de terminar aquellas palabras, metió el dedo lenta pero firmemente en el recto del guitarrista, impeliéndolo a captar una fuerte bocanada de aire para así evitar un gemido. Después, meneó el dígito en el interior ajeno con relativa libertad, sabiendo perfectamente que sus movimientos solo alargaban el tormento ajeno.

Mientras Yuki se ponía en pie, Tetsuya se divertía mordisqueando la cara interna del muslo de Uruha, y metiendo y sacando su dedo de aquella entrada deliciosamente lubricada. Pronto, y por supuesto que sin que mediara aviso alguno, Tomioka unió su propio índice al de su amigo, y el sufrido senpai no pudo evitar un tortuoso resuello.

-Ahhh… No... ¡Suficiente!- Se quejó, negándose a voltear la cara para mirar a alguno de aquellos sádicos revoltosos. –Ba-basta… ustedes dos. ¡Ahh, Yuki! ¡Hazlo, joder!- Por más que se juró a sí mismo que no suplicaría, le era imposible soportar más tiempo: su virilidad, aunque todavía sensible, había vuelto a endurecerse, y la sangre le hervía en las venas. –¡Fóllame de una vez!-

A un tiempo, Takayuki se tomó de sus caderas para separarlo un poco del borde de la banca e inmovilizarlo, empalándolo por fin con su miembro palpitante apenas el dígito de Tetsuya abandonó la entrada del castaño. Takashima soltó un quejido e instintivamente apoyó ambos pies en el piso, aunque seguía manteniendo las piernas separadas. Perdió control de su cuerpo por unos segundos, durante los cuales únicamente se percató de cómo el vocalista se escurría debajo de él hasta quedar sentado sobre el cemento y de frente, de modo que Kouyou se vio obligado a abrazar el cuello del chico para no irse de bruces. Todo eso mientras Yuki seguía inmóvil, con su sexo hasta el fondo de aquella apretada cavidad.

-Tres, dos, un-…-

Para no variar, Tetsu ni siquiera había terminado de contar cuando su mejor amigo dio inicio a las intromisiones en el trasero del pato, quien por el empuje tuvo que volver a colocar una rodilla en el borde del asiento y asirse al cuerpo menudo pero resistente de su kouhai, quien lo estrechó más que encantado. Las primeras intrusiones fueron bastante fuertes y rápidas, casi violentas, y para el mayor de los tres no fue una opción callarse los sonoros gemidos que tan claramente delataban tanto su placer como su conmoción, pues mejor dicho aquellos críos le estaban haciendo como querían. Su mente confundida, agitada y convulsa sólo podía pensar en una cosa: si esos dos infelices se habían iniciado mutuamente entre sí como él creía, vistas las pruebas, no habían parado de fornicar un solo día.

-¿A que es una dulzura nuestra bella Takako-chan: no, Yuki? Tan suave, tan delicada, tan indefensa…-

Kouyou luchaba por modular sus lujuriosos sonidos y reprimir una que otra vulgaridad que le quemaba en la lengua, especialmente al verse obligado a asirse de esa manera de quien momentos antes se había deleitado en avasallar. Contrario a lo que siempre creyó, no era Takayuki el único apasionante enigma que obligaba a ser descifrado, sino que aquel pequeño y en apariencia ingenuo kouhai podía mutar su dócil talante si las circunstancias eran las necesarias. Aun recordaba perfectamente la escena que le tocó presenciar el día en que lo encontró lastimado y ensangrentado, casi inconsciente, y cómo creyó erróneamente que debieron bastar un par de golpes para derribarlo. De repente, hasta le pareció poder imaginarse vívidamente cómo sería sentarse sobre su regazo y cabalgarlo.

En eso, una potente intromisión lo hizo volver en sí. Yuki se pegó más al dorso del mayor una vez que Tetsuya usó sus manos para separarle las posaderas a la presa y acercarlo más a su cuerpo, de modo que para entonces los tres estaban muy juntos. Los dedos de Tomioka se pasearon por la mandíbula del más alto, recogiendo de su mentón gran cantidad de saliva. Estaba babeando profusamente y no se había percatado.

Al caer en cuenta, quiso decir algo, pero Yuki le metió los dedos en la boca impidiéndoselo del todo y redobló las acometidas.

-¡Nhhh, nhhh! ¡¡Ugghh!!-

No le interesaba cuánto tiempo llevaban desde que todo comenzó, si los sorprendían en semejantes poses y actos, o si debido a ello no iba a ser expulsado de la prefectura como antes sino del país entero: lo único que le importaba en el mundo era sentir a ese par de mocosos forajidos e insolentes haciendo a su antojo con su cuerpo. Takayuki se enterraba en sus entrañas con un ímpetu suficiente como para arrebatarle cualquier recato: y ante las voces escandalosas y casi femeninas que para entonces estaba dando –con los labios aun más separados a pesar de los dígitos invasores-, Itakura se había apoderado de su miembro y lo sacudía con furia. No tuvo tiempo de controlar nada: después de varias embestidas en tal combinación, reventó en la mano del menor de los tres, al tiempo que hacía todo lo humanamente posible por retener los gritos en la garganta.

Cuando los jadeos del castaño se normalizaron un poco, Takayuki salió de su cavidad, le lamió la sudada mejilla y se le acercó al oído.

-¿Feliz?...-

Luego, ambos kouhai actuaron concertadamente para ayudar al de Kaganawa a tenderse sobre el piso, boca arriba. El pato se sentía tan aturdido que se dejó hacer, sin reparar mucho en ello. Posteriormente, Tetsuya se colocó a cuatro patas, con el cuello y la cabeza de Kouyou en medio de las rodillas, en tanto que Tomioka tomó su lugar tras el amigo. Solo se aseguró de que el menor estuviera lubricado y, luego de separar las piernas y agacharse un poco, dirigió la pelvis hacia aquellas bonitas nalgas. Entró en el chico ante la estupefacción de quien les miraba desde abajo, sin poder decir nada a causa del atontamiento del todavía reciente orgasmo. El mayor de los pelicoloridos se empezó a mover de inmediato, continuando así con las placenteras embestidas que su miembro todavía deseaba experimentar, tan cerca de la culminación como había quedado.

Y si bien el castaño se había sentido contrariado en un principio por la desvergonzada vista con que lo habían proveído desde aquel ángulo, la voluptuosa escena pronto hizo su efecto: podía observar cuidadosamente cómo el recto del menor recibía gustoso el falo de Yuki, tragándolo sin problema alguno hasta que las ingles del de Naniwa chocaban con las nalgas de su amante. Tetsu no se ahorraba los gemidos ni las sensuales demandas por más, cosa que encendía a Tomioka el doble mientras acariciaba la espalda ajena, se asía de su cadera o le propinaba una que otra nalgada.

Anhelante, el castaño llevó su mano al escroto de quien en ese momento recibía las penetraciones y lo acarició con delicadeza, poniendo la contraria en una de las posaderas ajenas para arañarla un poco, mas llevándola después al miembro del vocalista. El guitarrista menor bajó el ritmo de las acometidas cuando se sintió casi al borde del clímax, y en determinado instante sacó del todo su miembro del ano de su amante.

Su único arrebatado rencor era con esos labios, que tantos y tan malos ratos le habían hecho pasar, enredándolo una y otra vez en sucios ardides plagados de hormonas y delirios. A las pérfidas piernas ya las había hecho pagar, subyugándolas hasta hacer que temblaran a causa de sus embestidas, pero bajo ninguna circunstancia podía perdonar a aquella boca infame. Entonces, tomó su virilidad con la diestra y se la puso al mayor sobre los labios, rodeándolos con la húmeda punta y golpeándolos luego con ella. Uruha lo miraba sin dejar de manosear a Tetsu, y una incipiente sonrisa comenzó a dibujarse en su semblante. Después de azotarle también las mejillas, Tomioka volvió a llevar su miembro a la boca ajena y lo introdujo en ella, metiendo también el dedo corazón en la abertura de su mejor amigo. Volvió a tomar velocidad en las intrusiones tanto de su pelvis como de su mano, y rápidamente supo que estallaría sin remedio unos cuantos segundos después.

Retiró su longitud apenas a tiempo, rociando con su fluido blanquecino la hermosa cara del senpai. Tres grandes gotas le mancharon la nariz, uno de sus pómulos y la frente, mientras él no podía quitarle la vista de encima ni dejar de sacudirse el miembro, pues todavía sentía espasmos. Se dejó caer de nalgas al piso, a un lado de los cuerpos restantes, y su largo dígito también salió del interior de Tetsuya.

El de Kanagawa, tendido aun en el piso y con un gesto de satisfacción casi total, se dirigió al menor de los tres.

-Tecchan, mmm… Ahora sólo faltas tú…-

El menor se retiró hacia el otro costado, hizo lo propio y se corrió asimismo en el rostro de Takashima, embadurnándole un párpado, la mejilla y el mentón. Sus gemidos, a diferencia de los de Yuki –quien hizo lo posible por retenerlos o gruñir a cambio- fueron articulados, casi entonados con aquella hermosa voz limpia que le caracterizaba, y que alimentaba una vez más el indescifrable contraste que le constituía.

Con ambas secreciones sobre el rostro, Kouyou se incorporó y extendió los brazos para rodear los cuellos de ambos chicos, atrayéndolos hacia él. Se unieron en un indecente beso de a tres, y después el castaño cerró los ojos y se dejó masajear la faz por aquellas dos lenguas ávidas que recogían todo y que, de cuando en cuando, le compartían un poco llevando a la suya parte de ambas espermas…

 

Offshoot

 

Takashima empujó la puerta de la salida, la cual -para su enorme desconcierto y el ajeno- se abrió con absoluta facilidad. De ninguna manera esperaba que aquello sucediera, pues se suponía que sería Suzuki quien aguardaría por el golpeteo convenido para facilitarles el escape.

Sus dudas se desvanecieron cuando pudo observar, a pesar de la exigua luz circundante de un sol que estaba por ponerse, cómo su mejor amigo, su casi hermano, se disputaba con tres de los forajidos de la pandilla de Takayuki el inexistente premio de un certamen igualmente estúpido y degenerado: que no consistía en otra cosa que bajarse los pantalones y esforzarse por ser el que, después de un rato, chorreara más de todos. Naturalmente, no le quedaba duda alguna de cuál había sido la “motivación” para llevar a cabo semejante competencia entre gente que jamás se frecuentaba, pero que a la luz de los hechos tenían algo en común, que era ser todos unos grandísimos pervertidos.

El pato supo de inmediato que regañar a su mejor amigo y armarle un escándalo delante de todo el mundo por haberse olvidado de su encargo y abandonarle –o mejor dicho, venderle- de tan vergonzosa manera sería totalmente inútil, pues de seguro le saldría con que los otros lo obligaron a darle razón del paradero de Takayuki y Tetsuya, siendo que ya lo conocían de vista. Por lo cual, indignado a como estaba y sin haberse volteado todavía hacia los kouhai, aunque pensando que de seguro estos también se habrían dado cuenta de todo y específicamente del deplorable espectáculo que frente a ellos se desarrollaba, tomó una resolución.

Y cuando tanto Uruha como un abochornadísimo Yuki habían decidido en total silencio irse cada uno por su lado y sin decirles nada a quienes supuestamente aguardaban por ellos afuera, Tetsuya se adelantó, saludando a los compinches a viva voz y con toda la naturalidad del mundo, como si se los hubiera topado a mediodía en la plaza.

-¡Yoshio-senpai, Kirala-kun, Shizuki-san! ¡Holaaaa!-

Notas finales:

Una piedra más para el Monumento a la Vergüenza dedicado a Yuki. 

¡Gracias por leer!


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