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"A tu lado" por itzerUchiha2

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Notas del capitulo:

Hola mis queridos lectores con nuevo capítulo de esta alocada historia XD que espero vaya mejorando con el tiempo jejejeje.

 

La fiesta continuaba con toda la algarabía que caracterizaba aquella celebración, observo bien su panorama adentrándose en el mismo, no estaba su blanco, dejó que el más joven se moviera con libertad dentro de aquella mansión, le había insistido en querer ver los jardines, conocía muy bien a su hijo tanto que sabía que odiaba ese tipo de fiestas pomposas como él le llamaba, movía sus ojos en diferentes direcciones buscando hallando al fin su objetivo que estaba apartado del ajetreo.

—Llegas tarde como siempre—.

—El barco tuvo un atraso, menos ahora que se me ha presentado la oportunidad de volverlo a ver, ya no estoy dispuesto a dejarlo ir—volteo a la pista observando a Manigoldo danzando con el heredero Sweeney —parece que los De Santis tenemos gran debilidad por los Sweeney—.

—Eso puedo verlo, desde aquí se nota que se ha quedado prendado de ese muchachito—su gemelo se sorprendió al escucharlo—por favor Hakurei sólo con ver su cara, si te fijas bien tiene la misma expresión de idiota que tu pusiste con Lugonis la primera vez que danzaste con él—explico sonriendo con burla hacia el otro que se sonrojaba.

—¿Qué me dices de Kardia? No logré verlo en la entrada—el menor señaló al peliazul quién danzaba con el herdero Versau—jajaja debo admitir que tienen gustos excelentes, aunque tendrá algunos problemas, dada su personalidad Itia no me preocuparía—.

—En efecto, él suele ser más tranquilo en algunas cuestiones, quién más bien me preocuparía sería Krest—sonrió divertido al pensar en el infierno que el pelinegro le haría pasar al almirante sí no aprueba que se acerque a su hijo—pero es muy rápido pensar en eso, le advertiré a los dos que deberán controlarse, tenemos que cumplir primero con el plan—.

—Así que ya están comprometidos—.

—Acertaste y los gemelos son los que los desposarán, esa unión es muy ventajosa para nosotros—respondió mientras deslizaba su dedo por el borde de la fina copa—pues Eartheart no perdió el tiempo, no tienen ni 24 horas de comprometidos y ya ha comenzado a moverse en contra de ellos y parece que al primero que quiere ver caer es a Lugonis—lo observó serio a lo que el otro asintió entregándole un par de papeles.

—Así que más del 40% de sus maquiladoras han cerrado, además de que la mayoría de los proveedores sobre todo de los provenientes del Oriente no han cumplido los estándares de calidad que exige no sólo Gran Bretaña sino Europa e incluso África—.

—Dadas esas circunstancias no deberían siquiera poder mover las telas tanto dentro como fuera del territorio, aunque me imagino que alguien hace el favor de introducir esa mercancía—.

—En efecto—señaló discretamente con su mirada a Zaphiri quién conversaba a animosamente con un grupo de jovencitas que lo miraban embelasadas.

—Parece que hasta el mar esta corrompido por ese maldito—tomó las hojas que le había entregado su hermano momentos antes—No puede ser…—susurró asustado cuando vio el contenido de una hoja que mostraba lo que parecía ser una lista no sólo con nombres sino con la silueta de un cuerpo humano dibujada  en la mitad de su superficie y con varios punto señalados—un brote de peste pandémica en pleno siglo XIX, no me digas que ese maldito planea…—.

—y culpará a Lugonis en el proceso—el menor golpeo la mesa con molestia, era un treta repugnante—mis informantes me dicen que la flota “Aguja Escarlata” se esta movilizando, planean arribar muy pronto a la costas y traerá a los trabajadores más enfermos con la excusa de que aquí hay mejores tratamientos, tal la desesperación que aceptaron y los introducirá haciéndolos pasar como un cargamento de granos—soltó una risa sarcástica—toda una flota para transportar unos cuantos “granos”—entrecomillo esta última palabra—no me hagas reír y yo me chupo el dedo—.

—Es ahí cuando Kardia deberá entrar en acción con la flota “Escorpión”, dada la crueldad que ha destacado más de una vez al almirante Zaphiri es nuestra arma naval más confiable y fuerte al ser del mismo rango es el único que podrá detenerlo—.

—A todo esto hermano ¿Por qué trajiste a Shion contigo?—preguntó entre sorprendido y molesto—el plan que llevaremos a cabo pone en peligro no sólo a nosotros sino también a nuestros allegados y familia, el siendo tan joven no debería involucrarse en algo tan peligroso—.

—Ya sabes como Shion, pesé a que prácticamente lo amenace con desheredarlo, sin importarle el peligro vino—.

—Ja que estrategia más patética Hakueri, sabes bien que tanto tu hijo como mi nieto no son movidos por lo que heredarán de nosotros, se muy bien que a ellos también les afectó mucho las circunstancias en las que Gateguard murió—inconscientemente su rostro se entristeció  al recordarlo, la mano de su hermano en su hombro lo sacó de sus pensamientos tristes.

—Lo vamos a destruir Sage, para eso venimos a Gran Bretaña para evitar que su maldita ambición siga destruyendo vidas, Gateguard descansará en paz el día en que ese maldito pague todos sus crímenes—.

—Tienes razón hermano y debemos empezar ya, pues el tiempo no está a nuestro favor y menos para ellos—ambos hermanos vieron hacia donde se hallaban Lugonis e Itia.

Los gemelos continuaron charlando, se sirvieron otro par de copas de vino sin percatarse que un par de figuras masculinas los habían reconocido y caminaban para terminar de pie frente a la mesa que ocupaban.

—Ha pasado mucho tiempo—habló captando la atención de los gemelos que quedaron boquiabiertos al verlos.

—Oigan pareciera que vieron un par de fantasmas, que descortesía la de ustedes—dijo ahora el pelirrojo cruzándose de brazos sonriendo.

—¡Itia, Lugonis!—exclamó Sage levantándose de su lugar para saludar el rubio y al pelirrojo con un fuerte abrazo.

—¡Lugonis!—exclamó Hakurei saliendo de su ensimismamiento jalando al pelirrojo para estrecharlo fuertemente entre sus brazos—tanto tiempo sin ver esa hermosa cabellera que siempre me ha fascinado—acarició la cabeza del otro con su mano derecha mientras que con su brazo izquierdo lo sostenía fuertemente por la cintura—te había extrañado tanto—oculto su rostro en el cuello del otro aspirando el suave aroma a rosas que lo había enamorado desde la primera vez que lo vio.

—¡suéltame Hakurei!—forcejeaba con el más alto pues a pesar de medir 1.87 el gemelo mayor con su 1.90 era más fuerte que él, sintió como el otro comenzaba a dejarle besos en su cuello haciéndolo sonrojar incluso más intenso que su largo cabello—¡ya basta!—exclamó dándole un golpe en el bajo vientre para liberarse de los brazos del otro.

—Jajajajajaja después de tantos años, todavía no aprendes Hakurei—río Itia golpeando la espalda del otro que estaba doblado por el dolor—se verá frágil pero sabes bien que Lugonis golpea bastante fuerte además de saber dónde—lo enderezó para que se sentará a lado de su hermano que tenía su palma sobre su rostro.

—¿Dónde…dejaste a tu…pequeño Krest?—preguntó tratando de recuperar el aire perdido por el anterior golpe, Itia señaló hacia donde se hallaba su esposo quién platicaba con algunos invitados.

—Me da gusto volverlos a ver, desde que partimos a Italia tiene más de 15 años que no nos habíamos visto—intervino Sage en tono tranquilo viendo como los otros dos hombres tomaban asiento frente a ellos—la última vez que te vi, Dégel y Albafica tendrían 3 años, después de tanto tiempo me imagino que ya deben ser todos unos señoritos de sociedad—.

—El tiempo se pasa volando cuando los tienes a tu lado, verlos crecer es hermoso—suspiro recordando algunos momentos con Dégel—ahora Dégel tiene 18 años y ya va a casarse—agachó su mirada con pesar al recordar por un momento las condiciones de ese matrimonio, misma que no pasó desapercibida para los gemelos que se vieron entre ellos sin que los otros se percatarán—creo que soy un padre posesivo porque lo que menos quiero ahora es que se aleje de mí—.

—cierto, cierto nunca dejas de sorprendente lo rápido que crecen y cuando menos lo notas ya hasta van casarse, me alegro que Shion siga siendo mi niño—.

—Cierto aún recuerdo la última vez que lo vi, era un bebesito hermoso, tendría creo que 6 meses sino mal recuerdo—dijo Itia de mientras movía sus manos como si apretará algo suave y de forma emocionada al recordar la tierna imagen del hijo del gemelo mayor—como olvidar sus mejillas regordetas, simplemente adorable, no podía creer que fuera tu hijo—Lugonis y Sage soltaron la carcajada al escucharlo.

—Ah que malo eres Itia—hizo un puchero divertido riendo también—Shion es el mejor ejemplo de que hago hijos hermosos—le dijo mientras se acercaba al pelirrojo quién frunció el ceño propinándole un fuerte golpe en la cabeza.

 —Te acercaste demasiado idiota—dijo con una enorme gota deslizándose por su cabeza—.

—Parece que sigues siendo igual de osado con Lugonis ¿verdad Hakurei?—preguntó Krest llegando a la mesa donde estaban sentados para acomodarse a lado de su esposo quién beso su frente con cariño.

—Pequeño Krest ha pasado mucho tiempo—dijo sonriente el gemelo mayor—mírate nada más cuanto haz crecido—le dijo mientras revolvía los cabellos del más chico riendo, Sage se cubrió los labios para evitar soltar la carcajada intención que los otros no lograron.

En ese momento Cris caminaba por el gran salón supervisando que todo estuviese bien, mientras la danza continuaba la voz de Sage captó su atención cuando pasó cerca caminando hacia ellos de forma tranquila al ver que el gemelo menor con un gesto le pedía se aproximase.

—Es un gusto verla señora Colonomos—saludó Sage poniéndose de pie para besará caballerosamente el dorso de su mano—Acompáñenos unos momentos pues parece que en la pista de baile no hay lugar para los viejos—río a lo que la peliazul asintió sentándose a lado de Lugonis quién le sonrió suave.

—Disculpen la falta de cortesía de mi esposo, él es el que debería estará aquí no yo—dijo apenada a los presentes.

—Ay es lo de menos señora, su presencia es siempre bien recibida y amena—Hakurei pasó su brazo por sus hombros—además es un tema que también le interesará pues charlábamos acerca de nuestros hijos quiénes pasaron de ser unos hermosos y tiernos bebés a ya todos unos Adonis, ¡ah! porque eso si mi Shion es una belleza andante por algo lo hice con tanto esmero—

—¡Hakurei ten un poco de respeto por favor!—exclamó su hermano en tono avergonzado, las risas sinceras volvieron a escucharse entre los presentes de forma divertida.

—En efecto mi gemelos son una maravilla, alto, gallardos, apuestos entre muchas otras cosas, pero difiero de su opinión señor Hakurei—dijo sonriente al gemelo—todas esas cualidades la reciben mayormente de nosotros ¿cierto señor Krest?—preguntó a lo que el otro ensanchó su sonrisa y con orgullo colocó sus manos sobre sus caderas de forma arrogante.

—Estoy completamente de acuerdo con usted, nueve meses aquí—se señaló su vientre—es más que obvio que sólo daría como resultado algo hermoso—.

—Oigan pero sin nuestra ayuda simplemente no hubieran podido—intervino Itia divertido al escuchar a su esposo.

 —Bueno mi amor, si habláramos en lenguaje de negocios ustedes, sólo ponen la materia prima nosotros somos los encargados de la maquila, dando como resultado un producto de la mejor calidad tan valiosa como el mismísimo oro—le dijo con su índice levantado y sonrisa arrogante, tanto Cris como él chocaron sus manos con complicidad.

—Bueno debo admitir que cuando Dégel nació me volví loco con él, era tan pequeño y encantador—sonrió de forma enternecida—sobre todo sus manos, regordetas y pequeñitas—movía sus manos frente a su rostro de forma enternecida—me encantaba que tomará mi dedo entre ellas y lo apretará con toda su fuerza tanta que hasta pujaba cuando quería quitárselo—.

—Me pasó lo mismo con Albafica tan pequeñito y encantador—intervino ahora Lugonis suspirando de forma enamorada—me encantaba jugar con mis dedos en sus mejillas, se las movía en círculos—movía sus dedos índices de un lado a otro—eso le enojaba y se le ponían rojas como una adorable manzanita, ya no podía resistirme y se las terminaba besando, estaban tan suavecitas y redonditas—.

—Jajajaja recordé que eso era lo que Manigoldo más odiaba—río recordando el rostro enojado de su nieto—empezaba a refunfuñar con sus balbuceos cuando le estaba besando alguna, de pronto pegaba un grito y se volteaba para morderme con sus encías—contó divertido pues se había tenido que hacer cargo de él cuando tenía 6 meses. 

—Yo me enamoré de los piecitos de mis gemelos, cuando los cambiaba me fascinaba jugar con ellos y confieso que en cada oportunidad por no decir siempre, me metía a la boca ya fueran sus taloncitos o sus deditos—río apenada—mi hermoso Deuteros reía y levantaba su piernita para poner su pie cerca de mis labios para que lo tomaba con mi mano, jugaba con cada uno de sus deditos para al final morderle su piecito gordito, era mi precioso juguetoncito—su cara era de total ilusión al recordar a sus pequeños y eso lo notaron los presentes quiénes sonreían de la misma forma—pero mi bello Aspros era otra historia, cuando veía mis intenciones movía sus piernitas muy rápido para que no hiciera eso, mi adorable enojoncito, pero conmigo no pudo porque si no eran sus pies eran sus mejillas o su pancita—

—Yo también hacía lo mismo con Shion sus pies son tan chiquitos y suavecitos y que decir de sus manitas y los hoyitos de sus nudillos por lo regordetitos que están—paso su lengua por sus labios—o sus bracitos blanditos y gorditos, eran una delicia—.

—Eso se oyó enfermo y más viniendo de ti—agrego Itia haciendo reír a los demás.

—Pero la que aquí tiene mi profundo respeto es usted señora Cris, mire que tener dos al mismo tiempo, si yo con uno a veces no sabía que hacer, no puedo imaginarme usted con dos—reconoció el gemelo menor.

—Y más cuando les daba por llorar al mismo tiempo, hubo una ocasión ya estaban más grandecitos tenían 4 años, regañé a Deuteros porque se aferró a querer alcanzar una pequeña rebanada de pastel que estaba cerca del fuego porque podía quemarse, Aspros prácticamente me regaño a mí por haberle llamado la atención a su hermano, lo abrazo y que se pone a llorar junto a él—rodó sus ojos suspirando mientras sonreía—me tenía hecha una loca—los demás rieron ante el comentario

Reían al recordar esos momentos, pues el criar a sus pequeños lo consideraban su mayor y más placentera aventura, charlaron un rato más hasta que el vals termino, Cris con pesar tuvo que despedirse de todos no sin antes hacerlos prometer que irían a su casa a tomar té.

—Y a todo esto—dio un largo sorbo a su copa de vino—me gustaría saber ¿Qué hacen aquí los gemelos ferrocarrileros más poderosos de Italia?—preguntó curioso pues no esperaba encontrárselos después de tantos años.

—Queremos conocer Gran Bretaña, hemos escuchado muchos rumores acerca de este país y queríamos pisar con nuestros propios pies este territorio, si vamos a invertir aquí mínimo debemos conocer el lugar ¿no creen?—explicó Sage de forma tranquila.

—Tienes toda la razón es una excelente estrategia, en lo personal yo a he usado cada vez que quiero invertir en diferentes países—explico Itia—cada país tiene cultura, estilos y formas diferentes de vida y consumo así como sus magnates—.

—Bien pensado, al parecer Sage siempre ha tenido más cerebro que tú Hakurei—le dijo en tono divertido al gemelo mayor que cruzó sus brazos indignado.

—señor Itia—lo llamó Dokho—el señor Eartheart ya ha salido de su oficina—el rubio asintió—bueno amigos, fue un verdadero gusto volverlos a ver, tal como dijo la señora Cris nos veremos dentro de dos días para tomar el té—tanto el cómo krest se pusieron de pie y con un abrazo fraternal de despidieron de los gemelos.

—Bueno yo también me retiro, me dio gusto verte Sage—le sonrió sincero mientras se despedía de la misma forma que los otros dos.

—Oye estoy pintado o ¿Qué?—el pelirrojo rodó sus ojos.

—Está bien, está bien, nos vemos luego Hakurei—se acercó para despedirse pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando el otro le planto un beso en los labios, con sus manos apretó con fuerza el saco del otro tratando de separarlo mientras inconscientemente o eso quería pensar él respondía al gesto de forma pasional, pues había olvidado la tremenda habilidad que Hakurei tenía para robarle el aliento con sus besos y confundir su mente, lo separo de forma jadeante, abrió sus ojos lentamente para observar la sonrisa triunfante del otro.

—Desde hace mucho tiempo te había dicho que esa es la forma correcta en la que te tienes que despedir de mí, Lugonis—el pelirrojo se sonrojó fuertemente y frunciendo el ceño le dio un fuerte golpe en la cara rompiéndole la boca.

—¡Eres un idiota!—se alejó sonrojado buscando a su hijo mientras se lamía los labios probando de nuevo el sabor que el gemelo había dejado en ellos y que había extrañado durante tantos años.

—Me sigue amando lo sé—sonrió limpiándose la sangre que se deslizó por la comisura de su boca.

—Itia tiene razón, nunca aprenderás—.

—¿Qué quieres que haga? Amo todo de él incluida su violencia, además sabes que todavía amo profundamente a Lugonis como el primer día y estoy seguro que él también—dijo al recordar la respuesta a su beso—fue su padre el que hizo de todo para alejarlo de mí, pero ahora que ese viejo desgraciado lleva más de 10 años muerto tengo el campo libre para conquistarlo pero sobre todo para protegerlo—.

—En efecto y debemos empezar a movernos cuanto antes, me imagino que pudiste darte cuenta de la condición de la señora Colonomos—el mayor asintió frunciendo el ceño a lo que Sage azotó su puño de forma molesta en la mesa—ese maldito, debemos hacerlo pagar por todo, es un monstruo sin corazón incluso a ella la ha condenado—.

—Es una mujer muy fuerte, siendo sincero se ha ganado mi total respeto, supo guiar bien a los gemelos estando a lado de ese maldito debemos usar lo que aún le queda de fuerza e influencia en ellos para acabar con él, de lo contrario nadie podrá detenerlo—dijo firme viendo como al fin el vals de los más jóvenes concluía.

Mientras en la pista el vals terminaba y todas las parejas se revolvían en la pista buscando a la correspondiente, los cuatro comprometidos procedieron a despedirse.

—Con permiso debo irme—anunció Albafica separándose del pelicorto quién lo vi consternado—No me diga que pensaba que unas cuantas palabras dulces y elegantes iban a hacer que corriera a sus brazos para poder escapar ¿o sí?—preguntó levantando una ceja.

—Siendo sinceros, si—puso su mano tras su cabeza apenado.

—Pues me temo que su plan falló, necesita muchísimo más que eso, además la probabilidad que se haya enamorado de mí o viceversa es llanamente imposible pues se necesita más que esta simple danza. Además soy un hombre comprometido y dentro de 15 días estaré felizmente casado—paso su mano por su largo cabello para colocar un mechón tras su oreja de forma sensual que no pasó desapercibida para Manigoldo quién ensancho su sonrisa—ahora si me disculpa—camino hacia la diestra del otro.

—Así que son 15 días de prueba—su comentario hizo que el más joven se detuviese—acepto el reto Albafica—lo vio retirarse perdiéndose entre el mar de gente con ese sensual caminar—en efecto serás un verdadero reto pues aparte de hacerte cambiar opinión acerca de tu compromiso tengo que cumplir la misión por la que vine a Gran Bertaña, destruir a Eartheart Colonomos y a todos los que interfieran en el camino de ser necesario—observó en un rápido vistazo a los gemelos, giró sobre sus talones para buscar a su abuelo que de seguro lo regañaría cuando se llevó a asmita con él para poder bailar con Albafica. 

El baile había concluido y ambos se habían quedado observando por eternos segundos cuando Dégel sintió el leve apretón de Kardia.

—es hora de que vuelva con mi prometido—quiso liberar su mano del fuerte agarre—suélteme por favor—pidió intentando una vez más.

—Vaya cuanta formalidad francesito—le dijo sin soltarlo—te soltaré hasta que me digas tu respuesta—exigió.

Dégel lo miro fijamente, no podía negar que se sentía atraído por la gallardía y desvergüenza de ese hombre, sonrió pues su respuesta sería afirmativa pero fue cuando su vista se clavó en sus dos padres que estaban de espaldas conversando haciendo que esa sonrisa se desvaneciera en un momento, fue un golpe directo a raciocinio pero ¿Qué estaba haciendo? Volvió a enfocar su mirada en Kardia que lo observaba de forma ansiosa ¿Acaso valía la pena la decepción que sus padres sentirían si dejase todo por seguirlo? Que sentiría Aspros, si simplemente se fuera abandonándolo sin dejarle siquiera una explicación racional de sus acciones, no, no podía simplemente aceptar y ya, debía darle un mejor motivo que una simple danza para aceptarlo y eso debía dejarlo claro.

—No—respondió firme ante la sorprendida mirada del otro—ahora voy a pedirle que me suelte—volvió a intentar separarse sin lograrlo.

—¿Cómo puedes decir eso después de la danza que tuvimos?—preguntó algo frustrado sujetándolo por los hombros, pues no había sido suficiente ¿Qué más necesitaría?

—No olvide señor Kardia que estoy comprometido con el hijo menor de la familia Colonomos se necesitan más que un par de palabras dulces para convencerme de romper tal compromiso que fue planeado desde que yo era pequeño—dijo serio.

—Bien que así sea joven Versau—soltó sus hombros dando la vuelta y alejándose sin que Dégel pudiese ver su sonrisa decidida—entonces así serán las cosas, veamos cuanto tiempo dura el no en tus labios, porque no estoy dispuesto a dejarte ir más ahora con el conflicto que iniciará—se perdió entre la multitud.

Dégel tuvo que morderse la lengua al ver como se alejaba, quería gritarle que sí había nacido una oportunidad que lo permitiría pero no podía todo lo que era se lo debía todo a sus padres, no podía poner peligro esa unión sólo por sus caprichos, recordaba las palabras que Krest solía repetirle desde que era un niño “Antes de que des cabida a cualquier sentimiento en tu corazón primero debes cumplir con tu deber” por más que le doliera, por más que lo anhelara debía cumplir con su deber, dio media vuelta saliendo de la pista de baile buscando a Aspros.

Aspros ya tenía unos minutos de haberse separado de Asgard incluso antes de terminar el vals pues había sido llamado por su madre, buscaba a su prometido, volteo a su diestra al escuchar la risa de su hermano quién conversaba en la pista con un rubio, enfocó sus ojos en él, su rostro se le hacía familiar, en los múltiples viajes de negocios que había realizado con su padre le habían permitido conocer algunos dueños así como a sus hijos, estaba seguro que ya lo había visto en algún lado pero no lograba recordar, camino hacia ellos para poder tener una mejor vista de su rostro.

—Gracias por permitirme danzar con usted joven Deuteros—hizo una leve reverencia al gemelo.

—Al contrario fue todo…—.

—Deuteros—llamó su hermano interrumpiéndolo quién al verlo le sonrió cariñoso.

—Hermano—puso su mano en el hombro del otro—quiero presentarte al joven Hari Kajol Chopra lo veremos seguido por aquí—.

—¿Ah sí?—preguntó extrañado observándolo de pies a cabeza mientras su mano se acomodaba sobre el antebrazo de su hermano.

—Es un nuevo inversionista que ha venido desde la India buscando hacer una alianza comercial con nuestro padre—explicó al mayor quién estiro su mano para estrecharla, saludándolo cortésmente.

—Mucho gusto joven Hari, yo soy Aspros Colonomos, el gemelo mayor de Deuteros—se presentó de forma seria.

—Es un placer conocerlo—respondió tranquilo se había percatado de la intensa mirada del peliazul sobre su persona—¿Ocurre algo joven Aspros?—lo sacó de su ensimismamiento.

—Lo siento es que usted se parece mucho a alguien pero no recuerdo el nombre si le soy honesto—explicó algo apenado al verse descubierto.

—si le soy sincero, no me sorprende mucho, suelo ser confundido con muchas personas, creo que mis características físicas son más comunes de los que yo llegué a pensar—su semblante cambio de forma imperceptible cuando logró sentir la presencia de la persona por la que había estado esperando y le ayudaría a llevar a cabo su venganza—fue verdadero gusto conocerlos—.

—¿Se retira joven Hari?—preguntó Deuteros con un leve tono decepcionado.

—El viaje que hice hasta Gran Bretaña me tiene todavía muy cansado y me gustaría retirarme para descansar—explicó.

—Espero verlo pronto—se despidió con su mano izquierda mientras era jalado por su hermano para perderse entre la multitud.

—Créeme que me verás bastante por aquí, sólo espero que tu noble corazón tolere conocer la verdadera naturaleza de su padre—suspiró dando la vuelta para dirigirse hacia su objetivo.

Manigoldo caminaba entre la muchedumbre buscando a su abuelo, logró divisarlo cómodamente sentado en una de las elegantes mesas, iba a levantar su mano para llamar su atención intención que se esfumó enseguida al reconocer al otro hombre que estaba sentado frente suyo. Sigilosamente camino rápido cerró su puño cuando estuvo detrás soltando un golpe mismo que nunca llegó pues aquel sujeto se hizo a un lado esquivándolo para tomarlo por el cuello con su brazo izquierdo y con el otro poner su brazo tras su espalda provocándole un fuerte dolor.

—¡Manigoldo!—exclamó Sage al ver sometido a su nieto.

—Jajajajaja también me da gusto verte de nuevo querido sobrino—dijo en un tono divertido mientras aplicaba más fuerza sobre el brazo del pelicorto.

—¡Me rindo, me rindo!—exclamó adolorido siendo soltado al fin por el otro—mierda tío, pero algún día mi puño cumplirá el sueño de romperte esa boca que te cargas—dijo divertido sentándose en una silla a lado de su abuelo

—Ja ya te he dicho que necesitas morirte 20 veces para poder siquiera lograr sorprenderme con uno de tus ataques—sonrió cerrando sus ojos para ahora moverse a la derecha y tomar el brazo de kardia que paso a pocos centímetros de su cara—son muy ingenuos todavía— con su mano izquierda tomó el cuello de su elegante camisa lo levantó con facilidad para lanzárselo a Manigoldo cayendo ambos al suelo de forma estrepitosa al haberse destrozado la silla por su peso—estos juegos son los que me llena de vitalidad—susurró divertido sentándose junto a su hermano quién observaba divertido como los otros dos trataban de ponerse de pie.

—Buenas noches estimados señores De Santis—saludó Asmita llegando a su mesa—es un gusto poder verlos una vez más, metafóricamente hablando—río señalando sus ojos cerrados.

—Igualmente, ehm…—.

—Hari Kajol Chopra señor Hakurei, por favor no vaya olvidarlo o pondrá en peligro nuestro cometido—comunicó sentándose a su lado seguido de Manigoldo y Kardia que se sentaban a la diestra de Sage sobándose la cabeza. Una vez que estuvieron todos sentados el gemelo menor inicio.

 —Como bien saben la principal y mayor razón por la que decidimos venir a Gran Bretaña es para llevar a cabo el plan “Guerra Santa” mismo que tiene como objetivo destruir a Eartheart Colonomos, este plan debe ser perfecto y ejecutarse con mucha cautela, porque todos hemos sido testigos de lo que es capaz ese maldito con tal de obtener el poder—explicó Sage de forma seria.

—Su primer movimiento ya fue hecho contra Lugonis Sweeney el padre de Albafica Sweeney, heredero de uno de los más grandes imperios textiles con una imponente presencia no sólo en Europa sino también en los países Bálticos—intervino el gemelo mayor extendiendo sobre la mesa aquellas hojas que ya habían leído anteriormente.

—Ya decía yo que Zaphiri no había ganado su puesto y tanto dinero con simples cargamentos de granos y carbón—Kardia sonrió dejando caer una de ellas mientras que de la manga de su frac dejaba salir un pequeño cuchillo—Hace tiempo que mi flota no entra en acción, mi tripulación ya se estaba comenzando a aburrir—jugando con el arma entre sus dedos.

—También por eso lo escogió a él y también a Dégel Versau—Kardia frunció el ceño molesto al escuchar esa información que paso desapercibida para todos o eso pensó pues ignoraba la increíble percepción de Asmita—aprovechando su maravillosa capacidad de concepción, propuso desposarlos con sus herederos, para que al momento en que los hijos de estos sean concebidos, ya no serán  necesarias las presencias de los fundadores—.

—Él los matará si tiene la oportunidad y nuestro objetivo es no dársela—afirmó Hakurei.

—¿Por qué no iniciar con Itia Versau? Le sería más fácil terminar con Lugonis si desapareciera primero él—preguntó dudoso Manigoldo.

—Gracias a la maravillosa capacidad de negociación que siempre lo ha destacado y la liberalización del comercio internacional que el Tratado de Utrecht dio, Itia Versau tiene ahora una gran presencia en la América Española—explicó Sage.

—Al fin entiendo porque no lo hizo en conjunto—interrumpió el pelicorto—ya que si Lugonis quién no sólo tiene un negocio poderoso y rentable sino también los grandes recursos y ganancias que este deja, se uniera a él, se convertirían en un enemigo mucho más difícil de destruir por no decir invencible, pues si intenta destruir a uno el otro intercederá y así sucesivamente hasta dejarlo en la ruina pues el rumor de su despiada forma de negociar harán que más se unan a Itia y Lugonis—.

—Un año antes de que Dégel y Albafica cumplieran los 18 años, ese hombre comenzó a moverse dentro de los gigantes distribuidores y explotadores de metales preciosos en la India y Egipto—explicó ahora Asmita—pero no había podido aliarse con ningún líder petrolero, porque para ellos un aliado como él es innecesario y fácilmente pueden absorberlo con una mano en la cintura, ha insistido por más de 2 años aliarse con alguno, bueno así era hasta que yo llegué aquí—.

—En efecto mi estimado Hari—.

—¿Hari?—dijo con una ceja alzada al escuchar tal nombre que le pareció curioso.

—Así me conocerás aquí Manigoldo, he venido a Gran Bretaña como un nuevo e ingenuo inversionista que quiere hacer negocios con ese infeliz porque conoce poco de este tipo de negocios y que mejor aliarse con alguien que tiene tanta experiencia, no dudará en decirme que sí cuando le diga que el petróleo es mi negocio principal al momento en el que acepte, lo destruiré desde dentro—escupió con rencor.

—Por cierto ¿Dónde dejaste a Shion tío? Comúnmente te vuelves loco cuando no está cerca de ti—.

—“Es una mansión no hay demasiados lugares en donde corra peligro papá”, eso me dijo antes de separarse de mí, ya sabes cómo es cuando se encapricha—respondió tomando un gran trago de su copa.

En los enorme jardines de la mansión Shion caminaba de forma tranquila en medio de un pequeño pero solitario sendero que era cubierto por gruesos árboles a todo lo largo del mismo, el viento frío movía su cabello de forma suave a la vez que se quitaba sus gruesos guantes para tomar con su mano un pequeño copo. Le gustaba esa tranquilidad, desde niño siempre odio esas fiestas llenas de ostentosidad pues siempre fue consiente que ellos no tendrían esa vida y posición sino fuera por la gente que trabajaba para ellos. Además de que también estaba ahí para ayudar a su padre a cumplir con su misión.

—Haré lo que pueda para nunca volver a ver a uno de mis seres queridos destruido como a mi tío Sage—habló decidido apretando con su puño aquel pequeño copo que se destruyó al momento.

—Pero miren nada más que belleza nos trajo este frío—.

Se sobresalto al escuchar una voz completamente desconocida volteando en diferentes direcciones buscando al emisor de la misma.

—Cierto debe tener frío estando tan solo en un lugar como este—.

—Pero nosotros podemos solucionar ese problema, calentaremos tu cuerpo sin ningún problema—.

De entre los árboles aparecieron tres sujetos de gran tamaño, se fueron acercando amenazantes a Shion quién se colocó en posición de pelea, agradecía a Hakurei su insistencia en cuanto a que debía aprender artes marciales para poder defenderse logrando soltar unos cuantos golpes contra sus agresores logrando evitar que se le acercarán más, no se percató de otro a su espalda quién lo inmovilizo por completo.

—¡Desgraciado suéltame!—se revolvía sin resultados

—Debo confesar que me gustan cuando se ponen difíciles—lamió el lóbulo de su oreja provocándole nauseas, abrió los ojos viendo como los otros 3 se aproximaban con miradas lujuriosas.

—No…por favor…—sentía miedo tanto que su cuerpo estaba completamente paralizado.

—¿Qué demonios están intentando hacer?—se escuchó otra voz entre los árboles haciendo que se detuvieran de golpe.

—¡Muéstrate cobarde!—gritó uno con el rostro deforme dándole la apariencia de una rana.

Shion vio como una silueta masculina salía de entre los árboles para caer frente a ellos. Vestía un hermoso qipao azul rey con dragones bordados en hilo plateado en toda su superficie y una par de pantalones del mismo color.

—Me es difícil creer que miembros de la respetada Marina Real Británica sean capaces de cometer tales actos llenos de vileza y deshonor—les dijo apretando los puños con furia—no voy a permitir que le pongan un dedo encima a ese chico—.

—¿De verdad? Raimi, Zeros, Caronte acaben con ese sujeto—ordenó sin soltar al rubio quién observó con miedo cuando esos tres se lanzaron contra el castaño

—¡No se olvide de nuestra parte Capitán Kasa!—exclamó sin detenerse.

— ¿Recuérdame en que estábamos?—susurró contra su oído.

—¡¿Qué demonios crees que haces maldito?!—gritó asustado al sentir la mano de aquel horrible sujeto de ojos caídos y pequeños, mismos que tenían unos globos oculares de color amarillento y piel grisácea sobre su cadera masajeándola de forma lasciva, vio como colocaba un pequeño pañuelo gris sobre su nariz, el olor de la sustancia paralizó su cuerpo por completo—¿Qué pasa? Mi cuerpo, no puedo moverme—.

—Así esta mejor, me gusta que se porten bien—beso su cuello aspirando el olor que desprendía—al fin tendré el gusto de poseer a un chico fértil—susurró mientras que con sus largas garras rasgaba el abrigo, saco y camisa del más chico descubriendo su blanco pecho—serás el encargado de concebir mi hermosa descendencia— sonrió llevándolo entre los árboles lanzándolo toscamente a un par de raíces de los mismos—me asegurare de llenarte—se recostó sobre él mientras con su mano derecha acariciaba su tetilla derecha—tanto que quedarás preñado, hermoso—lo besó de forma salvaje y lujurioso, el hecho de que el rubio no le respondiera pero tampoco se opusiera lo estaba excitando al por mayor, metió su lengua para poderlo saborear.

Cerró sus ojos fuertemente, no podía defenderse ni moverse, sería mancillado en ese lugar, agradecía infinitamente a aquel muchacho que valientemente había intervenido luchando con los otros  que 3 al ser miembros de la Marina Real, debieron de haberlo asesinado sin problemas pues él con todo y sus artes marciales no pudo defenderse, sentía en su boca el horrible sabor de ese hombre cuando sintió como lo separaban de forma tosca, un par de golpes y malas palabras pudo escuchar, después un silencio y un par de pasos que se aproximaron a él.

—¿Estas bien?—escuchó la voz de aquel chico que llego a su rescate, abrió los ojos lentamente encontrándose con el mismo que estaba arrodillado a su lado—tranquilo, no voy a hacerte daño—explico sonriéndole suavemente al ver como se tensaba—haber…haber…—examinaba con su vista mientras paseaba su mano por su blanco pecho y cuello provocándole un gran sonrojo del cual no se percató el otro—lo encontré—apretó fuertemente el costado derecho de su cuello—bien con esto podrás moverte—le sonrió amable al chico que estaba asustado.

Shion se sentó en el suelo viendo a su atacante inconsciente a unos cuantos metros de él, dirigió su vista hacia su diestra logrando distinguir los cuerpos de los otros tres que estaban tendidos en el suelo. Observo a su salvador, sin poder evitarlo gruesas lágrimas bañaron sus blancas mejillas y se lanzó a sus brazos.

—Me alegro mucho de que no le haya pasado nada jovencito—lo separo suavemente de su pecho y limpio sus lágrimas con un pequeño pañuelo rojo que sacó de entre sus ropa—por cierto, mi nombre es Dokho, Dokho Zhao—se presentó ayudando al otro chico a ponerse de pie.

—Shion De Santis—se presentó sonrojado—no seas tan formal, no reo ser de mayor edad que tú—.

—De acuerdo como usted…lo siento, lo siento—se disculpó rápido al ver que el más joven hacía un puchero molesto—como digas Shion—.

—Así esta mejor—trató inútilmente de cerrarse sus rasgadas ropas, temblando levemente ante el viento helado que sintió, pues gran parte de su pecho y espalda estaban descubiertos.

—Toma—Le entregó su qipao—el frío es fuerte, póntelo de lo contrario te enfermarás fuertemente—le sonrió con ternura.

—Si—lo tomó con timidez sonriéndole, sin dejar de ver el moreno y trabajado pecho del otro que había quedado en camiseta del mismo color—Muchas gra…—no termino la frase, su mirada cambio a una sorprendida cuando vio como Kasa estaba de pie tras Dokho.

Soltó un zarpazo contra el distraído moreno, Dokho se volteó pero ya era tarde, le había ganado ventaja por escasos segundos, Shion se percató de ese ligero atraso, apoyando su mano izquierda en la fuerte espalda del otro se dio el impulso suficiente para clavar su puño derecho que contenía toda su ira y fuerza sobre el rostro de Kasa arrojándolo lejos de ellos quedando inconciente.

—Vaya—susurró sorprendido al despliegue de fuerza por parte del otro, pues no contaba que hubiese tanta en ese joven que se veía tan delicado.

—Te lo merecías maldito—habló con su puño cerrado y su mirada llena de ira, se sonrojo volteando despacio su rostro cuando recordó que el moreno seguía ahí sonrojándose pues lo veía sorprendido—ehm…yo también conozco algunas técnicas de artes marciales—explicó apenado.

—En estos momento agradezco no tener la costumbre de dejarme guiar por las apariencias—se percató que lo observaba con insistencia—¿ocurre algo?—preguntó curioso.

—No, nada, bueno es que hace frío…y tú…pues…—lo señaló.

—no te preocupes, cuando fui pequeño mi cuerpo se acostumbró a las bajas temperaturas—doblo su brazo mostrando sus músculos de forma presuntuosa—se necesita más que un viento frío para matarme—.

—Si me doy cuenta—continuaron caminando hacia la mansión.

Mientras Aspros jalaba fuertemente a su hermano del brazo de forma molesta provocando no solo dolor al otro sino también molestia que iba aumentando con cada paso que daban.

—¡Aspros ya suéltame, me estas lastimando!—prácticamente lo arrastró hacia lo que parecía ser una pequeña salita aledaña a la principal—¡suficiente!—exclamó soltándose de su agarre de forma tosca—¡¿Qué demonios te pasa?!—de pronto sintió el fuerte empujón de su gemelo que lo tiró sobre uno se los pequeños sillones de aquel lugar.

—¡Es la maldita misma pregunta que te hago!—lo tomó por el cuello del frac levantándolo toscamente del lugar donde se hallaba momentos atrás—¡Me puedes explicar ¿Qué significaba esa mirada de idiota que tenías hacia ese extranjero?!—.

—No sé de que demonios estas hablando—quitó las manos de su saco para intentar salir de la habitación sintiendo como ahora el mayor ponía su mano sobre su pecho volviéndolo a impactar.

—No juegues conmigo hermano, te conozco bien y sé que te has quedado prendado de ese sujeto, ni siquiera sabes quién demonios es—explico serio al gemelo quién frunció el ceño.

—¡Es por eso razón que quiero conocerlo más!—exclamó—si el sujeto me gusta no te lo niego, pero no soy un adolescente que se enamora del primero que le habla o le sonríe bonito—estaba molesto y decepcionado al escuchar como su hermano dudaba de esa manera de sus acciones—no me imaginaba que me tuvieras tan poca fe, Aspros—agachó su mirada con pesar—eres igual a él—susurró recordando el trato de su padre hacia él por ser el segundo—si eso era todo me largo—se sorprendió al sentir como jalaban su brazo derecho para estrecharlo el cálido abrazo, esos que sólo su hermano sabía darle cuando lo consolaba desde que eran niños.

—No es cuestión de fe Deuteros, te adoro hermano y lo sabes—cerró sus ojos apretando un poco el musculoso cuerpo de su hermano—pero odiaría que te hirieran y más cuando es por amor—no quería, simplemente no podía permitir que su hermano viviera el silencioso tormento que él había estado viviendo desde hace años con el capitán a quién amaba—no quiero que sufras de forma no es necesario que conozcas ese sentimiento, por favor entiéndeme—suplicó al menor quién correspondió el gesto con la misma efusividad.

—Sabes que es lo gracioso, que no tengo miedo—se separó juntando su frente con la del otro de forma cariñosa—porque te tengo conmigo y para mí es más que suficiente para arriesgarme, porque sé muy bien que mi hermano estará ahí para curar mi heridas como siempre lo ha hecho—se separó sonriéndole con cariño a su hermano—bien debemos regresar con nuestros prometidos, de lo contrario nuestro padre es capaz de armar un alboroto—aviso saliendo ambos hermanos de aquel cuarto para poder buscar a sus parejas.

Zona oeste de los jardínes Colonomos, 1 a.m.

—ah…ah…por favor…más fuerte…—gemía una jovencita de largo cabello azulado con su espalda recargada en el grueso tronco de uno de los muchos árboles del lugar—almirante Zaphiri…—mientras se sostenía de los fuertes hombros del almirante quién la embestía con fiereza mientras mordía su blanco cuello.

—di que eres mío…que siempre lo serás…Lugonis—dijo aumentando la fuerza de su embiste y tomando con fuerza el cabello de aquella jovencita y abrí sus ojos lentamente—no…!no, eres él!—exclamó jalando con tanta fuerza que a chica dio un grito de dolor para después darle una fuerte bofetada lastimando su delicado rostro—¡maldición!—salió de ella para tomarla del cuello con furia comenzando a endurecer su agarre.

—Almirante…¿Qué…hace?—puso sus delicados brazos sobre los del otro sin lograr nada pues la fuerza de agarre era descomunal para su frágil complexión.

Zaphiri estaba fuera de sí, apretando cada vez más ese delgado cuello, ¿Por qué cada vez que tenía sexo no podía ver a otra persona que no fuera el pelirrojo? Cómo extrañaba esos labios dulces que tuvo que obligar a que besarán los suyos, ese varonil pero a la vez frágil cuerpo que estuvo a punto de poseer de no ser por ese maldito que se lo había arrebatado, ese amor que debió de haber sido suyo, nunca olvidaría la enorme decepción que sintió cuando supo que Lugonis había entregado su castidad al hombre que más odiaba, esa mirada de amor que debía dedicársela sólo a él, ¡¿Por qué? ¿Por qué?!. Soltó a la chica de forma tosca quién cayó arrodillada en el suelo, sacó su arma apuntando a la indefensa chica.

—no…por favor…no—temblaba por el terror que en ese momento su cuerpo tenía. El pelinegro suspiró guardando su arma para después acomodar sus ropas.

—Lárgate y más te vale guardar silencio, de lo contrario no tendré problema en matarte ¿entendiste?—le sonrió con sadismo a lo que la chica asustada asintió y acomodándose rápidamente su vestido se fue del lugar—¿Dónde estarán esos idiotas? Ya quiero largarme de esta maldita fiesta—

Su humor no mejoraba nada, no hallaba a sus hombres por ningún lado, había visto a Lugonis en esa fiesta pero su rabia había aumentado al verlo con ese imbécil quién se atrevió a besarlo.

—¿Qué demonios?—aumento su paso cuando distinguió las siluetas de aquellos tres tendidos en el suelo, se acercó sorprendiéndose en las condiciones en las que estaban—esto no lo hace cualquiera—susurró viendo lo enormes y verdosos moretones sobre las mejillas, ojos y cuellos de sus hombres—la fuerza de los golpes así como la técnica—pues las muñecas habían sido dislocadas—quién lo hizo es alguien que conoce muy bien las artes marciales—pateó la espalda de cada uno con fuerza haciendo que estos se quejarán—¡levántese idiotas!—exclamó asustándolos—¡¿Dónde demonios esta kasa?!—preguntó furioso, Raimi señaló hacia unos frondoso robles, camino y se encontró con el mismo resultado, lo tomó por el cuello de la camisa y lo arrojó hacia donde estaban los otros que volvieron a caer con el cuerpo del capitán sobre ellos—¡cuarteto de idiotas, es increíble que los hayan dejado en estas condiciones! No puedo creer que sean parte de mi tripulación, nos vamos—comenzó su camino siendo seguido de cerca por sus hombres que se sobaban y acomodaban sus huesos dislocados con dolor.

Kardia y Manigoldo bajaban las escaleras de la entrada principal de la mansión junto con otros cuatro hombres.

—Vaya no pensé que trajeras a la corte celestial contigo—dijo divertido Manigoldo mientras le daba un empujón a un chico de largo cabello castaño claro, ojos verde esmeralda y tez morena clara, que se mantenía serio—oh vamos Baian, mímino una sonrisita, anda—le picaba levemente la mejilla al chico quién solo se dejaba hacer.

—No te recomiendo que hagas eso…—tarde advirtió el almirante pues el castaño lo había tomado de la mano derribándolo—jajajajaja te lo dije idiota—reía al ver la cara sorprendida de su amigo ante la reacción de su marino.

—Baian te meterás en serios problemas si sigues haciendo eso—advirtió un chico de cabellos rosas, ojos en un tono anaranjado y piel morena mientras ayudaba al pelicorto a ponerse de pie.

—jajajaja no seas tan serio Io, además Manigoldo es consciente de las consecuencias de molestar a Baian—río otro muchacho de cabellos verdes musgo, una enorme cicatriz surcaba todo el lado izquierdo de su cara dándole un rostro serio y bravío, solamente tenía un ojo de un bello color verde esmeralda y piel blanca.

—Además si pelearan sabes que ganaría baian—río un hombre de gran altura, de piel morena oscura, ojos azul rey y largo cabello blanco.

—¡Cállate Krishna!—exclamó Manigoldo molesto—¡sabes que si me pongo serio puedo vencerlos a todos, malditos idiotas!—Kardia y sus hombres comenzaron a reírse de forma divertida a excepción d Baian claro, quién se mantenía imperturbable—Pendejos—.

 Volteó su mirada logrando divisar su primo quién venía caminando con un extraño en camiseta, un momento en ¡¿camiseta?! Además de que el más chico cargaba sus jirones de ropa con su mano derecha, corrió hacia ellos dándole un fuerte empujón al moreno derribándolo para tomar a su primo por el brazo y prácticamente arrojárselo al otro.

—¿Qué mierda crees le hiciste a mi primo, pervertido?—preguntó molesto al moreno quién se ponía de pie de forma tranquila.

—¡Manigoldo ya basta!—exclamó colocando su mano  en el hombro de su primo—no es un pervertido, su nombre es Dokho mi salvo de unos mari…—

—Vaya, vaya pero miren nada más a quién tenemos aquí—

Ambos muchachos fruncieron el ceño con suma molestia al escuchar aquella odiada y muy conocida voz a sus espaldas. Kardia soltó a Shion quién se colocó a la diestra de Dokho quién frunció el ceño al ver con quiénes llegaban.

—No me imaginaba que la basura fuese contemplada en la lista de alguien tan elegante como el señor Eartheart—desenfundó su espada para detener el golpe dado por la de Kardia quién sonreía divertido—Vaya tienes mucha fuerza para ser un discapacitado, aunque con todo y tu gran fuerza de voluntad me pregunto ¿Cuánto tiempo te durará el gusto?—ambos dieron otro golpe de espada con tal fuerza que sus cuerpos se separaron unos cuantos metros del uno del otro.

—No te hagas ilusiones, no moriré hasta ver tu cadáver y escupirlo—lo apuntó con la filosa punta.

—¡Ahí estás maldito!—exclamó Kasa al reconocer a Dokho quién le sonreía burlón mientas tomaba suavemente el brazo de Shion para colocarlo a sus espaldas.

—Veo que sus muñecas están en su lugar—dijo divertido haciendo enfurecer al de piel gris y ojos negros.

—¡maldito!—desenfundó su espada lanzándose al ataque, Dokho se preparó para recibir el ataque que nunca llego.

—No deberías atacar con tu espada a un hombre desarmado—dijo serio Baian quién había bloqueado el ataque—te venció con sus puños, esa es el arma que debería usar, aunque creo que en ese tipo de estilo no es más que un mediocre, ¿cierto? Capitán Kasa—esbozo una muy leve sonrisa al decir esto último.

—Siempre tan correcto, ¿cierto? Capitán Baian—dijo con sarcasmo al ojiverde.

Los otros tres hombres también estaban preparados para atacar, cualquier movimiento en falso sería el inicio de una ensangrentada lucha, Io sostenía en sus dedos pequeños cuchillos de filosísimas hojas doradas, krishna había desenfundando su siempre confiable lanza, mientras que Isaac colocaba sus dedos en sus pistoleras que se ubicaban a cada lado de su cuerpo para desenfundar cuando fuese el momento. Ambos bandos se observaban con odio.

—¡Suficiente!—se escuchó la estridente orden de Asgard quién venía acompañado de 12 cadetes que apuntaban con sus rifles a los presentes—¡Esta es la fiesta de compromiso de nuestro jóvenes herederos y no permitiré ningún tipo de conflicto y mucho menos uno armado, así que usted y sus hombres bajen sus armas de inmediato, almirante Zaphiri, almirante kardia!—.

—Ya oyeron muchachos—habló a sus hombres guardando su espada, retrocediendo con sus manos levantadas, señal de que acataría la orden, los otros cuatro suspiraron tranquilizándose para guardar sus armas.

—Y yo que quería probar el nuevo filo de mi lanza—susurró krishna desarmando rápidamente su lanza para guardarla dentro de su saco.

—Y ahora le pido que se retire del lugar almirante Zaphiri—ordenó el peliblanco.

—¡¿Por qué?! Si estos idiotas provocaron esto—exclamó molesto ante la petición del capitán caminando hacia él a lo que los cadetes lo apuntaron únicamente a él—¡¿Qué autoridad tiene usted para atreverse a hacer esto?!—.

—Soy el capitán de la guardia personal de la familia Colonomos y tengo la autorización del patriarca para abrir fuego contra aquellos que quieran perturbar la paz de esta mansión y de sus habitantes—explicó con voz firme—¡así que se lo pediré una vez más, retírese de este recinto almirante Zaphiri!—.

—Tu ganas Asgard—escupió con odio al capitán—ustedes malditos idiotas, agradezcan que los han salvado, porque la próxima vez no tendrán tanta suerte—

—Ni con el pasar de los años  se te ha quitado ser un maldito hablador Zaphiri—habló el pelicorto con su mirada llena de odio hacia el otro.

—Ja mira quién lo dice, el mismo que gritaba a los cuatro vientos que amaba y protegería a su amor y a su hijo sin importar que—posó sobre su hombro derecho la hoja de su espada sonriente mientras observaba como la mandíbula del otro se tensaba—dime Manigoldo ¿Cuántas lágrimas de amor derramó Ruse y su bastardo no nato cuando murió en tus brazos?, me da curiosidad el saberlo—empezó a reír estridentemente.

—¡Maldito infeliz!—se lanzó contra el pelinegro quién dio un golpe de espada contra Manigoldo quién en un rápido movimiento tomó la filosa hoja con su mano cortándose su palma de forma profunda para poder arrebatársela obligando que su enemigo cayese de espaldas al suelo colocándose a horcajadas sobre el mismo—¡maldito, maldito!—golpeaba el rostro de Zaphiri con sus puños una y otra vez—¡no tienes ningún derecho a mencionar su nombre, él se fue por tu culpa, tú lo apartaste de mí lado!—estaba fuera de sí, golpeaba sin piedad el rostro del almirante de quién su sangre estaba ya manchando el suelo, los golpes de Manigoldo eran tan fuertes y llenos de ira que no se había percatado del horrible crujido que dio la nariz del otro.

—¡Manigoldo detente!—exclamó kardia queriendo apartarlo del pelinegro quién estaba al borde de la inconciencia, apenas podía respirar pues su nariz rota y sangrante estaba comenzando a ahogarlo.

—¡Muérete de una maldita vez!—sus ojos de forma inconsciente dejaron derramar un par de lágrimas ante el recuerdo—¡ve y discúlpate con él!—sentía como su amigo y sus hombres tiraban de él para tratar inútilmente de quitar el ya mallugado cuerpo de Zaphiri, con cada golpe que propinaba, un recuerdo llegaba a su mente—¡Maldito, maldito!—.

—¡Almirante detegánlo ya, maldita sea!—exclamó Asgard al ver tal escena y como la sangre del otro manchaba un poco su rostro, los cadetes estaban paralizados ante la sangrienta escena.

—Ya basta…por favor—susurró Shion quién había sido envuelto por los brazos de Dokho, la visión de su primo fuera de control le estaba carcomiendo su alma, sus ojos comenzaron a derramar lágrimas ante tan cruel escenario, Manigoldo siempre fue un primo amoroso, bromista. La muerte de Ruse lo marco de por vida, pero a pesar de que parecía vivir como si fuera un constante acto de venganza y odio, siempre mostraba una cálida sonrisa ya fuera a él, sus seres queridos e incluso amigos—¡Manigoldo!—lo abrazó por la espalda—¡por favor, detente!—le suplicaba con su voz entrecortada—detente, te lo suplico—.

Al sentir el cálido abrazo del más chico se detuvo, miró sus manos cubiertas de sangre de forma temblorosa ¿Qué había pasado?, movía su vista y cabeza en diferentes direcciones buscando la respuesta a sus acciones, kardia se acercó y lo ayudó a ponerse de pie junto a Shion.

—Yo…yo…—.

—Tranquilo—lo abrazó fuertemente—ya pasó—le susurraba tranquilizándolo—¿Qué te parece si volvemos a la fiesta para que laves tus manos?—dijo viendo como asentía completamente ido dejándose guiar por el más pequeño—Me ayudas Kardia—pidió al peliazul quién dio la indicación a sus hombres que se retirarán para enseguida entrar al gran salón.

—¡Esperen!—exclamó kasa queriendo seguirlo pero fue detenido por la imponente figura del capitán quién ahora lo apuntaba de forma decidida.

—Si osa moverse un centímetro más capitán Kasa, yo mismo le pondré un bala entre los ojos, llévense a su superior y sanen sus heridas, puedo notar que resiste eso y más—la voz de peliblanco era fría—fingiré que esta pelea no pasó, pues sé muy bien lo que intentaron hacerle al joven Shion y alegaré que el joven Manigoldo golpeo al almirante por esa situación ¿decidan?—bufó molesto al escuchar su advertencia.

—Esta me la pagarás, maldito—señaló a Dokho con molestia.

—Aquí te esperaré—respondió serio viendo cómo se alejaban al fin con Zaphiri que ya estaba al borde de la inconciencia.

—Debo agradecerte Dokho el que hayas defendido al joven Shion de esos hombres—dijo el capitán colocando su enorme mano sobre el hombro del moreno—no sé que hubiese pasado si no hubieras estado ahí para ayudarlo—le sonrió agradecido—parece que por azares del destino te convertiste en el custodio de ese joven—.

—Así parece—sonrió viendo en dirección a donde se había ido Shion—aunque es menos que yo por 2 años debo decir que es no sólo es hermoso sino bastante fuerte—se sonrojó al decir lo último haciendo que el capitán riera—me dio gusto verlo de nuevo capitán, si me disculpa regresaré a mi puesto junto al señor Itia—hizo una reverencia y se fue hacia el gran salón.

Ajenos a todo el ajetreo fuera de la mansión, los prometidos al fin de habían logrado encontrar, Deuteros sonrió recibiendo a Albafica con un fuerte abrazo, mientras que Aspros también fue abrazado de la misma forma por Dégel ignorando la desesperación que este sentía por sacar de su mente a ese desvergonzado almirante.

Se sentaron en la mesa principal viendo a los invitados danzar de forma aún enérgica pese a la hora parecía que su energía no tenía límites. Albafica recargó su cabeza sobre el fuerte hombro de su prometido quién sonrió rodeándolo con su brazo recargando su mejilla sobre la cabeza del más chico.

—¿Ya tienes sueño?—preguntó mientras peinaba suavemente un mechón que bajaba por su hombro.

—Si un poco—bostezó.

—Dentro de poco esta fiesta terminará—besó su frente quién sonrió levemente ante tal gesto—para ser sinceros yo también ya tengo algo de sueño—río dejando que el más chico se acomodará mejor sobre su hombro—dentro de un par de horas podremos ir a descansar—entrelazó su mano con la del otro sonriendo mientras observaba a las demás parejas continuar con el vals.

Dégel se había sentado junto a su prometido para poder descansar pues el dolor de su tobillo estaba comenzando a molestarle, cruzó su pierna izquierda para poder sobarlo un momento.

—¿Te está doliendo el tobillo?—preguntó Aspros de forma preocupada.

—Si un poco—tocó un poco que lo hizo dar un pequeño respingo debido al dolor

—Déjame ver—tomó con delicadeza el pie del otro y colocándolo sobre su muslo le comenzó a dar un leve masaje—esto ayudará para aminorar el dolor.

—Lo siento—agachó su mirada apenado—no deberías preocuparte por una nimiedad como está—.

—No te disculpes, pese a las circunstancias de nuestro compromiso, creo que es normal que me preocupe si te duele algo o llegas a lastimarte ¿no crees?—acarició suavemente la mejilla del peliverde—te agradezco el que hayas tolerado el dolor para nuestra primera danza—sonrió sin dejar de masajear el pie del otro con cuidado— mi padre me había reprendido bastante fuerte si no hubieses podido hacerlo, porque eso sólo significaba una cosa y es que no estaba al pendiente de ti para cuidarte y evitar que te lesionarás—dejo que su prometido se recargará en él para así facilitarle el trabajo en su pie—gracias Dégel—vio como le sonreía.

Un par de mesas alejadas de ellos, Manigoldo lavaba sus manos fuertemente quería limpiarlas de todo rastro de sangre antes de ir con su abuelo.

—Estuviste apunto de matarlo, pendejo idiota—dijo kardia de forma seria mientras le pasaba un pequeño paño con el que termino de secar sus manos ya limpias—ya es necesario que aprendas a controlarte en ese aspecto, sobre todo a no mostrar el dolor que aún te causa, agradece que sólo yo vi tus patéticas lágrimas—.

—Aún están tan frescos kardia, ya han pasado 2 años desde aquel día y todavía me sigo sintiendo tan culpable…y escucharlo de la boca de ese maldito infeliz, me hizo perder la razón—su amigo puso su mano en su hombro dándole consuelo mientras soltaba un hacerlo pagar...—.

—Parece que ese maldito nació solo para hacerle la vida infeliz a los que están a su alrededor—le pasó una copa de vino al pelicorto mientras él le daba un largo sorbo—Yo al igual que tú, tengo asuntos pendiente con él y también lo haré pagar por ello—dijo con voz decidida—haciendo eso a un lado creo que debes disculparte—lo llamó al ver que Shion se acercaba con una mirada triste hacia donde ellos estaban.

Manigoldo suspiró pesadamente al verlo, se sentía patético y miserable por haber causado ese miedo en su primo a quién adoraba, nunca olvidaría su rostro lleno de miedo y tristeza al ver el sangriento espectáculo que le ofreció, Kardia tenía razón debía aprender a controlarse, pues lo que menos quería es que su primo fuese testigo de la muerte de una persona frente a sus ojos, no podría vivir con ello. El más chico no tuvo tiempo de sentarse cuando sintió el fuerte abrazo dado por el pelicorto quién le repetía una y otra vez “lo siento”, sonrió comprensivo correspondiendo el abrazo.

—Ya deja disculparte tanto—se separó sonriendo—la próxima vez yo mismo te golpearé—le dio un leve golpe en el pecho haciéndolo sonreír.

—Cambiando de tema, Shion ¿Me quieres explicar que hacías con ese sujeto?—vio como el más chico se sonrojaba fuertemente ante su pregunta—no me digas que…tú y él…—

—Shion me sorprendes, no creí que fueras tan precoz—dijo ahora Kardia con una sonrisa divertida.

—¡pero que tonterías dicen!—exclamó molesto—no hice nada con Dokho—.

—Hasta le dices por su nombre, bueno es normal que se tengan tanta confianza después de todo—.

—¡Cállate Kardia!—

—Que insensato con este frío pudiste haberte enfermado—lo abrazó estrujándolo contra su pecho.

—Que chico tan fuerte eres, puedes caminar sin problemas, me enorgulleces—dijo ahora el peliazul con voz dramática abrazando al más chico.

—¡Ya suéltenme par de idiotas!—forcejeaba con ambos muchachos que lo apretaban diciendo palabras dramáticas como “te dolio, recuerda que eres fértil, ya no eres virgen, que dirá tu padre”

—Que muestra tan bella de amor fraternal—les dijo Hakurei quién llegaba junto con su gemelo que veía divertido la escena.

—Papá— logró separarse de los fuertes brazos de ambos chicos que reían divertidos al ver su cara colorada por el fuerte agarre del que había sido víctima.

—Y esa ropa Shion—lo miro de arriba a abajo.

—Ah…verás…—.

—Nosotros podemos explicarle señor Hakurei—rodeo con su brazo los hombros del más chico interrumpiéndolo.

—Si tío permítenos decirte de forma sutil para que la sorpresa no sea tan grande—.

Shion frunció el ceño y en un rápido movimiento golpeo a ambos chicos en la entrepierna haciéndolos que se doblarán del dolor, comenzaron a decir insultos en voz baja ese ataque los había tomado con la guardia baja.

—Sé lo merecen par de idiotas—dijo en tono molesto Shion—lo que ocurre es que cuando salí a los jardines se me ocurrió subirme a un árbol pero he perdido practica y caí, quise evitarlo pero no pude y mi ropa termino hecha jirones porque se atoró con las ramas—explicó tranquilo a su padre quién lo vio tan serio que le creyó al instante, Shion no quería decirle nada acerca de lo ocurrido con aquellos hombres ya habían sido suficientes problemas por esa noche.

—Y se puede saber ¿Quién fue el buen samaritano que te prestó su ropa?—.

—Dokho Zhao, el custodio del joven Degel Versau—explicó señalando al castaño que se hallaba de pie a lado del matrimonio Versau quiénes caminaban hacia eartheart que estaba descendiendo por las escaleras centrales—fue muy amable aunque hacía mucho frío me prestó su qipao, además de haber entrado con la ropa en las condiciones que quedaron de seguro te habrías puesto como un loco, maniático, alterado—lo señaló de forma acusatoria.

—ay Shion no digas eso yo sería incapaz de hacer algo vergonzoso—.

—Claro hermano, sinvergüenza es tu segundo nombre—.

—¡Cierra la boca Sage!—.

—Y eso lo aprendieron Manigoldo y Kardia, de verdad a veces me preguntó si no son tus hijos pérdidos—.

—¡Oye viejo!—

—Jajajaja eso sería bueno, porque el lindo Shion es todo lo contrario a usted la verdad aún me cuesta trabajo creer que es su hijo—río revolviendo un poco el largo cabello del pequeño rubio.

—Cierto todo su carácter dulce lo heredo de mi tío Avenir, imagínate si se hubiese parecido a ti en eso, Shion sería un chico pervertido como tú jajajajaja—.

—Claro malditos, síganse riendo—se cruzó de brazos al escuchar las risas de los otros incluida la de Shion.

Los Versau y Lugonis terminaron de charlar con Eartheart y su esposa acordando que ya era hora de terminar con aquella fiesta ya eran las 3 de la madrugada y los 4 muchachos ya estaban cansados sobretodo Albafica y Dégel que dormitaban sobre los hombros de sus prometidos. Eartheart hizo una señal a los gemelos para que caminarán hacia donde ellos estaba.

—Parece que al fin esta fiesta terminará porque nuestros padres nos llaman—señaló al grupo, enseguida se puso de pie para ofrecer su mano a Dégel quién la tomó de forma delicada para quedar a la diestra del gemelo mayor.

—Vamos hermano—llamó Deuteros con Albafica tomando su brazo derecho, el mayor asintió caminando frente a su hermano llegando al fin con sus padres.

El vals que se tocaba se detuvo al estar toda la próxima familia reunida al pie de esas portentosas escaleras, los invitados aplaudieron al ver como los herederos Colonomos daban un paso al frente con sus respectivos prometidos, los 4 sonreían de manera elegante haciendo una leve reverencia ante los invitados.

—En nombre de la familia Colonomos quiero darles las gracias por haber asistido a esta fiesta de compromiso—anunció Eartheart con una sonrisa ancha mientras los otros patriarcas lo observaban serios—tal como lo dije antes dentro de 15 días estos cuatro jóvenes unirán sus vidas dando nacimiento a nuevas familias, las invitaciones comenzarán a repartirse a partir de mañana—.

—Ese maldito no da ni un paso en falso—susurró Sage con molestia en su mirada—al solicitar ese tipo de muestras de cariño si se le puede llamar así, le está gritando a la sociedad que este matrimonio es en común acuerdo, sin presiones, ni trampas—.

Kardia observaba de forma insistente a Dégel quién al sentir su mirada choco la suya con la del otro, le sonrió coqueto mientras le lanzaba un beso para seguidamente guiñarle el ojo, el más chico se sonrojo levemente ante el gesto del almirante para después voltear hacia otro lado tratando de ignorarlo.

—No voy a permitir que te me escapes francesito, dirás y negarás todo lo que quieras, pero sé que ese cuerpo y corazón tuyos serán míos en un futuro no muy lejano—.

Mientras Manigoldo no dejaba de observar a Albafica, chocaron sus miradas y no pudo evitar sonreírle con cierta coquetería que fue respondida por la suave sonrisa del otro, el pelicorto cambio su expresión a un tan nostálgica y triste que no paso desapercibida para el más chico a quién le nació la genuina curiosidad de saber a quién le había recordado.

Como un tren a toda velocidad invadió sus pensamientos el recuerdo de Ruse, Albafica se transformó en él su primero y antiguo amor, así como la forma en la que murió, agito su cabeza de un lado a otro queriendo eliminar ese recuerdo que aún continuaba atormentándolo cada noche.

—La venganza ha dado inicio y sé muy bien que ese maldito no se detendrá, que incluso tú estás en peligro—puso su mano en su pecho apretando algo que se hallaba bajo su camisa—cumpliré mi promesa—apretó sus puños con frustración pues el heredero Sweeney había moviendo sentimientos en él que creía ya extintos desde aquel suceso.

Shion vio a Dokho de pie tras el matrimonio Versau, el castaño volteó su vitsa pues la mirada que estaba sobre su persona era algo fuerte e insistente, movió su cabeza hacia donde la sensación se hizo más fuerte topándose con el pequeño rubio a quién saludo  de forma suave desde donde estaba.

—y para finalizar este evento las nuevas parejas confirmarán ante esta ilustre sociedad esta unión con un beso—.

Los invitados exclamaron sorprendidos ante tal anuncio pues no era muy común ver que los prometidos hicieran tal despliegue de intimidad sin haberse casado primero, Lugonis e Itia estaban sumamente molestos con su futuro “consuegro” al hacer esa solicitud innecesaria. Los 4 chicos se miraban con un enorme sonrojo en sus rostros, un beso para ellos representaba algo más que un simple gesto, era una expresión de amor y unión que sólo debía darse a la persona amada. Ambos gemelos voltearon a ver a su padre quién les dirigió una mirada severa y susurrándoles la palabra “háganlo”, asintieron y encararon a sus prometidos.

—Dégel…—tomó con suavidad el rostro del más chico levantando su rostro para verse a los ojos, debía obedecer la orden de su padre, debía hacerlo, pero…pero… Su mirada viajo un momento por los invitados topándose con los ojos verdes del capitán quién miraba con un dejo de tristeza la escena, los únicos labios que había besado eran los del capitán ningún otro par se había posado en los suyos.

Dégel observaba la duda en su prometido y como culparlo, estaban siendo prácticamente obligados. Él nunca había sido besado, quería guardar esa sensación y ese sentimiento para la persona que lo amará pues sería una entrega mutua, así como lo describían los libros que leía una y otra vez, donde sería una experiencia mágica que sellaría ese hermoso sentimiento, pero ahora debía renunciar a ello besando al heredero de los Colonomos, Aspros.

Albafica estaba en las mismas, sería su primer beso, Deuteros era un caballero, atento y bueno con él, pero no significaba nada sentimentalmente hablando pues unas cuantas horas no podían hacer que nacieran sentimientos profundos y puros como el amor, sólo podía verlo más que como futuro buen amigo y se lo había dejado ver cuando charlaron un rato en la terraza, sabía que podía confiar en él por la promesa que se hicieron. En ese momento quién ocupaba sus pensamientos era Manigoldo, aja Manigoldo ¿Qué? Fue muy tonto al dejarse seducir por aquel sinvergüenza y mal hablado hombre que había despertado su curiosidad en más de una forma, pero había una pregunta que le daba tantas vueltas en la cabeza que lo mareaba y era ¿A quién vio en él? No podía evitar sentir molestia al pensarlo pues no permitiría que ese sinvergüenza se atreviera a usarlo como sustituto y se lo haría ver la próxima vez que lo viera.

—Albafica…—al igual que su hermano tomó entre sus manos el rostro del chico mirándolo a los ojos, no podía dejar de pensar en Hari, ese rubio hindú que llamó tanto su atención, tenía un compromiso que cumplir lo sabía y aunque había hecho una promesa con el joven que ahora tenía enfrente, no estaba seguro de lo que pasaría pero si de lo que el hindú provocó en él, pero no lo hablaría con su prometido hasta que no estuviera completamente seguro de esos sentimientos y lo más importante que el otro correspondiera.

Ambos gemelos se acercaron a sus prometidos sellando la unión con un beso tal como Eartheart lo hizo, los ojos de los 4 estaban cerrados, los invitados se sonrojaron al ver aquel gesto tan íntimo lo mismo que sus padres, Eartheart esbozo una sonrisa llena de satisfacción, sus planes estaban saliendo como él quería. Se separaron escuchando los estridentes aplausos de los invitados que felicitaban a las jóvenes parejas.

—Aspros…tú…—el gemelo mayor le sonrió haciéndole un leve gesto pidiéndole guardar silencio.

—Gracias…—susurró Albafica la moreno quién le sonrió guiñándole su ojo.

Ambos gemelos si habían besado a sus prometidos o eso pensaron sus padres pues sus manos habían cubierto la verdadera ubicación de los mismos, ese pequeño espacio que había entre la nariz y sus labios un poquito más arriba de las comisuras habían sido los receptores de ese gesto. Los cuatro pretendientes soltaron un suspiro aliviado, al parecer eran los únicos que se habían percatado del movimiento hecho por los gemelos.

Era tradición que cada uno de los prometidos se fuera en el carruaje correspondiente a sus parejas,  Itia y Krest acompañados de Aspros al igual que Lugonis por Deuteros esperaron los carruajes preparados especialmente para ellos en otra de las entradas de esa gran mansión para así evitar el ajetreo que se provocaba por la espera de los mismos.

—Te veremos allá hijo—pronunció Itia al peliverde quién ascendía al bello carruaje color azul rey, con adornos de plata en sus puertas y ventanas, bella cortinas blancas y pequeñas lámparas de cristal cortado en cada una de sus esquinas—

—Te verá mañana temprano Dégel—le sonrió el gemelo mayor cerrando la puerta dejando que los corceles negros tirarán del mismo para llevarlo a su destino.

—No tardaré mucho en llegar Albafica—decía ahora Lugonis mientras abrazaba a su hijo con cariño mientras veía llegar un carruaje de un profundo color rojo, adornos de plata en sus puertas y ventanas, cortinas blancas y lámparas con forma de elegantes rosas en cada esquina.

—No te preocupes papá estaré bien—le sonrió a su padre ascendiendo al carruaje apoyándose en la mano de Deuteros.

—Mañana el carruaje pasará a recogerte temprano—le anunció sonriente—mañana es día de cacería—el más chico asintió dejando que el moreno cerrara la pequeña puerta para que los corceles blancos tirarán del carruaje dirigiéndose a su destino.

—Dokho, por favor—llamó al castaño quién se acercaba montando un hermoso caballo negro.

—No se preocupe escoltaré ambos carruajes para que lleguen sin problema alguno señor Itia, puede estar tranquilo—siguió de cerca ambos carruajes que tomaban camino hacia la salida de la mansión.

Una vez ocurrido eso, los gemelos se despidieron y subieron a sus habitaciones, estaban exhaustos, había sido un día lleno de emociones radicales, pues sus vidas darían un giro de 360°, Aspros llego a su habitación soltando un largo suspiro, puso llave en la puerta, no quería que su padre lo importunará ya lo confrontaría en unas cuántas horas, quería dormir al menos unas cuantas horas para recuperar un poco de energía. Comenzó a desabotonarse el frac de forma lenta, para después su chaleco, camisa, medias, zapatos y pantalones quedando en ropa interior.

—pero ¿Qué…?—

Completamente ajeno a todo lo que ocurría en la habitación de su hermano,  Deuteros entraba a la suya de forma tranquila, estaba sumamente cansado, comenzó a desvestirse, quería liberarse al fin de toda esa asfixiante ropa quedando sólo con la interior, caminó hacia su cama viendo una pijama azul rey impecablemente doblada sobre su almohada, chasqueo la lengua con fastidio, nunca le había gustado dormir con esas cosas, lo incomodaban y le daban calor, la votó a la diestra de la misma. Escuchó algunas risas ya que su habitación quedaba prácticamente frente a la entrada principal, se asomó por las finas cortinas viendo ya a pocos invitados en espera de sus carruajes.

—¿Ya se habrá ido?—se preguntó moviendo sus ojos en diferentes direcciones encontrando su objetivo—ahí estás Hari—susurró sonriendo al ver como el rubio ascendía a un hermoso carruaje color blanco, detalles en dorado en sus puertas y ventanas, cortinas color rojo, elevó su mirada hacia la habitación del gemelo menor quién se quitó de la ventana sonrojado al verse descubierto sin ver que el rubio se esbozaba una sonrisa ascendiendo.

—Espero verte de nuevo Hari—sonrió lanzándose a su cama para poder dormir al fin.

Los miembros de Santis esperaban a su carruaje que estaba 4 mas atrás, el pelicorto bufó con fastidio sintiendo de pronto la gran mano de su abuelo sobre sus cabellos despeinándolo más.

—¡Viejo!—.

—Yo también estoy cansado de esperar, pero debemos esperar a que nuestro transporte llegué—le sonrió divertido al escuchar el bufido molesto de su nieto.

—Maldita sea—.

—Por una vez en tu estúpida vida quieres dejar de ser tan malhablado idiota—.

—Tienes toda la razón, Kardia—dijo con sarcasmo en gemelo menor.

—¿No irás con nosotros Kardia?—preguntó Shion al verlo sobre un caballo color café.

—No, quiero sentir el viento mientras voy de regreso, además al igual que este idiota también me fastidia esperar—

—Oye pendejo ese caballo es de nuestro carruaje—exclamó señalando al equino que daba un ligero relincho.

—¿Y?—.

—El carruaje no podrá ser tirado solo por tres caballos dada la cantidad de pasajeros que somos, animal—frunció el ceño, estaba molesto pues la nostalgia lo invadía fuertemente y no hallaba la forma de poder calmarse.

—¿Por qué crees que traje otro?, idiota—chasqueó la lengua haciendo que otro caballo igual al suyo se acercará entregándole las riendas al otro—¿nos vamos?—

El otro sonrió con complicidad subiéndose de forma elegante, ofreciendo su mano al pequeño rubio quién volteó a ver a Sage de forma algo suplicante.

—Ve—le sonrió sintiendo el fuerte abrazo de su sobrino—cuídalo Manigoldo— advirtió a su nieto quién sonrió asintiendo viendo como el pequeño rubio tomaba la mano de su primo de forma emocionada para subirse a sus espaldas.

—Ágarrate fuerte Shion—se aferró a su cintura—Nos veremos en la cabaña abuelo—le sonrió dándole un golpe a las riendas.

—Nos vemos señor Sage—se despidió el peliazul alcanzando al otro.

—Estos niños no tiene remedio y lo saben—sonrió viendo como al fin su carruaje llegaba tirado solo por dos caballos.

Mientras los 2 patriarcas se despedían de Eartheart quedando e reunirse el día de mañana pues este los había invitado a su cacería por lo que no pudieron rechazar su oferta, subieron a sus respectivos carruajes que los dejarían en los búngalos donde se hospedarían hasta que todo ese circo se terminara.

—Nos veremos mañana temprano Itia—se despidió Eartheart de su consuegro sonriéndole con burla ante la mirada molesta del otro—igualmente a usted señor Krest, será un honor volver a tenerlos en casa—el pelinegro se limitó a asentir levemente subiendo para sentarse a lado de su esposo, partiendo al fin del lugar.

—También me dará gusto verte por aquí mañana Lugonis—le sonrió de forma hipócrita que no pasó desapercibida para el pelirrojo que sin siquiera dirigirle la palabra se subió al carruaje para salir de ese lugar—Disfruta este periodo que aún te queda mi estimado amigo—dijo esto último con sarcasmo—pues las arenas del tiempo ya corren en tu contra—sonrió de forma sádica caminando hacia el interior de la gran mansión, estaba excitado pues todos sus planes estaban saliendo a la perfección—te espero en la habitación—le anuncio a la peliazul quién sólo asintió pues sabía muy que esa noche su marido se desfogaría con ella.

Lugonis veía como la mansión del peligris se alejaba cada vez más de su vista suspiro pesadamente mientras pasaba su mano por su larga cabellera.

—¿Sabías que ese tipo de gestos te hacen ver arrebatadoramente sensual?—.

—No puede ser...—susurró aterrorizado al ver a su inesperado acompañante.

Notas finales:

Tercer capítulo jejeje espero haberlo mejorado un poco, sinceramente el anterior no me dejo muy satisfecha XD pero creo que mejoro algo.

Dedicado a mi querida y especial amiga Juli que a pesar de la distancia siempre ha estado dispuesta a ayudarme con esta loca historia J muchas gracias hermosa.

Y gracias a todos los que les guste y disfruten leer este fic.


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