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Soledad por TheSexiestDiva

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Notas del capitulo:

He de aclarar antes de cualquier otra cosa que no pretendía publicar tan tarde, lo que pasa es que tuve problemas médicos, pero bueno ya estoy bien (:P)
Diva: Sin más que agregar, más que agradecer a quienes leyeron el prólogo, esperamos que este capítulo les agrade y vamos haya

Soledad

Humillado y desterrado el gran, y renombrado caballero Victor se dedicó a viajar por el mundo, sin otra convicción más que volver y limpiar su nombre, buscando algo que corroborara que él había tenido razón todo el tiempo y, así su rey lo disculpara y aceptase de nuevo como su espada.

Pero lastimosamente no había descubierto nada, ninguna pista, nada que lo guiase al descubrimiento de la verdad. Nada que le pudiese llevar a desenmascarar a la reina. Nada hasta que aquel rumor llego a sus oídos. Aquellas palabras tan casuales, tan concisas y llenas de morboso cotilleo de aldeanos, le alteraron el ritmo cardiaco y la respiración, algo dentro suyo le alentó, le gritó que por fin había descubierto algo y sin más abandono el poblado, rumbo a la vieja torre del rey de hierro.

Los dominios del antiguo gobernante habían sido abandonados hacía mucho tiempo, cuando el mismísimo rey desapareció, nadie supo nada, era como si el hombre un día como cualquier otro hubiese decidido irse sin decirle a nadie. Y los terrenos que alguna vez le pertenecieron fueron consumidos por la maldición, sin la protección que el regente les brindaba.

Al llegar presencio de primera mano la horrida imagen del antes glorioso reino. Hundido en la tierra por su propio peso, el magnífico castillo construido únicamente con hierro, era además devorado por el mar de lava, que por su propio peso, al hundirse en la tierra había proyectado a la superficie.

Una serie de torres tan altas que sus copas se perdían en la tenebrosa humareda que las rocas híper calentadas, y el hierro de sus propias estructuras, lanzaban al cielo.

Aquel antiguo castillo era como una trampa mortal para bobos, y él no era ningún tonto, tal vez impulsivo y obstinado, pero nada tonto, él era uno de los mejores guerreros del mundo. Su pesada armadura de hierro negro (*) no fue ninguna complicación, salto con gran maestría sobre rocas solidas capaces de soportar su peso, solo para descubrirse con su torpeza. Obviamente la entrada principal se había hundido en el magma hacía mucho tiempo.

Aguantando un suspiro de reprobatoria reprimenda en contra de su torpe olvido, calculó sus posibilidades, entendiendo que la única entrada posible sería por las alturas. Resopló con jocosa ironía al alzar la vista y encontrar que le resultaba imposible ver el final de aquellas torres. Retrocedió dos rocas de distancia y desenfundó sus armas, una espada recta como cualquier otra espada y su excéntrico ultra espadón negro, que era más grande que el mismo, lanzó este último clavándolo en la pared de hierro de la torre. Sonrió con suficiencia mirando el inmenso tramo que había salvado.

Retrocedió aún más, y corrió de vuelta para saltar con precisión felina y sostenerse de la amplia placa de acero de su espadón. Una vez estabilizado clavó su espada y se colgó de esta, desenterró su espadón y volvió a guardarlo, listo para comenzar a escalar todo lo que aún le restaba de torre, y aun no podía ver el final.

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Escalar la torre no fue complicado, mas sí agotador.

Lo que consiguió turbar sus sentidos, fue mirar como de los preciosos pasillos de hierro atiborrados de cenizas, se alzaban de estas mismas soldados muertos, recomponiendo sus famélicas anatomías de las cenizas, que muy seguramente estaban hechas con sus cuerpos. Se alzaban calzados con sus armaduras raídas y sus armas astilladas, sin miedo, ni otro propósito que deshacerse del intruso.

El caballero extranjero les miro por un rato, estupefacto, conocía de maldiciones, de muertos vivientes, pero nada ni remotamente parecido a lo siniestro que se veía esto.

Pasmado en su sitio permitió que los muertos se lanzasen sobre de él. Recibió algunos cotes, no más impresionantes que el golpe de una mosca sobre su armadura. Despertó de su sosiego para detener el hachazo de uno de aquellos que iba directo a su rostro (cubierto por su yelmo), sosteniendo el arma por el mango. El cadáver resucitado aun imprimía fuerza en su ataque, intentando alcanzarle, el caballero sonrió con aire taimado lanzando el hacha, que el muerto nunca soltó, a sus espaldas, causando que este se despeñara por una de las ventanas en la pared y callera hasta el mar de rocas fundidas debajo de la imponente torre.

Los demás cayeron ante sus espadas, disolviéndose en cenizas nuevamente.

Avanzo por todo el palacio, cuestionándose la planificación arquitectónica cuando caminaba sobre las inmensas cadenas que interconectaban a las torres, a modo de puentes primitivos. Claro que para ese entonces se había olvidado de que la base del castillo se había hundido hacia siglos, por lo que aquellos puentes rudimentarios solo serían usados para emergencias.

Lo sintió en el pecho, como si sus entrañas se constriñeran por un miedo primal que no podía controlar. En el centro de aquella torre, tan llena de cenizas como el resto del castillo, cenizas de las que emergían soldados dispuestos a dar su no vida para detenerle. En una sala redonda, a reventar de cenizas, en el centro una figurita delicada descansaba, arrodillada, abrazando contra su pecho algo, que a la distancia el extranjero no podía reconocer.

Su corazón se agito, aumentando su ritmo a cada paso que tomaba para acortar las distancias. La pequeña figura estaba en el centro de aquella enrome sala, únicamente rodeada de cenizas y eso que apretaba contra su cuerpo con tanto recelo. Resaltaba ominosamente por su cabello oscuro y la exótica túnica negra, algo sobresexualizada (**), sobre aquel mortecino ambiente de cenizas impíamente claras.

Aquella imagen podría haber engañado a cualquiera, hacerse preguntar por qué aquel ser tan fino y delicado habitaba aquella torre, completamente solo y aislado del resto del mundo, haciéndole olvidar incluso el ejército de zombis de cenizas que les habían atacado, pero no a él, él sabían quién era aquel y ni su tierna estampa y aparente fragilidad podrían engañarle. El mismo sentimiento de miedo y aquella asfixiante oscuridad, que le asaltaban cada vez que había estado en presencia de la reina, le sobrevinieron en ese preciso momento, como un fatídico deja-vu, más nítido y más sólido mientras más se acercaba a aquella figurita.

- ¡Hey!- Gritó sin delicadezas, con su voz gruesa y áspera por el miedo y la asfixia que la presencia del otro le causaban, al tiempo que apuntó con su espadón hacía el desconocido.

El caballero se petrifico ante la mirada, inmensamente triste y apenas viva que le respondió. Para nada era lo que él se esperaba, de tal modo que ni siquiera noto la manera desdeñosa con la que le miró, como si fuese una mosca aplastada en la pared.

Anclado en su sitio, no noto al gigante de cenizas que se había erigido a unos metros de él, ni mucho menos pudo evitar su enorme maza que le impacto de lleno y lo llevo a estamparse contra la inflexible pared, al otro lado del salón.

Las cenizas salieron disparadas en todas direcciones, volviéndose una especie de neblina que entorpecía los sentidos del extranjero. Él caballero se incorporó apenas un poco mareado, por el golpe que le había sacado el aire. Un segundo golpe volvió a impactarlo, haciéndole cruzar la sala nuevamente.

Volvió a incorporarse, y esta vez, sin ningún problema detuvo el golpe del gigante que iba directo a su cráneo, con una sola mano y su espadón mantuvo a raya aquel devastador movimiento. Esperando recuperar la estabilidad. En tiempo record desenfundo su espada y la lanzo al hombro del gigante, cortando la armadura y deshaciendo aquel endeble brazo de cenizas. Un movimiento más y decapito al zombi, mirando con normalidad como este se deshacía volviéndose uno de nuevo con las cenizas en el suelo.

Recogió su espada y noto, como ya predecía, que la asfixiante presencia de la figurita oscura había desaparecido y por ende su poseedor también.

- ¡Maldición!- bramó con tono cómico y una sonrisa soez en los labios.

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Con temible calma observaba la puesta del sol, como si nada más importase. Abstraído por los colores de fuego que teñían el cielo y se fusionaban con el mar ardiente que yacía bajo él.

El sujeto estaba distraído, tenía la guardia baja y no había detectado su presencia, por lo que el caballero asumió que era una buena oportunidad, una oportunidad de oro, tal vez irrepetible, pero apenas sus dedos rozaron la empuñadura de su espadón la tranquila voz del otro le detuvo.

- ¿Qué pretendes conseguir atacándome?- Musitó con aparente desinterés, sin despegar sus ojos del horizonte- Eh, caballero- Concluyó girando la cabeza con increíble garbo, para mirar con desdén al extranjero.

Él volvió a ser reducido por aquella mirada, prácticamente muerta, impropia para el aura que destilaba. Apretó los labios rechinando los dientes, obligándose a reaccionar, a sobreponerse, ya no al miedo, si no a algo mucho mayor que esa mirada castaña le causaba. Termino por tomar su espadón, concluyendo su labor a medio cumplir, y apunto hacia el otro de un solo y fluido movimiento, a pesar del tamaño y peso de su arma, él la manejaba con terrible facilidad.

- ¿Qué relación poses con la reina de Drangleic?- Cuestionó con severidad, con sus ojos azules sacando chispas de furia fijos en los castaños del más pequeño.

- ¿Qué te hace suponer que tan siquiera sé de quién estás hablando?- Contestó con retórica, sin apartar su mirada de la furibunda del otro, de aquellas llamas azules que parecían querer devorarle, y él, parecía que quería ser devorado por aquellos fieros ojos.

- ¡Argh!- Gruñó el caballero- No te burles de mí, tu presencia es exactamente igual a la suya.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios rojizos del pelinegro, tan pequeña y frágil que casi era imperceptible, pero él la noto y nuevamente desconcertado, sin saber cómo sentirse delante del otro, bajo lentamente su espadón.

- Ella te mataría si te llegase a escuchar- Una tenue chispa de felicidad destello en su voz al pronunciar con cariño las palabras, recordando a su hermana, alegre de que su presencia mediocre resultase parecida a la de ella.

- ¡Entonces si están relacionados!- Soltó emocionado el caballero. El de melena color ébano frunció los labios ante la interrupción de sus pensamientos, y volvió a mirar al otro como si fuese un bicho- En ese caso dime…- sus palabras fueron brutalmente interrumpidas cuando un zombi apareció desde atrás del más pequeño y le ataco con una precisión mortal.

La daga con la que le ataco hizo volar su casco, develando su larga cabellera plateada que hermosamente se balanceo con la cálida briza del atardecer. Miro furioso hacia aquel que desapareció en una nube de humo, apareciendo detrás de él, aunque esta vez estaba preparado y pudo detener su envite, mas no contraatacar.

El azabache miró con parsimonia el combate, presenciando como su hechicera era ejecutada sin problemas por el caballero. Más soldados comenzaron aparecer detrás de él, lanzándose en contra del alvino, luchando para protegerle. Él se giró con tranquilidad, reacomodando entre sus brazos aquello que apretaba contra su pecho como si su vida dependiese de aquel artículo, andando de nuevo, hacía el interior del palacio, pero antes de desaparecer se giró y observo la espléndida habilidad del caballero para deshacerse de sus siervos.

- De seguro nos volveremos a ver caballero- Hablo con suavidad. Sería imposible que a esa distancia el otro le escuchase, pero las cenizas llevaron el mensaje hasta los oídos del más alto- Pero no te confíes, yo seguiré levantando a mis soldados no importa cuántas veces los derrotes- Concluyó adentrándose en la torre.

El albino sonrió con aire descarado- ¡Me parece justo!- Gritó a todo pulmón, esperando haber conseguido que el otro le escuchase- Ahora si, a morir escorias- Canturreó alegre desasiéndose del remantemente de soldados de un solo sablazo de su espadón.

Continuará.

Notas finales:

*- La única manera en la que se puede observar la total magnificencia de la armadura que Victor llevara por el resto de la historia, es ir a google imágenes y escribir "Fume Knight" o "Caballero del Humo" de cualquier manea funciona :)

**- Vamos el atuendo con el que patina eros, solo que convirtiendo su faldita en una completa… Ejem si me encanta ese traje (nwn)

Y bueno eso es todo, les agradecemos su preferencia. Y ya saben si han llegado hasta aquí valen mil (;D). Hasta la próxima
Diva: ciao


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