Minho suspiró al entrar a casa. Sentía el cansancio y la frustración en su cuerpo, y eso ya era decir mucho. Sabía que no debía dejar que sus sentimientos interfieran al momento de hacer una recolección, pero era como pedir que dejara de amar a Taemin: simplemente imposible.
Hablando de Taemin…Miró al pedaño donde dejaban sus zapatos, Taemin definitivamente estaba en casa, sus zapatos estaban ahí tan desordenados como siempre. Pero el departamento se encontraba tan silencioso y calmado. Torció los labios, preguntándose qué era aquello que pasaba con su demonio. Por un momento olvidó sus penas, concentrándose en Taemin totalmente. Se quitó los zapatos, terminando de adentrarse al lugar.
La cocina-comedor estaba despejada, al igual que el área principal. El silencio era obvio. Quizás Taemin también había tenido un día difícil, de esos que lograban drenar su alegre personalidad hasta volverlo una masita silenciosa que gusta de arrastrarse entre las sábanas de la cama y dormir por horas. O tal vez sólo se había cansado de esperarlo despierto, e ido a dormir temprano. En realidad, con Taemin a veces era difícil saberlo.
Entró a la habitación, observándole dormir un segundo antes de decir hacerle compañía. Estaba cansado, y dormir a lado de su demonio sonaba más que apetecible.
Desvestirse y entrar a la cama le hizo sentir alivio físico. Pero todavía estaba la incomodidad de su ser. Si tan solo su lado de la cama no fuese tan frío. Hacia tanto tiempo que se había acostumbrado a dormir siendo rodeado por el cuerpo de Taemin. Siempre sus manos buscando abrazarle, rodeándole con una pierna, incluso tallando su rostro en la nuca del ángel. El cuerpo caliente de Taemin siempre le hacía sentir mejor, haciéndole sentir acompañado, querido.
Se debatió, rodando en la cama hasta decidir abrazar a Taemin está vez. Le parecía extraño, le gustaba ser mimoso con él, pero al momento de dormir siempre era Taemin quien le mantenía cerca en un férreo agarre, no al revés. Ni siquiera entendía cómo es que Taemin podía dormir así, brazos en posiciones extrañas, no sabía realmente cómo acomodar sus piernas entre las de Taemin, o si rodearle con una.
Exhaló, soltándose. Quizás esta noche, simplemente tendría que dormir por si mismo, en vez de buscar el calor de Taemin como una mantita de seguridad.
Rodó de regreso a su lugar, mirando el techo. Sería entonces una larga noche. Apenas empezó a cerrar los ojos, sabiendo que sería automáticamente sumergido en esos pensamientos desagradables que tenía, cuando un par de manos cálidas cruzaron su pecho.
-Hey, descansa amor.- Taemin susurró, enredándose como pulpo sobre el ángel, una pierna rodeándole la cadera, la otra buscando deslizarse por debajo de una de las rodillas de Minho para aprezarle en una tijera. Se había terminado de acomodar sobre el pecho de Minho, bostezando una última vez antes de cerrar los ojos y seguir durmiendo.
No pudo reprimir el sonido de placer que sintió al ser envuelto ante el cálido amor del demonio. Le gustaba ser sostenido de ese modo, olvidarse que tenía el peso del mundo sobre sus hombros, y en cambio sentir el peso de Taemin sobre su pecho. Sólo así podía descansar.