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Apariencias que engañan por KylieNova

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Notas del capitulo:

Hola y gracias a todos los que estan leyendo. Este fue un capitulo muy gracioso de escribir, espero que les guste!!! No olviden dejar su comentario de que les parecio

-Todo está bien, no te preocupes- le susurró cerca de su oído, abrazó más fuerte a Damián y ocultó  su rostro al pecho del moreno. 

-Lo sé- contestó. 

Había una mezcla de sentimientos en su ser, pero pudo identificar que no sentía molestia o miedo. Sentía culpa por que por él ahora Damián se sentía mal ¿Qué pasaba si quería romper con él? Todo por ser estúpidamente impulsivo. 

  

Damián al llegar a casa y estar en su habitación se colocó sus auriculares y puso melodías armoniosas para despejar su mente. No quería pensar en Alex, ese chico ruidoso y molesto que los había visto, esperaba que no fuera un idiota y le contara a todo el mundo, como una vieja chismosa. 

No, no, no. Tenía que pensar en otra cosa, rápidamente, a su mente, pasó el recuerdo de su confesión a Eric y se dio cuenta que era verdad, lo amaba, estaba enamorado y feliz. Podía decir que le gustaba de Eric: su sonrisa, su sentido del humor, lo adorable y atrevido que podía llegar a ser, la amable y atenta persona que era. Y la lista seguía y seguía y no pudo evitar, al enumerar, todas las cosas que le gustaba de él, sentir una pequeña llama en su pecho que cada vez se hacía más y más grande hasta sentir como sus labios se curveaban en una sonrisa. 

Tenía que hacer algo. 

Podía comprarle comics… no, tenía que ser algo más especial, podrían hacer un paseo o viaje juntos... pero no podía porque Eric necesitaba trabajar para ayudarle a su madre. 

Él podría hacer algo romántico, una cena. 

Tendría que cocinar por el mismo su comida y postre preferido, charlar, pasar la noche juntos, con las luces apagadas, algunas velas, perfecto.  

No podía creer que haría algo tan cursi como eso, pero si era por Eric lo valía. 

  

  

Eric llegó al trabajo y pudo visualizar a su compañero leyendo una revista cualquiera, aun no lo había visto. Se acercó rápidamente y lo encaró, sin miedo lo miró a los ojos y dijo: 

-Hola- pero Alex no le respondió y siguió leyendo- ¿No me escuchaste?- preguntó, aunque ya sabía la respuesta. 

-¿Te conozco?- le dijo apartando su revista a un lado, Eric no entendió a qué se refería. 

-Eric, tu compañero de trabajo, tu amigo. 

-¿Mi amigo? Lo amigos se cuentan las cosas y son honestos que yo sepa. 

-Alex, por favor, lo siento ¿Si? Es que no sabía cómo contártelo. 

-Tal vez: “Alex en realidad tengo un novio, me gustan los chicos.” Era fácil. 

-Lo siento- murmuró. 

- ¿Creías que te iba a decir algo? ¿Yo? El que también le gustan los chicos. 

-Sí, fui muy estúpido. 

-Muy estúpido- Eric lo miró, rogándole que lo perdonara, aunque al principio Alex lo ignoró no pudo evitar sonreír. 

-¿Me perdonas? 

-Como sea- hizo una llave contra el cuello de Eric y sacudió su cabello con los nudillos. Eric se soltó de su agarre y lo empujó- Así que… el chico que te acompañaba, debí notarlo. 

-El no encaja en el estereotipo gay supongo. 

-No, mi radar gay falló- Eric rió por su cometario- ¿Cómo era que se llamaba? ¿Daniel? 

-Damián. 

- ¿Y hace cuanto que salen? 

- Ya van tres meses- dijo sonriendo. Era la primera vez que hablaba con un amigo sobre su relación con Damián. 

-¿Por qué lo ocultaste? 

-Porque él no quiere que nadie lo sepa, aun- Alex le dirigió una mirada seria, algo que preocupó a Eric- ¿Qué? 

-Déjame pensar, el todavía no acepta el hecho que le gustan los penes y te mantiene escondido hasta que llegue su momento de confesarlo. 

- En resumen- le dijo serio- No todos tienen tanta confianza solo para decirlo, soy el primer hombre que le gusta. 

-Eric, vamos, tu eres inteligente. 

-Si lo soy, ¿Por qué estamos hablando de esto? 

- Porque si eres inteligente no tienes que tragarte esa mentira. Te lo digo yo, muchos chicos dicen eso para tenerte en la mano y a final de cuenta lo único que querían era usarte. 

-Él no es así. 

- “Él no es así” “Es diferente a los demás” “De verdad me ama”- empezó a citar con molestia. 

-Te estás pasando- le advirtió Eric con el ceño fruncido. 

-Solo, no quiero que seas una de esas historias. 

-No lo seré, no soy un idiota sentimental- reprochó, pero al ver la expresión de Alex, molesto pero también dolido, lo entendió todo- ¿Acaso fuiste…? 

-Si- respondió cortante- Por eso sé de lo que estoy hablando. 

-Lo siento- dijo apenado. 

-No te preocupes- suspiró- Prométeme que no te dejaras engañar ¿Si? 

- Lo prometo- sonrió. 

  

 

  Llego el fin de semana, Damián ya sabía que ingredientes tenía que ir a comprar para preparar la lasaña de pollo que hacía a Eric babear, además iba a hacer de postre un pastel de zanahoria que sabía que le encantaría ¿Qué si sabía cocinar? No, pero para eso estaban las instrucciones en el internet, ¿Qué tan difícil podía ser? 

Ese mismo día le pidió a Eric que llegara al apartamento a las siete en punto, no le dijo nada más para  no levantar sospechas, ahora solo tenía que hablar con Sebastián y pedirle que le dejara el apartamento solo, algo que lo ponía de malhumor ya que, sabiendo como era su primo, le preguntaría por qué y le molestaría, pero era necesario, además, necesitaba su auto para ir a la tienda a comprar los alimentos. 

-Sebastián ¿me prestas tu auto? 

-No- respondió inmediatamente. 

-¿Por qué? Lo cuidaré 

-Ese auto es como mi hijo, no dejo que nadie lo conduzca. Si quieres yo te llevo ¿Adónde vas? 

-Al supermercado. 

-Te llevaré. 

Ambos se subieron al auto y en un par de minutos llegaron, Damián revisaba en su celular la lista que tenía que llevar y Sebastián, de curioso, lo acompañó. 

-¿Harás una cena para nosotros hoy?- pregunto con ojos soñadores. 

-No es para ti- dijo, pero aprovechando la conversación, preguntó- ¿Puedes hacerme un favor? 

-Depende… 

-Necesito el apartamento hoy para mí. ¿Puedes quedarte con un amigo?- Sebastián parpadeó confundido. 

-¿Para qué? 

-Nada importante- mintió. Poco a poco, en la mente de Sebastián, empezaba a atar cabos. Damián iba a cocinar, era para hoy y ya está atardeciendo, necesitaba el apartamento para él, se veía nervioso… 

-No puede ser- dijo mientras se llevaba las manos a la boca para reprimir una carcajada- No me digas que… 

-No 

- Vas a hacer una cena romántica para Eric- y en ese momento Damián frunció el ceño y apartó la mirada, confirmando lo anterior dicho. 

En el pasillo solo se escuchaban las carcajadas de Sebastián, llenas de burla, algo que hizo a Damián empezar a perder los estribos, las personas alrededor los miraban preguntándose: ¿Qué habrá sido tan gracioso para que alguien se estuviera riendo de ese modo?

 Los ojos de Sebastián empezaron a llenarse de lágrimas y Damián, furioso, se fue con pasos largos y bruscos lejos de él.  

 -¡Espera!- empezó a seguirlo aun riéndose, él otro lo ignoro- No sabía que eras un romántico sin remedio. 

-Cállate- murmuró 

-Ya sabía porque querías el apartamento para ti solo- le dijo con una mueca burlona de doble sentido. 

-Te voy a romper la puta cara si sigues hablando- espetó,  llegando finalmente a la caja para pagar. 

- Lo siento, es que… ¡eres tú! Los que menos lo aparentan son los más cursis. 

-No soy cursi, es solo una estúpida comida, nada más. 

-Aja ¿Y qué harán después?- preguntó sugestivamente mientras levanta sus cejas de forma cómica. 

-No te interesa ¿Te quedaras hoy o no?- Sebastián lo meditó (o aparentó que lo hizo) aun  con una sonrisa en su rostro. 

-No sé en donde quedarme. 

-¿No tienes amigos?  

-¡Si tengo! Pero es complicado, llamar repentinamente para pedir quedarse a dormir a última hora… 

- Sera solo una noche, le dices nada más que duermes en el suelo. 

-No dormiré en el suelo, no soy un perro. - reclamó- Creo que tengo a alguien en mente. 

Sacó su celular y se pudo a escribir un mensaje, no duro mucho y a los pocos segundos una contestación le vino, algo que sorprendió a Damián, eso había sido rápido. Sebastián con una sonrisa en su rostro se dirigió a Damián y le dijo: 

-El apartamento es todo tuyo. 

-Gracias- murmuró demasiado bajo. 

-Solo no lo dejes desordenado, y acuérdate de usar condón. 

-¡Cállate de una vez! 

 

Subieron al auto, ambos se colocaron los cinturones de seguridad y al llegar a la calle Damián se encontró con lo que más temía, tráfico. 

La calle estaba repleta con sonidos típicos en estas situaciones, bocinas sonando constantemente, gritos de hombres impaciente y quejas murmuradas con insultos. No podía ser ¿Por qué hoy? 

-¿Porque hay tanto tráfico?- preguntó el moreno preocupado, el mayor reviso la hora en su reloj de mano y chasqueo- A esta hora usualmente las personas salen de trabajar, pero es extraño que hayan tantos carros en esta calle. Sebastián dirigió su mirada al hombre que estaba a la par de su auto, también enojado por la situación. 

-Hola señor ¿Sabes porque la calle esta así? 

-Hubo un accidente en la calle principal- respondió con molestia el hombre.

-Eso lo explica- dijo ahora dirigiendo al moreno. 

-Llegaré tarde- revisó la hora en su teléfono, solo le quedaba una hora- Iré caminando. 

-Aún estamos muy lejos y con las bolsas te cansarás.  

-Maldición- susurró. 

  

Mientras tanto Eric se encontraba en la motocicleta con Alex esperando, en la misma calle que Damián pero más adelantado, al semáforo cambiar a verde. 

-Es extraño que haya aquí tanto tráfico- comentó Alex-  Me vas a dejar sin respiración si te sigues sujetando así de mí. 

-Lo siento- un tanto nervioso- Es solo que conduces demasiado rápido, es muy peligroso. 

-Dios, suenas cómo mi mamá.- el semáforo se puso en verde, Alex arrancó y la motocicleta rápidamente se esfumo de la vista de oros conductores mientras Eric, con cara de susto, otra vez se sujetaba demasiado fuerte del torso de su amigo.  

  

Finalmente Damián llegó a casa muy apresurado, Sebastián entró a su habitación y en una mochila puso una muda de ropa para el día siguiente junto con su cepillo y desodorante. A Damián solo le quedaba unos treinta minutos máximo para hacer todo, la lasaña tomaba alrededor de cuarenta minutos, así que se pudo a cocinar muy rápido ignorando la despedida de Sebastián. 

Lo hacía todo tan deprisa que se saltaba uno o dos pasos, o confundía verbos o palabras ya que las leía por encima, dejó la lasaña en el horno y se fue a su habitación a cambiarse, al final no haría el pastel, tenía que improvisar y hacer un postre con lo que quedara en la casa. 

Pasaron los minutos y agradeció que Eric estuviera un poco retrasado, lo agradecía por primera vez en si vida ya que era una costumbre habitual del castaño. Cuando estuvo listo un olor extraño se coló a sus fosas nasales mezclándose con la colonia que se había puesto. De inmediato fue a la cocina y se encontró con el horno sacando humo como chimenea, rápidamente lo apagó y lo abrió para encontrarse con una oleada de humo y lo que se podía ver como una mezcla entre queso, pedazos de pollo y carbón. 

-Tienes que estar bromeando…- dijo mientras con los guantes para horno sacaba su creación. No se veía para nada apetitoso- ¿Ahora qué voy a hacer? 

 

En casa estaba Eric alistándose para ver a Damián, no sabía porque se encontraba ansioso y emocionado, lo veía casi todos los días. Bajo a la sala y miró la hora que era, ya llevaba de retraso veinte minutos, no sabía cómo había pasado eso ¡Llego a casa temprano! 

-¡Ya me voy mama!- grito la que lo escuchara desde su habitación. En la sala se encontraba el encierro de su preciado sobrino, se acercó a él y pellizcándole una mejillas, con voz graciosa le dijo:- Hasta luego Víctor. 

Iba a tomar el autobús, así que se quedó en la estación unos minutos hasta que finalmente su transporte llegó, saco su teléfono y le mandó un mensaje a Damián. 

“Ya voy en camino” 

  

-Maldición- murmuró al leer el mensaje de Eric, quiso rescatar lo que quedaba de la lasaña pero no pudo hacer mucho, tendría que improvisar. Fue a la cocina y el refrigerador se encontraba un papelito pegado con un imán, marcó el número qué se encontraba en este y lo atendió la voz de una dulce señora desde el otro lado. 

-¿En que lo puedo ayudar?- preguntó. 

-Hola ¿Me podría dar una pizza de grande suprema y de pepperoni? 

  

Eric se encontraba a unos poco pasos de llegar, hasta que se encontró un hombre uniformado con una caja en su brazo tocando la puerta del apartamento.  

-Hola- saludó- ¿Esa es pizza?- dijo emocionado. 

-Si…-respondió el hombre extrañado, esperaba que no le robaran la pizza de nuevo. 

Damián abrió  la puerta y se encontró con Eric sonriéndole y el repartidos de pizza con cara de querer su dinero inmediatamente. 

-Hola- respondió un tanto sorprendió. 

-Hola- contestaron al uní solo el repartidor y Eric, el castaño pasó al apartamento mientras Damián sacaba de su bolsillo dinero para pagarle al hombre apresuradamente. 

-Eric no entres aun- le dijo alarmado, y la razón de esto era porque la cocina era un desastre. 

Al entrar lo primero que notó Eric fue le desagradable olor a quemado, abrió la ventana que se encontraba en la sala y pasó a la cocina donde, en el desayunador, se encontró con algo negro mezclado con lo que parecía ser queso. 

Damián entró y rápidamente se interpuso entre Eric y el peligro biológico de su lasaña.  

-¿Qué es eso?- preguntó el castaño con una pequeña risa. 

-No es nada, solo un experimento- le dijo, rápidamente agarro la comida y la echó al basurero.   

-¿Acaso cocinaste  para mí?- le preguntó con burla, pero la expresión seria de Damián por unos segundos le confirmo su broma.- ¿Es enserio?  ¿Cocinaste para mí?- Damián ladeó la cabeza y asintió. 

-Pero todo salió mal- le dijo cabizbajo- se quemó la lasaña y… 

-¿Era lasaña? Que lastima- dijo haciendo que Damián se desanimara. 

-Pero compre pizza, por si quieres- Eric lo miró unos segundos con expresión neutra, después se acercó a Damián y le dio un suave beso sobre sus labios, después lo abrazó y en el oído, en un tierno susurro le dijo: “Gracias” 

- Pero lo arruiné- Eric se separó quedando a unos cuentos centímetros de su rostro y su sonrisa se ensanchó 

- Al menos hiciste el intento, nunca crearía si alguien me digiera cocinarías para mí.- se apartó y fue a la sala- Además, me gusta la pizza igualmente, si la pediste de… 

-Pepperoni y suprema- dijo completando su oración. 

-Sí, entonces está bien- dejó su suéter en el sofá y encendió la televisión- ¿Dónde está Sebastián? 

-Él se quedó a dormir en la casa de un amigo 

-Ya veo- dijo Eric. 

Damián no podía ver el rostro de Eric, solo su espalda y lo agradeció, no quería que el castaño viera la sonrisa de idiota que ahora tenía en su rostro.   

Notas finales:

Espero con todo mi

Dejen su comentario!! y gracias a todos por llegar a este punto de la historia!

PD: Llegara lemon pronto!!!!!!!


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