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Baile a la media noche. por Bestiamarina

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Notas del capitulo:

todos los derechos a Kazuki takahashi

 ¿Destino? ¿Casualidad?

 

Se tomaba su café negro acompañado de un cigarrillo, viendo el tv de la cafetería. Aún estaban dando esa entrevista e inevitablemente sus ojos estaban centrados en esos mellizos, lo admite, el shock inicial lo dejo pensando durante varios minutos. Él siempre se consideró hetero y por más que esas dos “chicas” fuesen hombres no podía mentir, “ellas” eran muy bellas y fueron amables con él. Ríe por lo bajo, fue una de sus mejores noches y eso que estaba de baja, ellas… no, mejor dicho, ellos animaron su noche. ¡Da igual su género!, aunque de algo estaba seguro.

- No volveré a verlos. – Se resigna a ese hecho, ellos eran modelos internacionales y al parecer muy famosos. Ni deben de acordarse de el a estas alturas, por más amables que fueran, ellos eran de mundos distintos, de situaciones distintas, lo de anoche fue una linda casualidad. – Por lo menos se sus nombres, Atem y Yami. – Sonríe pronunciando sus nombres.- Hasta sus nombres, son únicos.

- ¿Quiénes son únicos, Yug? – En la mesa se une un chico, de mechones azul cobalto y ojos de un tono curioso de dorado. Tenía un curioso acento europeo, vestía con un estilo punk. Con un chaleco de cuero sin mangas y una camisilla suelta con un estampando grande que rezaba “Fall out boy” tenía ambos brazos tatuados creando una manga de dibujos en cada uno, un costado de su pelo estaba rapado y utilizaba piercings. - ¡te desapareciste anoche, estuve muy preocupado!

- Lo siento Johan. – Mira comprensivamente a su amigo, ofreciéndole un poco de su café y esta toma un sorbo.- Tuve un día… complicado ayer. - Cuéntame, es raro de ti desaparecer así. – Dice en tono suave, sin dejar esa mirada de preocupación y un poco de reproche.- vamos, somos amigos, ¿o no?

- Ah…- Toma un poco de aire, aparta la mirada.- Mi chica, Helena, terminamos ayer.- Sonríe un poco triste, aun no superaba del todo los hechos.- La encontré con otro tipo ayer y bueno, me sentía tan mal que fui hasta un bar y me embriague, lamento si te preocupe a ti y a los otros pero en esos momentos solo deseaba estar solo.

Casi después de eso, siente la silla de su amigo arrimarse hacia atrás y como este lo rodea entre sus brazos, dándole un fuerte abrazo. Ríe por lo bajo, Johan siempre fue un sensible. Igualmente lo abraza con fuerza, hundiendo la nariz en su camisa, sintiendo el aroma fresco del perfume de Johan combinado con el olor a crema de afeitar que provenía de su rostro.

- Lo siento mucho, de verdad Yugi.- Se separa poniendo las manos en sus hombros.- ¿quieres saltarte las clases hoy, ir a comer algo o hacerte un tatuaje?

- ¿Otro? – Responde divertido, apoya su puñito contra el pecho de su amigo. – No tengo más espacio en mis brazos Johan, pero gracias por el ofrecimiento. – Ríe un poco.- Pero lo de saltarme clases, eso suena tentador. ¿Me cubres con los profes?

- Cuenta con eso Yug. – Le guiña un ojo coquetamente, toma su mochila y se levanta a la par de su amigo.- ¡Conozco un buen lugar, perfecto para este par de frikis!

De esta forma se dejó arrastrar, Yugi agradecía internamente los buenos amigos que tenía. Johan era un estudiante de diseño y tenía un espíritu libre, a pesar de lo distintas que eran sus carreras, se habían conocido de la misma forma en que Yugi conoció a los demás del grupito: En un torneo de duelo de monstruos.

Si, lo de friki iba en serio.

¿Qué más podía decir?, amaba ese juego. Y era muy bueno en ello, sin presumir, claro está. Y hablando de ese juego en particular, fue ahí donde Johan lo llevo, a un sitio donde se daban duelos de forma tradicional por decirlo de alguna forma, sin disco de duelos u hologramas, solo una mesa y una calculadora científica. A lo vieja escuela.

Y ni bien entro, llamo la atención de los jugadores de ahí. El tenía un apodo muy curioso en ese mundito. ¿Debo decir cuál es? Asi pasó las siguientes dos horas riéndose y pasando el rato con Johan, jugando duelos y ganando a varios jugadores, tanto principiantes como expertos.

- ¡Aquí está mi Friki favorito! – Le llega por la espalda, un chico de rubia cabellera. Le hace una llave a yugi, abrazándolo por detrás del cuello revolviéndole el pelo.- Otra vez dándole una paliza a estos novatos.

- ¡Jou, déjame! – Se queja tratando de zafarse, ríe gratamente viendo a su amigo.- Solo estoy pasando el rato, no estoy compitiendo en uno de los torneos de tu amado novio.

- ¡Hey, no digas eso a la ligera! – Se separa, soltándole. Estaba levemente sonrojado.- Sabes que Seto aun no quiere salir del closet, mientras trata de mantener esto bajo perfil, aunque te admito a veces es insoportable.- Dice refunfuñando un poco, cruzándose de brazos.- Ignorando el tema de mi estúpido novio, ¿Qué haces por aquí?

- Pues, Johan me llevo aquí. –Murmura señalando al susodicho que estaba a unas mesas más adelante que ellos.- Para animarme un poco, anoche termine con Helena.

- ¿¡QUE!? – Su querido amigo, no era muy “sutil” que digamos en cuanto a sus reacciones. - ¿Y eso, porque te dejo?, yo juraba que ustedes acabarían casados.

- Si, hasta que otro se metió en la cama. – Dice suspirando, viendo sus cartas. - ¿podemos dejar el tema?, trato de olvídalo Jou.

- Claro amigo. – Le regala una sonrisa comprensiva, se sienta a un costado de el – Siempre estaremos aquí para ti, ¿sabes?, te queremos Yug… - Le da un golpe amistoso en el hombro.- ¿Te gustaría participar en el duelo de exhibición de este fin de semana?, eso distraería tu cabeza Yug.

- Pues… Tendría que estar estudiando para historia moderna, tengo examen este martes. – Murmura un poco pensativo.- Pero supongo que un pequeño duelo contra Kaiba no me hará daño. - ¡Exacto amigo mío! – Nuevamente le agarra del cuello revolviéndole los cabellos.- ¡Dale con todo pequeño punk!

-¿¡A quien llamas punk!?

(En la zona mas cara de Domino city, en un pent-house)

El sonido particular que hacen los tacones a chocar con la cerámica hace eco en el pent-house, cruzado de piernas usando solo una chaqueta formal abierta, sin nada debajo más que su torso semi musculado y sus pantalones de vestir negros, se encuentra leyendo atentamente un libro, acomodando a cada tanto sus lentes de pasta negra. No era el libro más interesante del mundo, pero le entretenía, aunque el insufrible sonido de los tacones de su querido hermano menor le estaba comenzando a desquiciar de a poco.

- ¿Puedes, POR FAVOR, dejar de ir de un lado a otro? – Dice rompiendo por fin su silencio, quitándose los lentes y con un pequeño tic nervioso en la ceja izquierda. – y si lo vas hacer, quítate por dios esos tacones.

 

- ¿Envidia de que me queden a mi mejor los tacones, mi querido hermano mayor? – Abre la puerta del tocador, un chico casi idéntico a él. Usando unos tacones altos de unos 12 cms, negros de charol, vistiendo las mismas ropas que su hermano, pero en violeta. – Estoy colocándome mi maquillaje, no iría de un lado a otro si el rey aquí presente no dejase siempre el baño como un completo caos.

- ¿Ahora es culpa mía que nunca encuentres tus cosas, mocoso?– Bufa molesto, el aludido le saca la lengua de forma infantil y vuelve a meterse en el baño.

 

- Muy maduro, Yami. –Suspira cansado tirando el libro a un costado de él, toma suavemente entre sus dedos una copa llena de vino. Da un sorbo de ese líquido agridulce saboreándolo en sus labios, su mirada se enfoca en la ventana. Sonríe ligeramente, mordiéndose los labios un poco. Recordó la noche anterior, donde había pasado una velada agradable con aquel chico misterioso. Y se maldijo si mismo nuevamente por su estado de semi-borrachera, ya que en su inconsciencia no le pregunto algo tan simple como su nombre o su número de teléfono.

Aunque no sería del todo apropiado, al fin y al cabo el muchacho acababa de terminar con su chica, aun así, Atem tenía lo que comúnmente se conoce como “Crush”(claro quitando el hecho de que él no es una pendejita de quince años, así que dejémoslo en un A.P) el punto, ni bien cruzo miradas con él, sintió una atracción de inmediata. Como si, de alguna forma extraña que ni el mismo entiende, estaba destinado a toparse con ese chico, a sentir ese raro nexo entre ellos. Pero quien sabe, tal vez solo sea un simple capricho más. O eso deseaba creer.

-¿Sigues pensando en ese chico? – Su hermano lo saca de todo pensamiento reflexivo, se sienta a su lado, cruzando sus piernas.– No me engañas, sé que andas pensando en el desde hace ya rato Atem.

- Odio admitirlo, pero me conoces bien. – Deja su copa a un lado, suspirando. – es que… ¿acaso no lo sentiste? – aprieta un poco sus puños, ansioso. – Fue como, no sé, una atracción de inmediata al verlo, un nexo inexplicable, como si lo hubiese conocido antes, de toda la vida incluso.

 

- Pues, siéndote sincero… - Mira hacia arriba, ordenando mentalmente una respuesta. – Sí. Ósea, no algo tan fuerte como lo tuyo querido hermano, pero si sentí algo extraño al verlo, nunca antes me había sentido así de…

- ¿Cómodo?– Completa la oración, viéndole. – Tampoco yo, pero bueno… - suelta un pequeño suspiro.- Tal vez sean cosas mías.

- Sip, deberías de dejar de leer las cartas del tarot, Ishizu te está pegando algo. – Se burla levantándose del sofá, caminado a su habitación.

- Si, tal vez tengas razón. – mira un momento hacia abajo, un poco desanimado, su hermano no tenía falto de razón. ¡Era un tipejo que conoció en un Bar!, tal vez leer tantas cartas de tarot y escuchar tanto a ishizu hablar del destino lo había vuelto sensible ante ese tipo de chácharas. – Como sea. – Toma su copa y bebe un gran sorbo de vino, toma el control del tv y lo encendió.

Necesitaba ruido de fondo, para ya saben, no sentirse solo (todos lo hemos hecho alguna vez, no te andes único y detergente (¿)) Pasa canales desinteresa mente buscando alguna canal que pusiera música instrumental o algo de ese estilo, hasta que, por mera casualidad se topó con algo familiar.

- ¿Eh?...

Regreso unos cuantos canales atrás rápidamente, logrando sintonizar un comercial de las industrias Kaiba Corp. Una empresa que trabaja, mayormente, en un juego de cartas. En el comercial anunciaban un duelo de muestra entre el CEO de la compañía y un llamado, “rey de los duelos”

Casi se le corre el delineador al ver la foto de este susodicho rey.

¡Era el mismo chico de la otra noche! Si antes tenía dudas, ahora se le habían ido por completo, era claro para el que el destino o sepa dios que fuerza misteriosa quería que ambos se juntaran, que sus caminos se cruzaran de alguna manera. También pudo ser simple casualidad, pero no le arruinemos su entusiasmo.

-¡No me había equivocado! – Emocionado se levanta de golpe de su sofá, mandando al carajo su copa de vino (y de paso la alfombra blanca) - ¡Es el destino, tengo que conocer a ese chico…!

Notas finales:

GRACIAS POR LEER


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