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Apariencias que engañan por KylieNova

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! Aqui esta el capitulo. Quiero agradecer a todas las personas que comentaron!!

Habían pasado dos meses. La situación entre Damián y Erick iba de maravilla, poco a poco Damián había aprendido a aceptarse y mientras pasaba el tiempo las opiniones de los demás le restaban importancia. Aunque  no podía negar que todavía escuchaba ligeros comentarios de desagrada por parte de sus antiguos “amigos” y de otros chicos, las mujeres eran más tolerantes pero incluso algunas solían decir: “Que desperdicio” con desgana o ese tipo de comentarios. Damián solo hacia oído sordo. 

 

El moreno se encontraba en el apartamento con sus audífonos lavando los platos, ese día se encontraba solo ya que era su día libre, Sebastián estaba trabajando y Eric se encontraba ese día ocupando un turno por petición de la dueña. Escuchó la puerta ser tocada repetidas veces, al principio se le dificultó distinguir los golpes, pero después de unos segundos el chico se quitó los audífonos y la abrió, dando paso a su hermano. 

-Hola- saludó abrazando rápidamente al menor, el cual le dio unas palmadas para después sonreírle tenuemente. 

-Hola ¿Cómo estás? 

-Nervioso- dijo con una sonrisita-, la boda será pronto. 

-Lo sé ¿No te estas arrepintiendo?- dijo bromeando y el mayor negó rápidamente. 

-Claro que no, estoy seguro. Deberían darme un premio por no dudar con todas las reclamaciones de mamá. 

-No le agrada para nada ¿cierto? 

-No, ni un poco- rascó su nuca y miro al suelo con una sonrisa algo triste-, pero no importa, lo importante es que a mí me guste. 

-Tienes razón- dijo Damián sintiéndose identificado con aquella frase. En ese momento recordó que tenía algo que decirle a su hermano. 

-Ariel, me dijiste que podía llevar un acompañante- empezó a hablar, la mirada de su hermano mostro incertidumbre para después pasar a la emoción. 

-¿Acaso tienes una novia y no me has dicho? 

-Algo así- dijo dudosos el moreno-, no es exactamente lo que estás pensando. 

-¿Porque tanto suspenso?- rió su hermano. 

-Es que si tengo pareja, pero es un chico-esperó la expresión del mayor, pero este se quedó con la boca abierta. 

-¿Un chico?- repitió sin entender aun-¿Acaso eres gay? 

-Si- Damián sintió su cara acalorada levemente- , mi pregunta es: ¿Puedo llevarlo?- pero Ariel ignoro su pregunta con otra pregunta. 

-¿Desde cuándo?- estaba un poco serio preocupando al menor. 

-No lo sé- respondió quitándole importancia-¿Puedo llevarlo?- el mayor suspiró pesadamente. 

-No puedo creer que no me lo hayas dicho, soy tu hermano- Damián lo miró sorprendido y el mayor torció sus labios formando una sonrisita- Por mi está bien y a Rachel no le importará- el moreno exhaló aliviado-, pero mamá enloquecerá. 

Damián asintió lentamente, sabía que la persona que más le preocupaba era su madre, no lo tomaría bien. 

-Lo sé- dijo sin ánimos.  

 Ambos quedaron en silencio durante unos instantes, hasta que Ariel, inclinándose un poco al frente y concentrando su mirada de forma preocupada en Damián dijo: 

-Deberías decirle antes de la boda. 

-Pensaba decírselo ese mismo día- comentó con una tenue frustración, el mayor negó desaprobatoriamente. 

-Debes decírselo antes, si se da cuenta el mismo día podría hacer una escena-Damián asintió lentamente. 

-Lo haré, no te preocupes. 

 

 

Después de aquella conversación el moreno había buscado formas de decirle la noticia a su madre, dependiendo de cómo reaccionaría su madre lo haría su padre así que ella era la clave. 

Le había sorprendido un poco la reacción que tuvo Ariel, se esperara que no le creyera o que se alterara pero no lo hizo, y lo agradeció, no quería hacer una escena tan dramática. Pero su madre era toda una historia diferente, esa mujer a veces parecía que la habían sacado de una telenovela. 

Tras algunos días de pensar y poco a poco acercándose la boda la presión recaía en él, al final decidió llamarla y contarle casualmente, sin dramatismo. 

Marcó a su número, deseó que su madre no contestara pero cuando escuchó su voz sus esperanzas se esfumaron. 

-Hola- saludó su madre desde el otro lado del teléfono. Damián se encontraba de pie caminando en círculos en su habitación-, que sorpresa, no creí que llamaras ¿Cómo estás? 

-Estoy bien mamá ¿Cómo estás? 

-Muy bien, tengo que decir que ayudar a organizar una boda es emocionante. No podría decir lo mismo de la novia- dijo con humor la última parte, pero sabía que lo había dicho en serio-¿Ya tienes listo el traje? 

-Aun no- confesó- , pero creo que Sebastián me prestará uno. 

-No creo que te quede bien, él es más alto. 

-No es tan alto, solo unos centímetros. 

-Bueno- suspiró-, avísame si necesitas uno. Y ¿Qué necesitas? 

-Nada- respondió con más nerviosismo, aunque no se notara en su voz-, quería hablarte de algo. 

En ese momento Damián quiso abortar la misión, pero sabía que si no lo decía ahora nunca lo diría, llevo su mano a su boca y empezó a mordisquear la uña de su dedo anular, al darse cuenta de su acción bajó su mano rápidamente e inhalo profundo. Prosiguió: 

-Voy a llevar a alguien a la boda, quiero decirte que- pero su madre lo interrumpió. 

-¡Qué bueno hijo! ¿Y cómo se llama la afortunada?- preguntó con voz alegre. Eso lo quebró. 

Escucharla tan emocionada por presentarle a una “chica” lo hizo sentir mal. Nunca le había presentado una novia formal y podía entender porque ahora la mujer estaba emocionada, ahora solo iba a desilusionarla y lo sabía.  

-No me estas escuchando- espetó y su madre pudo notar su frustración desde la otra línea. 

-¿Qué pasa?- preguntó con preocupación. 

-Mamá no es una chica, es un hombre. 

Lo había dicho.  

No se escuchaba nada desde el otro lado, Damián estuvo esperando la respuesta de su madre unos instantes hasta que finalmente hablo con voz suave. 

-¿Estás hablando enserio?- pero no recibió respuesta del hijo, eso la preocupó aún más- ¿No es una broma? 

El tono serio de su madre lo había callado, tragó fuertemente y habló 

-Es verdad, tengo un- iba decir la palabra “novio” pero se arrepintió- …una pareja y es un hombre. Te agradará.- dijo con esperanza, pero su madre no contesto y solo se escuchó el teléfono ser colgado, dejando el molesto pitido acompañar al moreno. 

Desde el otro lado estaba la mujer, con su pulcra apariencia, llevar su mano hasta su frente con frustración mientras se recargaba sobre la mesa con su otra mano estando de pie. Desplazó su mano hasta cubrir su boca, procesando la información que el menor de sus hijos le había dado, tratando de convencerse que era una simple broma. 

 

Pasó ese día pensando en su madre, de seguro había hecho una escena contándole a su padre de su “desviación” o algo por el estilo. Se imaginaba nada más los peores escenarios, incluso llegó a la conclusión de que lo iba a desinvitar a la boda, aunque no fuera de ella. 

Ese día llegó Eric y el moreno le había relatado todo lo sucedido con detalle, trató de no exponerse ante el castaño y sentirse afectado pero simplemente con la mirada el otro lo supo, sabía que estaba dolido. 

-No te preocupes- dijo Eric mientras pasaba cariñosamente su mano sobre su espalda. Ambos se encontraban en la sala.- Es la reacción del momento, se le pasará. 

Pero a Damián se le dificultaba creerlo, quien iba conocer mejor a su madre que su propio hijo. 

-No se le pasara, no me sorprendería que no me volviera a hablar- dijo seriamente mientras se reclinaba a la espalda del sofá, Eric apartó su mano y se acercó al chico frustrado. 

-Tiempo es lo que necesita. 

Eric no podía dejar de sentir una punzada de culpa en su pecho, tal vez si no lo hubiera presionado no sería miserable en este momento. 

-Lo siento- murmuró. El moreno lo miró con curiosidad y negó. 

-¿De qué te disculpas? No tienes nada que ver- pero eso no lo animó. 

-Entiendo por qué te sientes arrepentido. 

-No me siento arrepentido- confesó sonriendo dulcemente- confieso que tampoco me siento bien pero en realidad no me arrepiento de nada. 

Ambos se miraron con una sonrisa triste, se acercaron y rosaron sus labios en un suave contacto, apenas hicieron eso cuando la puerta fue tocada fuertemente. Damián se extrañó, no era hora de que su primo llegara, se levantó y al abrir la puerta abrió sus ojos con sorpresa. 

-Mamá ¿Qué haces aquí? 

-Vengo a hablar contigo- la mujer pasó al apartamento apartando a su hijo con la mano, cuando finalmente estuvo adentro pudo ver a Eric quien estaba tan confundido como ella. 

-Hola- saludo la mujer son su sonrisa actuada- Veo que tienes visitas- habló ahora dirigiéndose a su hijo quien estaba a sus espaldas-, mucho gusto, soy la mamá de Damián- se acercó a Eric, quién estaba nervioso, y estrechó la mano que la mujer le estaba ofreciendo. 

-Soy Eric- se presentó, sin decir más información. 

La mayor pudo notar cierto nerviosismo en el ambiente por parte de los dos jóvenes, algo que la extrañó, ella era muy intuitiva así que al leer más afondo el ambiente se dio cuenta de la situación y se tensó , miro a Damián quien estaba bastante serio y a Eric quien estaba petrificado. 

-¿Acaso eres la “pareja” de mi hijo?- Eric pudo notar cierta ironía en sus palabras. El castaño se sintió pequeño a la par de la experimentada mujer.  

Asintió levemente y pudo ver como la madre lo analizó de pies a cabeza. 

-Necesito hablar contigo- se giró para ver a Damián-, a solas. Eric miró rápidamente a Damián, caminó lentamente, quiso despedirse de la mujer pero esta lo ignoró porque seguía viendo a su hijo con intensidad, Eric pasó junto al moreno y se fue. 

Al salir, Damián cerró la puerta, su madre siguió caminando hasta llegar al sofá y dejar su bolso a su lado mientras se sentaba. 

-No puedes llevar a ese chico- fue lo único que dijo. Damián frunció el ceño. 

-Es mi pareja- la mujer suspiró y negó. 

-No es tu “pareja”- su madre calmó su voz y habló maternalmente-, sé que a tu edad los jóvenes quieren “experimentar”, pero solo es una fase Damián, ya se te pasará. 

-Hablas como si fuera un simple pasatiempo- el joven se acercó y se sentó junto a su madre, tomó aire fuertemente y habló- Yo en verdad lo am- pero el gruñido de la mujer lo interrumpió. 

-Trató de ser tolerante, pero no me estas ayudando- espetó decisivamente. 

El menor calló durante unos segundos, ambo se miraron desafiantes. 

-No estas siendo tolerante, solo haces lo que te plazca. Ariel dijo que lo puedo llevar así que lo haré. 

-Su madre arrugó su frente y lo tomó de la mano. 

-Él no sabe lo que ocasionara ¿Qué crees que pensaran las demás personas? Irán amigos míos y de tu padre, gente importante. 

-Pero tú no tienes que ver en esto, no te verás afectada- el hijo la miró con un rostro que reflejaba desespero. 

-Seré el hazmerreír- espetó la mujer. Vio cómo su hijo cambió su expresión a una más dolida, el moreno aparto la mirada junto con su mano-, no quise… 

La mujer quería disculparse por hacer sentir mal a su hijo, se le partió el corazón al verlo tan dolido pero creía que era necesario hacerle entender las consecuencias y como repercutirían en la familia.  No quería que su hijo viviera en una burbuja de fantasía, este era el mundo real y lo haría vivir en él. 

 Lo amaba, como una madre puede amar a su hijo, sabía que Damián era inteligente, veía en él una chispa de ella misma, una que ni siquiera Ariel tenía. Desde pequeño recordó lo tímido y retraído que era, la preocupaba de gran manera y le inculcó estándares lo cuales nunca cumplía, las personas con estas características suelen ser adultos miserables y no quería eso para su hijo. 

-Soy feliz- su madre lo miró, pero el joven seguía viendo hacia el suelo. 

-Cuando sepas más de la vida me entenderás- el hijo bufó. 

-Solo has esto por mí, solo esto, te lo pido- pero su madre torció la boca hasta hacer una mueca de molestia. 

-No puedo cumplir todos tus caprichos. 

-¿Qué caprichos?- se volteó mirándola, ahora enojado. 

-El que te hayas ido de casa, te di eso. 

-Me diste eso porque me querías lejos- espetó fuertemente. 

-¡Damián!- su madre encolerizada se levantó del sofá-, esto no es justo, eres un egoísta. 

El joven la miro sin poder creer que hubiera dicho aquellas palabras. Su madre tomó su bolso y se dispuso a irse, ya no había remedio con el joven, pero no sin antes decir: 

-No puedes llevar a ese muchacho- ordenó de manera fría. 

Salió con decisión, solo escuchándose sus zapatos de tacón bajo alejarse, la puerta se cerró, pero Damián siguió en la misma posición. 

No pudo recordar cuando había sido la última vez que había llorado por rabia, pero su récord se rompió ese día cuando unas lágrimas rebeldes resbalaron por sus mejillas, apartó la vista mirando la ventana, se limpió las lágrimas con el dorso de su mano y se sintió miserablemente patético. 

 

 

 

La mujer elegante bajó de su auto con paso decisivo, después de haber salido del apartamento de su hijo menor fue directamente a la casa de su otro hijo para pedir explicaciones. 

¿Cómo era posible que Ariel no le haya dicho lo de Damián? 

Tocó el timbre y esperó unos segundos en la entrada exasperándose cada vez más pero siempre guardando su apariencia tranquila. La puerta se abrió y noto la mirada de ligera sorpresa de su hijo, Ariel sonrió y abrazó a su madre, ella igualmente le devolvió el abrazo y pasó adentro. 

-¿Cómo estás? No te esperaba por aquí- dijo con una sonrisa Ariel. 

-Bien hijo ¿Nervioso por el gran día? 

-Más que todo emocionado- su madre sonrió tenuemente- ¿Esta la afortunada aquí? 

-No, salió con sus amigas- el joven pasó a la cocina y su madre lo siguió, ella se sentó en la mesa para diez personas y cruzo sus manos apoyándolas sobre esta- ¿Quieres café? ¿O jugo? 

-Jugo estará bien- mientras Ariel preparaba todo su madre buscaba las palabras para comenzar su conversación- Supe que Damián ira con su pareja a la boda. 

Ariel se giró para mirar a su madre quien estaba con una expresión serena en su rostro, pero la conocía muy bien,  sabía que estaba molesta, se dio cuenta finalmente para qué había llegado la mujer tan repentinamente. Suspiró y siguió con su trabajo dándole la espalda. 

-Sí, lo sé, el me lo pidió- comentó sabiendo que su madre ya lo sabía. 

-¿Cómo dejaste esto pasar?- Ariel se acercó con una taza de café para él y el jugo para su madre, se sentó a su lado, ella estaba en la cabecera de la mesa y el a su izquierda. 

-Mamá, por favor-tomó un sorbo de café bastante relajado-, no es para tanto, no hagas un drama. 

El hijo mayor nunca le respondía groseramente a su madre, sabía que la mujer era bastante testaruda así que le quitaba importancia a sus quejas constantes. Eso lo había aprendido con el pasar de los años. 

-No me vengas con eso- se reclinó sobre la silla y cruzó sus piernas- No puedo creer que mi hijo sea un…- se contuvo y trató de mantener su compostura- no dejarás que lleve a un hombre como acompañante. 

-Ni siquiera lo conoces. 

-Lo conocí por accidente, no estoy impresionada, nada en especial hay en ese chico- el joven se sorprendió, pero rápidamente siguió con el tema principal. 

-Pues ya le dije que podía llevar a quien quisiera. 

-Es tu boda, cambia de opinión- espetó. 

-Exacto- recalcó su hijo-, es mi boda y pudo decidir lo que yo quiera- ella frunció el ceño, pero Ariel seguía sereno. 

La mujer frustrada pasó su mano sobre su rostro, apenas tocando con las yemas su frente. 

-Debe ser una pena para ti- empezó a hablar nuevamente Ariel, quien se había inclinado con la taza de café entre sus manos sobre la mesa-, tus dos hijos, uno casándose con una “corriente” y el otro siendo un “marica.” 

En el tono de Ariel se notaba un ácido, sutil pero presente, recalcó aquellas palabras con ganas, aquellas palabras que sus padres usaban despectivamente. 

-No me hables así- su madre se levantó bruscamente de la mesa y lo miró fríamente, pero Ariel no se inmutó- , si tu no harás nada yo lo haré. 

Salió de aquella casa siendo una furia, tensó su mandíbula y se subió a su auto con dirección a su hogar, no le diría nada a su esposo, ella misma arreglaría las cosas. 

Dos días habían pasado desde que se encontró con la madre de Damián, ahora Eric entendía porque el moreno estaba tan nervioso de hablarle. La mujer daba un aire frio detrás de su sonrisa y lo pudo notar al instante que ella le hablo, o eso quería hacer notar ella. Esa noche había llamado a Damián, se escuchaba decaído desde la otra línea aunque su única respuesta cuando él le preguntaba cómo estaba era “Bien, no te preocupes.” Desde ese día no se habían visto. 

Se encontraba trabajando, las cosas entre Alex y él iban mejorando, aunque no habían hablado aún, a excepción cuando Eric le dijo: “Damián me contó, gracias”, y se saludaban por las mañanas. 

Ese día la cafetería se encontraba sola, solamente un par de clientes estaban usando sus computadoras, probablemente trabajando con el wifi gratis del local. Limpiaba una mesa cuando una voz carraspeó a sus espaldas, cuando giró se llevó una gran sorpresa. 

-Hola- y ahí estaba, la mujer de hielo, como la había apodado en su mente. 

-Hola- dijo aún confundido por su presencia, no esperaba que la mujer estuviera allí solo para tomar un café- ¿Cómo está?- la mujer ladeó un poco pero después contestó. 

-Bien joven  ¿Me darías un momento para hablar contigo? 

Eric tragó duro y asintió lentamente. Ambos se dirigieron una mesa al fondo, mientras se sentaba pudo captar la mirada de Alex al otro lado de la caja confundido.  

-¿Trabajas hace mucho aquí?- preguntó la mujer para empezar la conversación- Disculpa, ¿Cuál era tu nombre? 

-Eric y si, hace ya algún tiempo.  

-Ya veo, es bueno que los jóvenes aprendan lo que es el trabajo.- Eric asintió, durante unos segundo se quedaron en silencio, la mujer lo analizaba de arriba hacia abajo y el castaño no pudo mantener el contacto visual- Eric, como ya sabrás probablemente, se celebrará la boda de mi hijo mayor. 

Eric asintió y la mujer continúo hablando. 

-Me he enterado que Damián planea llevarte ¿Qué piensas de eso?- Eric vaciló al contestar. 

-Creo que está bien…- iba a seguir hablando pero la mujer lo interrumpió rápidamente. 

-¿Quieres ir?- la mujer quedo expectante esperando la respuesta. 

-Si- contestó con voz más decidida. Ella arqueó una ceja y una ligera sonrisa se asomó en sus finos labios de tono rosa. 

-Mira, vine aquí a hablar contigo de este asunto que es tan importante. Como sabrás ese día ira gente muy cercana a la familia, amigos y personas que siempre nos han apoyado. Ese tipos de días se está con gente que conocemos bien.- Eric se sintió mal por sus palabras ya que sabía la insinuación que le estaba haciendo- No podemos simplemente llevar a alguien a quien nunca habíamos visto y por tu posición…- la mujer buscó las palabras correctas- de “pareja” sería un escándalo, y no queremos quitarle esa atención a la pareja ¿verdad? 

El castaño no verídico la pregunta de la mujer, se quedó callado y había llevado su mirada a la mesa. 

-Pero- la mujer nuevamente lo miró seriamente al ver que le contestaba-señora, tengo entendido que Ariel si estaba de acuerdo. 

-Él no sabe lo que hace.- espetó, agarrando de improvisto a Eric-Mira muchacho- se inclinó hasta quedar más cerca del rostro del joven-, traté de explicártelo con dulces palabras pero no quieres entender- la faceta de la mujer había cambiado completamente-, no deberías ir a la boda, harás quedar en ridículo a Damián frente a personas importantes. No me importa que hagan este jueguito a escondidas pero no permitiré que por un capricho eche a perder su futuro.  

Eric quedó mudo, impresionado y a la vez aterrado por las palabras tan directas y punzantes de la mujer, Eric ligeramente sintió el vacío en su pecho agrandarse cada vez más. La mujer ahora le recordaba a Damián cuando él podía cambiar de actuación tan fácilmente y esconder sus intenciones, se parecían increíblemente. En ese instante se sintió muy pequeño a la par de la mujer decidida. 

-Debería hablar de esto con sus hijos- murmuró 

-Ya lo hice- se inclinó en el respaldar del asiento de madera y cruzó ambos brazos sobre su pecho. 

-¿Entonces para qué vino aquí? 

-Para que sepas tú lugar-Eric la miró atentamente a sus ojos oscuros y después de aquella frase no dijo anda más. 

La madre se levantó con gracia y con pasos pequeños se fue del establecimiento mientras Eric se quedaba estático en su asiento, cuando la mujer estuvo finalmente lejos Alex llegó junto al castaño. 

-¿Qué te pasó?- preguntó preocupado, él simplemente negó. 

-Nada- se levantó ahora él de su asiento y fue a la parte de atrás de la cafetería. 

Cuando estuvo finalmente solo se recargó sobre la fría pared y suspiró pesadamente pensando en todas las palabras que la mujer de hielo le había dicho. 

Notas finales:

Es algo largo jajaja, muchas gracias por leerlo!!

Por favor comenten, me agrada leerlos.

PD: Con respecto a la madre de Damian, en realidad no quisiera que la odiaran. ¿Que piensan de ella? ¿Sienten empatia o simplemente la odian?

Muchas gracias y feliz semana! <3


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