La cafetería tenía un encanto singular, ambos al llegar lo percibieron y encantados fueron recibidos por Patricia, una señora de baja estatura, regordeta y con unos cachetes sonrojados que le daban un aire adorable. La señora los recibió con una sonrisa, a Damián lo invitó a sentarse y pedir algo de comer mientras Eric iba a su oficina y daba la entrevista.
Al salir de la oficina ya Damián se había terminado su café negro, estaba nervioso por Eric, quería que consiguiera el trabajo porque sabía que era importante para él. Patricia había dicho que lo llamaría dentro de unos días si lo requería y así fue.
Después de dos días recibió la tan deseada llamada, al primero que se lo contó Eric fue a Damián y después a su madre y hermana. Su madre no estaba muy segura de dejar a su hijo trabajar, prefería que se enfocará en sus estudios, y aunque había hablado con Eric este no cambiaba de opinión.
El primer fin de semana llego, ahí fue cuando le presentaron a los que serían sus compañeros de trabajo. El que se encargaba de las comidas se llamaba Josué, un hombre de tez morena y apariencia cansada, tenía alrededor de 33 años aunque podría parecer mayor, era alguien más bien callado, solo hablaba cuando era necesario o simplemente para quejarse.
Su último compañero se llamaba Alex, era un chico que se acercaba a su edad, máximo tres años mayor que Eric, era alto solo por unos centímetros y poseía una piel bronceada que combinaba con su cabello color chocolate. La primera vez que Eric lo vio pensó que era bastante genial, llevaba un aura de chico rebelde con su tatuaje en el antebrazo del “árbol de la vida” y sus orejas perforadas, pero al intercambiar algunas palabras demostraba que podía ser bastante amable y simpático.
Eric trabajaría una jornada desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde para acoplarse a sus clases y no atrasarse en los estudios aunque también tendría algunos nocturnos. Sus primeros días eran bastantes emocionantes, le gustaba sentirse útil y poder ayudar a su familia.
Como Eric ahora tenía menos tiempo libre no podía pasarlo tanto con Damián, aunque el a veces llegaba a visitarlo o recogerlo después del trabajo no contó con el tiempo que disponían antes y acostumbrase a su nuevo horario se le dificultó, sin embargo no dejaba que eso lo agobiara.
-Ese chico que te viene a visitar ¿Acaso es tu novio?- dijo en tono de burla Alex una vez mientras limpiaba las mesas de la cafetería. Seria mentir si Eric no quisiera decir con todo orgullo: “Si, es mi novio” pero sabía que aún no era el momento.
Eso era otra cosa que le angustiaba y frustraba, que Damián lo repelara estando en público, no podían tomarse de la mano, ni abrazarse, en realidad ni podía tocarlo, solo caricias sutiles que solo le daban el incentivo de querer más.
-Claro que no- respondió en un murmullo, Alex creyó que lo había hecho enojar y se acercó con una sonrisa, le sacudió el cabello de forma infantil y le pellizcó la nariz- ¿Qué pasa contigo?
-¿Porque eres tan gruñón? Solo era una broma, no te enojes.
-No estoy enojado, y no soy gruñón.
Con el paso del tiempo Eric noto que su compañero era un donjuán, siempre que llegaban clientas lindas se acercaba a ellas con su sonrisa encantadora y les empezaba sutilmente a coquetear. Además de eso llevaba cada tres días una chica nueva que lo esperaba fuera del establecimiento para acompañarlo. Eric pensó la primera vez que lo vio con una chica que era su novia, la abrazaba por la cintura y la besaba dulcemente, pero después se dio cuenta que cambiaba de chica como cambiaba de ropa interior y esa misma escena se repitió una y otra vez.
No podía decir que Alex le agradaba en un cien por ciento, algo le disgustaba de su compañero pero no lo hacía notar.
Pero todo cambio cuando una noche, en vez de que hubiera una chica afuera esperándolo había un chico, quedó algo desconcertado al ver esto pero después, en su mente, se dijo a sí mismo “No puede ser, este tipo es un mujeriego de primera no podría…” pero sus pensamientos se acortaron bruscamente cuando el mismo ritualmente anteriormente usado en chicas lo hacía en este chico misterioso.
Al día siguiente de aquel suceso Eric quiso preguntarle sobre aquello, tal vez pudieran ser más cercanos, podría explicarle su situación y hasta pedirle consejos. Alex había notado que Eric estaba ansioso y no tuvo que pensarlo mucho para darse cuenta de la razón.
-Si quieres preguntar algo hazlo- le dijo directamente a Eric mientras comía un pudin de chocolate a su lado, la cafetería estaba vacía y solo se escuchaban sus voces y los platos lavándose a la distancia.
-Porque quisiera preguntarte algo…
-El arte del disimulo no es una de tus cualidades ¿Ahora vas a renunciar o ignorarme?
-No ¿Por qué lo haría?
-¿No eres uno de esos homofóbicos?
-¡¿Qué?!- exclamó, “Si solo supiera” pensó- Claro que no ¿Por qué dices eso?
-Bueno, es que aquella vez que te moleste te enojaste mucho.
-Te dije que no me enoje.
-Ya veo- un silencio incomodo se posó entre ellos durante unos segundos, sin contacto visual, hasta que Eric lo rompió.
-Es solo que me sorprendió verte con un chico- Alex rio suavemente.
-Todos dicen eso, supongo que no calzo en el molde del estereotipo. Debería ser más afeminado- Eric no pudo evitar reír.
Y se podría decir que después de este suceso su relación se acercó un poco más, Eric ya no se distanciaba tanto de él y el pequeño disgusto del principio ya no existía.
Eric le contó a Damián lo ocurrido y algo, que Eric no pensaba que pudiera ocurrir… ocurrió. Damián se puso celoso.
-¿Ahora solo porque sabes que es bisexual es tu mejor amigo?- dijo con un tono seco.
Eric comenzó a reír, algo que molestó al moreno y frunciendo su ceño se alejó de él. Cabe destacar que estaban en la habitación de Damián, en su escritorio, mientras este hacia un informe para la universidad en la computadora.
-No te pongas celoso- le dijo con voz melosa mientras lo abrazaba.
-No estoy celoso- bufó- Solo que no deberías confía en alguien por su sexualidad, es tonto.
-Estas totalmente celoso- susurró cerca de su oído- No lo estés- se acercó a su rostro y le dio un tierno beso a su novio en sus labios- con él no hago esto, deberías estar agradecido.
-Eres un presuntuoso
-“Presuntuoso”- rió- nunca nadie me había insultado de esa manera.
Ambas manos del moreno fueron a parar a los costados de Eric, pasando sus manos suavemente lo acerco a su silla y le dio un prolongado beso causándole cosquillas en el pecho al otro.
El beso empezó con un ritmo lento, ambos disfrutándolo por cada segundo, sin prisa.
-Quiero hacerlo- susurró suavemente a un centímetro del rostro de Damián, el cual dio una ligera sonrisita apenas perceptible.
Los dos se encontraban en la cama, Damián encima de Eric, besando su pecho, dejando su marca sobre la piel apenas bronceada del castaño, cuando estuvo a punto de finalmente desabrochar su pantalón la puerta de su habitación se abrió bruscamente.
- ¿Tienes por casualidad…?- se presentó Sebastián hasta que vio aquella escena, que aunque aún no era “muy indecente” daba a comprender la atmosfera en la que se encontraban.
-¡Toca antes de entrar!- le dijo su primo tratando de cubrir la media desnudez de su novio, en cambio Eric, quedó congelado por ver al mayor viéndolos en aquella posición tan comprometedora.
-Perdón, perdón, perdón...-cerró rápidamente la puerta. Damián miro a Eric y este estaba con el rostro muy rojo, se pasó las manos a su cara y frotó sus mejillas.
-Creo que debería irme- avergonzado, empezó a vestirse y se despidió de Damián. Al llegar a la sala se encontró con Sebastián, quien le dirigió una sonrisa incomoda.
-Supongo que arruiné el momento- se rascó la nuca con una sonrisa que decía “Lo siento”.
-N-no te preocupes- dijo rápidamente el castaño con una sonrisita nerviosa acompañándolo.
-¡Si lo hiciste!- respondió Damián desde el marco de la puerta de su habitación con el ceño fruncido.
Y aunque Damián, ahora en su cama acostada escuchando música, había perdido la oportunidad de tener a su Eric gimiendo y jadeando estaba contento, porque se sentía plenamente en su relación, sin problemas ni preocupaciones, solamente tenía que asegurarse de mantenerlo en secreto durante un poco de tiempo más y no dejar que más problemas se interpusieran en su camino.